domingo, 28 de febrero de 2021

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO

Plaza de San Pedro

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

Este segundo domingo de Cuaresma nos invita a contemplar la transfiguración de Jesús en el monte, ante tres discípulos (cf. Mc 9,2-10). Poco antes, Jesús había anunciado que, en Jerusalén, sufriría mucho, sería rechazado y condenado a muerte. Podemos imaginar lo que debió ocurrir en el corazón de sus amigos, de sus amigos íntimos, sus discípulos: la imagen de un Mesías fuerte y triunfante entra en crisis, sus sueños se hacen añicos, y la angustia los asalta al pensar que el Maestro en el que habían creído sería ejecutado como el peor de los malhechores. Y precisamente en ese momento, con esa angustia del alma, Jesús llama a Pedro, Santiago y Juan y los lleva consigo a la montaña.

Dice el Evangelio: «Los llevó a un monte» (v. 2). En la Biblia el monte siempre tiene un significado especial: es el lugar elevado, donde el cielo y la tierra se tocan, donde Moisés y los profetas vivieron la extraordinaria experiencia del encuentro con Dios. Subir al monte es acercarse un poco a Dios. Jesús sube con los tres discípulos y se detienen en la cima del monte. Aquí, Él se transfigura ante ellos. Su rostro radiante y sus vestidos resplandecientes, que anticipan la imagen de Resucitado, ofrecen a estos hombres asustados la luz, la luz de la esperanza, la luz para atravesar las tinieblas: la muerte no será el fin de todo, porque se abrirá a la gloria de la Resurrección. Jesús, pues, anuncia su muerte, los lleva al monte y les muestra lo que sucederá después, la Resurrección.

Como exclamó el apóstol Pedro (cf. v. 5), es bueno estar con el Señor en el monte, vivir esta "anticipación" de luz en el corazón de la Cuaresma. Es una invitación para recordarnos, especialmente cuando atravesamos una prueba difícil —y muchos de vosotros sabéis lo que es pasar por una prueba difícil—, que el Señor ha resucitado y no permite que la oscuridad tenga la última palabra.

A veces pasamos por momentos de oscuridad en nuestra vida personal, familiar o social, y tememos que no haya salida. Nos sentimos asustados ante grandes enigmas como la enfermedad, el dolor inocente o el misterio de la muerte. En el mismo camino de la fe, a menudo tropezamos cuando nos encontramos con el escándalo de la cruz y las exigencias del Evangelio, que nos pide que gastemos nuestra vida en el servicio y la perdamos en el amor, en lugar de conservarla para nosotros y defenderla. Necesitamos, entonces, otra mirada, una luz que ilumine en profundidad el misterio de la vida y nos ayude a ir más allá de nuestros esquemas y más allá de los criterios de este mundo. También nosotros estamos llamados a subir al monte, a contemplar la belleza del Resucitado que enciende destellos de luz en cada fragmento de nuestra vida y nos ayuda a interpretar la historia a partir de la victoria pascual.

Pero tengamos cuidado: ese sentimiento de Pedro de que “es bueno estarnos aquí” no debe convertirse en pereza espiritual. No podemos quedarnos en el monte y disfrutar solos de la dicha de este encuentro. Jesús mismo nos devuelve al valle, entre nuestros hermanos y a nuestra vida cotidiana. Debemos guardarnos de la pereza espiritual: estamos bien, con nuestras oraciones y liturgias, y esto nos basta. ¡No! Subir al monte no es olvidar la realidad; rezar nunca es escapar de las dificultades de la vida; la luz de la fe no es para una bella emoción espiritual. No, este no es el mensaje de Jesús. Estamos llamados a vivir el encuentro con Cristo para que, iluminados por su luz, podamos llevarla y hacerla brillar en todas partes. Encender pequeñas luces en el corazón de las personas; ser pequeñas lámparas del Evangelio que lleven un poco de amor y esperanza: ésta es la misión del cristiano.

Recemos a María Santísima para que nos ayude a acoger con asombro la luz de Cristo, a guardarla y a compartirla.

Después del Ángelus

¡Queridos hermanos y hermanas!

Uno mi voz a la de los obispos de Nigeria para condenar el vil secuestro de 317 alumnas, arrancadas de su escuela, en Jangebe, en el noroeste del país. Rezo por estas muchachas, para que pronto puedan volver a casa. Estoy cerca de sus familias y de ellas. Recemos a Nuestra Señora para que las proteja. Dios te salve María…

Hoy es el Día Mundial de las Enfermedades Raras… —[mira la Plaza] estáis aquí—. Saludo a los miembros de algunas asociaciones comprometidas en este campo, que han venido a la Plaza. En el caso de las enfermedades raras, la red de solidaridad entre familiares, impulsada por estas asociaciones, es más importante que nunca. Ayuda a no sentirse solos y a intercambiar experiencias y consejos. Animo las iniciativas que apoyan la investigación y el tratamiento, y expreso mi cercanía a los enfermos, a las familias, pero especialmente a los niños. Estar cerca de los niños enfermos, de los niños que están sufriendo, rezar por ellos, hacerles sentir la caricia del amor de Dios, la ternura... Curar a los niños con la oración, también... Cuando aparecen estas enfermedades que no se sabe qué son, o hay un diagnóstico no bueno. Recemos por todas las personas que padecen estas enfermedades raras, especialmente por los niños que sufren.

Os saludo cordialmente a todos, fieles de Roma y peregrinos de varios países. Os deseo a todos un buen camino en este tiempo de Cuaresma. Y os aconsejo un ayuno, un ayuno que no os dará hambre: ayunar de los chismes y las murmuraciones. Es una forma especial. En esta Cuaresma no voy a cotillear de los otros, no voy a chismorrear... Y todos podemos hacer esto, todos. Este es un buen ayuno. Y no olvidéis que también servirá cada día leer un pasaje del Evangelio, llevar el pequeño Evangelio en el  bolsillo, en el bolso, y tomarlo cuando se pueda, cualquier pasaje. Esto abre el corazón al Señor.

Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Feliz domingo, buen almuerzo y hasta pronto!

Reflexionar, Profundizar en nuestra fe

Queridos amigos: 

        Ante la crisis que estamos viviendo, nos exige reflexionar,  profundizar en nuestra fe pero, sobre todo, reaccionar y reactivar nuestra confianza en que nuestra concepción de la vida es la mejor para analizar en verdad lo que ocurre y señalar el camino que debemos hacer para estar en la voluntad de Dios.

        Y sin miedo advertir de las peligrosas turbaciones morales que perpetúan  la crisis y pueden provocar dolor a quienes la sufren. La sociedad se descompone y muestra  una agresión violenta a nuestros principios. Vemos la deshumanización de personas convertidas en seres superfluos, vidas al servicio de la mentira y de los poderosos.

       Tenemos que dar respuesta a estas situaciones lamentables  con signos evidentes de fraternidad, de justicia, ayudando a recuperar su dignidad de hijos de Dios. No podemos destruirnos unos a otros con nuestras mentiras. La responsabilidad, la libertad y la compasión deben apoderarse de nuestra exigencia de hacer el bien en todas las ocasiones de la vida.

   Es Jesús quien nos dio una calidad de vida sana y constructiva entre hermanos.  Nuestra Verdad no nos pertenece, no es posesión de cada uno sino un compromiso, es una semilla para crear esperanza, luz  en la oscuridad. Es el mensaje del Buen Pastor, que muere por  cuidar a  cada una de sus ovejas.

Oremos unidos a Dios Todopoderoso.

                                                             Sor María Pilar    


sábado, 27 de febrero de 2021

Domingo 2 de Cuaresma (Ciclo B)

Evangelio (Mc 9,2-10): En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo. Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús.

Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: «Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»; pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados. Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: «Este es mi Hijo amado, escuchadle». Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.

Y cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.

PALABRA DE DIOS.

COMPARTIMOS:

Hoy contemplamos la escena «en la que los tres apóstoles Pedro, Santiago y Juan aparecen como extasiados por la belleza del Redentor» (San Juan Pablo II): «Se transfiguró delante de ellos y sus vestidos se volvieron resplandecientes» (Mc 9,2-3). Por lo que a nosotros respecta, podemos entresacar un mensaje: «Destruyó la muerte e irradió la vida incorruptible con el Evangelio» (2Tim 1, 10), asegura san Pablo a su discípulo Timoteo. Es lo que contemplamos llenos de estupor, como entonces los tres Apóstoles predilectos, en este episodio propio del segundo domingo de Cuaresma: la Transfiguración.Es bueno que en nuestro ejercicio cuaresmal acojamos este estallido de sol y de luz en el rostro y en los vestidos de Jesús. Son un maravilloso icono de la humanidad redimida, que ya no se presenta en la fealdad del pecado, sino en toda la belleza que la divinidad comunica a nuestra carne. El bienestar de Pedro es expresión de lo que uno siente cuando se deja invadir por la gracia divina.

jueves, 25 de febrero de 2021

El pasado sábado el Papa Francisco reconoció las “virtudes heroicas” al ya “venerable”

Ignatius Spencer (1799-1864), perteneciente a una de las tradicionales familias de la aristocracia inglesa y que siendo sacerdote anglicano se acabaría convirtiendo al catolicismo y moriría tras una ingente labor apostólica en su tierra como religioso pasionista.

Este miembro de la familia Spencer que va camino a los altares es precisamente ancestro de dos de las personalidades más relevantes de Reino Unido en el siglo XX, aunque cada uno por motivos diferentes. Este religioso era el tío tatarabuelo de Diana Spencer, Lady Di, la que fuera esposa del príncipe Carlos y madre del príncipe Guillermo, heredero al trono, y del príncipe Harry. Justamente se cumplen ahora 40 años del anuncio de la boda de Diana y el príncipe de Gales, que se celebraría en el mes de julio de 1981.

Precisamente Guillermo, futuro rey de Inglaterra y cabeza de la Iglesia anglicana, tiene entre sus antepasados a un destacado converso al catolicismo que pronto podría ser santo para la Iglesia Católica.

Pero además, el padre Ignatius, nacido como George Spencer, fue el tío abuelo del gran héroe británico durante la II Guerra Mundial, sir Winston Churchill, primer ministro británico y uno de los grandes líderes de la historia del país.

Spencer se crio como miembro de la aristocracia inglesa, asistiendo al Eton College y al Trinity College de Cambridge, donde estudió teología antes de convertirse en sacerdote anglicano. Desde el principio, la piedad de Spencer fue evidente, y se cuenta que en su época como sacerdote en Brington visitaba atentamente a feligreses enfermos y moribundos, y distribuía comida, ropa y dinero a los pobres.

El todavía clérigo anglicano no había mostrado un particular interés hacia el catolicismo hasta que, asistiendo en París a una representación de la ópera Don Giovanni, de Mozart, le impactó la escena en la que el anti-héroe, Giovanni, seductor y blasfemo, es conducido al infierno por un grupo de demonios.

Mientras  estaba volcado en el cuidado de los pobres, enfermos y moribundos se iba cuestionando sus convicciones. Empezó a estudiar todas las corrientes protestantes, desde la High Church anglicana hasta el evangelismo, y se encontró con que no lograba justificar teológica ni escriturísticamente los 39 artículos que fundamentan la confesión anglicana y, en general, los principios de la Reforma.

Fue entonces cuando se acercó a los Padres de la Iglesia: "Como muchos conversos actuales, Spencer encontró en los escritos de San Juan Crisóstomo y de San Gregorio Magno una explicación para las diferencias entre el pensamiento protestante y el pensamiento católico", afirma Kathy Schiffer en Patheos.

Contactó con sacerdotes que le animaron a seguir profundizando en la Patrística. Y conoció a Ambrose Phillips de Lisle, un recién converso al catolicismo que sin embargo acabaría teniendo problemas con la Santa Sede por el eclecticismo de sus actividades para promover la unidad de los cristianos. Pero en aquel momento fue un apoyo decisivo para Spencer, quien en 1830 dimitió de su cargo para ser recibido en el seno de la Iglesia.

Se trasladó a estudiar a Roma, donde fue publicando en un periódico la historia de su conversión. Ingresó en la congregación de los pasionistas (fundada en 1720 por San Pablo de la Cruz), donde vivió en una pobreza radical, él que provenía de la quinta familia más rica de Inglaterra.

El mismo Phillips de Lisle señala ese punto de la relevancia de su estirpe como un mérito más de su conversión: "Renunciar a los errores y prejuicios que se han absorbido desde la infancia es quizá el acto del deber más difícil que puede nunca realizar un ser humano... Rehusó a todos sus bienes y a sus perspectivas mundanas para seguir los dictados de su conciencia y alcanzar la mayor bendición: la comunión con la verdadera Iglesia de Cristo".

Se consagró a los inmigrantes irlandeses, de tanta pobreza que muchos vivían en cuevas, y expresó su deseo de morir "en una zanja, oculto y desconocido". Y lo consiguió. El hijo del Primer Lord del Almirantazgo, hermano de una institutriz de la Reina Victoria, primo del Lord Lucan que dio la célebre orden de carga a la Brigada de Caballería Ligera en la Guerra de Crimea, alumno de Eton y Cambridge, murió de un síncope en la cuneta de un perdido camino rural, cerca de Edimburgo, solo y sin nada en los bolsillos, salvo la cruz de la Pasión en el pecho, característica del hábito de su orden. Para él eso era suficiente.

Concédeme

Señor,

concédeme el don de ser como un niño

para saber mirar

a los demás con transparencia.

El paso de los años ha cargado mi vida

de suspicacias,

temores,

cobardías,

tristezas,

que me pesan

como un fardo sobre la espalda.

Concédeme el don de volver al principio,

de saber confiar en los demás,

de tener esperanza,

de saber compartir con limpieza

lo que de Ti he recibido.

Vuélveme niño otra vez,

para recibir de Ti la promesa de felicidad.

Quítame toda desconfianza,

toda ansiedad,

todo egoísmo,

todo pecado,

que me impide llegar hasta Ti.

Si yo no Te alcanzo,

vuélvete, Señor, a mí.

Mira a tu pobre siervo

y ayúdale a ponerse en pie de nuevo,

como un padre ayuda a su hijo.

Concédeme el don, Señor,

de la vida primera de un niño.

martes, 23 de febrero de 2021

Adora y confía

No te inquietes por las dificultades de la vida,

por sus altibajos, por sus decepciones,

por su porvenir más o menos sombrío.

Quiere lo que Dios quiere.

Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades

el sacrificio de tu alma sencilla que,

pese a todo, acepta los designios de su providencia.


Poco importa que te consideres un frustrado

si Dios te considera plenamente realizado,

a su gusto.Piérdete confiado ciegamente en ese Dios

que te quiere para sí.

Y que llegará hasta ti, aunque jamás lo veas.

Piensa que estás en sus manos,

tanto más fuertemente cogido,

cuanto más decaído y triste te encuentres.

Vive feliz. Te lo suplico. Vive en paz.

Que nada te altere.

Que nada sea capaz de quitarte tu paz.

Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales.

Haz que brote,

y conserva siempre sobre tu rostro,

una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor

continuamente te dirige.

Y en el fondo de tu alma coloca,

antes que nada,

como fuente de energía y criterio de verdad,

todo aquello que te llene de la paz de Dios.

Recuerda: cuanto te deprima e inquiete es falso.

Te lo aseguro en el nombre

de las leyes de la vida

y de las promesas de Dios.

Por eso,

cuando te sientas apesadumbrado, triste,

 adora y confía.

Teilhard de Chardin

lunes, 22 de febrero de 2021

El diccionario español-chino más antiguo y grande del mundo lo escribieron los dominicos

 Estudiosos españoles y taiwaneses han descubierto en los archivos de la Universidad de Santo Tomás (UST) el diccionario hispano-chino más antiguo y extenso del mundo. El “Dictionario Hispánico Sinicum” (DHS), de 400 años de antigüedad, proporciona no sólo los caracteres chinos y los términos en mandarín de las palabras en español, sino también su equivalente en hokkien, la lengua que se habla en Taiwán y en la provincia de Fujian, en el sureste de China, de donde proceden muchos de los chinos de ultramar actuales.

  Compilado y editado en la primera mitad del siglo XVII por los misioneros dominicos españoles en Manila, se cree que el DHS es al menos 70 años más antiguo que el Diccionario Kangxi, el diccionario chino estándar encargado por el emperador Kangxi de la dinastía Qing y publicado por primera vez en 1716.

  Irónicamente, el diccionario, catalogado en los Archivos de la UST como “Vocabulario Español-Chino con caracteres chinos (Tomo 215)”, se encontró con la etiqueta “vale muy poco”, es decir, “de poco valor” para su uso actual. “Nada más lejos de la realidad”, dijo Henning Klotter, de la Universidad Humboldt de Berlín. Explicó que el diccionario es “la colección más completa de elementos léxicos en hokkien” de su época. 

  Este tipo de obras son difíciles de datar, solo con la caligrafía pero en este caso, este término: Tierra de Isla Hermosa (actual Taiwan) se señala como sitio donde están los españoles y eso solo ocurrió durante 16 años a principios del siglo XVII. El diccionario tiene 21 mil términos y mil páginas, el más cercano a él solo tiene 60 páginas y 2.000 acepciones.

  Los frailes dominicos hicieron un esfuerzo en traducir en positivo para establecer y entender a los chinos con intención evangelizadora y también de comercio. El documento refleja la intención, ya en el siglo XVII, de establecer relaciones en positivo con oriente.

Estas 3 religiosas «venerables» murieron una tras otra por ébola: se negaron a abandonar a los enfermos

El Papa Francisco declaró “venerables” este sábado a tres monjas italianas que murieron en el intervalo de tres semanas en lo que hoy es el Congo debido a la epidemia de ébola que azotó esta región en 1995, hasta la fecha uno de los brotes más potentes de esta enfermedad tremendamente grave y contagiosa.

Las tres religiosas pertenecían a la Congregación de las Hermanas de las Pobres, conocidas popularmente como las Hermanas Pobrecillas de Bérgamo y trabajaban en Kikwit, centro de la epidemia de 1995 y que dejó en aquella ocasión 315 casos con 250 fallecidos, entre ellas estas tres religiosas a las que el Papa ha reconocido las virtudes heroicas y otras tres religiosas más de su misma orden.

Aún pudiendo haber vuelto a Italia, estas monjas decidieron quedarse para ayudar y atender a los enfermos que iban llegando. Y siguieron el mismo camino que ellos sin importarles su propia seguridad. Esta entrega heroica de las religiosas no es nueva sino que ha sido una constante entre numerosos misioneros que no han dudado en poner en riesgo su vida. Esto mismo se pudo ver precisamente en la gravísima epidemia de ébola de 2014 que atrajo la atención mundial y en la que murieron dos misioneros españoles, Miguel Pajares y Manuel García Viejo, que fallecieron tras contagiarse en Liberia y Sierra Leona, respectivamente, atendiendo a enfermos del virus.

Las religiosas fallecidas, las tres ya reconocidas como venerables y las otras tres todavía en proceso, estaban en la primera línea de asistencia a los enfermos en el hospital de Kikwit cuando empezaron a llegar enfermos. Y entre abril y mayo de 1995 irían falleciendo una tras otra contagiadas por este virus.

Las tres a las que Roma ha reconocido sus virtudes heroicas son la hermana Floralba Rondi (71 años), la primera en morir el 25 de abril de 1995. Era cariñosamente llamada por los africanos “mamá Mbuta” por su ternura con los enfermos; la hermana Clarangela Ghilardi (64 años), que falleció el 6 de mayo; y la hermana Dinarosa Belleri (59 años) que murió el 14 de mayo y que decía a todos: "Estoy aquí en África para seguir los pasos de mi fundador, es decir, para servir a los pobres".

Las otras tres monjas que murieron en aquel 1995 por el ébola fueron la hermana Danielangela Sorti (47 años), que dejó escrito en el reverso de una fotografía: “el amor pide amor”; sor Annelvira Ossoli, superiora provincial y conocida como “la mujer de la vida” por los habitantes del entonces Zaire debido a los muchos hijos a los que había ayudado a dar a luz durante décadas; y la hermana Vitarosa Zorza (51 años), que fue la última en morir el 28 de mayo y que decidió acudir a Kikwit a ayudar a sus hermanas sabiendo que podía morir: “¿Por qué debo tener miedo? Las demás están ahí y en este momento me necesitan”, aseguró.

En definitiva, estas humildes y hasta entonces desconocidas monjas no abandonaron las trincheras de la caridad. Decidieron seguir las enseñanzas de su fundador, el beato Luigi Maria Palazzolo, que pronto será canonizado: "Yo busco y recojo el deshecho de todos los demás, pues donde los demás actúan lo hacen mucho mejor que lo que yo lo podría hacer, pero adonde los demás no llegan yo trato de hacer algo como puedo”.

Tal y como recuerda el diario Avvenire, todo comenzó el 15 de marzo de 1995 cuando un hombre llamado Gaspar Menga regresó a casa febril después de haber pasado un día de trabajo en el campo, cerca de un pueblo no lejos de la comunidad donde vivían las monjas. Diez días después murió, desangrado por una misteriosa enfermedad. La misma suerte corrieron su hijo, su hermano y otros miembros de la familia.

A las pocas semanas, el hospital de Kikwit se llenó de moribundos. La hermana Floralba fue la primera misionera infectada y la primera en morir. Las hermanas informaron que se enfermó mientras atendía a un paciente que se encontraba en estado grave. La muerte ocurrió el 25 de abril. La hermana Vitarosa, en cambio, fue la última de las monjas en morir. En el diario de la comunidad se lee que asistió a las hermanas infectadas por el terrible virus y las alcanzó en el cielo, en la Casa del Padre, el 28 de mayo, fiesta de la Ascensión.

Años después, estas religiosas son todavía recordadas incluso por los científicos que investigan esta enfermedad. De hecho, una investigadora del CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades) de EEUU que viajó a esta ciudad congoleña de Kikwit afirmó de las monjas: "Esas mujeres, con su testimonio, hicieron lo que en ese momento nadie hubiera podido hacer: ¡salvar vidas con la vacuna del amor!”.

domingo, 21 de febrero de 2021

¿Qué significa la limosna en tiempos de la covid-19?

Lo que debemos hacer para no juzgar, no condenar y poder perdonar, el Papa Francisco lo tiene claro: donarnos, atender a las necesidades del otro. «Dad, y se os dará», dice el evangelio. Es por ello que tenemos que ser generosos no solo en la limosna material, sino también en la espiritual: dedicar tiempo a quien lo necesita, visitar a un enfermo, sonreír.

De este modo, el ayuno, la oración y la limosna no se convierten exclusivamente en prácticas más o menos virtuosas sino actitudes, inspiradas por Dios, que nos ayudan a abrirnos a los demás.

Mediante la limosna nos damos cuenta de que no somos el centro del mundo y, voluntariamente, nos ponemos en disposición de salir al encuentro del sufrimiento ajeno. «Dar lo tuyo, darlo sin medida y darlo con amor. Estas son actitudes que nos hacen libres», señala Ramón Navarro, director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Liturgia de la Conferencia Episcopal Española.

La limosna, junto al ayuno y la oración, actúan como un bálsamo especialmente en nuestro tiempo, donde multitud de personas se encuentran desamparadas, acosadas por la crisis económica, social y sanitaria que consigo ha traído la pandemia.

También hablamos de un mundo, que por otro lado, da un valor a lo material y a las posesiones un tanto excesivo. Tener el último móvil, llevar las mejores marcas, aspirar a darle la vuelta al mundo dos veces en un año… Ante esta situación, ¿cuál es la mejor cura para el alma? La generosidad en la entrega al otro. Dejar de mirarse uno mismo para salir a auxiliar al más necesitado y no solo dar lo que nos sobra sino dar lo que nos cuesta, tal y como propone Catholic-Link en su guía 40 días con Jesús: entender y vivir mejor la Cuaresma. 

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO

  Plaza de San Pedro

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El pasado miércoles, con el rito penitencial de la ceniza, iniciamos el camino de la Cuaresma. Hoy, primer domingo de este tiempo litúrgico, la Palabra de Dios nos indica el camino para vivir fructuosamente los cuarenta días que conducen a la celebración anual de la Pascua. Es el camino recorrido por Jesús, que el Evangelio, en el estilo esencial de Marcos, resume diciendo que Él, antes de comenzar su predicación, se retiró durante cuarenta días al desierto, donde fue tentado por Satanás (cf. 1,12-15). El evangelista subraya que «el Espíritu empuja a Jesús al desierto» (v. 12). El Espíritu Santo, que descendió sobre Él nada más recibir el bautismo de Juan en el río Jordán, el mismo Espíritu le empuja ahora a ir al desierto, para enfrentarse al Tentador, para luchar contra el diablo. Toda la existencia de Jesús se pone bajo el signo del Espíritu de Dios, que lo anima, lo inspira y lo guía.

Pero pensemos en el desierto. Detengámonos un momento en este entorno, natural y simbólico, tan importante en la Biblia. El desierto es el lugar donde Dios habla al corazón del hombre, y donde brota la respuesta de la oración, o sea, el desierto de la soledad, el corazón sin apego a otras cosas y solo, en esa soledad, se abre a la Palabra de Dios. Pero es también el lugar de la prueba y la tentación, donde el Tentador, aprovechando la fragilidad y las necesidades humanas, insinúa su voz engañosa, alternativa a la de Dios, una voz alternativa que te muestra otro camino, un camino de engaños. El Tentador seduce. Efectivamente, durante los cuarenta días vividos por Jesús en el desierto, comienza el “duelo” entre Jesús y el diablo, que terminará con la Pasión y la Cruz. Todo el ministerio de Cristo es una lucha contra el Maligno en sus múltiples manifestaciones: curaciones de enfermedades, exorcismos de los endemoniados, perdón de los pecados. Después de la primera fase en la que Jesús demuestra que habla y actúa con el poder de Dios, parece que el diablo prevalezca  cuando el Hijo de Dios es rechazado, abandonado y finalmente capturado y condenado a muerte. Parece que el vencedor es el diablo. En realidad, la muerte era el último “desierto” a atravesar para derrotar definitivamente a Satanás y liberarnos a todos de su poder. Y así Jesús triunfó en el desierto de la muerte para triunfar después en la Resurrección.

Cada año, al comienzo de la Cuaresma, este Evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto nos recuerda que la vida del cristiano, tras las huellas del Señor, es una batalla contra el espíritu del mal. Nos muestra que Jesús se enfrentó voluntariamente al Tentador y lo venció; y al mismo tiempo nos recuerda que al diablo se le concede la posibilidad de actuar también sobre nosotros con sus tentaciones. Debemos ser conscientes de la presencia de este enemigo astuto, interesado en nuestra condena eterna, en nuestro fracaso, y prepararnos para defendernos de él y combatirlo. La gracia de Dios nos asegura, mediante la fe, la oración y la penitencia, la victoria sobre el enemigo. Pero hay algo que me gustaría subrayar: en las tentaciones Jesús no dialoga nunca con el diablo, nunca. En su vida, Jesús no tuvo jamás un diálogo con el diablo, jamás. O lo expulsa de los endemoniados o lo condena o muestra su malicia, pero nunca un diálogo. Y en el desierto parece que haya un diálogo porque el diablo le hace tres propuestas y Jesús responde. Pero Jesús no responde con sus palabras; responde con la Palabra de Dios, con tres pasajes de la Escritura. Y esto es lo que debemos hacer también todos nosotros. Cuando se acerca el seductor, comienza a seducirnos: “Pero piensa esto, haz aquello...”. La tentación es la de dialogar con él, como hizo Eva; y si nosotros entablamos diálogo con el diablo seremos derrotados. Grabaos esto en la cabeza y en el corazón: no se dialoga nunca con el diablo, no hay diálogo posible. Solo la Palabra de Dios.

En el tiempo de Cuaresma, el Espíritu Santo nos empuja también a nosotros, como a Jesús, a entrar en el desierto. No se trata —como hemos visto— de un lugar físico, sino de una dimensión existencial en la que hacer silencio y ponernos a la escucha de la palabra de Dios, «para que se cumpla en nosotros la verdadera conversión» (Oración colecta 1er Domingo de Cuaresma B). No tengáis miedo del desierto, buscad más momentos de oración, de silencio, para entrar en nosotros mismos. No tengáis miedo. Estamos llamados a caminar por las sendas de Dios, renovando las promesas de nuestro bautismo: renunciar a Satanás, a todas sus obras y a todas sus seducciones. El enemigo está ahí, al acecho, tened cuidado. Pero no dialoguéis nunca con él. Nos encomendamos a la intercesión maternal de la Virgen María.

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Saludo cordialmente a todos vosotros, romanos y peregrinos. En particular, saludo a los fieles polacos que están aquí delante. Hoy mi pensamiento va al santuario de Płock, en Polonia, donde hace 90 años el Señor Jesús se manifestó a santa Faustina Kowalska, confiándole un mensaje especial de la divina misericordia. Llegó al mundo entero a través de san Juan Pablo II y no es otro que el Evangelio de Jesucristo, muerto y resucitado, que nos da la misericordia del Padre. Abramos nuestro corazón diciendo con fe: "Jesús, confío en ti".

Saludo a los jóvenes y adultos del grupo Talitha Kum de la parroquia de San Giovanni dei Fiorentini de Roma. Gracias por vuestra presencia y seguid adelante con alegría en vuestros proyectos de bien.

¡Y os deseo a todos un hermoso domingo, hermoso porque hace sol y también un buen domingo!

Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

Volved a mí de todo corazón (Joel,2,12-18)

Una nueva oportunidad. Siente que Dios te grita hoy en el corazón: “Vuelve a mí”. Quizás no seas capaz de escuchar esa voz porque te dices: “¿De dónde tengo que volver yo? ¡Yo estoy bien como estoy! ¡Yo me siento bien!”. 

Te entiendo. Descubrir que hay otra manera de ser y de vivir, que hay cosas que podemos y tenemos que cambiar como creyentes no lo descubrimos si no nos lo descubren..., si no nos habla la Palabra de Dios. Hay cosas que “no son de cajón”. Lo de Dios “no es de cajón”. Lo de Dios es de susurro, de sensibilidad, de no vivir en superficialidad. Lo de Dios se percibe mejor cuando se vive con el corazón. Como sólo vivas con los ojos y con el bolsillo... no descubrirás a Dios. 

Hay gente que no descubre que necesita dar más cariño, más tiempo, más detalles, más palabra, más besos, menos gritos a los de casa y a quien llama mujer o marido y a los hijos... Hay gente que no se da cuenta de que existen otros que necesitan algo más de nuestro corazón... Hay corazones que sufren porque los nuestros se hacen un poco de piedra... 

Nos parece que estamos bien, y nos disculpamos o justificamos diciendo: “Es que yo soy así”... A lo mejor poco a poco te has hecho así, pero antes no eras así; en todo caso, puedes ser de otra manera. Estás llamado, invitado a ser de otra manera, más humana, más divina. Por delante tienes 40 días para escuchar: “Vuelve a mí de todo corazón”. “Vuelve a mí con todo el corazón”. “Vuelve también a tu corazón”. “Vuelve a habitarte”. 

sábado, 20 de febrero de 2021

OREMOS:

 Señor mío y Dios mio,

mientras caigo de rodillas,

 en oración, ayuno, 

sacrificio y penitencia, 

alcánzame y levántame suavemente

 para renovarme. 


Afirmarme como nada de este

 mundo puede afirmarme.

Señor, que mi sacrificio de Cuaresma

 me recuerde mi deseo por mi hogar

 celestial.


Y que mi exilio me ayude a crecer

 en solidaridad con los refugiados,

con todos los pobres de verdad.

 Hasta que juntos encontremos el

 camino a casa y lleguemos a ti. 

Amen

Sor María Pilar.

viernes, 19 de febrero de 2021

El presidente portugués frena la ley de eutanasia, la envía al Constitucional y puede vetarla

Marcelo Rebelo de Sousa, presidente de Portugal, reelegido en enero con un 60% del voto directo y catedrático de Derecho Constitucional, sospecha -o, más probablemente, ve muy claro- que la ley de eutanasia que aprobó el Parlamento portugués el 29 de enero es incompatible con la Constitución y la ha remitido al Tribunal Constitucional para que la examine. Después de que el Tribunal analice el texto, el presidente tiene la capacidad de vetar la ley.

Marcelo Rebelo de Sousa fue en su época líder del Partido Socialdemócrata (de centro-derecha liberal). Es muy popular entre los votantes y ha trabajado bien en colaboración con el gobierno socialista de minoría de centro-izquierda en la lucha contra el Covid-19. Al ser reelegido en enero por un 60% de los votantes, no se necesitó ni siquiera votar en una segunda vuelta.

Rebelo de Sousa, como catedrático de Derecho Constitucional, explicó en la carta que dirigió al Tribunal que la ley de eutanasia está redactada de forma vaga y llena de conceptos indeterminados e indefinidos.

Así, especifica que «el artículo 2 recurre a conceptos excesivamente indeterminados en la definición de los requisitos para permitir la despenalización de la muerte médicamente asistida», escribe el presidente luso en la carta dirigida al presidente del Tribunal Constitucional portugués, João Caupers, publicada en la página oficial de la Presidencia de la República.

Rebelo de Sousa indica que «al Parlamento portugués le competía haber especificado en su redacción con más detalle los requisitos en los que se podrá realizar la eutanasia sin ser penalizado por ello».

Considera que la ley "crea una situación de inseguridad jurídica que habría que evitar en una materia tan sensible".

Rebelo de Sousa explica que según se entiende del texto la ley «permitirá la eutanasia cuando así lo decida una persona mayor de edad por voluntad propia y en situación de sufrimiento intolerable», lo que, tal como está escrito, considera inconstitucional.

Precedentes y mecanismos

Como recuerda la agencia Efe, es la segunda vez que Rebelo de Sousa remite una ley al Constitucional desde que asumió la jefatura de Estado, en 2016. La primera vez fue en 2019, cuando pidió que revisase las alteraciones a la ley sobre la procreación médicamente asistida y la gestación subrogada. El tribunal declaró inconstitucionales algunos puntos y el presidente terminó vetando esa ley.

El jefe de Estado de Portugal puede remitir normas al Constitucional o también ejercer poder de veto, "absoluto" para las leyes aprobadas directamente por el Gobierno y "relativo" si proceden del Parlamento.

Otra opción que tenía el presidente portugués al recibir la ley era vetarla directamente, pero entonces volvería a la Asamblea de la República, los diputados volverían a votarla y, probablemente, a aprobarla. 

Es bien sabido que Rebelo de Sousa es católico en un país donde los políticos tienden a ocultar su fe. En los meses anteriores, aunque no especificó su opinión personal, comentó que para que "avanzara" esta ley creía necesario "un gran consenso en la sociedad portuguesa y ser aprobada por más de los dos tercios de los diputados de la Cámara", lo que no ocurrió el 19 de enero. En total votaron a favor 136 diputados, en contra 78 (incluyendo 9 socialistas contrarios a esta práctica) y hubo 4 abstenciones.

Expertos constitucionalistas contra esta ley de eutanasia

El 4 de febrero se lanzó una campaña de juristas expertos en la Constitución contra la ley de eutanasia con el título "¿Eutanasia? “La vida humana es inviolable”. La campaña incluía carteles con el rostro de expertos juristas constitucionalistas recordando que en el artículo 24, párrafo 1, de la Constitución portuguesa se declara que “La vida humana es inviolable”.

Participaban los constitucionalistas Jorge Miranda, Jorge Bacelar Gouveia, Paulo Otero, Carlos Blanco de Morais, José Casalta Nabais, Fernando Alves Correia, António Cândido de Oliveira, Jónatas Machado, Fausto de Quadros y Maria da Glória Dias García.

Al día siguiente de aprobarse la ley en el Parlamento, la Asociación de Juristas Católicos de Portugal ya pidió por escrito al Presidente de la República que consultase al Tribunal Constitucional, por considerar que la ley “claramente viola los principios constitucionales más básicos”.

“La persona es su vida y por eso la protección de la dignidad de todas y cada una de las personas presupone, ante todo, la protección de su vida, en términos radicales (salvo situaciones de autodefensa, en las que la protección de la vida humana sigue estando siempre en juego)”, argumentaban los juristas católicos.

Según argumentaban, la eutanasia y el suicidio asistido violan la inviolabilidad de la vida humana y la dignidad humana. “De la combinación de estos principios se desprende que todas las vidas, en todas las situaciones y en todas sus fases, son igualmente dignas. La dignidad de la vida nunca se pierde. No hay vidas indignas de vivir. No hay vidas que por alguna razón no merezcan la misma protección. Y la supresión de la vida nunca podrá entenderse, obviamente, como una medida de protección”, sostenían los juristas católicos.

Domingo 1 ( Ciclo B) de Cuaresma

Evangelio (Mc 1,12-15): En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto, y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba entre los animales del campo y los ángeles le servían. Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva».

PALABRA DE DIOS

Compartimos:

Hoy, la Iglesia celebra la liturgia del Primer Domingo de Cuaresma. El Evangelio presenta a Jesús preparándose para la vida pública. Va al desierto donde pasa cuarenta días haciendo oración y penitencia. Allá es tentado por Satanás.

Nosotros nos hemos de preparar para la Pascua. Satanás es nuestro gran enemigo. Hay personas que no creen en él, dicen que es un producto de nuestra fantasía, o que es el mal en abstracto, diluido en las personas y en el mundo. ¡No!

La Sagrada Escritura habla de él muchas veces como de un ser espiritual y concreto. Es un ángel caído. Jesús lo define diciendo: «Es mentiroso y padre de la mentira» (Jn 8,44). San Pedro lo compara con un león rugiente: «Vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe» (1Pe 5,8). Y Pablo VI enseña: «El Demonio es el enemigo número uno, es el tentador por excelencia. Sabemos que este ser obscuro y perturbador existe realmente y que continúa actuando».

¿Cómo? Mintiendo, engañando. Donde hay mentira o engaño, allí hay acción diabólica. «La más grande victoria del Demonio es hacer creer que no existe» (Baudelaire). Y, ¿cómo miente? Nos presenta acciones perversas como si fuesen buenas; nos estimula a hacer obras malas; y, en tercer lugar, nos sugiere razones para justificar los pecados. Después de engañarnos, nos llena de inquietud y de tristeza. ¿No tienes experiencia de eso?

¿Nuestra actitud ante la tentación? Antes: vigilar, rezar y evitar las ocasiones. Durante: resistencia directa o indirecta. Después: si has vencido, dar gracias a Dios. Si no has vencido, pedir perdón y adquirir experiencia. ¿Cuál ha sido tu actitud hasta ahora?

La Virgen María aplastó la cabeza de la serpiente infernal. Que Ella nos dé fortaleza para superar las tentaciones de cada día.

miércoles, 17 de febrero de 2021

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO, MIÉRCOLES DE CENIZA

Basílica de San Pedro

Iniciamos el camino de la cuaresma. Este se abre con las palabras del profeta Joel, que indican la dirección a seguir. Hay una invitación que nace del corazón de Dios, que con los brazos abiertos y los ojos llenos de nostalgia nos suplica: «Vuélvanse a mí de todo corazón» (Jl 2,12). Vuélvanse a mí. La cuaresma es un viaje de regreso a Dios. Cuántas veces, ocupados o indiferentes, le hemos dicho: “Señor, volveré a Ti después, espera… Hoy no puedo, pero mañana empezaré a rezar y a hacer algo por los demás”. Y así un día después de otro. Ahora Dios llama a nuestro corazón. En la vida tendremos siempre cosas que hacer y tendremos excusas para dar, pero, hermanos y hermanas, hoy es el tiempo de regresar a Dios.

Vuélvanse a mí, dice, con todo el corazón. La cuaresma es un viaje que implica toda nuestra vida, todo lo que somos. Es el tiempo para verificar las sendas que estamos recorriendo, para volver a encontrar el camino de regreso a casa, para redescubrir el vínculo fundamental con Dios, del que depende todo. La cuaresma no es hacer un ramillete espiritual, es discernir hacia dónde está orientado el corazón. Este es el centro de la cuaresma: ¿Hacia dónde está orientado mi corazón? Preguntémonos: ¿Hacia dónde me lleva el navegador de mi vida, hacia Dios o hacia mi yo? ¿Vivo para agradar al Señor, o para ser visto, alabado, preferido, puesto en el primer lugar y así sucesivamente? ¿Tengo un corazón “bailarín”, que da un paso hacia adelante y uno hacia atrás, ama un poco al Señor y un poco al mundo, o un corazón firme en Dios? ¿Me siento a gusto con mis hipocresías, o lucho por liberar el corazón de la doblez y la falsedad que lo encadenan?

El viaje de la cuaresma es un éxodo, es un éxodo de la esclavitud a la libertad. Son cuarenta días que recuerdan los cuarenta años en los que el pueblo de Dios viajó en el desierto para regresar a su tierra de origen. Pero, ¡qué difícil es dejar Egipto! Fue más difícil dejar el Egipto que estaba en el corazón del pueblo de Dios, ese Egipto que se llevaron siempre dentro, que dejar la tierra de Egipto… Es muy difícil dejar el Egipto. Siempre, durante el camino, estaba la tentación de añorar las cebollas, de volver atrás, de atarse a los recuerdos del pasado, a algún ídolo. También para nosotros es así: el viaje de regreso a Dios se dificulta por nuestros apegos malsanos, se frena por los lazos seductores de los vicios, de las falsas seguridades del dinero y del aparentar, del lamento victimista que paraliza. Para caminar es necesario desenmascarar estas ilusiones.

Pero nos preguntamos: ¿cómo proceder entonces en el camino hacia Dios? Nos ayudan los viajes de regreso que nos relata la Palabra de Dios.

Miramos al hijo pródigo y comprendemos que también para nosotros es tiempo de volver al Padre. Como ese hijo, también nosotros hemos olvidado el perfume de casa, hemos despilfarrado bienes preciosos por cosas insignificantes y nos hemos quedado con las manos vacías y el corazón infeliz. Hemos caído: somos hijos que caen continuamente, somos como niños pequeños que intentan caminar y caen al suelo, y siempre necesitan que su papá los vuelva a levantar. Es el perdón del Padre que vuelve a ponernos en pie: el perdón de Dios, la confesión, es el primer paso de nuestro viaje de regreso. He dicho la confesión, por favor, los confesores, sean como el padre, no con el látigo, sino con el abrazo.

Después necesitamos volver a Jesús, hacer como aquel leproso sanado que volvió a agradecerle. Diez fueron curados, pero sólo él fue también salvado, porque volvió a Jesús (cf. Lc 17,12-19). Todos, todos tenemos enfermedades espirituales, solos no podemos curarlas; todos tenemos vicios arraigados, solos no podemos extirparlos; todos tenemos miedos que nos paralizan, solos no podemos vencerlos. Necesitamos imitar a aquel leproso, que volvió a Jesús y se postró a sus pies. Necesitamos la curación de Jesús, es necesario presentarle nuestras heridas y decirle: “Jesús, estoy aquí ante Ti, con mi pecado, con mis miserias. Tú eres el médico, Tú puedes liberarme. Sana mi corazón”.

Además, la Palabra de Dios nos pide que volvamos al Padre, nos pide que volvamos a Jesús, y estamos llamados a volver al Espíritu Santo. La ceniza sobre la cabeza nos recuerda que somos polvo y al polvo volveremos. Pero sobre este polvo nuestro Dios ha infundido su Espíritu de vida. Entonces, no podemos vivir persiguiendo el polvo, detrás de cosas que hoy están y mañana desaparecen. Volvamos al Espíritu, Dador de vida, volvemos al Fuego que hace resurgir nuestras cenizas, a ese Fuego que nos enseña a amar. Seremos siempre polvo, pero, como dice un himno litúrgico, polvo enamorado. Volvamos a rezar al Espíritu Santo, redescubramos el fuego de la alabanza, que hace arder las cenizas del lamento y la resignación.

Hermanos y hermanas: Nuestro viaje de regreso a Dios es posible sólo porque antes se produjo su viaje de ida hacia nosotros. De otro modo no habría sido posible. Antes que nosotros fuéramos hacia Él, Él descendió hacia nosotros. Nos ha precedido, ha venido a nuestro encuentro. Por nosotros descendió más abajo de cuanto podíamos imaginar: se hizo pecado, se hizo muerte. Es cuanto nos ha recordado san Pablo: «A quien no cometió pecado, Dios lo asemejó al pecado por nosotros» (2 Co 5,21). Para no dejarnos solos y acompañarnos en el camino descendió hasta nuestro pecado y nuestra muerte, ha tocado el pecado, ha tocado nuestra muerte. Nuestro viaje, entonces, consiste en dejarnos tomar de la mano. El Padre que nos llama a volver es Aquel que sale de casa para venir a buscarnos; el Señor que nos cura es Aquel que se dejó herir en la cruz; el Espíritu que nos hace cambiar de vida es Aquel que sopla con fuerza y dulzura sobre nuestro barro.

He aquí, entonces, la súplica del Apóstol: «Déjense reconciliar con Dios» (v. 20). Déjense reconciliar: el camino no se basa en nuestras fuerzas; nadie puede reconciliarse con Dios por sus propias fuerzas, no se puede. La conversión del corazón, con los gestos y las obras que la expresan, sólo es posible si parte del primado de la acción de Dios. Lo que nos hace volver a Él no es presumir de nuestras capacidades y nuestros méritos, sino acoger su gracia. Nos salva la gracia, la salvación es pura gracia, pura gratuidad. Jesús nos lo ha dicho claramente en el Evangelio: lo que nos hace justos no es la justicia que practicamos ante los hombres, sino la relación sincera con el Padre. El comienzo del regreso a Dios es reconocernos necesitados de Él, necesitados de misericordia, necesitados de su gracia. Este es el camino justo, el camino de la humildad. ¿Yo me siento necesitado o me siento autosuficiente?

Hoy bajamos la cabeza para recibir las cenizas. Cuando acabe la cuaresma nos inclinaremos aún más para lavar los pies de los hermanos. La cuaresma es un abajamiento humilde en nuestro interior y hacia los demás. Es entender que la salvación no es una escalada hacia la gloria, sino un abajamiento por amor. Es hacerse pequeños. En este camino, para no perder la dirección, pongámonos ante la cruz de Jesús: es la cátedra silenciosa de Dios. Miremos cada día sus llagas, las llagas que Él ha llevado al Cielo y muestra al Padre todos los días en su oración de intercesión. Miremos cada día sus llagas. En esos agujeros reconocemos nuestro vacío, nuestras faltas, las heridas del pecado, los golpes que nos han hecho daño. Sin embargo, precisamente allí vemos que Dios no nos señala con el dedo, sino que abre los brazos de par en par. Sus llagas están abiertas por nosotros y en esas heridas hemos sido sanados (cf. 1 P 2,24; Is 53,5). Besémoslas y entenderemos que justamente ahí, en los vacíos más dolorosos de la vida, Dios nos espera con su misericordia infinita. Porque allí, donde somos más vulnerables, donde más nos avergonzamos, Él viene a nuestro encuentro. Y ahora que ha venido a nuestro encuentro, nos invita a regresar a Él, para volver a encontrar la alegría de ser amados.

La imposición de la ceniza es el rito que inicia la Cuaresma con el Miércoles de Ceniza

 10 claves del Miércoles de Ceniza: ¿Cuándo me la limpio? ¿Qué es el ayuno? ¿Y si no soy cristiano?

Miércoles de Ceniza: se inicia la Cuaresma. Es una fecha especial en la liturgia, con una poderosa simbología: en cualquier parroquia impondrán la ceniza a quien acuda a los oficios de este día.

Tradicionalmente, las iglesias se llenan casi como en domingo y tanto en España como en Hispanoamérica acude mucha gente que normalmente no va a misa, gente que acude solo cuatro o cinco veces al año. 

Sin embargo, este año 2021, con el coronavirus, sus restricciones y confinamientos, la situación sin duda será distinta.

Con o sin pandemia, la gente se pone en fila y acude hacia el altar. El sacerdote o diácono, a veces un laico, les pone ceniza en la frente.

Este año es posible que en muchos lugares sea el sacerdote o el diácono los que acudan donde está la gente de pie, en su sitio (depende de los espacios que se usan y las distancias prudenciales).

Antropológicamente, muchas personas, incluso poco religiosas, intuyen que es una oportunidad de empezar de nuevo, con una idea muy realista, incluso contracultural: “Polvo eres y en polvo te convertirás”.

Miércoles de Ceniza, con la cruz en la frente

1.- ¿Por qué se impone la ceniza?

La ceniza es un símbolo descrito en el artículo 125 del Directorio sobre la piedad popular y la liturgia:

“El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el Rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las Cenizas, que distingue la Liturgia del Miércoles de Ceniza. Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios".

"Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles, que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual”.

2.- ¿La imposición de la ceniza es un ritual  “oficial”?

El Miércoles de Ceniza es una celebración contenida en el Misal Romano. En este se explica que al término de la Misa, se bendice e impone la ceniza hecha de los ramos de olivo bendecidos en el Domingo de Ramos del año anterior. Algunos detalles sobre el tipo de ceniza dependen de distintos países y costumbres.

Este año de pandemia la Congregación del Culto Divino ha establecido algunas novedades.

Según una nota difundida por la Congregación, "pronunciada la oración de bendición de las cenizas y después de asperjarlas, sin decir nada, con el agua bendita, el sacerdote se dirigirá a los presentes, diciendo una sola vez y para todos los fieles, la fórmula del Misal Romano: «Convertíos y creed en el Evangelio», o bien: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás»".

"Después, el sacerdote se limpiará las manos y se pondrá la mascarilla para proteger la nariz y la boca. Posteriormente, impondrá la ceniza a cuantos se acercan a él o, si es oportuno, se acercará a los fieles que estén de pie, permaneciendo en su lugar. Asimismo, el sacerdote tomará la ceniza y la dejará caer sobre la cabeza de cada uno, sin decir nada".

Miércoles de Ceniza en una escuela católica en un año sin pandemia

3.- ¿Cómo nació el ritual?

 Los cristianos de la Antigüedad se colocaban la ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad con un “hábito penitencial” para recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo.

La Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos casi 400 años después de Cristo y a partir del siglo XI la Iglesia de Roma impone las cenizas al inicio de este tiempo.

4. ¿Qué simbolizan las cenizas?

La palabra ceniza, que proviene del latín "cinis": expresa la muerte, la caducidad, la humildad y la penitencia. La ceniza, como signo de humildad, le recuerda al cristiano su origen y su fin. Se recuerda la lectura del libro de Génesis: "Dios formó al hombre con polvo de la tierra" (Gn 2,7); "hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho" (Gn 3,19).

5.- ¿Cómo se hace la ceniza?

Se queman los restos de las palmas bendecidas el Domingo de Ramos del año anterior. Estas son rociadas con agua bendita y luego aromatizadas con incienso.

Muchos conversos al catolicismo suelen comentar que al conocer este origen se asombran y dicen: “vaya, aquí está todo conectado”. Efectivamente, con los ramos del año anterior se crea la ceniza que inicia este camino cuaresmal.

Miércoles de Ceniza en un año sin pandemia, gesto en la frente

6.- ¿Quién impone la ceniza y cuándo?

Este acto tiene lugar en la Misa al término de la homilía y está permitido que los laicos ayuden al sacerdote. Las cenizas son impuestas en la frente, haciendo la señal de la cruz con ellas mientras el ministro dice las palabras bíblicas: «Polvo eres y en polvo te convertirás», o «Conviértete y cree en el Evangelio». 

Este año de 2021, a causa de la pandemia, no se proclaman estas palabras a cada persona, sino sólo una vez.

Si no hay sacerdote la impartición de cenizas puede realizarse sin Misa, pero se recomienda celebrar al menos una liturgia de la palabra.

Atención: cualquier laico cristiano puede imponerla, pero sólo el sacerdote o el diácono puede bendecirla.

7.- ¿Quién puede recibir la ceniza?

Una razón de que este rito sea tan popular en todo el mundo es que cualquiera puede recibirlo, incluso los no católicos ni cristianos. En Asia acuden a recibirlo budistas, hindúes, taoístas...

El Catecismo (1670 ss.) lo define como un sacramental: los sacramentales no confieren la gracia del Espíritu Santo como sí lo hacen los sacramentos, pero por la oración de la Iglesia estos «preparan a recibirla y disponen a cooperar con ella».

Aunque mucha gente aprovecha el Miércoles Santo para confesarse, y es recomendable, no hay necesidad tampoco de confesarse o estar en gracia para recibir la ceniza.

Miércoles de Ceniza en la India o Pakistán... hasta los no cristianos pueden recibir la ceniza

8.- ¿Es pecado no ir a misa el Miércoles de Ceniza?

No: el Miércoles de Ceniza nunca es día de precepto, ir a misa este día tan especial no es obligatorio.

Eso hace más hermoso ver que el templo se llena de gente con conciencia de que Dios quiere hacer algo en sus vidas.

9.- ¿Cuánto mantengo la ceniza en la frente?

Lo que se quiera, no hay un tiempo determinado. Algunos se la quitan en cuanto salen de la iglesia. Otros la llevan puesta con orgullo todo el día. No hay ninguna obligación.

Miércoles de Ceniza en un colegio femenino católico

Para muchos es un gesto de humildad mantenerla y puede ser que se arriesguen a comentarios desagradables de otras personas.

Para otros es un elemento simpático y hasta alegre, que encaja con lo que pedía Jesús: "Cuando ayunéis no pongáis caras tristes, estad alegres".

10.- ¿Cómo funciona el ayuno y la abstinencia en Miércoles de Ceniza?

El Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo es obligatorio el ayuno para los católicos mayores de 18 años y menores de 60 (excepto enfermos, embarazadas y otros casos similares).

Fuera de esos límites es opcional. Ayuno significa que los fieles pueden tener una comida “fuerte” una sola vez en todo el día.

Además, desde los 14 años, hay que abstenerse de comer carne (de mamífero o ave) este Miércoles y los viernes de Cuaresma.

Los demás viernes del año también, aunque según el país puede sustituirse por otro tipo de mortificación u ofrecimiento como el rezo del rosario. Como curiosidad, en los lugares donde hay costumbre de comer caimán u otros reptiles la Iglesia explica que esta carne (y la de los peces) sí se puede comer.

lunes, 15 de febrero de 2021

ACEPTA EL MISTERO Y PERSPERTIVA DE DIOS.

Es una cuestión también de humildad: "Yo no puedo comprender todo", "y no tengo toda la verdad", "yo no puedo todo"...Hay una dosis de misterio en las personas, en los acontecimientos, en la historia, en mí mismo... que desborda mi inteligencia. Pero mi reacción no es el escepticismo, el cinismo o la resignación. Sino que brota la esperanza y confianza: ¡no bajaré los brazos, no porque confíe en mí, sino porque sé que estamos y estoy en buenas manos.

VIVE PARA SERVIR. 

El evangelio nos recuerda que "hay más alegria en dar que en recibir". "haciendo eso poquito que está en mí", y procurando que aquellos con los que trabajamos y vivimos hagan lo mismo. Una vida así se contagia, irradia paz, alegría y sentido.

Siempre para avanzar en el camino no podemos dejar de ir creciendo:

"El amor nos hará apresurar los pasos; el

temor nos hará ir mirando adónde ponemos

los pies para no caer por el camino adonde

hay tanto en que tropezar como caminamos

todos los que vivimos". (Camino 40,1).

    Nos recuerda que la energía que mueve al mundo (y a mí) es el amor. Y nos invita a la vigilancia, la sana sospecha y atención para identiicar aquellos obstáculos que me pueden paralizar o desviar.


domingo, 14 de febrero de 2021

La oración y el perdón, claves para recuperar la esperanza en Cuaresma, según el Papa

 «En el actual contexto de preocupación en el que vivimos y en el que todo parece frágil e incierto, hablar de esperanza podría parecer una provocación», reconoce el Papa Francisco en su mensaje de Cuaresma, hecho público este viernes. Es posible, sin embargo, experimentar esta esperanza en la oración y el perdón. En el recogimiento ante Dios, «se nos da la esperanza como inspiración y luz interior, que ilumina los desafíos y las decisiones de nuestra misión: por esto es fundamental recogerse en oración»

Por otro lado, «al recibir el perdón, en el sacramento que está en el corazón de nuestro proceso de conversión, también nosotros nos convertimos en difusores del perdón: al haberlo acogido nosotros, podemos ofrecerlo, siendo capaces de vivir un diálogo atento y adoptando un comportamiento que conforte a quien se encuentra herido». Esperar la luz de la Pascua en Cristo es «creer que la historia no termina» con «los errores», «las violencias e injusticias», «ni con el pecado que crucifica al Amor».

Ayuno vivido desde la fe

El mensaje de este año lleva por título «He aquí que subimos a Jerusalén». Cuaresma: un tiempo para renovar la fe, la esperanza y la caridad. En la presentación, el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, ha explicado que el Papa lo desarrolla en torno a dos triadas: las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad, emparejadas con las prácticas cuaresmales de «empobrecimiento personal (con el ayuno y la abstinencia), la oración y la limosna». 

En el primer apartado, el Santo Padre recuerda que la privación del ayuno, «para quienes lo viven con sencillez de corazón, lleva a descubrir de nuevo el don de Dios». Además de lo prescrito por la Iglesia, «ayunar significa liberar nuestra existencia de todo lo que estorba, incluso de la saturación de informaciones –verdaderas o falsas– y productos de consumo, para abrir las puertas de nuestro corazón a Aquel que viene a nosotros pobre de todo, pero lleno de gracia y de verdad». 

Aun en relación con la fe, el Papa explica que la verdad de Cristo «no es una construcción del intelecto, destinada a pocas mentes elegidas, superiores o ilustres» sino que es un mensaje que se puede comprender «gracias a la inteligencia del corazón, abierto a la grandeza de Dios» que ama a los hombres incluso antes de que sean «conscientes de ello».

Caridad frente a la pandemia

En el contexto actual, por último, el Pontífice anima a vivir la caridad cuidando «a quienes se encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la pandemia». Esta caridad «es don que da sentido a nuestra vida y gracias a este consideramos a quien se ve privado de lo necesario como un miembro de nuestra familia, amigo, hermano. Lo poco que tenemos, si lo compartimos con amor, no se acaba nunca, sino que se transforma en una reserva de vida y de felicidad».

El 17 de febrero, informa Europa Press, el Papa dará comienzo a la Cuaresma con la celebración del Miércoles de Ceniza en la basílica de San Pedro en una Misa con limitaciones por la pandemia. En años anteriores, solía acudir a la basílica de Santa Sabina en Roma pero la situación sanitaria lo ha impedido este año.

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO

Plaza de San Pedro

Queridos hermanos y hermanas:

¡Buenos días! ¡Qué bella está la plaza con el sol! ¡Es bella!

El Evangelio de hoy (cf. Mc 1,40-45) nos presenta el encuentro entre Jesús y un hombre enfermo de lepra. Los leprosos eran considerados impuros y, según la prescripción de la Ley, debían permanecer fuera de los lugares habitados. Eran excluidos de toda relación humana, social y religiosa. Por ejemplo, no podían entrar en la sinagoga, no podían entrar en el Templo, también religiosamente. Jesús, en cambio, deja que se le acerque aquel hombre, se conmueve, incluso extiende la mano y lo toca. Esto era impensable en aquel tiempo. De este modo, realiza la Buena Noticia que anuncia: Dios se ha hecho cercano a nuestra vida, tiene compasión de la suerte de la humanidad herida y viene a derribar toda barrera que nos impide vivir nuestra relación con Él, con los demás y con nosotros mismos. Se hizo cercano. Cercanía. Recuérdense bien de esta palabra: cercanía, compasión. El evangelio dice que Jesús al ver al leproso “tuvo compasión de él”. Ternura. Tres palabras que indican el estilo de Dios: cercanía, compasión, ternura. En este episodio podemos ver que se encuentran dos "transgresiones": la transgresión del leproso que se acerca a Jesús, y no podía hacerlo, y Jesús que, movido por la compasión, se acerca y lo toca con ternura para curarlo, y no podía hacerlo. Ambos son transgresores, son dos transgresiones.

La primera transgresión es aquella del leproso: a pesar de las prescripciones de la Ley, sale del aislamiento y va a Jesús. Su enfermedad era considerada un castigo divino, pero en Jesús él pudo ver otro rostro de Dios: no el Dios que castiga, sino el Padre de la compasión y del amor, que nos libera del pecado y que nunca nos excluye de su misericordia. Así, aquel hombre puede salir de su aislamiento, porque en Jesús encuentra a Dios que comparte su dolor. La actitud de Jesús lo atrae, lo empuja a salir de sí mismo y a confiarle a Él su historia de dolor.

Permítanme aquí un pensamiento para tantos buenos sacerdotes, confesores, que tienen este comportamiento de atraer a la gente -hay tanta gente que se siente nada, se siente en el suelo por sus pecados- pero con ternura, con compasión. Son buenos aquellos confesores que no están con el látigo en la mano, sino para recibir, escuchar y decir que Dios es bueno, que Dios perdona siempre, que Dios no se cansa de perdonar. Para estos confesores misericordiosos, les pido hoy a todos ustedes, darles un aplauso aquí en la plaza. ¡Para todos!

La segunda transgresión es la de Jesús: mientras la Ley prohibía tocar a los leprosos, Él se conmueve, extiende su mano y lo toca para curarlo. Alguno podría decir: “¡Ha pecado! ¡Ha hecho aquello que la Ley prohíbe. Es un transgresor”. Es verdad, es un transgresor. No se limita a las palabras, sino que lo toca. Y tocar con amor significa establecer una relación, entrar en comunión, implicarse en la vida del otro hasta el punto de compartir incluso sus heridas. Con este gesto, Jesús muestra que Dios, que no es indiferente, no se mantiene a una "distancia segura"; se acerca, es más, se acerca con compasión y toca nuestra vida para sanarla con ternura. Es el estilo de Dios: cercanía, compasión y ternura. La transgresión de Dios. Es un gran transgresor en este sentido.

Hermanos y hermanas, aún hoy en el mundo tantos de nuestros hermanos sufren de esta enfermedad, del mal de Hansen, o de otras enfermedades y condiciones a las que, lamentablemente, se asocian prejuicios sociales: “Este es un pecador”. Piensen en aquel momento en que entró en el banquete aquella mujer, derramó sobre los pies de Jesús aquel perfume. Los otros decían: “pero si este fuera profeta sería consciente, sabría quién es esta mujer, una pecadora”. El desprecio. Por el contrario, Jesús recibe, es más, agradece: “te son perdonados tus pecados”. ¡La ternura de Jesús!”. El prejuicio social de alejar a la gente con la palabra “este es un impuro”, “este es un pecador”, “este es un estafador”. Sí, a veces es verdad, pero no prejuzguen.

Pero a cada uno de nosotros nos puede ocurrir experimentar heridas, fracasos, sufrimientos, egoísmos que nos cierran a Dios y a los demás, porque el pecado nos encierra en nosotros mismos, por vergüenza, por humillación, pero Dios quiere abrir el corazón. Frente a todo esto, Jesús nos anuncia que Dios no es una idea o una doctrina abstracta, sino que Dios es Aquel que se "contamina" con nuestra humanidad herida y que no teme entrar en contacto con nuestras heridas. Pero, padre, ¿qué está diciendo? ¿Que dios se contamina? No lo digo yo, lo ha dicho san Pablo: “se ha hecho pecado” (2 Cor 5,21). Él que no era pecador, que no podía pecar, se ha hecho pecado. Mira cómo se ha contaminado Dios para acercarse a nosotros, para tener compasión y para hacer comprender su ternura. Cercanía, compasión y ternura.

Para respetar con las reglas de la buena reputación y las costumbres sociales, a menudo silenciamos el dolor o usamos máscaras para disimularlo. Con el fin de conciliar los cálculos de nuestro egoísmo o las leyes internas de nuestros temores, no nos implicamos demasiado en los sufrimientos de los demás. Por el contrario, pidamos al Señor la gracia de vivir estas dos "transgresiones", estas dos trangresiones del Evangelio de hoy. La del leproso, para que tengamos la valentía de salir de nuestro aislamiento y, en lugar de quedarnos allí a quejarnos o a llorar por nuestros fracasos, con lamentaciones, vayamos a Jesús tal como somos. Señor, yo soy así. Sentiremos aquel abrazo, aquel abrazo de Jesús tan hermoso. Y luego la transgresión de Jesús, que es un amor que nos hace ir más allá de las convenciones, que nos hace superar los prejuicios, el miedo a mezclarnos con la vida del otro. Aprendamos a ser transgresores como estos dos, como el leproso y como Jesús.

Que en este camino nos acompañe la Virgen María, a la que ahora invocamos en la oración del Ángelus.

Queridos hermanos y hermanas:

Siempre miro con gratitud el compromiso de aquellos que colaborar en favor de los migrantes. A todos agradezco lo que hacen por los migrantes. Hoy, en particular, me uno a los obispos de Colombia al expresar reconocimiento por la decisión de las autoridades colombianas de implementar el Estatuto de Protección Temporal para los migrantes venezolanos presentes en el país, favoreciendo para ellos la acogida, la protección y la integración. Y esto no lo hace un país riquísimo, super desarrollado, no. Lo hace un país con tantos problemas de desarrollo, de pobreza, de paz… casi 70 años de guerrilla. Pero, con estos problemas, ha tenido la valentía de mirar a aquellos migrantes y de hacer este estatuto. ¡Gracias a Colombia, gracias!

Hoy en la fiesta de los santos Cirilo y Metodio, evangelizadores de los pueblos eslavos, proclamados por san Juan Pablo II copatronos de Europa, saludo con afecto a todas las comunidades que viven en los territorios evangelizados por los santos hermanos. Que su intercesión ayude a encontrar nuevos caminos para comunicar el Evangelio. Estos dos no tuvieron miedo de encontrar nuevos caminos para comunicar el Evangelio. Que su intercesión aumente en las iglesias cristianas el deseo de caminar hacia la plena unidad en el respeto de las diferencias.

Hoy no puede faltar, en el día de san Valentín, dirigir un pensamiento, una felicitación a los novios, a los enamorados. Los acompaño con mi oración y los bendigo.

Ahora mi saludo va para ustedes fieles de Roma y peregrinos. También veo que hay franceses, mexicanos, españoles, polacos. ¡Bienvenidos todos, muchos saludos!

El próximo miércoles iniciaremos la Cuaresma. Será un tiempo favorable para dar un sentido de fe, de esperanza a la crisis que estamos viviendo.

Y primero, no quiero olvidar las tres palabras que hacen captar el estilo de Dios, no las olviden: cercanía, compasión y ternura. ¿Lo decimos juntos? Cercanía, compasión y ternura.

Les deseo a todos un buen domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí. Que tengan un buen almuerzo y nos vemos.

sábado, 13 de febrero de 2021

CLAVE VITAL

 SE FIEL A LA "VOZ INTERIOR" QUE TE ORIENTA, abre tu mente y corazón. 

Se identifica con el sentido profundo desde el que vives. Y si estás atento, puedes reconocer ahí la voz de Jesús, la voz del BIEN, de la VERDAD... Te abre la mente y el corazón porque te hace capaz de reconocer esa misma voz en las demás personas, en las situaciones...y vivir las actitudes evangélicas como la inclusión, la compasión, el perdón, la confianza o el amor.

ORA EN SILENCIO Y PREPARA TU CORAZÓN AL AMOR AUTÉNTICO

ELIGE AMAR.

 Quien ama de verdad se da a sí mismo. Amar es poner lo mejor de sí en todo aquello que vivo, que realizo. "Poco o mucho", "que dé cada uno lo que tuviere",porque el Señor "no mira la grandeza de las obras si no el amor con que se hacen". Y cuando uno vive en este dinamismo y movimiento constante de "dar lo mejor de sí en cada cosa", no dejará de ir creciendo más y más, porque el amor jamás está ocioso.