sábado, 30 de septiembre de 2017

¿A quién ser leal, a la Iglesia o la Nación? Así murió preso Pío VI en la Revolución Francesa

El próximo domingo el Papa Francisco hará una visita relámpago en helicóptero a la pequeña ciudad de Cesena, en la región de Emilia Romana, donde apenas estará dos horas antes de emprender de nuevo el vuelo para visitar Bolonia donde permanecerá el resto del día. El Santo Padre ha querido visitar esta ciudad de poco más de 90.000 habitantes para  conmemorar el tercer centenario nacimiento del Papa Pío VI.

Pero, ¿por qué Francisco ha querido visitar a este Papa, que no es ni beato ni santo, y que murió en 1799? Aunque poco conocido por los católicos, Pio VI fue el Pontífice al que le tocó llevar el timón de la Iglesia en un momento de dificultad, división interna, persecución y de cambios enormes en el curso de la historia. Se enfrentó a cuestiones que, de alguna manera, siguen siendo relevantes en la actualidad.

Pío VI murió en el exilio tras haber sido secuestrado y hecho prisionero por Napoleón. Durante su Pontificado, se produjo la Revolución Francesa, la persecución de la Iglesia en nombre del progreso pero también cuestiones internas como el de las iglesias nacionales o dónde debe dirigirse la lealtad de los católicos. Polémicas, que algunas de ellas han llegado hasta el presente y que se reproducen todavía hoy.

El profesor de Historia en la Kean University de Estados Unidos y experto en la historia de los Papas, Christopher Bellito, explica en el semanario Our Sunday Visitor que “Pío VI defiende la cuestión de la lealtad de un católico en última instancia: con la Iglesia o con la nación”.

Este Papa tuvo que lidiar con sacerdotes que se unieron, de manera voluntaria o bajo presión, a las instituciones creadas tras la Revolución francesa, lo que ponía en cuestión si ofrecer lealtad al poder político antes que a la autoridad de la Iglesia. En Austria y Alemania, debió afrontar los desafíos del josefinismo y febronianismo, donde sectores católicos intentaron conseguir una autonomía de facto de Roma para crear una especie de “iglesias nacionales” vinculadas igualmente a los regímenes de turno. Incluso el Papa llegó a viajar a Viena para intentar solucionar estos conflictos.

“Vemos que esta misma pregunta (lealtad a la Iglesia o al Estado) continua apareciendo en situaciones actuales”, recuerda el historiador.

Conferencias Episcopales y obispos que han intentando ir por libre interpretando el Magisterio de una manera opuesta a Roma o lugares en los que el nacionalismo ha ido mezclándose con la fe hasta diluir o confundir el mensaje evangélico son ejemplos que se llevan produciendo décadas y que están de plena actualidad en estos momentos.

Pio VI, Giovanni Angelo Braschi antes de ser Papa, tuvo una vocación tardía al sacerdocio. Doctor en Derecho Civil y Canónico fue secretario privado del cardenal Ruffo e incluso llegó a participar en el Cónclave de 1740 asistiendo a este purpurado. Posteriormente,  fue secretario de Benedicto XIV y en 1758 canceló su boda para convertirse en sacerdote. Tenía 40 años. En 1773 fue creado cardenal y apenas dos años después era Papa.

Un Pontificado, en un momento crucial de la historia
Su pontificado, de 1775 a 1799,  ha sido uno de los más largos coincidiendo con uno de los grandes cambios de la historia: la Ilustración y su objeteivo de colocar la razón por encima de la fe y que vivió su máxima expresión con la Revolución francesa, en la que los católicos fueron perseguidos e incluso masacrados, como el genocidio de la Vendée.

El objetivo del llamado “Nuevo Régimen” era hacer desaparecer las viejas estructuras en beneficio de la nación francesa para lo que había que desmantelar la Iglesia. Estas son algunas fechas claves:

- 2 de noviembre de 1789. Se produce la nacionalización de los bienes de la Iglesia para su posterior venta.
- 13 de febrero de 1790- Abolición de los votos religiosos, es decir, supresión de las órdenes regulares.
- 2 de julio de 1790- Se aprueba la Constitución civil del clero, uno de los momentos que marcó el punto de inflexión.

La Iglesia o el Estado
Este último texto convertía a los sacerdotes en funcionarios del Estado y organizaba la Iglesia no ya según las diócesis existentes sino coincidiendo con los departamentos. Los párrocos pasarían a ser elegidos por una asamblea de electores y los obispos ya no serían elegidos por Roma. Además, al ser empleados públicos debían ser fieles al gobierno.

El historiador Bellito insiste en que el Papa se vio obligado a abordar el equilibrio entre el compromiso de un católico con su fe y su nación. “Pío VI podría haber sido capaz de aceptar a los sacerdotes como funcionarios públicos. Lo que no podía aceptar el juramento de lealtad que la Constitución Civil del Clero obligaba reconociendo la autoridad del gobierno francés en asuntos de Iglesia. Eso, para Pío VI era ir ya demasiado lejos”.

La respuesta de Pío VI y las leyes de persecución
La respuesta del Papa se produjo con el Breve Charitas quae de abril de 1791, en la que consideraba “intolerable” las injerencias y la toma de control de la Iglesia por parte del Estado francés.

Sólo cuatro obispos traicionarán a Roma aunque la división fue más grande entre los sacerdotes. Se promulgaron leyes para perseguir a los sacerdotes que no la firmaron hasta que en 1792 se aprueba la ley de deportación de todos los clérigos fieles a Roma. Un año más tarde todo aquel que siguiera en territorio francés sería condenado a muerte. Y en 1793 se aprobó la supresión del culto, que pasó a ser clandestino.

El genocidio de La Vendée
Desde ese momento y durante los años siguientes la persecución fue sistemática. Y precisamente en ese instante se produjo el primer genocidio de la era moderna, el de La Vendée, donde se exterminó a miles de granjeros católicos.

"Camaradas, entramos en el país insurrecto. Os doy la orden de entregar a las llamas todo lo que sea susceptible de ser quemado y pasar al filo de la bayoneta todo habitante que encontréis a vuestro paso. Sé que puede haber patriotas [ciudadanos afectos a la Revolución] en este país; es igual, debemos sacrificarlo todo", afirmó el general Grignon, que encabezaba la primera columna.

El Papa, secuestrado y muerto en el exilio
La defensa de la Iglesia como institución no le salió gratis al Papa. Las tropas de Napoleón invadieron Italia en 1796 y dos más tarde entraba triunfante en Roma. Exigió la renuncia del Papa y éste se negó por lo que fue secuestrado y hecho prisionero. Fue trasladado de un lugar a otro siendo maltratado cuando ya tenía ochenta años.

En julio de 1799 fue trasladado a una fortaleza en la ciudad francesa de Valence y un mes después el obispo de Roma moría en el exilio, habiendo defendido con todas sus fuerzas  la independencia de la Iglesia.

Sanz Montes: «Ser separatista no es pecado, defender la secesión con mentiras y corrupción sí lo es»

El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, ha concedido una entrevista a La Nueva España en la que valora la situación en Cataluña y en el resto de España ante el referéndum ilegal de este domingo.

En ella afirma que romper el marco constitucional "de modo unilateral, cizañarlo con la insidia que enfrenta y divide, falsear con la mentira todas sus alternativas trucadas, engañar con vileza a un pueblo para hacerle cómplice de una inconfesada deriva, todo eso no sólo atenta contra el Estado de derecho, no sólo mina la convivencia a tantos niveles, desde el más elemental y doméstico, como son las familias, sino que es profundamente inmoral".

El prelado asturiano participó en la redacción del reciente comunicado de la comisión permanente del episcopado español sobre el referéndum de este domingo, y en cuanto a las críticas que ha suscitado por una supuesta tibieza, afirma que "cuando tienes que tener en cuenta tantos factores puede salirte una nota que, siendo correcta e incluyente, termina por no entenderse": "Cuando he escuchado y leído comentarios acerca de nuestra nota me parecían injustos, porque todos los temas están ahí. Pero se ha dicho de una manera tan quintaesenciada y tan neutral, que al final no ha convencido, no digo que a nadie, pero no ha ayudado a tantas personas. No es que esperaran de nosotros que organizáramos una barricada o que dijéramos '¡a las trincheras!', pero hemos hablado de una manera tan suave, tan respetuosa, que parece que estamos hablando de otra cosa distinta".

Sanz Montes apuesta por el diálogo, pero matiza: "Yo dialogo mal con los que mienten, con los que se corrompen, con los que malversan lo que es de todos para el beneficio propio, ya sea privado o de partido. Yo dialogo mal con aquéllos que hacen de la infancia y la juventud un proyecto a quince o veinte años, como se ha hecho, para transformar a una generación… Porque esto que está sucediendo ahora se empezó a trabajar hace años a través de una educación que tenía este cometido: utilizar la inocencia y vulnerabilidad, la maleabilidad, de niños y jóvenes para que ahora pudieran dar esa batalla. Cuando mientes, te corrompes, malmetes, insidias, engañas a un pueblo con alternativas trucadas, y eso está demostrado en tantas intervenciones y en tantos debates que se han puesto en marcha; si toda tu alternativa y tu legítima aspiración a la independencia está basada en este paquete de trufas, entiendo que aquí hay un delito tan grave que es inmoral; y esta inmoralidad es la que la Iglesia debe denunciar, cosa que no se deriva de modo directo de la nota de la comisión permanente de los obispos. Hay que interpretarla y, cuando practicas la exégesis con este texto, claro que llegas a estas conclusiones, pero haciendo tanto esfuerzo que casi ninguno ha llegado".

El mensaje cristiano no tiene fronteras, afirma luego el arzobispo de Oviedo, interrogado sobre si la Iglesia tiene patria. Pero "cuando hay una exclusión, cuando pones fronteras desde el púlpito y estableces un derecho de admisión, sencillamente eso termina siendo una praxis no cristiana, sino sectaria, de secta, o politiquera, de formación particular".

Por último, monseñor Sanz Montes afirma que es legítimo ser independentista, "pero no puedes aspirar a eso mintiendo, robando, insidiando, malversando, educando con ideología… porque entonces las reglas se han roto. Tú puedes decir: 'Yo quisiera una Cataluña sin España'. Perfecto, pero puesto que aspiras a eso tienes que aceptar que haya españoles que quieran una España con Cataluña. Incluso catalanes que, frente a lo que tú dices, se imaginan también una Cataluña no separada de España". 

Y preguntado sobre si comete pecado un catalán que defiende el separatismo, responde así: "No, pecado no, porque es legítimo entenderte separado; eso no es ningún pecado. Tú te entiendes con una lengua y un territorio que a ti te gustaría, que incluso defenderías justamente… eso no es un pecado, es una opción política. Pero si eso lo defiendes con mentiras, con violencia, con insidia, con corrupción, con malversación, eso es lo inmoral, eso sí es pecado".

En un momento de la entrevista, el arzobispo de Oviedo invita a leer los puntos 70 a 76 de un documento de la Conferencia Episcopal Española de 2006, Orientaciones morales ante la situación actual de España, donde entre otras cosas se decía: "La unidad histórica y cultural de España puede ser manifestada y administrada de muy diferentes maneras... La Iglesia reconoce, en principio, la legitimidad de las posiciones nacionalistas que, sin recurrir a la violencia, por métodos democráticos, pretendan modificar la unidad política de España. Pero enseña también que, en este caso, como en cualquier otro, las propuestas nacionalistas deben ser justificadas con referencia al bien común de toda la población directa o indirectamente afectada. Todos tenemos que hacernos las siguientes preguntas. Si la coexistencia cultural y política, largamente prolongada, ha producido un entramado de múltiples relaciones familiares, profesionales, intelectuales, económicas, religiosas y políticas de todo género, ¿qué razones actuales hay que justifiquen la ruptura de estos vínculos? Es un bien importante poder ser simultáneamente ciudadano, en igualdad de derechos, en cualquier territorio o en cualquier ciudad del actual Estado español. ¿Sería justo reducir o suprimir estos bienes y derechos sin que pudiéramos opinar y expresarnos todos los afectados?

viernes, 29 de septiembre de 2017

¿Urge la belleza, el asombro y la trascendencia en la educación?

Catherine L´Ecuyer explica por qué
Catherine L´Ecuyer es una de las grandes divulgadoras en temas de educación en España, lo que le ha llevado incluso a asesorar al Congreso de los Diputados. En este momento su libro Educar en el Asombro va por la 21ª edición mientras que Educar en la Realidad ya alcanza la quinta, habiendo sido traducido a cinco idiomas. Esta canadiense madre de cuatro hijos y residente en Barcelona es una firme defensora del juego en los niños y critica que se les quiera convertir en adultos antes de tiempo. "Necesitan menos pantallas y más realidad", insiste.

Sus tesis son revolucionarias precisamente porque beben de las verdades de siempre. Y realizó este camino desde la empresa gracias a su experiencia como madre, pues la familia es una escuela de vida.

Religión en Libertad ha hablado con esta escritora, que además es católica practicante. Su obra y su pensamiento están influenciados, entre otros, por autores como Chesterton, Santo Tomás de Aquino o San Agustín, a los que cita constantemente y cuyas aportaciones serían ahora más útiles que nunca. Y esto le lleva a hablar de la crisis de la educación católica, de la trascendencia pero también de la gran importancia de la belleza en la educación.

- ¿Cómo llega una mujer proveniente del mundo de la empresa a convertirse en uno de los referentes en divulgación de temas de educación?
- Excelente pregunta, no es algo que haya buscado. Trabajaba en consultoría de alta dirección y la pregunta que me hacía a diario era: ¿qué es lo que motiva a las personas a trabajar y a aprender en las organizaciones? Tras haber auditado la cultura empresarial de unas 40 empresas, llegue a la conclusión que las palancas de motivación internas y trascendentes (de servicio) tenían más relevancia que las palancas externas. Cuando tuve a mis hijos, dejé de trabajar a tiempo completo, los escolaricé relativamente tarde y mi hogar se convirtió en una pequeña escuela. Observando a mis hijos, apliqué mis intuiciones al ámbito de la educación. Luego empecé a investigar en psicología, filosofía, neuropediatría y en educación y acabé plasmando mis ideas en un libro, Educar en el asombro. Pensé que lo leerían mis 40 amigas y lo que ocurrió a continuación fue una verdadera sorpresa.

Si esta interesado en los libros de Catherine L´Ecuyer los puede adquirir pinchando AQUÍ

- Su libro se ha convertido ya en todo un auténtico best-seller. A grandes rasgos, ¿qué es educar en el asombro?
- El asombro es el “deseo de conocer”, decía Tomas de Aquino. El niño nace con ese deseo, no es algo que haya que “inculcarle”, es algo que debemos respetar, cultivar. Como decía Chesterton, “en cada una de esas deliciosas cabezas se estrena el mundo, como en el séptimo día de la creación”.

Asombrarse es “no dar nada por supuesto”, ver todo como un regalo, por eso el niño asombrado es agradecido. El asombro no es una mera “emoción”, es un pensamiento metafísico; de hecho, los griegos decían que es el inicio de la filosofía. No lo considero una innovación; dar importancia al deseo de conocer es volver a lo esencial, a lo de siempre. Gaudí decía que ser original es volver a los orígenes.

- ¿Cómo no se ahoga el asombro?
- A través del respeto por los ritmos, las etapas de la infancia, un niño que actúa como un pequeño adulto es un niño que está de vuelta de todo. No es necesario saturar los sentidos e hiperestimular a los niños. El consumismo hace que se acostumbran a tenerlo todo antes de desearlo, y dan todo por supuesto, lo contrario del asombro. Un niño embotado es pasivo. Quizás se fascina, pero no sabe asombrarse. Un niño adicto a la velocidad y al ruido no sabe contemplar. Necesitan menos pantallas y más realidad.

-¿Y el esfuerzo?
Lo que asombra es la realidad. La realidad se descubre, no se construye. Asombrarse es dejarse “medir por la realidad”, y eso siempre requiere esfuerzo, porque la realidad es lenta y exigente. Una de las características de la realidad, es su belleza. Las cosas son bellas, de por sí, por el mero hecho de “ser”.  Decía Tomas de Aquino que “hay belleza en todas las cosas”. Lo que ocurre es que a veces hay poca, por eso decimos que son feas.

-Usted habla habitualmente del culto al feísmo. ¿En qué consiste?
- El culto al feísmo es un desdén, una sospecha sistemática hacía todo lo bello. Tiende a ver la belleza como una pegatina, algo añadido, impuesto para engañar. El culto al feísmo nos dice: “no hay belleza intrínseca en las cosas, todo se construye al antojo del que mira”. Esa postura es consecuencia del olvido de la metafísica.

-¿Ese culto afecta en la transmisión de la fe o de los valores que transmitimos a nuestros hijos?
- El culto al feísmo nos pinta la belleza, la bondad y la verdad como una mentira o una cursilada. Existen dos alternativas. Rendirnos a la lógica del culto al feísmo y responder con una especie de marketing de la belleza, que vendría a ser una pegatina más. Ese es el camino de la mundanidad. Yo no conozco a ningún adolescente que se haya dejado seducir por ese ridículo disfraz. La belleza no necesita trajes o marketing, luce de por sí. Hay que descubrir el poder de atracción de la belleza, desnudándola, aunque eso sea motivo de escándalo.

-¿Hasta qué punto el proceso de atracción de la belleza se trata de un proceso tan natural? ¿No cabe el peligro de caer en una especie de naturalismo?
- Existe en todas las personas una capacidad natural para juzgar rectamente, una luz inextinguible que nos hace reconocer la verdad y la bondad como tal y que nos las señala como fines de las virtudes. Tomas de Aquino lo llamaba sindéresis. A María Montessori le acusaron de naturalismo y respondió: "Cuando miramos las estrellas que brillan en el firmamento, tan obedientes en su recurso y tan misteriosas, no decimos "¡qué buenas son las estrellas!" Decimos que obedecen a las leyes que gobiernan el universo. Nos admiramos ante el orden de la creación. En el comportamiento de nuestros hijos, es también una cierta ley de la naturaleza que se manifiesta". El orden no es bondad, pero la tarea de la educación debe ser la de indicar el orden interior y exterior como un camino indispensable para alcanzarlo, dándoles lo que pide su naturaleza...

- Que no siempre es lo mismo que lo que piden ellos…
- Eso es. Montessori decía, “nuestros hijos no hacen todo lo que quieren, pero quieren hacer todo lo que hacen”. Montessori hablaba de la importancia del “entorno preparado”. Es importante que los niños estén rodeados de oportunidades de belleza, que los griegos definían como “expresión visible de la verdad y de la bondad”. El feísmo, definido como ausencia de belleza, acaba oscureciendo la luz interior de la que hablamos antes. Películas, libros, canciones, juguetes, ejemplos, palabras... No es cuestión de prohibición, de burbujas o de puritanismo, es cuestión de agrandar los horizontes de la razón de nuestros hijos con cosas excelentes. En la educación no hay nada que sea neutro. Todo, o suma, o resta.

Lo bello es un camino que lleva a la trascendencia

-¿El asombro lleva a Dios?
- Asombrarse es tener una actitud de apertura ante la realidad, de confianza hacía lo bello, es interrogar la realidad sin filtro. San Agustín responde a la pregunta: “Interroga a la belleza de la tierra, interroga a la belleza del mar, interroga a la belleza del aire que se dilata y se difunde, interroga a la belleza del cielo, interroga a todas estas realidades. Todas te responden: “Mira, nosotros somos bellas”. Pero su belleza es una confesión, porque estas bellezas sujetas a cambio, ¿quién las ha hecho sino la Suma Belleza que no sujeta a cambio?”.

Si no se experimenta deslumbramiento ante las realidades naturales y sobrenaturales, uno acaba con una idea teórica de Dios, que lleva a una fe vacía, sentimental, o rígida, conductista y mecanicista. Esas posturas no resistirán al paso de los años y serán terrenos fértiles para el fideísmo, el voluntarismo, y todos los “ismos” que tantos rebotes provocan entre los jóvenes y los no creyentes, porque son caricaturas grotescas del creyente.

- En una entrevista en La Vanguardia hace unos años usted dijo que se convirtió con 16 años, ¿nos podría explicar cómo se produjo?
- Alguna vez, Padre Pio dijo que “el secreto de Dios no se puede revelar sin profanarlo”. Por eso, prefiero guardar los secretos de mi vida interior en lo más profundo de mi corazón.

-¿Está en crisis la escuela católica en España?
- Hay dos formas de definir las crisis. Desde el utilitarismo, decimos que hay una crisis cuando una empresa, o un sistema no funciona, no sirve, no produce beneficios, medidos en términos económicos. Entonces la educación estaría en crisis sencillamente porque hay abandono escolar y eso es malo para la economía. O la escuela católica estaría en crisis porque hay bajada en las matrículas, amenazan con quietarle los conciertos, hay que reducir el número de líneas, es deficitaria, etc. Pero esa crisis, por mucho daño que puede producir, no es una crisis de fondo, y siempre dependerá de las circunstancias del entorno.

Las verdaderas crisis remiten al concepto de identidad, o de razón de ser. La educación estaría en crisis porque está perdiendo su razón de ser, la escuela católica estaría en crisis porque está perdiendo su verdadera identidad. Si la escuela católica asumiera como suyos métodos constructivistas que se ponen de moda, por el mero hecho de que se hayan puesto de moda, sin hacer un planteamiento de fondo de si esos métodos encajan o no en su marco antropológico, eso indicaría que está en profunda crisis.

La escuela católica no se puede permitir el lujo, o la pobreza, de hacer voto de pobreza en materia de conocimientos. Si estuviese dando más importancia a las metodologías que a los contenidos, la escuela católica se asimilaría al resto de los colegios y acabaría perdiendo su sentido de identidad. Y si en algún momento no hubiera nada que la diferencie de los demás colegios, pues acabaría desapareciendo, por muchos actos de fe que hagamos de que eso no vaya a ocurrir. Eso sí, quedaría el nombre, los edificios, y el puesto en los rankings.

-¿Qué indican los rankings?
- Indican que un colegio dado se está conformando a un listado de exigencias definidas por periodistas.

-¿Cuáles son?
- Comedor propio, digitalización de las aulas, instalaciones deportivas, reconocimiento externo, precio, transporte… ¿Cuántos criterios provienen de la literatura científica? A primera vista, aproximadamente 6 de 27 tienen una base científica, y no se matiza por etapa, que en muchos casos es preciso hacerlo. Por lo tanto, nunca deberíamos medir la calidad educativa de un centro partiendo de los rankings. Además, los rankings tienen el efecto perverso de uniformizar la oferta educativa, porque todos se apuntan a la carrera de cumplir con los mismos criterios para “subir en los rankings”, queriendo imitar a los que lo encabezan y por el camino, perdiendo su sentido de identidad.

-¿Son los padres los primeros educadores de sus hijos?
Sí, pero eso se queda en algo utópico si la oferta educativa no es plural. Y con lo que acabamos de explicar, nos vamos hacía la uniformidad, no la diversidad. En el caso de la concertada, no es una uniformidad impuesta a través de un marco legal restrictivo, sino del marketing educativo que se supone que va a salvar a esos colegios de entrar en crisis económica. Todo el mundo quiere estar a la última, y muchos de los métodos que se incorporan en las aulas carecen de evidencias. Los padres hemos de pedir una educación basada en las evidencias, no en las modas. La educación es un asunto que debe estar encima de las consideraciones ideológicas y económicas, no se experimenta con la educación.

-¿Nos puede dar ejemplos de métodos que carecen de evidencias?
La estimulación temprana está condenada por Neurology, la Academia Americana de Pediatría y toda la literatura académica desde el año 1968. Respecto a las tabletas, no hay conjunto de estudios que indique que su uso en las aulas lleve a una mejora de los resultados académico. De hecho, los estudios apuntan a lo contrario. La literatura científica de los últimos 5 años advierte que muchos de los supuestos de la llamada educación “basada en la neurociencia” son falsos. ¿Ejemplos? No es cierto que existe un periodo crítico entre los 0 y los 3 años, o que solo usemos el 5% de nuestro cerebro, o que haya que enriquecer el entorno durante los primeros años de vida, o que las personas aprendan mejor cuando reciben información en su estilo de aprendizaje preferido (ej. Auditivo, visual, kinestesia) o que las diferencias en dominancia hemisférica (hemisferio izquierdo o derecho) pueden ayudar a explicar las diferencias individuales de aprendizaje entre los alumnos. Nos puede sorprender, pero la literatura neurocientífica lo considera como “neuromitos” (malas interpretaciones de la literatura neurocientífica aplicadas a la educación). Pero como decía Huxley, a veces preferimos una falsedad emocionante a una verdad sin interés.

-¿Cómo recuperar esa mentalidad científica?
Guardini decía “Si somos capaces de ver la verdad, somos capaces de seguirla”. ¿Entonces por qué nos cuesta tanto tener esa mentalidad científica? ¿Cuándo ha dejado la ciencia de ser parte de la cultura? ¿Cuándo hemos dejado de entender la ciencia como un método valido para llegar a conocer la realidad tal como es? Hemos de tener en cuenta que no solo somos objeto de ciencia, sino también sujeto. Si el hombre se estudia a sí mismo, y además se ve envuelto en consideraciones cortoplacistas y de intereses económicos, siempre existe ese peligro de que no sea objetivo con los resultados de la investigación, porque es a la vez juez y parte. Quizás eso puede explicar que nos cueste tanto ser objetivos en encarnar esa “sana duda”, en tener esa mirada limpia y asombrada que es necesaria para la búsqueda de la verdad. Como apunta Miguel-Ángel Martí, “son muchas las causas que explican ese ocultamiento de la verdad, pero una de ellas viene dada por la falta de deseo (de admiración) de conocer qué son las cosas realmente. Quien deja de admirar abandona también la búsqueda de la verdad”. En definitiva, volvemos a la importancia del asombro.

-¿Qué dirías a los padres que quieren volver a asombrarse?
Descubrir el asombro como algo bueno y deseable y querer recuperarlo es el mejor punto de partida para conseguirlo, porque es, en sí, manifestación de asombro.

jueves, 28 de septiembre de 2017

SANTOS LORENZO RUIZ DOMINGO IBAÑEZ DE ERQUICIA Y CC.

Dieciséis mártires de Familia Dominicana que dieron su vida por el Evangelio entre 1633 y 1637, en Nagasaki (Japón) en la persecución promovida por el jefe supremo militar Tokugawa Yemitsu. Fueron beatificados en Manila en 1981 y canonizados en Roma el 18 de octubre de 1987, por Juan Pablo II.

El 18 de febrero de 1981, Juan Pablo II beatificaba en Manila a Lorenzo Ruiz, padre de familia filipino muy vinculado a los dominicos, a catorce compañeros mártires dominicos, encabezadas por Domingo Ibáñez de Erquicia. Y el 18 de octubre de 1987 canonizaba al primer santo mártir filipino: el Beato Lorenzo Ruiz, con sus compañeros de martirio y de beatificación. Por ser el protomártir filipino es Lorenzo el que encabeza el grupo de los 16 mártires de la familia dominicana que dieron su vida por el Evangelio en Nagasaki, entre 1633 y 1637.

El panorama que al padre Domingo Ibáñez de Erquicia y demás misioneros dominicos se les presentaba cuando llegaron a Japón entre 1620 y 1637 no podía ser más aterrador. Desde el punto de vista puramente humano, su llegada a este país significaba ir a una muerte segura precedida de horribles tormentos; agua ingurgitada y arrojada por presión en el vientre, incrustación de agujas o cañas afiladas entre las uñas de los dedos, hoguera a fuego lento, etc. Los métodos de tortura para hacer apostatar habían ido recrudeciéndose con respecto a otras formas empleadas en períodos anteriores. A pesar de todo, los misioneros seguían llegando y la mayor parte de los cristianos japoneses se mantenían firmes en la fe. El grupo de mártires que encabezaban San Lorenzo Ruiz y Santo Domingo Ibáñez de Erquicia pertenece a esta época, en que la persecución anticristiana alcanza su clímax para terminar, en 1639, con el cierre hermético del país a toda relación con Portugal y España.

Es la época en que empuña las riendas del gobierno militar el shogun Tokugawa Iemitsu (1623-1651), que había heredado de sus antecesores el odio hacia el cristianismo. La presencia de los dominicos en Japón había comenzado en 1602 y, hasta el presente, ya habían muerto por la fe casi todos los que por entonces entraron en este país. El primer grupo –Beatos Alfonso Navarrete y 19 compañeros– , y segundo grupo integrado por setenta y dos terciarios, catequistas, cofrades y bienhechores de los dominicos fueron santificados en su mayoría durante los shogunados del fundador de la dinastía, Tokugawa Ieyasu, y de su hijo Hidetada. Ahora les llegaba la hora del testimonio martirial a los que entraron y predicaron el mensaje cristiano en tiempos de Iemitsu. Es el grupo cuya Memoria litúrgica se celebra en este día.
Es un grupo variado en etnias, en estados de vida, en situaciones sociales. Hay en él hombres y mujeres, sacerdotes y laicos. Sin embargo, a la hora de confesar el nombre de Cristo todos compartieron la fortaleza en el tormento, la esperanza en la resurrección con Cristo, la grandeza de corazón para perdonar a los perseguidores. Ofrecieron su vida durante el mandato despótico e intransigente de un shogun que, decidido a destruir todo vestigio cristiano en Japón, dijo en sus últimos años estas palabras: «Mientras el sol caliente la tierra, no se permitirá la entrada de ningún cristiano en Japón; y sepan todos que, aunque sea el rey de España y aun el verdadero Dios de los cristianos o el mismo Buda, los que se atrevieren a contravenir esta orden lo pagarán con la cabeza».

Los hechos confirmaron su propósito. Durante los 28 años de su shogunado fueron sacrificados la mayor parte de los cuatro mil mártires de aquella época de la historia japonesa. Para colmo, en 1639, cerró Japón a todo influjo comercial, cultural y religioso procedente de Portugal y España. Con esto quedó oficialmente cerrada toda labor evangelizadora en territorio japonés, donde religiosos jesuitas, franciscanos, agustinos y dominicos, y numerosos laicos japoneses habían trabajado heroicamente en la difusión del mensaje cristiano.

Sin embargo, el proyectado exterminio del cristianismo no fue total, Quedó un núcleo de cristianos japoneses escondidos en las islas del Sur, que mantuvieron su fe a lo largo de varios siglos hasta la apertura de Japón a Occidente, a finales del siglo XIX. Entonces los descendientes de aquellos mártires emergieron como pequeña comunidad cristiana después de transmitir de padres a hijos su fe en Cristo, su devoción a la Virgen María y su fidelidad al papa. Así renació de las cenizas de las persecuciones la Iglesia de Japón, hoy continuadora de la evangelización que llevaron a cabo aquellos misioneros.

San Lorenzo Ruiz de Manila
Hijo de padre chino y madre filipina, nació en Binondo, Manila, en 1600. Sirvió desde muy joven en el convento e iglesia de los dominicos Binondo, donde recibió formación cristiana. Llegó a ser escribano y llevó una vida de piedad y dedicación a hacer obras de caridad. Contrajo matrimonio y tuvo tres hijos. Hacia 1636 fue acusado de complicidad en un homicidio y, perseguido por la justicia, buscó refugió en los dominicos. Gracias a la intervención del padre Antonio González pudo salir de la embarazosa situación.

Justamente por entonces el padre Antonio González preparaba la expedición a Japón, y Lorenzo, con intención de saltar a tierra en Macao, se adhirió al grupo de pasajeros. Pero, debido a los vientos, el barco se desvió a Okinawa, donde fueron todos arrestados y encarcelados. Fue durante el año que permanecieron recluidos en la prisión de Okinawa cuando se robusteció la fe de Lorenzo hasta el punto de decidirse a confesar ante los perseguidores sus convicciones cristianas.
La prueba tuvo lugar al verse ante el tribunal de Nagasaki. Aunque vacilante al principio, luego recuperó el coraje de declararse cristiano y «dispuesto a dar mil veces la vida por Dios». Confiado en la intercesión del padre Antonio, sacrificado antes que él, se atrevió incluso a retar a los jueces: «Ahora ya podéis hacer de mí lo que bien os parezca». Durante el paseo por la ciudad, fue rezando oraciones y jaculatorias y, ya en la colina de Nishizaka, sufrió la tortura del agua ingurgitada que soportó con heroica entereza y paciencia. Murió el 29 de septiembre de 1637 y sus cenizas fueron arrojadas al mar. Es el primer santo mártir de la Iglesia filipina.

Santo Domingo Ibáñez de Erquicia
Nacido en Régil (Gipúzcoa) en 1589, ingresó en la orden dominicana en el convento de San Telmo de San Sebastián. Siendo todavía estudiante de teología se alistó para predicar el Evangelio en el lejano Oriente y en 1611 se encontraba ya en Filipinas. Un año después recibió la ordenación sacerdotal en Manila y le fue encomendado el ministerio en Pangasinán, luego en Binondoc y posteriormente en Manila, como profesor del colegio de Santo Tomás.

Por el año 1622 sólo quedaban en Japón dos misioneros dominicos y los superiores decidieron enviar a aquel país a cuatro religiosos. El padre Domingo Ibáñez de Erquicia fue uno de ellos y en octubre de 1623 desembarcó en Nagasaki, con tan mala fortuna que, apenas puesto el pie en tierra nipona, salió un decreto shogunal que prohibía a los españoles permanecer en el país y cortaba radicalmente las relaciones con Filipinas. En efecto, el padre Domingo con sus compañeros zarparon, pero, tras navegar unas ocho leguas, una pequeña embarcación, preparada por el padre Domingo Gastellet, salió a su encuentro y los devolvió a la costa japonesa. Comenzaron entonces una vida de clandestinidad.

Superior de la misión dominicana durante diez años, el padre Ibáñez realizó heroicos esfuerzos para confortar a los cristianos, reconciliar a los apóstatas y administrar los sacramentos en medio de huidas, caminatas nocturnas, escondites en cuevas y en montones de paja. Y, al fin, muy buscado por las autoridades, fue recluido en la cárcel de Nagayo, en Ómura. [Fue torturado] y entregó su alma al Señor el 14 de agosto de 1633. Su cadáver fue reducido a cenizas para que los cristianos no veneraran sus restos.

B. LORENZO DE RIPAFRATTA, O.P

En la ciudad de Pistoia, de la región de la Toscana, en Italia, beato Lorenzo de Ripafratta,  de la Orden de Predicadores, que vivió fielmente durante sesenta años la vida regular con dedicación asidua a la pastoral sacramental de la Penitencia (1456).

Fecha de beatificación: El Papa Pío IX confirmó su culto el 4 de abril de 1851.

Los biógrafos del Beato Lorenzo no consignan el lugar preciso de su nacimiento, pero por su nombre se puede suponer que fue en Ripafratta, en la región toscana de Italia, cerca de Pisa (Italia). Se desconocen datos fidedignos de su vida, anteriores a su incorporación a la orden de predicadores en Pisa siendo diácono. 

En 1396, se le designó prior, cargo en el cual destacó por el impulso que dio a la reforma de la orden. Fue maestro de novicios y de teología en el convento de Cortona; sobresalió como director espiritual y brillante predicador. Sin temor a ser contagiado, auxilió a enfermos durante la plaga que azotó a las ciudades de Pistoia y Fabriano. 

Por su sapiencia, el pueblo lo llamaba el Arca de la Ciencia. Dio ejemplo a sus hermanos de congregación y feligreses con su vida de oración, ayuno, penitencia y devoción. Sufrió una herida en la pierna, la cual dolorosamente le acompañó el resto de su vida. Por el ejemplo de su silencioso y paciente sufrimiento —el cual ofreció a Dios—, se incrementaron la admiración y el cariño de los religiosos y del pueblo. Amado por su comunidad, falleció en Pistoia, donde aún se venera su cuerpo.

canonización: Conf. Culto: Pío IX 4 abr 1851

miércoles, 27 de septiembre de 2017

AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos y hermanas:
«Mientras hay vida hay esperanza», es una frase que solemos escuchar, pero yo creo que es más bien lo contrario, es la esperanza la que sostiene, protege y hace crecer la vida.

Pero esta virtud tan importante tiene también importantes enemigos. Pensemos por ejemplo en un joven acostumbrado a recibir todo inmediatamente, a quien no se le ha enseñado la virtud de la espera y la paciencia, su alma se va vaciando de anhelos e ilusiones y esto es un obstáculo para la esperanza. Otro enemigo es la apatía, que nos hace ver los días como monótonos y aburridos. Hemos de luchar contra esto, pues Dios nos ha creado para la felicidad y no para que perdamos el tiempo en pensamientos melancólicos. 

La esperanza es la virtud del pobre, del campesino, del trabajador y del migrante que se pone en camino buscando un futuro mejor, así como también la de quien está abierto a la acogida, al diálogo y al conocimiento mutuo; es la virtud que empuja a todos a «compartir el viaje» de la vida, por eso no tengamos miedo a compartir el viaje, no tengamos miedo a compartir la esperanza. Y ante las tentaciones, acudamos a Jesús, Él nunca nos abandona, y repitamos con confianza: «Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí que soy pecador».

Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en especial a los grupos provenientes de España y Latinoamérica.

Les pido que hoy tengamos un recuerdo en la oración por las víctimas y los damnificados que deja tras de sí el huracán que en estos días ha azotado el Caribe, y en modo especial Puerto Rico. Que Dios los bendiga.


martes, 26 de septiembre de 2017

SAN COSME Y SAN DAMIÁN

Cosme significa "adornado, bien presentado". Damián: domador.
Patronos de: Cirujanos, Farmacéuticos, Médicos, Peluqueros, Dentistas, trabajadores de los balnearios.

Una tradición muy antigua atestigua la existencia de su sepulcro en Ciro (Siria), donde se erigió asimismo una basílica en su honor. Desde allí, su culto pasó a Roma y, más tarde, se propagó por toda la Iglesia.

Según la tradición son hermanos gemelos, nacidos en Arabia; estudiaron las ciencias en Siria y llegaron a distinguirse como médicos. Como eran auténticos cristianos, practicaban su profesión con gran habilidad pero sin aceptar jamás pago alguno por sus servicios. Por eso se les conoció en el oriente entre los santos llamados colectivamente "los sin dinero".

Vivían en Aegeae, sobre la costa de la bahía de Alejandreta, en Cilicia, donde ambos eran distinguidos por el cariño y el respeto de todo el pueblo a causa de los muchos beneficios que prodigaba entre las gentes su caridad y por el celo con que practicaban la fe cristiana, ya que aprovechaban todas las oportunidades que les brindaba su profesión para difundirla y propagarla. En consecuencia, al comenzar la persecución, resultó imposible que aquellos hermanos de condición tan distinguida, pasasen desapercibidos. Fueron de los primeros en ser aprehendidos por orden de Lisias, el gobernador de Cilicia y, luego de haber sido sometidos a diversos tormentos, murieron decapitados por la fe. Conducidos sus restos a Siria, quedaron sepultados en Cirrhus, ciudad ésta que llegó a ser el centro principal de su culto y donde las referencias más antiguas sitúan el escenario de su martirio.

Se cuentan muchos prodigios milagrosos sobre sus vidas pero poco se sabe con seguridad. Se dice por ejemplo que, antes de ser decapitados, salieron con bien de varios tipos de ejecuciones, como ser arrojados al agua atados a pesadas piedras, ser quemados en hogueras y ser crucificados. Cuando se hallaban clavados en las cruces, la multitud los apedreó, pero los proyectiles, sin tocar el cuerpo de los santos, rebotaron para golpear a los mismos que los arrojaban. Lo mismo sucedió con las flechas disparadas por los arqueros que torcieron su trayectoria e hicieron huir a los tiradores (se cuenta que el mismo caso ocurrió con San Cristóbal y otros mártires). Asimismo dice la leyenda que los tres hermanos de Cosme y Damián, llamados Antimo, Leoncio y Euprepio, sufrieron el martirio al mismo tiempo que los gemelos y sus nombres se mencionan en el Martiriologio Romano. Se habla de innumerables milagros, sobre todo curaciones maravillosas, obrados por los mártires después de su muerte y, a veces, los propios santos se aparecieron, en sueños, a los que les imploraban en sus sufrimientos, a fin de curarles inmediatamente.

Entre las personas distinguidas que atribuyeron su curación de males gravísimos a los santos Cosme y Damián, figuró el emperador Justiniano I, quien visitó la ciudad de Cirrhus especialmente para venerar las reliquias de sus benefactores.

A principios del siglo V, se levantaron en Constantinopla dos grandes iglesias en honor de los mártires. La basílica que el Papa Félix  (526-530) erigió en honor de Cosme y Damián en el Foro Romano, con hermosísimos mosaicos, fue dedicada posiblemente el 27 de septiembre. Ese día se celebró la fiesta de Cosme y Damián hasta su traslado al 26 de septiembre en el nuevo calendario.

Los santos Cosme y Damián son nombrados en el canon de la misa y, junto con San Lucas, son los patronos de médicos y cirujanos.

Tres pares de santos llevan los mismos nombres
Por un error, los cristianos de Bizancio honraron a tres pares de santos con los nombres de Cosme y Damián. Los de Arabia, que fueron decapitados durante la persecución de Diocleciano (17 de octubre), los de Roma, que murieron apedreados en el curso del reinado de Carino y los hijos de Teódota, que no fueron mártires. Sin embargo, se trata de los mismos.

Pidamos al Señor por intercesión de los santos Cosme y Damián por los médicos, para que cumplan santamente con su profesión.

"LO QUE HABEIS RECIBIDO GRATIS, DADLO TAMBIEN GRATUITAMENTE" (Jesucristo Mt. 10, 8)

Vassil Barka dio a conocer al mundo el genocidio ucraniano a través de una gran novela cristiana

Fue un poeta, ensayista, novelista y pensador religioso ucraniano. Con su obra principal, El príncipe amarillo, Vassil Barka construyó un memorial por el genocidio que sufrió Ucrania, negado durante demasiado tiempo. Así lo cuenta Didier Rance en L'homme nouveau:El 22 de noviembre de 2003 se conmemoró en Notre-Dame de París, como en otros países, el setenta aniversario del Holodomor, del genocidio ucraniano ordenado por Stalin en 1932. En un mensaje enviado con ocasión de este aniversario a los cardenales de Lviv, Lubomyr Husar y Marian Jaworski, Juan Pablo II recordó: «Millones de personas sufrieron una muerte atroz por la nefasta eficacia de una ideología que, a lo largo de todo el siglo XX, causó sufrimientos y lutos en muchas partes del mundo» y continuaba: «Quiero hacerme presente espiritualmente... [con] las innumerables víctimas», añadiendo que «la debida memoria del pasado adquiere un valor que supera las fronteras de una nación, alcanzando a los demás pueblos que fueron víctimas de acontecimientos igualmente funestos y pueden encontrar consuelo al compartirla».

Un genocidio ocultado
Las manifestaciones, coloquios y conmemoraciones en todo el mundo fueron más numerosos en 2003 que en 1993 (en 1983 aún dominaba el negacionismo) e hicieron conocer al gran público el genocidio sin duda más mortal del siglo XX por su alcance (de siete a diez millones de víctimas) y su sadismo: la muerte por hambre de una población campesina consciente de las reservas de grano guardadas por los milicianos, un suplicio que duró meses y meses. Este genocidio presenta otras particularidades: nos referimos a su memoria.
Ha sido, sin duda, el genocidio ocultado durante más tiempo (el gobierno turco sigue negando el genocidio armenio, que en cambio es reconocido desde hace decenios en todo el mundo), aunque fue perpetrado en plena paz y no durante una guerra. Los historiadores, por cierto, observan que Hitler, en su locura antisemita, lo estudió y que, como en el caso del genocidio armenio, sacó las atroces conclusiones que todos conocemos.

La memoria del genocidio ucraniano presenta otra originalidad, menos conocida. De los otros genocidios se supo, sobre todo, a través de los relatos de los periodistas, a veces en tiempo real (Ruanda), a veces por los procesos y confesiones de sus responsables, otras por el trabajo de los historiadores. De éste, a pesar de la conspiración del silencio entre 1933 y 1990, llegó a saberse gracias sobre todo a una obra literaria. Se trata de El príncipe amarillo, de Vassil Barka, publicada a principios de los años 60 en Estados Unidos.
Veinte años más tarde se publicó en Francia [Le prince jaune]. Ciertamente, está el trabajo de algunos historiadores (Robert Conquest [El gran terror], Miron Dolot [Les affamés. L'holocauste masqué. Ukraine, 1929-1933]) y algunas páginas de la novela de Vasili Grossman (1905-1964) Todo fluye, pero los historiadores concuerdan en reconocer que fue la obra de Barka la que tuvo un papel primordial en el reconocimiento del genocidio ucraniano, papel comparable al de Solzhenitsyn en relación al Gulag... ¡aunque en un grado menor! Por desgracia, es necesario reconocerlo.
  
Un testimonio para la Historia
¡Qué destino el de Vassil Barka, muerto casi centenario en la primavera de 2003! Este joven ortodoxo ucraniano tenía veinticinco años en el momento del genocidio (1932-1933), del que fue testigo. Unos años más tarde consiguió pasar en Moscú una tesis doctoral en Literatura sobre la Divina Comedia de Dante, en la que reflejaba lo que había vivido: encontramos, por ejemplo, a Ugolino en el Infierno devorando a sus hijos. O la antropofagia, también en las familias, que fue una de las cimas del horror desencadenadas por Stalin. Soldado en la Armada Roja durante la Segunda Guerra Mundial, Vassil Barka fue herido y hecho prisionero por los alemanes.

Al final de la guerra pasó diversos años en los campos de desplazados antes de poder emigrar a los Estados Unidos, donde pronto se instaló como ermitaño en las montañas al oeste del estado de Nueva York. Poeta, ensayista, novelista y pensador religioso, creó a lo largo de los años una obra poderosa. Otra de sus obras más penetrantes es una epopeya en verso sobre la guerra y el genocidio de los judíos en Ucrania. 
El príncipe amarillo se presenta como una novela, pero el lector comprende enseguida que este término es inapropiado. A través del destino de los Katranik –Myron, Daria y sus tres hijos– y de su aldea, Khenototcha, en la que casi no sobrevive nadie, Barka concentra lo que vivieron millones de campesinos ucranianos a manos del Leviatán decidido a exterminarlos. Cuando treinta años después de la publicación del libro se abrieron los archivos soviéticos y los últimos supervivientes pudieron dar su testimonio, se constató que todo lo que Barka había descrito había sucedido, incluso lo más inimaginable: la confiscación del grano, de todos los productos agrícolas y de todos los alimentos de las casas, la ejecución de todos los que se oponían, las masacres, las revueltas con las manos desnudas contra las metralletas, la agonía durante meses de millones de personas condenadas a muerte por hambre, la locura, la antropofagia, los barrancos incendiados donde lanzaban, juntos, a miles de muertos y vivos.
Un gran libro cristiano
Pero Vassil Barka relata también la solidaridad entre los moribundos hasta el ultimo instante, como en los campos de muerte nazis y soviéticos. Pero El príncipe amarillo es, ante todo, un testimonio para la Historia y, a la vez, un gran libro religioso. La profundidad del testimonio cristiano que dieron estos millones de campesinos ortodoxos antes su exterminio programado surge claramente en muchas páginas. Arriesgaron su vida para salvar los vasos sagrados de las iglesias profanadas, rezaron y confiaron a Dios su sufrimiento ante lo incomprensible, siguieron creyendo en Su amor cuando los «sin-Dios» querían hacerlo desaparecer de todos los corazones, perdonaron y siguieron amando a quienes los exterminaban. Las últimas palabras del pope de Khenototcha : «Recordemos que Dios nos ama» o las de Myron Katranik al jefe de los exterminadores: «¿Has venido de tu lejana Moscú y deseas mi muerte? ¿Por qué? ¡Yo no deseo la tuya!» son testimonio de esto.

La expresión «mártires desconocidos de la gran causa de Dios» (Juan Pablo II) es muy apropiada en este caso (como para sus hermanos católicos de Ucrania occidental, donde la Iglesia fue exterminada trece años después del genocidio de 1933, también por voluntad de Stalin), sobre todo si pensamos en esta frase de la Bula de convocación del Gran Jubileo, en la que el Papa nos dice que los mártires «nos muestran la belleza del rostro del hombre».

El príncipe amarillo identifica esta belleza espiritual en el centro del horror y del Mal en los humildes gestos de caridad de sus víctimas. Y en el rostro de los campesinos nosotros vemos el del Crucificado.

B, DALMACIO MONER, O.P

El beato Dalmacio Moner (san Dalmau Moner para los catalanes) nace el año 1289 en Santa Coloma de Farners, a unos 20 kms. de la ciudad de Girona. Sus padres eran de condición económica acomodada, como consta por su comparecencia en diversos juicios sobre conflictos de bienes, relatados en documentos de la época.

Cursó estudios elementales con los padres benedictinos, En Gerona, donde radicó en su adolescencia y juventud, aprendió las artes liberales; en esa época conoció a los padres dominicos, a quienes admiró por sus conocimientos.

Estudió lógica en Montpellier, profesó en 1314 en la Orden de los Predicadores, concluyó filosofía en Valencia y se doctoró en teología.

Fue docente en Castelló, Tarragona y Cervera. Se distinguió por la extrema obediencia a la Regla Dominica, su entrega a la oración, estudio y predicación; promovió vocaciones entre los jóvenes, además de ser consejero de prelados, reyes y catedráticos.

Contribuyó en la organización de nuevos conventos y formó centros de espiritualidad y apostolado. En vida, los frailes y el pueblo lo reconocían como santo; le llamaban “el fraile que habla con el ángel“, debido a su piedad y silencio; además, se le atestiguaron levitaciones y favores considerados milagrosos.

Fray Dalmacio practicó la austeridad también en el alimento, vestido y aposento. Durante su vida religiosa, no sólo fue solícito en el cumplimiento de los ayunos y abstinencias, prescritos por las Constituciones dominicanas, sino que renunció del todo a comer carne (salvo en caso de enfermedad) y procuraba alimentarse de verduras endurecidas -a veces de raíces- y de legumbres, cocidas y preferentemente frías. Cuando había de compartir la misma comida que los otros religiosos en el refectorio, evitaba los platos sabrosos o les echaba agua para quitarles el sabor. En cuanto a la vestimenta, usaba hábitos viejos y apedazados, aunque procuraba ir limpio.

Cuando le regalaban un hábito o una capa, pedía a otro religioso que la usase primero él hasta envejecerla por el uso. Su celda era pequeña y angosta, una de las destinadas a los novicios o jóvenes estudiantes. Oraba hasta altas horas de la noche y, cuando le vencía el sueño, se acostaba sobre un saco de sarmientos, a modo de colchón, y reposaba su cabeza sobre un saco rellenado de paja sin cortar, a modo de almohada.
En los cuatro últimos años de su vida vivió una vida de extrema austeridad. Empeñado en dedicar los últimos años de su vida a la contemplación y a la mortificación de su cuerpo, obtuvo del P. Maestro General de los dominicos en 1336 un permiso especial para ir a vivir y morir en la Cueva de Santa Magdalena, conocida aún hoy día como La Sainte Baume, situada cerca de Marsella y custodiada por los frailes dominicos franceses. Vivió allí unos meses, pero tuvo que volver a Girona por asuntos urgentes.

Entonces fue cuando empezó el cuatrienio más severo de su vida en Girona. Volvió a conseguir del P. Maestro General un permiso especial para vivir como anacoreta en una cueva angosta y húmeda excavada en una de las laderas de la amplia huerta del Convento de Santo Domingo. Allí pasó los cuatro últimos años de su vida dedicado a la oración, contemplación y penitencia, con la única obligación comunitaria de acudir al convento a las horas de las comidas y de los rezos en el coro.

El P. Diago resume su muerte con estas palabras: “Recibidos los Santos Sacramentos de la Iglesia, estando presentes los frailes más importantes de la Provincia que habían acudido a aquel convento para celebrar el capítulo y, rogando por él, murió dichosamente de edad de cincuenta años en aquella áspera cueva a 24 de septiembre del año de 1341.

lunes, 25 de septiembre de 2017

Beato Marcos de Módena, O.P

Marco da Modena, nacido en Moncogno en la primera mitad del siglo XV por la familia noble de la Scalabrini debe ser considerado como uno de los grandes predicadores que surgieron entre los dominicanos en ese siglo. Él tomó el vestido sagrado en su ciudad natal. Era un alma de gran oración y austera penitencia que lo dedicaba milagrosamente a adquirir la ciencia sagrada.

 Tenía el don de la elocuencia persuasiva, que no sólo decía cosas hermosas, sino que era directo a los corazones y los inclinaba a los buenos. El fuego del Espíritu Santo predicó con inmenso fruto en las diferentes ciudades de Italia, sin jamás frenar en este sagrado ministerio todo el Orden. Fue prior del monasterio de Pesaro, que gobernó como un santo, que combina la firmeza en la mayor delicadeza, convirtiéndose, como se dice en la Regla de San Agustín, "más amor que el miedo." Y fue amado no sólo por sus hermanos, sino también por la gente que recurrió a él con gran confianza. Una vez una mujer se arrojó a sus pies, rogándole que llamara a su bebé recién muerto.

 El padre Marco reunidos en oración y luego respondió la mujer no quiere que su hijo venga a la vida, debido a que no viviría mucho y se encontró con una muerte dolorosa con la incertidumbre de ir a menos que, si seguía vivo. Insistiendo en la madre, con muchas lágrimas, por la intercesión del Padre, Dios tiene lo que se pidió, pero como se había predicho por Marco, el muchacho llegó a la edad de catorce años murió de la plaga con un gran dolor de los padres. Marco murió en Pesaro el 21 de septiembre de 1498. Su tumba, incluso durante las diversas traducciones, siempre ha sido ilustrada por Dios con grandes maravillas.

Actualmente sus restos se encuentran en la iglesia de San Domenico en Modena. El beato Papa Pío IX el 10 de septiembre de 1857 confirmó el culto.

domingo, 24 de septiembre de 2017

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos y hermanas, Buenos días!

En el Evangelio de hoy (cf. Mt 20,1-16) nos encontramos con la parábola de los trabajadores llamados a día, que Jesús le dice a comunicar dos aspectos del Reino de Dios: la primera, que Dios quiere llamar a todos a trabajar por su Reino; el segundo, que al final quiere dar a todos la misma recompensa , es decir, la salvación, la vida eterna.

El propietario de una finca, que es Dios, sale al amanecer y contrata a un grupo de trabajadores, de acuerdo con ellos el salario de un denario al día: era un salario justo. Entonces también viene en cuestión de horas - cinco veces ese día, fuera - hasta el final de la tarde, para contratar a otros trabajadores que ve en paro. Al final del día, las órdenes jefe lo que se les da un dinero para todos, incluso a aquellos que habían trabajado unas horas. Por supuesto, los primeros trabajadores contratados se quejan porque son pagados de la misma manera que aquellos que han trabajado menos. El maestro, sin embargo, les recuerda que han recibido lo acordado; si quiere ser generoso con los demás, no debe ser envidioso.

De hecho, esta "injusticia" del maestro sirve para provocar en los que escuchan la parábola un salto de nivel, porque aquí Jesús no quiere hablar del problema del trabajo o del salario correcto, sino del Reino de Dios. Y el mensaje es éste: en el Reino de Dios no hay parados , todos están llamados a hacer su parte; y para todos en el final habrá la recompensa que viene de la justicia divina - no humana, para nuestra buena fortuna! es decir, la salvación que Jesucristo ha adquirido con Su muerte y resurrección. Una salvación que no se merece sino que se da - la salvación es libre - así "la última será la primera y la última, la última" ( Mt 20:16).

Con esta parábola, Jesús quiere abrir nuestros corazones a la lógica del amor del Padre , que es libre y generoso . Es para ser sorprendido y encantado por "pensamientos" y las "formas" de Dios, que, como se ha señalado por el profeta Isaías, no son nuestros pensamientos no son nuestros caminos (véase Isaías 55,8). Los pensamientos humanos son a menudo marcados por el interés y la ganancia personal, y nuestros caminos estrechas y sinuosas no son comparables con los caminos anchos y rectos del Señor. Él tiene misericordia - no se olvide de esto: Él tiene misericordia - Perdona amplia, está lleno de generosidad y bondad que fluye en cada uno de nosotros, abierto a todos los territorios sin límites de su amor y su gracia, la única que puede dar el corazón plenitud humana de gozo.

Jesús quiere que contemplemos la mirada de ese maestro: la mirada ve a cada uno de los obreros esperando el trabajo, y los llama a ir a su viña. Es una mirada llena de atención, de benevolencia; es una mirada que llama, invita a levantarse, a caminar, porque quiere vida para cada uno de nosotros, quiere una vida plena, comprometida, salva de vacío e inercia. Dios que no excluye a nadie y quiere que cada uno alcance su plenitud . Este es el amor de nuestro Dios, de nuestro Dios que es Padre.

Nuestro más Hermoso Bendito nos ayuda a aceptar en nuestras vidas la lógica del amor, que nos libera de la presunción de merecer la recompensa de Dios y el juicio negativo de los demás.

Queridos hermanos y hermanas,

Ayer, en Oklahoma City (EE.UU.), fue beatificada Stanley Francis Rother, sacerdote misionero, asesinados por odio a la fe en su obra de evangelización y promoción humana en favor de los más pobres en Guatemala. Su heroico ejemplo nos ayuda a ser valientes testigos del Evangelio, comprometidos con la dignidad del hombre.

Saludo a todos ustedes, romanos y peregrinos de todo el mundo. En particular, saludo al coro de la Misión Católica Católica de Berna, a la comunidad romana de Comunión y Liberación, a los fieles de Villadossola, Offanengo y Nola.

Les deseo a todos un buen domingo. Y por favor, no te olvides de orar por mí. Buen almuerzo y adiós!

El cardenal Omella vuelve a pedir «cordura para nosotros y nuestros dirigentes»

Ante los «momentos complejos» que atraviesa Cataluña, el arzobispo de Cataluña pide «poner ternura» y «evitar la confrontación»
«Sé que estamos viviendo momentos complejos en nuestro país. No podemos ni debemos ser agoreros de calamidades. Debemos trabajar todos para poner ternura y misericordia a nuestro alrededor. Debemos evitar la confrontación, la violencia, el desprecio a los demás».

Son palabras de la carta semanal del arzobispo de Barcelona con motivo de la Virgen de la Merced, Patrona de Barcelona, a la que Juan José Omella pide «cordura para nosotros y nuestros dirigentes, para las familias y los pastores de la Iglesia».

Habla, una vez más, el arzobispo de Barcelona por elevación, sin descender a la situación concreta que atraviesa Cataluña, pero con claridad meridiana sobre cómo debe posicionarse la Iglesia en un momento en que «nuestro mundo está muy necesitado de misericordia, de comprensión y de ternura».

En términos similares se expresaba el cardenal Omella en vísperas del 11 de septiembre, en que se celebra la Diada de Cataluña. El purpurado animó a «todos» a «avanzar por el camino del diálogo y del entendimiento, del respeto y de la no confrontación, ayudando a que nuestra sociedad sea un espacio de fraternidad, de justicia, de libertad y de paz». Y, como plegaria para este año, pidió «que la sensatez y el deseo de ser justos y fraternos nos guíe a todos».

Términos, en muchos casos, idénticos a los que utiliza la nota de la Conferencia Episcopal Tarraconense del pasado 20 de septiembre. Los obispos de Cataluña, ante el «momento delicado» actual, animan «a todos, especialmente a los laicos cristianos, a ser responsables y comprometidos en la vida pública, para avanzar en el camino del diálogo y del entendimiento, del respeto a los derechos y las instituciones y de la no confrontación, ayudando a que nuestra sociedad sea un espacio de fraternidad, de libertad y de paz».

sábado, 23 de septiembre de 2017

Monjas, religiosos y curas, ¿trabajan?

Hay oficios en los que nunca falta el trabajo. Y no precisamente por lo difícil que es “la carrera”, sino por la falta de candidatas y candidatos. Las monjas, los frailes y los curas tienen trabajo de sobra. Cierto, en estos “oficios” también hay quienes no cumplen. Pero eso no quita que, para quienes cumplen, haya trabajo.

La falta de candidatos para religiosos y para sacerdotes no se debe a que “la paga” suela ser pequeña, en términos monetarios, sino a otros factores de tipo social y cultural que no es el momento de analizar ahora. La paga no es muy elevada, pero hay que decir algo más: nadie entra en un noviciado o en un seminario pensando en el dinero. Y si, por una de esas cosas que también pasan a veces, alguien entra pensando en el dinero o en la promoción social, se ha equivocado de lugar. Y lo más probable es que no sea feliz y, lo que es peor, haga infelices a los demás.

Todos sabemos, por ejemplo, que muchos enfermos, en los hospitales, prefieren ser atendidos por enfermeras monjas, porque ellas tienen fama de no medir el tiempo y de saber consolar y escuchar. Que quede claro: conozco a enfermeras y enfermeros laicos que hacen una labor humana que va más allá de lo profesional. Pero lo que quiero decir es que las religiosas y los religiosos, si son fieles a su vocación, no tienen un tiempo contado, porque el tiempo está en función de la persona a la que atienden y no en función de un horario. Si eso también ocurre en el caso de algunos laicos, mejor que mejor, porque la sorpresa del enfermo y de su familia es mayor. Por eso, si son creyentes, su testimonio es más creíble y, si no son creyentes, su dedicación es más admirable.

También los curas, los buenos curas, que de todo hay, como en todas las profesiones y oficios, no tienen horarios fijos. Si son fieles a su vocación, todo su tiempo está en función de los fieles que les han confiado. Este es uno de los sentidos del celibato: una donación completa de la propia vida a Dios y, en consecuencia, una vocación asumida totalmente, sin reservas. Porque en estos oficios clericales (monjas, religiosos, curas) se trata de vocaciones libres, pero rigurosas.

También las monjas y monjes contemplativos, así como las y los eremitas, se ganan el pan con su trabajo, aunque dedican muchas más horas a la oración, a la meditación, o sencillamente a “no hacer nada”, que al trabajo material. Ellas y ellos son un signo de contraste para este mundo obsesionado por el dinero e incluso por el esfuerzo. Las personas de hoy tienen horror al “tiempo vacío” y, por eso, siempre están ocupadas, bien trabajando, bien escuchando música, viendo la televisión o chateando por el móvil o el ordenador. No hacer nada les causa pavor. Las monjas y monjes, que dedican más tiempo a “no hacer nada” que a trabajar, son un signo de contraste, que plantea una pregunta: ¿a qué se dedican, qué hacen no haciendo nada? El ser humano no está hecho para hacer, sino para ser.

Martín Gelabert Ballester, OP