Tenía el don de la elocuencia persuasiva, que no sólo decía cosas hermosas, sino que era directo a los corazones y los inclinaba a los buenos. El fuego del Espíritu Santo predicó con inmenso fruto en las diferentes ciudades de Italia, sin jamás frenar en este sagrado ministerio todo el Orden. Fue prior del monasterio de Pesaro, que gobernó como un santo, que combina la firmeza en la mayor delicadeza, convirtiéndose, como se dice en la Regla de San Agustín, "más amor que el miedo." Y fue amado no sólo por sus hermanos, sino también por la gente que recurrió a él con gran confianza. Una vez una mujer se arrojó a sus pies, rogándole que llamara a su bebé recién muerto.
El padre Marco reunidos en oración y luego respondió la mujer no quiere que su hijo venga a la vida, debido a que no viviría mucho y se encontró con una muerte dolorosa con la incertidumbre de ir a menos que, si seguía vivo. Insistiendo en la madre, con muchas lágrimas, por la intercesión del Padre, Dios tiene lo que se pidió, pero como se había predicho por Marco, el muchacho llegó a la edad de catorce años murió de la plaga con un gran dolor de los padres. Marco murió en Pesaro el 21 de septiembre de 1498. Su tumba, incluso durante las diversas traducciones, siempre ha sido ilustrada por Dios con grandes maravillas.
Actualmente sus restos se encuentran en la iglesia de San Domenico en Modena. El beato Papa Pío IX el 10 de septiembre de 1857 confirmó el culto.
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