sábado, 30 de abril de 2022

Oración del Papa Francisco

Oh María, tú resplandeces siempre en nuestro camino

como un signo de salvación y esperanza.

A ti nos encomendamos, por la Salud de los enfermos,

que al pie de la cruz fuiste asociada al dolor de Jesús,

manteniendo firme tu fe.


Tú, Salvación del pueblo romano,

sabes lo que necesitamos

y estamos seguros de que lo concederás

para que, como en Caná de Galilea,

vuelvan la alegría y la fiesta después de esta prueba.


Ayúdanos, Madre del Divino Amor,

a conformarnos a la voluntad del Padre y hacer lo que Jesús nos dirá.


Él que tomó nuestro sufrimiento sobre sí mismo

y se cargó de nuestros dolores

para guiarnos a través de la cruz,

a la alegría de la resurrección.


Amén.

Domingo 3º de Pascua - Ciclo C

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,27b-32.40b-41):

En aquellos días, el sumo sacerdote interrogó a los apóstoles y les dijo: «¿No os hablamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre.» Pedro y los apóstoles replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.» Prohibieron a los apóstoles hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Los apóstoles salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús.

Palabra de Dios

Salmo 29,R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado

Segunda lectura

Lectura del libro del Apocalipsis (5,11-14):

Yo, Juan, en la visión escuché la voz de muchos ángeles: eran millares y millones alrededor del trono y de los vivientes y de los ancianos, y decían con voz potente: «Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.» Y oí a todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra, bajo la tierra, en el mar -todo lo que hay en ellos, que decían: «Al que se sienta en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos.» Y los cuatro vivientes respondían: «Amén.» Y los ancianos se postraron rindiendo homenaje.

Palabra de Dios

Santo Evangelio según san Juan (21,1-19):

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar.» Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo.» Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?» Ellos contestaron: «No.» Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.» La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: «Es el Señor.» Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger.» Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: «Vamos, almorzad.» Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos. Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Jesús le dice: «Apacienta mis corderos.» Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Él le dice: «Pastorea mis ovejas.»

Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.» Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.» Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme.»

Palabra del Señor

Compartiremos:

 Es frecuente que haya «noche» en nuestras vidas. Pueden ser tantas las causas: una crisis personal, una etapa de desencuentro, de incomprensión o de rechazo, fracasos, desengaños, enfermedades, sufrimientos de cualquier tipo, cuando el trabajo se vuelve rutinario o sin sentido, cuando nos embarga el pesimismo, la depresión, el sentimiento de soledad... 

               A veces la «noche» es social: podemos ver la polarización en lo político, el desánimo y el cansancio por la pandemia, la desesperanza por las guerras que no terminan, la inflación en los precios... Y también parece que la noche nos «pilla» a los cristianos: proyectos muy trabajados que no consiguen apenas nada, falta de respuesta en las convocatorias pastorales, cristianos que se alejan de la Iglesia por distintas razones, las reformas que no consiguen reformar...

           Todas ellas dejan una gran sensación de «vacío», de miedo, de tristeza, porque, como Pedro, seguimos saliendo a pescar «como siempre» hemos hecho, como si no hubiera pasado nada. Recuerda uno cierta canción de tiempos jóvenes, en que se decía: «porque hay muchos hombres que hablan en su nombre, pero no le dejan hablar a él; porque hay muchos hombre que se reúnen en su nombre... pero no le dejan hablar a él.» Sin la presencia y los criterios del Resucitado, los esfuerzos resultan infructuosos: «Muchachos, ¿tenéis pescado? ¡Pues no!».

              No es poco reconocer abiertamente que no tenemos pescado, que nos hemos cansado en viento y en nada (Isaías 49, 1-6). Y es significativo que es entonces cuando se presenta el Resucitado. Así ha ocurrido otras veces: sale al paso de la angustia de Magdalena, del desencanto de los caminantes de Emaús, del miedo de los discípulos encerrados en el cenáculo, de las dudas de Tomás, de la rabia de Saulo... La necesidad y el malestar abren las puertas al encuentro. Quien se siente lleno, quien obtiene resultados de sus esfuerzos... no necesita ningún Señor. Sólo los pobres, los que lloran, los que tienen hambre y sed, los que necesitan misericordia, los perseguidos, los que no tienen pescado... se encuentra en condiciones de recibir una «visita» del Señor..., que llega «pidiendo». Pues no tenemos nada que ofrecerte, sólo nuestro vacío y cansancio. 

Sábado de la 2ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6,1-7):

En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, porque en el servicio diario no se atendía a sus viudas.Los Doce, convocando a la asamblea de los discípulos, dijeron:«No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos del servicio de las mesas. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea; nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra». La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo; a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando.La palabra de Dios iba creciendo y en Jerusalén se multiplicaba el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.

Palabra de Dios

Salmo32,R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti

 Santo Evangelio según san Juan (6,16-21):

AL oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron. Pero él les dijo: «Soy yo, no temáis». Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio adonde iban.

Palabra del Señor

Compartimos:

 Os decía, hace unos días, que la descripción de la comunidad, que hacía el libro de los Hechos, lo era del sueño que albergaban los primeros cristianos. Quiero decir que representaba el ideal, pero no era una fotografía de lo que ocurría. Juntos, por ejemplo, compartían el ideal de que todo lo tuvieran en común y que nadie pasara necesidad. Pero la realidad era más conflictiva que los ideales. De hecho, los discípulos grecoparlantes se quejan contra los hebreoparlantes, no por cuestiones lingüísticas, sino por algo mucho más serio: éstos no atienden a las pobres viudas de aquéllos. Y esto genera una discusión que fractura a la comunidad. Hay conflicto. Pero, ¿qué es lo que hace de él un conflicto que no es insalvable? Pues, precisamente, el hecho de que todos participan de la misma visión soñada y todos quieren hacerla cada vez más real. No hay cosa peor que perder los sueños comunitarios. Perdido el sueño, se pierde la esperanza de construir una comunidad más evangélica. Se tira la toalla y se justifica esta postura, diciendo que no hay que ser idealistas y que esto no da más de sí. El sueño ha dejado de convertirse en ideal tensional que tira de las voluntades hacia arriba y hacia el centro.

Frente a esa postura, hay que mantener el deseo de crecer. Hay que recuperar el propio atractivo carismático. Hay que vencer la mediocridad y el miedo a la noche cerrada y al viento fuerte, que puede golpearnos. Hay que escuchar la voz de Jesús que nos dice: "soy yo, no temáis". Hay que adherirse a Él personal y colectivamente. Hay que dejarse moldear por Él. Y hay que decir testarudamente que, con la fuerza de la resurrección, otra comunidad es posible.

viernes, 29 de abril de 2022

ORACIÓN de Pío XII

Oh St. Catalina, lirio de la virginidad y la caridad de color rosa que adornaste el jardín Dominicano, heroína, celo cristiano que fuiste elegida como Francisco singular patrona de Italia, estamos seguros de dirigirnos a ti, clamando tu poderosa protección sobre nosotros y sobre toda la Iglesia de Cristo, tu amada, en cuyo corazón tomaste inagotable fuente de gracia, paz para ti y para el mundo.

A partir de ese corazón divino de donde proviene el agua viva de la virtud y la armonía en las familias, la via honesta en la juventud, el encuentro entre los pueblos en conflicto, la renovación de costumbres públicas y el amor fraternal, solidario y benefico ante el descontento y el sufrimiento; enseñaste con tu ejemplo la union con Cristo, con el amor del país. Si amas a Italia y al pueblo confiado a ti, si la compasión hacia nosotros te motiva, si el valor de la tumba en la que Roma honra tu desnudez virginal, a continuación, dirigenos tus ojos benignos y favorecenos en nuestro dolor, en nuestra oración y nuestros votos que hemos hecho ante ti.

Defiende, socorre y conforta a tu patria y al mundo. Bajo tu protección están los hijos e hijas de Italia, nuestros corazones y nuestras almas, nuestras tribulaciones y nuestras esperanzas, nuestra fe y nuestro amor: ese amor y fe que eran tuyos en vida y te hizo a imagen de Cristo crucificado en celo hacia su valiente novia, la santa iglesia.

Oh mensajera heroica y santa, de unidad y paz para la Iglesia de Cristo, que sostienes a la Sede Romana Apostólica en todo el esplendor de su autoridad y enseñanza del Sucesor de Pedro, El en su preocupación universal y paternal, en sus penas y sus consejos para la salvación y la paz de los pueblos; reaviva, conserva y aumenta en nosotros y en todos los fieles cristianos, o Patrona celestial, la devota sumisión que alimentaste por El y por el redil de Cristo, en la tranquilidad del mundo. Amén.


Viernes de 2ª semana de Pascua

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1,5–2,2):

Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Sí decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación p

or nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Palabra de Dios

Salmo 102 R/. Bendice, alma mía, al Señor

 Santo Evangelio según san Mateo (11,25-30):

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

Palabra del Señor.

Compartimos:

Hoy leemos el Evangelio de la multiplicación de los panes: «Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron» (Jn 6,11). El agobio de los Apóstoles ante tanta gente hambrienta nos hace pensar en una multitud actual, no hambrienta, sino peor aún: alejada de Dios, con una “anorexia espiritual”, que impide participar de la Pascua y conocer a Jesús. No sabemos cómo llegar a tanta gente... Aletea en la lectura de hoy un mensaje de esperanza: no importa la falta de medios, sino los recursos sobrenaturales; no seamos “realistas”, sino “confiados” en Dios. Así, cuando Jesús pregunta a Felipe dónde podían comprar pan para todos, en realidad «se lo decía para probarle, porque Él sabía lo que iba a hacer» (Jn 6,5-6). El Señor espera que confiemos en Él.

Al contemplar esos “signos de los tiempos”, no queremos pasividad (pereza, languidez por falta de lucha...), sino esperanza: el Señor, para hacer el milagro, quiere la dedicación de los Apóstoles y la generosidad del joven que entrega unos panes y peces. Jesús aumenta nuestra fe, obediencia y audacia, aunque no veamos enseguida el fruto del trabajo, como el campesino no ve despuntar el tallo después de la siembra.Fe, pues, sin permitir que nos domine el desaliento; sin pararnos en cálculos meramente humanos. Para superar los obstáculos, hay que empezar trabajando, metiéndonos de lleno en la tarea, de manera que el mismo esfuerzo nos lleve a abrir nuevas veredas, que aparecerán de modo insospechado.

jueves, 28 de abril de 2022

Santa Catalina de Siena, maestra y doctora

 Hay una mujer sencilla, muy alejada en el tiempo, que pertenece al grupo de los que han recibido la revelación de Dios. Se llama Catalina de Siena. En un siglo en el que estamos viviendo la “revolución de la mujer”, necesitamos figuras que encarnen la manera femenina de seguir a Jesús. En Catalina se dan los rasgos que aparecen en la oración de Jesús:

Ella fue una mujer sencilla. No sabía leer ni escribir. No tuvo, por tanto, ninguna formación académica.

Ella fue una escogida por Dios. En los 33 años de su existencia, se dejó seducir por Jesucristo, hasta el punto de que, renunciando a cualquier otra relación, se desposó con él y recibió el don místico del desposorio espiritual.

Catalina representa un espíritu fuerte en tiempos muy convulsos para la sociedad y para la Iglesia. Su criterio evangélico ayudó a muchos, incluyendo dos Papas, a encontrar el verdadero camino. Fue como un faro en medio de la tormenta.

En el origen de esta actitud está su relación especial con Jesús y su vinculación a la dulce Madre, la Virgen María. Estas relaciones fuertes le permitieron abordar una vida de extraordinaria penitencia y, sobre todo, las múltiples persecuciones y calumnias de que fue objeto.

Cuando, contemplando a Catalina, dirigimos la mirada a nuestro tiempo, podemos hacernos una pregunta simple: ¿Cómo contribuir a encontrar el camino evangélico en tiempos tan complejos como los que nos ha tocado vivir? La respuesta es sencilla, aunque en absoluto fácil:

Viviendo relaciones fuertes con quienes pueden sostener una vida: Jesús y su Madre.

Aceptando “entregar la vida” para que otros puedan vivir. Esta entrega de la propia vida tiene que ver con la aceptación de muchas cosas que no nos gustan, pero que sirven para que los demás crezcan. Y, naturalmente, tiene que ver con la incomprensión, el desprecio y la prueba.

Jueves de la 2ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,27-33):

En aquellos días, los apóstoles fueron conducidos a comparecer ante el Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó, diciendo: «¿No os habíamos ordenado formalmente no enseñar en ese Nombre? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre». Pedro y los apóstoles replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado con su diestra, haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que lo obedecen». Ellos, al oír esto, se consumían de rabia y trataban de matarlos.

Palabra de Dios

Salmo  33,R/. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha

 Santo Evangelio según san Juan (3,31-36):

El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.

Palabra del Señor

Compartimos:

Los apóstoles son unos disidentes recalcitrantes y molestos. Ante el Consejo, el Sumo Sacerdote les interroga: “¿no os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése?”. Pedro y los apóstoles replican con toda razón: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. Así que, desde el inicio, en la Iglesia han tenido un puesto los disidentes. Todavía debieran tenerlo. No habría nada que esconder. No habría que jugar con las palabras, asegurando, para tranquilidad del personal, que él no disiente de la Iglesia, sino que disiente en la Iglesia. Sospecho que quien así habla quiere cubrirse las espaldas, pero es muy posible que no lo logre y, como el mosquito zumbón en la mano del molestado cazador, su historia terminará siendo la crónica de una muerte anunciada. Menos mal que uno cree en la resurrección de los muertos.

miércoles, 27 de abril de 2022

Oremos en intimidad con Dios

 Dame tu fuerza

Padre, haz que mis ojos

 vean lo que Tú ves.

Haz que mis oídos oigan

el estruendo de tu voz

en las ondas de lo creado.

Haz que mi hablar sea

 un baño de palabras de néctar

que se viertan sobre gente

que está presa de amargura.

Haz que mis labios sólo canten

los cantos de tu amor y tu alegría.

Padre amado,

realiza por medio de mí la obra de la verdad.

Ten mis manos ocupadas en servir a todas las

personas.

Haz que mi voz esparza de continuo

semillas de amor para Ti

en esta tierra en que la gente te busca.

Haz que mis pies avancen siempre

por el camino de la justicia.

Guíame de mi ignorancia a tu luz.

Padre, mueve nuestro corazón

y hazme sentir simpatía por todas las criaturas

vivientes.

Que tu Palabra sea el Maestro de la mía.

Piensa con mis pensamientos,

porque mis pensamientos son tus pensamientos,

mi mano es tu mano,

mis pies son tus pies,

mi vida es tu fuerza

para luchar por la justicia, social y personal

 P. Yoganada

Miércoles de la 2ª semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,17-26):

En aquellos días, el sumo sacerdote y todos los suyos, que integran la secta de los saduceos, en un arrebato de celo, prendieron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública. Pero, por la noche, el ángel del Señor les abrió las puertas de la cárcel y los sacó fuera, diciéndoles: «Marchaos y, cuando lleguéis al templo, explicad al pueblo todas estas palabras de vida». Entonces ellos, al oírlo, entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar. Llegó entre tanto el sumo sacerdote con todos los suyos, convocaron el Sanedrín y el pleno de los ancianos de los hijos de Israel, y mandaron a la prisión para que los trajesen. Fueron los guardias, no los encontraron en la cárcel, y volvieron a informar, diciendo: «Hemos encontrado la prisión cerrada con toda seguridad, y a los centinelas en pie a las puertas; pero, al abrir, no encontramos a nadie dentro». Al oír estas palabras, ni el jefe de la guardia del templo ni los sumos sacerdotes atinaban a explicarse qué había pasado. Uno se presentó, avisando: «Mirad, los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo, enseñando al pueblo». Entonces el jefe salió con los guardias y se los trajo, sin emplear la fuerza, por miedo a que el pueblo los apedrease.

Palabra de Dios

Salmo 33,R/. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha

Santo Evangelio según san Juan (3,16-21):

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios. Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

Palabra del Señor

Compartimos:

¿A través de qué signos podemos entender que tanto amó Dios al mundo que le entregó a su propio Hijo? ¿Cómo experimentar este amor incondicional, inefable, en medio de nuestras pobres experiencias de cada día? No se trata de una experiencia reservada a una élite, porque, de hecho, quienes más profundamente perciben este misterio son, de ordinario, las personas sencillas.

Si hay tantos que dicen no percibir este amor, ¿no será prueba de que estamos viviendo una cultura de la autoafirmación, del orgullo? ¿Cómo es posible que seamos sensibles a tantas cosas menores y hayamos perdido sensibilidad para percibir lo único que realmente merece la pena?

Todas estas preguntas me las hago a mí mismo para caer en la cuenta de que estoy despierto y de que todavía puedo estremecerme ante la revelación de Jesús: Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga la vida eterna.

martes, 26 de abril de 2022

Oración para tomar conciencia

 Jesús, haz que tomemos conciencia de que el planeta

nos ofrece todo lo que la humanidad necesita,

pero no todo lo que busca la obsesión

de bienestar insaciable de los poderosos.

Que despertemos cuanto antes para entender

que la degradación del equilibrio ecológico

nos está conduciendo hacia un futuro

cada vez más incierto.


Jesús, resucita nuestra fe en el Padre

Para que nunca perdamos la esperanza de creer

en nuestra propia resurrección, más allá de la muerte.

Solo entonces descubriremos que nuestros esfuerzos

por un mundo más humano y dichoso

no se han perdido en el vacío.

Solo entonces experimentaremos

que lo que aquí ha quedado a medias,

lo que no ha podido ser, lo que hemos estropeado

con nuestros errores y torpezas,

lo que hemos construido con gozo o con lágrimas,

todo quedará transformado.

Entonces escucharemos desde el misterio de la Bondad

insondable de Dios estas palabras admirables:

“Yo soy el origen y el fin de todo.

Al que tenga sed yo le daré gratis

del manantial del agua de la vida” (Ap 21, 6).

Lecturas del San Isidoro

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2,1-10):

Yo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado. Me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. Hablamos, entre los perfectos, una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, que quedan desvanecidos, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido; pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria. Sino, como está escrito: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman.» Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu. El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.

Palabra de Dios

Salmo 118,R/. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero

 Santo Evangelio según san Mateo (5,13-16):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Se puede ser santo y sabio. San Isidoro fue el hombre más docto de su tiempo. Había nacido en Cartagena (Murcia) el año 560. Huérfano de padre y madre, fue confiado a su hermano Leandro, quien lo educó admirablemente en la vida cristiana. Adquirió una incomparable erudición logrando dominar el latín, el griego y el hebreo. Se hizo monje, y al final, a la muerte de su hermano, fue nombrado arzobispo de Sevilla.

Colabora con Sisebuto, Sisenando y Suintila, reyes godos, a la estabilidad del reino. Restaura la vida monástica. Anima la vida religiosa en aquel imperio romano-visigodo, siendo algo así como el Primado de aquel reino. Escribió obras importantísimas como la Historia de los godos, vándalos y suevos, Hombres Ilustres, Libro de las Sentencias y, sobre todo, Las Etimologías, que viene a ser como una enciclopedia del saber de aquel tiempo. Murió en Sevilla el 23 de abril del año 636.

San Isidoro de Sevilla sirvió a Dios y a los hombres gobernando, escribiendo, organizando, animando, restaurando. Su vida nos está indicando que se puede ser santo y sabio, ciudadano de la ciudad celeste y ciudadano de la ciudad terrestre, fiel a Dios y fiel al mundo, místico e ilustrado contemplativo y comprometido, orante y gobernante.

Podremos ser cristianos normales o seres vulgares, hombres descreídos o personajes mundanos, pero cuando hemos estado en contacto con los santos nos va a ser muy difícil dudar acerca de la verdad del evangelio, de la realidad de Dios, y de que los santos son excelentes humanos que contribuyen con su presencia y sus obras a la iluminación de este mundo.

lunes, 25 de abril de 2022

Oración de acción de gracias

 Gracias, Señor, porque al romper la piedra de tu sepulcro

nos trajiste en las manos la vida verdadera,

no sólo un trozo más de esto que los hombres llamamos vida,

sino la inextinguible, la zarza ardiendo que no se consume,

la misma vida que vive Dios.

Gracias por este gozo, gracias por esta Gracia,

gracias por esta vida eterna que nos hace inmortales,

gracias porque al resucitar inauguraste la nueva humanidad

y nos pusiste en las manos esta vida multiplicada,

este milagro de ser hombres y mujeres y más,

esta alegría de sabernos partícipes de tu triunfo,

este sentirnos y ser hijos y miembros de tu cuerpo

de hombre y Dios resucitado.

Te queremos, Señor, Dios nuestro.

MM.Dominicas

San Marcos evangelista

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (5,5b-14):

Tened sentimientos de humildad unos con otros, porque Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes. Inclinaos, pues, bajo la mano poderosa de Dios, para que, a su tiempo, os ensalce. Descargad en él todo vuestro agobio, que él se interesa por vosotros. Sed sobrios, estad alerta, que vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos en el mundo entero pasan por los mismos sufrimientos. Tras un breve padecer, el mismo Dios de toda gracia, que os ha llamado en Cristo a su eterna gloria, os restablecerá, os afianzará, os robustecerá. Suyo es el poder por los siglos. Amén. Os he escrito esta breve carta por mano de Silvano, al que tengo por hermano fiel, para exhortaros y atestiguaros que ésta es la verdadera gracia de Dios. Manteneos en ella. Os saluda la comunidad de Babilonia, y también Marcos, mi hijo. Saludaos entre vosotros con el beso del amor fraterno. Paz a todos vosotros, los cristianos.

Palabra de Dios

Salmo88,R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor

 Santo Evangelio según san Marcos (16,15-20):

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»

Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

Palabra del Señor

Compartimos:

La lectura evangélica de hoy son las últimas palabras del libro. Estas palabras se entienden perfectamente cuando se ha leído-comprendido-vivido toda la historia.

Predicad el Evangelio a toda la creación. Id llevando Noticias Buenas. A todos, a todas. A todo: la creación, la tierra. Esta semana, que hemos celebrado el día de la tierra, comprendemos mejor la cantidad de buenas noticias, en forma de sensibilidad ecológica, que espera nuestro querido planeta. Y la cantidad de hermanos y hermanas nuestras que están esperando que seamos para ellos la Buena Noticia de Dios.

Los signos que nos acompañan. Me llama la atención la de hablar el lenguaje universal, que todos entienden. Ese lenguaje universal es el de los hechos, que todo el mundo entiende. Ellos se fueron a predicar el Evangelio. Y así hasta hoy.

No dejes de soñar nunca

 Los sueños son los ideales a los que aspiramos, las ilusiones que tenemos por realizar determinados proyectos, las esperanzas de que las cosas cambien o permanezcan tal cual están.

Los sueños no son metas ilusorias que viven en nuestra mente sin posibilidad de ser realizados… son oportunidades de vivir mejor , con sensatez y con bondad hacia los demás y consigo mismo para ser más felices.

Con frecuencia obstaculizamos o paralizamos nuestros sueños por miedo al cambio, a la novedad desconocida o al fracaso… sin embargo ellos son los que nos impulsan a caminar hacia un sendero concreto en el que esperamos encontrarnos a nosotros mismos y a decidir lo que queremos ser.

Nunca dejes pasar tus sueños pues ellos, sin ninguna duda, te acercan más a Dios, puedes encontrar el dialogo con Él constantemente, eso es crecer en el amor y la verdadera libertad.

domingo, 24 de abril de 2022

Oración a Jesús Resucitado

 Jesús Resucitado danos alegría de vivir con amor,

enséñanos a caminar a la fiesta de tu encuentro,

pon humildad, claridad y calor en nuestro corazón

para que sepamos ser más caritativos con los demás;

y ante todo, pon fervor y entrega en nuestras almas

para que no dejemos de amarte nunca.

Oh mi amantísimo Jesús, que eres la Resurrección y la Vida

Tu has venido, Tu volverás, te esperamos cada día, 

oh Juez Soberano, nuestro Divino Maestro, 

oh buen Pastor, estabas muerto y has resucitado, 

en tus Manos nos ponemos, a tu inagotable amor acudimos, 

en tu Corazón depositamos nuestras suplicas y necesidades, 

usa tu clemencia y fortalece nuestra debilidad, 

sé nuestra vida, sé nuestro guía y nuestra paz, 

establece la concordia entre todos los pueblos, 

defiéndenos de todo mal y danos los bienes eternos, 

que las guerras terminen en amistad, perdonando de verdad.

Que sea todo en gloria de tu Santo Nombre.

 Señor resucitó, ¡Aleluya, Aleluya!

Amén 

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO

Plaza de San Pedro

II Domingo de Pascua o Domingo de la Divina Misericordia, 24 de abril de 2022

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, último día de la Octava de Pascua, el Evangelio nos habla de la primera y segunda aparición del Resucitado a los discípulos. Jesús viene en Pascua, mientras los Apóstoles están encerrados en el Cenáculo, por miedo, pero como Tomás, uno de los Doce, no está presente, vuelve ocho días después (cf. Jn 20, 19-29). Centrémonos en los dos protagonistas, Tomás y Jesús, mirando primero al discípulo y luego al Maestro. Es un lindo diálogo el que tienen estos dos.

El Apóstol Tomás, en primer lugar. Él nos representa a todos nosotros, que no estábamos presentes en el Cenáculo cuando apareció el Señor y no teníamos otras señales físicas o apariciones de Él. También nosotros, como aquel discípulo, a veces luchamos: ¿cómo crees que Jesús ha resucitado? ¿Quién nos acompaña y es el Señor de nuestra vida sin haberlo visto, sin haberlo tocado? ¿Cómo crees esto? ¿Por qué el Señor no nos da algunos signos más evidentes de su presencia y amor? Algunas señales que puedo ver mejor... Aquí también nosotros somos como Tomás, con las mismas dudas, los mismos razonamientos.

Pero no tenemos que avergonzarnos de esto. Al contarnos la historia de Tomás, en efecto, el Evangelio nos dice que el Señor no busca cristianos perfectos. El Señor no busca cristianos perfectos. Os digo: tengo miedo cuando veo algún cristiano, alguna asociación de cristianos que se creen perfectos. El Señor no busca cristianos perfectos; el Señor no busca cristianos que nunca duden y siempre hagan alarde de una fe segura. Cuando un cristiano es así, algo anda mal. No, la aventura de la fe, como para Tomás, está hecha de luces y sombras. Si no, ¿qué fe sería esa? Conoce momentos de consuelo, ímpetu y entusiasmo, pero también de cansancio, desconcierto, dudas y oscuridad. El Evangelio nos muestra la "crisis" de Tomás para decirnos que no debemos temer las crisis de la vida y de la fe. Las crisis no son un pecado, son un viaje,no debemos temerles. Muchas veces nos humillan, porque nos despojan de la idea de tener la razón, de ser mejores que los demás. Las crisis nos ayudan a reconocernos en la necesidad: reavivan la necesidad de Dios y nos permiten así volver al Señor, tocar sus llagas, volver a experimentar su amor, como la primera vez. Queridos hermanos y hermanas, es mejor una fe imperfecta pero humilde, que siempre vuelve a Jesús, que una fe fuerte pero presuntuosa, que nos hace orgullosos y arrogantes. ¡Ay de estos, ay!Queridos hermanos y hermanas, es mejor una fe imperfecta pero humilde, que siempre vuelve a Jesús, que una fe fuerte pero presuntuosa, que nos hace orgullosos y arrogantes. ¡Ay de estos, ay!Queridos hermanos y hermanas, es mejor una fe imperfecta pero humilde, que siempre vuelve a Jesús, que una fe fuerte pero presuntuosa, que nos hace orgullosos y arrogantes. ¡Ay de estos, ay!

Y ante la ausencia y el camino de Tomás, que muchas veces también es el nuestro, ¿cuál es la actitud de Jesús? El Evangelio dice dos veces que Él "vino" (vv. 19.26). Una primera vez, luego una segunda vez, ocho días después. Jesús no se rinde, no se cansa de nosotros, no tiene miedo de nuestras crisis, de nuestras debilidades. Siempre vuelve: cuando se cierran las puertas, vuelve; cuando dudamos, vuelve; cuando, como Thomas, necesitamos conocerlo y tocarlo más de cerca, él regresa. Jesús siempre vuelve, siempre llama a la puerta, y no vuelve con signos poderosos que nos harían sentir pequeños e inadecuados, incluso avergonzados, pero con sus heridas; vuelve mostrándonos sus heridas, signos de su amor que se ha casado con nuestras fragilidades .

Hermanos y hermanas, especialmente cuando experimentamos cansancio o momentos de crisis, Jesús, el Resucitado, quiere volver a estar con nosotros. Sólo espera que lo busquemos, lo invoquemos, mientras nosotros, como Tomás, protestamos, llevándole nuestras necesidades y nuestra incredulidad. Él siempre regresa. ¿Porque? Porque es paciente y misericordioso. Viene a abrir los cenáculos de nuestros miedos, de nuestras incredulidades, porque siempre quiere darnos otra oportunidad. Jesús es el Señor de las "otras oportunidades": siempre nos da otra, siempre. Entonces pensemos en la última vez -hagamos un poco de memoria- en que, en un momento difícil, o en un período de crisis, nos encerramos, atrincherándonos en nuestros problemas y dejando a Jesús fuera de casa. Y prometámonos, la próxima vez, en el esfuerzo, buscar a Jesús, volver a él,a su perdón - ¡Él siempre perdona, siempre! -, volver a aquellas heridas que nos han curado. Así, también seremos capaces de compasión, de acercarnos a las heridas de los demás sin rigidez y sin prejuicios.

Que Nuestra Señora, Madre de la Misericordia -me gusta pensar en ella como Madre de la Misericordia el lunes tras el domingo de la Misericordia-, nos acompañe en el camino de la fe y del amor.

Queridos hermanos y hermanas ,

hoy varias Iglesias ortodoxas y católicas orientales, así como varias comunidades latinas, celebran la Pascua según el calendario juliano. Lo celebramos el pasado domingo, según el calendario gregoriano. Les ofrezco mis mejores deseos: ¡Cristo ha resucitado, ha resucitado de verdad! Que sea él quien llene de esperanza las buenas expectativas de los corazones. Que sea él quien dé la paz, ultrajado por la barbarie de la guerra. Justo hoy han pasado dos meses desde el inicio de esta guerra: en lugar de detenerse, la guerra se ha intensificado. Es triste que en estos días, que son los más santos y solemnes para todos los cristianos, se escuche más el fragor mortal de las armas que el sonido de las campanas que anuncian la resurrección; y es triste que las armas tomen cada vez más el lugar de la palabra.

Renuevo el llamamiento a la tregua pascual, signo mínimo y tangible de un deseo de paz. Detener el ataque, para enfrentar el sufrimiento de la población exhausta; detengámonos, obedeciendo las palabras del Resucitado, que el día de Pascua repite a sus discípulos: « ¡La paz esté con vosotros! ( Lc 24,36; Jn 20,19,21). Pido a todos que aumenten la oración por la paz y que tengan el coraje de decir, de demostrar que la paz es posible. Dirigentes políticos , por favor escuchen la voz del pueblo que quiere la paz, no una escalada del conflicto.

En este sentido, saludo y agradezco a los participantes en la Marcha extraordinaria Perugia-Asís por la paz y la fraternidad, que se desarrolla hoy; así como a los que se han sumado, dando vida a eventos similares en otras ciudades de Italia.

Hoy los obispos de Camerún realizan una peregrinación nacional con sus fieles al Santuario mariano de Marianberg, para volver a dedicar el país a la Madre de Dios y ponerlo bajo su protección. Rezan en particular por el regreso de la paz a su país, que desde hace más de cinco años, en varias regiones, ha sido desgarrado por la violencia. Elevemos también nuestra súplica, junto con los hermanos y hermanas de Camerún, para que Dios, por intercesión de la Virgen María, conceda pronto una paz verdadera y duradera a este amado país.

Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos que habéis venido de Italia y de muchos países. En particular, saludo a los polacos, con un pensamiento para los compatriotas que celebran el "Día del Bien" promovido por Caritas, y también para las víctimas de accidentes mineros. Saludo a los fieles de Milán, Faenza, Verolanuova, Nembro ya los voluntarios vicencianos de la Orden de Malta. Un saludo especial a la peregrinación de los jóvenes confirmados de la diócesis de Piacenza-Bobbio, acompañados por su Obispo, así como a los Confirmadores de Mondovì, Almenno San Salvatore, Albegno, Cazzago San Martino y Alta Padovana, y también a el grupo de Sant'Angelo Lodigiano y los monaguillos de Spirano. Saludo a los devotos de la Divina Misericordia que se han reunido hoy aquí, en la iglesia-santuario de Santo Spirito in Sassia; y los participantes en la Caminata de la Sacra di San Michele al Monte Sant'Angelo.

¡Feliz Domingo a todos! Y por favor, no olvides orar por mí. Que tengas un buen almuerzo y adiós.

sábado, 23 de abril de 2022

Domingo 2º de Pascua - Ciclo C

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,12-16):

Los apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los fieles se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacia lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor. La gente sacaba los enfermos a la calle, y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos, cayera sobre alguno. Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén, llevando a enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos se curaban.

Palabra de Dios

Salmo 117,R/. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia

Segunda lectura

Lectura del libro del Apocalipsis (1,9-11a.12-13.17-19):

Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la constancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la palabra, Dios, y haber dado testimonio de Jesús. Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente que decía: «Lo que veas escríbelo en un libro, y envíaselo a las siete Iglesias de Asia.» Me volví a ver quién me hablaba, y, al volverme, vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos una figura humana, vestida de larga túnica, con un cinturón de oro a la altura del pecho. Al verlo, caí a sus pies como muerto. Él puso la mano derecha sobre mí y dijo: «No temas: Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. Escribe, pues, lo que veas: lo que está sucediendo y lo que ha de suceder más tarde.»

Palabra de Dios

Lectura del santo evangelio según san Juan (20,19-31):

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.» Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.» Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados! quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.» Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.» A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.» Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.» Contestó Tomás: «¡Señor Mío y Dios Mío!» Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.» Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo tengáis vida en su nombre.

Palabra del Señor

Compartimos:

ERA EL ANOCHECER DE AQUEL DÍA. Cuando es de noche se siente más el frío, y la soledad y el miedo. Cualquier enfermo de un hospital podría contárnoslo. Pero la noche estaba sobre todo «dentro» de los discípulos: ¡Un  desconcierto total! ¿Y qué hacemos ahora, si ya no está el Señor con nosotros? 

      Pedro se había hartado de llorar por no haber sabido mantener su palabra de fidelidad, por no haber permanecido junto al Señor aunque le costara la vida. Ante las preguntas de una desconocida criada en un patio, se había encogido y había sentido temor y se había desmarcado del Maestro. 

      Los demás discípulos también huyeron, como ovejas sin pastor. También les remordía la conciencia: aquella sencilla y última petición del Maestro en el Huerto de los Olivos: "Velad y orad conmigo"... Se quedaron dormidos, y no le acompañaron en su angustiosa oración. Y cuando vinieron a por él quedaron desconcertados: no opuso la menor resistencia, ni les permitió defenderle de los soldados. Nada: Ni un milagro. Ni una palabra de protesta, ni una maldición... ¿Por qué no hizo algo? ¡Qué decepción! 

     También nos pasa a nosotros. El Señor sabe por experiencia y nos previene de que es importante: Orar para no caer en la tentación. Tanto, que lo incluyó en el Padrenuestro, que con tanta frecuencia repetimos... Pero a menudo nos puede el cansancio, la desgana, el ritmo loco de vida que llevamos... y terminamos fallando, se nos viene la noche encima, y por dentro. Nos propusimos sinceramente permanecer fieles al Señor, dar testimonio de que somos de los suyos, jugarnos la vida si hace falta... hasta que se presenta la ocasión y... ¡no sé de qué me hablan! ¡yo no le conozco! ¡No, yo ya no...! Hemos cometido un error, una traición, un pecado... y nos venimos abajo sin remedio. O nos llegan las  las decepciones cuando esperamos esa intervención milagrosa del Señor... que no llega. Querríamos un signo suyo, ver que es poderoso, que nos resuelve nuestros problemas... Y no. Dicen varios estudios que esta pandemia ha provocado un aumento de increyentes y agnósticos. El caso es que acabamos confundidos o desencantados o desanimados tanto como aquellos Once.

Sábado de la Octava de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (4,13-21):

En aquellos días, los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, viendo la seguridad de Pedro y Juan, y notando que eran hombres sin letras ni instrucción, estaban sorprendidos. Reconocían que habían sido compañeros de Jesús, pero, viendo de pie junto a ellos al hombre que había sido curado, no encontraban respuesta. Les mandaron salir fuera del Sanedrín y se pusieron a deliberar entre ellos, diciendo: «¿Qué haremos con estos hombres? Es evidente que todo Jerusalén conoce el milagro realizado por ellos, no podemos negarlo; pero, para evitar que se siga divulgando, les prohibiremos con amenazas que vuelvan a hablar a nadie de ese nombre». Y habiéndolos llamado, les prohibieron severamente predicar y enseñar en el nombre de Jesús. Pero Pedro y Juan les replicaron diciendo: «¿Es justo ante Dios que os obedezcamos a vosotros más que a él? Juzgadlo vosotros. Por nuestra parte no podemos menos de contar lo que hemos visto y oído».Pero ellos, repitiendo la prohibición, los soltaron, sin encontrar la manera de castigarlos a causa del pueblo, porque todos daban gloria a Dios por lo sucedido.

Palabra de Dios

Salmo R/. Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste

Santo Evangelio según san Marcos (16,9-15):

Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron. Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando al campo. También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron. Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación».

Palabra del Señor

Compartimos:

El final del evangelio de Marcos es un añadido; y da la noticia de las apariciones del resucitado. El Cristo resucitado se hace encontradizo, se hace ver y se da a conocer: a María Magdalena, a los discípulos de Emaús… El que es encontrado por él no puede menos de contar lo que ha visto y oído. La experiencia de encuentro incluye la misión de anunciarlo. Verlo y anunciarlo son dos caras de la misma  experiencia. El anuncio es llamada a la fe; es invitación a creer. El texto del evangelio insiste  en que los destinatarios no creen. Jesús mismo reprocha a los once su incredulidad porque no creen en el testimonio de los que le han visto resucitado y vivo. Ya en la etapa pre-pascual Jesús reprochaba la dureza de corazón de los discípulos a la hora de entender el camino de Jesús, sus actitudes y prácticas.

En la etapa  post-pascual, la comunidad cristiana sigue escuchando el mandato de Jesús: Id y proclamad… Y la Iglesia siente que no puede menos de contar lo que ha visto y oído. Siente la necesidad de seguir proclamando la misericordia eterna del  Señor y contando sus hazañas. Especialmente la gran proeza de la resurrección de Jesús y los milagros que los testigos siguen haciendo en su nombre…

¿Sentimos nosotros la urgencia de anunciar la resurrección de Jesús? ¿Necesitamos nosotros creer y esperar en la resurrección? ¿Estamos contentos y satisfechos con esta vida presente y no anhelamos más?Sábado de la Octava de Pascua

viernes, 22 de abril de 2022

Oración de petición

Señor Jesús, con tu resurrección llenas nuestra vida de esperanza.

 de alegría y confianza en Tí.

Tú, que estás lleno de bondad y amor,

renuévanos con tu Espíritu de Verdad y de Vida para que

 vuelva a nosotros la fe y caridad para servir a todos como tú lo hiciste.

Transmítenos tu caridad infinita hacia el Padre y hacia los hermanos.

Llénanos de tu Luz y tu Palabra.

Tú, que supiste obedecer a la voluntad del Padre,

ayúdanos a que sea ella nuestra única preocupación,

nuestra alegría, nuestro deseo y nuestro descanso.

Guíanos, Jesús, con tu presencia para que un día podamos ver

 tu rostro, alabarte y bendecirte por toda la eternidad.

Viernes de la Octava de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (4,1-12):

En aquellos días, mientras Pedro y Juan hablaban al pueblo, después de que el paralítico fuese sanado, se les presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo y los saduceos, indignados de que enseñaran al pueblo y anunciaran en Jesús la resurrección de los muertos. Los apresaron y los metieron en la cárcel hasta el día siguiente, pues ya era tarde. Muchos de los que habían oído el discurso creyeron; eran unos cinco mil hombres.

Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, junto con el sumo sacerdote Más, y con Caifás y Alejandro, y los demás que eran familia de sumos sacerdotes, Hicieron comparecer en medio de ellos a Pedro y a Juan y se pusieron a interrogarlos:«¿Con qué poder o en nombre de quién habéis hecho eso vosotros?».Entonces Pedro, lleno de Espíritu Santo, les dijo:«Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por este Nombre, se presenta este sano ante vosotros. Él es “la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular”; no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos».

Palabra de Dios

Salmo 117,R/. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular

Santo Evangelio según san Juan (21,1-14):

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar». Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo».Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?».Ellos contestaron: «No». Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro:«Es el Señor». Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque rio distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger».Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.Jesús les dice: «Vamos, almorzad». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor

Compartimos:

La nueva forma de presencia del Mesías requiere una pedagogía. El resucitado es el mismo Jesús pero no es lo mismo. Jesús se presenta en la orilla del lago, pero nos discípulos no saben que es Jesús. Están en medio de la faena cotidiana de la pesca. La nueva forma de presencia no es invasora: invita a echar de nuevo las redes, prepara  la comida de pan y pescado, les invita a almorzar. Jesús reparte el pan y el pescado. Su presencia  se hace certeza en los discípulos, la sienten, la notan; el discípulo amado confiesa “es el Señor”. No cabe duda el Resucitado está con ellos.

Como comunidad nacida de la Pascua seguimos anunciado y proclamando la gran noticia: este es el día en que actúo el Señor; nos llena de gozo y de alegría. Su  amor es eterno, su misericordia es eterna. Resucitó a  Jesús de entre los muertos; su acción es la antítesis de las acciones de los jefes del pueblo. Ellos son los arquitectos que desecharon a la piedra angular. Dios lo ha constituido en ángulo y fundamento del edificio entero. Ha sido un milagro patente. Sólo el Dios resucitador puede hacerlo. Y la Iglesia se siente con el encargo de anunciar esto. Y con la valentía para hacerlo incluso frente a los adversarios. Se siente legitimada y capacitada para continuar la misión de Jesús: sigue curando a los enfermos que lo hacía Jesús en su historia. Y en su nombre.

¿Tenemos experiencia de la resurrección?

¿Necesitamos que alguien o algo no se nos muera para siempre?

jueves, 21 de abril de 2022

Jueves de la Octava de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (3,11-26):

En aquellos días, mientras el paralítico curado seguía aún con Pedro y Juan, todo el pueblo, asombrado, acudió corriendo al pórtico llamado de Salomón, donde estaban ellos. Al verlo, Pedro dirigió la palabra a la gente: «Israelitas, ¿por qué os admiráis de esto? ¿Por qué nos miráis como si hubiéramos hecho andar a este con nuestro propio poder o virtud? El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y de quien renegasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo. Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios Jo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello. Por la fe en su nombre, este, que veis aquí y que conocéis, ha recobrado el vigor por medio de su nombre; la fe que viene por medio de él le ha restituido completamente la salud, a la vista de todos vosotros. Ahora bien, hermanos, sé que Jo hicisteis por ignorancia, al igual que vuestras autoridades; pero Dios cumplió de esta manera lo que había predicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer. Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados; para que vengan tiempos de consuelo de parte de Dios, y envíe a Jesús, el Mesías que os estaba destinado, al que debe recibir el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de la que Dios habló desde antiguo por boca de sus santos profetas.

Moisés dijo: “El Señor Dios vuestro hará surgir de entre vuestros hermanos un profeta como yo: escuchadle todo lo que os diga; y quien no escuche a ese profeta será excluido del pueblo”. Y, desde Samuel en adelante, todos los profetas que hablaron anunciaron también estos días. Vosotros sois los hijos de los profetas, los hijos de la alianza que hizo Dios con vuestros padres, cuando le dijo a Abrahán: “En tu descendencia serán bendecidas todas las familias de la tierra”. Dios resucitó a su Siervo y os lo envía en primer lugar a vosotros para que os traiga la bendición, apartándoos a cada uno de vuestras maldades».

Palabra de Dios

Salmo 8,R/. Señor, dueño nuestro ¡que admirable es tu nombre en toda la tierra!

Santo Evangelio según san Lucas (24,35-48):

En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros». Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo». Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tenéis ahí algo de comer?». Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: «Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí». Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y les dijo: «Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».

Palabra del Señor

Compartimos:

El resucitado no es un fantasma. Es el mismo Jesús crucificado; lleva las señales de cuerpo; “soy yo en persona”. Desde esa necesidad de afirmar la identidad entre el crucificado y el resucitado se explica la insistencia del evangelio de hoy en el carácter material del resucitado. Tiene manos y pies, se le puede tocar, come pez asado delante de ellos. Teniendo en cuenta el conjunto de los datos del NT, estas expresiones quieren decir simplemente que no es un fantasma, que es el mismo Jesús encarnado. No se pueden interpretar como afirmación directa sobre el carácter material, histórico y mortal del cuerpo resucitado de Jesús.

El discurso de Pedro nos trasmite el primitivo kérigma cristológico. El Dios de nuestros padres ha glorificado a su siervo Jesús. Son significativos los nombres que se dan a Jesús: justo, siervo, santo, pionero de la vida…La  glorificación por parte de Dios se contrapone a la acción destructora de los judíos al entregar y rechazar a Jesús. La segunda antítesis contrapone a Jesús y a Barrabás: los judíos renegaron de Jesús y pidieron el indulto de un asesino. La tercera antítesis: matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos. Lucas insiste en la continuidad de la historia de la salvación según la Escritura: somos los hijos de los profetas, los hijos de la alianza.

miércoles, 20 de abril de 2022

Oración de petición

 MUÉSTRANOS TU GLORIA, SEÑOR.

En el camino de la vida:

MUÉSTRANOS TU GLORIA SEÑOR.

En el sendero hacia el Calvario:

MUÉSTRANOS TU GLORIA, SEÑOR.

En la fe y en la esperanza:

MUÉSTRANOS TU GLORIA, SEÑOR.

En el trabajo y en las responsabilidades:

MUÉSTRANOS TU GLORIA, SEÑOR.

En la cruz y en el sufrimiento:

MUÉSTRANOS TU GLORIA, SEÑOR.

En la vida y en la muerte:

MUÉSTRANOS TU GLORIA, SEÑOR.

En la tristeza y en la inquietud:

MUÉSTRANOS TU GLORIA, SEÑOR.

y nunca nos dejes a nuestra suerte.

Amén

Miércoles de la Octava de Pascua

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (3,1-10):

En aquellos días, Pedro y Juan subían al tempo, a la oración de la hora nona, cuando vieron traer a cuestas a un lisiado de nacimiento. Solían colocarlo todos los días en la puerta del templo llamada «Hermosa, para que pidiera limosna a los que entraban. Al ver entrar en el templo a Pedro y a Juan, les pidió limosna. Pedro, con Juan a su lado, se quedó mirándolo y le dijo: «Míranos». Clavó los ojos en ellos, esperando que le darían algo. Pero Pedro le dijo: «No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda». Y agarrándolo de la mano derecha lo incorporó. Al instante se le fortalecieron los pies y los tobillos, se puso en pie de un salto, echó a andar y entró con ellos en el templo por su pie, dando brincos y alabando a Dios. Todo el pueblo lo vio andando y alabando a Dios, y, al caer en la cuenta de que era el mismo que pedía limosna sentado en la puerta Hermosa del templo, quedaron estupefactos y desconcertados ante lo que le había sucedido.

Palabra de Dios

Salmo 104,R/. Que se alegren los que buscan al Señor

Eanto Evangelio según san Lucas (24,13-35):

Aquel  mismo día, el primero de la semana, dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos setenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?». Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió: «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado estos días?». Él les dijo: «¿Qué».

Ellos le contestaron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana la sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron». Entonces él les dijo: «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria». Y, comenzado por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras. Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída». Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.

Y se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?». Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón». Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Palabra del Señor

Compartimos:

Camino de la finca, los discípulos de Emaús  hicieron la experiencia del paso de la oscuridad a la luz, de la ceguera a la visión, de la distracción al reconocimiento. Vivieron una catequesis y una experiencia de fe en  la nueva presencia de Cristo. “A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero el desapareció”. El camino, la conversación, la explicación de la Escritura, el bendecir y compartir el pan, han sido los elementos de la cristolofanía. El final verifica la convicción fundamental: “Era verdad, ha resucitado y se ha aparecido a Simón”. A la inversa, la Eucaristía es un sacramento pascual;  los discípulos lo reconocen al partir el pan.

El milagro del “lisiado de nacimiento” muestra la eficacia vitalizadora del Resucitado por medio de sus testigos. Los discípulos  son portadores del poder del Resucitado. Hablan en su nombre, curan en su nombre: “en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar”.  Y echó a andar dando brincos y alabando a Dios.

El tipo de curación tiene un alto significado simbólico. El Resucitado hace mover al paralítico que somos cada uno de nosotros. Nos cura de nuestras parálisis. Nos pone en movimiento, nos hace saltar y alabar a Dios. La fe en el Resucitado aporta una forma de vida nueva.

Y eso hay que celebrarlo, agradecerlo, contarlo anunciarlo. Es la  gran maravilla que Dios ha hecho en nuestra historia. Y que sigue haciendo con nosotros. 

martes, 19 de abril de 2022

Padre Manuel Uña O.P "No hay situación capaz de arruinar lo mejor de nuestro espíritu"

El 6 de abril de 2022, los amigos de los frailes dominicos del convento de San Juan de Letrán, en La Habana, Cuba, se dieron cita para acompañar a Fr. Manuel Uña Fernández en la presentación de su libro: 'Vivir a corazón abierto. Memorias de un sembrador'

Fr. Manuel, con sus casi 87 años y 63 de sacerdote dominico, expresó sus sentimientos de gratitud ante un nutrido auditorio. Es el reconocimiento de un pueblo que encuentra un momento propicio para expresarlo y hacerlo público

En un momento histórico donde las noticias estremecen y los rostros sufridos de nuestros vecinos nos encogen el corazón, necesitamos estas otras buenas nuevas, que entren como aire fresco en el alma y pongan en pie la esperanza

Yarelis Rico, editora de la Revista Palabra Nueva y conductora de la actividad, definió al autor del libro como "sembrador fiel y discreto que ha sembrado en todas las orillas"

Con las palabras de Fr. Manuel les dejamos, ellas transmiten el contenido del encuentro y su espíritu.Se trata de una obra sencilla, publicada con mucho cariño por la Editorial Doce Calles en diciembre del año pasado. Acercándonos a ella tenemos aquella sensación descrita por Irene Vallejo cuando nos dice: “El tiempo de cada lector se alarga por la confluencia entre la realidad tangible y el pasado reconstruido. La máquina del tiempo existe: son los libros”. Al hojear estas páginas podemos ir a varios lugares distantes y existir en tiempos diversos, porque las une una constante: la consciencia del don recibido y el intento de responder a cada llamada, de lo Alto y de la vida, con cierto atrevimiento confiado.

Oración a Jesús resucitado

que diste paz a los apóstoles,

reunidos en oración, diciéndoles:

“La paz esté con ustedes»,

concédenos el don de la paz.


Defiéndenos del mal

y de todas las formas de violencia

que agitan a nuestra sociedad,

para que tengamos una vida digna,

humana y fraterna.


Oh Jesús,

que moriste y resucitaste por amor,

aleja de nuestras familias y de la sociedad

todas las formas de desesperación y desánimo,

para que vivamos como personas resucitadas

y seamos portadores de tu paz.

¡Amén!