domingo, 31 de enero de 2021

JESÚS TENÍA PODER DE PERSUASIÓN

El evangelio de este domingo (Mc 1,21-28) invita a reflexionar sobre la autoridad de Jesús. Jesús no tenía poder: si lo hubiera tenido, hubiera mandado una legión de ángeles que le defendieran frente a aquellos que buscaban matarle. Jesús tenía autoridad. No es lo mismo poder que autoridad. Pocas veces coinciden. Cuando se trata de poder, unos pocos están arriba y muchos están abajo. El poder impone, crea súbditos y subordinados y, en ocasiones, se impone contra la voluntad de los subordinados. El poder consigue lo que quiere a base de fuerza.

La autoridad, para conseguir lo que pretende, utiliza el camino del ejemplo y la persuasión. Persuadir es ofrecer buenas razones para que alguien actúe o piense de una determinada manera. Persuadir no es manipular. La autoridad siempre deja libre, se implica en aquello que pide, muestra con el ejemplo de su vida la bondad de lo que pide. Jesús tenía mucha autoridad. Si hablaba de amor a los enemigos, él mismo en la cruz perdonaba a quienes le asesinaban. Si decía que servir y hacerse pequeño es el camino para ser el más importante, él mismo se hacía pequeño lavando los pies a sus discípulos. Si predicaba que los pobres podían ser felices, él se hizo pobre, hasta el punto de que no tenía dónde reclinar la cabeza.

La autoridad de Jesús no es comparable a la de los modernos “influencers”. Hoy, en las redes sociales, hay personas que buscan fidelizar a millones de seguidores, pretendiendo “hacer caja”, más que un diálogo sincero y constructivo. Por eso, importa el lugar que ocupan en el ranking de cara a negociar con agencias de publicidad. Sin duda son personas respetables. Pero es claro que la influencia de Jesús se sitúa a otro nivel. Para empezar, la predicación de Jesús es de una gratuidad total. En sus obras y palabras no hay ningún asomo de publicidad. Los “influencers” tienen un recorrido corto. Por eso renuevan constantemente sus páginas. La influencia de Jesús es de largo recorrido, nunca pierde actualidad. Y, sobre todo, lo que Jesús anuncia, a saber, un Dios de amor y misericordia que solo busca el bien de las personas, la salud de los enfermos, la alegría para los tristes, la justicia para los desheredados, no tiene nada que ver con lo que promueven los “influencers”.

El reino que Jesús anuncia tiene capacidad de transformar las vidas de quienes lo acogen, llega a lo profundo del corazón. Así se explica lo que ocurre en el evangelio de este domingo, la curación del endemoniado. Sin entrar en especulaciones sobre qué tipo de enfermedad tenía esa persona, conviene situarse en el contexto de la teología de la época, a saber: “si está enfermo, es porque algún pecado ha cometido”. Una teología así es capaz de hacer perder la cabeza a la gente buena, sencilla, trabajadora, honrada. La autoridad de Jesús libera de todos esos demonios que oprimen y deprimen, esos demonios producto de una teología que presenta un Dios caprichoso y castigador.

                                                                             Martin Gelabert. O.P

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO


Biblioteca del Palacio Apostólico

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El pasaje evangélico de hoy (cf. Mc 1,21-28) relata un día típico del ministerio de Jesús, se trata concretamente de un sábado, día dedicado al descanso y la oración, la gente iba a la sinagoga. En la sinagoga de Cafarnaúm, Jesús lee y comenta las Escrituras. Su manera de hablar atrae a los presentes, que quedan asombrados porque demuestra una autoridad diferente a la de los escribas (v. 22). Además, Jesús se revela poderoso también en las obras. Así es, cuando un hombre en la sinagoga se vuelve contra él, llamándole el Santo de Dios, Jesús reconoce el espíritu maligno, le ordena que salga de ese hombre y lo expulsa (vv. 23-26).

Aquí vemos los dos elementos característicos de la acción de Jesús: la predicación y la obra taumatúrgica de curación: predica y cura. Ambos aspectos se destacan en el pasaje del evangelista Marcos, pero el que más sobresale es el de la predicación; el exorcismo se presenta para confirmar su “autoridad” singular y su enseñanza. Jesús predica con autoridad propia, como alguien que tiene una doctrina que procede de sí mismo, y no como los escribas que repetían tradiciones anteriores y leyes recibidas. Repetían palabras, palabras, palabras, solo palabras —como cantaba la gran Mina—. Eran así: solo palabras. En Jesús, en cambio, la palabra tiene autoridad, Jesús tiene autoridad. Y esto toca el corazón. La enseñanza de Jesús tiene la misma autoridad de Dios que habla; de hecho, con una sola orden libera fácilmente al poseído del maligno y lo cura. ¿Por qué? Porque su palabra obra lo que dice. Porque es el profeta definitivo. Pero, ¿por qué digo esto, qué es el profeta definitivo? Recordemos la promesa de Moisés. Dice Moisés: “Después de mí, más adelante, vendrá un profeta como yo —¡como yo!— que os enseñará” (cf. Dt 18,15). Moisés anuncia a Jesús como el profeta definitivo. Por eso [Jesús] no habla con autoridad humana, sino con autoridad divina, porque tiene el poder de ser el profeta definitivo, es decir, el Hijo de Dios que nos salva, nos sana a todos.

El segundo aspecto, el de las curaciones, muestra que la predicación de Cristo tiene como objetivo vencer el mal presente en el hombre y en el mundo. Su palabra apunta directamente contra el reino de Satanás, lo pone en crisis y lo hace retroceder, obligándolo a dejar el mundo. El poseído —ese hombre poseído, obseso—, tras la orden del Señor, es liberado y transformado en una nueva persona. Además, la predicación de Jesús pertenece a una lógica opuesta a la del mundo y del maligno: sus palabras se revelan como la alteración de un orden equivocado de las cosas. El diablo presente en el poseído, de hecho, grita cuando Jesús se acerca: «¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a arruinarnos?» (v. 24). Estas expresiones indican la total diferencia entre Jesús y Satanás: están en planos completamente diferentes; no hay nada en común entre ellos; son opuestos entre sí. Jesús, que tiene autoridad, que atrae a las personas con su autoridad, y también el profeta que libera, el profeta prometido que es el Hijo de Dios que sana. ¿Escuchamos las palabras autorizadas de Jesús? Siempre, no os olvidéis de llevar en el bolsillo o el bolso un pequeño Evangelio, para leerlo durante el día, para escuchar la palabra autorizada de Jesús. Y además, todos tenemos problemas, todos tenemos pecados, todos tenemos enfermedades espirituales. Pidamos a Jesús: “Jesús, tú eres el profeta, el Hijo de Dios, el que fue prometido para sanarnos. ¡Sáname!”. Pedir a Jesús la curación de nuestros pecados, de nuestros males.

La Virgen María guardó siempre en su corazón las palabras y los gestos de Jesús, y lo siguió con total disponibilidad y fidelidad. Que Ella nos ayude también a nosotros a escucharlo y seguirlo, para experimentar en nuestra vida los signos de su salvación.

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Pasado mañana, 2 de febrero, celebraremos la fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo, cuando Simeón y Ana, ambos ancianos, iluminados por el Espíritu Santo, reconocieron a Jesús como el Mesías. El Espíritu Santo suscita aún hoy en los ancianos pensamientos y palabras de sabiduría: su voz es preciosa porque canta las alabanzas de Dios y guarda las raíces de los pueblos. Nos recuerdan que la vejez es un regalo y que los abuelos son el eslabón entre las generaciones, para transmitir a los jóvenes experiencias de vida y de fe. A menudo se olvida a los abuelos y nosotros olvidamos esta riqueza de preservar las raíces y transmitir. Por eso he decidido instituir la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Ancianos, que se celebrará en toda la Iglesia cada año el cuarto domingo de julio, cerca de la fiesta de san Joaquín y santa Ana, los “abuelos” de Jesús. Es importante que los abuelos se encuentren con sus nietos y que los nietos se encuentren con sus abuelos, porque —como dice el profeta Joel— los abuelos soñarán frente a sus nietos, tendrán ilusiones [grandes deseos], y los jóvenes, tomando fuerzas de sus abuelos, irán adelante, profetizarán. Y precisamente el 2 de febrero es la fiesta del encuentro de abuelos con nietos.

Se celebra hoy el Día Mundial de la Lepra, iniciado hace más de sesenta años por Raoul Follereau y llevado adelante especialmente por las asociaciones inspiradas en su labor humanitaria. Expreso mi cercanía a quienes padecen esta enfermedad, y animo a los misioneros, agentes sanitarios y voluntarios comprometidos en su servicio. La pandemia ha confirmado lo necesario que es proteger el derecho a la salud de las personas más vulnerables: espero que los líderes de las naciones unan esfuerzos para curar a quienes padecen la enfermedad de Hansen y por su inclusión social.

Y saludo con cariño a los chicos y chicas de la Acción Católica de esta Diócesis de Roma —algunos de ellos están aquí—, reunidos de forma segura en las parroquias o conectados online, con motivo de la Caravana de la Paz. A pesar de la emergencia sanitaria, este año también, con la ayuda de padres y educadores y sacerdotes asistentes, han organizado esta maravillosa iniciativa. Siguen adelante con las iniciativas, ¡bien, muy bien! ¡Adelante, coraje! Sois estupendos, gracias. Y ahora escuchemos juntos el mensaje que algunos de ellos, aquí al lado, nos leerán en nombre de todos.

Normalmente, estos chicos traían globos para lanzarlos desde la ventana, pero hoy estamos encerrados aquí, no se puede hacer. ¡Pero el próximo año seguro que lo haréis!

Dirijo un cordial saludo a todos los que estáis conectados a través de los medios de comunicación. Os deseo a todos un buen domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

sábado, 30 de enero de 2021

La Iglesia declara «venerable» a Jérôme Lejeune, quien halló el origen genético del síndrome de Down

Este jueves la Santa Sede ha publicado el decreto aprobado por el Papa de la Congregación para las Causas de los Santos y en donde se reconocen las virtudes heroicas del valiente genetista Jérôme Lejeune, un ferviente católico e incansable luchador por la vida.

Este gran científico francés pionero de la genética moderna nació en 1926 y falleció en París en 1994. Su principal hallazgo fue descubrir el origen genético del síndrome de Down, personas a las que se acabó entregando en cuerpo y alma, por las que dio su vida y acabó sacrificando su eminente carrera.

Lejeune amaba a estos niños y quería con su descubrimiento poder encontrar el origen del problema para poder curarlos, pero su hallazgo acabaría siendo utilizado para exterminar a los síndrome de Down antes de nacer.

Este hecho le provocó un enorme dolor, y llegó a perder el Premio Nóbel al denunciar el aborto en una importante conferencia en EEUU llena de científicos. A partir de ese momento cayó en el ostracismo y recibió la espalda de medios, universidades y colegas.

Actuó y vivió siempre con la honestidad y poniendo su fe por delante, lo que provocó que fuera marginado y silenciado a toda costa. No podía haber una voz tan potente a favor de la vida en un momento en el que el aborto estaba siendo legalizado en numerosos países. Era un personaje incómodo, insobornable y con los principios muy firmes.

A Lejeune le dejaron de otorgar premios, invitar a conferencias y empezaron a censurar sus entrevistas hasta que al final incluso el gobierno francés retiró toda la financiación a sus investigaciones. Esto, sin embargo, no le hizo frenar. Con medios o sin medios Jérôme estaba dispuesto a buscar una cura y una mejora de la vida de los síndrome de Down.

Un científico y un hombre de profunda fe

Este médico nunca ocultó su fe, a pesar de que en ocasiones la propia Iglesia en Francia llegara incluso a ponerse de perfil con sus investigaciones para no molestar al poder establecido. Pero él tenía claro que su trabajo era una misión que consistía en salvar a inocentes. Y así dio una lección a los obispos del mundo reunidos en Roma en el Sínodo de 1987.

Libro sobre Jerôme Lejeune

José Javier Esparza hace en este libro una bella semblanza de Lejeune. Puedes comprar aquí el libro 

“Respetar la naturaleza humana no impide el progreso, sino que más bien lo estimula. Los promotores del aborto eugenésico o de la explotación de embriones humanos han creído poder encerrar a los médicos católicos en un dilema cruel: o bien participáis con nosotros en esta misión de investigación y destrucción, y hacéis parte de la matanza de los inocentes, o bien eludís paliar la angustia de las familias que temen ver nacer a un hijo incurable y os laváis las manos. No, la Medicina no está obligada a elegir entre dos papeles odiosos, el de Herodes o el de Pilatos. Es posible vencer la enfermedad y, aunque en absoluto poseo el don de la profecía, hay algo de lo que estoy completamente seguro: los médicos que respetan la vida no cederán nunca y, Deo juvante, un día vencerán”, dijo a los allí presentes.

Una vida unida a la de San Juan Pablo II

Observando la determinación y fuerza a la hora de defender a las personas Down y a los no nacidos no extraña que congeniara tan bien con alguien similar a él en estos aspectos: San Juan Pablo II.

A ambos les uniría una gran amistad y por recomendación de Lejeune, San Juan Pablo II acabaría creando la Academia Pontificia para la Vida, del que precisamente el médico francés fue su primer presidente antes de morir de cáncer en 1994.

Jérôme Lejeune y su mujer Birthe, con San Juan Pablo II

Un detalle no muy conocido es que Jérôme Lejeune y su esposa Birthe comieron con San Juan Pablo II el mismo día en el que horas más tardes el Papa sufriría el atentado que casi acaba con su vida. El matrimonio volvía a Francia esa misma tarde y conoció el ataque cuando ya estaba en París.

Una vez allí y mientras Juan Pablo II se debatía entre la vida y la muerte con varios disparos en el vientre, unos fuertes dolores abdominales empezaron a retorcer de dolor también en ese instante a Lejeune. Rápidamente tuvo que ser ingresado y operado. Ambos amigos habían sido operados prácticamente a la vez y también al mismo tiempo despertaron.

Al día siguiente, Birthe comprobó pasmada que las curvas de temperatura de Jérôme eran las mismas que los periódicos referían sobre Juan Pablo II. Y así día tras día. También coincidieron en el momento en el que ambos salieron del peligro y empezaron la recuperación. ¿Casualidad? Para la familia del científico no lo fue, que lo consideró un ejemplo de “comunión de los santos”, aunque Lejeune lo negara.

El resto de causas que aparecen en el decreto de la Congregación para las Causas de los Santos son las siguientes:

- el martirio del Siervo de Dios Giovanni Fornasini, sacerdote diocesano; nacido el 23 de febrero de 1915 en Pianaccio di Lizzano en Belvedere (Italia) y asesinado por odio a la Fe, en San Martino di Caprara (Italia), el 13 de octubre de 1944.

- las virtudes heroicas del Siervo de Dios Michele Arcangelo María Antonio Vinti, sacerdote diocesano; nacido el 18 de enero de 1893 en Grotte (Italia) y fallecido allí el 17 de agosto de 1943.

- las virtudes heroicas del Siervo de Dios Ruggero Maria Caputo, sacerdote diocesano; nacido el 1 de mayo de 1907 en Barletta (Italia) y fallecido allí el 15 de junio de 1980.

- las virtudes heroicas de la Sierva de Dios  Mary Joseph of  Jesus (nacida Elisabeth Prout), fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Santísima Cruz y de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo; nacida el 2 de septiembre de 1820 en Shrewsbury (Inglaterra) y fallecida en Sutton (Inglaterra) el 11 de enero de 1864.

- las virtudes heroicas del Siervo de Dios Santiago Masarnau Fernández, fiel laico; nacido el 10 de diciembre de 1805 en Madrid (España) y fallecido allí el 14 de diciembre de 1882.

- las virtudes heroicas del Siervo de Dios Pasquale Canzii, seminarista; nacido el 6 de noviembre de 1914 en Bisenti (Italia) y fallecido en Penne (Italia) el 24 de enero de 1930.

- las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Adelaide Bonolis, fiel laica, fundadora de las Obras de Asistencia y Redención Social; nacida el 14 de agosto de 1909 en Milán (Italia) y fallecida allí el 11 de agosto de 1980.

viernes, 29 de enero de 2021

Domingo IV (Ciclo B) del tiempo ordinario

Evangelio (Mc 1,21-28): En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Cafarnaúm. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él». Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen». Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.

PALABRA DE DIOS.

Compartimos:

Hoy, Cristo nos dirige su enérgico grito, sin dudas y con autoridad: «Cállate y sal de él» (Mc 1,25). Lo dice a los espíritus malignos que viven en nosotros y que no nos dejan ser libres, tal y como Dios nos ha creado y deseado.

Si te has fijado, los fundadores de las órdenes religiosas, la primera norma que ponen cuando establecen la vida comunitaria, es la del silencio: en una casa donde se tenga que rezar, ha de reinar el silencio y la contemplación. Como reza el adagio: «El bien no hace ruido; el ruido no hace bien». Por esto, Cristo ordena a aquel espíritu maligno que calle, porque su obligación es rendirse ante quien es la Palabra, que «se hizo carne, y puso su morada entre nosotros» (Jn 1,14).

Pero es cierto que con la admiración que sentimos ante el Señor, se puede mezclar también un sentimiento de suficiencia, de tal manera que lleguemos a pensar tal como san Agustín decía en las propias confesiones: «Señor, hazme casto, pero todavía no». Y es que la tentación es la de dejar para más tarde la propia conversión, porque ahora no encaja con los propios planes personales.

La llamada al seguimiento radical de Jesucristo, es para el aquí y ahora, para hacer posible su Reino, que se abre paso con dificultad entre nosotros. Él conoce nuestra tibieza, sabe que no nos gastamos decididamente en la opción por el Evangelio, sino que queremos contemporizar, ir tirando, ir viviendo, sin estridencias y sin prisa.

El mal no puede convivir con el bien. La vida santa no permite el pecado. «Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro» (Mt 6,24), dice Jesucristo. Refugiémonos en el árbol santo de la Cruz y que su sombra se proyecte sobre nuestra vida, y dejemos que sea Él quien nos conforte, nos haga entender el porqué de nuestra existencia y nos conceda una vida digna de Hijos de Dios.

jueves, 28 de enero de 2021

Beata Vilana de Botti, terciaria dominica.

Beata Vilana de Botti, viuda, terciaria dominica. 28 de febrero (en Florencia), y 29 de enero.

Nació en 1332, en Florencia, de la ilustre familia Botti, y desde niña quiso servir a Dios en la oración y la penitencia. Tantas eran sus ansias, que siendo adolescente, se escapó a un convento, de donde fue sacada, comprometida con un noble, con el que fue casada a la fuerza en 1351. Detestaba su estado matrimonial, pero más aún detestaba contrariar una vez más a su padre, por lo que se sometió sin chistar. En la vida matrimonial, ya por rebeldía o por hastío, se enfriaron su piedad y penitencia, y comenzó a gustar de lujos, vanidades y fiestas de todo tipo. Se hizo poner espejos, todo un lujo en sus días, ante los que pasaba ratos contemplándose. Hasta que un día quiso Dios que en este espejo apareciera un demonio horrible, con sus mismos adornos y maquillajes, y tan horrible fue, que se desmayó en el acto. Al volver en sí, repitió la experiencia por tres veces y en tres espejos diferentes, así que se convenció de la fealdad de su alma y su segura condenación.

Esta fue su conversión, su experiencia fundante, sobre la que se basó su vida espiritual posterior: retomó sus prácticas penitenciales, se deshizo de vestidos, joyas y maquillajes. Volvió a la oración y la caridad cristiana. Quiso humillarse, pidiendo limosna de casa en casa, pidiendo por amor a los pobres, pero su familia (una vez más) se lo impidió. Esta nueva vida le trajo la incomprensión, las críticas y burlas de sus parientes, la sociedad y la misma Iglesia, que la veían como excéntrica y no conforme a su estado de casada y de rica condición.

Al enviudar tomó el Hábito de Penitencia de la Tercera Orden dominica, y tuvo más libertad para sus obras piadosas, que si bien le atraían el desprecio de los ricos, le atraían el amor y el agradecimiento de los pobres. Padeció grandes tentaciones y fuertes enfermedades, que sufría pacientemente, auxiliada por la oración. En el momento de su muerte (1361), se durmió plácidamente, sin agonía. El cuerpo fue llevado, entre una multitud, a la iglesia de Santa María Novella, donde permaneció expuesto, siendo venerado durante todo un mes, sin mostrar signos de corrupción y donde fue finalmente enterrado.

El culto se mantuvo en dicha iglesia, de forma extraoficial, pero en aumento y focalizado en torno a su tumba. Sólo en el siglo XIX, en 1824, León XII accedió a oficializar el culto, concediendo oficio a toda la Orden y a la diócesis de Florencia.

«Veo a mi Dios reflejado en la naturaleza»



En cierta tarde deliciosa y a la suave y melancó­lica luz vespertina divertíanse en amigable consorcio los ni­ños que con Tomás se educaban en el monasterio de Montecasino.

De pronto, se apartó del bullicioso corro el más hermoso de aquellos inocentes; y alzando hacia las nubes los ojos y puestas sobre el pecho las manos estúvose en esa actitud largo rato. Aquel niño era Tomás adorando a su Criador en el espejo de la naturaleza, en el cual comenzaba ya a estudiar las maravillas de Dios.

Uno de los monjes que paseaba cerca observó atónito la actitud misteriosa de Tomás y, aproximándose a él, le preguntó por la causa de aquel embeleso. Dos lá­grimas como dos perlas rodaron entonces por las tersas mejillas del angelical infante al salir de la milagrosa suspensión en que se hallaba y, respondiendo a la pregunta del monje, le dijo:

—Estoy trabajando por comprender a Dios. Maestro, habladme vos de mi Hacedor; decidme: ¿quién es Dios?

Sobrecogióse el monje ante la actitud nobilísima y gallarda del pequeñuelo que parecía bajar en aquel momento del Sinaí; y con dulcedumbre inmensa trató de explicarle algo de las grandezas del Señor. El niño escuchaba con atención y cuando hubo terminado el maestro, continuó el discí­pulo.

—Yo veo a mi Dios reflejado en la naturaleza; le siento, le oigo en multitud de maravillas que son como los pasos con que mi alma camina hacia el Cielo… pero quisiera conocer más de cerca al común Señor de las cosas.

Calló el monje sorprendido de la grandeza de aquella alma y de los tesoros de ciencia y de virtud que se encerraban en el inocente corazón de Tomasito; y al narrar a los demás religiosos la entrevista tenida con el niño, seguramente repetirían todos absortos la pregunta que se hicieron muchos de los que presenciaron las maravillas obradas en el nacimiento del Precursor: ¿Quién pensáis que va ser este niño en el que tan clara y ostensible se ve la mano de Dios?… ◊

Extractos de SAINZ, OP, Fr. Manuel de María.

Vida del Angélico Maestro Santo Tomás de Aquino.

miércoles, 27 de enero de 2021

AUDIENCIA GENERAL PAPA FRANCISCO

 Biblioteca del Palacio Apostólico

 La oración con las Sagradas Escrituras

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy quisiera detenerme sobre la oración que podemos hacer a partir de un pasaje de la Biblia. Las palabras de la Sagrada Escritura no han sido escritas para quedarse atrapadas en el papiro, en el pergamino o en el papel, sino para ser acogidas por una persona que reza, haciéndolas brotar en su corazón. La palabra de Dios va al corazón. El Catecismo afirma: «A la lectura de la sagrada Escritura debe acompañar la oración —la Biblia no puede ser leída como una novela— para que se realice el diálogo de Dios con el hombre» (n. 2653). Así te lleva la oración, porque es un diálogo con Dios. Ese versículo de la Biblia ha sido escrito también para mí, hace siglos, para traerme una palabra de Dios. Ha sido escrito para cada uno de nosotros. A todos los creyentes les sucede esta experiencia: una pasaje de la Escritura, escuchado ya muchas veces, un día de repente me habla e ilumina una situación que estoy viviendo. Pero es necesario que yo, ese día, esté ahí, en la cita con esa Palabra, esté ahí, escuchando la Palabra. Todos los días Dios pasa y lanza una semilla en el terreno de nuestra vida. No sabemos si hoy encontrará suelo árido, zarzas, o tierra buena, que hará crecer esa semilla (cf. Mc 4,3-9). Depende de nosotros, de nuestra oración, del corazón abierto con el que nos acercamos a las Escrituras para que se conviertan para nosotros en Palabra viviente de Dios. Dios pasa, continuamente, a través de la Escritura. Y retomo lo que dije la semana pasada, que decía san Agustín: “Tengo temor del Señor cuando pasa”. ¿Por qué temor? Que yo no le escuche, que no me dé cuenta de que es el Señor.

A través de la oración sucede como una nueva encarnación del Verbo. Y somos nosotros los “tabernáculos” donde las palabras de Dios quieren ser acogidas y custodiadas, para poder visitar el mundo. Por eso es necesario acercarse a la Biblia sin segundas intenciones, sin instrumentalizarla. El creyente no busca en las Sagradas Escrituras el apoyo para la propia visión filosófica o moral, sino porque espera en un encuentro; sabe que estas, estas palabras, han sido escritas en el Espíritu Santo y que por tanto en ese mismo Espíritu deben ser acogidas, ser comprendidas, para que el encuentro se realice.

A mí me molesta un poco cuando escucho cristianos que recitan versículos de la Biblia como los loros. “Oh, sí, el Señor dice…, quiere así…” ¿Pero tú te has encontrado con el Señor, con ese versículo? No es un problema solo de memoria: es un problema de la memoria del corazón, la que te abre para el encuentro con el Señor. Y esa palabra, ese versículo, te lleva al encuentro con el Señor.

Nosotros, por tanto, leemos las Escrituras para que estas “nos lean a nosotros”. Y es una gracia poder reconocerse en este o aquel personaje, en esta o esa situación. La Biblia no está escrita para una humanidad genérica, sino para todos nosotros, para mí, para ti, para hombres y mujeres en carne y hueso, hombres y mujeres que tienen nombre y apellidos, como yo, como tú.  Y la Palabra de Dios, impregnada del Espíritu Santo, cuando es acogida con un corazón abierto, no deja las cosas como antes, nunca, cambia algo. Y esta es la gracia y la fuerza de la Palabra de Dios.

La tradición cristiana es rica de experiencias y de reflexiones sobre la oración con la Sagrada Escritura. En particular, se ha consolidado el método de la “lectio divina”, nacido en ambiente monástico, pero ya practicado también por los cristianos que frecuentan las parroquias. Se trata ante todo de leer el pasaje bíblico con atención, es más, diría con “obediencia” al texto, para comprender lo que significa en sí mismo. Sucesivamente se entra en diálogo con la Escritura, de modo que esas palabras se conviertan en motivo de meditación y de oración: permaneciendo siempre adherente al texto, empiezo a preguntarme sobre qué “me dice a mí”. Es un paso delicado: no hay que resbalar en interpretaciones subjetivistas, sino entrar en el surco vivo de la Tradición, que une a cada uno de nosotros a la Sagrada Escritura. Y el último paso de la lectio divina es la contemplación. Aquí las palabras y los pensamientos dejan lugar al amor, como entre enamorados a los cuales a veces les basta con mirarse en silencio. El texto bíblico permanece, pero como un espejo, como un icono para contemplar. Y así se tiene el diálogo.

A través de la oración, la Palabra de Dios viene a vivir en nosotros y nosotros vivimos en ella. La Palabra inspira buenos propósitos y sostiene la acción; nos da fuerza, nos da serenidad, y también cuando nos pone en crisis nos da paz. En los días “torcidos” y confusos, asegura al corazón un núcleo de confianza y de amor que lo protege de los ataques del maligno.

Así la Palabra de Dios se hace carne —me permito usar esta expresión: se hace carne—  en aquellos que la acogen en la oración. En algunos textos antiguos surge la intuición de que los cristianos se identifican tanto con la Palabra que, incluso si quemaran todas las Biblias del mundo, se podría salvar el “calco” a través de la huella que ha dejado en la vida de los santos. Esta es una bonita expresión.

La vida cristiana es obra, al mismo tiempo, de obediencia y de creatividad. Un buen cristiano debe ser obediente, pero debe ser creativo. Obediente, porque escucha la Palabra de Dios; creativo, porque tiene el Espíritu Santo dentro que le impulsa a practicarla, a llevarla adelante. Jesús lo dice al final de un discurso suyo pronunciado en parábolas, con esta comparación: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas —del corazón—  lo nuevo y lo viejo» (Mt 13,52). Las Sagradas Escrituras son un tesoro inagotable. Que el Señor nos conceda, a todos nosotros, tomar de ahí cada vez más, mediante la oración. Gracias.

Saludos:

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Los animo a acercarse a la Palabra de Dios con obediencia y creatividad. En ella encontramos un tesoro inagotable al que podemos acceder todos los días mediante la oración, y ella nos irá trasformando y llenándonos de gran alegría. Que el Señor los bendiga.

LLAMAMIENTO

Hoy, aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, se celebra la Jornada de la memoria. Conmemoramos a las víctimas de la Shoah y a todas las personas perseguidas y deportadas por el régimen nazi. Recordar es expresión de humanidad. Recordar es signo de civilización. Recordar es condición para un futuro mejor de paz y de fraternidad. Recordar también es estar atentos porque estas cosas pueden suceder otra vez, empezando por propuestas ideológicas que quieren salvar un pueblo y terminan por destruir un pueblo y a la humanidad. Estad atentos a cómo ha empezado este camino de muerte, de exterminio, de brutalidad.

Resumen leído por el Santo Padre en español

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy reflexionamos sobre la oración que podemos hacer a partir de un fragmento de la Biblia. Las palabras de la Sagrada Escritura no han sido escritas para permanecer en el papel, sino para germinar en el corazón de la persona que ora. A pesar de su antigüedad, cada versículo de la Biblia fue escrito también para nosotros, y a través de ellos Dios nos habla. Cuando escuchamos un pasaje que tal vez hemos oído muchas veces, en ese momento, observamos cómo nos toca interiormente y nos ilumina una situación que estamos viviendo. En cierto modo la Escritura nos lee a nosotros, pues lee nuestra vida, comprende nuestra humanidad concreta y nos permite vernos reflejados en muchos personajes y situaciones.

La tradición cristiana nos ha dejado muchos métodos de oración; uno bastante consolidado es la “lectio divina”. Se trata sobre todo de leer el pasaje con atención para comprenderlo. Después se comienza un diálogo con la Palabra divina, para que pueda ser motivo de meditación y oración. Siempre en fidelidad al texto, nosotros nos interrogamos: ¿Qué es lo que “me dice a mí”? El último paso es la contemplación, para que las palabras dejen paso al amor, al silencio, como el encuentro entre dos enamorados.

De esta manera, la Palabra puede ser nuestra fortaleza; ella viene a habitar dentro de nosotros para que también nosotros habitemos en ella, identificándonos con ella de tal modo que podamos reflejar su enseñanza en nuestro modo de hablar y de

martes, 26 de enero de 2021

Una llamada a la acción

 Nuestro tiempo está inmerso en una crisis profunda de identidad, de fe y esperanza, herido en la tristeza, con una economía bajando niveles muy preocupantes. Mucha gente muriendo en esta tercera ola del coronavirus.

   Necesitamos reaccionar psicológica como espiritualmente para volver a Dios con un corazón humilde y confiado en su Providencia, trabajando en  todo aquello que esté en nuestras manos, para hacer y reconstruir la familia, la ciudad y la empresa.

   De la mano de Dios brotará todo lo demás con una conciencia sensible, generosa. Sin Él, brotará  todo lo peor del ser humano que estamos contemplando con dolor.

   Obedecer en todo momento nos exige unirnos en una acción comunitaria de acatar las normas que nos aconsejan por bien de nuestra salud, y por el bien de todos.

   Tenemos que ser agradecidos a los médicos y a todo el personal sanitario que arriesgan su vida por salvar la nuestra.

   En esta tercera ola debe ser para nosotros una respuesta de acción operante de los límites, cambiar de actitud, de serenidad para mantenernos con suma prudencia, cuidando a todos.

   Dios no ha dado una vida para vivirla en plenitud. Jesús nos dice: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida".  Cuando estamos unidos a Dios y a su Hijo, Jesucristo, nuestra experiencia es confortable, nos nutre con su amor, nos hace más alegres, más comprometidos y entregados mirando a los demás como verdaderos hermanos en el Señor.

   No podemos dejar el don de la Eucaristía, que nos permite unirnos a Jesús, siendo alimento y fortaleza, en un amor verdadero y con su vida y pasión nos da la alegría de la Resurrección gloriosa.

                                                                    Sor Maria Pilar Cano,O.P   

lunes, 25 de enero de 2021

Nuestra Oración sentida

 Padre,gracias por la inmensa bondad que Tú tienes con nosotros. La vida es maravillosa y aunque no poseo inmensas riquezas, Tú me das todo e incluso más de lo que necesito.

Me das la vida, un techo donde descansar,unas hermanas para compartir, no falta los alimentos en nuestra mesa y nos das la fuerza y la voluntad para salir cada día a cumplir con nuestras obligaciones y compromisos. 

Señor, por favor nunca te apartes de nuestras vidas, pues cada día más necesitamos de Ti.

Padre eterno, bendice a nuestras familias y nos ayudes, para que entre nosotros siempre haya comprensión, alegría, paz, unidad, colaboración y la divina sensibilidad de tu amor.

Por favor permite que en nuestros hogares reine la bondad y la alegría y que gocemos de salud, luz, propósito, dicha y prosperidad en nuestras vidas.

Señor, confiamos en Tí, y todas nuestras ilusiones están puestas en tus manos, pues confiamos en tu bondad y tus promesas y sabemos que con tu ayuda venceremos al mal y a la enfermedad del covid-19.

¡GRANDE ES TU MISERICORDIA! Amen.

domingo, 24 de enero de 2021

El reencuentro con la lengua olvidada

Desde Angal (Uganda), P. Carmelo del Río

Llegué a Uganda en 1979. Salvo los dos primeros años, que estuve con los bagandas, cerca de Kampala, siempre he trabajado en el norte del país. Aquí la Iglesia católica nació del trabajo evangelizador de los Misioneros Combonianos, que llegaron desde Sudán a través del Nilo Blanco. En el sur, la Iglesia fue fundada por los Misioneros de África (Padres Blancos), que entraron al país por el lago Victoria.

En 1981 fui destinado a la zona alur. Después de nueve años con los langos y los banyoros, en junio de 2019 regresé de nuevo a la zona alur, en concreto a Angal, la primera misión comboniana, fundada el 7 de octubre de 1917.

En los primeros tiempos de la evangelización había en Uganda más de 300 combonianos y ahora apenas somos 90. La mayoría de las misiones han quedado en manos del clero diocesano, lo que supone un gran orgullo para nosotros. Al contribuir al desarrollo de la Iglesia local, cumplimos los deseos de nuestro fundador, san Daniel Comboni, que quería «Salvar África con África». En la diócesis de -Nebbi, de las 11 misiones que teníamos, solo nos queda Angal.

La misión dispone de un terreno enorme que fue comprado a los ingleses a principios del siglo pasado. Además de la parroquia, tenemos un hospital, un centro catequético y las escuelas, todo fundado por los combonianos en el transcurso de los años. El hospital está gestionado por un comité, y varias religiosas de las Hermanitas de María Inmaculada, una congregación local, son parte del personal médico. El Gobierno solo aporta un 5 % de los gastos del centro, pero gracias a Marsay, una fundación italiana, consigue atender a las personas más pobres. El capellán del centro es el P. Justin Ogen, de 81 años y primer comboniano ugandés.

Las escuelas de la misión son siete. Las dos de Primaria, con cerca de 1.000 alumnos cada una, y la de Secundaria, con 800, son mixtas. También contamos con un internado, dos escuelas de educación especial para personas sordomudas y ciegas, a las que llegan personas de todos los rincones del país, y una escuela-taller. Salvo esta última, las demás están apoyadas por el Gobierno. A pesar de ello, mantenemos el derecho a que los directores que se nombren sean católicos.

El centro catequético está gestionado por otra congregación local, las Hermanas Evangelizadoras de María,y un sacerdote diocesano hace las veces de capellán. Se organizan varios cursos formativos: uno en inglés, que dura más de un año y en el que participan catequistas de varias diócesis ugandesas, y otros cursos de cuatro meses en lengua alur.

Además del P. Justin, en comunidad estamos tres combonianos más: el hermano Giovanni Bonifani, de 85 años, en Uganda de forma ininterrumpida desde 1959; el P. Elio Zanei, de 72 años, que es el párroco; y yo, el más joven de todos, con 66 años. Como no tenemos que ocuparnos demasiado del hospital, las escuelas o el centro catequético, y el hermano Giovanni atiende todo lo relativo a la casa, el P. Elio y yo nos dedicamos plenamente a la pastoral.

Nuestra parroquia es grande: unos 45.000 católicos distribuidos en 29 capillas y seis centros eucarísticos. Estos últimos están animados por catequistas formados durante dos años e instituidos como ministros de la comunión. La primera semana del mes visitamos los seis centros para las confesiones y dejar suficiente reserva eucarística para las celebraciones. Otro momento importante es la reunión con todos los catequistas, normalmente a finales de mes. Son unos 65, entre los cuales hay 10 mujeres. Solemos evaluar la marcha de las comunidades y establecemos el programa mensual de actividades según las necesidades de cada capilla. 

El resto de nuestro trabajo está marcado por las visitas a las comunidades, que nosotros llamamos «safaris», y la pastoral sacramental. Tenemos entre 800 y 1.000 bautizos de niños cada año, y cerca de 450 bautizos o primeras comuniones de adolescentes. Los matrimonios son raros, unos 30 por año, y también están disminuyendo las confirmaciones, menos de 300 en 2020. Respecto al sacramento de la unción de enfermos, cada vez que lo administro digo en tono de broma que tiene una validez de año y medio, porque si no, no damos abasto para visitar a todos los enfermos que nos reclaman.

Entre el P. Elio y yo hacemos unos 20 «safaris» al mes, casi siempre por la tarde, cuando la gente regresa a casa tras los trabajos en el campo. Como opción pastoral no vamos a las capillas, que dejamos totalmente en manos de los catequistas, sino que nos hacemos presentes en las pequeñas comunidades de base. Es precioso. Se juntan unas pocas familias debajo de un árbol o en alguna casa particular y vivimos juntos un tiempo de oración más tranquilo, más humano. Casi siempre celebramos la eucaristía, pero sin las exigencias de hacerlo en una capilla. Es un momento clave de nuestro humilde trabajo de evangelización.

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO

Plaza de San Pedro

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El pasaje evangélico de este domingo (cf. Mc 1,14-20) nos muestra el “paso del testigo” —por así decir—  de Juan el Bautista a Jesús. Juan ha sido su precursor, le ha preparado el terreno y le ha preparado el camino: ahora Jesús puede iniciar su misión y anunciar la salvación ya presente: Él es la salvación. Su predicación se sintetiza en estas palabras: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en el Evangelio» (v. 15). Simplemente. Jesús  no usaba medias palabras. Es un mensaje que nos invita a reflexionar sobre dos temas esenciales: el tiempo y la conversión.

En este texto del evangelista Marcos, hay que entender el tiempo como la duración de la historia de la salvación realizada por Dios; por tanto, el tiempo “cumplido” es aquel en el que esta acción salvífica llega a su culmen, a su plena actuación: es el momento histórico en el que Dios ha enviado al Hijo al mundo y su Reino se ha hecho más “cercano” que nunca. Se ha cumplido el tiempo de la salvación porque ha llegado Jesús.


Sin embargo, la salvación no es automática; la salvación es un don de amor, y como tal, ofrecido a la libertad humana. Siempre, cuando se habla de amor, se habla de libertad. Un amor sin libertad no es amor. Puede ser interés, puede ser miedo, muchas cosas. Pero el amor siempre es libre. Y, siendo libre, requiere una respuesta libre: requiere nuestra conversión. Es decir, se trata de cambiar de mentalidad. Esta es la conversión: cambiar de mentalidad y cambiar de vida, no seguir más los modelos del mundo, sino el de Dios, que es Jesús, como hizo Jesús y como Él nos enseñó. Es un cambio decisivo de visión y de actitud. De hecho, el pecado —sobre todo el pecado de la mundanidad, que es como el aire, está por todas partes— trajo al mundo una mentalidad que tiende a la afirmación de uno mismo contra los demás, e incluso contra Dios. Esto es curioso: ¿cuál es tu identidad? Muchas veces sentimos que en el espíritu del mundo se expresa la propia identidad con términos “contra”. En el espíritu del mundo es difícil expresar la propia identidad con términos positivos y de salvación. Se hace contra los demás y contra Dios. Y  a este fin, la mentalidad del mundo, la mentalidad del pecado, no duda en usar el engaño y la violencia. El engaño y la violencia. Vemos lo que sucede con el engaño y la violencia: codicia, deseo de poder y no de servicio, guerras, explotación de la gente… Esta es la mentalidad del engaño, que ciertamente tiene su origen en el padre del engaño, el gran mentiroso, el diablo. Él es el padre de la mentira, así lo define Jesús.

A todo ello se opone el mensaje de Jesús, que nos invita a reconocernos necesitados de Dios y de su gracia; a mantener una actitud equilibrada frente a los bienes terrenos; a ser acogedores y humildes con todos; a conocernos y realizarnos a nosotros mismos mediante el encuentro y el servicio a los demás. Para cada uno de nosotros, el tiempo durante el que podemos acoger la redención es breve: es la duración de nuestra vida en este mundo. Es breve. Quizá parezca larga… Yo recuerdo que una vez fui a impartir los Sacramentos, la Unción de los enfermos, a un anciano muy bueno, muy bueno y él en ese momento, antes de recibir la Eucaristía y la Unción de los Enfermos, me dijo esta frase: “La vida se me ha pasado volando”; como diciendo: yo creía que era eterna, pero… “la vida se me ha pasado volando”. Así sentimos nosotros, los ancianos, la vida que se fue. Se va. Y la vida es un don del infinito amor de Dios, pero es también el tiempo de verificación de nuestro amor por Él. Por eso, cada momento, cada instante de nuestra existencia es un tiempo precioso para amar a Dios y para amar al prójimo, y así entrar en la vida eterna.

La historia de nuestra vida tiene dos ritmos: uno, medible, hecho de horas, días, años; el otro, compuesto por las estaciones de nuestro desarrollo: nacimiento, infancia, adolescencia, madurez, vejez, muerte. Cada tiempo, cada fase, tiene un valor proprio y puede ser momento privilegiado de encuentro con el Señor. La fe nos ayuda a descubrir el significado espiritual de estos tiempos: cada uno de ellos contiene una llamada especial del Señor, a la que podemos dar una respuesta positiva o negativa. En el Evangelio vemos como respondieron Simón, Andrés, Santiago y Juan: eran hombres maduros, tenían su trabajo de pescadores, tenían la vida en familia… Y, sin embargo, cuando Jesús pasó y los llamó, «enseguida dejaron las redes y lo siguieron» (Mc 1,18).

Queridos hermanos y hermanas, estemos atentos y no dejemos pasar a Jesús sin recibirlo. San Agustín decía: “Tengo miedo de Dios cuando pasa”. ¿Miedo de qué? De no reconocerlo, de no verlo de no acogerlo.

Que la Virgen María nos ayude a vivir cada día, cada momento, como tiempo de salvación en el que el Señor pasa y nos llama a seguirlo, cada uno según su propia vida. Y nos ayude a convertirnos de la mentalidad del mundo, esa de las fantasías del mundo que son fuegos artificiales, a la del amor y del servicio.

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Este domingo está dedicado a la Palabra de Dios. Uno de los grandes dones de nuestro tiempo es el redescubrimiento de la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia, a todos los niveles. La Biblia nunca ha sido tan accesible a todos como hoy: en todas las lenguas y ahora también en los formatos audiovisuales y digitales. San Jerónimo, de quien he recordado hace poco el 16° centenario de la muerte, dice que quien ignora la Escritura ignora a Cristo (cfr. In Isaiam Prol.). Y viceversa, es Jesucristo, el Verbo hecho carne, muerto y resucitado, el que nos abre la mente a la comprensión de las Escrituras (cfr. Lc 24,45). Esto sucede especialmente en la Liturgia, pero también cuando rezamos solos o en grupo, especialmente con el Evangelio y con los Salmos. Doy las gracias a las parroquias y les animo en su esfuerzo constante por educar a la escucha de la Palabra de Dios. ¡Que nunca nos falte la alegría de sembrar el Evangelio! Y repito otra vez: tengamos la costumbre, tened la costumbre de llevar siempre un pequeño Evangelio en el bolsillo, en el bolso, para poderlo leer durante la jornada, al menos tres o cuatro versículos. El Evangelio siempre con nosotros.

El pasado 20 de enero, a pocos metros de la Plaza de San Pedro, fue encontrado muerto a causa del frío un sintecho nigeriano de 46 años, llamado Edwin. Su historia se añade a la de otros muchos sintechos recientemente fallecidos en Roma en las mismas circunstancias dramáticas. Recemos por Edwin. Que nos sirva de advertencia lo que dijo San Gregorio Magno que, ante la muerte por frío de un mendigo, afirmó que ese día no se celebrarían Misas, porque era como el Viernes Santo. Pensemos en Edwin. Pensemos qué sintió este hombre, de 46 años, en el frío, ignorado por todos, abandonado, también por nosotros. Recemos por él.

Mañana por la tarde, en la Basílica de San Pablo Extramuros, celebraremos las Vísperas de la fiesta de la Conversión de San Pablo, como conclusión de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, junto con los representantes de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales. Os invito a uniros espiritualmente a nuestra oración.

Hoy es también la memoria de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas. Ayer fue difundido el Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, titulado “«Ven y lo verás» (Jn 1,46). Comunicar encontrando a las personas donde están y como son”. Exhorto a todos los periodistas y comunicadores a “ir y ver”, incluso allí donde nadie quiere ir, y a testimoniar la verdad.

Dirijo un cordial saludo a vosotros, los que estáis conectados a través de los medios de comunicación. Un recuerdo y una oración van a las familias que viven más dificultades en este periodo. ¡Ánimo, sigamos adelante! Oremos por estas familias y, en la medida de lo posible, estemos cerca de ellas.

Os deseo a todos un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

sábado, 23 de enero de 2021

El Defensor del Pueblo pide explicaciones por las condiciones en Barranco Seco

 En su respuesta a una queja presentada por el Secretariado de Migraciones de Canarias, afirma que en el campamento se vuelve a superar el periodo máximo de estancia de 72 horas

El Defensor del Pueblo, Francisco Fernández Marugán, ha vuelto su mirada sobre la situación migratoria de Canarias para pedir explicaciones al Gobierno. Esta vez, por las condiciones del Centro de Atención Temporal de Extranjeros de Barranco Seco en Las Palmas de Gran Canaria, habilitado tras el desmantelamiento del muelle de Arguineguín.

Tras una queja presentada por el abogado Daniel Arencibia en nombre del Secretariado de Migraciones de la diócesis de Canarias, Fernández Marugán ha señalado en su respuesta, a la que ha tenido acceso Alfa y Omega, que «las inclemencias climatológicas y el alto número de llegadas han provocado un deterioro notable de las condiciones de vida que han de soportar las personas tras una dura travesía, en un contexto de emergencia como el actual».

Y dice más: «La inadecuación de las instalaciones las han de padecer también los funcionarios de Policía que se encargan de las custodia de estas personas».

El Defensor del Pueblo explica que en un escrito enviado el pasado 9 de diciembre por la Delegación del Gobierno se le informaba de que las carpas instaladas «eran temporales» y que «se habían solicitado instalaciones más sólidas que sustituirían, paulatinamente, a dichas carpas». Una circunstancia que no se ha producido y ante la que ha pedido más información.

Por otra parte, constata que, como en el muelle de Arguineguín, «se vuelve a superar con creces el periodo de 72 horas legalmente previsto para mantener a estas personas bajo custodia». El abogado Daniel Arencibia lo comprobó con sus propios ojos cuando fue reclamado, hace poco más de una semana, por los allegados de un chico para que lo sacara del CATE, donde estaba recluido desde el 29 de diciembre.

Asimismo, Fernández Marugán señala que los recursos habilitados para que los migrantes puedan pasar la cuarentena por COVID-19 o por contacto estrecho una vez cumplidas las 72 horas de detención «no parece que sean suficientes». Y admite «carencias» en la derivación a recursos de acogida humanitaria o al Centro de Internamiento de Extranjeros si así lo ordena un juez.

Plan Canarias

En este sentido, recuerda que el Gobierno ha puesto en marcha el Plan Canarias con 7.000 plazas de acogida provisional en carpas. Este consta de dos fases, según detalla el propio Fernández Marugán: una con soluciones de emergencia y otra con redes estables en las islas con más llegadas.

«La coordinación de este plan correrá a cargo de la Secretaría de Estado de Migraciones que, según se informó en el escrito remitido en diciembre, tendría en Canarias un centro de coordinación con personal estable, que permitirá organizar las situaciones de emergencia de forma rápida y efectiva», completa el Defensor del Pueblo.

La pelota está ahora en el tejado de la Delegación del Gobierno, que tendrá que enviar la información requerida al Defensor del Pueblo, quien la hará llegar a la parte denunciante junto con su posición.

viernes, 22 de enero de 2021

Domingo III ( Ciclo B) del tiempo ordinario

Evangelio (Mc 1,14-20): Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva». Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres». Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras Él.

PALABRA DE DIOS

Compartimos:

Hoy, la Iglesia nos invita a convertirnos y, con Jesús, nos dice: «Convertíos y creed en la Buena Nueva» (Mc 1,15). Por tanto, habrá que hacer caso a Jesucristo, corrigiendo y mejorando lo que sea necesario.

Toda acción humana conecta con el designio eterno de Dios sobre nosotros y con la vocación a escuchar a Jesús, seguirlo en todo y para todo, y proclamarlo tal como lo hicieron los primeros discípulos, tal como lo han hecho y procuramos hacerlo millones de personas.

Ahora es la oportunidad de encontrar a Dios en Jesucristo; ahora es el momento de nuestra vida que empalma con la eternidad feliz o desgraciada; ahora es el tiempo que Dios nos proporciona para encontrarnos con Él, vivir como hijos suyos y hacer que los acontecimientos cotidianos tengan la carga divina que Jesucristo —con su vida en el tiempo— les ha impreso.

¡No podemos dejar perder la oportunidad presente!: esta vida más o menos larga en el tiempo, pero siempre corta, pues «la apariencia de este mundo pasa» (1Cor 7,31). Después, una eternidad con Dios y con sus fieles en vida y felicidad plenas, o lejos de Dios —con los infieles— en vida e infelicidad totales.

Así, pues, las horas, los días, los meses y los años, no son para malgastarlos, ni para aposentarse y pasarlos sin pena ni gloria con un estéril “ir tirando”. Son para vivir —aquí y ahora— lo que Jesús ha proclamado en el Evangelio salvador: vivir en Dios, amándolo todo y a todos. Y, así, los que han amado —María, Madre de Dios y Madre nuestra; los santos; los que han sido fieles hasta el fin de la vida terrenal— han podido escuchar: «Muy bien, siervo bueno y fiel (...): entra en la alegría de tu señor» (Mt 25,23).

¡Convirtámonos! ¡Vale la pena!: amaremos, y seremos felices desde ahora.

jueves, 21 de enero de 2021

Francisco «deplora este acto de brutalidad sin sentido, y reza por las víctimas fallecidas y sus familiares, los heridos y el personal de emergencia»

El secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, ha enviado un telegrama en nombre del Papa al presidente iraquí, Barham Salih, en el que asegura que Su Santidad «se entristeció profundamente» al conocer la noticia de los ataques en la plaza Al Tayarán de Bagdad.

Francisco «deplora este acto de brutalidad sin sentido, y reza por las víctimas fallecidas y sus familiares, los heridos y el personal de emergencia». Finalmente, «confiando en que todos seguirán trabajando para superar la violencia con fraternidad, solidaridad y paz», el Papa

«invoca sobre la nación y su pueblo la bendición del Altísimo».

Ha sido el mayor atentado desde hace 18 meses y el primero en la capital de Irak desde 2018 tiene lugar dos meses antes de la visita del Papa Francisco. Al menos 28 personas han muerto y más de 70 han resultado heridas este jueves a causa de un doble atentado suicida en un mercado de la capital de Bagdad, según fuentes de seguridad citadas por la agencia iraquí de noticias NINA.

El portavoz del Ejército, Yahya Rasul, ha indicado que los dos terroristas suicidas «se inmolaron cuando eran perseguidos por las Fuerzas de Seguridad en el distrito de Bab al Sharqi, lo que ha causado varias muertes y heridos entre los civiles», recoge Europa Press. El ataque ha sido ejecutado en la plaza Al Tayarán, situada cerca de la emblemática plaza Tahrir.

Por su parte, el Ministerio del Interior ofrece una versión distinta y detalla que el primer terrorista suicida se inmoló después de que varias personas se acercaran a él tras afirmar que estaba enfermo y pedir ayuda, mientras que el segundo hizo estallar sus explosivos cuando los presentes intentaban evacuar a los heridos por la primera deflagración.

Por el momento no hay reclamación de la autoría del atentado, si bien el Estado Islámico ha perpetrado varios ataques en los últimos meses, aunque la capital no ha figurado entre sus objetivos. Las Fuerzas de Seguridad han incrementado su presión sobre los milicianos con numerosas operaciones en distintos puntos del país.

Dos meses antes del viaje papal

El director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, anunció a inicios de diciembre que el Pontífice viajará a Irak del 5 al 8 de marzo de 2021. «Aceptando la invitación de la República de Irak y de la Iglesia católica local, hará un viaje apostólico a dicho país», declaró.

En concreto, el Papa va a visitar la capital; la llanura de Ur, zona ligada a la memoria de Abrahán, y las ciudades de Erbil, Mosul y Qaraqosh, en la llanura de Nínive, zonas de gran presencia cristiana. En estos momentos también hay varios campos de refugiados cristianos.

Según el comunicado facilitado por la Santa Sede, el programa tendrá en cuenta «la evolución de la emergencia sanitaria mundial».

miércoles, 20 de enero de 2021

El dominico Philippe Lefebvre, nombrado miembro de la Pontificia Comisión Bíblica

El 13 de enero de 2021 se informó a la Facultad de Teología que el profesor Fr. Philippe Lefebvre, dominico, ha sido nombrado por el Santo Padre miembro de la Pontificia Comisión Bíblica por un período de cinco años. Esta Comisión está compuesta por veinte biblistas de todos los continentes.

  Trabaja sobre un cierto número de temas bíblicos (métodos de lectura de la Biblia, estudios bíblicos y judíos, etc.) y se reúne durante una semana completa cada año en el Vaticano para reunir el trabajo de cada uno, para intercambiar y producir textos importantes sobre los temas trabajados y discutidos por todos.

   Como cuenta Cath.ch Fr. Philippe Lefebvre, es reconocido por su contribución a la investigación bíblica.Autor de una docena de libros y un gran número de artículos, el dominico es también conocido por sus contribuciones regulares a los programas de radio, especialmente en la RCF. También es autor de varias obras de la colección 'Ce que dit la Bible sur...', que responde a las preguntas de los fieles sobre diversos temas, la familia, la pareja e incluso el vino.

   Philippe Lefebvre, nacido en Lille, estudió primero literatura clásica. Después de una maestría, fue asistente durante dos años en la Universidad de Grenoble antes de obtener una beca para ir a la Escuela Bíblica de Jerusalén. A su regreso a Francia, se convirtió en profesor en Poitiers.

   A los 31 años, entró en el noviciado de los dominicos en Estrasburgo, y continuó sus estudios de Teología. Ordenado sacerdote en 1997, enseñó la Biblia y la exégesis en la Universidad de Friburgo, en la Escuela Bíblica de Jerusalén donde iba todos los años, en la facultad de teología de Angers, en el seminario de Lille, y finalmente obtuvo la cátedra de Antiguo Testamento en Friburgo.

martes, 19 de enero de 2021

AMOR Y MIEDO

 El escriba preguntó: “¿Qué mandamiento es el primero de todos?” Y Jesús le respondió: “El primero es: «Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser»”.

Si entras en el misterio de la divina unidad, te habrás asomado al misterio de la divina plenitud, y allí se llenan de luz las palabras de aquel mandato primero que reclama la plenitud de tu amor: amarás… con todo el corazón, con toda el alma…

Hoy, en la asamblea eucarística, la palabra de Dios proclama y la fe confiesa la unidad divina “Yo soy el Señor y no hay otro”. Y la palabra escuchada se nos vuelve exigencia de que, en la relación con Dios, vivamos la plenitud del amor.

Un amor así es necesariamente perturbador, inquietante, peligroso; un amor así es vida que da muerte, es muerte que da vida.

Quienes niegan a Dios, como quienes viven ignorándolo, no rechazan la verdad de un enunciado doctrinal sino que huyen de un amor intuido como amenaza por su evidente pretensión de totalidad. Aunque no lo confesemos, el amor nos da miedo, ¡a todos!

Denominador común de ateísmo, agnosticismo, relativismo, indiferentismo, ritualismo, fundamentalismo, moralismo, fariseísmo, magia, es el miedo al amor.

Lo inaceptable de Dios no es que exista, sino que sea Uno, pues esa unicidad lleva aparejada la plenitud de su gloria, de su poder, de su grandeza, de su soberanía, de su dignidad. Por eso “dar a Dios lo que es de Dios” significa necesariamente “amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente, con todo el ser”.

Todos lo intuimos, también los ateos, y así multiplicamos los dioses para dividir el amor.

Ahora, a ti que crees, te pido que recuerdes el misterio de tu comunión por la fe con Cristo Jesús, con el Hijo de Dios hecho carne, con el hombre en el que se nos ha manifestado el amor que Dios nos tiene, con el hombre en el que los pecadores le decimos a Dios el amor que le tenemos. Recuérdalo, pues sólo en Cristo podemos amar como tenemos que amar. No te apartes del amor de este Hijo si quieres guardar el precepto del amor al Padre.

Hoy, recibiendo a Cristo en comunión sacramental, recibes la moneda que el Espíritu de Dios acuñó para tu tributo, recibes el amor eterno con que has de amar a tu Dios.

Con todo, no es la de Dios la única imagen que has de reconocer en Cristo Jesús, pues en él se halla grabada también la imagen del hombre. Y si has de tributar a Dios todo tu amor, el hombre no ha de quedar fuera de ese tributo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

No tengas miedo: el que te pide amar es el que te da, con su Hijo, su Espíritu, para que ames a Dios con todo tu ser, y al prójimo como a ti mismo.

Vasco de Quiroga, político utópico pero eficaz y primer obispo de Michoacán

(Madrigal de las Altas Torres, Ávila, 1470 - Uruapán, 1565) Administrador colonial y eclesiástico español. Nacido en el seno de una ilustre familia gallega, estudió humanidades y leyes en la Universidad de Valladolid y en 1528 fue nombrado miembro de la Real Chancillería vallisoletana. Por su preparación fue nombrado oidor de la segunda Audiencia de México, presidida por Ramírez de Fuenleal (1530-35), a la que se confió el asentamiento del orden jurídico en México, en sustitución al impuesto por los conquistadores.

La espantosa miseria en que estaban sumidos los indios de la capital mexicana "vendidos, vejados y vagabundos por los mercados, recogiendo las arrebañaduras tiradas por los suelos", como escribió, le indujeron a fundar en 1531 el Hospital de Santa Fe, a dos leguas de la ciudad, donde atendía a enfermos y desamparados y aprovechaba para instruirlos en la Fe. Los naturales empezaron a poblar sus alrededores y los españoles se dirigieron por ello a la Audiencia para responsabilizar a Quiroga del despoblamiento que sufría gradualmente la capital mexicana.

El Oidor Quiroga fue destinado luego a Michoacán, para visitar la tierra y el trato que se daba a los tarascos. El letrado quedó nuevamente impresionado por lo que veía y especialmente por la esclavización de los naturales, a los que se marcaba con hierros candentes. En su informe al Presidente de la Audiencia condenó la práctica esclavista. Luego fundó otro hospital en Tzintzuntzan, junto al lago de Pátzcuaro, semejante al de México.

En 1535 regresó a la capital mexicana, donde fue presentado como aspirante al cargo de obispo de Michoacán. Vasco de Quiroga había tomado los hábitos de San Francisco y estaba apenas tonsurado, pero fray Juan de Zumárraga avalaba su nombramiento para la diócesis vacante, por haber renunciado a la misma el dominico fray Luis de Fuensalida. Ordenado sacerdote en 1538, fue nombrado Obispo y recibió la consagración de manos de Zumárraga. Al año siguiente los obispos mexicanos se reunieron para restringir los bautismos masivos de indios a sólo los catecúmenos y necesitados y encargaron a Quiroga el Manual de Adultos, impreso en 1540.

Vasco de Quiroga fundó el Hospital de San Nicolás de Tolentino y prosiguió con su experimento evangelizador de los hospitales, inducido por la lectura de la Utopía de Tomás Moro. Reunía a los naturales para imbuir en ellos ideales de fraternidad y auxilio mutuo. Constaban tales hospitales de una casa común para enfermos y dirigentes de la agrupación, y de casas particulares para los congregados, llamados familias, porque en ellas vivían sus miembros, con terreno anexo para huerta o jardín, estancias de campo y lugares para siembras y ganaderías.

El hospital era un cuadrado en uno de cuyos frentes estaba la gran enfermería de contagiosos y en otros los enfermos usuales. Los naturales trabajaban comunalmente durante seis horas y de su beneficio se pagaban los gastos del hospital, de la comunidad y de las escuelas; el resto se repartía entre los congregados. En los hospitales se enseñaba a los indios diversos oficios.

Su obra despertó gran estimación a los indios, que llamaban cariñosamente al Obispo el "Tata Vasco". Vasco de Quiroga viajó a España en 1550, y durante su estancia fundó en Valladolid el convento franciscano de San Bernardino. En 1555 había vuelto a México, donde asistió al Concilio Provincial. Intentó luego ir al Concilio de Trento, pero no pudo lograrlo. En 1565 falleció en Uruapán en el trascurso de una visita pastoral.

Escribió Doctrina para indios, un tratado sobre la administración del bautismo, las Reglas y ordenanzas para la administración de los hospitales de Santa Cruz en México y Michoacán, así como algunos sermones. Lamentablemente fue acusado por Maturino Gilberti de haber cometido algunos errores graves contra la fe en sus obras de lengua tarasca, y principalmente contrarias al misterio de la Santísima Trinidad, lo que le valió un proceso del que no se vio exculpado hasta que el agustino fray Alonso de la Veracruz demostró su ortodoxia.

lunes, 18 de enero de 2021

Era musulmana y le hablaban de Jesús: «Si eso es ser cristiano, yo quiero serlo y ser feliz»

Celya nació en Francia, en el seno de una familia musulmana procedente de la Cabilia (Argelia). No eran muy practicantes de su fe, y cuando su madre le hablaba de Jesús, lo hacía con respeto, como alguien "muy importante" y "un buen hombre que reflejaba el amor": "Me decía que murió en la Cruz, pero que no resucitó ni es Dios".

Pese a todo, asistió desde pequeña a un colegio privado católico donde recibía formación religiosa cristiana: "Las animadoras de pastoral nos hablaban de Jesús y nos decían que había muerto en la Cruz por amor a los hombres. Yo me decía: 'Si realmente Dios es capaz de hacer eso por los hombres... ¡es una locura, es algo demasiado hermoso! Si eso es ser cristiano, yo quiero serlo, quiero ser feliz y estar llena de amor'. Porque, para mí, Dios es un Dios de amor, un Dios de confianza, algo que yo no encontraba en la religión del islam", explica a Découvrir Dieu.

Aunque mantenía sus prácticas mahometanas ("Hacía el Ramadán, no comía cerdo, comía halal"), era algo puramente externo: "Todo aquello no era para mí no era algo real. No había nada detrás. Y no veía el interés".

Bataclan y la Biblia

En 2015 las cosas se complicaron. Los atentados yihadistas de París del 13 de noviembre contra varios restaurantes y contra la sala Bataclan dejaron 131 muertos y casi quinientos heridos. "Con la ola de atentados en Francia, las cosas no iban muy bien con los musulmanes. Llegué a una etapa de mi vida en la que no conseguía decir que era musulmana, ni hablar de una fe en la que no creía, ni dar mi opinión sobre todo lo que pasaba".

El asunto de la fe pasó a ser prioritario: "Decidí tomarme un tiempo para intentar encontrar un sentido a mi vida. Se había convertido en algo urgente. Empecé a leer la Biblia".

Leyendo la Biblia, Celya sentía que algo la colmaba por completo: "Creo ahora que fue el amor de Dios. Y un día recé por primera vez a Jesús. Le dije: 'Si realmente eres Dios, ¿podrías cruzar en mi camino algunos cristianos que den testimonio de su fe y de su encuentro contigo?'"

Del miedo a la confianza 

"Dos meses después, al salir del instituto vi en el atrio de una iglesia unos misioneros que salían al encuentro de los alumnos", recuerda la joven, quien se dirigió inmediatamente a Dios recordando su petición: "¿Estás respondiendo a mi llamada?” Se acercó y simpatizó con ellos.

Todo había sucedido "como en una especie de "visión": "Como si hubiese una puerta entre Jesús y yo... y solo yo tuviese la llave para abrirla. Abrí esa puerta, y Dios estaba ahí. Creo que Dios siempre está ahí, solo hay que llamarle".

Había decidido hacerse cristiana: "Fui bautizada en la Pascua de 2019 y me confirmaron en junio. A partir del bautismo desaparecieron muchos problemas personales. Antes, mi estado natural era el estrés: tenía miedo al pasado, al futuro, al presente. Era un hándicap para mi vida. Ahora se ha instalado en mi vida una cierta serenidad que ha mejorado muchas cosas, sobre todo mi relación con los demás".

"Hoy estoy llena del amor de Dios", concluye: "Ya no tengo miedo a Dios sino confianza en Él. Ha sido un cambio real en mi vida. Ya no pienso en todas aquellas reglas que me corroían. Solo pienso en nuestro Dios de amor. Es la roca de mi vida".

domingo, 17 de enero de 2021

Año Jubilar con motivo del 800 aniversario de la muerte de Santo Domingo de Guzmán

La comunidad de monjas dominicas de Torredonjimeno celebramos la apertura  del Año jubilar con motivo del 800 aniversario de la muerte de Santo Domingo de Guzmán. 

Celebró Fr. Félix Hernández Mariano,O.P, profesor y artista contemporaneo. 

La Comunidad decidió celebrarlo debido al Coronavirus con solemnidad y a la vez con sencillez. Nos acompañaron la fraternidad laical de Torredonjimeno y otras personas allegadas a las hermanas, hasta llenar al aforo permitido de la Iglesia Conventual.

 Este Año Jubilar dio comienzo oficialmente el 6 de enero de 2021 y concluirá en la Solemnidad de la Epifanía de 2022.

Recientemente el actual maestro de la Orden de los predicadores, el filipino Gerard Francisco Timoner, explicó -al diario de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) “Avvenire”- que el tema de las celebraciones jubilares será: “En la mesa con Santo Domingo”. El P. Gerard indicó que le gusta imaginar a Santo Domingo como “un hombre que vive con alegría en la mesa en comunión con sus hermanos, reunidos en la misma vocación de predicar la Palabra de Dios”.

“¿Qué significa para nosotros estar en la mesa con Santo Domingo aquí y ahora? ¿En qué modo su ejemplo nos inspira y nos anima a compartir nuestra vida, nuestra fe, la esperanza y el amor, nuestros bienes espirituales y materiales para que otros puedan ser nutridos en esta misma mesa?”, planteó el Maestro de la Orden.

Breve biografía de Santo Domingo de Guzmán

Santo Domingo de Guzmán fue un hombre emprendedor, predicador infatigable, fundador y organizador de la Orden de Predicadores. Fue un hombre sencillo con una profunda vida interior, de gran ecuanimidad y compasivo.

Domingo de Guzmán dejó un testamento de paz, como herederos de lo que fue la pasión de su vida: vivir con Cristo y aprender de Él la vida apostólica. Configurarse con Cristo, esa fue la santidad de Domingo: su ardiente deseo de que la Luz de Cristo brillara para todos los hombres, su compasión por un mundo sufriente llamado a nacer a su verdadera vida, su celo en servir a una Iglesia que ensanchara su tienda hasta alcanzar las dimensiones del mundo.

Nacimiento

Nació en Caleruega (Burgos) en 1170, en el seno de una familia profundamente creyente y muy encumbrada. Sus padres, don Félix de Guzmán y doña Juana de Aza, parientes de reyes castellanos y de León, Aragón, Navarra y Portugal, descendían de los condes-fundadores de Castilla. Tuvo dos hermanos, Antonio y Manés.

Educación

Durante siete años fue educado por su tío el Arcipreste don Gonzalo de Aza, hasta los catorce años en que fue a vivir a Palencia: seis cursos estudiando Artes (Humanidades superiores y Filosofía); cuatro, Teología; y otros cuatro como profesor del Estudio General de Palencia. Al terminar la carrera de Artes en 1190, recibida la tonsura, se hizo Canónigo Regular en la Catedral de Osma. Fue en el año 1191, ya en Palencia, cuando en un rasgo de caridad heroica vende sus libros, para aliviar a los pobres del hambre que asolaba España.

Santo Domingo vivió una época de cambio con numerosos desafíos a los que intentó dar respuesta

Al finalizar sus cuatro cursos de docencia y Magisterio universitario, con veintiocho años de edad, se recogió en su Cabildo, en el que enseguida, por sus relevantes cualidades intelectuales y morales, el Obispo le encomienda la presidencia de la comunidad de canónigos y del gobierno de la diócesis en calidad de Vicario General de la misma.

Misión en el Langüedoc

En 1205, por encargo del Rey Alfonso VIII de Castilla, acompaña al Obispo de Osma, Diego, como embajador extraordinario para concertar en la corte danesa las bodas del príncipe Fernando. Con este motivo, tuvo que hacer nuevos viajes, y en sus idas y venidas a través de Francia, conoció los estragos que en las almas producía la herejía albigense. De acuerdo con el Papa Inocencio III, en 1206, al terminar las embajadas, se estableció en el Langüedoc como predicador de la verdad entre los cátaros. Rehúsa a los obispados de Conserans, Béziers y Comminges, para los que había sido elegido canónicamente.

El origen de la Orden de Predicadores

Para remediar los males que la ignorancia religiosa producía en la sociedad, en 1215 establece en Tolosa la primera casa de su Orden de Predicadores, cedida a Domingo por Pedro Sella, quien con Tomás de Tolosa se asocia a su obra. En 1215 asiste al Concilio de Letrán donde solicita la aprobación de su Orden. Será un año después, el 22 de Diciembre de 1216, cuando reciba del Papa Honorio III la Bula “Religiosam Vitam” por la que confirma la Orden de Frailes Predicadores.

Al año siguiente retorna a Francia y en el mes de Agosto dispersa a sus frailes, enviando cuatro a España y tres a París, decidiendo marchar él a Roma. Meses después enviará los primeros Frailes a Bolonia.

Últimos años

En la Fiesta de Pentecostés de 1220 asiste al primer Capítulo General de la Orden, celebrado en Bolonia. En él se redactan la segunda parte de las Constituciones. Un año después, en el siguiente Capítulo celebrado también en Bolonia, acordará la creación de ocho Provincias.

Con su Orden perfectamente estructurada y más de sesenta comunidades en funcionamiento, agotado físicamente, tras breve enfermedad, murió el 6 de agosto de 1221, a los cincuenta y un años de edad, en el convento de Bolonia, donde sus restos permanecen sepultados. En 1234, su gran amigo y admirador, el Papa Gregorio IX, lo canonizó.