SANTAS

BEATAS CECILIA Y DIANA DE ANDALÓ, O.P
Cuando santo Domingo buscó un campo más amplio para las actividades de su orden en Italia, eligió de manera muy especial la región de Bolonia, porque preveía que su famosa Universidad habría de proveerle con la clase de reclutas que necesitaba. No tuvo dificultades en hallar un lugar para establecer su priorato, pero al mismo tiempo se encontró con la furiosa oposición de la familia d'Andalo, propietaria del terreno elegido. A fin de cuentas, los d'Andalo cedieron, debido a las súplicas insistentes de Diana, la hija única de la familia, una piadosa chica que, desde el arribo de los frailes, había escuchado sus prédicas con profunda emoción. El propio santo Domingo recibió en privado, casi en secreto, los votos de Diana para conservar su virginidad, junto con un compromiso para ingresar a la vida de religión, tan pronto como le fuese posible.

Durante algún tiempo, Diana siguió viviendo en su casa; pero a escondidas de sus padres, se levantaba antes del alba para rezar sus devociones y practicar sus penitencias. Por aquel entonces, Diana pensaba que no habría mayores dificultades para convencer a su familia a que fundara un convento para monjas dominicas en el que ella pudiese ingresar; pero en cuanto abordó al asunto con su padre, éste se negó terminantemente a considerar aquella fundación y mucho menos a autorizar a su hija para que fuera religiosa. Entonces, Diana decidió hacerse justicia por sí misma. Con el pretexto de visitar a sus amistades, se fue a Roxana, se entrevistó con la canonesa de las agustinas y tanto rogó y discutió, que acabó por convencerla a que le impusiera el velo. Tan pronto como sus familiares se enteraron de lo que había hecho, fueron a Roxana decididos a sacarla del convento por la fuerza, si fuese necesario; y por cierto que debieron recurrir a la fuerza y utilizaron métodos tan violentos, que, en la reyerta, le rompieron una costilla a la infortunada Diana y, materialmente a rastras, la sacaron del convento.

Tras de devolverla a casa, la encerraron con llave, pero no por eso iba a desistir la valiente muchacha; en cuanto se restableció de los golpes recibidos, escapó de su encierro y regresó a Roxana. Parece que, desde entonces, sus familiares no volvieron a hacer el intento de disuadirla y, por el contrario, todos acabaron por responder con creces a los deseos de la joven. El beato Jordán de Sajonia se ganó la voluntad del señor d'Andalo y la de sus hijos en forma tan completa, que entre todos fundaron un pequeño convento para monjas dominicas. Ahí, en 1222, se instaló Diana con otras cuatro compañeras. Como ninguna de ellas tenía experiencia en la vida de religión, se llamó a cuatro monjas del convento de San Sixto de Roma para que las instruyesen. Dos de estas monjas, Cecilia y Amata, quedaron desde entonces íntimamente asociadas con Diana; las dos fueron sepultadas en la tumba de Diana, y las tres fueron beatificadas al mismo tiempo, en 1891. De Amata no se sabe nada, y de hecho, aunque autorizado su culto para la Orden de Predicadores, no está inscripta en el Martirologio Romano; pero sí de Cecilia, que era descendiente de la noble familia romana de los Cesarini y, en todos sentidos, una mujer notable.

Cuando Cecilia era una muchacha de diecisiete años y se encontraba en el convento de Trastevere, antes de trasladarse a San Sixto, se distinguió por haber sido una de las primeras religiosas que respondió a los esfuerzos de santo Domingo para reformar las órdenes y fue ella quien convenció a la abadesa y a las otras hermanas para que se sometieran a la regla del santo. Como fue Cecilia la primera mujer que recibió el hábito de las dominicas, era la indicada para gobernar el pequeño convento de Santa Inés, en Bolonia, durante sus primeros tiempos de existencia. El beato Jordán sentía especial afecto por aquella pequeña comunidad que él mismo había fundado y, aparte de sus frecuentes visitas, mantuvo siempre una activa correspondencia con Diana. A menudo, en sus cartas, decía que los rápidos progresos de la orden podían atribuirse a las oraciones de las monjas de Santa Inés. Asimismo, con frecuencia les recomendaba que no pusiesen demasiado a prueba sus fuerzas con penitencias exageradas.

La Beata Diana murió el 10 de junio de 1236, cuando no tenía más de treinta y seis años. Cecilia la sobrevivió mucho tiempo -murió el 4 de agosto de 1290-, y era ya anciana cuando dictó a una escribiente sus recuerdos de santo Domingo. En ese escrito figura una descripción muy gráfica del santo fundador.
Hay una biografía en latín de la beata Diana, que se encontrará impresa en el volumen de H. M. Cormier, La b. Diane d'Ándalo (1892). Las cartas del Beato Jordán fueron reeditadas en 1925 por B. Altaner, en Die Briefe Jordans von Sachsen. N.ETF: en el Butler indicaba la fecha de muerte de Diana como 9 de enero, pero la inscripción en el Martirologio y la consulta con otros santorales hacen pensar que esa fecha no se considera ya correcta, sino el 10 de junio.



BEATA SOR ANA DE LOS ANGELES  MONTEAGUDO
Nació en Arequipa el 26 de julio de 1602, hija del español Sebastián Monteagudo de la Jara y de la arequipeña Francisca Ponce de León.
Conforme a costumbres de la época, Ana fue internada por sus padres en el monasterio de Santa Catalina. Vuelta al hogar por decisión de sus padres, no le satisfacieron los halagos del mundo ni las perspectivas de un ventajoso matrimonio. Deseaba hacerse religiosa y lo puso en práctica ante la indignada reacción de sus padres. Soportó con paciencia y ánimo invicto las contrariedades y emprendió la senda de la perfección.
En 1618 inicia el noviciado y añade a su nombre el apelativo "de los Ángeles". La aspereza de la vida conventual no la arredra. Vive con entusiasmo el ideal de Domingo de Guzmán y de Catalina de Siena. Con el tiempo llega a ser Maestra de novicias y Priora (1647). Acomete con energía la reforma del monasterio. Amonesta y corrige, anima y promueve. Además de las profesas, habitaban por esa época en el monasterio cerca de 300 personas, no todas imbuidas del deseo de perfección. La obra de Ana de los Ángeles chocó con oposiciones tenaces. Sor Ana atendió asimismo, abnegada y heroicamente, a las víctimas de una peste que azotó Arequipa. Tuvo altísima oración, esmerada perfección en las virtudes propias de la vida religiosa, serenidad y paciencia en los sufrimientos. Falleció el 10 de enero de 1686. Beatificada en Arequipa por Juan Pablo II en 1985.


VENERABLE,SOR LEONOR DE SANTA MARÍA OCAMPO, OP
Había nacido el día de la Asunción de la Virgen de 1841. Su nombre de bautismo fue Isora.  Vivió a fines del siglo XIX, de nacionalidad argentina y que entregó su vida en el Monasterio dominicano de Santa Catalina de Siena, de Córdoba (República Argentina) Una historia sorprendente, fuera de lo ordinario ya desde su infancia: visiones, sueños  significativos, persecuciones… toda una serie de sucesos muy dolorosos que fueron labrando su historia de fidelidad, pues el hilo conductor de  todos estos fenómenos extraordinarios, fue una respuesta fiel, generosa, valiente a todo cuanto ella creyó ser voluntad de Dios.
Según sus biógrafos existían en ella dos mundos: el mundo  externo, con sus tormentosas noches y zozobras continuas y su mundo interior: unión con Dios, intensa y continua oración y firme perseverancia en cuanto Dios le pedía.
Ella misma describe los beneficios del Señor, que relata así:
«Me demostraba con diferentes señales y pruebas que toda me quería para El…» Y añade que «sobre todas las gracias recibidas  ha sido la de una presencia de Dios continua…. Aunque mi cuerpo estuviera en otra parte, mi voluntad y mi mente estaban en Dios…»
Isora vivía una constante búsqueda, como una tensión hacia su futuro: la vida religiosa.  Ve logrado su anhelo y tras las etapas propias del tiempo de formación de la época, puede  hacer su profesión solemne en julio de 1870. También en la vida religiosa encontró dificultades, pruebas, humillaciones, a la par que gracias místicas que ella manifestaba a su confesor con suma sencillez.
Con un lenguaje simple y accesible  nos  ofrece principios de discernimiento espiritual, que profundiza como si tuviera conocimientos de Teología, según lo atestiguan sus biógrafos.
Sus experiencias místicas alternaban con  pruebas del alma, noches muy oscuras, tentaciones…Fue experta en humildad, hasta ese grado tan difícil como es alegrarse en los desprecios. Y practicó heroicamente virtudes como la mansedumbre, la obediencia, el sacrificio…Y todo ello  con la alegría  del Espíritu que alentaba su vida.
Llena de achaques intenta seguir a la comunidad hasta el fin. Y muere el 28 de diciembre de 1900.
Su biografía: «Sor Leonor de Santa María  0campo: Toda de Dios» incita a alabar al Señor por las maravillas que puede hacer en sus santos.


                                           BEATA IMELDA LAMBERTINI, O.P 
Patrona de los niños que van a recibir la Primera Comunión
En Bolonia, de la Emilia, beata Imelda Lambertini, virgen, aceptada desde muy pequeña como monja en la Orden de Predicadores y que, siendo aún joven, después de haber recibido de modo admirable la Eucaristía, entregó inmediatamente su espíritu (†1333).
La tradición dice que la Beata Imelda Lambertini, hija del Conde Egano Lambertini de Boloña y Castora Galuzzi, fue una niña devota y piadosa que entró en la vida religiosa a la edad de nueve años. Su mayor deseo era recibir la Sagrada Comunión, pero era demasiado joven. Finalmente, en la Vigilia de la Ascensión, arrodillada en oración, una hostia apareció por encima de su cabeza. El capellán se la dio. Un rato más tarde, cuando la priora fue a comprobarlo, estaba muerta - arrodillada aún ante el altar. Era el 12 de mayo de 1333.
Independientemente de lo que realmente sucediera (o no sucediera) con la Beata Imelda, una cosa está clara: Imelda estaba dispuesta a aguardar pacientemente a que sus plegarias fueran respondidas.Cuando oramos, a menudo deseamos una respuesta inmediata. Queremos que Dios diga sí o no, y que lo diga en el momento. Si no podemos obtener una respuesta inmediata, queremos algún signo de que Dios ha escuchado nuestra petición y al menos está considerando seriamente el asunto. Demasiado a menudo sin embargo, lanzamos nuestras plegarias en dirección al cielo, sin estar nunca seguros de que hayan sido realmente recibidas.
Nuestras principales dificultades con la oración tienen lugar porque las respuestas no suelen venir del modo que esperamos. Miramos fijamente en una dirección, mientras la respuesta viene de la otra. Toma, por ejemplo, el caso de la Beata Imelda. Oraba para recibir la Comunión, no para que apareciese una hostia milagrosa. ¡Y Fijaos lo que recibió! Cuando oramos, necesitamos mantener nuestros ojos y corazones abiertos para observar la respuesta. Siempre vendrá, pero casi nunca del modo en que la esperamos.
En el año 1826 S.S. León XII confirmó su culto. El Papa San Pío X la nombró patrona de los niños que van a recibir la primera comunión.
Si usted tiene información pertinente para la canonización de la beata Imelda, comuníquese a: Chiesa San Sigismondo
    Via San Sigismondo, 7
    40126 Bologna, ITALIA



                                           BEATA JUANA DE PORTUGAL,O.P
Juana era hija del rey Alfonso V de Portugal. A los veinte años se reti­ró al monasterio dominicano de Jesús en Aveiro. Prefirió servir a Dios, único rey de los siglos, siendo así esplendor de su patria y defensa de su pueblo.
Juana era hija del rey Alfonso V de Portugal. A los veinte años se reti­ró al monasterio dominicano de Jesús en Aveiro, donde tomó el hábito en 1475, aunque por la oposición de su padre y de su hermano Juan II no hizo la profesión, viviendo dedicada a la oración y a obras de misericordia. Prefirió servir a Dios, único rey de los siglos, siendo así esplendor de su patria y defensa de su pueblo. Murió en Aveiro el 12 de mayo de 1490 y su cuerpo se venera en el monasterio de Jesús. Su culto fue confirmado el 4 de abril de 1693. En 1965 fue declarada por el papa Pablo VI patrona de la ciudad y diócesis de Aveiro.



BEATA EMILIA BICCHIERI, O.P
Emilia Bicchieri nació en Vercelli en 1238. Como perdió a su madre desde muy joven, Emilia se puso bajo la protección de la Madre de Dios. Consagrada totalmente a hacer casa a su padre, la joven desarrolló poco a poco una gran aversión por las cosas del mundo. El padre de Emilia, que era un hombre bueno, proyectaba para su hija un matrimonio respetable, que consideraba lo más conveniente y benéfico para Emilia, para su futuro esposo y para sí mismo. Pero a la edad de dieciséis años, la joven echó por tierra sus proyectos, al anunciarle que deseaba ser religiosa. Al principio, Pedro Bicchieri se negó rotundamente a dejarla partir, pero, como era un hombre cristiano y razonable, acabó por ceder a sus ruegos. Pero no se contentó con eso, sino que fundó en Vercelli un convento, del que su hija Emilia fue abadesa a los veinte años.
 Las religiosas estaban bajo la dirección de los dominicos, por ello, según una de las teorías sobre los orígenes de las terceras órdenes, fue ése el primer convento de Terciarias Regulares de Santo Domingo. A pesar de que aceptó el cargo de abadesa contra su voluntad, la beata Emilia gobernó con tacto y prudencia; jamás aconsejaba a sus religiosas algo que no practicase ella misma y evitaba en cuanto era posible las conversaciones en el recibidor con las damas principales de Vercelli. Insistía sobre todo en que sus religiosas no perdiesen nunca de vista el fin de sus acciones y las realizasen con pureza de intención; si no, según solía decir, la religiosa será como quien va al mercado sin saber qué quiere y cuál es el precio de la mercancía. La gloria de Dios debía ser el fin último de todos sus actos y la base de la obediencia religiosa.
 Aunque era una «época de fervor», en aquellos tiempos no se acostumbraba comulgar diariamente. La beata Emilia se distinguió por la fidelidad con que aprovechaba el privilegio de comulgar tres veces por semana, además de los días de fiesta. También se distinguió por el espíritu de agradecimiento a Dios y a los hombres y por el amor a la oración litúrgica. Entre otros milagros, se le atribuye el de haber extinguido con la señal de la cruz un incendio en el convento; pero hay que confesar que ese milagro es un lugar común de la hagiología, y muchos hagiógrafos lo consideraban simplemente como una manera de expresar la santidad de sus biografiados. Se cuenta que la beata Emilia tuvo muchas visiones de Dios, y de la Santísima Virgen, y que participó místicamente de los dolores de la Pasión del Señor, sobre todo de la coronación de espinas. La beata murió el 3 de mayo de 1314, precisamente el día en que cumplía setenta y seis años. Su culto fue aprobado en 1769.




BEATA HOSANNA DE KOTOR. O.P
Nacida en Montenegro, en el año 1493, en el seno de una familia ortodoxa griega, fue bautizada dentro de esa tradición con el nombre de Catalina (Catherine) Cosie.
Ella era una pastorcita en su juventud, y aprovechaba su labor para pasar horas oración solitaria, es en esta época que comenzó a tener visiones del Niño Jesús. Cuando cumplió 12 años, sus visiones fueron seguidas por un fuerte deseo de viajar a Kotor, donde ella sentía que podría orar mucho mejor.
Su madre le consiguió un trabajo como sirvienta de una católica muy adinerada, que le permitía pasar en la iglesia todo el tiempo que ella deseara, fue aquí donde Catalina se convirtió al Catolicismo Romano.
Al final de su adolescencia ella sintió el llamado de llevar la vida dura y espiritual de un anacoreta. Aunque era muy joven para asumir esta vida, su director espiritual le facilitó una celda cerca de la iglesia de San Bartolomé en Kotor. 
Luego ella se mudó a una celda en la iglesia de San Pablo, y tomó el habito terciario dominico cambiando su nombre a Hosanna en memoria a la beata Hosanna de Mantua, y vivió bajo la regla dominica los siguientes 52 años.
Un grupo de hermanas dominicas se mudaron cerca de ella para seguir sus consejos y guía, pedirle oraciones. La consideraban su líder. Llegaron a ser tantas, que un convento dominico fue construido para ellas.
Las visiones místicas no se detuvieron, ella veía a la Santísima Virgen con al Niño Jesús, varios santos y de vez en cuando al mismo demonio. Alguna vez Satanás tomó la apariencia de la Virgen, pero Hosanna se dio cuenta de quien era cuando le pidió que deje la vida religiosa.
La tradición cuenta que cuando Kotor fue atacada por los turcos, lograron su liberación gracias a las oraciones de nuestra beata; también se cuenta que sus oraciones salvaron a Kotor de la plaga.
Murió en el año 1565, y fue beatificada en el año 1934 durante del pontificado de S.S. Pío XI


                                   SANTA CATALINA DE RICCI, O.P
El siglo XVI es en Europa una época de transición en la que se están desarrollando los estados nacionales, se descubren países y pueblos y aparece la imprenta. Cobran fuerza las tendencias del humanismo y del renacimiento, irrumpe la reforma y la contrarreforma, se desarrolla una nueva ciencia de la naturaleza y se acrecienta el individualismo.

El 23 de abril de 1522 nace en Florencia, Alejandrina Lucrecia, hija de la noble familia de los Ricci. Muerta su madre cuando ella era todavía muy niña, quedó bajo el cuidado de una madrastra. Poco después la puso su padre en el convento de monjas de Monteceli donde estaba una tía suya. Allí recibe su primera educación y sobresale por su aplicación en los estudios. A la niña le gustan los relatos de la Pasión de Cristo.

A los doce años participa en un retiro en la comunidad apostólica de las dominicas de san Vicente de Prato. Queda impactada por el estilo de vida y trabajo de las hermanas y pide la admisión en la comunidad. Cuando su padre fue a buscarla para volverla a casa, no quiso ir su primero no le prometía con juramento volverla otra vez al convento. Cumplió la promesa y el lunes de Pentecostés de 1535, as los trece años, tomó el santo hábito mudando el nombre de Alejandrina por el de Catalina. Profeso al año siguiente y se dio en tal forma a la contemplación, singularmente de la Pasión del Señor, que de ordinario estaba abstraída de los sentidos. Por su gran humildad, no comunicaba a nadie, ni al confesor, sus vivencias espirituales. Dotada de admirable prudencia, fue superiora dieciocho años, ganando mucho las religiosas en lo espiritual y en lo temporal por las muchas limosnas que le enviaban , con lo que pudo acabar la fábrica del convento.

Durante doce años, 1542-1554, revivió en su cuerpo las llagas del Crucificado y la Pasión del Señor. El día Primero de febrero de 1559 recibió los santos sacramentos. Recibió el viático de rodillas, su rostro se resplandecía como él de un ángel. Llamó después a las religiosas, les hizo una exhortación al amor de Dios y a la observancia regular, poniéndose de nuevo en oración hasta la noche. Llegada la hora del tránsito se cerro con la mano los ojos, se santiguó extendió su cuerpo en forma de cruz y entregó su alma a Jesús, quedando envuelta en resplandores. Era el día dos de febrero del año 1589, a la edad de 68 años, en Prato. Fue beatificada por Clemente XII el 23 de noviembre de 1732 y canonizada por Benedicto XIV el 29 de Junio de 1746. El cuerpo de la santa se venera en la basílica dedicada a San Vicente Ferrer en Prato.

                                                                  SANTA INÉS DE MONTEPULCIANO, O.P
Nació alrededor del año 1270. Hija de la toscana familia Segni, propietarios acomodados de Graciano, cerca de Orvieto.
Cuanto solo tiene nueve años, consigue el permiso familiar para vestir el escapulario de «saco» de las monjas de un convento de Montepulciano que recibían este nombre precisamente por el pobre estilo de su ropa. Seis años más tarde funda un monasterio con Margarita, su maestra de convento, en Proceno, a más de cien kilómetros de Montepulciano. Mucha madurez debió de ver en ella el obispo del lugar cuando, con poco más de quince años, la nombra abadesa. Dieciséis años desempeñó el cargo y en el transcurso de ese tiempo hizo dos visitas a Roma; una fue por motivos de caridad, muy breve; la otra tuvo como fin poner los medios ante la Santa Sede para evitar que el monasterio que acababa de fundar fuera un día presa de ambiciones y usurpaciones ilegítimas. Se ve que en ese tiempo podía pasar cualquier cosa no solo en los bienes eclesiásticos que detentaban los varones, sino también con los que administraban las mujeres. Apreciando los vecinos de Montepulciano el bien espiritual que reportaba el monasterio de Proceno puertas afuera, ruegan, suplican y empujan a Inés para que funde otro en su ciudad pensando en la transformación espiritual de la juventud. Descubierta la voluntad de Dios en la oración, decide fundar. Será en el monte que está sembrado de casas de lenocinio, «un lugar de pecadoras», y se levantará gracias a la ayuda económica de los familiares, amigos y convecinos. Ha tenido una visión en la que tres barcos con sus patronos están dispuestos a recibirla a bordo; Agustín, Domingo y Francisco la invitan a subir, pero es Domingo quien decide la cuestión: «Subirá a mi nave, pues así lo ha dispuesto Dios». Su fundación seguirá el espíritu y las huellas de santo Domingo y tendrá a los dominicos como ayuda espiritual para ella y sus monjas.
Con maltrecha salud, sus monjas intentan procurarle remedio con los baños termales cercanos; pero fallece en el año 1317.
Raimundo de Capua, el mayor difusor de la vida y obras de santa Inés, escribe en Legenda no solo datos biográficos, sino un chorro de hechos sobrenaturales acaecidos en vida de la santa y, según él, confirmados ante notario, firmados por testigos oculares fidedignos y testimoniados por las monjas vivas a las que tenía acceso por razones de su ministerio. Piensa que, relatando prolijamente los hechos sobrenaturales –éxtasis, visiones y milagros–, contribuye a resaltar su santa vida con el aval inconfundible del milagro. Por ello habló del maná que solía cubrir el manto de Inés al salir de la oración, el que cubrió en interior de la catedral cuando hizo su profesión religiosa, o la luz radiante que aún después de medio siglo de la muerte le ha deslumbrado en Montepulciano; no menos asombro causaba oírle exponer cómo nacían rosas donde Inés se arrodillaba y el momento glorioso en que la Virgen puso en sus brazos al niño Jesús (antes de devolverlo a su Madre, tuvo Inés el acierto de quitarle la cruz que llevaba al cuello y guardarla después como el más preciado tesoro). Cariño, poesía y encanto.
Santa Catalina de Siena, nacida unos años después y dominica como ella, será la santa que, profundamente impresionada por sus virtudes, hablará de lo de dentro de su alma. Llegó a afirmar que, aparte de la acción del Espíritu Santo, fueron la vida y virtudes ejemplares vividas heroicamente por santa Inés las que le empujaron a su entrega personal y a amar al Señor. Resalta en carta escrita a las monjas hijas de Inés de Montepulciano –una santa que habla de otra santa– la humildad, el amor a la Cruz y la fidelidad al cumplimiento de la voluntad de Dios. Pero el mayor elogio que puede decirse de Inés lo dejó escrito en su Diálogo, poniéndolo en boca de Jesucristo: «La dulce virgen santa Inés, que desde la niñez hasta el fin de su vida me sirvió con humildad y firme esperanza sin preocuparse de sí misma».

                            SANTA MARGARITA DE HUNGRÍA, O.P
Los reyes Bela IV y su mujer María de Lascaris, padres de Margarita, antes de nacer su hija en 1242, la habían ofrecido a Dios por la liberación de Hungría de los tártaros, prometiendo dedicar a su divino servicio en un monasterio a la primera hija que les naciera. El rey Bela, confiando en el Señor, juntó el mayor ejercito que le fue posible y, al frente de él, salió contra aquellos enemigos, muy superiores en número y envalentonados con anteriores victorias. Al primer encuentro, los dejó vencidos y huyendo a su tierra. La calma volvió a sus dominios.
Poco tiempo después nació una niña a la que pusieron el nombre de Margarita. Con dolor, pero movidos por el amor de Dios, sus padres cumplen la promesa y confían su hija de cuatro años a las dominicas del monasterio de Veszprem, recientemente fundado. La niña, a medida que crece, va adquiriendo los hábitos de la contemplación.
En 1254, a sus doce años, Santa Margarita de Hungría hace profesión solemne en manos de Fray Humberto de Romanis, Maestro de la Orden, que volvía del capítulo general celebrado en Buda, ciudad principal de aquel reino.
Los reyes, sus padres, contentos de ver a su hija tan feliz en el monasterio, edificaron para ella otro convento en una isla formada por el gran río Danubio y lo dotaron como convenía. Veinte años tenía Margarita cuando, con otras insignes religiosas que la acompañaron, se trasladó al nuevo convento, implantando una vida de rígida observancia.
Al rey su padre, que la amaba tiernamente, le suplicaba que favoreciese a las iglesias, que amparase a viudas y a huérfanos, que hiciese limosnas a los pobres y los defendiese. Y así lo hacía el buen rey.
Como esta caridad, asimismo era grande su pureza. Por costumbres cortesanas, la pretendieron por esposa el Duque de Polonia, y los reyes de Bohemia y de Sicilia, haciéndole ver que obtendría la dispensa de los votos y que su enlace con dichos príncipes sería como un pacto de paz y de alianza entre los reinos. De negarse, sobrevendrían discordias y guerras. Ella se negó rotundamente: Se había consagrado al Señor como esposa y con nueva consagración y bendición se había velado en manos del Arzobispo de Estrogenia un día de Pascua del Espíritu Santo.
Santa Margarita de Hungría murió el 18 de enero de 1270 estando presentes muchos religiosos de la Orden. Recibió los sacramentos y rezando el salmo In te, Domine, speravi, al llegar al versículo In manus tuas, su alma voló al cielo a la edad de 30 años.
Pío XII la invocaba en su canonización el 19 de noviembre de 1943 como mediadora de la tranquilidad y de la paz fundadas en la justicia y la caridad de Cristo, no sólo para su patria, sino para el mundo entero.


                                   SANTA ZDISLAVA DE LEMBERCK, O.P
En el siglo XIII, en Moravia, en el Castillo de Krizavov, hay revuelo y alegría. Nace una niña, la primogénita, a la que seguirán otros cuatro niños, tres niñas y un niño, en el hogar de Privislavo, un noble guerrero al servicio del Rey Wenceslao II de Bohemia: Es un hombre prudente, de gran valor, piadoso y buen guerrero. De su esposa Sibila, de ascendencia italiana, son escuetas las crónicas sobre ella, pero lo condensan en una palabra: "Era una mujer feliz".
Era dama de honor de la Reina Cunegunda de Hohenstaufen. Ambos reciamente cristianos, a la usanza de entonces. Levantan la Abadía Cisterciense de Zd 'arnas Sazanon, y el convento franciscano de Brono, donde más tarde reposarán sus restos.
Zdislava de Lemberck, ya desde niña era dulce, abnegada, con gran capacidad de sacrificio y de renuncia, manirrota con los pobres y apasionada por los enfermos. De la escucha del Evangelio retiene que San Juan Bautista vivía en el desierto... Ella, ni corta ni perezosa, se escapa al bosque cercano. Su anhelo es vivir como una ermitaña; tenia siete años. Descubierta con prontitud, regresa al castillo paterno.
Con alguna frecuencia su madre la contempla orando ante el crucifijo. Zedislava es compasiva hasta lo indecible; el dinero que cae en sus manos tiene un único destinatario: los pobres que se acercan al castillo.
En 1.240 a Zedislava la sorprende una noticia: está prometida en matrimonio con Havel de Lemberk. Tiene poco más de quince años; vivirá catorce años de matrimonio con un hombre rudo, violentos y un tanto altanero a quien ella logra suavizar con aceptación y paciencia. Tienen cuatro hijos: Havel, Margarita, Jaroslav y Zadislav a los que educa en la ternura, en el sacrificio y con austeridad.
Entusiasta de los Frailes Predicadores, suplica a San Jacinto de Polonia su presencia en Bohemia. Para ellos funda dos conventos, uno en Turnov y otro en Jablona - . San Jacinto de Polonia no puede acudir personalmente, pero envía a su hermano de sangre y de religión, el Beato Ceslao con varios religiosos polacos.
Zdislava de Lemberck enviada e intensifica su entrega a Dios y a los menesterosos. Pide el hábito de devoción de los dominicos y dedica el día y la noche a la oración: "Era una ardiente buscadora de Dios". Cifra su felicidad en atender personalmente a los enfermos; trabaja, viaja y emplea sus manos en coser los vestidos para cubrir al desnudo, y ella misma prepara la comida a los enfermos y a los pobres.
Vive en época de guerras y todos acuden al cobijo que les presta Zdislava de Lemberck. Un cronista insiste: "No se contenta con dar limosna y alimento, en persona, sino que lava los pies y se los besa con una veneración como si fuese Cristo Crucifiçado. Socorre y quiere a los pobres sin medida y sin número".

Su muerte acontece en 1.252. En la iglesia -santuario de los Dominicos de Jablona- reposa su cuerpo incorrupto. A ella acuden incontables peregrinos que la veneran como protectora de las familias. Santa Zedislava de Lemberk es un modelo de vivir heroicamente las obras de misericordia. Modelo de esposa y de madre de familia.

                                  BEATA JULIA RODZIŃSKA. Mujer de Iglesia que cambió la historia

El 13 de junio de 1999, durante la Peregrinación a la Patria, el Santo Padre Juan Pablo II declaró bendecidos a 108 Mártires de la Segunda Guerra Mundial. Una hermana de la Congregación de San. Dominika - Hermana Julia Rodzińska.
 El juicio de los Mártires por la fe que testificaron de Cristo el Señor durante la Segunda Guerra Mundial comenzó el 26 de enero de 1992 en Włocławek.

Una de las ocho monjas, incluida en el grupo de 108 representantes de varios grupos sociales y sometida a los procedimientos de beatificación, es la dominicana Julia Stanisława Rodzińska.Nunca en la historia de la Iglesia en Polonia murieron tantas monjas como en 1939-45. De las 1298 monjas perseguidas, 274 murieron martirizadas en nombre de los valores que las guiaron en la elección de la vida religiosa. La presentación de la silueta de la hermana de Julia resulta de la creencia de que adoptó, profundizó y desarrolló en el espíritu del radicalismo evangélico el carisma dominicano de la vida religiosa, transmitido por la Madre Białecka.

Para abrazar la figura de la hermana Julia Rodzińska, volvamos a los tiempos en que en Nawojowa todavía había una iglesia de alerce de madera, el sacerdote Jakub Żabecki era el párroco, y el palacio en Nawojowa estaba habitado por la familia Stadniccy. En esta iglesia, el 14 de noviembre de 1894, se casaron: organista - Michał Jan Rodziński (28) con Marianna Sekuła (15), la hija de ricos agricultores de Nawojów. En el certificado de matrimonio, el sacerdote Jakub Żabecki señaló el consentimiento de los padres de la novia para la relación.

Michał Jan Rodziński - hijo de Jakub y Marianna née Chopkiewicz - vino de Wojakowa. La profesión de organista era una tradición hereditaria en la familia. Los padres de Marianna, Bonifacy Sekuła y Anna née Lelito, pertenecían a los anfitriones más ricos de la zona, pero Bonifacio era percibido como un avaro. y skner. Michał y Marianna vivían en un organista cerca del monasterio dominicano.

Michał tenía excelentes calificaciones de organista. Sobre su indudable talento durante dos años circuló entre los feligreses las palabras del obispo Wałęga, quien dijo que "no puede rezar pacíficamente durante la Santa Misa, pero escucha la hermosa música de la iglesia del organista en Nawojowski". A pesar de ocupar el cargo de organista, su salario era insuficiente, por lo tanto, estaba constantemente buscando clases adicionales. Él fue muy trabajador. Comenzó a trabajar como escritor en una caja de ahorros en la Oficina Municipal. Fundó el coro parroquial, y su fama atrajo a muchos invitados de los pueblos vecinos a las ceremonias parroquiales. Michał disfrutó de una autoridad incuestionable en la parroquia.

Cinco niños nacieron en la familia Rodziński; Julian Michał - 24.IX.1895, Stanisława Maria Józefa - 16.III.1899, Ludwik Jan Józef 14.III.1901, Anna Maria - 12.VI.1903, Janina Helena - 5.VIII.1905.

En la casa de Rodziński, todo estaba subordinado al servicio de Dios en sentido amplio. El padre impuso requisitos estrictos a los niños, que luego controló, y enfatizó el alcance de su culpa usando la disciplina. Madre dirigía la casa y criaba a los niños con un espíritu religioso. Ella también ayudó a su esposo en su trabajo. participado en ensayos y actuaciones del coro parroquial.

Stanisława fue el segundo hija de la familia. Ella nació el jueves 16 de marzo de 1899 a las 8.45 de la mañana. El orgulloso padre escribió en su crónica familiar que él mismo era la partera. Dos días después la niña fue bautizada por un sacerdote. Jakub Żabecki, dándole tres nombres: Stanisław Maria Józef. Y así, Stanisława creció en la atmósfera religiosa de la casa Rodziński. En casa, a menudo se escuchaba a Michał componiendo sus propias canciones y preparando notas para el coro.

Ha llegado un momento difícil para la familia. Los niños crecieron y la enfermedad de la madre empeoraba. Además, mi padre estaba luchando cada vez más con el reumatismo, lo que a menudo obstaculizaba su profesión y sus deberes. La familia se encontró en problemas financieros, por lo que la familia rica de Marianna permaneció indiferente. La muerte de una hija de un año se unió a los constantes problemas financieros. Michał, para poder sanar a su esposa, tomó préstamos contra la tierra.


                                           BEATA HOSANNA ANDREASI,O.P 
Laica dominica, formó parte de las Hermanas de Penitencia de Santo Domingo. Experimentó diversas experiencias místicas, entre las cuales estigmas en su propio cuerpo
Hosanna Andreassi nació en Mantua (Lombardía, Italia) en una familia allegada a la familia Gonzaga. En su primera juventud entró en las Hermanas de la penitencia de Santo Domingo, llevando una vida de gran rectitud y santidad, ejerciendo un apostolado de consejo a través de sus cartas para animar y convertir a muchos a una conducta íntegra. Rigió durante un año el ducado de los Gonzaga y ayudó a su ciudad con sus oraciones. Murió en Mantua el 18 de junio de 1505 y su cuerpo se venera desde 1813 en su catedral. Su culto fue confirmado en 1694.


                                           Beata Margarita de Saboya-Acaya, O.P
Fundó en su propia casa el monasterio de santa María Magdalena para sí, y otras monjas de clausura. Logró con éxito desarrollar trabajos para restablecer la paz de la Iglesia universal, poco antes rota en el sisma de Occidente.

Princesa, viuda y religiosa
Margarita nació en la familia de los duques de Saboya-Acaya en 1382 y a los dieciséis años fue dada en matrimonio al marqués de Monferrato, Teodoro II. Habiendo escuchado la predicación de san Vicente Ferrer, ya en su vida matrimonial ansiaba la perfección y, viuda a los treinta y seis años, se retiró con algunas de sus damas a Alba (Lombardía) para en 1441 fundar en su propia casa de Alba el monasterio dominicano de clausura de Santa María Magdalena.


Imitadora de santa Catalina de Siena, cuyas cartas fueron su libro de meditación, sufrió calumnias, enfermedades y persecución, atendiendo heroicamente a los enfermos y luchando y orando por la paz y unidad de la Iglesia. Murió en Alba el 23 de noviembre de 1464 y su cuerpo se venera en la iglesia dominicana de Santa María Magdalena. Su culto fue confirmado en 1669.


BEATA LUCIA DE NARNI,O.P
 Esposa y virgen, laica dominica. 16 de noviembre.
Como en muchas vidas de santos, Lucía fue hija de padres nobles y virtuosos, y desde niña destacó por su piedad, así como por el don de profecía, sin error alguno en sus vaticinios, tanto en el ámbito familiar, como público. No jugaba como las demás niñas de su edad, sino que su entretenimiento era adornar altarcitos y rezar oraciones a María y los santos. A los 5 años, estando en una iglesia, le pidió a una imagen de María le diese al Niño que llevaba en brazos, a lo que accedió la imagen, convirtiéndose el Niño de piedra, a carne. Logrado su propósito se lo llevó a su casa, donde lo tuvo durante 3 días, en los que no se separó de él ni para comer o dormir, hasta que el Niño volvió solo a su sitio. Durante su infancia y adolescencia tuvo varias enfermedades graves, de las que sanó gracias a sus oraciones a los santos de su devoción, entre los que estaban, como no, Santo Domingo de Guzmán.

Según creció, esta afición a los santos se tornó en devoción sincera y trato familiar en la oración con Dios, que le regaló varias visiones y apariciones de santos, con los que tenía trato como de tú a tú. A los 7 años, no dudó en hacer un voto de castidad, que el mismo Dios refrendó otorgándole un anillo como su esposa (hecho frecuente en santas de la misma Orden), mientras Santo Domingo de Guzmán (8 de agosto y 24 de mayo) le imponía el escapulario dominico. Así consagró su corazón para Dios, por lo que rechazó varios pretendientes, mientras Dios no le dijera expresamente que estado debía tomar, si religiosa, virgen seglar. Pero tuvo una visión de la Virgen María, que le ordenaba ser como Ella misma: casada y virgen. O sea, que dice la leyenda que pactó con el prometido que al final aceptó, tener un matrimonio blanco, o sea, mantener la pureza.

El "Sacro Diario Dominicano" dice "Debemos suponer que habiéndolo querido Dios así, dispuso todos los medios para que así sucediese", comprendiendo la dificultad práctica de semejante estado de vida, que ni es una cosa, ni es otra. Tenemos que comprender la mentalidad de la época, que duró hasta hace poco, donde la virginidad era considerada una virtud y estado superior al matrimonio, como si el sexo practicado fuera algo que aleja de la virtud y la santidad.

Como sea, nos dicen que continuó su vida de penitencia, oración y caridad. No se dejó llevar por el lujo ni las apariencias de la vida cómoda que podría haber llevado. Fue humilde y lo fue de veras, llegando a trabajar como una criada más, en los oficios más sucios de su casa. Fue paciente con sus familiares y los de su esposo, que no entendían su austeridad, mansedumbre con los criados, su horror por los adornos, maquillajes y vestidos caros. Y más paciente aún, con su marido, que la maltrataba y humillaba constantemente, llegando hasta el extremo de encerrarla en una bodega, como castigo de sus "extravagancias".Y aquí tomo cartas en el asunto la autoridad eclesiástica, separándola de su marido (el no haber consumado el matrimonio fue una ventaja, al final).

Desde entonces, ya mas libre, siguió con sus deseos de perfección y santidad, para lo cual, entró en la Tercera de la Orden de Santo Domingo, y para evitar problemas con su esposo y familiares, fue enviada a Viterbo. En este monasterio recibió la impresion de los estigmas de la Pasión. Con su ejemplo, persuasión y autoridad, reformó el convento, mejorando la disciplina y la piedad.

Los estigmas y los guantes.
Era muy asidua a la meditación de la Pasión del Señor y estando un día estando orando delante de un Crucifijo, este la hirió con las llagas en las manos, pies y costado. Dichos estigmas fueron tenidos por falsos por muchos, incluidos superiores y demás religiosas. No es de asombrarse, ha habido más estigmas provocados y falsos que reales. El papa Alejandro VI la llamó a Roma e hizo examinar las llagas por el Maestro del Sacro Palacio, Fray Bernardo de Resina. Este lavó fuertemente las llagas, para ver si eran pintadas o superficiales. Luego le puso unos guantes del propio Alejandro VI, atándolos con cadenillas y candados, sellados con el lacre y escudo del papa a las muñecas, de tal forma que no pudiese quitarselos. Si fueran heridas provocadas o se sanarían o se infectarían, provocando materia purulenta. Así estuvo por nueve días, al cabo de los cuales, rompieron los sellos, le quitaron los guantes y hallaron los estigmas sin corrupcion, frescos, con buen olor a pesar de la sangre. Alejandro VI dio los estigmas por verdaderos (así que no es cierto que los de Francisco y Catalina de Siena hayan sido los únicos avalados por la autoridad de la Iglesia).


El papa Julio II personalmente la trasladó a Ferrara, contra su voluntad, como fundadora del monasterio de Santa Catalina, adiestrando a las jóvenes que pedían el hábito dominico. Aquí padeció calumnias, burlas, injurias durante treinta y ocho años. Esto, junto a sus penitencias y enfermedades la fueron consumiendo, hasta morir el 15 de noviembre de 1544, a los 60 años, bastante para el siglo XVI. En 1710 se trasladó su cuerpo y se halló incorrupto, siendo visibles las llagas de la Pasión. Tenida como santa por las religiosas, Clemente IX aprobó su culto, mientras que Benedicto XIII lo extendió a toda la Orden, y a las ciudades de Ferrara, Viterbo y Narni.




                                         BEATA BIENVENIDA BOIANI, O.P.
Entró muy joven en la Orden de penitencia de Santo domingo, floreció con pureza de vida y soportó numerosos sufrimientos por los pecadores. Curada milagrosamente por intercesión de santo Domingo, cuando peregrinó a su sepulcro, se dedicó con mayor fervor aún a la oración y penitencia..

Se ha dicho que la vida de Bienvenida Bojani fue "un poema de alabanza a la Santísima Virgen, un himno de luz, de pureza y de alegría, cantado, más bien que vivido, en honor de Nuestra Señora". Ese himno comenzó con el nacimiento de la beata, en Cividale, población del Friuli, en 1254. Tenía seis hermanas, mayores que ella. Naturalmente, el padre de Bienvenida quería que el séptimo de sus vástagos fuese hombre y se cuenta que, al saber que también había sido mujer, exclamó resignado: "¡Perfectamente; que sea bienvenida!" Por ello se dio ese nombre a la niña. Desde muy pequeña se distinguió por la devoción a María; acostumbraba repetir muchas veces diarias la primera parte del Avemaría, como se usaba entonces, y acompañaba cada invocación con una genuflexión profunda, según lo había visto hacer a los dominicos en la iglesia. A igual que la beata Magdalena Panattieri, a quien se conmemora el 13 de este mes, Bienvenida tuvo la dicha de pertenecer a una familia en la que todos eran tan piadosos como ella y aprobaban sus prácticas de devoción. Cuando la joven comunicó a sus padres que quería consagrar a Dios su virginidad y hacerse terciaria de Santo Domingo, éstos no le pusieron ninguna objeción.

Pero, a diferencia de la beata Magdalena, Bienvenida no tomó parte en la vida pública de su ciudad natal, sino que se dedicó a cultivar más bien el aspecto contemplativo que el activo del espíritu dominicano. Movida de un gran deseo de hacer penitencia, se imponía las más grandes austeridades. En ocasiones se disciplinaba tres veces cada noche. Cuando tenía apenas doce años, se ató alrededor de la cintura "la cuerda de Santo Tomás" tan estrechamente, que se le encajó en la carne. El sufrimiento que ello le producía se hizo intolerable. Parecía que. no había manera de evitar una operación quirúrgica para arrancarle la cuerda, pero un día ésta se desprendió milagrosamente por sí sola, mientras la niña hacía oración. Bienvenida comunicó ese milagro a su confesor, Fray Conrado, quien le mandó que mitigase sus penitencias y le prohibió que las hiciese sin consultarle. Durante cinco años, la beata sufrió de varias enfermedades, de suerte que apenas podía salir de su recámara. El demonio aprovechó ese período para tentarla violentamente con la desesperación y otras cosas; pero el peor sufrimiento de Bienvenida era no poder asistir a misa y a las Completas, durante las cuales se cantaba la "Salve Regina", excepto cuando la llevaban en vilo a la iglesia. Dios le devolvió la salud mediante un milagro público el día de la fiesta de la Anunciación, precisamente cuando Bienvenida acababa de prometer que haría una peregrinación al santuario de Santo Domingo si recobraba la salud. Su hermana María y su hermano menor la acompañaron en esa peregrinación.

Dios premió con numerosas gracias, visiones y éxtasis la paciencia con que la joven había soportado la enfermedad y las tentaciones. Se cuenta que, siendo todavía joven, Bienvenida fue un día a la iglesia, poco después de la muerte de su madre. Allí encontró a un niño, a quien dijo: "¿Tú tienes mamá?" El niño respondió que sí. "Yo ya no tengo -replicó Bienvenida-; pero, como tú si tienes, tal vez te ha enseñado a decir el Avemaría". El niño respondió: "Yo la sé de memoria. ¿Y tú?" "Yo también la sé", contestó la joven. "Dímela", le rogó el niño. Bienvenida empezó a recitar el Avemaría en latín. Cuando llegó a la palabra "Jesús", el niño le dijo: "Yo soy Jesús" y desapareció. Aunque la alegría y la confianza fueron las virtudes características de Bienvenida, el demonio no dejó de tratar de inducirla a la desesperación y la infidelidad en su lecho de muerte. La beata triunfó de esas tentaciones y murió apaciblemennte el 30 de octubre de 1292. Se ha perdido memoria del sitio en que fue sepultada en Cividale.

                                 BEATA MARGARITA EBNER, O.P
Nació alrededor del año de 1291 en Donauworth, Baviera, y fue educada en su casa paterna en las virtudes y en las letras. Alrededor del año de 1306 abrazó la vida religiosa entre las Hermanas de la Orden de Predicadores del monasterio de Médingen, de la diócesis de Augsburgo, dedicado a la Asunción de la Virgen Madre de Dios.

En 1311 llamada a mayor conversión para cumplir en todo la divina voluntad emprendió, a ejemplo de su Padre Domingo, una vida de mayor perfección «salvadora para sí misma, ejemplar para los hombres, agradable a los ángeles y grata a Dios». Robustecida con los dones del Espíritu Santo y unida a Cristo a través de muchas aflicciones, subió cada día hacia Dios por todos los grados de la contemplación, y el año 1347 alcanzó la suma unión de su alma con él.

Margarita es una de las grandes místicas renanas que vivieron en el siglo XIV en los más de setenta monasterios alemanes de la Orden de Predicadores. Amiga de Juan Tauler, estuvo también en frecuente relación con hombres de buena voluntad de entonces llamados «Amigos de Dios». Ella misma fue protagonista de una insigne experiencia mística cuyo testimonio autobiográfico aparece en «Las Revelaciones» o «Diarios» y la colección de elevaciones espirituales llamada «Padre nuestro», que nos instruye en el amor divino.

Voló a la mansión celeste el día 20 de junio de 1351. Su cuerpo se venera en la iglesia del convento de las franciscanas. en Médingen. Su culto inmemorial fue confirmado y ratificado por Juan Pablo II el 24 de febrero de 1979.
Santa Z

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