jueves, 30 de noviembre de 2017

SANTA MISA CON LOS JÓVENES,HOMILÍA DEL SANTO PADRE

Catedral de Santa María (Rangún)

A punto de concluir mi visita a vuestro hermoso país, me uno a vuestra acción de gracias a Dios por tantos dones que nos ha concedido en estos días. Mirándoos a vosotros, jóvenes de Myanmar, y a todos los que desde otros lugares se unen a nosotros, quisiera compartir con vosotros una frase de la primera lectura de hoy que resuena en mi interior. Está tomada del profeta Isaías, y san Pablo la repitió en su carta a la joven comunidad cristiana de Roma. Escuchemos una vez más esas palabras: «¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Noticia del bien!» (Rm 10,15; cf. Is 52,7).

Queridos jóvenes de Myanmar, después de haber escuchado vuestras voces y haberos oído cantar hoy, os aplico a vosotros esas palabras. Sí, son hermosos vuestros pasos; vuestra presencia es hermosa y alentadora, porque nos traéis «buenas noticias», la buena nueva de vuestra juventud, de vuestra fe y de vuestro entusiasmo. Así es, vosotros sois una buena noticia, porque sois signos concretos de la fe de la Iglesia en Jesucristo, que nos hace experimentar un gozo y una esperanza que nunca morirán.

Algunos se preguntan cómo es posible hablar de buenas noticias cuando tantas personas a nuestro alrededor están sufriendo. ¿Dónde están las buenas noticias cuando hay tanta injusticia, pobreza y miseria que proyectan su sombra sobre nosotros y nuestro mundo? Quiero que de aquí salga un mensaje muy claro. Quiero que la gente sepa que vosotros, muchachos y muchachas de Myanmar, no tenéis miedo a creer en la buena noticia de la misericordia de Dios, porque esta tiene un nombre y un rostro: Jesucristo. Como mensajeros de esta buena nueva, estáis listos para llevar una palabra de esperanza a la Iglesia, a vuestro país y al mundo en general. Estáis dispuestos a llevar la Buena Noticia a vuestros hermanos y hermanas que sufren y que necesitan vuestras oraciones y vuestra solidaridad, pero también vuestra pasión por los derechos humanos, por la justicia y porque crezcan el amor y la paz que Jesús nos da.

Quiero también plantearos un desafío. ¿Escuchasteis con atención la primera lectura? Allí, san Pablo repite tres veces la palabra «sin». Es una palabra sencilla, pero que nos hace pensar sobre nuestro papel en el proyecto de Dios. En efecto, Pablo propone tres preguntas que yo quiero dirigir a cada uno de vosotros personalmente. La primera, ¿cómo puede alguien creer en el Señor sin haber oído hablar de él? La segunda, ¿cómo puede alguien oír hablar del Señor sin un mensajero que lo anuncie? Y la tercera, ¿cómo puede haber un mensajero sin ser enviado? (cf. Rm 10,14-15).

Me gustaría que todos vosotros pensarais profundamente en estas preguntas. ¡Pero no tengáis miedo! Como buen «padre» (¡aunque mejor sería decir «abuelo»!), no quiero dejaros solos ante estas preguntas. Permitidme que os ofrezca algunas ideas que puedan guiaros en el camino de fe y ayudaros a discernir qué es lo que el Señor os está pidiendo.

La primera pregunta de san Pablo es: «¿Cómo puede alguien creer en el Señor sin haber oído hablar de él?». Nuestro mundo está lleno de ruidos y distracciones, que pueden apagar la voz de Dios. Para que otros se sientan llamados a escucharlo y a creer en él, necesitan descubrirlo en personas que sean auténticas. Personas que sepan escuchar. Seguro que vosotros queréis ser genuinos. Pero sólo el Señor os puede ayudar a serlo. Por eso hablad con él en la oración. Aprended a escuchar su voz, hablándole con calma desde lo más profundo de vuestro corazón.

Pero hablad también con los santos, nuestros amigos del cielo que nos sirven de ejemplo. Como san Andrés, cuya fiesta celebramos hoy. Andrés fue un sencillo pescador que acabó siendo un gran mártir, un testigo del amor de Jesús. Pero antes de llegar a ser mártir, cometió sus errores, tuvo que ser paciente y aprender gradualmente a ser un verdadero discípulo de Cristo. Así que no tengáis miedo de aprender de vuestros propios errores. Dejad que los santos os guíen hacia Jesús y os enseñen a poner vuestras vidas en sus manos. Sabed que Jesús está lleno de misericordia. Por lo tanto, compartid con él todo lo que lleváis en vuestros corazones: vuestros miedos y preocupaciones, así como vuestros sueños y esperanzas. Cultivad la vida interior, como cuidaríais un jardín o un campo. Esto lleva tiempo; requiere paciencia. Pero al igual que un agricultor sabe esperar que lo cultivado crezca, así también a vosotros, si sabéis esperar, el Señor os hará dar mucho fruto, un fruto que luego podréis compartir con los demás.

La segunda pregunta de Pablo es: «¿Cómo van a oír hablar de Jesús sin un mensajero que lo anuncie?». Esta es una gran tarea encomendada de manera especial a los jóvenes: ser «discípulos misioneros», mensajeros de la buena noticia de Jesús, sobre todo para vuestros compañeros y amigos. No tengáis miedo de hacer lío, de plantear preguntas que hagan pensar a la gente. Y no os preocupéis si a veces sentís que sois pocos y dispersos. El Evangelio siempre crece a partir de pequeñas raíces. Por eso haceos oír. Os pido que gritéis, pero no con vuestras voces, no, quiero que gritéis, para ser con vuestra vida, con vuestros corazones, signos de esperanza para los que están desanimados, una mano tendida para el enfermo, una sonrisa acogedora para el extranjero, un apoyo solícito para el que está solo.

La última pregunta de Pablo es: «¿Cómo puede haber un mensajero sin que sea enviado?». Al final de esta Misa, todos seremos enviados, para llevar con nosotros los dones que hemos recibido y compartirlos con los demás. Esto puede provocar un poco de desánimo, ya que no siempre sabemos a dónde nos puede enviar Jesús. Pero él nunca nos manda sin caminar al mismo tiempo a nuestro lado, y siempre un poquito por delante de nosotros, para llevarnos a nuevas y maravillosas partes de su reino.

¿Cómo envía nuestro Señor a san Andrés y a su hermano Simón Pedro en el Evangelio de hoy? «¡Seguidme!», les dice (Mt 4,19). Eso es lo que significa ser enviado: seguir a Cristo, y no lanzarnos por delante con nuestras propias fuerzas. El Señor invitará a algunos de vosotros a seguirlo como sacerdotes, y de esta forma convertirse en «pescadores de hombres». A otros los llamará a la vida religiosa, a otros a la vida matrimonial, a ser padres y madres amorosos. Cualquiera que sea vuestra vocación, os exhorto: ¡sed valientes, sed generosos y, sobre todo, sed alegres!

Aquí, en esta hermosa Catedral dedicada a la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora, os animo a que miréis a María. Cuando ella respondió «sí» al mensaje del ángel, era joven, como vosotros. Sin embargo, tuvo el valor de confiar en la «buena noticia» que había escuchado, y de traducirla en una vida de consagración fiel a su vocación, de entrega total de sí y completa confianza en los cuidados amorosos de Dios. Que siguiendo el ejemplo de María, llevéis a Jesús y su amor a los demás con sencillez y valentía.

Queridos jóvenes, con gran afecto os encomiendo a vosotros y a vuestras familias a su maternal intercesión. Y os pido, por favor, que os acordéis de rezar por mí.

Dios bendiga a Myanmar [Myanmar pyi ko Payarthakin Kaung gi pei pa sei]

El Adviento,preparar nuestro corazón a su gracia de Amor

Empezamos un tiempo para prepararnos y estar en gracia para vivir correctamente la Navidad

Significado del Adviento

La palabra latina "adventus" significa “venida”. En el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Jesucristo. La liturgia de la Iglesia da el nombre de Adviento a las cuatro semanas que preceden a la Navidad, como una oportunidad para prepararnos en la esperanza y en el arrepentimiento para la llegada del Señor.

El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa penitencia.

El tiempo de Adviento es un período privilegiado para los cristianos ya que nos invita a recordar el pasado, nos impulsa a vivir el presente y a preparar el futuro.

Esta es su triple finalidad:

 Recordar el pasado: Celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén. El Señor ya vino y nació en Belén. Esta fue su venida en la carne, lleno de humildad y pobreza. Vino como uno de nosotros, hombre entre los hombres. Esta fue su primera venida.
Vivir el presente: Se trata de vivir en el presente de nuestra vida diaria la "presencia de Jesucristo" en nosotros y, por nosotros, en el mundo. Vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor, en la justicia y en el amor.

- Preparar el futuro: Se trata de prepararnos para la Parusía o segunda venida de Jesucristo en la "majestad de su gloria". Entonces vendrá como Señor y como Juez de todas las naciones, y premiará con el Cielo a los que han creido en Él; vivido como hijos fieles del Padre y hermanos buenos de los demás. Esperamos su venida gloriosa que nos traerá la salvación y la vida eterna sin sufrimientos.

En el Evangelio, varias veces nos habla Jesucristo de la Parusía y nos dice que nadie sabe el día ni la hora en la que sucederá. Por esta razón, la Iglesia nos invita en el Adviento a prepararnos para este momento a través de la revisión y la proyección:

Aprovechando este tiempo para pensar en qué tan buenos hemos sido hasta ahora y lo que vamos a hacer para ser mejores que antes. Es importante saber hacer un alto en la vida para reflexionar acerca de nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios y con el prójimo. Todos los días podemos y debemos ser mejores.

En Adviento debemos hacer un plan para que no sólo seamos buenos en Adviento sino siempre. Analizar qué es lo que más trabajo nos cuesta y hacer propósitos para evitar caer de nuevo en lo mismo.
Algunas ideas para vivir el Adviento
La Corona de Adviento

Algo que no debes olvidar

El adviento comprende las cuatro semanas antes de la Navidad.
El adviento es tiempo de preparación, esperanza y arrepentimiento de nuestros pecados para la llegada del Señor.
En el adviento nos preparamos para la navidad y la segunda venida de Cristo al mundo, cuando volverá como Rey de todo el Universo.
Es un tiempo en el que podemos revisar cómo ha sido nuestra vida espiritual, nuestra vida en relación con Dios y convertirnos de nuevo.
Es un tiempo en el que podemos hacer un plan de vida para mejorar como personas.

Cuida tu fe

Esta es una época del año en la que vamos a estar “bombardeados” por la publicidad para comprar todo tipo de cosas, vamos a estar invitados a muchas fiestas. Todo esto puede llegar a hacer que nos olvidemos del verdadero sentido del Adviento. Esforcémonos por vivir este tiempo litúrgico con profundidad, con el sentido cristiano.
De esta forma viviremos la Navidad del Señor ocupados del Señor de la Navidad.

miércoles, 29 de noviembre de 2017

ENCUENTRO CON EL CONSEJO SUPREMO DE LA SHANGA DE LOS MONJES BUDISTAS

DISCURSO DEL SANTO PADRE

Es una gran alegría para mí estar hoy con vosotros. Agradezco al Ven. Bhaddanta Kumarabhivamsa, Presidente del Comité de Estado Sangha Maha Nayaka, por sus palabras de bienvenida y por el esfuerzo realizado para organizar mi visita hoy aquí. Los saludo a todos, y agradezco de modo particular la presencia de Su Excelencia Thura Aung Ko, Ministro para los Asuntos Religiosos y la Cultura.

Nuestro encuentro es una ocasión importante para renovar y reforzar los lazos de amistad y de respeto que unen a los budistas y a los católicos. Es también una oportunidad para reafirmar nuestro compromiso por la paz, el respeto de la dignidad humana y la justicia para todos los hombres y mujeres. No sólo en Myanmar, sino también en todo el mundo, las personas necesitan que los líderes religiosos den este testimonio común. Porque, cuando nosotros hablamos con una sola voz, afirmando el valor perenne de la justicia, de la paz y de la dignidad fundamental de todo ser humano, ofrecemos una palabra de esperanza. Ayudamos a los budistas, a los católicos y a todos a luchar por alcanzar una mayor armonía en sus comunidades.

En todas las épocas, la humanidad ha experimentado injusticias, momentos de conflicto y desigualdades entre las personas. En nuestro tiempo, estas dificultades parecen ser particularmente graves. Las heridas causadas por los conflictos, la pobreza y la opresión persisten, y crean nuevas divisiones, aunque la sociedad haya alcanzado un gran progreso tecnológico y las personas en el mundo sean cada vez más conscientes de que comparten la misma naturaleza humana y el mismo destino. Frente a estos desafíos, jamás debemos resignarnos. Sobre las bases de nuestras respectivas tradiciones espirituales, sabemos que existe un camino que nos permite avanzar, que lleva a la curación, a la mutua comprensión y al respeto. Un camino basado en la compasión y en el amor. 

Manifiesto mi estima a todos los que en Myanmar viven según las tradiciones religiosas del Budismo. A través de las enseñanzas de Buda, y el testimonio elocuente de muchos monjes y monjas, la gente de esta tierra ha sido formada en los valores de la paciencia, de la tolerancia y del respeto por la vida, así como en una espiritualidad atenta y profundamente respetuosa de nuestro medio ambiente. Como sabemos, estos valores son esenciales para un desarrollo integral de la sociedad, a partir de la familia, que es la unidad más pequeña pero más esencial, para luego extenderse a la red de relaciones que nos ponen en estrecha conexión —relaciones enraizadas en la cultura, en la pertenencia étnica y nacional, pero en definitiva enraizadas en la pertenencia a la misma naturaleza humana. En una auténtica cultura del encuentro, estos valores fortalecen a nuestras comunidades y las ayudan para que puedan iluminar al conjunto de la sociedad con esa luz tan necesaria.

El gran desafío de nuestros días es el de ayudar a las personas a que se abran a la trascendencia. A que sean capaces de mirar en su interior y de conocerse a sí mismas de manera que puedan reconocer la interconexión recíproca con los demás. Darse cuenta de que no podemos permanecer aislados los unos de los otros. Si debemos estar unidos, como es nuestro propósito, es necesario superar todas las formas de incomprensión, de intolerancia, de prejuicio y de odio. ¿Cómo podemos hacerlo? Las palabras de Buda nos ofrecen a todos una guía: «Conquista al hombre airado mediante el amor; conquista al hombre de mala voluntad mediante la bondad; conquista al avaro mediante la generosidad; conquista al mentiroso mediante la verdad» (Dhammapada, XVII, 223). Son sentimientos parecidos a los que se expresan en la oración atribuida a san Francisco de Asís: «Señor, hazme instrumento de tu paz. Que donde hay odio, yo ponga el amor. Que donde hay ofensa, yo ponga el perdón […]. Que donde hay tinieblas, yo ponga la luz. Que donde hay tristeza, yo ponga la alegría».

Que esta sabiduría siga animando todos los esfuerzos que se realizan para promover la paciencia y la comprensión, y para curar las heridas de los conflictos que a lo largo de los años han dividido a personas de distintas culturas, etnias y convicciones religiosas. Estos esfuerzos no son sólo prerrogativas de los líderes religiosos, ni competencia exclusiva del Estado. Al contrario, la sociedad en su conjunto, todos aquellos que viven en la comunidad, son los que deben compartir la tarea de superar el conflicto y la injusticia. Sin embargo, los líderes civiles y religiosos tienen la responsabilidad propia de garantizar que cada voz sea escuchada, de forma que se puedan comprender con claridad y confrontar en un espíritu de imparcialidad y de recíproca solidaridad los desafíos y las necesidades del momento presente. Felicito al Panglong Peace Conference por el trabajo que está desarrollando en este ámbito, y ruego para que los que guían este esfuerzo puedan seguir promoviendo una mayor participación de todos los que viven en Myanmar. Esto ayudará al compromiso de avanzar en la paz, la seguridad y una prosperidad que incluya a todos.

Ciertamente, para que estos esfuerzos produzcan frutos duraderos, se necesitará una mayor cooperación entre los líderes religiosos. A este respecto, deseo que sepáis que la Iglesia Católica es un interlocutor disponible. Los momentos de encuentro y de diálogo entre los líderes religiosos demuestran que son un factor importante en la promoción de la justicia y de la paz en Myanmar. Sé que el pasado mes de abril la Conferencia de los Obispos Católicos ha organizado un encuentro de dos días sobre la paz, en el que han participado los líderes de las diferentes comunidades religiosas, junto a embajadores y representantes de agencias no gubernamentales. Estos encuentros son esenciales para profundizar en el conocimiento recíproco y afirmar los lazos que nos unen y nuestro destino común. La justicia auténtica y la paz consolidada se alcanzan sólo cuando están garantizadas para todos.

Queridos amigos, que los budistas y los católicos caminemos juntos a lo largo de este sendero de curación, y trabajemos hombro con hombro por el bien de cada uno de los habitantes de esta tierra. En las Escrituras Cristianas, el apóstol Pablo anima a sus oyentes a alegrarse con los que están alegres, y a llorar con los que lloran (cf. Rm 12,15), llevando con humildad los unos las cargas de los otros (cf. Ga 6,2). En nombre de mis hermanos y hermanas católicos, expreso nuestra disponibilidad para seguir caminando con vosotros y sembrar semillas de paz y de curación, de compasión y de esperanza en esta tierra.

Os doy las gracias nuevamente por haberme invitado a estar hoy aquí con vosotros. Invoco sobre todos la bendición divina de la alegría y de la paz.

La hermana Sebastina ha ayudado a salvar miles de niños desnutridos.

Todo el que admire a esos curas rurales que atienden 7, 12 o 20 pueblos en España, yendo de uno a otro en su automóvil, tendrá que quitarse el sombrero ante la Hermana Sebastina Tigga, que en la India visita en bicicleta por caminos de selva y montaña nada más y nada menos que 111 aldeas en los bosques de Jhabua, en el estado de Madhya Pradesh.

La llaman "la hermana de la bicicleta", porque cuando empezó a hacerlo, hace 25 años, no era nada normal que una mujer, y menos una monja, utilizase este vehículo en la región. 
Una familia católica... y muchos pretendientes
La hermana Sebastina tiene hoy 56 años y se crió en una familia católica de la etnia oraon en un estado vecino, Chhattisgarh. "Éramos siete hermanos, 4 chicos y tres chicas. Uno de mis hermanos es sacerdote jesuita. Yo tenía el deseo de ser monja desde niña". 

Se las arregló para evitar que la casaran en su juventud. "Mientras me preparaba para mi graduación recibí 12 propuestas de matrimonio, todas de empleados del gobierno. Las rechacé todas, pese a la insistencia de mis padres y parientes. Mi vida iba a dedicarse a Dios", explica. Así, a los 26 años, en 1987, entró en las Hermanas del Instituto Secular Don Bosco. 

Niños desnutridos en pueblos sin carretera
Pronto descubrió que su misión en los bosques de Jhabua se centraría en asistir a los niños desnutridos, cumpliendo aquello de "dad de comer al hambriento" y lo de "lo que hiciéreis por uno de estos pequeños, a mí me lo hacéis". 

"Cuando llegué aquí hace 25 años, la región no tenía buenas carreteras. Tenía que caminar unos 15 kilómetros cada día visitando a la gente por senderos. Pronto me di cuenta que la bicicleta reduciría mis paseos. Conseguí una bicicleta y la monté en una época en que las mujeres en bicicleta se consideraban un tabú socialmente. Y así me llamaron 'la hermana de la bicileta'. Aún hoy la gente no sabe mi nombre real". 

Sebastina empezó a llegar a pueblos donde no llegaba ninguna ayuda exterior, nadie del gobierno. La gente la miraba con curiosidad y extrañeza, el espectáculo más peculiar en mucho tiempo. Ahora ella podía recorrer hasta 30 kilómetros diarios y contactar con más aldeas. 

"Era gente pobre, iletrada, en bosques casi sin lazos con el mundo exterior. Sufrían de malnutrición, cataratas, tuberculosis y otras enfermedades". Sin verdadera medicina, dependían de chamanes y medicinas tradicionales. "Era una vida muy primitiva sin verdaderas casas ni ropa adecuada". 

Lo más triste era la desnutrición de los niños. No es sólo que comieran poco, es que lo que comían no alimentaba: malnutridos, letárgicos, raquíticos... sus padres no entendían la gravedad real de su estado. Las familias no solo eran pobres: desconocían que lo que daban a sus hijos no les alimentaba. 

levarse al niño y a la madre al hospital
Sebastina decidió centrarse en esa tarea. Con la ayuda de otras hermanas, visitaron las aldeas del bosque y empezaron a llevar a su clínica a los niños en peor estado y a sus madres. Usaba una bicicleta con carrito. 

Establecieron una rutina que ha demostrado su eficacia: tienen que pasar allí 14 días, la madre y el hijo. A la madre la educan para que tenga técnicas y habilidades para alimentar al niño. Aprende técnicas nutricionales y de cuidados infantiles, que suelen desconocer. Al pequeño le dan medicinas y una nutrición intensiva eficaz. En 14 días se recuperan. 

"Antes atendíamos más de mil niños malnutridos cada año; la cifra ha bajado y ahora son unos pocos cientos al año", explica satisfecha. 

En total, cree que puede haber atendido más de 25.000 niños. Y probablemente ha salvado la vida de la mayor parte de ellos. 

Pernoctar cuando hay fieras o inundaciones
En sus rutas, que a menudo siguen siendo complicadas, se queda con frecuencia a pernoctar en las aldeas, en casas de los lugareños, porque cae la noche, hay inundaciones o hay animales peligrosos en el camino. Pone vacunas, distribuye algunas medicinas, habla con las familias... 

Ahora Sebastina enseña a las madres a organizarse en grupos de apoyo mutuo y a generar algunos pequeños ingresos. "Las mujeres responden bien a esto, pero por su analfabetismo se retrasan mucho los resultados", lamenta. 

Una espiritualidad enraizada en Cristo
Cuando algún hindú la ha acusado de engañar a los lugareños para conseguir conversiones, ella suele invitarle a acompañarla y a ver en qué consiste su tarea. "Cuando ven que mi trabajo beneficia a los pobres ya no me molestan", afirma. 

Después de estos años de servicio está contenta. "Tengo que sentirme muy contenta por el trabajo que hago. Se requiere una espiritualidad fuerte enraizada en la enseñanza de Cristo. Solo eso puede sostener una vida religiosa feliz", declara al corresponsal de Global Catholic Sisters en la India. 

martes, 28 de noviembre de 2017

ENCUENTRO CON LOS LÍDERES RELIGIOSOS DE MYANMAR

SALUDO DEL SANTO PADRE

En primer lugar, muchas gracias por haber venido. Quizás tendría que haber ido yo a visitar a cada uno de ustedes, pero ustedes han sido generosos y me ahorraron el trabajo. Gracias.

En el momento en que ustedes hablaban me vino a la mente una oración, una oración que rezamos a menudo, tomada del Libro de los Salmos: «Qué hermoso es ver a los hermanos unidos». Unidos no quiere decir iguales. La unidad no es uniformidad, aun dentro de la misma confesión. Cada uno tiene sus valores, sus riquezas, y también sus deficiencias.

Somos todos diferentes y cada confesión tiene sus riquezas, sus tradiciones, sus riquezas para dar, para compartir. Y esto solamente puede ser si se vive en paz. Y la paz se construye en el coro de las diferencias. La unidad siempre se da con las diferencias.

Por tres veces uno de ustedes usó la palabra «armonía». Esa es la paz: la armonía. Nosotros, en este tiempo que nos toca vivir, experimentamos una tendencia mundial hacia la uniformidad, a hacer todo igual. Eso es matar la humanidad. Eso es una colonización cultural. Y nosotros debemos entender la riqueza de nuestras diferencias ―étnicas, religiosas, populares―, y desde esas diferencias se da el diálogo. Y desde esas diferencias uno aprende del otro, como hermanos… Como hermanos que se van ayudando a construir este País, que incluso geográficamente tiene tantas riquezas y diferencias. La naturaleza en Myanmar ha sido muy rica en las diferencias. No tengamos miedo a las diferencias. Uno es nuestro Padre, nosotros somos hermanos. Querámonos como hermanos. Y si discutimos entre nosotros, que sea como hermanos. Que enseguida se reconcilian. Siempre vuelven a ser hermanos. Yo pienso que sólo así se construye la paz.

Yo les agradezco que ustedes hayan venido a visitarme. Pero soy yo el que estoy visitando a ustedes, y quisiera al menos que espiritualmente tuvieran esa visita: la de un hermano más.

Gracias. Construyan la paz. No se dejen igualar por la colonización de culturas. La verdadera armonía divina se hace a través de las diferencias. Las diferencias son una riqueza para la paz.

Muchas gracias. Y me permito una oración, de hermano a hermanos. Una antigua bendición que nos incluye a todos: «El Señor los bendiga y los proteja. Haga brillar su rostro sobre ustedes y les muestre su gracia. Les descubra su rostro y les conceda la paz».

Thank you very much!

Nuestro papel como niños dentro de la Iglesia

Mun Si Eon (con el pelo corto y la camiseta azul) es una niña de 11 años que vive en un pueblito de la diócesis de Daejeon. En su parroquia hemos tenido este año un grupo misionero de niños. Una vez al mes nos juntábamos para rezar y para comprender cuál es nuestra misión en este mundo y nuestro papel como niños dentro de la Iglesia. Primero hemos «abierto los ojos al mundo», para conocer las distintas realidades con vídeos, fotos y testimonios de primera mano. Después hemos dejado que todo eso «nos bajara al corazón», para descubrir que solo la compasión y el corazón de Dios nos hacen sentir hermanos con todos. Más adelante, hemos «extendido las manos» para llevar a la acción todo lo que habíamos sentido y lo que nos surgía poder hacer por los demás. En el último tiempo, hemos entrado en una dinámica de «pies ligeros»: no basta solo con extender las manos al que ya está a mi lado… también hay que ponerse en camino hacia aquellos a los que yo no me acercaría, al que me cae mal en clase, a los niños pobres de mi barrio, a ese anciano que veo en la calle, para que podamos compartir algo con ellos.

Finalmente, hemos rezado cada uno por un país del mundo al que nos «hemos ofrecido como niños misioneros». Nos hemos comprometido a rezar y vivir nuestro día a día en amor por todos los hermanos del mundo, pero en especial por ese país. Mun Si Eon se ofreció a rezar por Corea del Norte y dijo que si fuera misionera le gustaría ir allí de mayor. Yo, muy sorprendida con la respuesta, le pregunté por qué, y ella me dijo que en Corea del Norte no hay libertad religiosa y, entonces, es una pena que los niños no pueden conocer a Jesús.

Los abuelos de Mun Si Eon son de Japón, por lo que su respuesta aún me sorprendió más. Tanto los coreanos del sur como los japoneses ven en Corea del Norte solo a un enemigo, un país gobernado por un dictador y un problema muy grave frente a la paz y la estabilidad económica en la región (en la foto deposita sobre el mapa su país elegido). Mun Si Eon me enseñó que hay que hacerse como niños para tener la mirada misionera sobre cada realidad. El corazón misionero de esta niña no se dejó llevar por las primeras capas y supo descubrir la compasión de Dios por nuestros hermanos del norte y más aún se dejó llevar de la urgencia de Dios de llevar a Jesús a aquellos que no tienen ni siquiera la oportunidad de escuchar hablar de Él. Gracias Si Eon, espero que un día, no muy lejano, podamos ir juntas a Corea del Norte a hablar a los niños del amor de Jesús.

Ester Palma González
Misionera en Corea del Sur. Servidores del Evangelio de la Misericordia

lunes, 27 de noviembre de 2017

Mireille Twaygira:"Si me hubiera rendido,no habria inspirado a nadie"

Nació en Ruanda hace 25 años y ha pasado la mayor parte de su vida en campos para refugiados. Ahora es médica en un hospital de Malaui y cuenta cómo la educación cambió su vida. Con su experiencia quiere inspirar a otros y ser fuente de esperanza.
Tu infancia estuvo marcada por la violencia en Ruanda en 1994. ¿Qué recuerdas de esos años?

Cuando la guerra comenzó yo tenía unos tres años. Dejamos el país después de que mi padre muriera, fuimos primero a Burundi y después a República Democrática de Congo. Allí nos quedamos durante un tiempo en un campo de refugiados. La vida no iba mal: nos daban comida, como unas galletas que repartían organizaciones humanitarias, y jugaba con otros niños. Aunque sabía que no era mi hogar, me encontraba bien. Pero entonces estalló otra guerra en aquel lugar y tuvimos que huir de nuevo. Pasó un año desde que salimos de aquel campo y llegamos a otro. Fue una etapa muy difícil porque estábamos constantemente escapando. Yo tenía seis o siete años y era demasiado para una niña pequeña. Era unas condiciones muy difíciles. En ese periodo casi me ahogo, teníamos que estar bebiendo agua que no era segura y hacíamos todo el viaje a pie, de día y de noche. En ese momento yo estaba sola con mis abuelos, que eran mayores, así que íbamos más lentos que otros miembros del grupo y nos quedábamos atrás. Al cabo de un año llegamos a otro campo donde nos atendieron. Si no hubiéramos llegado yo no estaría hoy aquí porque me encontraba con un grado muy severo de malnutrición.

 ¿Qué te ayudó a soportar estos momentos tan difíciles? 

Lo que me hizo aguantar todo esto fue mi abuelo que cuidó de mí  y siempre hizo lo que fuera para que yo tuviera algo que comer. Incluso casi lo matan por conseguir comida.  Cuando andábamos por la selva huyendo y nos atacaban, había mujeres que soltaban a sus hijos de sus espaldas para poder escapar de los disparos. Uno no puede correr tanto con un niño en la espalda. Mi abuelo nunca me soltó, siempre me llevó con él.

En esos primeros años de vida perdiste a tu padre, a tu madre, a tu hermana y a tu abuela ¿Cómo era tu abuelo?

Era como un padre para mí. En mi cultura, cuando un abuelo quiere mucho a su nieta dice que es su esposa. Él me llevaba a todas partes. En la selva él se sacrificó mucho por mí para hacer que yo estuviera a salvo y siempre tuviera algo para comer.

Tu abuelo se esforzó para que recibieras educación y os trasladasteis al campo de refugiados de Dzaleka, en Malaui, donde había una escuela de la ONG Entreculturas. ¿Cómo lo viviste? 

Allí empecé a ir al colegio. En los anteriores campos de refugiado yo había podido jugar con otros niños pero creo que en Malaui, yo tenía ocho años, fue la primera vez que hice amigos de verdad. Anunciaban las notas por la radio y recuerdo la sonrisa de mi abuelo cuando me nombraron a mí como la que tenía las notas más altas. No era fácil vivir allí pero al menos teníamos un lugar donde estar, un hogar.
Al acabar la secundaria eras una de las seis mejores estudiantes de todo el país y el Gobierno chino te concedió una beca para estudiar en la universidad. ¿Por qué elegiste medicina? 

Desde muy joven quería hacer algo que me permitiera ayudar a todo tipo de personas, desde jóvenes hasta ancianos. La medicina era una forma de hacerlo.

En China, un año estudiando la lengua y cinco la carrera. ¿Cómo fue la experiencia? 

Todo era nuevo para mí. Hasta entonces yo había vivido en una choza y en China en vez de letrinas teníamos retretes. En vez de bañarnos con cubos de agua teníamos duchas. El agua la cogíamos de grifos en vez de pozos. En China todo era nuevo. Tuve la posibilidad de conocer gente de todo tipo y eso fue algo fantástico. Al principio fue un choque con una cultura diferente a la que no estaba acostumbrada y por supuesto aprender chino fue difícil, pero en definitiva fue una gran experiencia.

Vaya reto, aprender chino y estudiar una carrera con un idioma recién aprendido. ¿De dónde sacaba las fuerzas? 

Admito que en algunos momentos quise darme por vencida, pero después vi que era el lugar donde tenía que estar. Mi misión era ayudar en lo posible a gente que estaba en la situación en la que yo había estado y servirles de inspiración. Si me hubiera dado por vencida no habría inspirado a nadie. Quería que la gente me viera y creyera que es posible salir de esa situación. No quería decepcionar a mi familia ni a todos los refugiados que podían verme y estar orgullosos de mí. Esto fue lo que me dio la fuerza.

Ahora vives en Blantyre, pero tienes familiares en el campo de Dzaleka. ¿Cómo es la situación en este momento? 

Sí, tengo familia en Dzeleka. Mis tíos y otros parientes lejanos. La situación es diferente para unos y otros. El campo tiene más de veinte años y hay gente que ha encontrado la forma de hacer negocios y que llega a fin de mes. Pero otras personas son muy pobres y lo pasan mal. Hay gente a la que incluso no le llegan las raciones mínimas y no tienen comida ni ropa.

¿Qué piensas de la importancia de la educación en contextos de refugio? 

Tomándome a mí como ejemplo a mí me dieron refugio, me dieron comida, me dieron agua y medicamentos pero si se hubiera quedado ahí yo no estaría hoy aquí. No podría inspirar a otros y devolver a Malaui todo lo que me ha dado, todo los que les debo.  La educación es muy importante en primer lugar porque permite que uno se olvide de todo lo malo que ha pasado, juega con sus amigos. Uno va al colegio y aprende de lugares nuevos como América y entonces piensa: yo voy a salir de esta situación y voy a ser alguien. Es un modo también de aliviar el trauma que estos niños han pasado. Creo que es importante ofrecer la posibilidad de la educación a estos  niños desde el principio, que ellos no tengan que esperar para formarse, porque son chicos con mucho potencial y se merecen la oportunidad de tener una infancia normal y merecen poder cumplir este potencial que tienen y pertenecer a la comunidad global. La educación es el instrumento principal que tenemos para contribuir a la sociedad y si no lo les damos esa oportunidad, se está desperdiciando.

domingo, 26 de noviembre de 2017

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos y hermanas: ¡buenos días!

En este último domingo del año litúrgico celebramos la solemnidad de Cristo, el Rey del universo. El suyo es una realeza de orientación, servicio e incluso una monarquía que terminará como un juicio al final de los tiempos. Hoy tenemos a Cristo como Rey, Pastor y Juez, que muestra los criterios para pertenecer al Reino de Dios. Aquí están los criterios.

La página evangélica se abre con una gran visión. Jesús, hablando a sus discípulos, diciendo: "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los ángeles con él, entonces se sentará en el trono de su gloria" ( Mt  25,31). Es la introducción solemne de la historia del juicio universal. Después de experimentar la existencia terrenal en la humildad y la pobreza, Jesús ahora aparece en la gloria divina que le pertenece, rodeado por las filas angélicas. Toda la humanidad es convocada a Él y Él ejerce su autoridad separando a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras.

Para aquellos que colocó a su derecha dice: 'Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo, porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste para beber, era forastero y me acogisteis, estaba desnudo, y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel, y vinisteis a mí. "(vv 34-36). Los justos permanecen sorprendidos porque no recuerdan haber conocido a Jesús, y mucho menos lo ayudaron de esa manera; pero Él declara: "Todo lo que le hiciste a uno de estos mis hermanitos, me lo hiciste a mí" (v. 40). Esta palabra nunca deja de atacar, porque revela el grado en que llegue el amor de Dios: hasta el punto de identificarse con nosotros, pero no cuando estamos bien, cuando estamos sanos y felices, no, pero cuando estamos en necesidad Y de esta manera oculta, se deja conocer, cuidamos nuestra mano como un mendigo. Así, Jesús revela el criterio decisivo de su juicio, es decir, el amor concreto por el prójimo en apuros. Y así revela el poder del amor, la realeza de Dios: solidaridad con los que sufren para despertar actitudes y obras de misericordia en todas partes.

La parábola del juicio continúa presentando al rey que priva a aquellos que durante su vida no se preocuparon por las necesidades de los hermanos. Una vez más se sorprenden y preguntan: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te hemos servido "(V. 44)?. Sutilmente: "¡Si te hubiéramos visto, sin duda te hubiéramos ayudado!" Pero el rey responderá: "Todo lo que no le hiciste a uno de estos pequeños no me hizo nada" (v. 45). Al final de nuestra vida, seremos juzgados por amor, es decir, por nuestro compromiso concreto de amar y servir a Jesús en nuestros hermanos más jóvenes y necesitados. Ese mendigo, el necesitado que tiende a la mano es Jesús; ese esclavo que tengo que visitar es Jesús; ese prisionero es Jesús; ese hambre es Jesús

Jesús llegará al fin del tiempo para juzgar a todas las naciones, pero viene a nosotros todos los días, de tantas maneras, y nos pide que lo recibamos. La Virgen María nos ayuda a encontrarnos y recibirla en su Palabra y en la Eucaristía, y al mismo tiempo en los hermanos que sufren de hambre, enfermedad, opresión e injusticia. Que nuestros corazones  nos den la bienvenida en  nuestra vida hoy, porque somos  recibidos por Él en  la eternidad de Su Reino de Luz y Paz.

Después del Angelus

Queridos hermanos y hermanas :

Hubo un gran dolor el viernes, la noticia de la masacre que tuvo lugar en una mezquita en el norte del Sinaí, Egipto. Sigo orando por las muchas víctimas, por los heridos y por toda la comunidad, tan severamente afectada. Dios nos libera de estas tragedias y sostiene los esfuerzos de todos aquellos que trabajan por la paz, la concordia y la coexistencia. Esas personas en ese momento oraron; incluso en nosotros, en silencio, ore por ellos.

Ayer, en Córdoba, en Argentina, fue proclamada Beata Madre Catalina de María Rodríguez, fundador de la Congregación de la Hermanas Esclavas Corazón de Jesús, el primer instituto religioso femenino de la vida apostólica en la Argentina. Vivió en el siglo XIX, Catalina se casó por primera vez, y luego se quedó viuda y consagrada a Dios y dedicada al cuidado espiritual y material de las mujeres más pobres y vulnerables. Alabamos al Señor por esta "mujer apasionada del Corazón de Jesús y de la humanidad".

Saludo a todos los peregrinos que vienen de Italia y de diferentes países: familias, grupos parroquiales, asociaciones. En particular, saludo a la comunidad ucraniana que recuerda la tragedia del Holodomor , la hambruna causada por el régimen de Stalin con millones de víctimas. Rezo por Ucrania, porque la fuerza de la fe puede ayudar a sanar las heridas del pasado y promover los caminos de paz de hoy.

Saludo a los fieles de Cagliari, Matera, Potenza, Parma, Crotone y Rossano, así como a la Asociación Italiana de Compañeros en los Santuarios Marianos en el Mundo.

Esta tarde comenzaré el Viaje Apostólico en Myanmar y Bangladesh . Te pido que me acompañes con la oración, porque mi presencia para ambas personas es una señal de cercanía y esperanza.

Les deseo a todos un buen domingo. Y por favor, no te olvides de rezar por mí. Buen almuerzo y adiós!

sábado, 25 de noviembre de 2017

Jesucristo es Rey del Universo

Desde la antigüedad se ha llamado Rey a Jesucristo, en sentido metafórico, en razón al supremo grado de excelencia que posee y que le encumbra entre todas las cosas creadas. Así, se dice que:

reina en las inteligencias de los hombres porque El es la Verdad y porque los hombres necesitan beber de El y recibir obedientemente la verdad;
reina en las voluntades de los hombres, no sólo porque en El la voluntad humana está entera y perfectamente sometida a la santa voluntad divina, sino también porque con sus mociones e inspiraciones influye en nuestra libre voluntad y la enciende en nobles propósitos;
reina en los corazones de los hombres porque, con su supereminente caridad y con su mansedumbre y benignidad, se hace amar por las almas de manera que jamás nadie —entre todos los nacidos— ha sido ni será nunca tan amado como Cristo Jesús.
Sin embargo, profundizando en el tema, es evidente que también en sentido propio y estricto le pertenece a Jesucristo como hombre el título y la potestad de Rey, ya que del Padre recibió la potestad, el honor y el reino; además, siendo Verbo de Dios, cuya sustancia es idéntica a la del Padre, no puede menos de tener común con él lo que es propio de la divinidad y, por tanto, poseer también como el Padre el mismo imperio supremo y absolutísimo sobre todas las criaturas.

Ahora bien, que Cristo es Rey lo confirman muchos pasajes de las Sagradas Escrituras y del Nuevo Testamento. Esta doctrina fue seguida por la Iglesia –reino de Cristo sobre la tierra- con el propósito celebrar y glorificar durante el ciclo anual de la liturgia, a su autor y fundador como a soberano Señor y Rey de los reyes.

En el Antiguo Testamento, por ejemplo, adjudican el título de rey a aquel que deberá nacer de la estirpe de Jacob; el que por el Padre ha sido constituido Rey sobre el monte santo de Sión y recibirá las gentes en herencia y en posesión los confines de la tierra.

Además, se predice que su reino no tendrá límites y estará enriquecido con los dones de la justicia y de la paz: "Florecerá en sus días la justicia y la abundancia de paz... y dominará de un mar a otro, y desde el uno hasta el otro extrema del orbe de la tierra".

Por último, aquellas palabras de Zacarías donde predice al "Rey manso que, subiendo sobre una asna y su pollino", había de entrar en Jerusalén, como Justo y como Salvador, entre las aclamaciones de las turbas, ¿acaso no las vieron realizadas y comprobadas los santos evangelistas?

En el Nuevo Testamento, esta misma doctrina sobre Cristo Rey se halla presente desde el momento de la Anunciación del arcángel Gabriel a la Virgen, por el cual ella fue advertida que daría a luz un niño a quien Dios había de dar el trono de David, y que reinaría eternamente en la casa de Jacob, sin que su reino tuviera jamás fin.

El mismo Cristo, luego, dará testimonio de su realeza, pues ora en su último discurso al pueblo, al hablar del premio y de las penas reservadas perpetuamente a los justos y a los réprobos; ora al responder al gobernador romano que públicamente le preguntaba si era Rey; ora, finalmente, después de su resurrección, al encomendar a los apóstoles el encargo de enseñar y bautizar a todas las gentes, siempre y en toda ocasión oportuna se atribuyó el título de Rey y públicamente confirmó que es Rey, y solemnemente declaró que le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.

Pero, además, ¿qué cosa habrá para nosotros más dulce y suave que el pensamiento de que Cristo impera sobre nosotros, no sólo por derecho de naturaleza, sino también por derecho de conquista, adquirido a costa de la redención? Ojalá que todos los hombres, bastante olvidadizos, recordasen cuánto le hemos costado a nuestro Salvador, ya que con su preciosa sangre, como de Cordero Inmaculado y sin tacha, fuimos redimidos del pecado. No somos, pues, ya nuestros, puesto que Cristo nos ha comprado por precio grande; hasta nuestros mismos cuerpos son miembros de Jesucristo.

Domingo XXXIV del tiempo ordinario: Jesucristo, Rey del Universo

Evangelio (Mt 25,31-46): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de Él todas las naciones, y Él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 

»Entonces dirá el Rey a los de su derecha: ‘Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme’. Entonces los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber?’. ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?’. Y el Rey les dirá: ‘En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis’. 

»Entonces dirá también a los de su izquierda: ‘Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis’. Entonces dirán también éstos: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?’. Y Él entonces les responderá: ‘En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo’. E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna».

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Hoy, Jesús nos habla del juicio definitivo. Y con esa ilustración metafórica de ovejas y cabras, nos hace ver que se tratará de un juicio de amor. «Seremos examinados sobre el amor», nos dice san Juan de la Cruz.

Como dice otro místico, san Ignacio de Loyola en su meditación Contemplación para alcanzar amor, hay que poner el amor más en las obras que en las palabras. Y el Evangelio de hoy es muy ilustrativo. Cada obra de caridad que hacemos, la hacemos al mismo Cristo: «(…) Porque tuve hambre, y me disteis de comer; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; en la cárcel, y vinisteis a verme» (Mt 25,34-36). Más todavía: «Cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25,40).

Este pasaje evangélico, que nos hace tocar con los pies en el suelo, pone la fiesta del juicio de Cristo Rey en su sitio. La realeza de Cristo es una cosa bien distinta de la prepotencia, es simplemente la realidad fundamental de la existencia: el amor tendrá la última palabra.

Jesús nos muestra que el sentido de la realeza -o potestad- es el servicio a los demás. Él afirmó de sí mismo que era Maestro y Señor (cf. Jn 13,13), y también que era Rey (cf. Jn 18,37), pero ejerció su maestrazgo lavando los pies a los discípulos (cf. Jn 13,4 ss.), y reinó dando su vida. Jesucristo reina, primero, desde una humilde cuna (¡un pesebre!) y, después, desde un trono muy incómodo, es decir, la Cruz.

Encima de la cruz estaba el cartel que rezaba «Jesús Nazareno, Rey de los judíos» (Jn 19,19): lo que la apariencia negaba era confirmado por la realidad profunda del misterio de Dios, ya que Jesús reina en su Cruz y nos juzga en su amor. «Seremos examinados sobre el amor».

viernes, 24 de noviembre de 2017

Ética y dinero

Francisco nos hace ver la corrupción no como un pecado que se pueda perdonar, sino como una enfermedad porque «el corrupto no percibe su corrupción». En el diagnóstico del Papa cada uno podemos reconocer hasta rasgos propios… No es casualidad si entre sus primeras prioridades está la reforma financiera en el Vaticano
Quien maneja dinero y reclama una motivación ética provoca escepticismo. Lo sabe el mundo financiero, que lucha por recuperar credibilidad a la vez que soporta un elevadísimo nivel de regulación. La norma en algo influye en los comportamientos: las multas son caras para quienes incumplen. Pero la ética no se contiene en normas y controles. Si toda la reforma consiste en cumplimentar un cuestionario, pronto se inventarán formas para eludirla.

Tampoco se trata de que los actores abracen un paquete de valores que se les presente desde una cátedra, la que sea. La ética es consecuencia de una orientación profunda de las personas. Si hay dilución de la responsabilidad ética, la respuesta hay que buscarla primero dentro de uno mismo. En esta intimidad, la ética no se reduce a la química del cerebro, no es programable en máquinas de inteligencia artificial. Nace del encuentro interpersonal, esa realidad intangible de donde brota el discernimiento entre el bien y el mal.

La corrupción, una enfermedad


El nudo del conflicto entre dinero y ética es la corrupción. Ante la epidemia actual, el Papa Francisco nos hace ver la corrupción no como un pecado que se pueda perdonar, sino como una enfermedad: «La corrupción se expresa en una atmósfera de triunfalismo porque el corrupto se cree un vencedor. En ese ambiente se pavonea para disminuir a los otros. El corrupto no conoce la fraternidad o la amistad, sino la complicidad y la enemistad. El corrupto no percibe su corrupción…». (Discurso ante la Asociación Internacional de Derecho Penal, 23/10/2014). En el diagnóstico del Papa cada uno podemos reconocer hasta rasgos propios… Y de esta autocrítica no se salva nadie. No es casualidad si entre sus primeras prioridades está la reforma financiera en el Vaticano.

Pero sería absurdo considerar corrupta la institución como tal. Y es igualmente erróneo considerar la corrupción como inevitable en cualquier actividad empresarial. Es todo lo contrario: la verdadera empresa es independiente de apoyos o privilegios públicos; no se hace para maximizar la ganancia a corto plazo, sino para construir un edificio, aplicar una tecnología, dar trabajo, desarrollar un instrumento, prestar un servicio…

Ética profesional

La necesaria disciplina ética en el manejo del dinero ha llevado muchas empresas a adoptar un código de conducta interno; su eficacia depende de una costumbre previa de transparencia y comportamiento independiente. Es importante mantener y desarrollar esta cultura cuando la empresa crece. Requiere formación, sin duda. Pero la cultura se transmite en la empresa igual que en la familia: por los hechos y a través de decisiones diarias en todos los campos, más que por sermones o por estudios de consultores.

Estos principios de ética profesional deben mucho a la Reforma iniciada por Lutero hace 500 años. ¿Son universales? Toda empresa grande ha tenido que renunciar a citar explícitamente las raíces de su cultura –religiosas, familiares, tradicionales…– para hacerse aceptable en el entorno multirreligioso y ha tenido que adherir, con mayor o menor sinceridad, al consenso occidental sobre normas de ética empresarial básica: cumplimiento legal, transparencia contable y fiscal, accountability… Pero la realidad no garantiza la universalidad de este consenso: el éxito económico de China contra la pobreza, por ejemplo, no responde ni a nuestras recetas liberales, ni tampoco a nuestra ética profesional de transparencia y distinción entre lo público y lo privado. No es deseable, pero no es imposible, que sus éxitos lleven a relativizar lo que por ahora consideramos como principios universales de ética profesional.

Finalidad de servicio

La reconciliación entre dinero y ética requiere que estos principios se apliquen de verdad, pero también exige ir más allá, hasta cuestionar la finalidad implícita. El interés de los accionistas es legítimo, pero no basta; tampoco el de los stakeholders de la empresa. Más que servicio a los partícipes, servicio a la sociedad: proporcionar un producto útil, en las mejores condiciones, en el respeto de las personas y del medio ambiente. Se puede añadir: con una atención especial hacia los sectores menos favorecidos de la sociedad, aunque solo sea porque pueden ser futuros clientes.

El interés de la empresa y el de la sociedad no son antagónicos. No hay ninguna fatalidad que lleve a ello, y hay muchísimas empresas que se rigen con esta brújula de servicio a la sociedad. La transformación en curso, la robotización y el mundo de big data abren nuevos desafíos. Más que nunca, reconciliar ética y dinero supone redescubrir en concreto la vocación de servicio propia de toda empresa económica.

jueves, 23 de noviembre de 2017

¿Se acelera el número de conversiones del islam al cristianismo? Apuntan tres principales causas

Cada vez se habla más sobre la conversión de miles de musulmanes al cristianismo aunque todavía con mucha y necesaria prudencia ante una cuestión que puede ser de vida o muerte para los conversos. Pero algunas estadísticas, los testimonios de misioneros que trabajan en el terreno y el análisis de la evolución de las políticas de represión contra las conversiones en países musulmanes permiten hacer una radiografía sobre una situación que los expertos hablan de histórica.

“Estamos en un momento en el que se están dando las primeras conversiones masivas de musulmanes”, ha asegurado el jesuita Mitch Pacwa, aunque sin poder aportar datos concretos, mientras considera que “Dios está haciendo un gran trabajo entre ellos”.  Eso sí, destaca como causas el inicio de un posible colapso del islam provocado por la propia imagen que genera para los suyos, la acción de la Virgen y la potente predicación que gracias a la tecnología llega a muchos musulmanes

Este jesuita estadounidense es uno de los mayores expertos en Oriente Medio e islam. Dirige Ignatius Productions y ha realizado documentales y libros sobre las relaciones entre islam y el cristianismo así como la situación interna de los seguidores de Mahoma. Habla fluidamente 13 idiomas, entre ellos el árabe, y lleva décadas trabajando sobre estos asuntos.

Un fenómeno que preocupa al mundo islámico
En una conversación con National Catholic Register, Pacwa explica que empezó a oír hablar de las conversiones al cristianismo en 2005 en Al Jazeera cuando “estaban informando sobre las conversiones masivas de los musulmanes, entre 6 y 8 millones, en el África subsahariana, y han ido repitiendo esta advertencia todos los años”.

Malas relaciones públicas
Esto le hizo investigar y asegura que lo ha ido "confirmando con africanos que me han hablado una y otra vez sobre las conversiones en lugares como Nigeria, Uganda, Mali y es por eso que Boko Haram se ha vuelto tan activo”.

En su opinión, los fundamentalistas islámicos como este grupo terrorista “están bastante asustados e intentan aterrorizar. Pero el acto mismo de aterrorizar a la gente ha terminado con personas cada vez más disgustadas con el Islam”.

Esta es precisamente una de las causas que pueden estar provocando estas conversiones al cristianismo y que él define como unas “malas relaciones públicas” que está llevando a un colapso y hartazgo en el mundo musulmán, y que no termina de estallar aún por el miedo.

¿Inicio del colapso?
Para ello, el padre Pacwa pone el ejemplo de lo que escuchó en una televisión africana: “Al Qaeda ataca a los estadounidenses volando nuestras embajadas, pero nosotros los africanos somos los que morimos en los ataques”.

Considera, por tanto, que esta religión podría estar al comienzo de su colapso y compara el aumento del terrorismo con la etapa de supernova que se da en las estrellas antes de que se apaguen.

El terror no frena las conversiones
Precisamente, en la actualidad se están produciendo casos de persecución brutal, con los que intentan esconder sus debilidades, y habló del caso de “un niño que era esclavo que se escapó para rezar el Viernes Santo y fue crucificado por ello” o de “dos sirvientas filipinas que fueron detenidas con un Nuevo Testamento y decapitadas”.

En general, precisó el jesuita, los occidentales detenidos por practicar el cristianismo suelen ser expulsados de los países musulmanes, pero los castigos para los habitantes del país son mucho peores. “Los viernes después de las oraciones del mediodía es el día en que le cortan las manos y la cabeza a los ladrones, a los adúlteros –mujeres solamente- y a las personas que cometen blasfemias, y eso incluiría la conversión al cristianismo”, asegura.

A pesar de los riesgos a los que se exponen, las conversiones ocurren incluso en países fundamentalistas. El padre Pacwa habló además de este incremento especialmente en los bordes del mundo musulmán tanto en el oeste como en el sur del continente negro. “África está creciendo predominantemente cristiana a pesar de las medidas represivas”.

Citó específicamente dos países, Irán, donde dijo que actualmente puede haber tres millones de cristianos e Indonesia, el país con más musulmanes del mundo, donde habló de unos dos millones de conversos al año.

Un fenómeno que también se da en Occidente
También habló de conversiones en países musulmanes más radicales, aunque no quiso facilitar más datos por temor a represalias contra ellos en estos estados. Habló pero sin entrar en detalle sobre las conversiones que se están dando entre los refugiados que han llegado a Europa asegurando que el tiempo dirá si realmente son auténticas o simplemente buscan documentación, tal y como se ha insinuado.

Él mismo asegura haber sido testigo de estas conversiones en Estados Unidos. “Estaba a punto de celebrar misa en una iglesia maronita en San Diego y saludé a un hombre que se presentó como Achmad. Le pregunté si era cristiano. Él dijo: ‘Sí, hace poco me bauticé’. Dijo que era de Marruecos. Los cristianos no tienen el nombre de Achmad, esa es una forma de Mahoma”.

Otras fuentes de conversión al cristianismo
Además, Mitch Pacwa explicó brevemente otras dos fuentes de conversión del islam al cristianismo. Así, indicó que “un gran número de musulmanes reciben visiones de Jesús y de la Santísima Virgen que los ha llevado a convertirse”.

Por otro lado, citó al padre Peter (Butros) Zakariam, un sacerdote copto ortodoxo que vive exiliado y al que define como el hombre más buscado en el mundo musulmán. Hace un programa de televisión todos los viernes, que llega a decenas de millones de árabes, así como un debate a través de internet todos los martes y jueves. También existen numerosos vídeos suyos en internet proclamando el cristianismo  y denunciando el islam. “Está escondido pero sigue produciendo estos programas de televisión porque es brillante en su conocimiento del Corán y no tiene miedo”, concluye el sacerdote jesuita.

La punta del iceberg
Tesis similares defendía recientemente Camille Eid, periodista libanés coautor del libro Cristianos venidos del islam (LibrosLibres), sobre las conversiones: “No se puede saber, pero se puede deducir que las cifras que no sabemos pueden ser verdaderamente importantes. Esto es posible también porque si bien antes los regímenes conseguían frenar con éxito la difusión de la Buena Nueva, impidiendo el proselitismo y la venta del Evangelio, hoy en día con internet es mucho más fácil descubrir los contenidos del cristianismo”.

Este investigador explicaba que “no es nada fácil obtener estadísticas que sean precisas, porque siempre hay un margen que es difícil de calcular. Los datos disponibles proceden de las Iglesias que comunican el porcentaje de bautizados procedentes del islam.. Si se observan estos índices hay en todas partes un incremento constante, tanto en Europa como en los países de mayoría musulmana. Sin embargo, ésta sólo puede ser la punta del iceberg, puesto que en algunos países la conversión desde el islam está prohibida por ley y no existen registros de este tipo; a pesar de todo, sabemos que también en estos países las conversiones al cristianismo están aumentando.

Y puso algunos ejemplos: “En Argelia, la prensa está llevando a cabo desde hace tiempo una batalla cada vez más dura contra las conversiones al cristianismo, lo que hace pensar que se están incrementando. El padre Pierre Humblot, un sacerdote expulsado recientemente de Irán después de 45 años de misión y ahora residente en Francia, ha hablado de trescientos mil iraníes convertidos al cristianismo, un fenómeno de masa. Lo que es increíble, dado que en el país las celebraciones en lengua local están prohibidas. En Túnez, la hija del ex presidente Moncef Marzouki ha escrito una tesis sobre el fenómeno de las conversiones al cristianismo en su país”.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Prosiguiendo con las Catequesis sobre la Misa, podemos preguntarnos: ¿Qué cosa es esencialmente la Misa? La Misa es el memorial del Misterio pascual de Cristo. Ella nos hace partícipes de su victoria sobre el pecado y la muerte, y da significado pleno a nuestra vida.

Para esto, para comprender el valor de la Misa debemos sobre todo entender el significado bíblico del “memorial”. Esto «no es solamente el recuerdo – el memorial no es solamente un recuerdo –, de los acontecimientos del pasado, sino estos acontecimientos se hacen, en cierta forma, presentes y actuales. De esta manera Israel entiende su liberación de Egipto: cada vez que es celebrada la Pascua, los acontecimientos del Éxodo se hacen presentes a la memoria de los creyentes a fin de que conformen su vida a estos acontecimientos» (Catecismo de la Iglesia Católica, 1363). Jesucristo, con su pasión, muerte, resurrección y ascensión al cielo ha llevado a cumplimiento la Pascua. Y la Misa es el memorial de su Pascua, de su “éxodo”, que ha realizado por nosotros, para sacarnos de la esclavitud e introducirnos en la tierra prometida de la vida eterna. No es solamente un recuerdo, no, es algo más: es hacer presente aquello que ha sucedido hace veinte siglos atrás.

La Eucaristía nos lleva siempre al ápice de la acción de salvación de Dios: el Señor Jesús, haciéndose pan partido por nosotros, derrama sobre nosotros toda su misericordia y su amor, como lo ha hecho en la cruz, para así renovar nuestro corazón, nuestra existencia y el modo de relacionarnos con Él y con los hermanos. Dice el Concilio Vaticano II: «La obra de nuestra redención se efectúa cuantas veces se celebra en el altar el sacrificio de la cruz, por medio del cual Cristo, que es nuestra Pascua, ha sido inmolado» (Constitución Dogmática, Lumen Gentium, 3).

Toda celebración de la Eucaristía es un rayo de ese sol sin ocaso que es Jesús resucitado. Participar en la Misa, en particular el domingo, significa entrar en la victoria del Resucitado, ser iluminados por su luz, abrigados por su calor. A través de la celebración eucarística el Espíritu Santo nos hace partícipes de la vida divina que es capaz de transfigurar todo nuestro ser mortal. Y en su paso de la muerte a la vida, del tiempo a la eternidad, el Señor Jesús nos lleva también a nosotros con Él para hacer la Pascua. En la Misa se hace Pascua. Nosotros, en la Misa, estamos con Jesús, muerte y resucitado y Él nos lleva adelante, a la vida eterna. En la Misa nos unimos a Él. Es más, Cristo vive en nosotros y nosotros vivimos en Él: «Yo estoy crucificado con Cristo – dice San Pablo – y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí» (Gal 2,19-20). Así pensaba Pablo.

Su sangre, de hecho, nos libera de la muerte y del miedo a la muerte. Nos libera no sólo del dominio de la muerte física, sino de la muerte espiritual que es el mal, el pecado, que nos toma cada vez que caemos victimas de nuestro pecado y del de los demás. Y entonces nuestra se contamina, pierde belleza, pierde significado, muere.

Cristo en cambio no devuelve la vida; Cristo es la plenitud de la vida, y cuando ha afrontado la muerte la ha derrotado para siempre: «Resucitando destruyó la muerte y nos dio vida nueva». La Pascua de Cristo es la victoria definitiva sobre la muerte, porque Él ha transformado su muerte en un supremo acto de amor. ¡Murió por amor! Y en la Eucaristía, Él quiso comunicarnos su amor pascual, victorioso. Si lo recibimos con fe, también nosotros podemos amar verdaderamente a Dios y al prójimo, podemos amar como Él nos ha amado, dando la vida.

Si el amor de Cristo está en mí, puedo donarme plenamente al otro, con la certeza interior que si incluso el otro debiera herirme yo no moriría; de lo contrario tendría que defenderme. Los mártires han dado la vida justamente por esta certeza de la victoria de Cristo sobre la muerte. Sólo si experimentamos este poder de Cristo, el poder de su amor, somos verdaderamente libres de donarnos sin miedo. Y esta es la Misa: entrar en esta pasión, muerte, resurrección, ascensión de Jesús. Y cuando vamos a Misa, es como si fuéramos al calvario, lo mismo. Piensen ustedes: si nosotros vamos al calvario – pensemos con imaginación – en ese momento, y nosotros sabemos que ese hombre ahí es Jesús. Pero, ¿nosotros nos permitiríamos hablar, tomar fotografías, hacer un poco de espectáculo? ¡No! ¡Porque es Jesús! Nosotros seguramente estaríamos en silencio, en el llanto y también en la alegría de ser salvados. Cuando nosotros entramos en la iglesia para celebrar la Misa pensemos esto: entro en el calvario, donde Jesús da su vida por mí. Y así desaparece el espectáculo, desaparece las habladurías, los comentarios y estas cosas que nos alejan de esta cosa tan bella que es la Misa, el triunfo de Jesús.

Pienso que ahora sea más claro como la Pascua se haga presente y obrante cada vez que celebramos la Misa, es decir, el sentido del memorial. La participación en la Eucaristía nos hace entrar en el misterio pascual de Cristo, donándonos pasar con Él de la muerte a la vida, es decir, al calvario, ahí. La Misa es rehacer el calvario, no es un espectáculo. Gracias.