martes, 30 de abril de 2019

SAN PÍO V, PAPA

La notable familia de los Ghislieri había venido a menos económicamente en los comienzos del siglo XVI. A Pablo y Dominga Augeria les nació un hijo el 17 de enero de 1504, en Bosco Marengo, al norte de Italia; le pusieron el nombre del santo del día que era san Antonio Abad. Desde pequeño fue pastor por no poder ser clérigo y tener que arrimar el hombro a la economía familiar.

Sabedor de las inclinaciones del muchacho, el señor Bastone se ofreció a pagar los gastos para que pudiera entrar en la escuela de los dominicos, cuando también ingresó a su hijo Francesco.

Ingresa en los dominicos de Voghera; a fray Miguel –es ahora su nuevo nombre– lo destinaron a Vigevano; en Bolonia cursa los estudios filosóficos y teológicos y aprende santidad allí mismo junto al sepulcro del fundador santo Domingo de Guzmán. Se ordenó sacerdote en Génova en 1528.

Fray Miguel de Alessandría vive pobre, enseña y predica, atiende los oficios divinos y combate a los herejes en Pavía, Alba y Como, donde lo nombraron inquisidor. Camina a pie de un lado a otro poniendo orden entre los nobles y herejes, sin respeto humano, ni miedo a las amenazas del Conde de Alba –llegó a amenazarle con arrojarlo a un pozo–, o a los mercaderes que se irritan profundamente cuando les requisa los libros heréticos.

En 1550 está en Roma; hasta allí han llegado las quejas y protestas por la rectitud con la que lleva adelante su encargo inquisitorial; vista la cosa, nadie puede ponerle un pero a su trabajo, que supo llevar con una escrupulosidad ejemplar. El mismo cardenal Caraffa lo reconoció y hasta lo admiró.

Al bueno y recto fray Miguel lo nombraron obispo de Sutri y Nepi el 4 de septiembre de 1556 y Paulo IV lo hizo cardenal de la Iglesia el 15 de marzo de 1575, y luego, Inquisidor General.

Pío IV, Médici de pura cepa, lo despreció, olvidó e ignoró porque varias veces tuvieron un ten con ten en el que el último papa del Renacimiento solía recibir alguna que otra amonestación del cardenal Ghislieri, amante de la pobreza, despegado del mundo y de los honores, recio, y en algunos puntos inflexible.

Contra su voluntad lo eligieron papa el 7 de enero de 1566, por la decisión que tomaron en un agitadísimo cónclave los cardenales Borromeo y Farnesio. Lo pintan de mediana estatura, de ojos pequeños con mirada aguda, y nariz aguileña; lleva como atributos un crucifijo y un rosario.

En el Vaticano se nota que ha dado un giro la Iglesia con su presencia. Despidió a todos los bufones, se mostró enemigo de los abundantes aduladores y generosísimo con los pobres; decía Misa diaria –cosa nada frecuente en aquella época–, impuso austeridad y redobló la oración meditando de modo preferente la Pasión, acompañada por el Rosario; desconfiando de los cardenales, se propuso renovar el Colegio. Se iban corriendo las voces de que el antiguo inquisidor –ahora Papa– solo sabía reformar.

Y tenían bastante razón aquellos rumores. Pío V ha decidido poner en marcha los Decretos del Concilio Tridentino; reforma el Breviario y el Misal; publica el Catecismo de Trento, que también se conoce por su nombre; urge la obligación de residencia en sus diócesis para los obispos, les manda la celebración de sínodos anuales, y da ejemplo en Roma realizando las visitas pastorales. El viejo inquisidor frena todo lo que puede la herejía protestante, contando con el saber y la fidelidad de Pedro Canisio, ayudando a los católicos franceses a luchar contra los hugonotes, y adoptando medidas para favorecer la ortodoxia: fomentó las ciencias eclesiásticas, cuidó la universidad de Roma y nombró Doctor de la Iglesia a santo Tomás de Aquino.

Además hay un terrible problema planteado. El turco. A Pío V le preocupa la unidad de la Iglesia, defender y extender la fe. Intenta la unidad de los príncipes y reinos cristianos para dar respuesta al peligro turco; una y mil veces propone formar la Santa Liga y fracasa tanto por sus escasas dotes políticas como por los sobrados intereses políticos de los gobernantes. Por fin, consigue la Triple Alianza entre Venecia, los Estados Pontificios y España para montar una escuadra capaz de presentar batalla a los turcos; los venció en Lepanto y la mandaba Juan de Austria como almirante.

Murió el ilustre piamontés que tuvo un origen tan humilde, el 1 de mayo de 1572, como simple fraile dominico; deseó morir vestido con el hábito de la Orden. Su voluntad expresa fue que se le enterrara en Bosco, pero en este punto no le dieron gusto; el papa Sixto V trasladó sus restos a Santa María la Mayor, desde su entierro provisional en el Vaticano.

Al papa de la recuperación moral de la Iglesia –el que se mostró implacable contra el nepotismo, que excomulgó a Isabel de Inglaterra y eliminó en la práctica el protestantismo en Italia– lo canonizaron en 1712, aunque hubiera sido tratado de intransigente y duro. Y es que en la Iglesia pasa como en el cuerpo humano; arreglarlo, cuesta. Y a veces es preciso cortar para el bien de la totalidad.

lunes, 29 de abril de 2019

SANTA CATALINA DE SIENA


Hoy se celebra la fiesta de esta gran santa por ello presentamos 11 datos que probablemente no sabías de su vida:

1) Tenía una melliza
Aunque no está claro si eran idénticas o no, Santa Catalina tuvo una hermana melliza llamada Giovanna. Nacieron prematuramente cuando su madre tenía 40 años, pero por desgracia, su melliza falleció siendo niña. Dos años después su madre tuvo otra hija y también la llamó Giovanna.

2) Tuvo 24 hermanos
Santa Catalina tuvo 24 hermanos; todos de los mismos padres. Solo la mitad de ellos llegó a la edad adulta debido a una alta tasa de mortalidad infantil.

3) Su apodo era «Eufrosina»
Era tan alegre que un niño de su familia la llamó «Eufrosina”, que en griego significa «alegría».

4) Tuvo una visión mística del Niño Jesús
Una antigua biografía escrita por su confesor afirma que cuando tenía entre 5 y 6 años de edad, tuvo una visión de Jesús entronizado en el cielo y rodeado de sus apóstoles Pedro, Pablo y Juan.

5) Tuvo una visión mística de Santo Domingo
Los dos caminos aceptados culturalmente para una mujer de su tiempo era casarse o convertirse en una monja de clausura. Santa Catalina se resistió a ambas opciones.

Al parecer, el mismo Santo Domingo de Guzmán se le apareció en una visión y la convenció de ser dominica terciaria, algo que hasta entonces normalmente estaba reservado para las viudas. También obtuvo un permiso especial para llevar el hábito.

6) Tuvo otra visión de Jesús cuando tenía 21 años
Al principio, ella vivió su vocación como dominica terciaria en su hogar. Cuando tenía 21 años de edad experimentó una visión de Jesús en la que Él la llevaba como su novia, e incluso le daba un anillo. Cristo le pidió que abandone su soledad y sirva a los pobres, lo cual cumplió.

7) Tuvo la gracia de experimentar el dolor de los estigmas de Cristo
Según la biografía escrita por su confesor, Catalina recibió en 1375 una versión de los estigmas de San Francisco de Asís que solo eran visibles para ella misma pero que ocasionaban igual dolor.

8) Contribuyó directamente con el pontificado de su tiempo
Cuando tenía casi 20 años de edad envió cartas a varios gobernantes y clérigos pidiendo por la paz entre los estados y que el papado vuelva a Roma desde Aviñón, Francia (1309-1377). Fue tan respetada que también la enviaron en diversas misiones diplomáticas de paz por varios gobiernos.

9) Sobrevivió a un intento de asesinato
A principios de 1378 fue enviada por el Papa Gregorio XI a Florencia (Italia) para buscar la paz entre esta ciudad y Roma. Sin embargo, poco después la violencia estalló, y el 18 de junio, en medio de la violencia, intentaron asesinarla.

10) Fue atacada por demonios en su lecho de muerte
Esto es lo que informó un testigo ocular: “Santa Catalina comenzó a cambiar y a hacer varias señas con la cabeza y los brazos como queriendo demostrar que sufría graves ataques de demonios, y permaneció en este estado calamitoso durante una hora y media, en la que la mitad de ese tiempo lo pasó en silencio…”.

11) Es copatrona de Roma, Italia y Europa
El Papa Pío IX la declaró copatrona de Roma en 1866, Pío XII la declaró copatrona de Italia en 1939 y en 1999 San Juan Pablo II la declaró copatrona de Europa.

domingo, 28 de abril de 2019

El Ave María y su íntima relación como oración de la Pascua: así lo explica el obispo de Jaén

De cara a la Pascua, el obispo de Jaén, monseñor Amadeo Rodríguez Magro, ha escrito una carta a los fieles de su Diócesis en los que explica el estrecho vínculo que existe entre la Virgen María y el tiempo pascual, entre el Santo Rosario y la Resurrección. Este es el escrito profundamente mariano realizado por el prelado de la diócesis andaluza:

“Dios te Salve María…”

Este saludo de Dios llenó de vida, definitivamente, el corazón de María. Una vez que escuchó estas palabras de Arcángel Gabriel, ya todo lo que después de llegar a los oídos de la Santísima Virgen tuvo el mismo sonido y le puso el mismo tono a su alma. Todo lo que la Madre vivió al lado del Hijo de sus entrañas purísimas, siempre tuvo la misma sensación espiritual que le dejó ese saludo, que era una invitación a vivir en la confianza de que Dios estaba con Ella y en Ella.

Al escuchar “Dios te salve, María”, le llegue de quien le llegue, la estremece y la enternece, porque fue así como empezó a ser Madre, como inició su itinerario vital como Madre de Jesús y Madre nuestra.  Por eso, desde entonces, María tuvo la conciencia clara de que la gracia de Dios estaba con Ella y de que todo lo que le sucedía era salvador, porque su vida estaba santificada y enriquecida de gracia, en previsión de los méritos de su Hijo. Por eso, desde el saludo de Isabel, no sólo los cristianos, sino también la Virgen, unen el saludo del Arcángel: “Bendito el fruto de tu vientre, Jesús”.

Se puede decir, que las palabras que le dirigimos a la Virgen, repitiendo el saludo del Ángel Gabriel y el de su prima Isabel, con el kerigma, son las mismas que escuchó la Virgen María. Fue así como a Ella le llegó la buena noticia, como conoció el amor entrañable de Dios para Ella y para toda la humanidad. Fue así como se inició el misterio de la encarnación redentora de su Hijo Jesucristo. El misterio pascual del grano de trigo que cae en tierra, muere y da fruto de vida y resurrección, estaba anunciado en este saludo, dirigido a quien sería el seno y el corazón de este maravilloso misterio de amor.

Por eso, el Ave María es fundamentalmente la oración de la Pascua, que es el tiempo de la maternidad de la Virgen en Cristo Resucitado, para todos nosotros. Lo que escuchó en la Cruz María Dolorosa, de labios de su Hijo, María consolada lo ejerció con los apóstoles y la Iglesia naciente. Renovar este saludo desde nuestro corazón feliz por la resurrección del Hijo de María nos alentará a todos nosotros a confesar a Cristo Resucitado, corazón de la fe.

Así lo vamos a hacer, de tantas maneras, en cada una de las fiestas en las que nos encontraremos con la Virgen, en este tiempo de Pascua. Cada una de las advocaciones será una ocasión para apuntalar en nosotros la alegría de la fe. Cada una de ellas, me gustaría recordarlas a todas, será una ocasión para que se fortalezca nuestro amor a María y el seguimiento a Jesucristo, su Hijo. Si no os molesta a las demás – estoy seguro de que no – recuerdo, como es natural, la celebración de la Madre de toda la Diócesis, la Santísima Virgen de la Cabeza, a la que celebraremos el día 28 de abril.

En este año de la Misión Diocesana algunas parroquias han situado en la Pascua su actividad misionera, otras, sin embargo, ya habrán finalizado todo el recorrido de este sueño en el que está inmersa nuestra Iglesia de Jaén. A unas y a otras les pido, en un caso que refuercen y, en otro, que renueven el encuentro con el Señor ante la Santísima Virgen, Madre de todos: de los que habéis sido misioneros y de aquellos a los que la misión permanente de la Iglesia nos envía y nos sigue enviando siempre.

Resultado de imagen de peregrinacion rezando el rosario

Para esta Pascua Misionera, me vais a permitir un consejo mariano especial: REZAD EL SANTO ROSARIO. No hay una oración que nos acerque más a Cristo, que nos lleve a un encuentro con Él y, por tanto, que sea más misionera. Poco a poco, ave maría, a ave maría, irá cayendo, cada día, en nuestro corazón el precioso rocío de la vida en Cristo, contemplada desde la Santísima Virgen. San Juan Pablo II nos escribió una preciosa carta apostólica, en la que nos dice que el Santo Rosario, “en su sencillez y profundidad, sigue siendo también en este tercer Milenio una oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad”. Y continúa el Santo Papa: “Se encuadra bien en el camino espiritual de un cristianismo que, después de dos mil años, no ha perdido nada de la novedad de los orígenes, y se siente empujado por el Espíritu de Dios a «remar mar adentro» (duc in altum!), para anunciar, más aún, ‘proclamar’ a Cristo al mundo como Señor y Salvador, «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn14, 6)”.

El Santo Rosario es misionero, es un precioso acto de piedad para crecer, desde el corazón materno de la Virgen, en la alegría de evangelizar, de anunciar a Jesucristo. Por eso, D.m., voy a encabezar una peregrinación diocesana al Santuario de Fátima, para pedirle, a la que invitó a los tres pastorcitos a rezar el Rosario, que nos aliente a todos los diocesanos en el ardor misionero.

Si os aplicáis en la práctica del rezo del Santo Rosario, enseguida descubriréis que se va afianzando en nosotros la relación con Cristo y crece nuestra condición de discípulos misioneros, eso que estamos aprendiendo a ser, ya para siempre, en este año de la Misión Diocesana de Jaén. Todo se hará, eso sí, con la mirada contemplativa de María. El Santo Rosario se reza con María y se dirige a Jesucristo.

Este itinerario catequético del Rosario, el que nos lleva a ser discípulos misioneros, nos lo recuerda con una preciosa hondura, que os invito a leer y meditar, la carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, que os he citado. Lo describe así:

El Rosario es RECORDAR; María nos enseña a traer al hoy de nuestra vida los acontecimientos de la de su Hijo Jesucristo. Cada uno de los misterios de evocan, bien sean los gozosos, los gloriosos, los dolorosos y los luminosos. El rosario es una meditación sobre Cristo con María.

El Rosario es COMPRENDER; con María nos acercamos al conocimiento de Cristo para entrar en lo profundo del misterio de su vida. La Virgen, que conoce mejor que nadie en Jesús, nos va llevando en cada misterio al conocimiento pleno de la verdad a lo largo de todo el recorrido de su vida.

El Rosario es CONFIGURARSE A CRISTO; con María nos abrimos a un camino de adhesión creciente a Él, y nos vamos orientando cada día más en los comportamientos de discípulo, según la “lógica” de Cristo. “Tened entre vosotros los mismos sentimientos de Cristo” (Flp 2,5).

El Rosario es ROGAR A CRISTO; con María, que apoya la oración que Cristo y el Espíritu hacen brotar en nuestros corazones, tenemos al orar todo el apoyo que necesitamos. Así quiso Jesús que fuera, al permitir la intercesión de su Madre en las bodas de Caná de Galilea. “No tienen vino”. María se hace desde entonces ante Jesús de las necesidades humanas.

El Rosario es ANUNCIAR A CRISTO; con María los cristianos acogemos el envío misionero de Jesús a sus apóstoles y lo anunciamos en su misterio pascual, en su muerte y resurrección. El rosario tiene una gran fuerza y es un precioso recurso en la acción de todo evangelizador y en la vida pastoral de una Iglesia evangelizada.

Esta es mi propuesta, querido devotos y cofrades: que en la Pascua celebréis, con María, la Gloria Resucitada de Cristo. Si queréis vivir con hondura los misterios de Cristo, en especial el de la Pascua de Resurrección, entrad con la tradición de la Iglesia en este precioso acto de piedad, que con toda seguridad os llevará a la contemplación del rostro de Jesucristo resucitado y, por supuesto, nos dará la fuerza para ser misioneros suyos entre nuestros hermanos.

En cada romería, en cada peregrinación, en cada familia, en cada cristiano, sólo o en comunidad, el Rosario será una invitación a crecer en el fervor apostólico y misionero. Hacedlo siempre con la alegría de la Pascua.

Termino dirigiéndome a cada una de las advocaciones marianas de la Diócesis de Jaén con esta oración con la que los católicos del mundo le rezamos en este tiempo Pascual.

G: Reina del cielo, alégrate, aleluya.
T: Porque el Señor, a quien has llevado en tu vientre, aleluya.

G: Ha resucitado según su palabra, aleluya.
T: Ruega al Señor por nosotros, aleluya.

G: Goza y alégrate Virgen María, aleluya.
T: Porque en verdad ha resucitado el Señor, aleluya.

Oremos:
Oh Dios, que, por la resurrección de Tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a los gozos eternos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amen.

+ Amadeo Rodríguez Magro
Obispo de Jaén

REGINA COELI PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de hoy (ver Jn 20 : 19-31) nos dice que el domingo de Pascua, Jesús se apareció a sus discípulos en el aposento alto por la noche, trayendo tres regalos: paz , alegría , la misión apostólica.

Las primeras palabras que dice son: " Paz a ti."(V. 21). El Resucitado trae paz auténtica, porque a través de su sacrificio en la cruz se ha dado cuenta de la reconciliación entre Dios y la humanidad y ha vencido el pecado y la muerte. Esto es la paz. Sus discípulos primero necesitaron esta paz, porque, después de la captura y la sentencia de muerte del Maestro, habían caído en el desconcierto y el miedo. Jesús se presenta vivo entre ellos y, mostrando sus heridas, Jesús quiso preservar sus heridas, en el cuerpo glorioso, da la paz como el fruto de su victoria. Pero esa tarde el apóstol Tomás no estuvo presente. Informado de este evento extraordinario, él, incrédulo ante el testimonio de los otros Apóstoles, afirma verificar personalmente la verdad de lo que afirma. Ocho días después, como hoy, se repite la aparición: Jesús viene a encontrarse con la incredulidad de Tomás, invitándolo a tocar sus heridas. Constituyen la fuente de la paz, porque son el signo del inmenso amor de Jesús que derrotó las fuerzas hostiles al hombre, el pecado, la muerte. Él lo invita a tocar las llagas. Es una enseñanza para nosotros, como si Jesús nos dijera a todos: "Si no estás en paz, toca mis heridas".

Toca las heridas de Jesús, que son los muchos problemas, dificultades, persecuciones, enfermedades de tantas personas que sufren. ¿No estás en paz? Ve, ve y visita a alguien que es el símbolo de la herida de Jesús. Toca la herida de Jesús. De esas heridas viene la misericordia. Por eso hoy es el domingo de la misericordia. Un santo dijo que el cuerpo de Jesús crucificado es como mucha misericordia, que a través de las heridas nos llega a todos. Todos necesitamos misericordia, eso lo sabemos. Acercémonos a Jesús y tocemos sus heridas en nuestros hermanos sufrientes. Las heridas de Jesús son un tesoro: la misericordia viene de allí. Somos valientes y tocamos las heridas de Jesús. Con estas heridas, Él se para ante el Padre, se las muestra al Padre, como si dijera: "Padre, este es el precio. Estas heridas son lo que pagué por mis hermanos ". Con sus heridas, Jesús intercede ante el Padre. Danos piedad si nos acercamos, e intercede por nosotros. No te olvides de las heridas de Jesús.

El segundo regalo que el Jesús resucitado trae a los discípulos es la alegría . El evangelista informa que "los discípulos se regocijaron al ver al Señor" (v. 20). Y también hay un verso, en la versión de Lucas, que dice que no podían creer con alegría. Nosotros también, cuando tal vez sucedió algo increíble, algo bueno, podemos decir: "No puedo creerlo, ¡esto no es cierto!". Tales eran los discípulos, no podían creer con alegría. Este es el gozo que nos trae Jesús. Si estás triste, si no estás en paz, mira a Jesús crucificado, mira a Jesús resucitado, mira sus heridas y recibe esa alegría.

Y luego, además de la paz y la alegría, Jesús trae el regalo a los discípulos en la misión . Él les dice: "Como el Padre me envió, también yo os envío" (v. 21). La resurrección de Jesús es el comienzo de un nuevo dinamismo de amor, capaz de transformar el mundo con la presencia del Espíritu Santo.

En este segundo domingo de Pascua, estamos invitados a acercarnos a Cristo con fe, abriendo nuestros corazones a la paz, la alegría y la misión. Pero no olvidemos las heridas de Jesús, porque la paz, la alegría y la fuerza para la misión vienen de allí. Confiamos esta oración a la intercesión materna de la Virgen María, reina del cielo y de la tierra.

Después de la Regina Coeli

Queridos hermanos y hermanas,

ayer en La Rioja, Argentina, fueron proclamados el Beato Enrique Ángel Angelelli, obispo diocesano, Carlos de Dios Murias, franciscano conventual, Gabriel Longueville, sacerdote fidei donum y Wenceslao Pedernera, catequista, hombre de familia. Estos mártires de la fe fueron perseguidos por la justicia y la caridad evangélica. Su ejemplo y su intercesión apoyan en particular a aquellos que trabajan por una sociedad más justa y unida. Uno de ellos era francés, fue como misionero a la Argentina. Los otros tres, argentinos. Aplaudimos a los nuevos beatos, todos ellos!

Los invito a unirse a mi oración por los refugiados que se encuentran en centros de detención en Libia, cuya situación, que ya es muy grave, se torna aún más peligrosa debido al conflicto en curso. Apelo por la evacuación especial de mujeres, niños y enfermos lo antes posible a través de los corredores humanitarios.

Y también oramos por aquellos que perdieron la vida o sufrieron graves daños por las recientes inundaciones en Sudáfrica. Incluso a estos hermanos nuestros no les falta nuestra solidaridad y el apoyo concreto de la comunidad internacional.

Los saludo a todos ustedes, fieles romanos y peregrinos de Italia y de muchos países, en particular los fieles de Tlalnepantla (México), los jóvenes de Valencia, los estudiantes de Tricase, los adolescentes de Arcore y los de Carugo; Los fieles de Modugno y Génova. Un saludo especial a la peregrinación diocesana de las familias de la Arquidiócesis de Trani-Barletta-Bisceglie, así como a los devotos de la Divina Misericordia reunidos hoy en la iglesia de Santo Spirito en Sassia.

A nuestros hermanos y hermanas de las Iglesias orientales que hoy, según el calendario juliano, celebran la Pascua, les ofrezco cordiales deseos. ¡Que el Señor resucitado les dé gozo y paz! Y un aplauso también para todos los católicos orientales y ortodoxos, para decirles: "¡Feliz Pascua!".

Finalmente, agradezco a todos los que me han enviado saludos de Pascua en este momento. Los cambio con entusiasmo, invocando todo bien para todas y cada una de las familias.

Buen domingo a todos! Y por favor no olvides orar por mí. Buen almuerzo y adiós.

sábado, 27 de abril de 2019

"La cruz solo cobra pleno sentido si somos capaces de llevar las de nuestros hermanos"

 El Movimiento Juvenil Dominicano se ha vuelto a reunir esta Semana Santa para celebrar la ya conocida Pascua rural. Desde el pasado miércoles 17 hasta el domingo 21 de abril, casi cuarenta jóvenes del MJD, procedentes diversas zonas de España, han colaborado con pueblos cercanos a Caleruega para que se pudieran celebrar los oficios del triduo pascual, acompañados por tres sacerdotes dominicos y otros tres frailes estudiantes. Se han dividido por comunidades de misión, según los lugares de celebración: Espinosa de Cervera, Ciruelos de Cervera, Briongos de Cervera, Santa María del Mercadillo y Quintanarraya. El encuentro comenzó el miércoles por la noche con una oración de envío, celebrada en la capilla del convento de Santo Domingo.

  El Jueves Santo comenzó con una oración en el monasterio homónimo, junto con las monjas dominicas de clausura. A continuación, tuvo lugar un taller de formación y reflexión, impartido por Almudena y Rosabel, jóvenes del grupo Espiga (Sagunto), acerca de Dios Padre: cómo Él se hace presente en ese día del amor fraterno y cómo nosotros podemos acercarnos a Él por medio de una oración tan sencilla como el Padrenuestro. Tras celebrar la Cena del Señor, cada comunidad en su pueblo correspondiente, volvieron a juntarse con las hermanas de Caleruega para celebrar la hora santa, preparada asimismo por el grupo Espiga.
El taller del Viernes Santo fue impartido por Isabel Górriz, hermana dominica de la Enseñanza de la Inmaculada Concepción, sobre Dios Hijo y las cruces del mundo: terminaron construyendo una cruz formada por pedazos de las propias cruces, contemplando así cómo la cruz solo cobra pleno sentido si somos capaces de llevar las de nuestros hermanos. Seguidamente se realizó una dinámica para cultivar la confianza en el otro. Por la tarde tuvieron lugar el oficio de la Pasión del Señor. Ya en la noche se celebró la celebración penitencial, que estuvo acompañada de cantos e instrumentos, así como otros símbolos temáticos.

  El Sábado Santo, día de espera y desierto, fue iniciado con el taller de Rafa y su tocayo, pertenecientes al grupo Chipos (Valencia): trataron del tema de Dios Espíritu Santo, sobre cómo actuó en nuestro pasado, liberándonos de nuestras ataduras, y cómo sigue actuando en el presente y seguirá en el futuro. Se hizo en formato de «desierto»:meditaron por parejas el Sábado desde el punto de vista de los apóstoles, los fariseos, María y Jesús. Por la tarde, se compartió un café y tentempié en el monasterio de las monjas. Por la noche, la tan esperada vigilia pascual, con la simbología y misterio tan característicos de que goza.

  Finalmente, llegó el Domingo de Pascua, en el que celebraron la famosa procesión del encuentro entre la Virgen y su Hijo resucitado y la misa pascual. Los frailes dominicos del convento calerogano abrieron las puertas de par en par a los jóvenes: estos comieron en algunas ocasiones en el comedor y dispusieron de estancias para celebrar los distintos talleres.

Más de 10 mil fieles rezaron en Los Ángeles por víctimas de atentados en Sri Lanka

Liderados por el Arzobispo de Los Ángeles (Estados Unidos), Mons. José Gomez, más de 10 mil fieles que asistieron a las Misas de Pascua en la Catedral local rezaron por las víctimas de los atentados en Sri Lanka que el 21 de abril dejaron al menos 290 muertos en dos iglesias católica, un templo protestante y cuatro hoteles.

“Estamos rezando por nuestros hermanos y hermanas que fueron asesinados en la mañana de Pascua en Sri Lanka. Que alcancen la promesa de la Resurrección y que Dios les dé consuelo a sus familiares y seres queridos”, escribió Mons. Gomez en una declaración publicada por la oficina de prensa de la Arquidiócesis de Los Ángeles.

“Solo el amor puede derrotar al mal y la violencia. Entonces le pedimos a Jesús coraje y amor, y le pedimos a Jesús por la conversión de todo corazón que está lleno de odio”, agregó el Prelado.

“Que la Santísima Virgen María, que es nuestra Madre y la madre de misericordia, consuele a quienes están sufriendo y nos cuide a todos nosotros. Que el Señor nos dé la paz”, concluyó.

Este 21 de abril entre las 8:45 y las 9:00 a.m. ocurrieron los atentados en las iglesias San Sebastián en Negombo y San Antonio en Colombo. Este último es el santuario más concurrido en el país asiático. Además fue atacado un templo evangélico en Batticaloa.

También fueron atacados cuatro hoteles y un suburbio al norte de la capital Colombo.

Los atentados, ocurridos en Domingo de Resurrección, han dejado hasta el momento 290 muertos y más de 450 heridos.

El Papa Francisco manifestó su tristeza por este ataque, uno de los más mortíferos de los últimos años contra los fieles cristianos.

“He tomado con tristeza la noticia de los graves atentados que, precisamente hoy, día de Pascua, han llevado luto y dolor a algunas iglesias y otros lugares de reunión en Sri Lanka”, dijo el Papa al finalizar la bendición Urbi et Orbi en la Plaza de San Pedro del Vaticano.

Sri Lanka tiene cerca de 22 millones de habitantes. Los cristianos representan el 7% de la población, mientras que los budistas son el 70%, los hinduistas el 15% y los musulmanes el 11%.

En la homilía de la Misa que presidió Mons. Gomez en la Catedral de Los Ángeles, el Prelado alentó a seguir “nuestro caminar con confianza, con esperanza y con amor. ¡No hay nada que Dios no pueda hacer por nosotros! No hay pecado que él no perdone, no hay debilidad que él no nos ayude a vencer, no hay situación en nuestra vida en la que él no nos pueda ayudar”.

“La vida con Jesús es una hermosa aventura de amor. No hay nada más hermoso, nada que nos pueda traer una mayor felicidad, que caminar con Jesús todos los días, que compartir su amor y hablarles a los demás sobre él”.

Ahora, resaltó el Arzobispo, “avanzamos por este mundo como personas que saben que Dios está vivo. Caminamos en este mundo como personas que saben que Jesús nos ama y que ha entregado su vida por nosotros. Y que Jesús vive a nuestro lado y camina con nosotros siempre y en todo lo que hacemos”.

“Pidámosle a la Santísima Virgen María que Ella también nos acompañe en el camino al cielo, como siempre acompañó a su Hijo, Jesús”, concluyó.

En la Vigilia Pascual que se celebró el Sábado Santo, la Arquidiócesis de Los Ángeles recibió a 1560 nuevos fieles católicos.

viernes, 26 de abril de 2019

Domingo II (A) (B) (C) de Pascua

Evangelio (Jn 20,19-31): Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». 

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré».

Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros». Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente». Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío». Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído».

Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. Éstas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.
PALABRA DE DIOS

COMPARTIRMOS:

Hoy, Domingo II de Pascua, completamos la octava de este tiempo litúrgico, una de las dos octavas —juntamente con la de Navidad— que en la liturgia renovada por el Concilio Vaticano II han quedado. Durante ocho días contemplamos el mismo misterio y tratamos de profundizar en él bajo la luz del Espíritu Santo.

Por designio del Papa San Juan Pablo II, este domingo se llama Domingo de la Divina Misericordia. Se trata de algo que va mucho más allá que una devoción particular. Como ha explicado el Santo Padre en su encíclica Dives in misericordia, la Divina Misericordia es la manifestación amorosa de Dios en una historia herida por el pecado. “Misericordia” proviene de dos palabras: “Miseria” y “Cor”. Dios pone nuestra mísera situación debida al pecado en su corazón de Padre, que es fiel a sus designios. Jesucristo, muerto y resucitado, es la suprema manifestación y actuación de la Divina Misericordia. «Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito» (Jn 3,16) y lo ha enviado a la muerte para que fuésemos salvados. «Para redimir al esclavo ha sacrificado al Hijo», hemos proclamado en el Pregón pascual de la Vigilia. Y, una vez resucitado, lo ha constituido en fuente de salvación para todos los que creen en Él. Por la fe y la conversión acogemos el tesoro de la Divina Misericordia.

La Santa Madre Iglesia, que quiere que sus hijos vivan de la vida del resucitado, manda que —al menos por Pascua— se comulgue y que se haga en gracia de Dios. La cincuentena pascual es el tiempo oportuno para el cumplimiento pascual. Es un buen momento para confesarse y acoger el poder de perdonar los pecados que el Señor resucitado ha conferido a su Iglesia, ya que Él dijo sólo a los Apóstoles: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados» (Jn 20,22-23). Así acudiremos a las fuentes de la Divina Misericordia. Y no dudemos en llevar a nuestros amigos a estas fuentes de vida: a la Eucaristía y a la Penitencia. Jesús resucitado cuenta con nosotros.

miércoles, 24 de abril de 2019

El nuncio en Sri Lanka agradece la cercanía del Papa Francisco con víctimas de atentados

El nuncio apostólico en Sri Lanka, monseñor Pierre Nguyén Van Tot, aseguró que las personas agradecen al Papa Francisco sus palabras de cercanía ante los ataques terroristas del Domingo de Pascua que dejaron 321 muertos y más de 500 personas heridas.

En una entrevista concedida a Vatican News, Mons. Van Tot reconoció que en Colombo, la capital de Sri Lanka, la gente aún tiene miedo porque temen otros ataques.

“Las palabras del Papa nos han consolado, aquí a través de Internet la gente sigue mucho a Francisco, lo quieren mucho y le agradecen. No solo los católicos, sino todos”, relató el diplomático vaticano.

En esta línea, Mons. Van Tot señaló que tras los ataques en Sri Lanka se observa que hay “mucha solidaridad, que todos se movilizan para ayudar, también el Gobierno”.

El Nuncio Apostólico recordó que el lunes 22 de abril se realizó una conferencia de prensa con representantes cristianos, musulmanes y budistas. En su intervención, Mons. Van Tot animó a todos a “colaborar todos juntos, también con el Gobierno para restaurar la paz en el país”.

El pasado Domingo de Pascua dos iglesias católicas, un templo evangélico y cuatro hoteles en Sri Lanka fueron blanco de atentados terroristas.

Este 23 de abril el Estado Islámico (ISIS) reivindicó la autoría de estos atentados a través de un comunicado enviado a la agencia Amaq, afín al grupo yihadista, pero cuya autenticidad no ha podido ser verificada.

Por su parte, el Papa Francisco expresó su tristeza por la noticia de estos graves atentados al finalizar la bendición Urbi et Orbi llevada a cabo el Domingo de Pascua.

“Deseo manifestar mi afectuosa cercanía a la comunidad cristiana, golpeada mientras estaba reunida en oración, y a todas las víctimas de esta cruel violencia”, exclamó el Papa en la Plaza de San Pedro.

AUDIENCIA GENERAL PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos y hermanas:

Seguimos con nuestra catequesis sobre la quinta petición del Padrenuestro que dice: «como nosotros perdonamos a los que nos ofenden». Dios ama infinitamente a cada uno de nosotros. Dependemos totalmente de Él, de quien recibimos todo: la vida, el cuerpo y la gracia. Y porque sabemos que nos ama, tenemos también la seguridad de que nos perdona, pues somos pecadores y con necesidad de pedir perdón siempre.

De este perdón de Dios nace, necesariamente, el perdón que debemos a nuestro prójimo: Y Dios que es bueno, nos invita a ser buenos con los demás. Si «amor con amor se paga», también el perdón que recibimos del Señor nos compromete a perdonar a los demás, porque si no nos esforzamos en perdonar, no seremos perdonados; y si no nos esforzamos en amar, tampoco seremos amados.

En la vida no todo se resuelve con la justicia, es necesario el amor, por eso Jesús introduce en las relaciones humanas la fuerza del perdón, para que podamos amar «más allá de lo necesario» y no permitir a la venganza del mal propagarse hasta asfixiar al mundo entero. Jesús sustituye «la ley del talión» con la ley del amor: Lo que Dios ha hecho por nosotros, nosotros lo hacemos por nuestro prójimo.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica, en modo particular saludo a los alumnos del Seminario Menor de Tui-Vigo, en su 60 aniversario de fundación, acompañados por su Obispo, Mons. Luis Quinteiro Fiuza. Pidamos al Señor que nos dé la gracia de saber escribir una historia de bien en la vida de nuestros hermanos y de transmitirles con gestos de ternura la experiencia del perdón gratuito que Él nos ha dado. ¡Feliz Pascua de Resurrección! Que Dios los bendiga.

martes, 23 de abril de 2019

SANTA CATALINA SE SIENA, MUJER INFLUYENTE

Santa Catalina de Siena nace en la calle de los Tintoreros, el año 1347 en Siena (Italia). Hija gemela con Giovanna, dato que no tiene nada de particular, salvo si se tiene en cuenta que antes que ellas le habían nacido a sus padres veintidós hermanos y aún después les vino el benjamín.
Hija de un tintorero, Giacomo Benincasa, casado con Lapa de Puccio del Pagianti. Desde su infancia siente la atracción de ternura y de amor hacia su Dulce Jesús. Aprender a querer y aceptar a todos por el amor de Jesucristo, su Señor.

La vida de los frailes dominicos le gusta, y se va educando a través de este Ministerio de sus hermanos que está compartiendo de cerca por servir a Dios y a todos los hombres. 

Cuando tenía dieciséis años, ingresó en las Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo que eran llamadas «mantellate» por su manto negro sobre un hábito blanco ceñido con una correa, y que se dedicaban a la atención de pobres y enfermos.
Centra toda su energía vital en la Palabra viva de Jesucristo para conocerlo más, en una rica intimidad con Dios, en un vida entregada, de fe y de belleza interior. En este espacio se desenvuelve con agilidad en una espiritualidad mística, profunda de silencio centrada en el misterio de Dios, de su misericordia con todos. 
 Hace callar sus tentaciones, sus egoísmos, a través de la oración y la penitencia logrando una libertad de espíritu claro y convincente que se refleja dándose en servicio a todos por igual.

Junto con Santa Brígida de Suecia, forman dos pilares en la Iglesia del siglo XIV. Santa Brígida nació alrededor de 1303 y se instala en Roma en 1350. Por orden de su confesor D. Alfonso  Pecha de Vadaterra, su amigo y confesor, publica la primera edición de sus Apariciones celestiales y compañero en sus peregrinaciones, fundador de los Jerónimos que recibe una espiritualidad dominicana, promotor de la causa de la canonización de Santa Brígida de Suecia.

D. Alfonso Fernández  Pecha, Nació en Guadalajara, era oriundo de Italia Hijo de Fernán Rodríguez Pecha, oriundo de Siena, camarero mayor del rey Alfonso XI. En 1.367 D. Alonso Fernández Pecha vino a Jaén a hacerse cargo del Obispado y en 1.368 celebró el primer Sínodo o Concilio Diocesano en Jaén. Rigió la diócesis de Jaén hasta 1368, en que renuncia al obispado en manos de Urbano V.

La amistad que le unió con Gregorio XI le favoreció en sus actividades pastorales. Es el Papa Gregorío XI quien le manda desde Aviñón dialogar con Santa Catalina para recibir apoyo en sus proyectos pontificios y preocupaciones de la Santa Iglesia, se interesa en conocerla y da lugar a un encuentro.
La juventud y la belleza profunda de Santa Catalina le cautiva y en ella puede ver el apoyo que puede beneficiar al Santo Padre a dar el paso definitivo para salir de Aviñón y llegar a la Sede de Pedro.

 Santa Catalina desde su infancia aprende a orar y sacrificarse por la Iglesia y por todos los problemas sociales  con la misión de reconciliación, un carisma vinculante que escucha a sus hermanos los Frailes y la hace suya en comunión a los que considera familia.
Ve  la fragilidad del Santo Padre, le reprende con humildad y con valentía, se involucró en los asuntos políticos y eclesiásticos de su tiempo.  el retorno del papado a Roma, la reforma de la Iglesia y el Gran Cisma en el que tanto Clemente VII y Urbano VI afirmaban ser Papa, al mismo tiempo. 

D. Alonso Fernández Pecha a pesar de esa anómala situación de tantos cambios  jugó un papel importante en el traslado de la Santa Sede a Roma. junto a Santa Catalina de Siena para hacer efectivo el cambio.
Para nosotras las monjas dominicas de Jaén, nos alegra compartir  este pequeño vínculo fraterno, pues pronto una imagen de la misma estará en nuestra Iglesia conventual.
Ella aconsejó a los prisioneros, defensora de la justicia, del abuso de las autoridades de la Iglesia y de la sociedad en que vivía, trabajó  para la reforma, la reconciliación y la curación.  

Para la Orden de Predicadores, es Madre, Maestra de nuestra espiritualidad dominicana.
Supo situarse en la Iglesia como mujer contemplativa en acción, como discípula y Predicadora de la Resurrección y la misericordia de Dios, obedecía a la Verdad de Dios y de los hombres más necesitados para recuperarlos a la causa del Señor, su Dios. No se sentía marginada, tenía el peso de la Iglesia encima de sus hombros, en su corazón, que con pasión servía a la pobreza y enfermedad de tantos paisanos que la situaba  caminando con Jesús en cada misión por el Reino de Dios. 

Mujer Apóstol, Mujer de Fuego, Orante, Profeta, Mística porque todo lo aprendía del Verdadero Amor que se une en Sponsa Christi. Guía de almas una eficaz promotora de Paz e identificada con Cristo que ardía noche y día para iluminar cada mañana.

Todas sus palabras, sus acciones y su profundo silencio inducían a los hombres a la virtud, de tal modo que todos se sentían cerca de su corazón de Predicadora silenciosa y Orante.
Mientras trabajaba afanosamente para extender la obediencia al verdadero Papa, la salud de Santa Catalina comenzó a deteriorarse. Ella falleció de un ataque súbito a los 33 años en Roma, un derrame cerebral la llevó a la eternidad un 29 de abril de 1380

Oración:
Señor Dios, tú has mostrado a Santa Catalina el amor infinito hacia todos los hombres, hechura de tus manos, que arde en tu corazón . Ella compartió generosamente esta revelación y la vivió en todas sus consecuencias hasta el heroísmo. Concédenos que podamos seguir su ejemplo, confiando en tus promesas y aumentando nuestra fe en tu presencia en cada sacramento, especialmente en el sacramento de tu perdón. Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Sor María Pilar Cano,O.P

lunes, 22 de abril de 2019

EL TIEMPO PASCUAL

Ya en el siglo 111 tenemos testimonios claros de la celebración de la Pascua durante cincuenta días. Tertuliano expresa la alegría de los cristianos por ese «gozoso espacio», que recuerda a la vez la manifestación de la Resurrección del Señor, la revelación de la gracia del Espíritu Santo y la esperanza de la Parusía.  El tiempo pascual es como un «gran domingo», según la expresión de San Atanasia en sus cartas pascuales.

La celebración es común en Oriente y en Occidente a partir del siglo III y empieza a resaltar algunos elementos rituales característicos: no se ayuna, se ora en pie, se canta el aleluya que es el cántico nuevo de la pascua cristiana. Egeria confirma puntualmente estas costumbres que son comunes en la iglesia madre de Jerusalén.

Tiene personalidad propia en este tiempo la primera semana de Pascua con el tono gozoso de sus formularios bautismales, sobre todo en la liturgia romana. En Jerusalén, según el testimonio conjunto del Diario de Egeria y de las catequesis mistagógicas de San Cirilo, los neófitos reciben las catequesis, en las que se les explican los ritos vividos por ellos en la vigilia pascual cuando recibieron los sagrados misterios del bautismo, de la confirmación y de la eucaristía; asisten sólo los neófitos y los fieles; son excluidos los catecúmenos; el obispo habla desde el cancel del santo sepulcro y se renuevan las expresiones de entusiasmo espontáneo entre los asistentes: «Mientras el obispo expone y narra cada cosa, son tales los gritos de los que aclaman, que sus voces se oyen aun fuera de la iglesia».

Los Padres del siglo IV ya celebran el misterio del día cuadragésimo de este tiempo que corresponde a la Ascensión del Señor. León Magno canta el misterio con profundas homilías teológicas. Más tarde corre el riesgo de convertirse en el punto final del tiempo pascual sin respetar su lógica continuación hasta Pentecostés.
El día de Pentecostés se celebra como la «metrópolis» o capital de la fiestas, según la expresión de San Juan Crisóstomo, plenitud de la Pascua en la efusión del Espíritu. Más tarde, tiende a convertirse en una fiesta autónoma del Espíritu Santo, con su propia vigilia y su prolongación en una octava que tiene, entre otras motivaciones, la de alargar durante siete días la fiesta en honor de los siete dones del Espíritu Santo. La fiesta de Pentecostés se enriquecerá durante la Edad Media con notables aportaciones eucológicas que todavía hoy existen en nuestra liturgia. Y no faltará la tentación dramatizante del hecho de la venida del Espíritu Santo; desde lo alto de las bóvedas de las catedrales y monasterios medievales durante el canto del Gloria o de la Secuencia se harán caer pétalos de rosas rojas o algodones encendidos, o se soltarán palomas en un revuelo festivo que quiere imitar lo que sucedió en el Cenáculo, en la variedad de
símbolos del Espíritu.

Estas breves notas históricas pueden bastar para informar acerca de los elementos necesarios y para estimular el estudio sobre los mil detalles curiosos de la evolución de las celebraciones del triduo pascual y del tiempo de Pentecostés. 

domingo, 21 de abril de 2019

MENSAJE URBI ET ORBI DEL SANTO PADRE FRANCISCO PASCUA 2019


Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz Pascua!

Hoy la Iglesia renueva el anuncio de los primeros discípulos: «Jesús ha resucitado». Y de boca en boca, de corazón a corazón resuena la llamada a la alabanza: «¡Aleluya!... ¡Aleluya!». En esta mañana de Pascua, juventud perenne de la Iglesia y de toda la humanidad, quisiera dirigirme a cada uno de vosotros con las palabras iniciales de la reciente Exhortación apostólica dedicada especialmente a los jóvenes:

«Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este mundo. Todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida. Entonces, las primeras palabras que quiero dirigir a cada uno de los jóvenes cristianos son: ¡Él vive y te quiere vivo! Él está en ti, Él está contigo y nunca se va. Por más que te alejes, allí está el Resucitado, llamándote y esperándote para volver a empezar. Cuando te sientas avejentado por la tristeza, los rencores, los miedos, las dudas o los fracasos, Él estará allí para devolverte la fuerza y la esperanza» (Christus vivit, 1-2).

Queridos hermanos y hermanas, este mensaje se dirige al mismo tiempo a cada persona y al mundo. La resurrección de Cristo es el comienzo de una nueva vida para todos los hombres y mujeres, porque la verdadera renovación comienza siempre desde el corazón, desde la conciencia. Pero la Pascua es también el comienzo de un mundo nuevo, liberado de la esclavitud del pecado y de la muerte: el mundo al fin se abrió al Reino de Dios, Reino de amor, de paz y de fraternidad.

Cristo vive y se queda con nosotros. Muestra la luz de su rostro de Resucitado y no abandona a los que se encuentran en el momento de la prueba, en el dolor y en el luto. Que Él, el Viviente, sea esperanza para el amado pueblo sirio, víctima de un conflicto que continúa y amenaza con hacernos caer en la resignación e incluso en la indiferencia. En cambio, es hora de renovar el compromiso a favor de una solución política que responda a las justas aspiraciones de libertad, de paz y de justicia, aborde la crisis humanitaria y favorezca el regreso seguro de las personas desplazadas, así como de los que se han refugiado en países vecinos, especialmente en el Líbano y en Jordania.

La Pascua nos lleva a dirigir la mirada a Oriente Medio, desgarrado por continuas divisiones y tensiones. Que los cristianos de la región no dejen de dar testimonio con paciente perseverancia del Señor resucitado y de la victoria de la vida sobre la muerte. Una mención especial reservo para la gente de Yemen, sobre todo para los niños, exhaustos por el hambre y la guerra. Que la luz de la Pascua ilumine a todos los gobernantes y a los pueblos de Oriente Medio, empezando por los israelíes y palestinos, y los aliente a aliviar tanto sufrimiento y a buscar un futuro de paz y estabilidad.

Que las armas dejen de ensangrentar a Libia, donde en las últimas semanas personas indefensas vuelven a morir y muchas familias se ven obligadas a abandonar sus hogares. Insto a las partes implicadas a que elijan el diálogo en lugar de la opresión, evitando que se abran de nuevo las heridas provocadas por una década de conflicto e inestabilidad política.

Que Cristo vivo dé su paz a todo el amado continente africano, lleno todavía de tensiones sociales, conflictos y, a veces, extremismos violentos que dejan inseguridad, destrucción y muerte, especialmente en Burkina Faso, Mali, Níger, Nigeria y Camerún. Pienso también en Sudán, que está atravesando un momento de incertidumbre política y en donde espero que todas las reclamaciones sean escuchadas y todos se esfuercen en hacer que el país consiga la libertad, el desarrollo y el bienestar al que aspira desde hace mucho tiempo.

Que el Señor resucitado sostenga los esfuerzos realizados por las autoridades civiles y religiosas de Sudán del Sur, apoyados por los frutos del retiro espiritual realizado hace unos días aquí, en el Vaticano. Que se abra una nueva página en la historia del país, en la que todos los actores políticos, sociales y religiosos se comprometan activamente por el bien común y la reconciliación de la nación.

Que los habitantes de las regiones orientales de Ucrania, que siguen sufriendo el conflicto todavía en curso, encuentren consuelo en esta Pascua. Que el Señor aliente las iniciativas humanitarias y las que buscan conseguir una paz duradera.

Que la alegría de la Resurrección llene los corazones de todos los que en el continente americano sufren las consecuencias de situaciones políticas y económicas difíciles. Pienso en particular en el pueblo venezolano: en tantas personas carentes de las condiciones mínimas para llevar una vida digna y segura, debido a una crisis que continúa y se agrava. Que el Señor conceda a quienes tienen responsabilidades políticas trabajar para poner fin a las injusticias sociales, a los abusos y a la violencia, y para tomar medidas concretas que permitan sanar las divisiones y dar a la población la ayuda que necesita.

Que el Señor resucitado ilumine los esfuerzos que se están realizando en Nicaragua para encontrar lo antes posible una solución pacífica y negociada en beneficio de todos los nicaragüenses.

Que, ante los numerosos sufrimientos de nuestro tiempo, el Señor de la vida no nos encuentre fríos e indiferentes. Que haga de nosotros constructores de puentes, no de muros. Que Él, que nos da su paz, haga cesar el fragor de las armas, tanto en las zonas de guerra como en nuestras ciudades, e impulse a los líderes de las naciones a que trabajen para poner fin a la carrera de armamentos y a la propagación preocupante de las armas, especialmente en los países más avanzados económicamente. Que el Resucitado, que ha abierto de par en par las puertas del sepulcro, abra nuestros corazones a las necesidades de los menesterosos, los indefensos, los pobres, los desempleados, los marginados, los que llaman a nuestra puerta en busca de pan, de un refugio o del reconocimiento de su dignidad.

Queridos hermanos y hermanas, ¡Cristo vive! Él es la esperanza y la juventud para cada uno de nosotros y para el mundo entero. Dejémonos renovar por Él. ¡Feliz Pascua!

VIGILIA DE PASCUA EN LA SANTA NOCHE

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

1. Las mujeres traen los aromas a la tumba, pero temen que el viaje sea inútil, porque una gran piedra bloquea la entrada a la tumba. El camino de esas mujeres es también nuestro camino; se parece al camino de la salvación, que hemos rastreado esta noche. En ella parece que todo se rompe contra una piedra: la belleza de la creación contra el drama del pecado; la liberación de la esclavitud contra la infidelidad a la Alianza; Las promesas de los profetas contra la triste indiferencia del pueblo. Del mismo modo, en la historia de la Iglesia y en la historia de cada uno de nosotros: parece que los pasos dados nunca alcanzan la meta. De este modo, se puede insinuar que la frustración de la esperanza es la ley oscura de la vida.

Hoy, sin embargo, descubrimos que nuestro camino no es en vano, que no se cierra en frente de una lápida. Una frase sacude a las mujeres y cambia la historia: "¿Por qué buscas entre los muertos quién está vivo?" ( Lc 24, 5 ); ¿Por qué crees que todo es inútil, que nadie puede quitar tus piedras? ¿Por qué rendirse ante la renuncia o el fracaso? Pascua, hermanos y hermanas, es la fiesta de la remoción de piedras. Dios quita las piedras más duras, contra las cuales las esperanzas y expectativas van a chocar: la muerte, el pecado, el miedo, la mundanalidad. La historia humana no termina ante una piedra sepulcral, porque hoy descubre la "piedra viva" (ver 1 Pt.2,4): el Jesús resucitado. Nosotros, como la Iglesia, estamos fundados en Él y, incluso cuando perdemos el corazón, cuando nos sentimos tentados a juzgar todo en base a nuestros fracasos, Él viene para hacer las cosas nuevas, para derribar nuestras decepciones. Cada noche se llama a encontrar en el Viviente que saca las piedras más pesadas del corazón. Primero preguntémonos: ¿cuál es mi piedra que se quitará, cómo se llama esta piedra?

A menudo, bloquear la esperanza es la piedra de la desconfianza . Cuando se le da espacio a la idea de que todo va mal y que, en el peor de los casos, nunca hay un final, llegamos a creer que la muerte es más fuerte que la vida y nos convertimos en cínicos y burlones, portadores de desaliento insano. Piedra sobre piedra construimos dentro de nosotros un monumento a la insatisfacción, el sepulcro de la esperanza . Quejándonos de la vida, hacemos que la vida dependa de las quejas y de los enfermos espirituales. Así, una especie de psicología del sepulcro se arrastra : todo termina allí, sin esperanza de salir con vida. Aquí, sin embargo, está la pregunta mordaz de la Pascua: ¿Por qué buscas entre los muertos a alguien que esté vivo?El Señor no vive en resignación. Él ha resucitado, no está allí; no lo busques donde nunca lo encontrarás: no es Dios de los muertos, sino de los vivos (ver Mateo 22:32). ¡No entierres la esperanza!

Hay una segunda piedra que a menudo sella el corazón: la piedra del pecado . El pecado seduce, promete cosas fáciles y listas, bienestar y éxito, pero luego deja la soledad y la muerte en el interior. El pecado está buscando la vida entre los muertos, el significado de la vida en las cosas que pasan. ¿Por qué buscas entre los muertos a alguien vivo? ¿Por qué no decides dejar ese pecado que, como una piedra en la boca del corazón, impide que la luz divina entre? ¿Por qué no podar a Jesús, la verdadera luz (cf. Jn 1, 9), a los destellos brillantes de dinero, carrera, orgullo y placer ? ¿Por qué no le dices a las vanidades mundanas que no es para ellos que vives, sino para el Señor de la vida?

2. Volvamos a las mujeres que van a la tumba de Jesús. Frente a la piedra removida, se quedan asombrados; Ver a los ángeles permanecer, dice el Evangelio, "asustado" y con el "rostro inclinado al suelo" ( Lc 24, 5 ). No tienen el coraje de mirar hacia arriba. Y cuántas veces también nos sucede a nosotros: preferimos permanecer agachados en nuestros límites, a escondernos en nuestros temores. Es extraño: pero ¿por qué lo hacemos? A menudo, porque en el cierre y en la tristeza somos los protagonistas, porque es más fácil permanecer solo en las habitaciones oscuras del corazón que abrirnos al Señor. Y sin embargo él solo se levanta. Una poetisa escribió: "Nunca sabemos nuestra altura, hasta que somos llamados a pararnos" (E. Dickinson, Nunca sabemos qué tan alto estamos). El Señor nos llama a levantarnos, a levantarnos de nuevo en su Palabra, a mirar hacia arriba ya creer que estamos hechos para el Cielo, no para la Tierra; para las alturas de la vida, no para la sencillez de la muerte: ¿por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?

Dios nos pide que miremos la vida como Él la ve, que siempre nos ve en cada uno de nosotros un núcleo de belleza incontenible. En el pecado, él ve hijos para ser criados; en la muerte, los hermanos resucitarán; En desolación, corazones para consolar. No tengas miedo, por lo tanto: el Señor ama tu vida, incluso cuando tienes miedo de mirarla y tomarla en tu mano. En Semana Santa, te muestra cuánto la ama: hasta el punto de cruzarlo todo, experimentar angustia, abandono, la muerte y el inframundo para salir victorioso y decirte: "¡No estás solo, confía en mí!". Jesús es un especialista en transformar nuestras muertes en vidas, nuestras quejas en bailes (ver Sal.30.12): con él también podemos hacer la Pascua, que es el pasaje: paso del cierre a la comunión, de la desolación al consuelo, del miedo a la confianza. No nos quedamos mirando el suelo con miedo, miramos al Jesús resucitado: su mirada nos da esperanza, porque nos dice que siempre somos amados y que, a pesar de todo, podemos combinar su amor, no cambia. Esta es la certeza no negociable de la vida: su amor no cambia. Preguntémonos: ¿ dónde miro en la vida? ¿Contemplo los ambientes sepulcrales o estoy buscando al Viviente?

3. ¿Por qué buscas entre los muertos a alguien vivo? Las mujeres escuchan el llamado de los ángeles, quienes agregan: "Recuerda cómo te habló cuando aún estaba en Galilea" ( Lc 24, 6 ). Esas mujeres habían olvidado la esperanza porque no recordaban las palabras de Jesús, su llamado que tuvo lugar en Galilea. Habiendo perdido la memoria viva de Jesús, permanecen mirando la tumba. La fe necesita regresar a Galilea, para reavivar el primer amor con Jesús, su llamado: reconciliarlo , es decir, literalmente, regresar con su corazón a Él.. Regresar a un amor vivo con el Señor es esencial, de lo contrario tienes una fe de museo, no la fe de Pascua. Pero Jesús no es un personaje del pasado, es una persona viva hoy; No se conoce en los libros de historia, se reúne en la vida. Hoy recordamos cuando Jesús nos llamó, cuando venció nuestra oscuridad, resistencia, pecados, cómo tocó nuestros corazones con su Palabra.

Hermanos y hermanas, volvamos a Galilea.

Las mujeres, recordando a Jesús, salen de la tumba. La Pascua nos enseña que el creyente no llega al cementerio, porque está llamado a caminar hacia el Ser Viviente. Preguntémonos: en mi vida, ¿por dónde camino?A veces siempre y solo vamos hacia nuestros problemas, que nunca fallan, y vamos al Señor solo para ayudarnos. Pero entonces es nuestra necesidad, no Jesús, orientarnos. Y siempre es una búsqueda de los vivos entre los muertos. Cuántas veces, luego de encontrarnos con el Señor, regresamos entre los muertos, vagando dentro de nosotros mismos para desenterrar arrepentimientos, remordimientos, heridas e insatisfacciones, sin dejar que el Señor Resucitado nos transforme. Queridos hermanos y hermanas, démosle a los Vivientes el lugar central en la vida. Pedimos la gracia de no dejarnos llevar por la corriente, por el mar de los problemas; No romper sobre las piedras del pecado y sobre las rocas de la desconfianza y el miedo. Busquémoslo, busquémoslo, buscémoslo en todo y ante todo. Y con él resucitaremos.

sábado, 20 de abril de 2019

Este es el verdadero significado de la Vigilia Pascual

La celebración de la Vigilia Pascual en la noche del Sábado Santo, es la más importante de todas las celebraciones cristianas, porque conmemora la Resurrección de Jesucristo.  

La Vigilia, que significa pasar “una noche en vela”, cobra un sentido especial en la víspera pascual porque recuerda el pasaje bíblico (Mc 16:01) en el que un grupo de mujeres llegan al sepulcro para terminar de embalsamar a Jesús, pero no encuentran su cuerpo. Luego, un ángel se aparece y les dice: “¿Buscan a Jesús el Nazareno? No está aquí. Ha resucitado. Decidles a sus discípulos que vayan a Galilea y allí lo verán” (Mt 28, 6).

“Esta resurrección es la que nos enseña a nosotros, más claramente que nada, el cumplimiento de las palabras de Jesús en nuestra vida. Así como Jesucristo murió y al tercer día resucitó, así el cristiano que muere en Cristo también resucitará al fin de los tiempos.”, indicó el sacerdote.

Al inicio de la vigilia, luego de encenderse el cirio y proclamarse la Resurrección, se recita el “Pregón Pascual”.

En él se relata brevemente la historia de la salvación desde la creación, la prueba y caída de Adán, la espera y liberación del pueblo de Israel, hasta la entrega de Jesucristo, quien murió por nuestros pecados y nos lleva a la salvación.

El Pregón está dirigido a toda la humanidad pero especialmente para los cristianos. San Agustín nos invita a recordarlo constantemente porque es un mensaje de esperanza y nos transmite la victoria de la luz sobre la oscuridad.

Luego de las lecturas, continúa la Liturgia Bautismal o, por lo menos, la bendición del agua y la renovación de las promesas bautismales.

Finalmente, en la celebración eucarística se entonan los cantos del aleluya y se grita de júbilo. Se vive un ambiente festivo y de alabanza porque se cumplieron las promesas de Dios, especialmente, por haber restaurado su amistad con la humanidad y otorgar la salvación.

viernes, 19 de abril de 2019

La neuropsicología de la Pasión: cómo era la memoria de los testigos que vieron sufrir a Cristo

Casi 2.000 millones de cristianos en este año 2019 meditan sobre la Pasión de Cristo, o se emocionan con sus sufrimientos al ser apresado, insultado, torturado y ejecutado en la Cruz.

Los Evangelios dan muchos detalles. Al principio de su Evangelio, Lucas asegura que él recoge "los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares".

El médico y diplomado en Ciencias Religiosas Antonio Macaya reflexiona sobre la fuerza del recuerdo de esos "testigos oculares". ¿Cómo funcionó su memoria? ¿Qué recordaban y qué podían haber olvidado? ¿Cómo funciona la mente de alguien que podía haber sido testigo del camino de Jesús cargando la Cruz hacia el Gólgota o de la misma crucifixión?
Los testimonios oculares y la memoria

El uso de testimonios oculares o de primera mano se mantuvo tras la primera generación de cristianos. Papías e Ireneo, pero también Policarpo y Cuadrato, entre otros, citan el uso de testigos oculares o bien el testimonio que algunos habían recogido de testigos oculares.

Aquí empieza otro problema. Uno de los puntos más discutidos hoy en día es la posibilidad de que se distorsionen los recuerdos al transmitir las historias.

Según algunos autores, en tiempos de Jesús entre el 95 y el 97% de la población era analfabeta. La gente se explicaba las cosas verbalmente... y memorizaba contenidos equivalentes a libros enteros.

Sin embargo, no existía tanto una «tradición oral» (recuerdos transmitidos al menos una generación), como una «historia oral» (recuerdos de lo que testigos vivos habían visto y oído).

«No escribí en papeles sino en mi corazón», dice Ireneo (130-202 d.C., aprox.) sobre lo que Policarpo (70 a 155 d.C., aprox.)  le había enseñado sobre Jesús y sus discípulos, quizás pensando en las palabras de Dios al profeta «escucha estas palabras y escribe en la memoria de tu corazón todo lo que aprenderás» (2 Baruc 50, 1).

Por lo tanto, parece que se seleccionaban testimonios oculares y al menos al principio predominaba la transmisión oral. ¿Había algún control? Parece que sí.

Podemos hacer una pequeña aportación aquí desde la neuropsicología.

No es lo mismo conservar el recuerdo de una tarde aburrida en casa que conservar el recuerdo de un intento de tortura y asesinato.

La amígdala es una estructura ubicada en lo más profundo del encéfalo, que se asocia al almacenamiento de eventos con fuerte carga emocional. Recordamos mejor los acontecimientos con carga emocional. Se observa una sincronización eléctrica entre el hipocampo y amígdala al recordar, por ejemplo, episodios en que uno ha pasado miedo. Si estas partes del cerebro están dañadas, se puede presentar el llamado Síndrome de Klüver-Bucy, en que se padece amnesia relacionada con una lesión que afecta a la amígdala.

¿Es posible olvidar a tus amigos y familiares quemándose como antorchas humanas por orden de Nerón? ¿Puede que centenares de testimonios posteriores se inventasen tal cosa como resultado de un recuerdo distorsionado?
Debe ser imposible olvidarse de la crucifixión de un hijo. La Virgen María, la madre de Jesús, no debió olvidar ni un detalle. El modo en que el cerebro procesa esa información es muy distinto al modo ordinario. La carga emocional es fortísima. El amor por el hijo, el horror que se debe sentir al ver el cuerpo torturado, la cara desencajada, las manos agarrotadas, la sangre manando... No se debe poder olvidar ni un solo detalle.

Y aunque no fuera así, el modo en que se almacena la información y posteriormente se comunica es diferente a casos en que no hay dolor psíquico, ansiedad, miedo... La primera generación de cristianos tuvo mucho miedo. Y eso hizo que recordaran mejor lo que pasó el domingo de Pascua.

Aquí también Bart Ehrmann, famoso por impugnar la historicidad de la resurrección, nos ofrece una ayuda inestimable. Cita algunos estudios de neuropsicología de la memoria, como uno de Neisser y Harsch. Después del accidente del transbordador espacial Challenger se entrevistó a 106 estudiantes de Psicología. Un año después, el 75% ni siquiera recordaban haber completado una encuesta. Ehrmann toma este dato para apoyar su hipótesis de que el recuerdo de lo que sucedió con Jesús se fue modificando.

Sin embargo, con la resurrección sucede todo lo contrario. La cuestión no es que los encuestados por Neisser y Harsch se olvidaran de algo. La cuestión es que un montón de cristianos recuerdan lo mismo. De modo que, si la memoria es tan frágil como gusta de destacar Ehrman, si al cabo de unos años explican la misma historia, las posibilidades de que sean un invento son nulas.

Los experimentos de este tipo nos permiten pensar que los cristianos se olvidaron de varias cosas. Por ejemplo, las que daban menos miedo.
Pero si todos coinciden en que vieron a Jesús, es porque le habían visto. Si hubiera sido una creación de sus mentes, no hubieran coincidido en la historia narrada. Tendríamos versiones muy distintas sobre el día de la semana en que ocurrió, sobre el orden de las apariciones y sobre muchas otras cosas.

¿Qué hicieron los hijos de los primeros testigos?

Si estudiamos a los hijos de los testigos de la resurrección nos pasa lo mismo que nos pasa con las fechas de las cartas, con el credo que se enseñan y con los nombres de los testigos oculares: vemos que se hablaba de la resurrección desde el principio.

Entre la familia carnal de Jesús destaca Simeón. Su padre era Cleofás, que posiblemente era el hermano de San José. Simeón pudo ser, por lo tanto, primo de Jesús de Nazaret.

Simeón fue, sin duda, la figura más importante del cristianismo entre los judíos durante 40 años. Sucedió a Santiago el menor y así fue el segundo obispo de Jerusalén. Murió martirizado mientras gobernaba Ático, siendo Trajano el emperador. Recordemos que el padre de Simeón, Cleofás, vio a Jesús resucitado en el camino de Emaús (Lc 24, 18). La madre de Simeón, «María de Cleofás», presenció la crucifixión (Jn 19, 25).

Simeón, que seguramente también fue testigo de la crucifixión, nos traslada a los años 50... Cuando le llegó la ocasión de morir, tenía ante sí dos posibilidades: renunciar a toda una historia que era mentira y seguir vivo, o morir por seguir pensando que lo que su padre Cleofás y su madre María le habían dicho era verdad: «Jesús estaba vivo, hijo mío». Simeón sabía que su mamá había estado al lado de la cruz, viendo en directo cómo Jesús moría. Simeón sabía que papá le vio vivo camino de Emaús, e incluso se pusieron a cenar juntos. «¡Qué bonito, mamá! ¡Qué bonito, papá!», debió decir cuando se lo explicaban.

«¿Qué hago?», debió pensar luego, cuando le iban a matar. «O vivir porque todo ha sido una mera historia romántica, o morir porque la persona a la que vio morir mamá y después vio vivo papá es Dios». Simeón escogió morir... Quizás pensó también en la Virgen María, su tía.

Esto es importante. Cuando sucedían estas cosas, no podía haber otras personas «fabricando los Evangelios», decidiendo cuántos ángeles había en el sepulcro de Jesús, o cambiando de versión sobre las parábolas o los milagros. Yo, al menos, no me dejaría cortar el cuello con una espada por algo así.

Otro familiar directo de Jesús se llamaba Judas. Sus nietos fueron perseguidos por ser cristianos. Murieron bajo Domiciano (año 90 dC aproximadamente). En este caso era el abuelito Judas la fuente de información. El abuelito les había explicado a sus nietos que Jesús había resucitado, y había que creer en eso para tener la vida eterna. Si no lo hacían, si negaban la verdad que los abuelitos le explicaban, no podía acceder al Cielo, lugar de la Luz y la Verdad.

Esta es la fantástica cuestión de la segunda generación que conoció a la primera: tuvieron que decidir por lo que otros les decían que habían visto.

Por ejemplo, Policarpo e Ignacio de Antioquía (y quizás Ireneo de Lyon) conocieron personalmente al apóstol Juan. Éste les explicó una historia que, como hemos dicho, era innecesaria, inimaginable, a veces mortal y siempre perjudicial. Puede ser que, en las primeras centésimas de segundo, lo primero que pensó Policarpo no fue que Jesús estaba vivo. Quizás, lo primero que pensó fue que Juan no podía inventar tal cosa.

Policarpo fue quemado vivo en el año 160 dC, a los 86 años, por negarse a renunciar a la fe en la resurrección. Es un dato de gran valor, porque elige morir por algo que ha recibido directamente de los testigos oculares.

Del mismo modo, Clemente de Roma conoció a Pedro. Papías a Felipe (uno de los 7 primeros diáconos), Ireneo a Policarpo, Tito y Timoteo conocieron a Pablo... El obispo Cuadrado de Atenas utiliza este conocimiento de testigos vivos al dirigirse por carta al emperador.

Toda esta gente necesariamente pensaba: «al fin y al cabo, si los que me explicaron la vida, muerte y resurrección de Jesús han sufrido tanto y han renunciado a tantas cosas, es porque realmente habían visto a Jesús resucitado. Es porque realmente se sintieron muy amados por Él antes de que Él muriera, y después. Es porque necesitaban comunicar que sólo por Él se consigue la salvación. Por todo eso, me explicaron quién era Jesús. Y yo, por la fe, sé que es todo verdad».

Del mismo modo, se dispone de las listas de primeros obispos de muchísimas iglesias nacientes. Realmente, un fraude que engañe a tanta gente es ridículo. Pensar que todos se han dejado engañar por la primera generación es absurdo.

El que no haya transcurrido una generación sin contacto con los hechos no nos deja fabricar un buen fraude. Si hubiera transcurrido más tiempo, los cristianos se hubieran inventado historias creíbles como las que exige Celso: «si este Jesús estuviera intentando convencer a alguien de sus poderes, habría debido aparecerse primero a los judíos que tan mal lo trataron... O mejor, podría haberse ahorrado la molestia de ser sepultado y simplemente haber desaparecido de la cruz. ¿Dónde se ha visto un planificador tan incompetente? Cuando estaba en el cuerpo, no le creían, pero predicaba en todo el mundo. Tras su resurrección, decide mostrarse únicamente a una mujer y a unos pocos compañeros. Cuando fue castigado, todo el mundo le vio; pero resucitado de la tumba, casi nadie».

Celso tiene toda la razón: parece que hubiera sido más convincente desaparecer de la cruz y hablar sosegadamente con las autoridades judías y romanas. Incluso hubiera sido más convincente hablar con el emperador rodeado de todos los profetas, de Adán y Eva, y con la serpiente asintiendo a todo. Celso tiene un problema. Tiene que explicar, tiene que demostrar por qué la gente que se juega la vida no explica las cosas que a él le parecen tan lógicas.

Tiene que darse cuenta de que toda la gente le cuenta la historia como la vivió, como fue.