viernes, 30 de junio de 2023

Viernes de la 12ª semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (17,1.9-10.15-22):

Cuando Abrán tenía noventa y nueve años, se le apareció el Señor y le dijo: «Yo soy el Dios Saday. Camina en mi presencia con lealtad.»

Dios añadió a Abrahán: «Tú guarda mi pacto, que hago contigo y tus descendientes por generaciones. Éste es el pacto que hago con vosotros y con tus descendientes y que habéis de guardar: circuncidad a todos vuestros varones.»

Dios dijo a Abrahán: «Saray, tu mujer, ya no se llamará Saray, sino Sara. La bendeciré, y te dará un hijo, y lo bendeciré; de ella nacerán pueblos y reyes de naciones.»

Abrahán cayó rostro en tierra y se dijo sonriendo: «¿Un centenario va a tener un hijo, y Sara va a dar a luz a los noventa?» Y Abrahán dijo a Dios: «Me contento con que te guardes vivo a Ismael.»

Dios replicó: «No; es Sara quien te va a dar un hijo, a quien llamarás Isaac; con él estableceré mi pacto y con sus descendientes, un pacto perpetuo. En cuanto a Ismael, escucho tu petición: lo bendeciré, lo haré fecundo, lo haré multiplicarse sin medida, engendrará doce príncipes y haré de él un pueblo numeroso. Pero mi pacto lo establezco con Isaac, el hijo que te dará Sara el año que viene por estas fechas.» Cuando Dios terminó de hablar con Abrahán, se retiró.

Palabra de Dios

Salmo 127,R/. Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor

Santo Evangelio según san Mateo (8,1-4):

En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme.» Extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero, queda limpio.» Y en seguida quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Si quieres, puedes limpiarme. La fe mueve montañas, dicen. Eso sí, hace falta fe, aunque sea como un granito de mostaza. A este leproso de hoy, fe le sobraba. Busca a Jesús, aunque en su estado, seguro, le costó hasta Él, se pudo de rodillas, y pidió al Maestro que le devolviera la salud. Es un gran don sentirse limpio. Los que disfrutamos de la ducha cada día, lo sabemos. Imagínate lo que puede ser estar no solo limpio por fuera, sino por dentro. Que la piel deje de caerse a pedazos, para volver a sentirte íntegro. Y volver al seno de la comunidad. Dejar de ser un marginado. Formar parte de algo que te ha estado prohibido muchos años.


Para ese enfermo, el encuentro con Jesús, gracias a su fe, le cambió la vida. Seguro que, desde ese momento, fue uno más de los creyentes en Él. Quizá no le siguió directamente, puede que volviera a su casa, con los suyos, y en medio de la masa, fuera levadura. Nosotros, también creyentes, allá donde nos encontremos, podemos también sentirnos limpios, gracias a nuestra fe. Y si no te sientes así, acude al Maestro, y dile: «Señor, si quieres, puedes limpiarme.» Acude al sacramento de la Reconciliación, dile al Señor que quieres que te limpie, y siente la alegría del perdón.


“Si quieres, puedes limpiarme”. Esta petición se la hacemos al Señor desde nuestra debilidad, una vez más. Y es que necesitamos curarnos de tantas heridas que, en esas luchas personales, hemos ido gestando. No por ello seremos considerados en menos ante Sus ojos. Todo lo contrario, es lo que Dios está esperando por nuestra parte, porque el “bálsamo” que sale de Su corazón es el único capaz de cicatrizar lo que tanto nos hace sufrir y lamentarnos. ¿Qué importa lo que otros puedan pensar, si tenemos aquello que nunca muere y sana para siempre?


Para el pacto de Abrahán eran necesarios sacrificios y, además, la circuncisión física. Ahora, con Jesucristo, ya no hace falta nada de eso. Cristo ha sido el último sacrificio, el que nos permite ver la vida de otra manera. El que nos limpia, cuando, movidos por la fe, acudimos a Él. ¿Quieres limpiarte? ¿Qué vas a hacer?


jueves, 29 de junio de 2023

San Pedro y San Pablo, apóstoles

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12,1-11):

En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él.

La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor y se iluminó la celda.

Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: «Date prisa, levántate.»

Las cadenas se le cayeron de las manos y el ángel añadió: «Ponte el cinturón y las sandalias.»

Obedeció y el ángel le dijo: «Échate el manto y sígueme.»

Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y al final de la calle se marchó el ángel.

Pedro recapacitó y dijo: «Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.»

Palabra de Dios

Salmo 33,R/. El Señor me libró de todas mis ansias

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4,6-8.17-18):

Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios

Santo Evangelio según san Mateo (16,13-19):

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»

Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»

Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»

Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»

Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Si quieres, puedes limpiarme. La fe mueve montañas, dicen. Eso sí, hace falta fe, aunque sea como un granito de mostaza. A este leproso de hoy, fe le sobraba. Busca a Jesús, aunque en su estado, seguro, le costó hasta Él, se pudo de rodillas, y pidió al Maestro que le devolviera la salud. Es un gran don sentirse limpio. Los que disfrutamos de la ducha cada día, lo sabemos. Imagínate lo que puede ser estar no solo limpio por fuera, sino por dentro. Que la piel deje de caerse a pedazos, para volver a sentirte íntegro. Y volver al seno de la comunidad. Dejar de ser un marginado. Formar parte de algo que te ha estado prohibido muchos años.

Para ese enfermo, el encuentro con Jesús, gracias a su fe, le cambió la vida. Seguro que, desde ese momento, fue uno más de los creyentes en Él. Quizá no le siguió directamente, puede que volviera a su casa, con los suyos, y en medio de la masa, fuera levadura. Nosotros, también creyentes, allá donde nos encontremos, podemos también sentirnos limpios, gracias a nuestra fe. Y si no te sientes así, acude al Maestro, y dile: «Señor, si quieres, puedes limpiarme.» Acude al sacramento de la Reconciliación, dile al Señor que quieres que te limpie, y siente la alegría del perdón.

“Si quieres, puedes limpiarme”. Esta petición se la hacemos al Señor desde nuestra debilidad, una vez más. Y es que necesitamos curarnos de tantas heridas que, en esas luchas personales, hemos ido gestando. No por ello seremos considerados en menos ante Sus ojos. Todo lo contrario, es lo que Dios está esperando por nuestra parte, porque el “bálsamo” que sale de Su corazón es el único capaz de cicatrizar lo que tanto nos hace sufrir y lamentarnos. ¿Qué importa lo que otros puedan pensar, si tenemos aquello que nunca muere y sana para siempre?

miércoles, 28 de junio de 2023

Miércoles de la 12ª semana del Tiempo Ordinario

Lectura del libro del Génesis (15,1-12.17-18):

En aquellos días, Abrán recibió en una visión la palabra del Señor: «No temas, Abrán, yo soy tu escudo, y tu paga será abundante.» Abrán contestó: «Señor, ¿de qué me sirven tus dones, si soy estéril, y Eliezer de Damasco será el amo de mi casa?»

Y añadió: «No me has dado hijos, y un criado de casa me heredará.» La palabra del Señor le respondió: «No te heredará ése, sino uno salido de tus entrañas.»

Y el Señor lo sacó afuera y le dijo: «Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes.»

Y añadió: «Así será tu descendencia.» Abran creyó al Señor, y se le contó en su haber.

El Señor le dijo: «Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra.»

Él replicó: «Señor Dios, ¿cómo sabré que yo voy a poseerla?»

Respondió el Señor: «Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.»

Abrán los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y Abrán los espantaba. Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán, y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso, y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados.

Aquel día el Señor hizo alianza con Abrán en estos términos: «A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río Eufrates.»

Palabra de Dios

Salmo 104,R/. El Señor se acuerda de su alianza eternamente

 Santo Evangelio según san Mateo (7,15-20):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidado con los falsos profetas; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis.

Palabra del Señor

Compartimos:

Las afirmaciones de Jesús al respecto son tan simples que parecen casi simplistas. ¡Y justo es decir que no lo son en absoluto! No lo son, como no lo es la vida real de cada día.

Ésta nos enseña que hay buenos que degeneran y acaban dando frutos malos y que, al revés, hay malos que cambian y acaban dando frutos buenos. ¿Qué significa, pues, en definitiva, que «todo árbol bueno da frutos buenos (Mt 7,17)»? Significa que el que es bueno lo es en la medida en que no desfallece obrando el bien. Obra el bien y no se cansa. Obra el bien y no cede ante la tentación de obrar el mal. Obra el bien y persevera hasta el heroísmo. Obra el bien y, si acaso llega a ceder ante el cansancio de actuar así, de caer en la tentación de obrar el mal, o de asustarse ante la exigencia innegociable, lo reconoce sinceramente, lo confiesa de veras, se arrepiente de corazón y... vuelve a empezar.

¡Ah! Y lo hace, entre otras razones, porque sabe que si no da buen fruto será cortado y echado al fuego (¡el santo temor de Dios guarda la viña de las buenas vides!), y porque, conociendo la bondad de los demás a través de sus buenas obras, sabe, no sólo por experiencia individual, sino también por experiencia social, que él sólo es bueno y puede ser reconocido como tal a través de los hechos y no de las solas palabras.

No basta decir: «Señor, Señor!». Como nos recuerda Santiago, la fe se acredita a través de las obras: «Muéstrame tu fe sin las obras, que yo por las obras te haré ver mi fe» (Sant 2,18).


martes, 27 de junio de 2023

Martes de la 12ª semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (13,2.5-18):

Abrán era muy rico en ganado, plata y oro. También Lot, que acompañaba a Abrán, poseía ovejas, vacas y tiendas; de modo que ya no podían vivir juntos en el país, porque sus posesiones eran inmensas y ya no cabían juntos. Por ello surgieron disputas entre los pastores de Abrán y los de Lot. En aquel tiempo cananeos y fereceos ocupaban el país.

Abrán dijo a Lot: «No haya disputas entre nosotros dos, ni entre nuestros pastores, pues somos hermanos. Tienes delante todo el país, sepárate de mí; si vas a la izquierda, yo iré a la derecha; si vas a la derecha, yo iré a la izquierda.»

Lot echó una mirada y vio que toda la vega del Jordán, hasta la entrada de Zear, era de regadío (esto era antes de que el Señor destruyera a Sodoma y Gomorra); parecía un jardín del Señor, o como Egipto. Lot se escogió la vega del Jordán y marchó hacia levante; y así se separaron los dos hermanos. Abrán habitó en Canaán; Lot en las ciudades de la vega, plantando las tiendas hasta Sodoma. Los habitantes de Sodoma eran malvados y pecaban gravemente contra el Señor.

El Señor habló a Abrán, después que Lot se había separado de él: «Desde tu puesto, dirige la mirada hacia el norte, mediodía, levante y poniente. Toda la tierra que abarques te la daré a ti y a tus descendientes para siempre. Haré a tus descendientes como el polvo; el que pueda contar el polvo podrá contar a tus descendientes. Anda, pasea el país a lo largo y a lo ancho, pues te lo voy a dar.»

Abrán alzó la tienda y fue a establecerse junto a la encina de Mambré, en Hebrón, donde construyó un altar en honor del Señor.

Palabra de Dios

Salmo 14,R/. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?

 Santo Evangelio según san Mateo (7,6.12-14):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozaros. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas. Entrad por la puerta estrecha. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.»

Palabra del Señor

Compartimos:

¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos. Jesús nos avisa de algo que, parece, ya era un peligro en su tiempo. Es muy fácil descuidarse, o mejor, creer que vamos por el camino correcto. Nos convencemos con mucha facilidad de que “no pasa nada” si un viernes como carne, o si hace ya tres meses (o tres años) que no me confieso, o que reenviar un mensaje no muy agradable sobre un “amigo” es lo normal, todos lo hacen… Nos acostumbramos a no cumplir con cosas pequeñas y, al final, dejamos de cumplir con las grandes. Total, una más… Decía mi maestro de novicios que el primer pecado es el que más cuesta, los demás vienen solos. Algo de eso, me parece, hay.


¿Por qué no vemos la puerta de la Vida? ¿Por qué nos parece tan duro el camino de la Vida? Será que nos falta perspectiva. Quizá porque vivimos a corto plazo, tenemos muchas seguridades, y no le damos espacio a Dios en nuestras vidas. Abrán, en este sentido, puede ser para nosotros un ejemplo. En camino, en escucha, dispuesto a renunciar a lo suyo, buscando el acuerdo con Lot…


Dios ha hecho de todo para que entremos por la puerta de la Vida. Al final, hasta a su Hijo nos envió. Lo que hace falta es estar atento, aceptar su ayuda y llamar a esa puerta que, a diferencia de las nuestras, siempre se abre, para dejarnos pasar. Es verdad que no todos están dispuestos. A ti se te ha dado la posibilidad de ser feliz, yendo por el camino estrecho. Aunque cueste. ¿Qué vas a hacer?

lunes, 26 de junio de 2023

El Papa declara Venerable a sor Lucía, la última pastorcita de Fátima, y a 20 mártires de la Guerra Civil Española

Sor Lucía ha sido declarada Venerable por el Papa Francisco. Junto con ella, otras cuatro Siervas de Dios se convirtieron en Venerables. También se reconoció el martirio de diez sacerdotes y diez laicos de la Archidiócesis de Sevilla, asesinados por odio a la fe durante la guerra civil española en 1936, y serán proclamados Beatos.


Nacida en Aljustrel el 28 de marzo de 1907, Sor Lucía tuvo, en 1917, una serie de apariciones de la Virgen María en la Cova de Iria, en Fátima (Portugal), junto con sus dos primos Francisco y Jacinta Marto. Tras la prematura muerte de sus primos, que fueron canonizados por el Papa Francisco en 2017, Sor Lucía quedó como única depositaria del mensaje que le fue confiado por la Virgen, que transcribió, a instancias del obispo de Leiria, José Alves Correia da Silvia en cuatro documentos entre 1935 y 1941.


Otro escrito, fechado en 1944, contenía la tercera parte, el llamado «tercer secreto», y fue enviado a Roma, abierto por primera vez en 1960 y no divulgado por San Juan XXIII y San Pablo VI. Fue san Juan Pablo II, particularmente devoto de Nuestra Señora de Fátima, quien dio a conocer el secreto en el año 2000.

Excepcionalidad y vida ordinaria

Sor Lucía vivió con empeño la custodia del mensaje mariano durante toda su larga vida, primero en el colegio de las Hermanas Doroteas de Vilar, después como carmelita en Coimbra, donde murió el 13 de febrero de 2005. La distinción entre su vida y las apariciones, dice la biografía disponible en el sitio web del Dicasterio para las Causas de los Santos, «también es difícil porque gran parte de su sufrimiento se debió a éstas: siempre estuvo oculta, protegida, custodiada. Se puede ver en ella toda la dificultad de mantener unidas la excepcionalidad de los acontecimientos de los que fue espectadora y el carácter ordinario de una vida monástica como la del Carmelo».


El 13 de mayo de 1967, Sor Lucía fue a Fátima para encontrarse con San Pablo VI. Hizo lo mismo con San Juan Pablo II el 13 de mayo de 1982, cuando el Pontífice ofreció a Nuestra Señora una de las balas del atentado que había sufrido el año anterior, y de nuevo el 13 de mayo de 1991 y el 13 de mayo de 2000. Tras la muerte de Sor Lucía, Benedicto XVI también visitó Fátima en 2010 y el Papa Francisco en 2017. El propio Pontífice visitará el santuario el 5 de agosto, en el marco de su viaje a Lisboa para la Jornada Mundial de la Juventud.


Veinte mártires de la guerra civil española en Sevilla

El decreto aprobado ayer por el Pontífice también reconoce a 20 mártires de la fe durante la sangrienta Guerra Civil Española de 1936. Entre ellos, figura Don Manuel González-Serna Rodríguez, nacido en Sevilla en 1880 y nombrado párroco de la cercana Constantina en 1911. Fue detenido la noche siguiente al Alzamiento Nacional por milicianos republicanos siendo asesinado por comunistas y anarquistas en la sacristía cuatro días después.

En ese verano de 1936, al comienzo de la Guerra Civil Española, otros 9 sacerdotes y 10 laicos fueron asesinados en Sevilla y sus alrededores, tras ser detenidos y sin juicio previo, en el clima de persecución que los republicanos establecieron hacia todo aquel que profesara ser miembro de la Iglesia católica.


Don Mariano Caballero Rubio vio quemada su parroquia en Huelva antes de ser detenido, el seminarista Enrique Palacios Monrabà fue detenido y asesinado junto a su padre a la edad de 19 años. Entre los mártires había también un abogado, un farmacéutico, miembros del consejo parroquial y un botones de las monjas clarisas, que vivía con su madre viuda cerca del monasterio.

Lunes de la 12ª semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (12,1-9):

En aquellos días, el Señor dijo a Abrán: «Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo.»

Abrán marchó, como le había dicho el Señor, y con él marchó Lot. Abran tenía setenta y cinco años cuando salió de Harán. Abrán llevó consigo a Saray, su mujer, a Lot, su sobrino, todo lo que había adquirido y todos los esclavos que había ganado en Harán. Salieron en dirección de Canaán y llegaron a la tierra de Canaán. Abrán atravesó el país hasta la región de Siquén, hasta la encina de Moré. En aquel tiempo habitaban allí los cananeos. El Señor se apareció a Abrán y le dijo: «A tu descendencia le daré esta tierra.»

Él construyó allí un altar en honor del Señor, que se le había aparecido. Desde allí continuó hacia las montañas al este de Betel, y plantó allí su tienda, con Betel a poniente y Ay a levante; construyó allí un altar al Señor e invocó el nombre del Señor. Abrán se trasladó por etapas al Negueb.

Palabra de Dios

Salmo 32,R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad

 Santo Evangelio según san Mateo (7,1-5):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No juzguéis y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame que te saque la mota del ojo”, teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.»

Palabra del Señor

Compartimos:

No dice Dios dónde debe ir. Solo que salga. Vaya aventura. Jugárselo todo a una carta. Menos mal que el que reparte estas cartas es el mismo Dios. Y el premio es gordo. La promesa de Dios es que se convertirá en el pastor y líder de un gran pueblo.

Y andando, andando, por etapas llegó Abrán a la tierra prometida, y poco a poco el Señor le iba reafirmando en su vocación. Fiel hasta el final. A pesar de los problemas que, haberlos, húbolos. Por eso es ejemplo para todos, por su perseverancia.

Continúa Jesús desgranando su “programa” de vida. Hoy nos da también donde muchas veces más nos duele: en los juicios. Sacar la oposición para ser juez en los tribunales es complicado. Exige la carrera de Derecho y luego las oposiciones. Convertirse varias veces al día en juez de los demás es facilísimo. Como que estuviera en el ADN de cada uno.

Cuesta mucho quitarse las gafas de ver los defectos de los demás. Es que nos sale solo, eso de ver lo que no hacen bien los otros, y el pensar que “yo lo haría mejor” o “yo nunca habría hecho eso”.

Tenemos que revisarnos la vista, operarnos, si hace falta las cataratas con el láser de la reconciliación, para ver a los demás como los veía el mismo Jesús. Donde nosotros vemos defectos, Él veía oportunidades. Donde nosotros tenemos la agenda negra de los enfados y las ofensas, Cristo tiene una página en blanco, para que cada uno pueda escribir su historia, sin arrastrar el peso del pasado. Eso de vete y no peques más.

La carta del apóstol Santiago, en su capítulo 4, nos dice: Uno solo es el legislador y juez, el que puede salvar y condenar. ¿Quién eres para juzgar al prójimo?

domingo, 25 de junio de 2023

Sin Jesús no hay Iglesia

Defiéndenos de nuestras invenciones

Sin él no hay profecía. Sin él no hay encarnación. Sin él no hay Iglesia. Sin él no hay eucaristía. Sin él no hay misión a los pobres. Sin él no hay historia de la salvación.

Y, sin embargo, él resulta ser el olvidado, el desconocido, el desfigurado.


Estamos hablando del Espíritu Santo.

En el evangelio de hoy oiremos que Jesús dice: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad”.


Nadie piense que, al decir “otro Paráclito”, se le está dando un nombre propio al Espíritu de la verdad –como se da a entender al escribirlo con la mayúscula-; Jesús sólo está desvelando la función que el Espíritu va a desempeñar en la comunidad de los discípulos.


Esa función es la de abogado, la de “llamado” a interceder por los discípulos, la de  defensor de los discípulos; y si queremos decirlo con la palabra griega que eso significa, entonces decimos que esa función es la de paráclito o paracleto, aunque mucho me temo que esas palabras necesiten explicación, y eso sería razón más que suficiente para evitarlas en la liturgia-.


Como lo fue Jesús, también el Espíritu de la verdad es “don del Padre”.


Jesús lo dijo de sí mismo a Nicodemo: “Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Unigénito”. Y se lo dio a entender a la mujer samaritana, cuando le dijo: “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te pide de beber, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva”.


Ahora, a sus discípulos, Jesús lo dice del Espíritu Santo: “Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor”.


Como lo había sido Jesús, también el Espíritu será en la comunidad de los discípulos un “defensor”.


Jesús los había defendido llamándolos a su seguimiento, haciéndose para ellos compañero de camino y maestro, curando dolencias y expulsando espíritus inmundos, resucitando muertos, haciéndose siervo de todos, siendo para ellos buen pastor que da la vida por su rebaño, amándolos hasta el fin, hasta el extremo.


Ahora tendrán otro defensor, al que Jesús llama “el Espíritu de la verdad”.


El mundo no puede recibirlo, porque no lo percibe ni lo conoce; pero los discípulos ya lo conocen, porque vive con ellos y está entre ellos.


El Espíritu les enseñará todo y les irá recordando todo lo que Jesús ha dicho.


Y tú, Iglesia templo del Espíritu, sabes de esa presencia divina en tu vida, en la vida de tus hijos. Sabes de ese don, de esa luz, de esa fuerza que te defiende haciéndote de Cristo, ungiéndote para que seas evangelio de los pobres, santificando los dones de tu eucaristía y congregando en la unidad a cuantos participamos del cuerpo y la sangre de Cristo. Tú sabes que nadie es de Cristo Jesús sin el Espíritu de Cristo Jesús, que nadie es de Cristo Jesús si no es evangelio para los pobres, que nadie es de Cristo Jesús sin comunión con los hermanos, sin que el Espíritu de Jesús nos congregue en la unidad.


Y sabes también, lo sabes por experiencia, que podemos inventarnos un Dios al servicio de nuestros egoísmos, una religión que garantice nuestra tranquilidad, una Iglesia sin pobres y sin hermanos, un Dios, una religión, una Iglesia que nada tendrían que ver con el Dios de Jesús de Nazaret, con el reino de Dios, con la Iglesia de Cristo.


Ven, Espíritu Santo, defiéndenos de nuestras invenciones. Ven, y llena los corazones de tus fieles, para que formemos en Cristo un solo cuerpo, un solo espíritu, y no nos inventemos Iglesias sin Cristo y sin ti.

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO

Plaza de San Pedro

Domingo, 25 de junio de 2023

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! ¡buen domingo!

En el Evangelio de hoy, Jesús repite tres veces a sus discípulos: "No tengan miedo" (Mt 10,26.28.31). No tengan miedo. Poco antes, les habló de las persecuciones que tendrán que soportar por causa del Evangelio, una realidad que sigue siendo actual: la Iglesia, de hecho, desde el principio ha conocido, junto con sus alegrías, y tenía tantas, ha conocido también persecuciones, muchas, ¿eh? Parece paradójico: el anuncio del Reino de Dios es un mensaje de paz y de justicia, fundado en la caridad fraterna y en el perdón y, sin embargo, encuentra oposición, violencia y persecución. Jesús, no obstante, nos dice que no temamos: no porque todo irá bien en el mundo, no, no por eso, sino porque para el Padre somos preciosos y nada de lo que es bueno se perderá. Por eso nos dice que no dejemos que el miedo nos detenga, sino que temamos otra cosa, una sola cosa. ¿Pero cuál es la cosa que Jesús nos dice que debemos temer?

Lo descubrimos a través de una imagen que Jesús utiliza hoy: la imagen de la "Gehenna" (cf. v. 28). El valle de " Gehenna" era un lugar que los habitantes de Jerusalén conocían bien: era el gran vertedero de basura de la ciudad. Jesús habla de él para decir que el verdadero miedo que hay que tener es el de desechar la propia vida. Desechar la propia vida, y sobre esto Jesús dice: “Sí, tengan miedo de eso”. Como si dijera: no hay que tener tanto miedo a sufrir incomprensiones y críticas, a perder prestigio y ventajas económicas por permanecer fieles al Evangelio, no, sino a desperdiciar la existencia buscando cosas de poco valor, que no colman el sentido de la vida.

Y esto es importante para nosotros. De hecho, incluso hoy uno puede ser objeto de burlas o de discriminación si no sigue ciertos modelos de moda, que, sin embargo, a menudo ponen en el centro realidades de segunda categoría: por ejemplo, seguir las cosas en lugar de personas, rendimientos en lugar de relaciones. Veamos algunos ejemplos. Pienso en los padres, que necesitan trabajar para mantener a su familia, pero no pueden vivir solo para el trabajo, sino que necesitan tiempo para estar con sus hijos. Pienso también en un sacerdote o en una religiosa, que deben comprometerse en su servicio, pero sin olvidarse de dedicar tiempo a estar con Jesús, de lo contrario caen en la mundanidad espiritual y pierden el sentido de lo que son. Aún más, pienso en un joven o una joven, que tienen mil compromisos y pasiones: la escuela, el deporte, intereses varios, el teléfono móvil y las redes sociales, pero necesitan encontrarse con personas y organizar grandes sueños, sin perder el tiempo en cosas que pasan y no dejan huella.

Todo esto, hermanos y hermanas, conlleva cierta renuncia frente a los ídolos de la eficacia y el consumismo, pero es necesario para no perderse en las cosas, que luego se tiran, como se hacía entonces en la “Gehenna”. Y en las “Gehennas” de hoy, por el contrario, suele terminar la gente: pensemos, pensemos en los últimos, a menudo tratados como material de descarte y como objetos no deseados. Permanecer fiel a lo que importa es costoso; cuesta ir contracorriente, cuesta liberarse de los condicionamientos del pensamiento común, cuesta ser apartado por los que “siguen la moda”. Pero no importa, ¿eh?, no importa. Jesús dice: lo que cuenta es no desperdiciar el mayor bien, es decir, la vida. No desechen la vida. Solo esto debe asustarnos.

Preguntémonos entonces: Yo, ¿de qué tengo miedo? ¿De no tener lo que me gusta? ¿De no alcanzar las metas que la sociedad impone? ¿Del juicio de los demás? ¿O más bien, de no agradar al Señor y de no poner en primer lugar su Evangelio? María, siempre Virgen, Madre Sabia, nos ayude a ser sabios y valientes en las decisiones que tomamos.

Queridos hermanos y hermanas:

Me ha entristecido mucho lo ocurrido hace unos días en el Centro Penitenciario Femenino de Támara, en Honduras. Una terrible violencia entre bandas rivales sembró la muerte y el sufrimiento. Rezo por las fallecidas, rezo por sus familias. Que la Virgen de Suyapa, Madre de Honduras, ayude a los corazones a abrirse a la reconciliación y a dar espacio a la convivencia fraterna, incluso dentro de las cárceles.

En estos días se cumple el 40 aniversario de la desaparición de Emanuela Orlandi. Quiero aprovechar esta ocasión para expresar, una vez más, mi cercanía a los familiares, especialmente a la madre, y asegurarles mis oraciones. Hago extensivo mi recuerdo a todas las familias que soportan el dolor de un ser querido que ha desaparecido.

Saludo a todos ustedes, romanos y peregrinos de Italia y de diversos países, especialmente a los fieles de Bogotá, Colombia.

Saludo a la Fraternidad de la Orden Franciscana Seglar de Pisa; a los jóvenes de Gubbio, Perugia y Spoleto; al grupo de Limbadi que celebra al joven Leo; a los participantes en la peregrinación motorizada de Cesena y Longiano; y a los voluntarios de Radio María Italia, que con una gran pancarta nos invitan a ponernos "todos bajo el manto" de la Virgen Madre María, para implorar a Dios el don de la paz. Y esto lo pedimos especialmente por el atormentado pueblo ucraniano.

Deseo a todos un buen domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

sábado, 24 de junio de 2023

Domingo 12º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Primera lectura

Lectura del libro de Jeremías (20,10-13):

Dijo Jeremías: «Oía el cuchicheo de la gente: "Pavor en torno; delatadlo, vamos a delatarlo." Mis amigos acechaban mi traspié." A ver si se deja seducir, y lo abatiremos, lo cogeremos y nos vengaremos de él." Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo. Se avergonzarán de su fracaso con sonrojo eterno que no se olvidará. Señor de los ejércitos, que examinas al justo y sondeas lo íntimo del corazón, que yo vea la venganza que tomas de ellos, porque a ti encomendé mi causa. Cantad al Señor, alabad al Señor, que libró la vida del pobre de manos de los impíos.»

Palabra de Dios

Salmo 68,8-10.14.17.33R/. Que me escuche tu gran bondad, Señor

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (5,12-15):

Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron. Porque, aunque antes de la Ley había pecado en el mundo, el pecado no se imputaba porque no había Ley. A pesar de eso, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con una transgresión como la de Adán, que era figura del que había de venir, Sin embargo, no hay proporción entre el delito y el don: si por la transgresión de uno murieron todos, mucho más, la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, sobró para la multitud.

Palabra de Dios

Santo Evangelio según san Mateo (10,26-33):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones. Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.»

Palabra del Señor

Compartir:

oy, después de elegir a los doce, Jesús los envía a predicar y los instruye. Les advierte acerca de la persecución que posiblemente sufrirán y les aconseja cuál debe ser su actitud: «No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna» (Mt 10,28). El relato de este domingo desarrolla el tema de la persecución por Cristo con un estilo que recuerda la última Bienaventuranza del Sermón de la Montaña (cf. Mt 5,11).

El discurso de Jesús es paradójico: por un lado dice dos veces “no temáis”, y nos presenta un Padre providente que tiene solicitud incluso por los pajarillos del campo; pero por otra parte, no nos dice que este Padre nos ahorre las contrariedades, más bien lo contrario: si somos seguidores suyos, muy posiblemente tendremos la misma suerte que Él y los demás profetas. ¿Cómo entender esto, pues? La protección de Dios es su capacidad de dar vida a nuestra persona (nuestra alma), y proporcionarle felicidad incluso en las tribulaciones y persecuciones. Él es quien puede darnos la alegría de su Reino que proviene de una vida profunda, experimentable ya ahora y que es prenda de vida eterna: «Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos» (Mt 10,32).

Confiar en que Dios estará junto a nosotros en los momentos difíciles nos da valentía para anunciar las palabras de Jesús a plena luz, y nos da la energía capaz de obrar el bien, para que por medio de nuestras obras la gente pueda dar gloria al Padre celestial. Nos enseña san Anselmo: «Hacedlo todo por Dios y por aquella feliz y eterna vida que nuestro Salvador se digna concederos en el cielo».

Sábado de la 11ª semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (12,1-10):

Toca presumir. Ya sé que no está bien, pero paso a las visiones y revelaciones del Señor. Yo sé de un cristiano que hace catorce años fue arrebatado hasta el tercer cielo, con el cuerpo o sin cuerpo, ¿qué sé yo? Dios lo sabe. Lo cierto es que ese hombre fue arrebatado al paraíso y oyó palabras arcanas, que un hombre no es capaz de repetir. De uno como ése podría presumir; lo que es yo, sólo presumiré de mis debilidades. Y eso que, si quisiera presumir, no diría disparates, diría la pura verdad; pero lo dejo, para que se hagan una idea de mí sólo por lo que ven y oyen. Por la grandeza de estas revelaciones, para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me ha respondido: «Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad.» Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso, vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Palabra de Dios

Salmo  33,R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor

 Santo Evangelio según san Mateo (6,24-34):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: No estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos.»

Palabra del Señor

Compartimos:

La tercera fuente de presunción de Pablo no se refiere ni a la presunta pureza de sus orígenes, ni a sus propios méritos, sino a los dones y gracias recibidas de Dios. Con un pequeño esfuerzo de imaginación podemos entender que Pablo fue protagonista de grandes experiencias místicas. Pero es legítimo interpretar también que esas gracias especiales no nos están vetadas a nosotros, los comunes mortales, los cristianos de a pie. Porque también nosotros escuchamos palabras arcanas (divinas, esenciales) cada vez que nos ponemos a la escucha de la Palabra de Dios, en la liturgia o en nuestra lectura personal; y también nosotros somos arrebatados al tercer cielo cuando entramos en comunión (eucarística, orante, caritativa) con Cristo Jesús, en el que el mismo cielo ha venido a la tierra. Ahora bien, Pablo nos avisa de que no debemos presumir de esas gracias, poniéndonos farisaicamente por encima de los demás, porque cada uno de nosotros tiene su propio “aguijón en el carne”, que nos recuerda nuestra debilidad. Mucho se ha especulado sobre en qué consistía esa espina en la carne, que Pablo recuerda sin especificar. Pero es útil que sea así, porque de este modo cada uno de nosotros puede identificarla con sus particulares debilidades, que nos recuerdan que nuestra salvación (nuestra fortaleza) es un don gratuito que Dios nos hace por medio de Jesucristo, nuestro único Señor y Salvador, el único al que debemos servir.

La fe en Jesucristo nos da confianza en la Providencia de Dios, incluso en la adversidad, nos otorga libertad respecto de las preocupaciones materiales, que, aunque estén ahí y requieran nuestra atención, no nos roban el corazón, orientado a buscar en el día a día ante todo el Reino de Dios y su justicia, las obras del amor, con las que respondemos al amor que Dios nos ha manifestado con abundancia y generosidad en Cristo Jesús.

viernes, 23 de junio de 2023

Viernes de la 11ª semana del Tiempo Ordinario

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11,18.21b-30):

Son tantos los que presumen de títulos humanos, que también yo voy a presumir. Pues, si otros se dan importancia, hablo disparatando, voy a dármela yo también. ¿Que son hebreos?, también yo; ¿que son linaje de Israel?, también yo; ¿que son descendientes de Abrahán?, también yo; ¿que si ven a Cristo?, voy a decir un disparate: mucho más yo. Les gano en fatigas, les gano en cárceles, no digamos en palizas y en peligros de muerte, muchísimos; los judíos me han azotado cinco veces, con los cuarenta golpes menos uno; tres veces he sido apaleado, una vez me han apedreado, he tenido tres naufragios y pasé una noche y un día en el agua. Cuántos viajes a pie, con peligros de ríos, con peligros de bandoleros, peligros entre mi gente, peligros entre gentiles, peligros en la ciudad, peligros en despoblado, peligros en el mar, peligros con los falsos hermanos. Muerto de cansancio, sin dormir muchas noches, con hambre y sed, a menudo en ayunas, con frío y sin ropa. Y, aparte todo lo demás, la carga de cada día, la preocupación por todas las Iglesias. ¿Quién enferma sin que yo enferme?; ¿quién cae sin que a mí me dé fiebre? Si hay que presumir, presumiré de lo que muestra mi debilidad.

Palabra de Dios

Salmo 33,R/. El Señor libra a los justos de sus angustias

Santo Evangelio según san Mateo (6,19-23):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!»

Palabra del Señor

Compartimos:

Pablo exhibe sus títulos de procedencia, pero para quitarles todo valor. No es eso lo que nos garantiza la salvación. Existen otros títulos que deberían en principio pesar mucho más: son los méritos adquiridos por el propio esfuerzo. Es algo que nuestra sociedad de la eficacia y el individualismo valora de manera especial. No cabe duda de que, si la procedencia nos marca (poco o mucho), más decisivo es lo que conseguimos por nosotros mismos. Pablo recuerda a sus críticos que, también en este capítulo, tiene motivos para presumir. Pero, de nuevo, señala la insuficiencia de estos méritos de cara a la salvación. De ahí su postrera alusión a su debilidad. Pablo está aludiendo a la gracia de Dios, lo único que nos salva.

No somos esclavos de nuestro pasado o de nuestras raíces, aunque ahí esté la base sobre la que construimos nuestra vida. Pero nuestros méritos personales tampoco nos sirven para “comprar” la salvación. Estos méritos, en forma de trabajos y buenas obras, tienen valor, pero sólo como la respuesta agradecida al don que Dios nos ha hecho gratuitamente en Cristo Jesús. Él es nuestra riqueza, de él debemos hacernos ricos. Siguiendo a Cristo, tratando de vivir de manera conforme a su Palabra, atesoramos riquezas que ni se echan a perder ni nadie nos puede robar. Se trata de tesoros “en el cielo”, pero que ya operan aquí en la tierra, en forma de luz y sabiduría para ver y discernir (elegir y realizar) valores y dimensiones que, sin esa luz del Evangelio, permanecen escondidos y en la oscuridad.

jueves, 22 de junio de 2023

Jueves de la 11ª semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11,1-11):

Ojalá me toleraseis unos cuantos desvaríos; bueno, ya sé que me los toleráis. Tengo celos de vosotros, los celos de Dios; quise desposaros con un solo marido, presentándoos a Cristo como una virgen intacta. Pero me temo que, igual que la serpiente sedujo a Eva con su astucia, se pervierta vuestro modo de pensar y abandone la entrega y fidelidad a Cristo. Se presenta cualquiera predicando un Jesús diferente del que yo predico, os propone un espíritu diferente del que recibisteis, y un Evangelio diferente del que aceptasteis, y lo toleráis tan tranquilos. ¿En qué soy yo menos que esos superapóstoles? En el hablar soy inculto, de acuerdo; pero en el saber no, como os lo he demostrado siempre y en todo. ¿Hice mal en abajarme para elevaros a vosotros? Lo digo porque os anuncié de balde el Evangelio de Dios. Para estar a vuestro servicio, tuve que saquear a otras Iglesias, aceptando un subsidio; mientras estuve con vosotros, aunque pasara necesidad, no me aproveché de nadie; los hermanos que llegaron de Macedonia proveyeron a mis necesidades. Mi norma fue y seguirá siendo no seros gravoso en nada. Lo digo con la verdad de Cristo que poseo; nadie en toda Acaya me quitará esta honra. ¿Por qué?, ¿porque no os quiero? Bien lo sabe Dios.

Palabra de Dios

Salmo 110,R/. Justicia y verdad son las obras de tus manos, Señor

santo evangelio según san Mateo (6,7-15):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que lo pidáis. Vosotros rezad así: "Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno." Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.»

Palabra del Señor

Compartimos:

La respuesta de Pablo es una auténtica declaración de amor a su comunidad, pero que se traduce en una fuerte corrección fraterna. La aparente dureza de sus palabras se corresponde con la gravedad de la situación, que ponía en peligro la integridad de la fe. Hay cuestiones esenciales en las que no es posible ni deseable transigir: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy y siempre, no os dejéis llevar por doctrinas llamativas y extrañas” (Hb 13, 8-9). El amor verdadero, del que Pablo hace gala en su entrega desinteresada y generosa, no puede estar divorciada de la verdad revelada en Cristo y, por tanto, de la corrección clara de toda desviación de ella. No se puede transigir, decimos, en cuestiones que afectan a la verdad que salva.

Pero para que esta “intransigencia” no se torne una rigidez contraria al amor cristiano, es preciso abordar todo conflicto en espíritu de oración, de apertura y súplica al Dios Padre, el único ante el que, pese a todas nuestras diferencias podemos sentirnos hermanos, con vínculos más fuertes que todo posible conflicto. Jesús, maestro de oración, nos introduce con la enseñanza del Padre nuestro en su propia experiencia filial, la unidad en el amor que preserva las diferencias.


miércoles, 21 de junio de 2023

Encuentro de Familia Dominicana 2023

 del 14 al 16 de julio de 2023

Etiquetas: Familia Dominicana  Caleruega

  El 51º Encuentro de Familia Dominicana en Caleruega se celebrará del 14 al 16 de julio de 2023.


  Este año al celebrar el jubileo de Santo Tomás de Aquino, el tema central del encuentro será la figura y obra de este gran teólogo y filósofo medieval, uno de los más importante de la historia de la Iglesia.


  Durante el fin de semana se podrá profundizar en familia dominicana sobre la vida y pensamiento de Santo Tomás, a través de tres conferencias, debates y trabajos grupales. También habrá momentos de oración, convivencias y diversión en un ambiente de amistad y fraternidad.


Los ponentes serán:


Fr. Sixto Castro. OP

Silvia Bara

Fr. Jesús Espeja OP

El coste es de:


150 € (habitación individual)

130 € (habitación doble)

El precio incluye la hospedería completa, viaje de peregrinación y visita guiada a los lugares dominicanos y otros.

  A las personas que os cuesta entrar con el enlace, pueden enviar un correo a secretariadofd@dominicos.org con los siguientes datos:

  Nombre, apellido, lugar de procedencia, correo electrónico, teléfono, rama a la que pertenece, y habitación que desea, (individual o doble).

El transporte hasta Caleruega NO ESTÁ incluido en el precio NI se organizará un transporte común en autobús.


Programa del Encuentro sobre Santo Tomás

En estos tiempos, donde la ciencia y la tecnología han avanzado significativamente, la perspectiva de Aquino puede ser especialmente pertinente. Su enfoque nos invita a no ver la ciencia y la fe como opuestas, sino más bien como vías de intersección que se complementan entre sí, en un mundo cada vez más secularizado y materialista.


La teología de Aquino también resalta la importancia de la virtud y la ética en nuestra vida diaria. Nos recuerda que el cultivo de las virtudes como la justicia, la prudencia y la caridad son esenciales para vivir en armonía con nosotros mismos y con los demás. Estos principios éticos pueden servir como guías en la toma de decisiones en todos los ámbitos de la vida, desde el personal hasta el social y político.


VIERNES - 14 de Julio


16:30 - Acogida y entrega de carpetas

18:00 - Oración en el Pozo

19:00 - Bienvenida y dinámica de presentación

19:30 - 1ª Conferencia: El pensamiento de Santo Tomás de Aquino en su contexto intelectual. Ponente: fr. Sixto Castro

21:00 - Cena y libre

SÁBADO - 15 de Julio


08:30 - Laudes y Eucaristía con las Monjas

09:15 - Desayuno

10:00 - 2º Conferencia: Santo Tomas, un camino espiritual para hoy y que nos lleva a la caridad. Ponente: Silvia Bara

11:30 - Descanso

12:00 - Trabajo Grupal

13:15 - Puesta en común

14:00 - Almuerzo

16:00 - Peregrinación a SILOS, pasando por desfiladero de la Yecla.

19:00 - Vísperas (se realizarán en la Iglesia del monasterio de Silos)

20:00 - Regreso a Caleruega

21:00 - Cena

22:00 - Espacio recreativo-cultural

DOMINGO - 16 de Julio


08:30 - Laudes

09:15 - Desayuno

10:00 - 3º Conferencia: Santo Tomas, hoy. Ponente: Fr. Jesús Espeja

11:30 - Descanso

12:30 - Eucaristía

14:00 - Almuerzo y despedida

Miércoles de la 11ª semana del Tiempo Ordinario

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (9,6-11):

El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra generosamente, generosamente cosechará. Cada uno dé como haya decidido su conciencia: no a disgusto ni por compromiso; porque al que da de buena gana lo ama Dios. Tiene Dios poder para colmaros de toda clase de favores, de modo que, teniendo siempre lo suficiente, os sobre para obras buenas. Como dice la Escritura: «Reparte limosna a los pobres, su justicia es constante, sin falta.» El que proporciona semilla para sembrar y pan para comer os proporcionará y aumentará la semilla, y multiplicará la cosecha de vuestra justicia. Siempre seréis ricos para ser generosos, y así, por medio nuestro, se dará gracias a Dios.

Palabra de Dios

Salmo  111,R/. Dichoso quien teme al Señor

Santo Evangelio según san Mateo (6,1-6.16-18):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Pablo nos recuerda hoy un sentido y una ley fundamental de nuestra vida: lo que hacemos, lo que decidimos, los criterios con los que tomamos nuestras decisiones no son sólo momentos puntuales sin mayor trascendencia; al contrario, son como semillas arrojadas que acabarán dando frutos a su debido tiempo. Si nuestras acciones, decisiones y criterios son cicateros, egoístas, de cortos vuelos, o si sin malhumorados y amargos, darán a largo plazo frutos igualmente pobres y amargos (para nosotros mismos y para los demás). El que, en cambio, vive (y siembra) con justicia, generosidad, con capacidad de perder en ocasiones por el bien de los demás, cosechará frutos en abundancia. Los primeros encogen su ánimo y se encierran en sí mismos, haciendo su vida estéril; los segundos ensanchan su alma y hacen el mundo mejor. Nuestra vida en su día a día es una inversión a largo lazo y, por eso, cada decisión tomada aquí y ahora tiene necesariamente repercusiones en el sentido global de nuestra vida.


Ese sentido está ligado con Dios, fuente del bien y de la vida. Jesús, a propósito de las prácticas del ayuno, la limosna y la oración, menciona hoy los tres ámbitos esenciales de relación de nuestra vida: la relación con nosotros mismos, regida por el principio ascético o de autocontrol; la relación con los demás, regida por el principio de justicia y compasión; y la relación con Dios, regida por el principio de piedad y veneración. Y nos recuerda que en esos tres ámbitos lo importante no es sólo lo que hacemos, sino también cómo lo hacemos, la autenticidad de nuestras motivaciones. Porque supuesto (lo que es suponer no poco) que hacemos lo que debemos (el control de nuestras inclinaciones, nuestros deberes para con los demás y para con Dios), es verdad que podemos “usar” esas acciones indebidamente, de manera hipócrita. Para poder realizar el bien que Dios quiere, el que nos une con Él (que esa es la recompensa del bien, el fruto de nuestras buenas inversiones), tenemos que hacer lo correcto y debido, e incluso más, pero hacerlo con generosidad y con recta intención.

martes, 20 de junio de 2023

Martes de la 11ª semana del Tiempo Ordinario

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (8,1-9):

Queremos que conozcáis, hermanos, la gracia que Dios ha dado a las Iglesias de Macedonia: En las pruebas y desgracias creció su alegría; y su pobreza extrema se desbordó en un derroche de generosidad. Con todas sus fuerzas y aún por encima de sus fuerzas, os lo aseguro, con toda espontaneidad e insistencia nos pidieron como un favor que aceptara su aportación en la colecta a favor de los santos. Y dieron más de lo que esperábamos: se dieron a sí mismos, primero al Señor y luego, como Dios quería, también a nosotros. En vista de eso, como fue Tito quien empezó la cosa, le hemos pedido que dé el último toque entre vosotros a esta obra de caridad. Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis, distinguíos también ahora por vuestra generosidad. No es que os lo mande; os hablo del empeño que ponen otros para comprobar si vuestro amor es genuino. Porque ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros, para enriqueceros con su pobreza.

Palabra de Dios

R/. Alaba, alma mía, al Señor

 Santo Evangelio según san Mateo (5,43-48):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.»

Palabra del Señor

Compartimos:

El amor de Dios no es sectario, no establece fronteras: raciales, nacionales, morales, confesionales… La colecta organizada por Pablo en favor de los necesitados en Jerusalén y Judea es un buen ejemplo de ese amor que traspasa fronteras. Si nuestro amor ha de ser reflejo e imagen de ese amor que nosotros recibimos de Él, no podemos rebajarlo a una simpatía partidista, que acepta o excluye, según los gustos o los prejuicios personales. Es verdad que nos llama a hacer el bien, pero no por imposición, sino por atracción positiva, por contagio, podríamos decir

Así que, antes de ponernos esforzadamente a cumplir esas difíciles exigencias, que están de hecho por encima de nuestras débiles fuerzas, tenemos que pararnos a mirar al Dios en el que creemos, el que nos revela Jesucristo, que es su Hijo precisamente porque es semejante a su Padre. Solo en la contemplación asidua de su santidad amorosa y cercana, podremos empezar a sintonizar con ella, con la perfección contagiosa Dios.

lunes, 19 de junio de 2023

Lunes de la 11ª semana del Tiempo Ordinario

Lectura de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (6,1-10):

Secundando su obra, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios, porque él dice: «En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»; pues mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación. Para no poner en ridículo nuestro ministerio, nunca damos a nadie motivo de escándalo; al contrario, continuamente damos prueba de que somos ministros de Dios con lo mucho que pasamos: luchas, infortunios, apuros, golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza, saber, paciencia y amabilidad, con dones del Espíritu y amor sincero, llevando la palabra de la verdad y la fuerza de Dios. Con la derecha y con la izquierda empuñamos las armas de la justicia, a través de honra y afrenta, de mala y buena fama. Somos los impostores que dicen la verdad, los desconocidos conocidos de sobra, los moribundos que están bien vivos, los penados nunca ajusticiados, los afligidos siempre alegres, los pobretones que enriquecen a muchos, los necesitados que todo lo poseen.

Palabra de Dios

Salmo 97,R/. El Señor da a conocer su victoria

 Santo Evangelio según san Mateo (5,38-42):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente". Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas.»

Palabra del Señor

Compartimos:

En medio de las limitaciones de nuestra vida vivimos en la esperanza de una futura plenitud. Pero esto no debe suponer alienarnos del momento presente. Este presente no es para nosotros solo un tiempo de prueba a la espera de tiempos mejores; la vida cristiana no es sólo una pura tensión de futuro, que desvaloriza el presente y el mundo (lo que da ocasión de acusar a la religión de ser “opio del pueblo”), sino que, al contrario, es la fe en que Dios ya ha venido a visitarnos y vive entre nosotros. Por eso puede decir Pablo “ahora es tiempo favorable, ahora es tiempo de salvación”. Y las muchas limitaciones y pruebas que pasamos ahora (físicas, sociales, morales…) se convierten en ocasiones de servir, de perdonar, de hacer el bien, de manifestar en nuestra propia debilidad la fortaleza de nuestra fe y nuestra capacidad de amar.

La fe en Cristo, en verdad, nos abre a un mundo nuevo, en el que, dejada a atrás la voluntad de venganza, incluso de una justicia estrecha que devuelve mal por mal, es capaz de responder al mal con el bien, a la violencia con el valor y la fortaleza de la paciencia, a la injusticia con la generosidad. No se trata de exigencias morales de imposible cumplimiento (y, para muchos, incluso indeseables), sino de la expresión de cómo Dios se comporta con nosotros; y que nosotros, los que hemos creído en Él, debemos reflejar en nuestra propia vida, para testimoniar que “ahora es tiempo favorable, ahora es tiempo de salvación”.

domingo, 18 de junio de 2023

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO

Plaza de San Pedro

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Deseo expresar mi gratitud a cuantos, en los días de mi ingreso en el Policlínico Gemelli, me han manifestado afecto, preocupación y amistad, y me han asegurado el apoyo de la oración. Esta cercanía humana y espiritual ha sido para mí de gran ayuda y consuelo. ¡Gracias a todos, gracias a vosotros, gracias de corazón!

Hoy, en el Evangelio, Jesús llama por nombre – llama por nombre -  y envía a los doce Apóstoles. Al enviarles, les pide que anuncien una sola cosa: «Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca» (Mt 10,7). Es el mismo anuncio con el que Jesús inició su predicación: el reino de Dios, es decir su señorío de amor, se ha hecho cercano, viene en medio de nosotros. Y esta no es una noticia entre las otras, sino la realidad fundamental de la vida: la cercanía de Dios, la cercanía de Jesús.


De hecho, si el Dios de los cielos está cerca, nosotros no estamos solos en la tierra y en las dificultades tampoco perdemos la fe. Esto es lo primero que hay que decir a la gente: Dios no es distante, sino que es Padre. Dios no es distante, es Padre, te conoce y te ama; quiere tomarte de la mano, también cuando vas por senderos empinados y difíciles, también cuando caes y te cuesta levantarte y retomar el camino; Él, el Señor, está ahí, contigo. Es más, a menudo en los momentos en los que eres más débil puedes sentir más fuerte su presencia. ¡Él conoce el camino, Él está contigo, Él es tu Padre! ¡Él es mi Padre! ¡Él es nuestro Padre!


Nos quedamos en esta imagen, porque anunciar a Dios cercano es invitar a imaginarse como un niño, que camina de la mano del padre: todo le parece diferente. El mundo, grande y misterioso, se vuelve familiar y seguro, porque el niño sabe que está protegido. No tiene miedo y aprende a abrirse: encuentra otras personas, encuentra nuevos amigos, aprende con alegría cosas que no sabía y después vuelve a casa y cuenta a todos lo que ha visto, mientras crece en él el deseo de hacerse mayor y hacer las cosas que ha visto hacer al padre. Es por esto que Jesús parte de aquí, porque la cercanía de Dios es el primer anuncio: estando cerca de Dios vencemos el miedo, nos abrimos al amor, crecemos en el bien y sentimos la necesidad y la alegría de anunciar.


Si queremos ser buenos apóstoles, debemos ser como los niños: sentarnos “en las rodillas de Dios” y desde ahí mirar el mundo con confianza y amor, para testimoniar que Dios es Padre, que Él solo transforma nuestros corazones y nos da esa alegría y esa paz que nosotros mismos no podemos alcanzar.


Anunciar que Dios está cerca. ¿Pero cómo hacerlo? En el Evangelio Jesús aconseja no decir muchas palabras, sino realizar muchos gestos de amor y de esperanza en el nombre del Señor; no decir muchas palabras, sino realizar gestos: «Curad enfermos – dice - resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis: dadlo gratis» (Mt 10,8). Este es el corazón del anuncio: el testimonio gratuito, el servicio. Os digo una cosa: a mí  me dejan siempre perplejos los “parlanchines”, con su mucho hablar y no hacer nada.


Llegados a este punto, hagámonos algunas preguntas: nosotros, que creemos en el Dios cercano, ¿confiamos en Él? ¿Sabemos mirar adelante con confianza, como un niño que sabe que es llevado en brazos del padre? ¿Sabemos sentarnos en las rodillas del Padre con la oración, con la escucha de la Palabra, acercándonos a los Sacramentos? Y, finalmente, cerca de Él, ¿sabemos infundir valentía a los otros, hacernos cercanos a quien sufre y está solo, a quién está lejos y también a quien nos es hostil? Esta es la concreción de la fe, esto es lo que cuenta.


Y ahora rezamos a María, que nos ayude a sentirnos amados y a transmitirnos cercanía y confianza.

Queridos hermanos y hermanas,

el próximo martes, 20 de junio, se celebra el Día Mundial del Refugiado, promovido por las Naciones Unidas: con gran tristeza y mucho dolor pienso en las víctimas del gravísimo naufragio que tuvo lugar los días pasados cerca de la costa de Grecia. Y parece que el mar estaba calmado. Renuevo mi oración por los que han perdido la vida e imploro que siempre se haga todo lo posible para prevenir tragedias similares.

Y rezo también por los jóvenes estudiantes, víctimas del brutal ataque contra una escuela en el oeste de Uganda. Esta lucha, esta guerra por todos lados… ¡rezamos por la paz!

Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos procedentes de Italia y de muchos otros países, en particular a los fieles de Florida y de Múnich. Saludo a las Escuelas “San Juan Pablo II” de Opole (Polonia) y “San Felipe Neri” de Londres.

Saludo además a los grupos de Zogno, Guardiagrele y Poggiomarino, como también la Escuela “Rosario Scardigno” de Molfetta. Y saludo también a las hermanas de María Niña que están viendo el Ángelus.

Perseveremos en la oración por la población de la martirizada Ucrania - ¡no la olvidemos! – que sufre tanto.

Os deseo a todos un feliz domingo y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA III JORNADA MUNDIAL DE LOS ABUELOS Y DE LOS MAYORES

«Su misericordia se extiende de generación en generación» (Lc 1,50)

Queridos hermanos y hermanas:

«Su misericordia se extiende de generación en generación» (Lc 1,50): este es el tema de la III Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores. Es un tema que nos reconduce a aquel encuentro bendito entre la joven María y su pariente anciana Isabel (cf. Lc 1,39-56). Esta, llena del Espíritu Santo, se dirige a la Madre de Dios con palabras que, a distancia de milenios, acompasan nuestra oración cotidiana: «Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre» (v. 42). Y el Espíritu Santo, que ha descendido ya sobre María, la impulsa a responder con el Magníficat, en el que proclama que la misericordia del Señor se extiende de generación en generación. El Espíritu Santo bendice y acompaña cada encuentro fecundo entre generaciones distintas, entre abuelos y nietos, entre jóvenes y ancianos. Efectivamente, Dios desea que, como hizo María con Isabel, los jóvenes alegren el corazón de los ancianos, y que adquieran sabiduría de sus vivencias. Pero, sobre todo, el Señor desea que no dejemos solos a los ancianos, que no los releguemos a los márgenes de la vida, como por desgracia sucede frecuentemente.


Es hermosa, este año, la cercanía entre la celebración de la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores y la de la Juventud; ambas tienen como tema la “prisa” de María para ir a visitar a Isabel (cf. v. 39), y de ese modo nos llevan a reflexionar sobre el vínculo entre los jóvenes y los ancianos. El Señor espera que los jóvenes, al encontrarse con los ancianos, acojan la llamada a custodiar la memoria y reconozcan, gracias a ellos, el don de pertenecer a una historia más grande. La amistad con una persona anciana ayuda al joven a no reducir la vida al presente y a recordar que no todo depende de sus capacidades. Para los más ancianos, en cambio, la presencia de un joven les da esperanza de que todo lo que han vivido no se perderá y que sus sueños pueden realizarse. En definitiva, la visita de María a Isabel y la conciencia de que la misericordia del Señor se transmite de una generación a la otra revelan que no podemos avanzar —y mucho menos salvarnos— solos y que la intervención de Dios se manifiesta siempre en el conjunto, en la historia de un pueblo. Es María misma quien lo dice en el Magníficat, exultando en Dios que ha obrado maravillas nuevas y sorprendentes, fiel a la promesa hecha a Abrahán (cf. vv. 51-55).


Para acoger mejor el estilo de actuar de Dios, recordemos que el tiempo tiene que ser vivido en su plenitud, porque las realidades más grandes y los sueños más hermosos no se realizan en un momento, sino a través de un crecimiento y una maduración; en camino, en diálogo, en relación. Por ello, quien se concentra sólo en lo inmediato, en conseguir beneficios para sí rápida y ávidamente, en tener “todo enseguida”, pierde de vista el actuar de Dios. Su proyecto de amor, por el contrario, atraviesa pasado, presente y futuro, abraza y pone en comunicación las generaciones. Es un proyecto que va más allá de nosotros mismos, pero en el que cada uno de nosotros es importante, y sobre todo está llamado a ir más allá. Para los más jóvenes se trata de ir más allá de esa inmediatez en la que se confina la realidad virtual, la cual muchas veces distrae de la acción concreta; en el caso de las personas mayores se trata de no hacer hincapié en las fuerzas que decaen y de no lamentarse por las ocasiones perdidas. Miremos hacia adelante. Dejémonos plasmar por la gracia de Dios que, de generación en generación, nos libra del inmovilismo en el actuar y de los remordimientos del pasado.


En el encuentro entre María e Isabel, entre jóvenes y ancianos, Dios nos da su futuro. El camino de María y la acogida de Isabel abren las puertas a la manifestación de la salvación. A través de su abrazo, la misericordia de Dios irrumpe con una gozosa mansedumbre en la historia humana. Quisiera pues invitar a cada uno de ustedes a pensar en aquel encuentro, más aún, a cerrar los ojos y a imaginar, como en una foto, aquel abrazo entre la joven Madre de Dios y la madre anciana de san Juan Bautista; a representarlo en la mente y a visualizarlo en el corazón, para fijarlo en el alma como un luminoso icono interior.


Y los invito además a pasar de la imaginación a la realización de un gesto concreto para abrazar a los abuelos y a los ancianos. No los dejemos solos, su presencia en las familias y en las comunidades es valiosa, nos da la conciencia de compartir la misma herencia y de formar parte de un pueblo en el que se conservan las raíces. Sí, son los ancianos quienes nos transmiten la pertenencia al Pueblo santo de Dios. Tanto la Iglesia como la sociedad los necesita. Ellos entregan al presente un pasado necesario para construir el futuro. Honrémoslos, no nos privemos de su compañía y no los privemos de la nuestra; no permitamos que sean descartados.


La Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores quiere ser un pequeño y delicado signo de esperanza para ellos y para toda la Iglesia. Renuevo por ello mi invitación a todos —diócesis, parroquias, asociaciones y comunidades— a celebrar esta Jornada, poniendo en el centro la alegría desbordante de un renovado encuentro entre jóvenes y ancianos. A ustedes, jóvenes, que se están preparando para ir a Lisboa o que vivirán la Jornada Mundial de la Juventud en sus lugares de origen, quisiera decirles: antes de ponerse en camino vayan a encontrar a sus abuelos, hagan una visita a un anciano que esté solo. Su oración los protegerá y llevarán en el corazón la bendición de ese encuentro. A ustedes ancianos les pido que acompañen con la oración a los jóvenes que van a celebrar la JMJ. Estos muchachos son la respuesta de Dios a sus peticiones, el fruto de lo que sembraron, el signo de que Dios no abandona a su pueblo, sino que siempre lo rejuvenece con la fantasía del Espíritu Santo.

Queridos abuelos, queridos hermanos y hermanas mayores, que la bendición del abrazo entre María e Isabel los alcance y colme de paz vuestros corazones. Los bendigo con afecto. Y ustedes, por favor, recen por mí.

Roma, San Juan de Letrán, 31 de mayo de 2023, Fiesta de la Visitación de la Bienaventurada Virgen María.

Francisco