martes, 31 de marzo de 2020

Los obispos de Bilbao lanzan un mensaje de esperanza: «Crecer ante las dificultades»

El obispo de Bilbao, Mario Iceta y su auxiliar, Joseba Segura, han escrito su primera carta pastoral conjunta «en estos momentos de extrema dureza» con la que quieren dirigir «unas palabras de ánimo y esperanza». Esta situación, dicen en su texto, «revela la vulnerabilidad de la propia condición humana y también la fragilidad de nuestras estructuras sociales y económicas, pero también muestra cómo el ser humano se crece ante las dificultades y es capaz de entregarse decididamente al servicio de los demás con gran creatividad, solidaridad y capacidad de sacrificio, venciendo y superando los problemas y desafíos que le atenazan».

Los prelados agradecen la tarea que, desde las comunidades cristianas, sacerdotes, diáconos, miembros de vida consagrada y laicos, se está realizando «para seguir muy de cerca la situación de los fieles y atenderles en sus necesidades materiales y espirituales» y en estos duros momentos los obispos quieren dirigir una palabra particular «de aliento y ánimo» a las personas mayores y a quienes viven en residencias, «entre ellos, a nuestros sacerdotes mayores. No os sintáis solos ni os dejéis vencer por el miedo, la angustia o la sensación de inseguridad. A pesar de las dificultades presentes y las evidentes limitaciones en muchos campos, estamos procurando poner los medios a nuestro alcance para atenderos lo mejor posible. Queremos agradecer el desgaste de vuestras vidas en favor nuestro y ahora queremos mostraros nuestro afecto y reconocimiento con el cuidado y la atención que merecéis».
Los obispos en su carta ponen en valor la labor de los diversos organismos diocesanos «que siguen trabajando de modo diferente pero activo», así como el de otros organismos y asociaciones públicas y privadas de fieles que «contribuyen en la medida que pueden a aliviar esta situación».

Agradecimiento a los profesionales de la salud
Los obispos señalan que, merecen especial atención los equipos de pastoral de la salud y los presbíteros «que estos días se desviven para atender a los enfermos, familiares y profesionales sanitarios, tanto en el ámbito hospitalario, como en residencias y domicilios. De modo particular, la unción de los enfermos, la oración constante y atención a los moribundos, los fallecidos y sus familias, constituyen un torrente de gracia, consuelo y esperanza para ellos». En su texto no se olvidan de los monasterios de vida contemplativa «constituyen el pulmón espiritual de la diócesis».
Envían su «agradecimiento profundo» a los profesionales sanitarios, voluntarios, bomberos, cuerpos y fuerzas de seguridad, servicios públicos, personas, asociaciones e instituciones volcadas en atender a los enfermos, a sus familias y a la población en general. El agradecimiento también para quienes desde su responsabilidad política, económica, empresarial, laboral y social procuran hacer frente a esta situación, mediante la adopción de medidas que ayuden a todos a superar la crisis sanitaria y sus consecuencias familiares, económicas, laborales y sociales. También reconocen la labor de los medios de comunicación en su tarea informativa y a todas las entidades y personas que posibilitan el abastecimiento y suministro de los servicios necesarios.

«Dios nunca abandona»
También oran por los difuntos «profesando nuestra fe en la comunión de los santos y en la vida eterna. Es duro ver partir a nuestros seres queridos sin haberles podido acompañar ofreciendo el consuelo personal y familiar que hubiéramos deseado. Cada día estamos celebrando la Eucaristía por quienes fallecen y sus familiares. Aunque no hayáis podido organizar la misa exequial, nosotros la celebramos cada día por vosotros. Dios nunca nos abandona».
En la carta pastoral agradecen de forma particular a las familias «que en tiempo de crisis se revelan como espacio humano primordial y fundamental, donde siempre encontramos cobijo, consuelo y protección y donde aprendemos a servir generosamente a los demás. Las consecuencias familiares, sociales y económicas de esta alarma sanitaria están ya ante nosotros en forma de crisis económica y social, constituyendo un nuevo desafío que debemos afrontar con magnanimidad y generosidad».

Los obispos de Bilbao despiden su carta refiriéndose a la Semana Santa «queremos disponernos a participar profundamente en el misterio de la muerte y resurrección del Señor. Lo haremos desde nuestros hogares, como Iglesia doméstica que se reúne en familia, sabiendo que Dios se presenta en medio de nosotros, aunque estemos con las puertas cerradas, para mostrarnos sus manos y costado, y traernos la paz y el don del Espíritu».

La Academia Pontificia para la Vida y coronavirus: publica un documento para invitar a reflexionar

El coronavirus está cambiando la forma de vida de la sociedad

La Santa Sede ha publicado a través de la Academia Pontificia para la Vida un documento ante la emergencia mundial provocada por el coronavirus que quiere servir como reflexión ante una situación excepcional en el mundo actual y así “situar algunos de los elementos distintivos de esta situación dentro de un espíritu renovado” que debe nutrir el cuidado de la persona.

De este modo, el documento explica que “la omnipresencia de la amenaza pone en duda las evidencias que, hasta ahora, en nuestros sistemas de vida, resultaban evidentes. Estamos experimentando dolorosamente una paradoja que nunca hubiéramos imaginado: para sobrevivir a la enfermedad debemos aislarnos unos de otros, pero si aprendiéramos a vivir aislados unos de otros nos daríamos cuenta de lo esencial que es para nuestras vidas vivir con los demás”.

En esta reflexión de esta academia pontificia se incide en que “esta traumática situación nos parece dejar claro que no somos dueños de nuestro propio destino. Y hasta la ciencia muestra sus propios límites. Ya lo sabíamos: sus resultados son siempre parciales, ya sea porque se concentra –por conveniencia o por razones intrínsecas- en ciertos aspectos de la realidad dejando fuera otros, o por el propio estado de sus teorías, que son, en todo caso, provisionales y revisables”.

Vincenzo Paglia, presidente de la Academia, junto al Papa Francisco

Por otro lado, “estamos llamados –añade el texto- a reconocer, con nueva y profunda emoción, que estamos encomendados el uno al otro. Nunca antes la relación de los cuidados se había presentado como el paradigma fundamental de nuestra convivencia humana”.

La Academia Pontificia para la Vida explica también que "el riesgo de una epidemia mundial requiere, en la lógica de la responsabilidad, la construcción de una coordinación mundial de los sistemas de salud. Debemos ser conscientes de que el nivel de contención viene determinado por el eslabón más débil, en lo que respecta a la prontitud del diagnóstico, a la rápida respuesta con medidas de contención proporcionadas, a estructuras adecuadas y a un sistema de registro e intercambio de información y datos. También es necesario que la autoridad que puede considerar las emergencias con una visión de conjunto, tomar decisiones y orquestar la comunicación, se tome como referencia para evitar la desorientación generada por la tormenta de comunicaciones que se desata (infodemia), con la incertidumbre de los datos y la fragmentación de las noticias.

Y un punto importante “en este panorama” es “prestar especial atención a los que son más frágiles, pensamos sobre todo a los ancianos y discapacitados. En igualdad de condiciones, la letalidad de una epidemia varía según la situación de los países afectados -y dentro de cada país- en todo lo que se refiere a los recursos disponibles, a la calidad y organización del sistema sanitario, a las condiciones de vida de la población, a la capacidad de conocer y comprender las características del fenómeno y de interpretar la información. Habrá muchas más muertes allí donde no se garantice a las personas una simple atención sanitaria básica en su vida cotidiana”.

"Una emergencia como la de Covid-19 es derrotada en primer lugar con los anticuerpos de la solidaridad. Los medios técnicos y clínicos de contención deben integrarse en una vasta y profunda investigación para el bien común, que deberá contrarrestar la tendencia a la selección de ventajas para los privilegiados y la separación de los vulnerables en función de la ciudadanía, los ingresos, la política y la edad", afirma el texto.

También esta última consideración, sobre la mayor penalización a la que están sometidos los más frágiles, “nos insta a prestar mucha atención a la forma en que hablamos de la acción de Dios en esta situación histórica. No podemos interpretar los sufrimientos por los que pasa la humanidad en el crudo esquema que establece una correspondencia entre la ‘majestad herida’ de lo divino y la ‘represalia sagrada’ emprendida por Dios. Si consideramos entonces, que de esta manera serían los más débiles los más castigados, precisamente aquellos por los que Él se preocupa y con los que Se identifica (Mt 25,40-45), vemos cuan equivocada es esta perspectiva. Escuchar las Escrituras y el cumplimiento de la promesa de Jesús nos muestra que estar del lado de la vida, como Dios nos enseña, se concretiza en gestos de humanidad hacia el otro. Gestos que, como hemos visto, no faltan en el momento actual”.

Por último, el documento habla de la oración de intercesión pues “este grito de intercesión del pueblo de los creyentes es el lugar donde podemos aceptar el trágico misterio de la muerte, cuyo temor marca hoy la historia de todos nosotros”.

Esta oración se entiende “como intercesión por cada uno y por todos aquellos que se encuentran en el sufrimiento, que también Jesús llevó sobre sí mismo por nosotros, y como un momento en el que aprender de Él cómo vivir este sufrimiento en la entrega al Padre”.

Además cita al obispo de Bérgamo, Francesco Beschi, una de las ciudades más afectadas por el coronavirus y que ha perdido ya numerosos sacerdotes. “Nuestras oraciones no son fórmulas mágicas. La fe en Dios no resuelve mágicamente nuestros problemas, sino que nos da una fuerza interior para ejercer ese compromiso que todos y cada uno, de diferentes maneras, estamos llamados a vivir, especialmente aquellos que están llamados a frenar y superar este mal”.

PUEDEN LEER EL DOCUMENTO EN NUESTRO BLOG, PESTAÑA DE DOCUMENTO.

lunes, 30 de marzo de 2020

El Ave María, la oración que fue modificada y ampliada durante una terrible epidemia de peste


Dios te salve, María,


llena eres de gracia;

el Señor es contigo.

Bendita Tú eres

entre todas las mujeres,

y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,

ruega por nosotros, pecadores,

ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén

El Ave María es junto al Padre Nuestro la oración más recitada por los católicos, pero no siempre esta plegaría dirigida a la Virgen ha estado así redactada. Tal y como recoge Cari Filii News, hace siglos y debido a una epidemia con gran mortalidad como fue la peste negra la oración sufrió un añadido, concretamente una petición a María: “ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte”.

En un primer momento, esta plegaria mariana se había compuesto mediante la unión de dos pasajes bíblicos como eran la Anunciación y la Visitación de María a su prima Isabel.

De este modo, la primera parte del Ave María está tomada de la Anunciación (Lucas 1, 28): “Salve, llena de gracia, el Señor está contigo”. La segunda, de la Visitación (Lucas 1, 42): “Bendita entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre”.

De hecho, en un primer momento esta oración, era conocida como el “Saludo de la Santísima Virgen”, y consistía en la unión de estos dos versículos bíblicos. Pero fue el avance de una terrible peste negra la que llevó a los cristianos a alargar el Ave María para insertarle una segunda parte, que incluye una petición concreta a la Virgen.

Expertos en Historia de la Iglesia consideran que “este ruega por nosotros en la hora de nuestra muerte” se añadió durante esta plaga para pedir la protección de María. Así lo consideraba también el conocido obispo Fulton Sheen, actualmente en proceso de beatificación.

En su libro El primer amor del mundo escribía:

“Dado que aprovecha los dos momentos decisivos de la vida: ‘ahora’ y ‘en la hora de nuestra muerte’, sugiere la protesta espontánea de las personas en una gran calamidad. La Peste Negra, que devastó toda Europa y acabó con un tercio de su población, llevó a los fieles a clamar a la Madre de Nuestro Señor para que los protegiera en un momento en que el tiempo presente y la muerte eran casi uno”.

Del mismo modo, el padre Donald H. Calloway, experto en devociones marianas, secunda esta conclusión en su libro Campeones del Rosario:

“Después de la Muerte Negra, la segunda mitad del Ave María comenzó a aparecer en los breviarios de las comunidades religiosas, especialmente las de los mercedarios, camaldulenses, y franciscanos… la gente del siglo XIV necesitaba enormemente la dimensión ‘llena de esperanza’ de la segunda mitad de la oración del Ave María“.

Tal y como recoge Luis Antequera en ReL, el “ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”, habría aparecido por vez primera por escrito en un texto de la orden de los servitas, fundada por San Felipe Benicio y en un breviario romano.

Durante todo este tiempo, el Ave María tomó varias formas hasta que finalmente fue unificada por el Papa San Pio V en 1568, con ocasión de la reforma litúrgica e con los dictados del Concilio de Trento fijando así el texto tal cual se reza hoy día.

domingo, 29 de marzo de 2020

Antonio Rodríguez OP: "Las personas sin hogar están viviendo una situación caótica y desesperada"

 La Fundación San Martín de Porres es una obra social de los Dominicos a favor de las personas sin hogar que nació en Madrid en el año 1962. La presencia de los frailes en el albergue desde el inicio hasta el día de hoy se sustenta en una opción clara por los pobres y desfavorecidos, a través de la acogida a las personas sin techo, conviviendo y compartiendo con ellos la vida, sus angustias y sus esperanzas. Su director, Antonio Rodríguez, aporta su testimonio para explicar cómo está viviendo la gente sin hogar y las instituciones que trabajan contra esta lacra, la crisis sanitaria provocada por el coronavirus.

Testimonio:
  El pasado día 4 de marzo tuvimos una reunión de trabajo la Junta Directiva de Faciam (Federación de asociaciones que trabajan con personas sin-hogar). Entre las entidades que formamos parte de esta federación, además de nosotros, están los Hnos. de San Juan de Dios, Cáritas Madrid, Fundación Luz Casanova, Sercade, Hijas de Caridad… El responsable del Albergue de San Juan de Dios nos informó que venía de una reunión con otros directores y responsables sanitarios. Les informaron sobre la que se venía venir en relación a la pandemia y ese mismo día decidieron suspender todos los actos relativos con la festividad de San Juan de Dios, 8 de marzo, recluir en las comunidades a los frailes mayores, suspender el ingreso de nuevos usuarios en el albergue… Esta podría ser una evidencia más de cómo los responsables públicos sabían la situación que se avecinaba y, aun así, permitieron irresponsablemente las manifestaciones del 8 de marzo, partidos, mítines…

La realidad está superando los peores augirios
  Nosotros, a partir de ese momento, y aunque nos parecía un poco alarmistas lo que nos trasmitieron los Hnos. de San Juan Dios, decidimos limitar al máximo nuevas incorporaciones, como medida de precaución, teniendo en cuenta que tenemos una lista de espera de más de 150 personas para poder alojarse en nuestro centro. Al final se ha demostrado que no exageraron nada, al contrario, la realidad está superando los peores augirios. La decisión fue difícil teniendo en cuenta la fuerte demanda y necesidad social que existe en Madrid. No sólo hay recursos limitados de alojamiento para nuestros sin-techo sino también para refugiados e inmigrantes, que también atendemos en nuestros recursos.

  Una vez que se decretó la alarma, hemos confinado en las viviendas a todos los residentes, unas 80 personas, y en el albergue a cerca de 50 personas. Tenemos a cuatro trabajadores que contactan por teléfono con las personas que están en pisos, y todos los días salen de visita y reparten alimentos y comida preparada, ya que nuestros usuarios tienen muchas dificultades para comprar. Damos también apoyo psicológico. Por ahora, como no podría ser de otra manera, las personas en pisos tienen más problemas de convivencia por la estrechez de las viviendas, frente al albergue que dispone de amplios espacio como salas, talleres e incluso un pequeño jardín.

  En el albergue, hemos sacado a todas las personas que tenían que trabajar y las hemos colocado en plazas de pisos, para que tuvieran más posibilidades de salir y entrar, y sobre todo, para no contaminar a los que nos quedamos aquí. Hemos organizado actividades ocupacionales en el albergue, y sobre todo, mantenemos un nivel de limpieza y desinfección máximo en todas las dependencias. Como gran dato positivo, el gran nivel de colaboración de mayoría de los residentes para desarrollar tareas. Lo peor, la gran cantidad de peticiones de ingreso que no podemos admitir, teniendo en cuenta la situación de caos que se han instalado en los hospitales y sobre todo en la atención con personas sin-hogar.

Nosotros no hemos podido hacer la cuarentena
  En relación con la enfermedad hemos tenido a 5 trabajadores que están en casa con síntomas de la enfermedad sin diagnosticar. Nosotros no hemos podido hacer la cuarentena. Hemos lanzado una alerta sanitaria hace una semana, pero todavía nadie ha venido aquí. Al final todo el equipo de empleo (enfermos o no) están haciendo teletrabajo en casa y otros en cuarentena. Paradójicamente estamos recibiendo muchas ofertas para trabajar en servicios sanitarios o servicios sociales para cubrir bajas, en nuestro caso en ocupaciones relacionadas con mantenimiento.

  El resto de los trabajadores asintomáticos está aquí organizando a los residentes y sobre todo a las personas que están en viviendas. Por ahora, tenemos a cinco residentes en observación porque tiene fiebre o algún síntoma, pero no somos profesionales sanitarios para valorar su situación. Preferimos que estén recluidos.

  Lo peor un chico que tenemos en un piso que está diagnosticado como positivo, tiene una fuerte neumonía y nos han dicho que le llevemos nosotros al hospital, con el riesgo de contagio que hay ya que no disponemos de EPI (equipos de protección individual). Hemos llamado al Samur Social para hacer ese servicio y se niegan porque no disponen de equipo de protección. Ayer por la noche después de mucho insistir se acercó la ambulacia.

¿Cómo está la situación con las personas sin-hogar?
  En términos generales, caótica y desesperada. A modo de resumen.

Estamos esperando que algún sanitario nos ayude a valorar a las personas enfermas. Por ahora nada. Con respecto a los test y los EPI, no han llegado al día de hoy. A un centro de salud del barrio les hemos intercambiado máscaras por guantes, ya que nos sobraban algunas máscaras y ellos que está en primera fila no tenía. No nos van a hacer por ahora prueba, ni nos van a suministrar EPI. De llegar, primero a los sanitarios y luego a la residencias de ancianos. A nuestro sector, no sabemos. ¡Pero todavía no ha llegado nada a nadie!

Si tenemos algún caso con síntomas, que les aislemos, y sólo vendrían en ambulancia cuando estuvieran graves. Por cierto, en el albergue tenemos algunas habitaciones con 6 personas que no cumplen con las normas de distanciamiento social. Eso sí, los protocolos de atención nos obligan a atenderles con EPI, que no tenemos ni podemos adquirir. En caso, de contagio es nuestra responsabilidad por no haber aplicado bien los protocolos. ¡Es increíble!

Parece ser que somos de los pocos que seguimos abiertos
  El protocolo que ha sacado el Ministerio de Derechos Sociales o como se llame, dice que van a repartir comida y kits de limpieza. Pero no garantizan alojamiento. Les dicen que deben dirigirse a los servicios sociales para coordinar la respuesta a estas personas, sin darse cuenta que en este momento TODOS LOS SERVICIOS SOCIALES están cerrados. Muchos servicios de atención a personas sin-hogar, incluso algún comedor han cerrado. A pesar de nuestras restricciones que tenemos parece ser que somos de los pocos que seguimos abiertos.

  Con respecto a los centros de acogida provisionales que están ofertando como IFEMA, hay problemas de convivencia. Han prometido abrir 600 plazas pero al día sólo han sido 150 y quizás el viernes otras 150 plazas. ¿Y el resto?

  Por otra, ayer nos enteramos que la mayor parte de las pensiones en donde están alojados muchas personas, quizás más de 300, han cerrado y echado a la calle a los residentes. Estas personas se unen a las más 800 personas sin-techo y de un número inmenso de inmigrantes y demandantes de asilo sin vivienda. Es un caos absoluto.

Creemos que vamos a pasarlo mal
  Finalmente las administraciones están cerradas, no se tramitan subvenciones, y lo más probable es que después de desastre económico se pierdan convocatorias y recursos económicos. ¿Cómo nos afectará económicamente? Pues creemos que vamos a pasarlo mal. Es seguro que como pasó en la anterior crisis desaparecerá parte del tejido asociativo ahora que más lo necesitamos.

  En fin, la situación en este momento es bastante mala. Esperemos que se pueda controlar la epidemia y remontar. Lo mejor como siempre la respuesta de solidaridad de la gente, tanto de las llamadas de muchas personas solidarizándose con nosotros, o trayendo comida…  y especialmente, las cerca de 140 personas que atendemos que en su gran mayoría están mostrando lo mejor de sí mismo.

Fr. Antonio Rodríguez, O.P.

Los obispos de Ávila y Palencia, ingresados por coronavirus, reciben ánimos y oraciones en redes

El obispo de Ávila y exsecretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), José María Gil Tamayo, y el obispo de Palencia, Manuel Herrero Fernández, han sido ingresados estos últimos días tras dar positivo en coronavirus. Asimismo, el obispo titular de Ófena y capellán del Hospital San Juan de Dios de Zaragoza, el navarro José Luis Redrado, también ha dado positivo en COVID-19. Los obispos contagiados han recibido mensajes de ánimo y de oración a través de las redes sociales.

El extremeño José María Gil Tamayo (Zalamea de la Serena, Badajoz), de 62 años, ingresó el pasado viernes por la tarde en el Hospital Nuestra Señora de Sonsoles de la ciudad tras haber dado positivo en coronavirus. El propio prelado fue quien informó de su ingreso el sábado a través de su cuenta de Twitter. Según informó la diócesis, el obispo estaba a la espera de saber si puede seguir el tratamiento en su domicilio.

Gil Tamayo fue secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española entre 2014 y 2018 y el Papa Francisco le nombró obispo de Ávila en noviembre de 2018. Previamente, en 2006 Benedicto XVI, le había nombrado consultor del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales, realizando una destacada labor de comunicación en el Vaticano durante la renuncia al Pontificado de Joseph Ratzinger y la elección del cardenal argentino Jorge María Bergoglio como nuevo Papa.

En un comunicado, la diócesis reitera la invitación que hizo el obispo en días anteriores a "cultivar la oración personal y la lectura de la Palabra de Dios en familia. Orar unos por otros, por los difuntos, por quienes padecen la enfermedad, por sus familiares y amigos, por el personal sanitario, así como por quienes trabajan por la contención en la propagación del virus".

Por otro lado, la diócesis de Zaragoza ha informado de que el obispo titular de Ófena (Italia) y capellán del Hospital San Juan de Dios de Zaragoza, monseñor José Luis Redrado, originario de Navarra, también ha dado positivo en COVID-19. Redrado fue durante 25 años secretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios del Vaticano

"Estoy recluido entre cuatro paredes, bien, sin fiebre, haciendo vida de cartujo. Tiempo infinito, agenda nueva, despacio, saboreando la vida, cambiando rutinas. Señor ¿qué quieres de nosotros? Rezad. Yo lo haré por vosotros. Tengo más tiempo", ha asegurado el prelado a la diócesis.
da la redistribución y la redifusión de este contenido sin su previo y expreso consentimiento.

sábado, 28 de marzo de 2020

Domingo V (Ciclo A) de Cuaresma

Evangelio (Jn 11,1-45): En aquel tiempo, había un cierto enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su hermana Marta. María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos; su hermano Lázaro era el enfermo.

Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, aquel a quien tú quieres, está enfermo». Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella». Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, permaneció dos días más en el lugar donde se encontraba.

Al cabo de ellos, dice a sus discípulos: «Volvamos de nuevo a Judea». Le dicen los discípulos: «Rabbí, con que hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y vuelves allí?». Jesús respondió: «¿No son doce las horas del día? Si uno anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si uno anda de noche, tropieza, porque no está la luz en él». Dijo esto y añadió: «Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy a despertarle». Le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se curará». Jesús lo había dicho de su muerte, pero ellos creyeron que hablaba del descanso del sueño. Entonces Jesús les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis. Pero vayamos donde él». Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con Él».

Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios, y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano. Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa. Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá». Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará». Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día». Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?». Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo».

Dicho esto, fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: «El Maestro está ahí y te llama». Ella, en cuanto lo oyó, se levantó rápidamente, y se fue donde Él. Jesús todavía no había llegado al pueblo; sino que seguía en el lugar donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con María en casa consolándola, al ver que se levantaba rápidamente y salía, la siguieron pensando que iba al sepulcro para llorar allí. Cuando María llegó donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto». Viéndola llorar Jesús y que también lloraban los judíos que la acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó y dijo: «¿Dónde lo habéis puesto?». Le responden: «Señor, ven y lo verás». Jesús se echó a llorar. Los judíos entonces decían: «Mirad cómo le quería». Pero algunos de ellos dijeron: «Este, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera?».

Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra. Dice Jesús: «Quitad la piedra». Le responde Marta, la hermana del muerto: «Señor, ya huele; es el cuarto día». Le dice Jesús: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?». Quitaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: «Padre, te doy gracias por haberme escuchado. Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado». Dicho esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!». Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: «Desatadlo y dejadle andar».
PALABRA DE DIOS

Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en Él.

COMPARTIMOS:
Hoy, la Iglesia nos presenta un gran milagro: Jesús resucita a un difunto, muerto desde hacía varios días.

La resurrección de Lázaro es “tipo” de la de Cristo, que vamos a conmemorar próximamente. Jesús dice a Marta que Él es la «resurrección» y la vida (cf. Jn 11,25). A todos nos pregunta: «¿Crees esto?» (Jn 11,26). ¿Creemos que en el bautismo Dios nos ha regalado una nueva vida? Dice san Pablo que nosotros somos una nueva criatura (cf. 2Cor 5,17). Esta resurrección es el fundamento de nuestra esperanza, que se basa no en una utopía futura, incierta y falsa, sino en un hecho: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado!» (Lc 24,34).

Jesús manda: «Desatadlo y dejadle andar» (Jn 11,34). La redención nos ha liberado de las cadenas del pecado, que todos padecíamos. Decía el Papa León Magno: «Los errores fueron vencidos, las potestades sojuzgadas y el mundo ganó un nuevo comienzo. Porque si padecemos con Él, también reinaremos con Él (cf. Rom 8,17). Esta ganancia no sólo está preparada para los que en el nombre del Señor son triturados por los sin-dios. Pues todos los que sirven a Dios y viven en Él están crucificados en Cristo, y en Cristo conseguirán la corona».

Los cristianos estamos llamados, ya en esta tierra, a vivir esta nueva vida sobrenatural que nos hace capaces de dar crédito de nuestra suerte: ¡siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que nos pida razón de nuestra esperanza! (cf. 1Pe 3,15). Es lógico que en estos días procuremos seguir de cerca a Jesús Maestro. Tradiciones como el Vía Crucis, la meditación de los Misterios del Rosario, los textos de los evangelios, todo... puede y debe sernos una ayuda.

Nuestra esperanza está también puesta en María, Madre de Jesucristo y nuestra Madre, que es a su vez un icono de la esperanza: al pié de la Cruz esperó contra toda esperanza y fue asociada a la obra de su Hijo.

El coronavirus devasta Europa, ¿te lo imaginas en África?

Llevamos ya mucho tiempo escuchando en los medios de comunicación, noticias sobre el coronavirus. Al principio lo veíamos muy lejos, allá en China…. Parecía que nunca atravesaría fronteras. Cuando escuchábamos las noticias de Italia, un escalofrío recorría nuestro cuerpo, pues lo teníamos mas cerca, pero nunca creíamos que lo tendríamos de compañero de camino. Pues ahora… sí que lo tenemos con nosotros, y cada vez que oímos las noticias y vemos la velocidad de transmisión que lleva, nos tiembla todo por dentro. ¿Nos habíamos imaginado alguna vez que un día en España los hospitales podían estar repletos e incluso con falta de sitio?, ¿Que no había bastante personal sanitario? ¿Que podía faltar material? ¿Que se habilitarían hoteles como hospitales? ¿Habíamos pensado alguna vez que recintos feriales se convertirían en hospitales de campaña? ¿Que algunos espacios se asemejarían a los campos de refugiados de otras partes del mundo? Todo parece un sueño, o mejor dicho una pesadilla.

  Pues bien, si esta es la situación en Europa…. Podéis imaginaros qué pasaría, cómo sería si este virus saltara el estrecho e invadiera África con la fuerza y la rapidez que lo está haciendo en España.

Dios mío, que no ocurra
  Después de haber vivido en África 32 años, de haber trabajado como médico durante todo ese tiempo allí…. Sí me lo imagino, pero solo de pensarlo me estremezco y digo: Dios mío, que no ocurra.

  África ya ha sido «apaleada » en muchas ocasiones con grandes epidemias. Estas han sido vencidas pero se han cobrado muchas vidas de niños, jóvenes y adultos, y en silencio cada día, sin salir en los medios de comunicación, miles de personas siguen muriendo cada año, por enfermedades como paludismo, SIDA, Tuberculosis, hepatitis, sarampión y otras. Esta situación, no es por una epidemia determinada o en un momento concreto de la historia, esta realidad se vive siempre, es lo habitual, porque sencillamente es un continente con muy poca infraestructura sanitaria para la gran población que tiene, tiene una ratio muy baja de personal sanitario: concretamente en Camerún, tienen menos de 1 médico y menos de 10 enfermeras, por cada 10.000 habitantes , mientras que en España, tenemos actualmente una media de unos 40 médicos y 50 enfermeras por cada 10.000 habitantes. En Camerún, como en la mayoría de países de África no hay seguridad social (todo lo tiene que pagar el enfermo), faltan medicinas esenciales, los programas de prevención de la población son insuficientes, hay falta de agua, pocas medidas higiénicas, no hay un saneamiento adecuado, hay hacinamiento de la población… Todo esto convierte en vulnerable y persona de riesgo, a toda la población, sobre todo, si una epidemia del calibre del coronavirus aterriza en este continente.

  Es imposible comparar un país de África subsahariana con España, a nivel sanitario, pero poniéndonos a pensar, a imaginar…. ¿Cómo se vislumbraría una crisis de coronavirus en estos países, si la pandemia llegara hasta allí? ¿Qué expectativas habría?

  Aquí, tenemos muchos hospitales (aunque en esta situación actual están desbordados), estos son buenos, están bien dotados, y tienen unidades de cuidados intensivos. En África, esto sería un sueño, ya son pocos los hospitales que hay, no todos ellos bien dotados ni capacitados para enfrentar situaciones como la actual; los que hay están en las capitales o en las grandes ciudades, y entre ellos, solo algunos disponen de UCI equipada; en la selva solo hay centros de salud, muy distantes unos de otros, que a veces no tienen ni lo más básico…

Se necesitaría mucha ayuda externa
  En España hay personal sanitario suficiente y capacitado, aunque, en la situación actual se sienten limitados para atender a la cantidad de casos de esta pandemia. En África, con una ratio de médicos y enfermeros bajísima, ya están desbordados en condiciones habituales. En caso de epidemia, sería imposible poder asistir medianamente a toda la población afectada. Las alternativas y recursos que se encuentran en España, sería muy difícil encontrarlas allí. Se necesitaría mucha ayuda externa.

  En España el material necesario para evitar el contagio ya está siendo insuficiente. En África, falta incluso el material mínimo; la propagación en medio hospitalario y el contagio del personal sanitario seria más extenso y grave. La tasa de mortalidad de una epidemia de coronavirus allí sería mucho más alta, y toda la población sería vulnerable.

hospital quirofano africa
  En España las medidas de “quedarse en casa” y de “distancia social” son respetadas por la población y esto es un medio para luchar contra la transmisión vertiginosa del virus… en África esto sería muy difícil, pues gran parte de la gente “hace la vida fuera de casa”, la mayoría de estas son pequeñas, con muy pocas condiciones, muchas personas viven en la misma casa, comparten lugares comunes, no hay suficiente “espacio físico” para guardar distancia.

La mayoría de gente no tiene acceso al agua corriente
  En España, las recomendaciones de medidas de higiene pueden ser cumplidas y practicadas por la población. En África, donde la mayoría de gente no tiene acceso al agua corriente, a productos de desinfección, a materiales de protección como mascarillas, guantes… se haría difícil frenar la transmisión.

  En España estamos oyendo continuamente el sonido de la ambulancias, que van a buscar a las casas a los enfermos graves para llevarlos al hospital con urgencia. En África (por lo menos en Congo y Camerún que es lo que conozco personalmente), la mayoría de carreteras no están asfaltadas, el acceso muy difícil en tiempo de lluvia, hay muy pocas ambulancias… los enfermos, incluso en situación grave, llegan al hospital en taxi público, moto taxi e incluso andando sujetado por sus familiares.

Busca día a día para poder comer
  Mientras que en España, las empresas han hecho ERTES, y sus trabajadores pueden cobrar el paro, en África no hay esta protección para el trabajador, además, la mayoría de gente trabaja por cuenta propia, en el campo, en el mercado, en su pequeño comercio… y busca día a día para poder comer; El día que no trabaja, puede que no tenga lo mínimo necesario para subsistir.

  Podría continuar este cuadro comparativo…. Y no llegaría al final porque… Europa y África… no se pueden comparar, y si el coronavirus llegara a África…. la situación seria muchísimo peor y con un futuro más preocupante y trágico, que el que vivimos aquí. Por eso, lo mejor es “impedir” que el coronavirus llegue a extenderse en África, tomar medidas preventivas para que los casos que hay, todavía pocos, no se multipliquen. Creo que muchos países africanos, conscientes de la vulnerabilidad y limitación de su continente, ya están tomando decisiones para cerrar las puertas al virus, o contener los casos existentes, evitando su propagación. Aplaudo y felicito a todos los países de África que, con gran inteligencia, sabiduría y realismo, se están “anticipando” a una situación posible, y ya están poniendo en práctica las recomendaciones que en otros lugares se han comenzado con retraso, pues es la única manera de frenar, contener y luchar contra esta pandemia.

Cristina Antolín, CSD.

viernes, 27 de marzo de 2020

Refugiados en Moria: «¿Cómo quieren que nos lavemos las manos?»

Para luchar contra la pandemia de COVID-19 «se han cancelado los encuentros multitudinarios. Pero Moria es una multitud las 24 horas del día». Peter Casaer, portavoz de Médicos Sin Fronteras (MSF), habla con calma a pesar de lo tenso de la situación en este campo de refugiados de la isla griega de Lesbos, diseñado en su día para 3.000 personas y en el que ahora se hacinan más de 20.000. La ONG ha hecho saltar la voz de alarma: si el coronavirus llega a semejante aglomeración humana, sería «una catástrofe».

De momento, la entidad ha redistribuido sus barracones para permitir mayor distancia entre las personas e incluir en la primera acogida la detección de síntomas de la nueva enfermedad. También están en continuas conversaciones con las autoridades sanitarias locales. De momento, el protocolo oficial determina que los casos sospechosos se aíslen en el hospital de Mitilene, la capital, mientras las pruebas se procesan en Atenas. Pero ese hospital, preparado para apenas 86.000 habitantes, sería incapaz de responder si hubiera que hacer 100 o 200 pruebas al día y aislar a los enfermos, ya sean solicitantes de asilo o locales.

Si la pandemia llega a Moria, «lo único que se ha anunciado es que intentarán cerrarlo del todo», como ya se ha hecho de forma preventiva en las islas de Leros y Kos. «A día de hoy no hay un plan de emergencia» para prevenir y detectar los contagios y aislar y tratar a los enfermos, incluidos los más graves. Más allá de las dos consultas médicas oficiales y de los tres médicos de MSF, a Casaer no le consta que ahora mismo haya más personal sanitario. En estas condiciones, «confinar el campo ante un brote sin tener una respuesta médica sería un desastre humanitario».

«La gente tiene miedo», comparte el portavoz de MSF. De momento, en el campo se ha restringido la labor de las ONG no esenciales y solo puede salir del mismo una persona por familia para hacer compras indispensables. «Se habló de poner vallas», pero se rechazó la idea.

Una «bomba de relojería»

A estas escasas medidas se suma una campaña de concienciación que roza lo surrealista. «Por los altavoces, que no se oyen desde todos los sitios, se pide que te quedes dentro (por no decir “en casa”), que no te muevas mucho, que te laves las manos con frecuencia...», relata Casaer. Miembros de MSF recorren el campo explicando, cara a cara y en distintos idiomas, el mismo mensaje. Y se tragan la frustración de no poder dar respuesta a las preguntas airadas de la gente: «“¿Cómo me voy a lavar las manos si no hay jabón y tengo que caminar 15 minutos y hacer cola durante horas rodeado de más gente?”. En algunas partes del campo no hay duchas ni agua; en otras, un solo grifo para 1.300 personas», un inodoro para 167 o una ducha para 242... «Hay familias viviendo en dos metros cuadrados bajo plásticos, ¿cómo se van a aislar si tienen síntomas? ¡Es imposible!».

Para la entidad humanitaria, la única solución realista es evacuar el campo, «empezando por los más vulnerables». No es una reivindicación nueva. «Llevamos años pidiendo que se vacíe. Esto es una bomba de relojería, cualquier epidemia se puede expandir como el fuego», sin importar sus esfuerzos por realizar campañas de vacunación. No se trata solo del riesgo de una epidemia o de que se produzcan accidentes como el incendio (el tercero en seis meses en campos de las islas) que la semana pasada acabó con la vida de una niña de 6 años. El mismo día a día es insostenible. «Hay adultos y niños con enfermedades crónicas que necesitan tratamientos que aquí no hay. Por la noche hace frío, y la gente está debilitada. Hay mucha sarna» por la falta de salubridad.

Estas condiciones también agravan los problemas de salud mental y estrés postraumático que muchos de los habitantes arrastran a causa de la guerra, la pérdida de seres queridos o una huida que se prolonga años. Incluidos niños «que se autolesionan o tienen pensamientos suicidas». De hecho, MSF dedica a la atención psicológica gran parte de su labor, tanto en Moria como en su clínica de Mitilene. La situación se repite en los campos de Samos y Quíos (donde también está MSF), Leros y Kos. En total, suman en la actualidad 42.000 habitantes.

«La UE creó este caos»

Casaer es contundente: incluso vaciándolos todos, la solución no está en «llevar a la gente a otro lugar en las mismas condiciones». El problema de fondo se retrotrae al acuerdo entre la UE y Turquía de 2016, que contemplaba que las personas llegadas de ese país solicitaran asilo desde las islas griegas, para poder devolverlas a Turquía si eran rechazadas. Al principio funcionó, y hubo gente que continuó su viaje hacia la Europa continental después de una temporada en esos campos. Por aquel entonces, «la población era muy abierta. Realmente luchó por los refugiados».

Pero pronto aparecieron dos obstáculos: la falta de capacidad y recursos de los puestos de tramitación de solicitudes, y la «ausencia de voluntad política. El acuerdo se basaba en un mecanismo de solidaridad entre los estados europeos» para repartirse a los solicitantes de asilo; un mecanismo que lleva tiempo bloqueado. «Los campos crecían continuamente sin una solución a la vista». Entre la población antes acogedora «surgió el miedo», y algunos grupos de extrema derecha lo aprovecharon para hacer calar su mensaje de xenofobia.

Así se llegó a las últimas semanas, en las que los acontecimientos se han precipitado: la apertura temporal de las fronteras por parte de Turquía; la decisión del Gobierno griego de paralizar el proceso de asilo (y por lo tanto considerar a quienes llegan a las islas inmigrantes ilegales y enviarlos a centros de detención); los ataques por parte de la población hacia migrantes, periodistas y miembros de las ONG; la marcha de algunas de estas entidades... Y, ahora, el COVID-19 «sin que haya un plan de respuesta médica». Mientras tanto, desde la Unión Europea, «la única respuesta que escuchamos es el silencio. Ellos crearon este caos y alguien tiene que tener el valor de reconocer que fue un error. Pero cierran los ojos».

jueves, 26 de marzo de 2020

Modelos humanos

El carácter, como el arte de pensar bien, no se adquiere tanto con reglas como con modelos: al lado de la regla o del criterio, ha de ir el ejemplo; y al lado del ejemplo, la idea y la manera de llevarla a la práctica.

        Todo hombre experimenta con mayor o menor frecuencia un sentimiento de emulación ante algún testimonio humano que se le presenta. Siempre hay momentos en que queda deslumbrado por un aspecto concreto de una persona concreta y, entonces —también en mayor o menor medida—, desea ser, en ese aspecto, como esa persona.

        El hombre —hoy quizá más que en otros tiempos— cree más en los testimonios humanos vivos que en las enseñanzas; cree más en la vida y en los hechos que en las teorías. Se reconoce en los modelos humanos y se siente atraída por ellos.

        Todos necesitamos modelos. Todos los buscamos. Hay conductas que nos atraen con una fuerza fascinante. Sólo hombres reales descifran lo que el hombre es y puede llegar a ser. Ante cualquier modelo humano se produce una empatía, una especie de contagio que arrastra. El problema es que este efecto se produce tanto para bien como para mal.

En la edad temprana
        Por eso se ha dicho siempre que el gran reto educativo no está sólo en elocuencia de palabra —con ser muy importante—, sino en la elocuencia del discurso de las obras, en la grandeza de alma de quien tiene que educar. Y es en gran parte porque parece como si las cosas fueran menos difíciles, y más atractivas, cuando las vemos hechas vida en otros.

        Y por eso es también decisivo que quien está en una fase temprana de la formación de su carácter tenga ante sus ojos modelos humanos atractivos y logrados, que le faciliten adquirir pronto criterios de estimación que luego no resulten ser un barniz, sino que respondan a principios bien asentados. Y esto se refiere tanto a los modelos reales con los que convive como a esos otros, también de ficción, que le se presentan en la literatura, el cine o la televisión.

La otra cara de la moneda
        Si una familia, un educador, o incluso una sociedad, presentara el mal como algo que triunfa, o presentara modelos que muchas veces son modelos de valores negativos, estaría perjudicando a todos, pero sobre todo a los más jóvenes, que son los más permeables a esos estímulos.

        Si ofreciéramos modelos negativos como metas apetitosas, luego no podríamos quejarnos si los jóvenes parecieran perdidos, sin creencias ni pautas morales. Es preciso inculcar estos sentimientos y esos valores, porque, si no, luego nos quejamos sin razón. Como decía C.S.Lewis, a veces "extirpamos el órgano y exigimos la función. Hacemos hombres sin corazón y esperamos de ellos virtud e iniciativa. Nos reímos del honor y nos extrañamos de ver traidores entre nosotros. Castramos y exigimos a los castrados que sean fecundos."
javier Aguiló

«Hacemos sacerdocio intensivo, sin parar»: Iñaki, capellán en Madrid, 4 días sin salir del hospital

El padre Iñaki lleva once años como capellán del Hospital Clínico de Madrid, que al igual que el resto de centros de Madrid está desbordado por los numerosos casos de coronavirus. Sólo en la Comunidad de Madrid hay más de 17.000 casos diagnosticados y de ellos 1.200 han precisado de ser ingresado en la UCI, lo que muestra la magnitud de esta catástrofe sanitaria.

Nunca hasta ahora se había enfrentado a una situación como esta en la que mueren pacientes constantemente, en la que hay ingresados que mueren o sufren sin tener a su familia al lado o incluso matrimonios que tras haber contraído el virus están ambos hospitalizados pero separados en distintas plantas.

Días enteros preparados para impartir los sacramentos

Es tal la necesidad espiritual y anímica que se necesita en estos días que este sacerdote que hace guardias de cuatro días seguidas, con sus días y sus noches, en el hospital pegado a kit para dar la extremaunción. Entre semana llega al borde del colapso y no vuelve a casa para no poner en riesgo a su madre. Sólo el fin de semana sale del hospital donde es sustituido por otros compañeros y se va al pueblo a encerrarse para descansar y coger fuerzas para el siguiente envite.

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Sobre esta labor sobrehumana, y claramente unida a lo sobrenatural, habla el padre Iñaki con Álvaro Sánchez León en El Confidencial Digital. Sólo así puede estar disponible en el hospital las 24 horas durante varios días seguidos para confesar, dar la comunión, la extremaunción o simplemente para hablar, escuchar o animar a pacientes y trabajadores del hospital.

Un sacerdocio intensivo

Este religioso cuenta que en circunstancias normales suelen morir una media de 10 pacientes diarios, mientras que con esta pandemia la cifra supera las 30 e incluso las 40 defunciones diarias. “Por eso estamos aquí ejerciendo un sacerdocio intensivo, sin parar, porque muchos pacientes agradecen que estemos cerca en estos momentos en los que las crueles circunstancias han hecho que estén casi a solas”, confiesa el padre Iñaki.

En estas jornadas que empalma con otras sin descanso, este sacerdote tiene siempre en mente que debe estar al servicio del prójimo, en este caso del más débil. Y esto ocurre con los capellanes que están a tiempo completo o echando un cable estos días en los hospitales de España y otros países donde el coronavirus está haciendo estragos.

El padre Iñaki, como capellán en el Clínico de Madrid, en una imagen de archivo

Este sacerdote madrileño reconoce que “lo más duro de estos días para muchos pacientes está siendo afrontar la enfermedad en soledad. Uf. No queremos que nadie sienta ese zarpazo en sus últimos momentos de vida, por eso estamos aquí para lo que haga falta”. Esa motivación de llevar el amor de Dios a todo el que lo necesita, especialmente a los moribundos, es lo que le hace resistir.

Todos los pacientes a los que he atendido han muerto en paz

Tanto él, como los médicos y demás personal del hospital –afirma- “estamos todos con un nudo en la garganta lleno de angustia que queremos convertir en esperanza. Si Dios nos ha puesto en esta dura situación es porque, quizás, podemos ayudar a mucha gente a tenderles la mano hasta el final”.

Este virus está dejando situaciones durísimas. El padre Iñaki habla del ingreso de un matrimonio que fue separado en plantas distintas. Una vez unido, uno de ellos falleció mientras el otro seguía enfermo y desconsolado.

“Aunque las enfermeras y auxiliares están en todo lo que pueden, hay escenas con las que se te desgarra el alma. Me gustaría decirles a los familiares que no han podido despedirse de sus seres queridos que todos los pacientes a los que he atendido han muerto en paz. Están siendo tratados con un humanismo total, con los cuidados paliativos oportunos para que sufran lo menos posible ante una enfermedad con este cuadro respiratorio tan complejo. ¡Dios no quiere que nadie sufra! Lo más humano en la atención al final de la vida son los cuidados paliativos”, se empeña en explicar este sacerdote.

Son muchos los sacerdotes que están ofreciéndose para ayudar en los hospitales

Al igual que han contado otros muchos capellanes estos días, la atención pastoral de los capellanes está aumentando mucho entre el personal sanitario, que están acudiendo al padre Iñaki a pedir auxilio, a desahogarse y recibir una palabra. “Están cansados, echan de menos a su familia, temen contagiar a sus seres queridos cuando vuelvan a casa… pero tienen la firme voluntad de ayudar todo lo que se pueda. Es admirable con qué firmeza y con qué vocación profesional están dando todos más del cien por cien de sus capacidades para salvar vidas”.

"Queremos ser como agua de mayo"

Pese a que tanto dolor también le afecta personalmente, y más en estas interminables jornadas, este capellán afirma tener experiencia “para saber que muchos pacientes necesitan una dosis de humor. Si se van a ir al Paraíso, podemos ir anticipando la alegría de alguna manera. Lógicamente, ante el sufrimiento de ellos y de sus familias, la situación de mis compañeros en el hospital, etc., trato de que mi optimismo sea prudente y más sereno, para no pasarme de la raya en mi afán de quitar el hierro que se pueda”.

Pese al riesgo que conlleva, son muchos los sacerdotes que se están ofreciendo para ayudar en los hospitales estos días. “Sé que muchos quieren estar aquí. Como la actividad en parroquias es casi inexistente estos días, muchos han pedido echar una mano. Queremos ser como agua de mayo después de este marzo infernal”, concluye.

Las tentaciones de Cristo, según sor María de Jesús de Ágreda


Sor María de Jesús de Ágreda junto con Santa Teresa de Jesús son las dos figuras femeninas  cumbre de la literatura mística católica universal. Si Santa Teresa nos dejó un admirable tratado de mística experimental en El Castillo Interior, Sor María  de Jesús ha dejado un legado admirable en La Mística ciudad de Dios, narración llena de sabiduría divina de la vida de la Santísima Virgen, como compañera inseparable en la vida terrena y celestial de su Divino Hijo. Basándose en la textos del Nueva Testamento y en sus visiones y experiencias místicas, narra con gran sabiduría y notable estilo, uno de los momentos más espinosos para los exegetas de la perícopa de las tentaciones de Jesucristo en el desierto como aparecen narradas desde el punto de visto teológico-bíblico por San Marcos y San Mateo.

Sobre la tercera tentación según San Mateo, escribe Sor María de Jesús, después de narrar el fracaso de la segundo tentación, la del pináculo del templo de Jerusalén: ”Pero con todo esto intentó (Lucifer) otro nuevo ingenio de acometer al Señor del mundo por ambición, ofreciéndole alguna parte de su dominio, y por eso lo llevó a un monte, donde se descubrían muchas tierras, y alevosa y atrevidamente le dijo: “Todas estas cosas que están a tu vista de daré, si postrado en tierra me adorares (Mt.4,9)”. ¡Exorbitante arrogancia y más que insania, mentira y alevosía falsa, porque ofreció lo que no tenía, ni podía dar a nadie, pues la tierra, los orbes, los reinos, principados, tesoros y riquezas todo es del Señor y Su Majestad lo da y lo quita a quien y cuando es servido y conviene; pero nunca pudo  ofrecer Lucifer bien alguno que fuera suyo, aún de los bienes terrenos y temporales y por eso son falsas todas sus promesas, Y a esta que le hizo a nuestro Rey y Señor, respondió Su Majestad con imperioso poder: “Vete de aquí, Satanás, que escrito está: a tu Dios y Señor adorarás y a él solo servirás (Mt 4-10). En aquella palabra vete Satanás, que dijo Cristo nuestro Redentor, quitó al demonio   el permiso que le había dado para tentarlo y con imperio poderoso dio con Lucifer y todas sus cuadrillas de mal en lo más profundo del infierno, y allí estuvieron pegados y amarrados en las más hondas cavernas por espacio de tres días sin moverse, porque no podían. Y después que les permitió levantarse, hallándose tan quebrantados y sin fuerzas, comenzaron a sospechar que quien los había aterrado y vencido daba indicios de ser Hijo de Dios humanado y en estos recelos perseveraron con variedad, sin atinar del todo con la verdad hasta la muerte del Salvador. Pero despechábase Lucifer por lo mal que se había entendido en esta demanda y en su propio furor se deshacía”.

Sor María de Jesús demuestra que el poder de Satanás sobre los  reinos de este mundo es una mentira, que algunos políticos se la creen.

miércoles, 25 de marzo de 2020

Por una ecología más humana

   “La defensa del ambiente es una exigencia casi universal. Ante la contaminación del aire o de los ríos, ante la desaparición de especies de animales y plantas, ante las amenazas de cambios climáticos ocasionados por el hombre, hace falta una mobilización general para conseguir un mundo más sano, más respetado, más hermoso.

        Pero existe en no pocos ecologismos un grave peligro: la falta de fundamentos, o, peor aún, el aceptar fundamentos erróneos e inhumanos.

        Un ecologismo carece de fundamentos, por ejemplo, si se basa simplemente en el gusto de algunas élites o de las masas. Defender a las ballenas o a las focas, a las tortugas o a los tigres, a las mariposas monarca o a los papagallos, puede ser señal de un cariño hacia animales, basado simplemente en eso: nos gusta tener, en el presente, y garantizar para el futuro, la compañía de algunos seres vivos que embellecen nuestro planeta. Nos gusta... y nada más, como si el gusto fuese suficiente.

        El gusto, sin embargo, cambia con los hombres y con los tiempos. Hace siglos el lobo era visto con desprecio, mientras hoy podemos encontrar a ecologistas dispuestos a grandes sacrificios por defender la vida de este inquieto animal. Hace falta, por lo mismo, encontrar motivos profundos de nuestras opciones, una causa que justifique seriamente la acción en favor de la biodiversidad de nuestros continentes y de nuestros mares.

        En la búsqueda de un fundamento más serio, más verdadero, descubrimos una corriente no siempre bien percibida que desea defender la vida, cualquier vida, por considerar al planeta tierra como si fuese una especie de macroestructura con derechos tan fuertes que a esos derechos deberían someterse también los seres humanos. En esta visión, que puede llegar a extremos de tipo panteísta o, incluso, antihumanista, no han faltado voces que consideran a la especie humana como uno de los animales más peligrosos, incluso más despreciables, que haya existido jamás y que merecería, por lo mismo, ser controlado y reducido drásticamente.

        Es triste haber escuchado en un pasado no muy lejano, por ejemplo, que el virus del sida no es un problema, sino una solución, por ayudar al ecosistema tierra a eliminar un numeroso “excedente” de seres humanos...

        Este tipo de visiones necesitan ser superadas con una reflexión más profunda: ¿por qué es un bien conservar ciertos equilibrios ecológicos y defender la riqueza de la vida terráquea? Una primera respuesta consiste precisamente en evidenciar la centralidad que el hombre ocupa en el proceso evolutivo, y en su papel de “responsable” del mundo en el que desarrolla la propia existencia.

        La especie humana, gracias a su racionalidad, ha elaborado visiones éticas que le permiten no sólo distinguir entre lo bueno y lo malo, sino también orientar las propias decisiones hacia la búsqueda del bien. Esas visiones éticas suponen aceptar que el hombre es un ser especial, dotado de inteligencia y de voluntad, y, por lo tanto, responsable de todas y cada una de sus decisiones.

        Esta responsabilidad nos distingue radicalmente de los animales. Nadie, al menos por ahora, llevaría a la cárcel a un león por eliminar al cachorro de un herbívoro en peligro de extinción. Pero sí aceptamos la condena a la cárcel de aquellos cazadores furtivos que disfrutan al matar animales “preciosos” y protegidos por leyes nacionales o internacionales.

        La superioridad del hombre se convierte, por lo tanto, en un presupuesto básico de cualquier sana visión sobre la ecología. A su lado, surge otro presupuesto: el hombre superior, por su condición ética, debe abrirse a la responsabilidad no sólo respecto de los demás seres humanos, sino también frente al patrimonio biológico y ambiental de nuestro planeta. Pero siempre en una sana jerarquía: lo primero es la defensa de los derechos inherentes a todo ser humano, desde su concepción hasta su muerte. Lo segundo, la salvaguardia, en función precisamente de la defensa del hombre, del ambiente.

        Lo explicaba bellamente Juan Pablo II en la encíclica “Centesimus annus” (1991). El Papa señalaba: “Es asimismo preocupante, junto con el problema del consumismo y estrictamente vinculado con él, la cuestión ecológica. El hombre, impulsado por el deseo de tener y gozar, más que de ser y de crecer, consume de manera excesiva y desordenada los recursos de la tierra y su misma vida. En la raíz de la insensata destrucción del ambiente natural hay un error antropológico, por desgracia muy difundido en nuestro tiempo” (n. 37).

        Pero en seguida añadía: “Además de la destrucción irracional del ambiente natural hay que recordar aquí la más grave aún del ambiente humano, al que, sin embargo, se está lejos de prestar la necesaria atención. Mientras nos preocupamos justamente, aunque mucho menos de lo necesario, de preservar los «hábitat» naturales de las diversas especies animales amenazadas de extinción, porque nos damos cuenta de que cada una de ellas aporta su propia contribución al equilibrio general de la tierra, nos esforzamos muy poco por salvaguardar las condiciones morales de una auténtica «ecología humana»” (n. 38).

        La ecología necesita una buena sanación, hacerse más humana. Desde una base antropológica bien fundada será capaz de servir, realmente, al bien de la humanidad a través de la búsqueda de la defensa del ambiente y de la biodiversidad. Luego será posible ir todavía más a fondo y reconocer, según una visión propia de la espiritualidad cristiana, que detrás de los hombres y de los vivientes se esconde un maravilloso designio de Amor, un querer de Dios que nos ha ofrecido, para esta breve etapa temporal, un mundo frágil y bello.

        Nos toca administrarlo con prudencia y justicia, nos toca conservarlo para las generaciones futuras con un corazón justo, deseoso de condividir experiencias estupendas que podemos compartir con los animales y plantas que nos acompañan en nuestro breve y hermoso peregrinar terreno.

Autoridad y libertad en la educación de los hijos
Victoria Cardona

martes, 24 de marzo de 2020

CLAUSURA POR VIRUS Y CLAUSURA MONÁSTICA

En estos difíciles tiempos, en los que, prácticamente en el mundo entero, se recomienda vehementemente que permanezcamos en casa, a algunos les resulta tentador comparar la clausura monástica con la clausura provocada por el coronavirus.

Clausura no es cárcel. Los que viven en clausura tienen la llave de su casa y pueden abrir la puerta y salir cuando quieran. Otra cosa es que haya peligros no deseados al salir. Pero la clausura no es algo impuesto ni forzoso. Los que están en una cárcel desean salir, y no pueden. Los que están en clausura no salen porque no quieren. Es una diferencia muy seria.

Ahora bien, entre la clausura monástica y la que en estos días estamos invitados a guardar los ciudadanos hay una diferencia fundamental. El motivo de estar clausurados en casa es temporal; esta clausura sólo durará un tiempo más o menos largo; cuando el motivo sanitario desaparezca, ya no habrá clausura casera. La clausura monástica es por motivos religiosos y no depende de ninguna otra circunstancia.

Establecidas las diferencias, los cristianos podemos sacar una gran lección de la clausura. Porque, cristianamente hablando, la clausura no es algo propio de monjas y monjes. No es algo negativo, sino muy positivo. Corresponde al principio paulino de no conformarse a la mentalidad de este mundo (Rm 12,2). Clausura es cerrar la puerta a todo aquello que pueda separarnos de Dios. Y, por extensión, a todo aquello que pueda dañarnos, como es el caso del virus. En este sentido, la clausura es algo propio de todo cristiano, e incluso de todo ser humano digno de este nombre: sería un símbolo de las rejas que hay que colocar ante el mal, para evitar encontrarnos con él.

Los cristianos, en la actual situación que nos obliga a permanecer recluidos en casa, podríamos recordar estas palabras de Jesús: “cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”. En la vida de todo creyente hay un espacio reservado y separado, que está en función del encuentro con Dios y con Cristo. La clausura anuncia una posibilidad ofrecida a cada persona y a toda la humanidad de vivir únicamente para Dios, en Jesucristo.

Muere un sacerdote de 72 años al ceder su respirador a otro paciente más joven

El sacerdote italiano Giuseppe Berardelli ha muerto a los 72 años afectado por el virus después de ceder el respirador que su comunidad parroquial había comprado exclusivamente para él a un joven que ni siquiera conocía. Un ejemplo más de la heroicidad de los sacerdotes italianos ante el coronavirus, que ya ha segado la vida de casi 60 presbíteros en toda Italia.

Precisamente, el Papa ha rezado por todos ellos, y también por el personal sanitario fallecido en la lucha contra la pandemia, durante la Misa celebrada esta mañana en Santa Marta.

«He oído que algunos médicos y sacerdotes han fallecido en los últimos días. No sé si hay enfermeras, pero seguro están infectadas, porque estaban al servicio de los enfermos. Oramos por ellos, por sus familias. Doy gracias a Dios por el ejemplo de heroicidad que nos brindan al tratar a los enfermos», dijo Francisco durante la homilía.

Pecado de la pereza

Además, el Santo Padre ha reflexionado sobre el pecado de la pereza a partir del pasaje evangélico del estanque de Betzatà en el que se cuenta la historia del enfermo que llevaba 38 años esperando a ser curado pero que tampoco hacía nada para ello.

«Me hace pensar en muchos de nosotros, en muchos cristianos que viven en este estado de pereza, incapaces de hacer otra cosa que quejarse de todo. Y la pereza es un veneno, es una niebla que rodea el alma y no la hace vivir. Y también es una droga porque, si la pruebas a menudo, te gusta. Y terminas como un adicto triste, un adicto perezoso», ha criticado.

«Si alguno de nosotros tiene el peligro de resbalar en este pecado» no hay que olvidar «que el diablo puede usarlo para aniquilar nuestra vida espiritual y también nuestra vida como personas».

El Pontífice concluyó la celebración con adoración y bendición eucarística, invitando a hacer la comunión espiritual. Esta fue la oración recitada por el Papa: «Mi Jesús, creo que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todo y te deseo en mi alma. Como no puedo recibirte sacramentalmente ahora, al menos espiritualmente ven a mi corazón. Como ya vengo, te abrazo y me uno a todo. No dejes que nunca me separe de ti».

lunes, 23 de marzo de 2020

¿Qué pasa con la gran presa del Nilo?

La primera piedra la puso el entonces primer ministro de Etiopía, Meles Zenawi, el 2 de abril de 2011, y su construcción debería haber finalizado hace tres años. Lleva retraso, bastante más del previsto, pero se empieza a perfilar su conclusión. Mientras, Etiopía, Sudán y Egipto discuten sobre el futuro de unas aguas de las que dependen millones de pescadores y agricultores.

Será difícil que algún lector  recuerde un artículo publicado en 2013, y menos aún que conserve las revistas de aquel año y se ponga a ojearlas para refrescar su memoria sobre lo que allí se cuenta en torno a la gran presa in fieri. El autor, que no es otro que el que ahora escribe, residía entonces por sus cercanías y la visitaba con cierta regularidad. Pasaron seis largos años y la oportunidad de visitarla de nuevo se la ofreció en bandeja la virgen y mártir Santa Bárbara, patrona de los bomberos, de los mineros, de los que usan explosivos… Porque mira que se han usado y seguirán usando explosivos en esta gran cantera al aire libre que es la presa. La Salini–Impregilo Costruttori, la empresa italiana que lleva las obras de construcción celebra Santa Bárbara con una Eucaristía en italiano para el personal allí destacado, que el autor tuvo el honor de presidir.

A quienes llevan el peso y la responsabilidad de la obra se los ve relajados y optimistas porque creen que lo peor ya ha pasado y que, si han superado ese «peor», los males que vengan también serán superables por más que una obra de las dimensiones de la que estamos describiendo esté siempre sujeta a imprevistos que la hagan zozobrar.

Carné de identidad de la presa
Las obras de la presa del Nilo Azul, la Grand Ethiopian Renaissance Dam (GERD), como se la vino a llamar tras dejar atrás su nombre inicial de Presa del Milenio, comenzaron en 2010 y se mantuvieron en secreto hasta el 2 de abril de 2011, fecha en que el entonces primer ministro, Meles Zenawi, puso la primera piedra. Desde ese momento, la presa pasó a ocupar un lugar central en la vida de la nación. Meles quiso hacer de ella todo un icono, definiéndola con frases tan rotundas como «el monumento que esta generación se hace a sí misma» o «la obra que sacará a Etiopía de la pobreza».

Ciertamente, el proyecto era colosal. Sería la presa más grande de África. Tendría 155 metros de altura en la parte más profunda, por 1.874 metros de larga. La cantidad de energía producida, los 5.600 megavatios calculados en aquel momento, sería más del doble de lo que producían todas las demás presas de la nación. Bien se podía afirmar que sería una enorme inyección de progreso, tanto porque remediaría la penuria crónica de electricidad en la nación, como por los ingresos que supondría la venta del excedente a países como Kenia, Yibuti, Sudán e, incluso, Egipto.

El 30 de marzo de 2011, un contrato del primer ministro con la empresa Salini Costruttori, adjudicaba a esta la realización de las obras por un valor de 4.800 millones de dólares. No había mediado ningún concurso público, lo que excluía automáticamente la financiación por parte de organismos internacionales, e implicaba que el Gobierno etíope asumía el peso íntegro de los gastos. Digamos mejor el Gobierno y el pueblo etíopes (Senatus populusque romanus), porque de inmediato se pusieron en marcha todos los mecanismos para escarbar en los bolsillos del ciudadano rico, medio y menos que medio, desde las inversiones en forma de bonos del Estado hasta los recortes al salario de los empleados públicos, el porcentaje sustraído al uso de los teléfono móviles, actos públicos diseñados para forzar la «generosidad» de los participantes… Si se trataba del bien futuro de la nación, ¿cómo no pedirle, pues, sacrificios?

Egipto, un escollo crónico
Por el mero hecho de su ubicación sobre el Nilo, la presa estaba destinada a ser polémica, porque para las naciones que están río abajo, Sudán y Egipto, sus aguas deberían ser intocables. El último tratado que se hizo sobre ellas data de 1959, y las naciones firmantes son precisamente Sudán y Egipto, que se las repartieron «equitativamente» entre las dos, 55,5 millones de metros cúbicos para Egipto, 18,5 para Sudán. Ninguna referencia a los demás países de la cuenca del gran río. Por supuesto que ninguno de ellos aceptaría un tratado en el que no tuvieron arte ni parte.

Las reclamaciones de Egipto comenzaron apenas tuvo noticia del proyecto y se han hecho recurrentes a lo largo de estos años, a veces de forma moderada, a veces tan explosivas como la del presidente Mohamed Morsi cuando afirmó que «todas las opciones» estaban «abiertas», lo que en el contexto se entendía que podía incluir un ataque armado. Otras menos contundentes incluían ayudar a los grupos disidentes refugiados en Eritrea, campañas internacionales de desprestigio… Su escaso éxito provocó que el mismo Sudán acabara por ponerse más del lado de Etiopía que de Egipto. En octubre de 2019, Egipto pidió reanudar las conversaciones interrumpidas en abril. Sudán y Etiopía no se mostraron favorables a volver a sentarse a dialogar: acusan a Egipto de haber hecho descarrilar las de la primavera.

Al ser difícilmente defendible que Etiopía no tenga derecho a construir la presa, las objeciones de Egipto se han centrado en el impacto negativo que esta producirá en su país, en particular durante el período de llenado, en el que necesariamente se reducirá el caudal de agua. ¿En cuántos años? Tras ir reduciendo, la última propuesta de Egipto cifra ese período en siete años con algunas condiciones acerca del caudal de agua a retener, una propuesta que Etiopía rechaza. Desde Adís Abeba se insiste en que el impacto de la presa sobre Egipto es más positivo que negativo, pues ayudará a regular el caudal de agua y reducirá la evaporación.

Al sonido de las trompetas de guerra egipcias, Etiopía respondió poniendo dispositivos antiaéreos en las montañas que rodean la presa. Pero todo parece una puesta en escena, pues un ataque armado, más que improbable, es casi impensable, dadas las repercusiones internacionales que tendría, sin mencionar los gravísimos daños a las dos naciones directamente implicadas. A fin de cuentas, Egipto ni fue ni previsiblemente será un obstáculo para la feliz culminación de la presa.