El padre Iñaki lleva once años como capellán del Hospital Clínico de Madrid, que al igual que el resto de centros de Madrid está desbordado por los numerosos casos de coronavirus. Sólo en la Comunidad de Madrid hay más de 17.000 casos diagnosticados y de ellos 1.200 han precisado de ser ingresado en la UCI, lo que muestra la magnitud de esta catástrofe sanitaria.
Nunca hasta ahora se había enfrentado a una situación como esta en la que mueren pacientes constantemente, en la que hay ingresados que mueren o sufren sin tener a su familia al lado o incluso matrimonios que tras haber contraído el virus están ambos hospitalizados pero separados en distintas plantas.
Días enteros preparados para impartir los sacramentos
Es tal la necesidad espiritual y anímica que se necesita en estos días que este sacerdote que hace guardias de cuatro días seguidas, con sus días y sus noches, en el hospital pegado a kit para dar la extremaunción. Entre semana llega al borde del colapso y no vuelve a casa para no poner en riesgo a su madre. Sólo el fin de semana sale del hospital donde es sustituido por otros compañeros y se va al pueblo a encerrarse para descansar y coger fuerzas para el siguiente envite.
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Sobre esta labor sobrehumana, y claramente unida a lo sobrenatural, habla el padre Iñaki con Álvaro Sánchez León en El Confidencial Digital. Sólo así puede estar disponible en el hospital las 24 horas durante varios días seguidos para confesar, dar la comunión, la extremaunción o simplemente para hablar, escuchar o animar a pacientes y trabajadores del hospital.
Un sacerdocio intensivo
Este religioso cuenta que en circunstancias normales suelen morir una media de 10 pacientes diarios, mientras que con esta pandemia la cifra supera las 30 e incluso las 40 defunciones diarias. “Por eso estamos aquí ejerciendo un sacerdocio intensivo, sin parar, porque muchos pacientes agradecen que estemos cerca en estos momentos en los que las crueles circunstancias han hecho que estén casi a solas”, confiesa el padre Iñaki.
En estas jornadas que empalma con otras sin descanso, este sacerdote tiene siempre en mente que debe estar al servicio del prójimo, en este caso del más débil. Y esto ocurre con los capellanes que están a tiempo completo o echando un cable estos días en los hospitales de España y otros países donde el coronavirus está haciendo estragos.
El padre Iñaki, como capellán en el Clínico de Madrid, en una imagen de archivo
Este sacerdote madrileño reconoce que “lo más duro de estos días para muchos pacientes está siendo afrontar la enfermedad en soledad. Uf. No queremos que nadie sienta ese zarpazo en sus últimos momentos de vida, por eso estamos aquí para lo que haga falta”. Esa motivación de llevar el amor de Dios a todo el que lo necesita, especialmente a los moribundos, es lo que le hace resistir.
Todos los pacientes a los que he atendido han muerto en paz
Tanto él, como los médicos y demás personal del hospital –afirma- “estamos todos con un nudo en la garganta lleno de angustia que queremos convertir en esperanza. Si Dios nos ha puesto en esta dura situación es porque, quizás, podemos ayudar a mucha gente a tenderles la mano hasta el final”.
Este virus está dejando situaciones durísimas. El padre Iñaki habla del ingreso de un matrimonio que fue separado en plantas distintas. Una vez unido, uno de ellos falleció mientras el otro seguía enfermo y desconsolado.
“Aunque las enfermeras y auxiliares están en todo lo que pueden, hay escenas con las que se te desgarra el alma. Me gustaría decirles a los familiares que no han podido despedirse de sus seres queridos que todos los pacientes a los que he atendido han muerto en paz. Están siendo tratados con un humanismo total, con los cuidados paliativos oportunos para que sufran lo menos posible ante una enfermedad con este cuadro respiratorio tan complejo. ¡Dios no quiere que nadie sufra! Lo más humano en la atención al final de la vida son los cuidados paliativos”, se empeña en explicar este sacerdote.
Son muchos los sacerdotes que están ofreciéndose para ayudar en los hospitales
Al igual que han contado otros muchos capellanes estos días, la atención pastoral de los capellanes está aumentando mucho entre el personal sanitario, que están acudiendo al padre Iñaki a pedir auxilio, a desahogarse y recibir una palabra. “Están cansados, echan de menos a su familia, temen contagiar a sus seres queridos cuando vuelvan a casa… pero tienen la firme voluntad de ayudar todo lo que se pueda. Es admirable con qué firmeza y con qué vocación profesional están dando todos más del cien por cien de sus capacidades para salvar vidas”.
"Queremos ser como agua de mayo"
Pese a que tanto dolor también le afecta personalmente, y más en estas interminables jornadas, este capellán afirma tener experiencia “para saber que muchos pacientes necesitan una dosis de humor. Si se van a ir al Paraíso, podemos ir anticipando la alegría de alguna manera. Lógicamente, ante el sufrimiento de ellos y de sus familias, la situación de mis compañeros en el hospital, etc., trato de que mi optimismo sea prudente y más sereno, para no pasarme de la raya en mi afán de quitar el hierro que se pueda”.
Pese al riesgo que conlleva, son muchos los sacerdotes que se están ofreciendo para ayudar en los hospitales estos días. “Sé que muchos quieren estar aquí. Como la actividad en parroquias es casi inexistente estos días, muchos han pedido echar una mano. Queremos ser como agua de mayo después de este marzo infernal”, concluye.
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