martes, 31 de diciembre de 2019

¿Cómo hacer Navidad en China, si -como en la URSS- se multa que los menores de edad vayan al templo?

Este año es el primero en que las autoridades chinasen algunas regiones se están poniendo muy estrictas con la nueva norma china de que está prohibido a los menores de 18 años entrar en las parroquias (una norma que hace pensar en leyes similares de la Unión Soviética en el siglo pasado).

¿Cómo celebrar la Navidad cristiana, una fiesta que siempre ha sido importante para los niños y jóvenes, si a éstos les está prohibido?

Además, está también la prohibición de celebrar "actividades religiosas" fuera de los edificios oficialmente registrados (es decir, controlados y espiados por agentes del Gobierno). Eso incluye pesebres callejeros, canto de villancicos en calles o plazas, etc...

Varios sacerdotes del norte de China han escrito a la agencia misionero AsiaNews explicando como están celebrando las Navidades en este nuevo contexto más hostil, aunque en distintas zonas puede haber menos controles. Tomamos de allí 3 testimonios.

Testimonio del padre Pedro

»La Navidad de este año no es como la del año pasado. Las autoridades oficiales han creado una creciente atmósfera política de tensión. Para evitar problemas inútiles, la parroquia suspendió la fiesta artística de la noche navideña, transformándolo en un momento de adoración y de evangelización. Antes de la Eucaristía de la vigilia de navidad, la parroquia da a cada fiel un taza de sopa de cordero con panes especiales en modo de alegrar la atmósfera. Luego se reza, se canta, se escucha la Palabra de Dios y luego se celebra la Eucaristía de la noche.

»Desde que las autoridades no permiten a los jóvenes debajo de los 18 años poder participar en la Eucaristía, la parroquia dispuso un local a ellos en el patio de la iglesia donde se entretienen y son cuidados por los responsables. Al final de la Eucaristía, el sacerdote va a bendecirlos.

»La parroquia también abolió la tradición de ir por el pueblo a distribuir “la fruta de la paz” a los no cristianos. [La “fruta de la paz” son manzanas que se regalan a los no cristianos como felicitación navideña. El nombre chino de la manzana, “Ping guo”, tiene el mismo sonido que “paz”, “Ping”].

»Las ceremonias litúrgicas se desarrollan en modo regular, si bien las autoridades civiles mandan guardias para vigilar y controlar. El bautismo de los niños se desplazó a la noche de la vigilia, mientras que los de los adultos se realiza en la misa de la mañana de la fiesta.

Testimonio del padre Joaquín

»Aquí con nosotros, la mayoría de los fieles son nuevos y por varias razones no frecuentan la iglesia: algunos no han hecho un buen catecumenado antes del bautismo; otros han pedido el bautismo sin una justa motivación o se alejaron a causa de la secularización. Por esto, antes del Adviento, por 2 semanas junto con 2 jefes de la comunidad visité a estas familias para exhortar y alentar a todos a reiniciar la vida de la fe.

»Durante el Adviento, hemos nuevamente estimulado a los fieles: alenté a los padrinos o madrinas a ir a la casa de sus ahijados de bautismo para estimularlos y exhortarlos a que vengan a la iglesia, a renovar el arrepentimiento y recitar cada día el Santo Rosario en sus casas. En esta semana se ven ya los buenos resultados: un buen número de fieles que frecuentan raramente la iglesia vinieron a confesarse.

»Cada noche los miembros del coro se reúnen para practicar los cantos de Navidad y de la Epifanía. En la tercera semana de Adviento, cada tarde con los jefes de la comunidad visito a los fieles ancianos e indispuestos que no pueden ir a la iglesia para la Misa para escuchar sus confesiones, llevarles la Eucaristía, y administrarles el óleo de los enfermos.

»Para los niños de la parroquia, para el coro, la asociación de los lectores y de los monaguillos, les preparé un pequeño regalo de Navidad. En las prédicas exhorto a los fieles a preparar en el corazón una cuna limpia para la llegada del Salvador.

Testimonio del padre Zhengping

»Cada año después del tercer domingo de Adviento, los fieles inician la Novena de Navidad para esperar en oración al Señor Salvador. El párroco invitó a 2 religiosas a ayudar en la parroquia para preparar la Navidad. Después de la llegada de las religiosas, con la ayuda del jefe laico de la comunidad, se preparan las ceremonias navideñas y se decora la iglesia.

»El 24 de diciembre es la vigilia de Navidad; desde las 7 a las 9 se realiza un festival navideño con representaciones en el cual participan los ancianos, los jóvenes y los niños. Hay cantos, danzas, recitaciones, diálogos entre dos y monólogos acompañados por la música, etc., de tal modo de crear la atmósfera de la alegría natalicia.

»A las 11.30 de la noche se da la bienvenida al Niño Jesús y se inicia la procesión hacia la iglesia con la explosión de cohetes y con la banda en primera línea, seguida por el coro, por el grupo de monaguillos, por el sacerdote por el Niño Jesús y al final los fieles con velas encendidas, mientras se canta y se reza. Después de haber hecho el recorrido por el pueblo se entra en la iglesia para la celebración de la Eucaristía. A las cinco de la mañana del 25, se celebra la Misa del alba; y a las 9 la del día de Navidad.

lunes, 30 de diciembre de 2019

Un pueblo de ateos es imposible de gobernar

El hombre es sólo hombre cuando se enfrenta a su insignificancia frente al Cielo.
El amigo Voltaire suplicaba a sus invitados que no se manifestaran incrédulos ante la servidumbre. Que los criados no les oyeran hacer profesiones de ateísmo. Cuando le preguntaban por qué, respondía: porque un pueblo de ateos es imposible de gobernar.

Muy atinado el comecuras.

Lo que viene a continuación es de otra mente capaz. Lo advierto antes porque, lo sé, es demasiado bueno, ergo no es mío, sino de Chesterton: “dos campesinos de la Edad Media podían estar enfrentados por la posesión de unas tierras pero iban a la misma iglesia, servían en la misma milicia y compartían una moralidad idéntica”. Compartían una misma cosmovisión.

Y de aquella premisa esta conclusión: “El hombre es sólo hombre cuando se enfrenta a su insignificancia frente al Cielo”.
El Cristianismo no rinde culto a un perdedor, sino a un ganador que vence anonadándose 
Bernanós lo decía de otra forma: el hombre siempre vive arrodillado, ante Dios o ante sus propias miserias.

Sin embargo, si hay una constante de lo políticamente correcto esta es la de que el Cristianismo es una religión de siervos, que rinde culto a un perdedor, que fue crucificado por una alianza políticamente correcta: un traidor, el poder político, romano y herodiano, y el poder judicial, representado por Poncio Pilato, amén de la jerarquía religiosa y filosófica imperante, fariseos y saduceos al alimón.
Pero confieso que, como en tantas otras cosas, se adelantó a su tiempo. El momento ha llegado ahora, nuevamente, en el primer cuarto del siglo XXI. Al final, el más poderoso no vence imponiéndose sino anonadándose.

domingo, 29 de diciembre de 2019

Fiesta de la Sagrada Familia: «Se trata de vivir la fe de forma sencilla»

«Para nosotros la transmisión de la fe es muy importante. Intentamos hacerlo desde la cuna, que nuestros hijos la vivan desde que nacen, en casa y en nuestro entorno, en el colegio y en la parroquia», afirman Ana y Gabriel, que este domingo participarán en la catedral de la Almudena en la Jornada de la Sagrada Familia, una fiesta que se celebra en toda España con el lema La familia, escuela y camino de santidad.

Como padres de cuatro hijos de entre 9 y 15 años, ellos viven el lema de esta jornada cuidando mucho la formación y participando en escuelas de familias y COFs, y formándose en educación afectivo-sexual, hasta el punto de que también ellos son ahora monitores de estos cursos para chicos que cursan la ESO.

Esta dimensión formativa no les ha hecho olvidar que lo más importante de su familia es su propio matrimonio: «La verdad es que, con los hijos y el trabajo, es fácil que todo te desborde. Por eso tenemos nuestro rato juntos cada día cuando los niños se acuestan, y todos los jueves salimos a tomar algo, para charlar con tranquilidad y tener nuestro tiempo para nosotros», afirman. Además, «pertenecemos a un grupo de matrimonios en nuestra parroquia con los que nos reunimos una vez al mes, e intentamos hacer una escapada juntos una vez al año tirando de abuelos».

La oración individual y como matrimonio, y el rosario con los niños, completan una vida familiar en la que intentan «que todo sea muy normal». «No hay que hacer grandes cosas. Se trata de vivir la fe de forma sencilla, de educar en valores y de poner a los demás antes que a uno mismo. Al final, si lo vas practicando en el día, acaba saliendo de forma natural».

«Familia somos todos»

Ana, Gabriel y sus cuatro hijos van a participar el domingo en la Jornada de la Sagrada Familia en la catedral de la Almudena, donde el cardenal Osoro bendecirá durante todo el día a las familias y a quienes se acerquen al templo. El arzobispo bendecirá también a las parejas de novios que se están preparando para recibir el sacramento del Matrimonio. Y por la tarde, habrá una hora santa, abierta a todos, en la que el arzobispo de Madrid irá por el templo bendiciendo a las familias con el Santísimo.

Para María Bazal, delegada de Laicos, Familia y Vida junto a su marido, José Barceló, el purpurado «es un enamorado de la familia, y sabe que cuidando la familia la sociedad mejora. Por eso quiere estar a pie de calle escuchando a las personas que pasan, en todas situaciones y condiciones, y la gente lo agradece mucho. Hay muchas personas a las que incluso el cardenal les hace luego un seguimiento, sobre todo gente en situaciones muy dolientes y frágiles».

La organización de esta fiesta pone como «referente maravilloso» de las familias de Madrid a la Sagrada Familia de Nazaret, «que es un icono para la familia cristiana y para cualquier familia, porque llega a creyentes y a no creyentes. Familia somos todos, y por eso la de Nazaret es una institución que conecta con la realidad de todos».

Se trata de una realidad «llena de exigencias y responsabilidades cotidianas, además de obligaciones, intereses y condicionantes que nos vienen del mundo profesional, económico, cultural y educativo», afirman los obispos de la Subcomisión de Familia de la CEE, que con ocasión de esta fiesta recuerdan que «la vida familiar cotidiana y concreta, con su increíble riqueza y variedad, ha de ser el contenido real de esa santidad a la que estamos llamados. Ese camino concreto se habrá de ir llenando de acogida, de esfuerzo y entrega, de donación generosa, de trabajo y servicio generoso para poder así recorrer el camino de las bienaventuranzas».

sábado, 28 de diciembre de 2019

SANTOS INOCENTES

Hoy celebramos la fiesta de los Santos Inocentes, mártires. Metidos en las celebraciones de Navidad, no podemos ignorar el mensaje que la liturgia nos quiere transmitir para definir, todavía más, la Buena Nueva del nacimiento de Jesús, con dos acentos bien claros. 

En primer lugar, la predisposición de san José en el designio salvador de Dios, aceptando su voluntad. Y, a la vez, el mal, la injusticia que frecuentemente encontramos en nuestra vida, concretado en este caso en la muerte martirial de los niños Inocentes. Todo ello nos pide una actitud y una respuesta personal y social.

San José nos ofrece un testimonio bien claro de respuesta decidida ante la llamada de Dios. En él nos sentimos identificados cuando hemos de tomar decisiones en los momentos difíciles de nuestra vida y desde nuestra fe: «Se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto» (Mt 2,14).

Nuestra fe en Dios implica a nuestra vida. Hace que nos levantemos, es decir, nos hace estar atentos a las cosas que pasan a nuestro alrededor, porque —frecuentemente— es el lugar donde Dios habla. Nos hace tomar al Niño con su madre, es decir, Dios se nos hace cercano, compañero de camino, reforzando nuestra fe, esperanza y caridad. Y nos hace salir de noche hacia Egipto, es decir, nos invita a no tener miedo ante nuestra propia vida, que con frecuencia se llena de noches difíciles de iluminar.

Estos niños mártires, hoy, también tienen nombres concretos en niños, jóvenes, parejas, personas mayores, inmigrantes, enfermos... que piden la respuesta de nuestra caridad. Así nos lo dice San Juan Pablo II: «En efecto, son muchas en nuestro tiempo las necesidades que interpelan a la sensibilidad cristiana. Es la hora de una nueva imaginación de la caridad, que se despliegue no sólo en la eficacia de las ayudas prestadas, sino también en la capacidad de hacernos cercanos y solidarios con el que sufre».

Que la luz nueva, clara y fuerte de Dios hecho Niño llene nuestras vidas y consolide nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad.

El Maestro General en Audiencia con el Santo Padre


Vaticano, 7 de diciembre de 2019
La mañana del 7 de diciembre, el Papa Francisco recibió en audiencia en el Vaticano a Fray Gerard Francisco Timoner III, Maestro de la Orden de Frailes Predicadores (Dominicos).

Fray Gerard TIMONER, O.P. le expresó su agradecimiento y saludos de parte de la Orden de
Predicadores con las siguientes palabras: “Santo Padre. Al comienzo de mi servicio como Maestro de la Orden de Predicadores le pido su bendición. Renovó la promesa de Domingo de Guzmán de ser fiel a Pedro, pastor de la Iglesia.

Mis hermanos capitulares han decidido elegir a un hermano de las lejanas Filipinas. Tal vez se inspiraron en su ejemplo de elegir gente de las ‘periferias’. Les dije a los hermanos en el Capítulo General: ‘La misión de la Orden es ayudar a construir la comunión de la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, como lo hicieron San Francisco y Santo Domingo cuando la Iglesia estaba desesperadamente necesitada de una "nueva" evangelización en el siglo XIII’.”

“En nombre de la Orden, deseo renovarle la invitación a celebrar la Eucaristía en Bolonia, el 24 de mayo de 2021, en el octavo centenario del dies natalis de nuestro fundador Santo Domingo.”

Después, el Maestro de la Orden entregó al Santo Padre un libro sobre Santo Domingo, además un libro y una carta de las hermanas y el folleto "Hospitalidad en Familia Dominicana".

Finalmente siguieron una conversación espontánea; los fotógrafos estamparon algunos momentos de el primer saludo que hace el Maestro de la Orden al Santo Padre.

viernes, 27 de diciembre de 2019

La Sagrada Familia (Ciclo A)

Evangelio (Mt 2,13-15.19-23): Después que se fueron los Magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle». Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo.

Muerto Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel; pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño». El se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea, y fue a vivir en una ciudad llamada Nazaret; para que se cumpliese el oráculo de los profetas: «Será llamado Nazareno».
PALABRA DE DIOS

COMPARTIMOS:

Hoy contemplamos el misterio de la Sagrada Familia. El Hijo de Dios inicia su andadura entre los hombres en el seno de una familia. Es el designio del Padre. La familia será siempre el hábitat humano insustituible. Jesús tiene un padre legal que le “lleva” y una Madre que no se separa de Él. Dios se sirvió en todo momento de san José, hombre justo, esposo fiel y padre responsable para defender a la Familia de Nazaret: «El Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: ‘Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto’» (Mt 2,13).

Hoy, más que nunca, la Iglesia está llamada a proclamar la buena noticia del Evangelio de la Familia y la vida. Hoy más que nunca, una cultura profundamente inhumana intenta imponer un anti-evangelio de confusión y de muerte. San Juan Pablo II nos lo recordaba en su exhortación Ecclesia in Europa: «La Iglesia ha de proponer con fidelidad la verdad sobre el matrimonio y la familia. Es una necesidad que siente de manera apremiante, porque sabe que dicha tarea le compete por la misión evangelizadora que su Esposo y Señor le ha confiado y que hoy se plantea con especial urgencia. El valor de la indisolubilidad matrimonial se tergiversa cada vez más; se reclaman formas de reconocimiento legal de las convivencias de hecho, equiparándolas al matrimonio legítimo...».

«Herodes va a buscar al niño para matarle» (Mt 2,13). Herodes ataca de nuevo, pero no temamos, porque la ayuda de Dios no nos faltará. ¡Vayamos a Nazaret! Redescubramos la verdad de la familia y de la vida. Vivámosla gozosamente y anunciémosla a nuestros hermanos sedientos de luz y esperanza. El Papa nos convoca a ello: «Es preciso reafirmar dichas instituciones [el matrimonio y la familia] como provenientes de la voluntad de Dios. Además es necesario servir al Evangelio de la vida».

De nuevo, «el Ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: ‘Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel’» (Mt 2,19-20). ¡El retorno de Egipto es inminente!

jueves, 26 de diciembre de 2019

«He elegido luchar para ser la voz de las mujeres silenciadas»

Caddy Adzuba, periodista y activista congoleña
Desde su adolescencia, la periodista y activista congoleña Caddy Adzuba está comprometida con la defensa de los derechos humanos y la construcción de la paz en República Democrática de Congo (RDC). Esto le ha granjeado un gran reconocimiento internacional y la obtención de numerosos premios, entre ellos, el Premio Príncipe de Asturias en 2014. Este año, Manos Unidas le ha otorgado el Premio Internacional Manos Unidas 60 Aniversario por su compromiso con las mujeres en las zonas afectadas por el conflicto armado. En la sede de Manos Unidas, ha participado en una mesa redonda en la que fue también invitado el P. Aurelio Sanjuan, que vivió más de cuarenta años en RDC.
En una mesa redonda que fue organizada en la sede de Manos Unidas, Caddy Adzuba ha dado su testimonio sobre las atrocidades que viven las mujeres congoleñas, desde hace más de veinte años, en las zonas afectadas por el conflicto armado. Para contar la realidad de su país, Caddy se ha apoyado en los contenidos del artículo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que proclama la dignidad de todo ser humano sin discriminación de raza, color, sexo, lengua, religión, etc. A raíz de lo que está ocurriendo en el mundo, Caddy lamenta que el ser humano se haya vuelto más violento que el animal en la selva, refiriéndose a las guerras, la violencia, el racismo, la falta de aceptación del otro, etc. Para ello, ha invitado a la reflexión sobre qué se ha hecho con los derechos humanos.

Respeto a su país, Caddy ha afirmado que se experimenta la falta de respeto a la vida humana. La RDC se ha convertido en un campo de fútbol, donde los actores nacionales e internacionales buscan minerales, especialmente el coltán, creando guerras, violando, robando, matando al pueblo. Las mujeres son las que más sufren las consecuencias de la guerra.


Fotografía: Lwanga Kakule
Caddy se ha negado a denominar lo que sufren las mujeres de su país como «violencia sexual» porque, según cuenta, en RDC, esto se ha superado: «Cuando se habla de violación, desde vuestros diccionarios, quiere decir que un hombre fuerza a una mujer a tener relaciones sexuales. En mi país, lo que les hacen a las mujeres es tan atroz que se ha superado esta definición. Por la amplitud de la situación, lo llamaríamos “genocidio sobre las mujeres”; es un “feminicidio”». Las mujeres periodistas congoleñas fueron a la Corte Penal Internacional para pedir que estos actos sean reconocidos como tal y su petición fue atendida: «Logramos que la Corte Penal Internacional reconociera como crimen contra la humanidad la violación contra las mujeres en tiempo de conflicto».

Frente a la realidad que viven las mujeres en su país, la periodista congoleña cree que es necesario levantar la voz para denunciar. De allí, su compromiso: «He elegido luchar para ser la voz de estas mujeres silenciadas», declara. Como lo han perdido todo, estas mujeres precisan de la reconstrucción de sus vidas a nivel físico, psicológico, etc. Piensa que es fundamental la implicación de las mismas mujeres, su educación, su independencia económica, el acceso a la sanidad, la distribución equitativa de las riquezas del país y una paz duradera.

El temor de la activista congoleña es que, con los coches eléctricos para reducir la contaminación, el pueblo congoleño pague el tributo: «Ahora nos encaminamos hacia los coches que consumen electricidad. Para fabricarlos, se necesitará el coltán congoleño. Otra vez, será la sangre de los congoleños la que circulará en las baterías de los coches eléctricos».

Consciente de que lo que pasa en Congo no es solo un asunto de los congoleños sino de la humanidad, Caddy ha invitado a la implicación de la sociedad civil española y de todas las organizaciones:«Invito a la toma de conciencia de la sociedad civil española, a las organizaciones que trabajan por la defensa de los derechos humanos, sobre todo de la mujer, a unirse y a tener las manos unidas para apoyar los esfuerzos de las organizaciones locales, de manera que se cree un grupo de lobbying que haga incidencia a nivel internacional contra los actores políticos internacionales y las grandes empresas involucradas en la guerra en RDC, para que haya paz y que así la mujer recobre su dignidad».

Por su parte, el P. Aurelio Sanjuan, Misionero de África, ha hablado de su experiencia misionera en el país africano; llegó a él en 1966. Ha declarado que los cuarenta años que ha vivido en Congo han sido de conflictos y guerras. Vivió en carne propia las atrocidades de la guerra, especialmente en las ciudades de Kisangani y Bukavu, que fueron en varias ocasiones escenarios de guerras en las que se perdieron muchas vidas humanas. Según él, la guerra de Congo persiste porque está subvencionada por las grandes potencias como EEUU, que buscan sus intereses. Además, lamenta la mala gestión de los recursos naturales: «La causa de la pobreza de Congo es su riqueza y lo que le falta es una buena gestión de la misma».

Sanjuan corrobora el testimonio de Caddy sobre las atrocidades de la guerra en RDC, pero destaca que su experiencia en Congo ha sido muy positiva y que le ha marcado la generosidad y la alegría de la gente a pesar de las dificultades que experimentan en su día a día: «Los congoleños son gente pacífica. Los que hacen todos estos males al pueblo congoleño son los militares que han perdido la cabeza.  El congoleño, a no ser que esté borracho o drogado, le tiene miedo a la sangre».

El P. Aurelio destaca que Manos Unidas ha colaborado en muchos proyectos de desarrollo en las misiones donde él ha vivido, tanto en Congo como en Ruanda y Burundi. Según doña Icíar Peña, Coordinadora de Comunicación de Manos Unidas, que ha moderado la mesa redonda, los últimos cinco años, la ONG ha destinado siete millones de euros a los proyectos en RDC.

miércoles, 25 de diciembre de 2019

MENSAJE URBI ET ORBI, DEL SANTO PADRE FRANCISCO

«El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande» (Is 9,1)

Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz Navidad!

En el seno de la madre Iglesia, esta noche ha nacido nuevamente el Hijo de Dios hecho hombre. Su nombre es Jesús, que significa Dios salva. El Padre, Amor eterno e infinito, lo envió al mundo no para condenarlo, sino para salvarlo (cf. Jn 3,17). El Padre lo dio, con inmensa misericordia. Lo entregó para todos. Lo dio para siempre. Y Él nació, como pequeña llama encendida en la oscuridad y en el frío de la noche.

Aquel Niño, nacido de la Virgen María, es la Palabra de Dios hecha carne. La Palabra que orientó el corazón y los pasos de Abrahán hacia la tierra prometida, y sigue atrayendo a quienes confían en las promesas de Dios. La Palabra que guio a los hebreos en el camino de la esclavitud a la libertad, y continúa llamando a los esclavos de todos los tiempos, también hoy, a salir de sus prisiones. Es Palabra, más luminosa que el sol, encarnada en un pequeño hijo del hombre, Jesús, luz del mundo.

Por esto el profeta exclama: «El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande» (Is 9,1). Sí, hay tinieblas en los corazones humanos, pero más grande es la luz de Cristo. Hay tinieblas en las relaciones personales, familiares, sociales, pero más grande es la luz de Cristo. Hay tinieblas en los conflictos económicos, geopolíticos y ecológicos, pero más grande es la luz de Cristo.

Que Cristo sea luz para tantos niños que sufren la guerra y los conflictos en Oriente Medio y en diversos países del mundo. Que sea consuelo para el amado pueblo sirio, que todavía no ve el final de las hostilidades que han desgarrado el país en este decenio. Que remueva las conciencias de los hombres de buena voluntad. Que inspire hoy a los gobernantes y a la comunidad internacional para encontrar soluciones que garanticen la seguridad y la convivencia pacífica de los pueblos de la región y ponga fin a sus sufrimientos. Que sea apoyo para el pueblo libanés, de este modo pueda salir de la crisis actual y descubra nuevamente su vocación de ser un mensaje de libertad y de armoniosa coexistencia para todos.

Que el Señor Jesús sea luz para la Tierra Santa donde Él nació, Salvador del mundo, y donde continúa la espera de tantos que, incluso en la fatiga, pero sin desesperarse, aguardan días de paz, de seguridad y de prosperidad. Que sea consolación para Irak, atravesado por tensiones sociales, y para Yemen, probado por una grave crisis humanitaria.

Que el pequeño Niño de Belén sea esperanza para todo el continente americano, donde diversas naciones están pasando un período de agitaciones sociales y políticas. Que reanime al querido pueblo venezolano, probado largamente por tensiones políticas y sociales, y no le haga faltar el auxilio que necesita. Que bendiga los esfuerzos de cuantos se están prodigando para favorecer la justicia y la reconciliación, y se desvelan para superar las diversas crisis y las numerosas formas de pobreza que ofenden la dignidad de cada persona.

Que el Redentor del mundo sea luz para la querida Ucrania, que aspira a soluciones concretas para alcanzar una paz duradera.

Que el Señor recién nacido sea luz para los pueblos de África, donde perduran situaciones sociales y políticas que a menudo obligan a las personas a emigrar, privándolas de una casa y de una familia. Que haya paz para la población que vive en las regiones orientales de la República Democrática del Congo, martirizada por conflictos persistentes. Que sea consuelo para cuantos son perseguidos a causa de su fe, especialmente los misioneros y los fieles secuestrados, y para cuantos caen víctimas de ataques por parte de grupos extremistas, sobre todo en Burkina Faso, Malí, Níger y Nigeria.

Que el Hijo de Dios, que bajó del cielo a la tierra, sea defensa y apoyo para cuantos, a causa de estas y otras injusticias, deben emigrar con la esperanza de una vida segura. La injusticia los obliga a atravesar desiertos y mares, transformados en cementerios. La injusticia los fuerza a sufrir abusos indecibles, esclavitudes de todo tipo y torturas en campos de detención inhumanos. La injusticia les niega lugares donde podrían tener la esperanza de una vida digna y les hace encontrar muros de indiferencia.

Que el Emmanuel sea luz para toda la humanidad herida. Que ablande nuestro corazón, a menudo endurecido y egoísta, y nos haga instrumentos de su amor. Que, a través de nuestros pobres rostros, regale su sonrisa a los niños de todo el mundo, especialmente a los abandonados y a los que han sufrido a causa de la violencia. Que, a través de nuestros brazos débiles, vista a los pobres que no tienen con qué cubrirse, dé el pan a los hambrientos, cure a los enfermos. Que, por nuestra frágil compañía, esté cerca de las personas ancianas y solas, de los migrantes y de los marginados. Que, en este día de fiesta, conceda su ternura a todos, e ilumine las tinieblas de este mundo.

Queridos hermanos y hermanas:  

Renuevo mi felicitación de Navidad a todos vosotros, presentes en esta plaza, provenientes de varias partes del mundo; también a todos los que, desde diferentes países, nos siguen a través de la radio, la televisión y otros medios de comunicación. Os agradezco vuestra presencia en este día de alegría.

Todos estamos llamados a dar esperanza al mundo, anunciando con palabras y sobre todo con el testimonio de nuestra vida que nació Jesús, nuestra paz.

Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Os deseo un buen almuerzo de Navidad! Hasta pronto.

martes, 24 de diciembre de 2019

La Navidad es la sonrisa de Jesús



En nuestra Navidad no puede ser una ausencia del mismo Jesús: ¡Jesús! ¡En la Navidad nos juntamos a celebrar el nacimiento de Nuestro Señor ! Si ponemos el eje en nosotros mismos, es posible que la pasemos mal.

Si ponemos el eje en los otros, nos va a costar mucho fingir un estado de ánimo que no tenemos. Pero si ponemos la mirada en Jesús, entonces todo se hace más llevadero. «Todo lo puedo en Aquél que me conforta» (Fil 4, 13). «Conocer a Jesús para vivir en Jesús».

¿Tenemos una pelea en la Familia? ¡Llevémosla al Niño Dios! ¿Tenemos a alguien que se ha alejado de nosotros? ¡Pongámoslo en las manos de Mamá María! ¿Hay divisiones en nuestra familia? ¡Pues dejemos que la Sagrada Familia se haga cargo!

Si  de veras queremos sanar nuestros corazones, si ponemos a Jesús en el centro de la Navidad, y nos preparamos espiritualmente para su nacimiento, entonces sí es posible que Jesús nazca en nuestros corazones. Si Jesús pudo nacer al lado de un buey y un burro, ¿Cómo no va a nacer dentro del corazón del burro más grande que soy yo?

Su venida para amar

El tiempo de Navidad son tiempos especiales para dar amor. Si podemos tener la actitud de Jesús, que siendo rico se hizo pobre, y que siendo Todo se hizo casi nada, entonces tendremos garantizada una Navidad plena de alegría y amor.

El papa Francisco dijo, el primer domingo de Adviento: «Jesús nos exhorta a estar preparados para su venida […] velar no significa tener los ojos materialmente abiertos, sino tener el corazón libre y orientado en la dirección correcta, es decir, dispuesto a donar y a servir. El sueño del que debemos despertar está constituido por la indiferencia, por la vanidad, por la incapacidad de instaurar relaciones genuinamente humanas, de hacerse cargo del hermano solo, abandonado o enfermo».

Como propósito para este tiempo podríamos ponernos a rezar por aquellos que nos hirieron. O pedir perdón a aquellos a los que nosotros herimos. Visitar a los presos en la cárcel o visitar a los enfermos en los hospitales. Ser nosotros mismos «un poco Jesús», y llevar su mensaje de paz, de amor, de reconciliación para que esta Navidad sea verdaderamente una Santa Navidad.

lunes, 23 de diciembre de 2019

Maestro de la Orden Mensaje de Navidad del Maestro de la Orden de Predicadores

Roma, 22 de diciembre de 2019
Aniversario de la Confirmación de la Orden de Predicadores

«Non temere, Maria, perché hai trovato grazia presso Dio.
Ecco concepirai un figlio, lo darai alla luce e lo chiamerai Gesù»
Lucas 1, 30-31 (Traducción de la CEI)

Queridos hermanos y hermanas,

  Mientras les escribo este mensaje de Navidad, me sorprendió descubrir tardíamente que aquí en Roma hay una inspiradora esposición de arte titulada “Ai nati oggi” (A todos los niños nacidos hoy) de Alberto Garutti, que se exhibe desde el 2 de julio de 2019 hasta el 6 de enero de 2020, con este anuncio:

Los faroles de la Piazza del Popolo
están conectados con la maternidad del Policlínico Agostino Gemelli.
Cada vez que la luz parpadea, significa que nace un niño. 
La obra está dedicada a ese niño y a todos los niños que hoy nacen en esta ciudad.

  La palabra para dar a luz en italiano es dare alla luce, y en español, dar a luz, que significa literalmente, “dar a la luz”. En mi lengua filipina, la palabra es isilang, que se refiere al “Este” (silangan) y comparte la idea de ser dado a la luz, y está próxima a la expresión inglesa “to orient“. Nacer significa, pues, entregarse a la luz, salir de las tinieblas seguras del vientre materno y luego abrir gradualmente los ojos a un mundo más luminoso y más grande. 

  Cuando la Madre Santa dio a luz a Jesús, no sólo llevó a su Hijo a la luz (es decir, dare alla luce, dar a luz), sino que trajo la Luz a nuestro mundo ! El Evangelio de Juan proclama a Jesús como la Luz del género humano, la Luz que resplandece en las tinieblas… una Luz que las tinieblas no pueden vencer (Juan 1:4-5). Sin duda, la Navidad es la época en que las noches más largas ceden gradualmente el paso a días más largos (al menos en el hemisferio norte). Pero la oscuridad es parte de la Navidad. La alegría incompleta que sentimos en la Navidad no nos dice que el espíritu de la Navidad no está con nosotros. Nos hace darnos cuenta mas bien de que la Navidad llega a un mundo que anhela un Mesías que pueda sanar sus heridas. 

  A veces, tendemos a “esterilizar” los detalles inquietantes de la historia de Navidad. El belén en nuestras iglesias y conventos parece ser una imagen tierna y cálida de una familia amorosa y pacífica. Pero si hacemos una pausa y reflexionamos, nos damos cuenta de que debe haber sido extremadamente doloroso para José no tener un hogar en su ciudad natal, porque no pudo encontrar un solo pariente que pudiera darles una habitación para pasar la noche, por lo que tuvieron que buscar una habitación en una posada. Probablemente, los parientes de José lo rechazaron por tener una esposa joven que quedó embarazada incluso antes de casarse. Debe haber sido terriblemente difícil para María dar a luz a un niño en un establo maloliente y tener para su Hijo un pesebre como cama. Debe haber sido aterrador saber que un rey que se siente inseguro amenaza a su hijo recién nacido y ordena la muerte de tantos niños inocentes. El Evangelio del día de Navidad habla de que el mundo rechaza a Aquel a quien más necesitan: Vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron (Juan 1, 11). Hay un “lado oscuro” de la Navidad. No importa cuán grandes o pequeños sean, la tristeza y el vacío que sentimos incluso durante el día de Navidad son parte de ese lado oscuro que tenemos que reconocer para permitir que Jesús, nuestra LUZ, brille a través de esa oscuridad. 

  En la Carta Apostólica Admirabile Signum, el Papa Francisco explica cómo las ruinas de edificios antiguos se convirtieron en parte del belén: “Estas ruinas parecen estar inspiradas en la Leyenda Áurea del dominico Jacopo da Varazze (siglo XIII), donde se narra una creencia pagana según la cual el templo de la Paz en Roma se derrumbaría cuando una Virgen diera a luz. Esas ruinas son sobre todo el signo visible de la humanidad caída, de todo lo que está en ruinas, que está corrompido y deprimido. Este escenario dice que Jesús es la novedad en medio de un mundo viejo, y que ha venido a sanar y reconstruir, a devolverle a nuestra vida y al mundo su esplendor original” (AS 4, el subrayado es mío).

  La Navidad no es sólo una celebración, sino una misión. Hay una historia maravillosa de un hombre que una vez estuvo ante ante Dios con el corazón roto por el dolor por la injusticia en el mundo. “Querido Dios”, gritó, “mira todo el sufrimiento, la angustia y la desesperación de tu mundo. ¿Por qué no envías ayuda?” Dios respondió: “Ya envié ayuda, yo te envié.” Pero incluso antes de que Dios nos envíe, Él ha enviado a su propio Hijo. Dios envía la mejor ayuda. Y Jesús nos invita a compartir su trabajo y su misión. El envío del Hijo por el Padre en la primera Navidad continúa: “como el Padre me ha enviado, así os envío yo”.

  Que la luz de Cristo resplandezca a través de nosotros,
para disipar la oscuridad que nos rodea, dentro de nosotros.
¡Bendita Navidad para vosotros y para todos vuestros seres queridos!

Vuestro hermano,

Fr. Gerard Francisco Timoner III, OP
Maestro de la Orden

Pregón de Navidad



Os anunciamos, hermanos, una buena noticia,
una gran alegría para todo el pueblo;
escuchadla con corazón gozoso.

Habían pasado miles y miles de años
desde que, al principio, Dios creó el cielo y la tierra
e hizo al hombre a su imagen y semejanza;
y miles y miles de años desde que cesó el diluvio
y el Altísimo hizo resplandecer el arco iris,
signo de alianza y de paz;
en el año 752 de la fundación de Roma;
en el año 42 del imperio de Octavio Augusto,
mientras sobre toda la tierra reinaba la paz,
en la sexta edad del mundo,
hace más de 2.000 años,
en Belén de Judá, pueblo humilde de Israel,
ocupado entonces por los romanos,
en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada,
de María virgen, esposa de José,
de la casa y familia de David,
nació Jesús,
Dios eterno,
Hijo del eterno Padre y hombre verdadero,
llamado Mesías y Cristo,
que es el Salvador que los hombres esperaban.

domingo, 22 de diciembre de 2019

SALUDO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS NIÑOS Y FAMILIAS DEL DISPENSARIO "SANTA MARTA"

¡Buenos días a todos!

¡Estos niños, estos niños hacen cosas maravillosas! ¡Estoy feliz, me alegro de verte hacer esto! ¡Tú también canta bien, muy bien! Eres bueno Y el pastel parece bueno ... ¿Podemos comerlo? Sí? Todos juntos ... ¿O estamos esperando? Esperemos, es más prudente ...

Tú también, gracias por traer a los niños aquí. Darle alegría a los niños es algo muy grande. Incluso los padres cuando saben jugar con niños hacen algo muy grande. Jugar con niños, la expresión de niños inocentes, prometedores, muchas cosas buenas ... Gracias por esta reunión.

Y ahora una cosa. Leí en estas tres cajas que trajeron los Reyes Magos, tres palabras: Esperanza, Amor y ... ¿qué fue? ... [los niños gritan: ¡Paz!] Ah, ¿no se escribió una guerra? ... [ los niños dicen: ¡No!] ¿Estás seguro? [los niños responden: ¡Sí!] ¿Qué es más bello, la guerra o la paz? [los niños gritan: paz!] ¿Estás seguro? ¿No es la guerra más bella? ¿Qué hace la guerra? ¡Fuerte tú! [un niño dice: Destruye] Mata, mata ... La guerra mata la vida, mata a los ancianos, jóvenes, niños, mata todo. Pero para derrotar la guerra, se necesita amor. ¿Cómo puedes vivir sin guerra? Con amor Todos juntos! ¿Cómo puedes vivir sin guerra? [todos: Con amor]. ¿Cómo? [todos: Con amor]. Paz, amor ... ¿y cuál fue el tercero? [los niños dicen: esperanza]. Aquí, sigue con esperanza. Siempre mira hacia el futuro, mira hacia el horizonte, con la esperanza de que siempre venga un mundo mejor del Señor, y también de nuestro trabajo. Digamos las tres palabras: esperanza, amor, guerra ... ¡ah, no! ¿Cómo? [los niños dicen: paz!] Ah, lo siento. Esperanza, amor y paz. En otra ocasión, todos! [los niños gritan: ¡Esperanza, amor y paz!]

Has sido bueno Gracias! Felicitaciones! Gracias a ustedes padres por estar aquí ya todos los que ayudaron en esta fiesta. Ahora tengo que ir al Ángelus y rezaré por ti, y tú rezas por mí. Está bien? ¡Hola! Gracias.

viernes, 20 de diciembre de 2019

Carta de Navidad 2019, Carta de Navidad del prior provincial de la Provincia de Hispania, Fr. Jesús Díaz Sariego

El diálogo que somos a la luz de Jesucristo

“Casa de Jacob, venid;
caminemos a la luz del Señor” (Is2, 5)

Queridos hermanos,

  “Casa de Jacob, venid; caminemos a la luz del Señor”. Con estas palabras de Isaías iniciábamos el tiempo litúrgico del Adviento. Ellas atraparon mimente y corazón durante estas últimas semanas. De manera recurrente venían una y otra vez en los distintos lugares por los que he transitado estos díasporlos compromisos provinciales adquiridos. Cuando me dispongo a escribiros esta Cartade Navidad brotan de nuevo y, como si de un hilo conductor se tratasen, no puedo despegarme fácilmente de ellas.

  Sumergidos ahora en la celebración del Misterio de la Encarnación escuchamos de nuevo el anuncio del ángel: hoy en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Este anuncio envuelve con su luz el camino trazado por el profeta y constata el cumplimiento de lo prometido. Se nos brinda una vez más la oportunidad de celebrar la presencia ‘de la luz verdadera que ilumina a todo hombre’.Por ello cantamos a una sola voz: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres amados por Él! Sin duda alguna, hay nacimientos que merecen la alegría del ‘Gaudete’, al seguir ofreciendoen nuestro tiempo la intensa comunicación de un Dios que en María ha ‘dado a luz’; la luz del encuentro de lo divino con lo humano y viceversa; la luz de la Palabra y de la cohesión. No en vano, como dice san Ireneo, ‘la gloria del hombre es Dios; el hombre, en cambio, es quien recibe de Él susabiduría’.

  Pero, ¿cómo poner en relación esta gloria divinacon la ‘tierra y sus anhelos de paz’? ¿Cómo percibir que somos amados por Él? Más aún, ¿cómo vernos implicados en lo que la encarnación de Dios nos ofrece y entrega? En estas cuestiones percibo el deseo profético de ‘caminar en la luz’, pero con las mediaciones humanas. Al fin y al cabo, somos nosotros los que transitamos por el camino que la vida nos marca. ¿Cómo caminar bajo la luz de Dios interactuando durante la travesía con Él y con los demás? Me vino entonces a la mente la expresión, no por filosófica menos teologal,del diálogo que somos. Me refiero a lo que nos constituye de veras o,en todo caso, a lo que nos ayuda a ser más humanos. Un empeño nada fácil, pero apasionante.

  Pretendo, por tanto, ofrecer una reflexión sobre lo que recibimos de un Dios hecho hombre; sobre su diálogo y luz para elcamino. Si a ello añadimos la experiencia personal de amor que nos ofrece Jesucristo, las posibilidades deesediálogollegana su mayor plenitud; de este modo podemos enunciarlo ya dicho: Eldiálogo que somos a la luz de Jesucristo. Sigamos adelante conla reflexión navideña, aunque sea por un camino poco convencional...

I. El diálogo que somos...
  El diálogo que somos no es una expresión propia, basta observar la cantidad de publicaciones en diversos ámbitos del pensamiento para descubrir que se ofrece como un título recurrente. Por algo será. Es una afirmación muy apetecible para los pedagogos y educadores. Cómo no para los que buscan fundamentos éticos en toda buena comunicación. Quizás menos para los políticos. En todo caso, una expresión necesaria, ‘imprescindible’, para los predicadores. Pero yo ahora la retomo del libro de unode nuestros mejores filósofos, Fr. Juan Manuel Almarza, hoy día muy enfermo en una de lasenfermerías provinciales. Vaya con este gesto mi reconocimiento y agradecimiento a todos y cada uno de los frailes enfermos en la Provincia. El mismo autor siempre nos decía, con cierto sentido del humor,que ‘se sentía orgulloso del título que había puesto a su tesis doctoral por la riqueza espiritual del contenido que expresa, al ofrecerse como una puerta para entrar y saliren la exploración de los misterios de la vida, así como una palabra-guía, para enmendar el camino’, apostillaba.

  Hablamos del diálogo que somosdesde la experiencia diaria, en nuestro estar aquí y ahora, en nuestra historia personal y comunitaria. Es bien sencillo. Loque quiero interpelar se refiere a la comunicación. No por estar más conectados estamos mejor comunicados. Todo depende de los niveles de comunicación que tengamos con nosotros mismos (nos conocemos menos de lo que parece), con los demás miembros de la comunidad. Pero también con el mundo que nos rodea, sus problemas y preocupaciones, sus injusticias y sufrimientos, sus heridas y esperanzas. En definitiva, el diálogo que somostiene que ver también con la comunicación con Dios. Desde el misterio de la encarnación no podemos decir que estamos bien comunicados con Élsino estamos adecuadamente comunicados con nosotros mismos y con los demás. Mucho menos sino nos dejamos interpelar por el diálogo que nos abre almundo, especialmente al que proviene de aquellos que están en una situación de mayor vulnerabilidad; me refieroa los que prestan especial atención las Bienaventuranzas.

  ¿Cómo percibir que somos amados por Dios en su encarnación desde la puesta en práctica del diálogo que nos descubresu nacimiento? Lo hemos podido constatar a lo largo del Adviento, y ahora durante el periodo de Navidad, en los textos bíblicos de la Liturgia. Esta Palabra reiteradamente denunciala injusticia de todo tipo,las dificultades incluso para nacer y sobrevivir. Los personajes bíblicos de la Navidad acogen especialmente este último mensaje. Ante ellas muestran más bien una actitud contemplativa y activa, al mismo tiempo,desde la novedad que percibende Diosen Jesús. En su experiencia, eldiálogo que somos se vuelve más personal, intransferible, único ante Dios, pero responsable ante los demás. Fijémonos, sino, en la actitud de José, de María, de los que acuden a Belén paraadorar al Niño, etc.Todo un aprendizaje para nosotros.

El beso de la Palabra
  No debe extrañarnos esta expresión. No en vano después de leer el Evangelio en cada Eucaristía besamos la Palabra que acabamos de proclamar. El día de Navidad besamos, en actitud de adoración, al Niño que acaba de nacer. La experiencia cristiana de la fe también nos ha enseñado lo que significa el ‘beso de la paz’. ¿Por qué no hablar, entonces,del ‘beso de la Palabra?’. Me ha llamado la atención, cuando he intentado buscar en otras fuentes del pensamiento la importancia del ‘beso’, encontrarme con un numeroso elenco de referencias sobre este gesto humanoy su fuerza de humanización. Veamos algunas referenciasque ahondan en ello.

  De todos es conocida la obra del pintor austriaco Gustav Klimtdenominada precisamente ‘El beso’. Klimt pintó este cuadro en un momento de auténtica crisis vital. En una de sus cartas confesó su propia angustia con estas palabras: ‘o soy demasiado viejo, o demasiado nervioso o demasiado estúpido, algo debe estar mal’. Desde su más profunda crisis brota una de las obras de arte más bellas, más reproducida y admirada. Algo tan cotidiano como el beso se convierte en fuente de inspiración para cuantos necesitan un gesto compasivo de encuentro, de liberación, de aceptación. Al besar el Evangelio que hemos proclamado nos dejamos besar porla Palabra que contiene. Al besaral Niño que ha nacido en Belén nos dejamos besar por su tierna acogida. En fin... al besar la tierra que pisamosmostramos nuestra especial vinculacióna ella. Todo, o casi todo, puede estar mal, pero nos basta un gesto de aceptación y acogida para reiniciar y serenar nuestro diálogo con la realidad que nos circunda.

  En un sentido parecido se expresa Pedro Villarejoen su novelaLa luz mentida. Memoria y cárceldel arzobispo Carranza. ¡Por cierto! Un relato novelado que muestra con creces cómo ‘la mejor novela es la vida’. Quizás nuestra vida tenga algo de novelesco. El autor, al narrar el encarcelamiento de Fr. Bartolomé de Carranza,a quien la inquisición sometió a un proceso judicial acusado de herejía, muestra lo interesante y extraordinario que tiene la vida de cada cual. En la vida de cada uno, eso nos muestra también el misterio de la Navidad, siempre existen dimensiones que impresionan y dejan huella, aunque puedan resultarnosduras e incomprensibles.

  Este relato narra la dificultad que el prisionero Carranza encuentra cuando quiere entablar una conversación con sus propios carceleros. El texto no tiene desperdicio. Dice así: “¡Cuántas veces quise preguntar a mis custodios quiénes eran de verdad, que preferían...! Yo había aprendido en los muchos tratos con los hombres el lenguaje de los movimientos, pero como mis carceleroslos tienen tan rutinariamente acompasados, me resultaba difícil desde ellos saber si son amados, si tienen hijos y cómo les besan, cuáles pueden ser sus aventuras o sus secretos. Quizá, lo único que les importa de verdad sea vivir. Vivir simplemente, como si las demás hermosuras no las tuvieran al alcance”. ¿No tendremos aquí un criterio pastoral nada desdeñable? ¿Cómo hablar a los que nos resultan más alejados,por las razones que sean, si no sabemos ‘si son amados, si tienen hijos y cómo los besan’? Un modo de decir que poco conocemos de ellos, aunque los hayamos encasillado bajo el calificativo de ‘alejados’ con todas las caracterizaciones que solemos añadir a la palabra. ¿Alejados... de qué y de quién?

  Sin embargo, incluso con aquellos que la Iglesia ha calificado de ‘alejados’ y, en algunos casos adversos o contrarios, podremos encontrarnos; aunque nos veamos amenazados por su lejanía. Si hemos recibido ‘el beso de la Palabra’ no hay frontera posible que nos limite, porque para Dios en el que nutrimos el diálogo que somos, el otro –aunque diferente o incluso contrario- tiene más de próximo que de extraño. Así nos lo descubre, en todo caso, el poeta Hölderlin. Algunos dijeron de este poeta que había recibido ‘el beso del lenguaje’. Su vida, en un momento dado taciturna y desencajada, lograba no obstante transmitir profundidad e intensidad comunicativa en sus relatos literarios. Había logrado que la palabra interactuara con su propia naturaleza. En uno de sus más conocidos fragmentos poéticos, refleja no solamente la esencia de la poesía, sino también la esencia de la conversación entre los seres humanos y con Dios. Me atrevería a decir que también expresa la profundidad con la que la Navidad nos invita a dialogar con no importa quién. Vivir la vida y comunicarla, es nuestra vocación en la Orden de Predicadores, es experimentar cosas, nombrarlas, descubrirlas en los otros afinando la lengua y el oído. En una de sus preciosas poesías así lo refleja:

“Muchas cosas ha experimentado el hombre.
A muchas celestiales ha dado ya nombre.
Desde que somos Palabra-en-diálogo
y podemos oírnos los unos a los otros”.

Palabra-en-diálogo
  La Palabra-en-diálogo tiene que ver con la puesta en acción de la vida cotidiana. Se trata también de hacer posible el diálogo que somos en las relaciones interpersonales, en los trabajos apostólicos, en los compromisos evangélicos con los que más sufren por cualquier motivo o causa. Cada vez que ponemos la Palabra-en-diálogo, cada vez que logramos oírnos los unos a los otros la encarnación de Dios, en cierto sentido, tiene lugar. Este paso de la Palabra y sus lenguajes a la realidad de la carne conecta con nuestra propia realidad. Cada uno de nosotros somos, en cierto sentido, una suma de experiencias vitales. En unas hemos sufrido, y mucho. En cambio, en otras nos habremos reconfortado.

Me gusta especialmente el modo que tiene Vicenta Castro Cambón, en una de sus poesías, para expresarlo. Comprendemos mejor el mensaje poético que se nos transmite cuando sabemos que la poetisa argentina había quedado ciega desde los seis años de edad padeciendo, al mismo tiempo, serias deformaciones en su columna y una incipiente sordera. Su relato poético habla por sí mismo:

Por la calle vamos, un niño me guía.
Su pequeña mano sostiene la mía;
peligro y tropiezos me advierte con celo
y el camino hacemos contentos los dos.
Él, porque los niños no saben de duelo;
yo, porque en mi noche de angustia infinita
¡a Dios busco y hallo y en la manecita
de mi guía beso la mano de Dios!

  Un niño nos guía. En él besamos la mano de Dios. Las representaciones de los nacimientos nos lo recuerdan. Recogen la vida diaria de los distintos personajes que en ellos colocamos. Todos ellos ante el Niño que adoran y contemplan. Besan su mano como guía, expresión del diálogo interior de cada uno de ellos. Las representaciones humanas del Belén quisieran expresar el diálogo de la humanidad con el misterio de Dios hecho hombre.

  ¿Qué buscamos nosotros en cada nacimiento que contemplamos?: un placer estético, una curiosidad que se asombra, un deleite que descansa, un entretenimiento, una búsqueda del ingenio, una contemplación del misterio... No importa. En cada uno de esos motivos hay un diálogo que se despierta; aquél que aquiete nuestro interior en cada momento.

Oírnos los unos a los otros
  El diálogo que somos nos ayuda a imaginar lo que debe sentir el otro, cómo debe sufrir (especialmente el desprecio); nos ayuda a practicar la empatía. Pero esto no basta para curarnos en el mal y el pecado. Es preciso establecer un diálogo, entrar en una conversación que es la que puede llegar a cambiar de mentalidad y que es además lo propiamente humano. Negarse a hablar con otros, considerándolos a la exclusión, sin preocupación por conocer ni sus razones ni sus sentimientos, es enfermar de humanidad, que es una enfermedad grave, si las hay, como diría Adela Cortina.

  Solemos decir, como he escuchado en una bella homilía de Adviento a uno de nuestros hermanos, que ‘dos no se pegan si uno no quiere’. No hay que forzar mucho el refrán castellano para decir que ‘dos no se entienden si uno no quiere’. Durante el Adviento hemos oído en la Palabra de Dios cómo los sacerdotes y ancianos preguntan a Jesús poniendo a prueba su autoridad. Jesús les responde con otra pregunta. Pero los sacerdotes y ancianos no buscan entrar en un diálogo, sino más bien blindar sus opiniones interiores y Jesús no entra en ese juego. No están dispuestos a ejercer el poder de oírse unos a los otros. Oírse para reconocer la voz del interlocutor, pero también para identificar lo que hay de sagrado en quien nos interpela cuando nos ofrece su palabra. Aquella que sale de dentro, que tiene mensaje y comunica. Jesús mismo nos enseña a dialogar despojándonos de los propios intereses, haciéndonos capaces para escuchar y responder, buscando la verdad y no tanto las opiniones pasajeras y del momento.

En la actualidad constatamos la preocupación recurrente por la falta de diálogo y de entendimiento. Se quiere vencer más que convencer. No estamos generando, a este respecto, la pedagogía necesaria que permita a las personas entenderse más allá de sus disensos y puntos de vista. A lo largo de este último trimestre del año hemos tenido la oportunidad de visualizar en la gran pantalla la última película de Amenábar Mientras dure la guerra. Es un tema recurrente en las diversas artes. Quizás porque aún no hemos cerrado la herida del desencuentro. En dicho film se recogen en el guion, con ciertas licencias, las palabras de Unamuno en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, aquel fatídico 12 de octubre de 1936, cuando entonces se celebraba ‘el día de la raza’. La crítica cinematográfica recogía en sus valoraciones estas palabras del profesor, que hicieron historia, en su improvisado discurso: ‘vencer no es convencer. Para convencer hay que persuadir y para persuadir se necesita razón y derecho en la lucha’.

He de recordar aquí, cómo no, a todos aquellos que en la Provincia persuaden, con razón y derecho, la lucha diaria en favor de los más desfavorecidos y empobrecidos. Esta lucha adquiere especial valor en las instituciones de solidaridad y justicia que tenemos y en aquellas otras en las que participamos junto con otros en favor de las mismas causas y derechos. Como afirmaba Aristóteles el hombre se caracteriza por tener ‘logos’ que quiere decir ‘razón’ y ‘palabra’. El ‘logos’ es el que le sirve para hablar sobre lo justo y lo injusto, construyendo con ello la casa y la ciudad. Oírnos los unos a los otros conlleva ‘razón’ y ‘palabra’, cualidades de lo humano, que cuando brotan del diálogo que somos, expresan su mejor nobleza.

II. ... A la luz de Jesucristo
¡Sí! Todo ello a la luz de Jesucristo. Por eso ahora hemos de decir algo sobre la segunda parte de nuestra reflexión. Quiero sugerir algo sobre la luz; cuando la experimentamos en la claridad de las ideas y sentimientos, en la nitidez de las cosas, en el horizonte luminoso de la vida, entonces nuestra predisposición al diálogo con la palabra y el encuentro se vuelve distinta. No deja de sorprendernos la fuerza que tiene la Navidad cuando nos prepara a la novedad de un nacimiento. Todo nacimiento nos evoca, en cierto sentido, la luz, porque es alumbramiento.

Han pasado ya casi treinta años desde que fr. José Antonio Solórzano escribiera un precioso libro con el ánimo, nos decía, de despertar la curiosidad por conocer la vocación dominicana. Para los que ya permanecían en ella pretendía, no sé si esto también estaba en la mente del autor, ‘despertar la memoria’ del amor primero, del nacimiento a la vida dominicana. El libro lleva por título, fácil de retener, Por qué la luz no dobla las esquinas. Un paisaje interior dominicano. Cuando me dispongo a decir algo sobre la luz, no sé por qué, me vinieron al recuerdo algunos pasajes de este libro. Lo había leído y releído varias veces. Incluso lo había recomendado hace un tiempo a jóvenes curiosos por entrar un poco más en los hilos del corazón que todos tenemos cuando se dispone a buscar un camino vocacional. ¡En fin! que me perdone el autor; pero como suelen decir, un libro editado ya no le pertenece del todo. Pertenece al lector intrépido que lo acoge e interioriza. Desde esta apropiación indebida me permito retomar algunas de sus reflexiones, por cierto, muy lúcidas sobre el misterio de la luz que nos envuelve.

‘Cuando no hay nada todavía hay luz’
  Quizás el mayor misterio de la luz esté en lo que los científicos descubren en el ‘campo del vacío: cuando no hay nada todavía hay luz’. Una constatación cargada de sentido para lo que aquí nos ocupa. La Navidad es un derroche de luz interior cuando nos disponemos a contemplar el misterio que nos envuelve. Parece que en el nacimiento del Hijo de Dios no hay nada especial. Por no haber, no hay ni posada. Todo resulta demasiado sencillo e intrascendente. Sin embargo ¡Cuánta luz en torno...!

  Las teorías de la luz nos sugieren de forma elocuente dimensiones de la Navidad que enriquecen la vida y la vocación, ya que si la luz está compuesta y se transmite por ‘ondas’ expansivas como el sonido (dicen algunos), entonces tiene la fuerza de la palabra, de la Palabra iluminadora, de la Palabra hecha luz, de la Luz hecha Palabra en medio de las tinieblas. Pero, si la luz, en cambio, es un conjunto de partículas en expansión (como defienden otros), entonces y sólo entonces tiene la fuerza de la cohesión, de la unidad, de la presencia viva, de la filiación, de la concreción en la carne, en la carne de Alguien y de algunos. Las reflexiones del evangelista Juan sobre la luz de la Palabra no se alejan demasiado de estas teorías sobre la luz.

  Efectivamente. Quisiéramos caminar a la luz del Señor apoyando nuestra vida en la fuerza de la Palabra y en la fuerza de la cohesión interior y fraterna. Ambas fuerzas son capaces de integrar lo incierto. Palabra y cohesión, dos términos primordiales y, por lo tanto, como diría Martin Buber, ‘indicando relaciones’. De esto se trata, de despertar relaciones, de manejar adecuadamente la incertidumbre, de cuidar la vocación, de relacionarse adecuadamente con los otros.

‘Dar a luz’
  ‘Dar a luz’ tiene que ver con el amor de nuestros padres. Dolores Aleixandre, en sus profundas reflexiones sobre la experiencia de Dios en la mujer, nos viene a decir que el amor de los padres es la experiencia relacional universalmente reconocida como la más honda, verdadera y gratuita. Es un amor que no reclama nada a cambio y sus manifestaciones van más allá de todo cálculo. Por eso no es de extrañar que Dios haya acudido a ella para nacer como hemos nacido nosotros.

  Prepararse para celebrar un nacimiento no es cualquier cosa, resulta apasionante. Nacer es venir al mundo, recibir existencia, empezar a ser, emerger... ¿Podríamos imaginar todo esto en nuestro propio nacimiento? Quizás nuestras madres tendrían mucho que decirnos al respecto. En cualquier caso ‘dar a luz’ es iniciar el diálogo que somos. Se escribía a este respecto no hace mucho en un diario de ámbito nacional que ‘dar a luz’ muestra, precisamente a través de la metáfora de la luz, la inmensa felicidad que puede experimentar una mujer, al ser protagonista en primera persona del gran milagro de la vida.

  Quizás el nacimiento de Dios en Jesús nos hace protagonistas en primera persona del gran milagro de la vida. ¿Somos conscientes de esto? Tomar conciencia de ello conlleva algunas implicaciones para nosotros, quizás compromisos personales y comunitarios. Me atrevo a señalar tres de ellos: el mirar expresivo, el hablar melodioso y el tocar convincente. ‘Dar a luz’ conlleva estos compromisos.

  La mirada vincula de manera nueva. Es expresión de acogida. La primera necesidad personal que todos tenemos es la de ser mirados, bien mirados por aquellos que nos acogen. El hablar, porque la palabra es ya melodía y expresión. Prepara para la escucha. El hablar melodioso, aquél que no hiere ni se deja herir. El tacto, el más corporal de los lenguajes. Su caricia expresa el realismo del amor y de la asistencia. Todo esto es lo que hace una madre, casi de forma espontánea y natural, ante su recién nacido. La madre, en cierto sentido, modela los aspectos humanos del hijo al que ha dado a luz y toma parte en su estilo de ser, de vivir, de actuar. La experiencia táctil, visual, acústica procura una comprensión de nosotros mismos; otorga un contenido al diálogo que somos. Por eso la intensa relación madre-hijo afecta a nuestro crecimiento en relaciones de confianza.

La luz de Dios es Jesucristo
  La luz de la Navidad es el nacimiento de Jesús, su encarnación. No lo olvidemos, “ningún hombre ha revelado al hombre mejor que Jesucristo. Nadie se ha acercado a él con tanta verdad y ternura. Toda la justicia, los consuelos, los amores y las esperanzas de los seres humanos han tenido y tienen en el Maestro su punto de encuentro y de paraíso”. La experiencia de la fe así lo descubre y formula. Si es así, por qué no decir que Él es la Luz que marca el camino de la vida, como así nos relata la novela, ya mencionada, La luz mentida. Decir que Él es la Luz resulta relativamente fácil. Creer en ello no es demasiado difícil, basta quizás un poco de confianza. Pero comprender lo que decimos cuando lo afirmamos ya resulta harina de otro costal. Todo lo referido a la luz de un nacimiento no deja de ser aún en nuestros días un enigma para todos. Ahí lo dejo.

  En los próximos días recibiréis un libro recientemente publicado y que lleva por título La mística dominicana. Su autor, fr. Vicente Cudeiro González, nos va presentando a varios personajes de la historia de la Orden poniendo de manifiesto cómo en sus vidas, habiendo nacido a la vocación dominicana e inspirados por la luz de Dios que ha marcado el camino de su vida, se disponen a ofrecer lo que ellos y ellas contemplaron en su propia carne. No es una novela. Es un estudio biográfico, contextual, histórico, acude a sus fuentes debidamente justificadas. Otro modo de verter en la palabra biografiada de cada uno la Palabra encarnada que experimentamos y vivimos.

  Vaya este obsequio navideño como un ‘obsequio espiritual’, como así lo menciona el autor, a todos vosotros hijos de santo Domingo para que en la luz de Dios que se hace presente en la vida de los que nos precedieron logremos alcanzar, si cabe, una mayor plenitud del diálogo que somos a la luz de Jesucristo. Dios, a pesar de todo, ‘se hizo carne’ para nuestra salvación.

¡Feliz Navidad!

Madrid, 20 de diciembre de 2019