martes, 31 de octubre de 2023

Martes de la 30ª semana del Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8,18-25):

Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un dia se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvados. Y una esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Cómo seguirá esperando uno aquello que ve? Cuando esperamos lo que no vemos, aguardamos con perseverancia.

Palabra de Dios

Salmo 125,R/. El Señor ha estado grande con nosotros

Santo Evangelio según san Lucas (13,18-21):

En aquel tiempo, decía Jesús: «¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas.»

Y añadió: «¿A qué compararé el reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Dicen que se puede tener la certeza absoluta de que las semillas que no se plantan nunca florecerán ni darán fruto. Y, con eso, se podría decir con certeza prácticamente absoluta que la masa sin levadura no fermentará, no subirá. Pero resulta que, ni semilla ni levadura se ven, ni llaman la atención. Y por eso, quizá no nos guste mucho ser semilla o levadura enterrada sin aparente pena ni gloria. Es más bonito tener algún brillo. El problema con el brillo es que eventualmente se apaga. Y además, no se ha oído de ningún “brillo” que haya dado fruto, si no ha ido acompañado por lo escondido. Lo bueno de las semillas enterradas y de la levadura amasada es que, al final, resultan ser signos del Reino de Dios.

Pero ser enterrado, y casi peor, ser amasado, es doloroso y algo amargo. Y es que ¡nadie se entera! No hay reconocimiento, ni casi agradecimiento. Nos gustaría más hacer un poco más de ruido. Pero es normal que, para que haya fruto o haya pan, tenga que haber semilla enterrada y levadura amasada. Y eso ocurre en el silencio.

Es la situación de la madre o padre a quien no le gusta cocinar, pero cocina cada día del año para que su familia pueda vivir y crecer. O la de los abuelos que cuidan de los nietos a veces a “caso hecho”. En otro tiempo, habría sido la de los monjes amanuenses que copiaban la Biblia y textos litúrgicos letra a letra y coma a coma. Y es la de cada uno de nosotros cuando decimos una palabra amable, sonreímos a alguien, hacemos un favor sin esperar recompensa, acompañamos a un anciano o enfermo…Como efecto de onda expansiva, esas cosillas enterradas, silenciosas y aparentemente mínimas y sin importancia, van cambiando el día, la vida de otras personas. En el momento, nadie lo aprecia o siquiera se entera. Pero,  a la larga, dan fruto y fruto abundante. Pero exigen esperanza y paciencia. Los frutos no se dan de la noche a la mañana como quizá a veces quisiéramos.

Sí; se puede decir que hay una certeza absoluta de que, sin esas semillas y levadura, las cosas no pueden ir bien. Tres medidas de levadura pueden hacer fermentar toda la masa. Una semilla enterrada puede dar paso al Reino de Dios. “Por vuestros frutos os conocerán”, dice el Señor. Y así, una mujer de Nazaret un día dijo simplemente “hágase”. Abrió la puerta al Reino de Dios y desde ahora la bendecirán todas las generaciones. Si eso no fuera fruto y pan para el mundo, estaríamos todos perdidos. Afortunadamente, por el poder de Dios, lo es.

¿En qué momentos has visto los frutos de una acción escondida y silenciosa, tuya o de alguien cercano?

lunes, 30 de octubre de 2023

Lunes de la 30ª semana del Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8,12-17):

Estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente. Pues si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis. Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.

Palabra de Dios

Salmo 67,R/. Nuestro Dios es un Dios que salva

 Santo Evangelio según san Lucas (13,10-17):

Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar.

Al verla, Jesús la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.» Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios.

Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente: «Seis días tenéis para trabajar; venid esos días a que os curen, y no los sábados.»

Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: «Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?»

A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.

Palabra del Señor

Compartimos:

El miedo paraliza. Es una experiencia común. Atenaza, enmudece, encoge el corazón. Pero es que el miedo es muy razonable ante las cosas que a menudo nos rodean: miedo al futuro; incertidumbre económica, inestabilidad social y política… ¿Quién nos puede reprochar tener miedo?

Y luego, tenemos también miedo al abandono de amistades y familiares si es que nos atrevemos a expresar una postura contraria… Tememos al “qué dirán”, a la crítica, al insulto.

En cierto modo, como la mujer del evangelio de hoy, estamos atados y bien atados. Y quizá por más de 18 años. Y no es solo cuestión de un nudo fácil de desatar. Se trata de lazos fuertísimos, que se ataron hace tanto tiempo que ahora no se desatan fácilmente: sólo se pueden cortar a cuchillo. O, incluso si solo fueran sean hilos y no cuerdas, como diría santa Teresa, no nos dejan volar.

La primera lectura de hoy nos dice que no se nos ha dado un espíritu de temor. Es decir, que hace ya tiempo que, por la vida, muerte y resurrección de Cristo, estamos desatados. Se nos ha dado un espíritu de fortaleza y amor. Falta nos hace en este mundo.

Estar desatados seguramente no significa que no haya dudas, incertidumbres y dolores de cabeza. Más bien significa que se nos ha dado tener una confianza radical. La confianza radical significa saber que otras manos, otros labios, otras fuerzas, dirigen las nuestras. Los brazos, los labios y las fuerzas de Aquel que nos alcanzó la libertad total. Son los que, a pesar de todos los pesares, nos hacen levantarnos una y otra y otra vez y ser libres.

La libertad no significa en realidad que los temores se ahuyenten, sino que se pueden atar. Los lazos serán ahora cautivos de esa libertad alcanzada con la confianza radical. Tampoco significa una imprudencia “desenfrenada” que no mira límites y se lanza a cualquier cosa sin pensar. Ni significa una descarada expresión de todo lo que se nos pasa por la cabeza, o de lo último que ha llamado la atención a nuestra sentimentalidad. Es, más bien, una libertad que mira de frente a la realidad, reconoce límites y peligros y, decididamente, ejerce una confianza radical e ilimitada. Es la libertad de andar enderezado, con la cabeza alta, con la dignidad de los coherederos de Cristo; con el temor bajo los pies, atado y bien atado, por el Señor que hace maravillas.

¿Qué ataduras sientes en este momento? ¿Qué temores? ¿Escuchas la palabra que te invita a enderezarte, a dominar esos temores? ¿En qué momentos has sentido la liberación? 

sábado, 28 de octubre de 2023

Domingo 30º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Primera lectura

Lectura del libro del Éxodo (22,20-26):

Así dice el Señor: «No oprimirás ni vejarás al forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto. No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque, si los explotas y ellos gritan a mí, yo los escucharé. Se encenderá mi ira y os haré morir a espada, dejando a vuestras mujeres viudas y a vuestros hijos huérfanos. Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero, cargándole intereses. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo.»

Palabra de Dios

Salmo 17,R/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1,5c-10):

Sabéis cuál fue nuestra actuación entre vosotros para vuestro bien. Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la palabra entre tanta lucha con la alegría del Espíritu Santo. Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya. Desde vuestra Iglesia, la palabra del Señor ha resonado no sólo en Macedonia y en Acaya, sino en todas partes. Vuestra fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la acogida que nos hicisteis: cómo, abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro.

Palabra de Dios

Santo Evangelio según san Mateo (22,34-40):

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?» Él le dijo: «"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Hoy, nos recuerda la Iglesia un resumen de nuestra “actitud de vida” («De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas»: Mt 22,40). San Mateo y San Marcos lo ponen en labios de Jesucristo; San Lucas de un fariseo. Siempre en forma de diálogo. Probablemente le harían al Señor varias veces preguntas similares. Jesús responde con el comienzo del Shemá: oración compuesta por dos citas del Deuteronomio y una de Números, que los judíos fervientes recitaban al menos dos veces al día: «Oye Israel! El Señor tu Dios (...)». Recitándola se tiene conciencia de Dios en el quehacer cotidiano, a la vez que recuerda lo más importante de esta vida: Amar a Dios sobre todos los “diosecillos” y al prójimo como a sí mismo. Después, al acabar la Última Cena, y con el ejemplo del lavatorio de los pies, Jesús pronuncia un “mandamiento nuevo”: amarse como Él nos ama, con “fuerza divina” (cf. Jn 14,34-35).

Hace falta la decisión de practicar de hecho este dulce mandamiento —más que mandamiento, es elevación y capacidad— en el trato con los demás: hombres y cosas, trabajo y descanso, espíritu y materia, porque todo es criatura de Dios.

Por otro lado, al ser impregnados del Amor de Dios, que nos toca en todo nuestro ser, quedamos capacitados para responder “a lo divino” a este Amor. Dios Misericordioso no sólo quita el pecado del mundo (cf. Jn 1,29), sino que nos diviniza, somos “partícipes” (sólo Jesús es Hijo por Naturaleza) de la naturaleza divina; somos hijos del Padre en el Hijo por el Espíritu Santo. A san Josemaría le gustaba hablar de “endiosamiento”, palabra que tiene raigambre en los Padres de la Iglesia. Por ejemplo, escribía san Basilio: «Así como los cuerpos claros y trasparentes, cuando reciben luz, comienzan a irradiar luz por sí mismos, así relucen los que han sido iluminados por el Espíritu. Ello conlleva el don de la gracia, alegría interminable, permanencia en Dios... y la meta máxima: el Endiosamiento». ¡Deseémoslo! 

San Simón y San Judas, apóstoles

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (2,19-22):

Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.

Palabra de Dios

Salmo 18,R/. A toda la tierra alcanza su pregón

 Santo Evangelio según san Lucas (6,12-19):

En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

Palabra del Señor

Compartimos:

Nosotros podemos quejarnos, aparentemente, porque hoy en día pocos tienen la gracia de ver al Señor en vivo y en directo. No son frecuentes las visiones, que las hay, y los santos hablan de ellas. Podemos quejarnos, digo, porque no tenemos la suerte que tuvieron los apóstoles. Pero me pregunto si a nosotros nos serviría de algo ese encuentro con Cristo. Me explico. Cuando el rico Epulón, después de su muerte, pidió poder avisar a sus hermanos, se le dijo eso de que ya tenían la Ley y los profetas, y que por eso no hacían falta apariciones de difuntos, para advertirles. Y nosotros tenemos cada semana, cada día, si queremos, esa posibilidad de ver al Señor, presente en la Eucaristía, en la Palabra, en la Comunidad (donde 2 o 3 se reúnen en mi nombre, allí estoy Yo...), en los que sufren, en los pobres...  Son muchos, y no los apreciamos suficientemente, los momentos y lugares donde el Señor se hace presente. Que el recuerdo de estos santos apóstoles nos abra los ojos, para poder decir, también nosotros, que hemos visto al Señor, y queremos seguirle.

La elección de los doce según Lucas va precedida de una noche de oración, en intimidad con Dios, en apertura al misterio y en un simbólico y tradicional lugar de encuentro con la transcendencia: la montaña. El fruto de esta noche intensa se ve al amanecer. Jesús, desde su encuentro con el Padre, ofrece al mundo el obsequio de la salvación y el envío de los apóstoles. Estos —siempre según Lucas—, a partir de esa mañana, ya no se identifican con el gran número de los discípulos, de entre los cuales han sido escogidos. Son parte de un círculo más íntimo, con el encargo de una misión especial. Jesús es el centro de este cuadro. A su alrededor los doce, después el gran grupo de los discípulos y finalmente una muchedumbre.

Todos pueden ser conciudadanos del mismo y naciente Reino de Dios. Pablo da una réplica del marco de elección de los doce cuando dice que, como miembros de la familia de Dios, estamos edificados sobre el cimiento de los apóstoles y Cristo es la piedra angular. Podemos sentir desde aquí la cercanía de ese instante —desconcertante para los doce entonces y para nosotros hoy— y sabernos eslabones de una cadena de liberación universal, de un edificio singular, de una nueva humanidad, traspasando tiempo y lugares.

Hoy es buen día para subir a la montaña y encontrarnos con el Dios de Jesucristo. En intimidad con Él, con un intenso encuentro, nos mostrará cómo estamos cimentados en la roca de los apóstoles.


viernes, 27 de octubre de 2023

Viernes de la 29ª semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (7,18-25a):

Sé muy bien que no es bueno eso que habita en mí, es decir, en mi carne; porque el querer lo bueno lo tengo a mano, pero el hacerlo, no. El bien que quiero hacer no lo hago; el mal que no quiero hacer, eso es lo que hago. Entonces, si hago precisamente lo que no quiero, señal que no soy yo el que actúa, sino el pecado que habita en mí. Cuando quiero hacer lo bueno, me encuentro inevitablemente con lo malo en las manos. En mi interior me complazco en la ley de Dios, pero percibo en mi cuerpo un principio diferente que guerrea contra la ley que aprueba mi razón, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mi cuerpo. ¡Desgraciado de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo presa de la muerte? Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, y le doy gracias.

Palabra de Dios

Salmo 118,R/. Instrúyeme, Señor, en tus leyes

Santo Evangelio según san Lucas (12,54-59):

En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: «Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer? Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Interpretar los signos de los tiempos implica discernir lo que el Espíritu pide a la Iglesia hoy. En tiempos difíciles, tener la mirada clara, para poder dar una respuesta adecuada a lo que el mundo necesita hoy, en este momento concreto de la historia. Eso exige también la participación y la implicación en la vida eclesial. En lo que nos toca más de cerca, la Iglesia local, tu parroquia, tu diócesis… Y en el plano universal, en lo que se refiere a toda la Iglesia, lo que dice el Papa, lo que dicen las Conferencias de Obispos…

Deberíamos conseguir que nuestro estilo de vida, la forma de actuar y reaccionar ante los problemas, las celebraciones y el anuncio de la Buena Nueva de Cristo testimonie quiénes somos de verdad, seguidores del Señor resucitado. Que, mirándonos, nuestros hermanos vean nuestra comunión, el servicio, la Eucaristía y la comunidad misionera. Todo sobre lo que, durante este mes, en Roma, reflexionan y discuten en el Sínodo sobre la Sinodalidad. Sigamos rezando por los participantes, para que de sus trabajos salga una Iglesia más capaz de interpretar lo que pasa alrededor y reaccionar evangélicamente.

Al final, en el último día, tendré que rendir cuentas ante el Señor. Lo sé, y me esfuerzo por responder cada día en las cosas pequeñas. Ahí estoy. En la lucha. Ojalá tú también puedas decirle al Señor, cuando llegue tu hora, que has querido siempre seguir hacia delante. Ya sabes, con la ayuda de Dios, todo es posible. Hasta morir en paz, perdonando, en medio de la persecución. Que María, la Madre, que de sufrimiento entiende algo, nos enseñe a decir hágase en mí según tu Palabra.

jueves, 26 de octubre de 2023

Jueves de la 29ª semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (6,19-23):

Uso un lenguaje corriente, adaptándome a vuestra debilidad, propia de hombres; quiero decir esto: si antes cedisteis vuestros miembros como esclavos a la inmoralidad y al desorden, para el desorden total, ponedlos ahora al servicio de la justicia para vuestra santificación. Cuando erais esclavos del pecado, la justicia no os gobernaba. ¿Qué frutos dabais entonces? Frutos de los que ahora os avergonzáis, porque acaban en la muerte. Ahora, en cambio, emancipados del pecado y hechos esclavos de Dios, producís frutos que llevan a la santidad y acaban en vida eterna. Porque el pecado paga con muerte, mientras que Dios regala vida eterna por medio de Cristo Jesús, Señor nuestro.

Palabra de Dios

Salmo  1,R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor

 Santo Evangelio según san Lucas (12,49-53):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla.¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»

Palabra del Señor

Compartimos:

El Reino muchas veces no deja indiferente. Por eso, el Señor nos previene ante los conflictos que se nos pueden presentar. Y ahí podemos aportar algo: permitir que reine el irenismo, una paz falsa, basada en la falta de valor para afrontar los problemas, o podemos enfrentarnos a las pruebas con la fuerza del Espíritu.

El Espíritu que nos ayuda a sentir la paz y el amor de Dios. Actuar como Dios quiere puede traer problemas, incluso dentro de la familia o de la comunidad. A la hora de elegir un estado de vida, v.gr., casarse o no, profesar en una Congregación o no, aceptar o no un soborno, criticar o no a un compañero de trabajo o de clase… De esas decisiones depende, muchas veces, la aceptación que podamos tener en nuestro entorno. O el rechazo. Ahí, en cada decisión diaria, nos jugamos mucho. Frente a los demás, y frente a Dios.

Por eso a veces es necesario echarle valor a la vida, para poder dar vida a los otros, hablar de lo que Cristo vino a traer al mundo, dar testimonio y que el testimonio sea verdadero. Para poder hablar de la verdadera paz, que es más que la ausencia de guerras. Sobre todo, ahora, cuando a nuestro alrededor hay un clima de tanta violencia. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor, nos dice el salmo de hoy. En eso hay mucha verdad. Hace falta confiar mucho, para poder ver claro en nuestra vida.

Un detalle más. San Pablo, que era un santazo, (con palabras de mi maestro de novicios), usaba un lenguaje corriente, para que todos pudieran entenderlo. También es muy importante hoy, cuando falta mucha base religiosa en el mundo, presentar el mensaje de forma accesible. Un estilo de vida cercano, con un hablar comprensible, sin palabras raras, para todos. Como lo hacía Jesús. Como lo han hecho muchos santos a lo largo de la historia de la Iglesia.

miércoles, 25 de octubre de 2023

Miércoles de la 29ª semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (6,12-18):

Que el pecado no siga dominando vuestro cuerpo mortal, ni seáis súbditos de los deseos del cuerpo. No pongáis vuestros miembros al servicio del pecado, como instrumentos para la injusticia; ofreceos a Dios como hombres que de la muerte han vuelto a la vida, y poned a su servicio vuestros miembros, como instrumentos para la justicia. Porque el pecado no os dominará: ya no estáis bajo la Ley, sino bajo la gracia. Pues, ¿qué? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la Ley, sino bajo la gracia? ¡De ningún modo! ¿No sabéis que, al ofreceros a alguno como esclavos para obedecerle, os hacéis esclavos de aquel a quien obedecéis: bien del pecado, para la muerte, bien de la obediencia, para la justicia? Pero, gracias a Dios, vosotros, que erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquel modelo de doctrina al que fuisteis entregados y, liberados del pecado, os habéis hecho esclavos de la justicia.

Palabra de Dios

Salmo 123,R/. Nuestro auxilio es el nombre del Señor

 Santo Evangelio según san Lucas (12,39-48):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»

Pedro le preguntó: «Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?»

El Señor le respondió: «¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Somos administradores de la gracia de Dios, y no podemos actuar como queramos, sino como Dios quiere. Aunque parezca que el amo está lejos, que Dios no se da cuenta de nada, que no se entera, todo lo que hacemos tiene consecuencias. Por eso es tan importante saber vivir para los demás, no sólo para uno mismo, y obrar con amor, sin violencia. Si vivimos así, estaremos más cerca del Maestro, cada uno con su vocación específica, pero todos dentro del mismo espíritu.

Esto se refiere a cada uno de nosotros. Puede ser que tú no tengas muchos cargos o muchas cargas, pero sí has recibido muchos dones, materiales o espirituales, de parte de Dios. Ahí te juegas mucho de tu respuesta a Él. Hay que elegir a quién servir, al pecado, para la muerte o la obediencia, para la justicia. Y esa elección la debemos hacer cada día. Cada mañana, cuando nos levantamos, aceptar la amistad de Dios y vivir con sus normas.

Pedro le preguntó a Jesús si la parábola iba por ellos o por los demás. Buena pregunta. Es más fácil pensar que se refiere a los otros. Pero está bien claro: al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá. Si Pedro esperaba una respuesta diferente, le quedó claro que el único privilegio del seguidor de Jesús es el privilegio del servicio.

Como a Pedro, estas palabras me preocupan, porque me siento agradecido por todo lo que he recibido. Sé que ha sido mucho. Y mucho tengo que dar a los demás. Como un criado fiel, sé lo que tengo que hacer, aunque no siempre lo haga como debería. Debo estar siempre en vela. Debemos estar así. Que el Señor me encuentre preparado. Que nos encuentre preparados. Merece la pena. Es para toda la vida. Para ésta y para la vida eterna.

martes, 24 de octubre de 2023

Martes de la 29ª semana del Tiempo

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (5,12.15b.17-19.20b-21):

Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron. Si por la transgresión de uno murieron todos, mucho más, la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, sobró para la multitud. Por el delito de un solo hombre comenzó el reinado de la muerte, por culpa de uno solo. Cuanto más ahora, por un solo hombre, Jesucristo, vivirán y reinarán todos los que han recibido un derroche de gracia y el don de la justificación. En resumen: si el delito de uno trajo la condena a todos, también la justicia de uno traerá la justificación y la vida. Si por la desobediencia de uno todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en justos. Si creció el pecado, más desbordante fue la gracia. Y así como reinó el pecado, causando la muerte, as! también, por Jesucristo, nuestro Señor, reinará la gracia, causando una justificación que conduce a la vida eterna.

Palabra de Dios

Salmo 39,R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tú voluntad

Santo Evangelio según san Lucas (12,35-38):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Hoy es preciso fijarse en estas palabras de Jesús: «Sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran» (Lc 12,36). ¡Qué alegría descubrir que, aunque sea pecador y pequeño, yo mismo abriré la puerta al Señor cuando venga! Sí, en el momento de la muerte seré yo quien abra la puerta o la cierre, nadie podrá hacerlo por mí. «Persuadámonos de que Dios nos pedirá cuentas no sólo de nuestras acciones y palabras, sino también de cómo hayamos usado el tiempo» (San Gregorio Nacianceno).

Estar en la puerta y con los ojos abiertos es un planteamiento clave y a mi alcance. No puedo distraerme. Estar distraído es olvidar el objetivo, querer ir al cielo, pero sin una voluntad operativa; es hacer pompas de jabón, sin un deseo comprometido y evaluable. Tener puesto el delantal significa estar en la cocina, preparado hasta el último detalle. Mi padre, que era agricultor, decía que no se puede sembrar si la tierra está "enfadada"; para hacer una buena siembra hay que pasearse por el campo y tocar las semillas con atención.

El cristiano no es un náufrago sin brújula, sino que sabe de dónde viene, a dónde va y cómo llegar; conoce el objetivo, los medios para ir y las dificultades. Tenerlo en cuenta nos ayudará a vigilar y a abrir la puerta cuando el Señor nos avise. La exhortación a la vigilancia y a la responsabilidad se repite con frecuencia en la predicación de Jesús por dos razones obvias: porque Jesús nos ama y nos “vela”; el que ama no se duerme. Y, porque el enemigo, el diablo, no para de tentarnos. El pensamiento del cielo y del infierno no podrá distraernos nunca de las obligaciones de la vida presente, pero es un pensamiento saludable y encarnado, y merece la felicitación del Señor: «Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!» (Lc 12,38). Jesús, ayúdame a vivir atento y vigilante cada día, amándote siempre.

lunes, 23 de octubre de 2023

Nueve novicios reciben el hábito de la Orden de Predicadores en Sevilla



 El sábado 14 de octubre de 2023, nueve novicios de seis países diferentes recibieron el hábito de la Orden de Predicadores en el convento de Sevilla. La ceremonia estuvo presidida por fray Jesús Díaz, acompañado de fray César Valero.

«La vocación es la historia de un deseo, de un hambre.

Estamos aquí porque nos ha enganchado el Amor»

(fray Timothy Radcliffe) 

  Ese mismo deseo y esa misma hambre, plasmados en las palabras del que fuera Maestro de la Orden, es el que invadía (y sigue invadiendo) el interior de los nueve novicios que en la agradable tarde del sábado 14 de octubre de 2023, recibieron el hábito de la Orden de Predicadores en el Noviciado de la Provincia de Hispania en el convento de Sevilla (España). 

En esa tarde, los seis países de origen de los novicios pusieron sus ojos y sus corazones en la pequeña iglesia conventual de la ciudad hispalense, donde tuvo lugar la celebración de la eucaristía, sencilla pero cargada de gestos y emociones. Presidió fray Jesús Díaz, prior provincial de la Provincia de Hispania, acompañado por fray César Valero, vicario de la Provincia Ntra. Sra. del Rosario. Asistieron frailes de diversas procedencias, sacerdotes, familiares y amigos de los novicios que se sumaron a la comunidad de frailes de Sevilla, a las monjas de los dos monasterios y miembros de las comunidades que comparten vida y fe durante el año que dura el noviciado.

  Tras la proclamación del Evangelio, comenzaba el rito de toma de hábito, llamando a los novicios por su nombre completo al centro de la asamblea, donde el presidente les hizo la siguiente pregunta: ¿Qué pedís?, a la que ellos respondieron: La misericordia de Dios y la vuestra. Tras ello, en la homilía, el Prior Provincial invitó a los novicios y a la asamblea a tener presentes tres ideas clave sobre lo que significa y debe significar el hábito como símbolo de identidad dominicana.

  Inicialmente, señaló la buena sensación que causa el vestir «una prenda que nos embellece ante los demás, [...] nos hace un poco distintos a los ojos de los otros o que, incluso, nos ayuda a mostrar el buen tipo que creemos tener», ya que el vestido suele ser un elemento frecuente para identificar o hacer ver los rasgos de nuestra personalidad, y hasta mostrar las opciones más personales.

  A continuación, se adentró a explicar el significado del hábito en la Orden dominicana, recordando que éste «forma parte de la observancia regular», así como el hecho de que el hábito es recuerdo visible del «vínculo interior de a quién pertenecemos», aunque, como señala la sabiduría popular «el hábito no hace al monje», sino que el mejor hábito que nos ayuda a vivir como frailes es «el del corazón».

  Finalmente, remitiéndose a las lecturas del día, domingo XXVIII del Tiempo Ordinario, animó a tener presente que el hábito de los seguidores de Jesús ha de ser «la libertad y la gracia», señalando acertadamente el hecho de que ambos valores se reflejan con fidelidad en los colores del hábito dominicano (blanco y negro).

Tras la homilía, tuvo lugar la vestición de los nueve novicios con el hábito, así como una segunda postración que concluyó con el abrazo del Prior Provincial como gesto de acogida dentro de la Orden, finalizando así el rito de la toma de hábito y continuando la eucaristía. Finalizada la celebración, el prior de la comunidad invitó a todos los presentes a seguir celebrando en fraternidad tal acontecimiento con un ágape.

  Fray Diego (España), fray Florent (Benín), fray Lázaro Yoerlis (Cuba), fray Amed (Cuba), fray Jorge (España), fray Alejandro (España), fray Liberato Bee (Guinea Ecuatorial) y fray Stifer (Paraguay), pertenecientes a la Provincia de Hispania; y fray Cristhian (Colombia), perteneciente a la Provincia Nuestra Señora del Rosario, han dado en este día un importante paso para su configuración con Cristo al estilo de Santo Domingo.

  Llenos de alegría por las obras que Dios sigue realizando, pedimos a Dios con la intercesión de la Virgen del Rosario y de Santo Domingo, para que estos novicios sean perseverantes en el camino de la vocación dominicana.

Lunes de la 29ª semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (4,20-25):

Ante la promesa de Dios Abrahán no fue incrédulo, sino que se hizo fuerte en la fe, dando con ello gloria a Dios, al persuadirse de que Dios es capaz de hacer lo que promete, por lo cual le valió la justificación. Y no sólo por él está escrito: «Le valió», sino también por nosotros, a quienes nos valdrá si creemos en el que resucitó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, que fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación.

Palabra de Dios

Salmo Lc 1,69 R/. Bendito sea el Señor, Dios de Israel,porque ha visitado a su pueblo

Santo Evangelio según san Lucas (12,13-21):

En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.» Él le contestó: «Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?»

Y dijo a la gente: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.» Y les propuso una parábola: «Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Hoy, el Evangelio, si no nos tapamos los oídos y no cerramos los ojos, causará en nosotros una gran conmoción por su claridad: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes» (Lc 12,15). ¿Qué es lo que asegura la vida del hombre?

Sabemos muy bien en qué está asegurada la vida de Jesús, porque Él mismo nos lo ha dicho: «El Padre tiene el poder de dar la vida, y ha dado al Hijo ese mismo poder» (Jn 5,26). Sabemos que la vida de Jesús no solamente procede del Padre, sino que consiste en hacer su voluntad, ya que éste es su alimento, y la voluntad del Padre equivale a realizar su gran obra de salvación entre los hombres, dando la vida por sus amigos, signo del más excelso amor. La vida de Jesús es, pues, una vida recibida totalmente del Padre y entregada totalmente al mismo Padre y, por amor al Padre, a los hombres. La vida humana, ¿podrá ser entonces suficiente en sí misma? ¿Podrá negarse que nuestra vida es un don, que la hemos recibido y que, solamente por eso, ya debemos dar gracias? «Que nadie crea que es dueño de su propia vida» (San Jerónimo).

Siguiendo esta lógica, sólo falta preguntarnos: ¿Qué sentido puede tener nuestra vida si se encierra en sí misma, si halla su agrado al decirse: «Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea» (Lc 12,19)? Si la vida de Jesús es un don recibido y entregado siempre en el amor, nuestra vida —que no podemos negar haber recibido— debe convertirse, siguiendo a la de Jesús, en una donación total a Dios y a los hermanos, porque «quien vive preocupado por su vida, la perderá» (Jn 12,25).

sábado, 21 de octubre de 2023

Domingo 29º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (45,1.4-6):

Así dice el Señor a su Ungido, a Ciro, a quien lleva de la mano: «Doblegaré ante él las naciones, desceñiré las cinturas de los reyes, abriré ante él las puertas, los batientes no se le cerrarán. Por mi siervo Jacob, por mi escogido Israel, te llamé por tu nombre, te di un título, aunque no me conocías. Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí, no hay dios. Te pongo la insignia, aunque no me conoces, para que sepan de Oriente a Occidente que no hay otro fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay otro.»

Palabra de Dios

Salmo 95,R/. Aclamad la gloria y el poder del Señor

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1,1-5b):

Pablo, Silvano y Tirnoteo a la Iglesia de los tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. A vosotros, gracia y paz. Siempre damos gracias a Dios por todos vosotros y os tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordarnos sin cesar la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra esperanza en Jesucristo, nuestro Señor. Bien sabemos, hermanos amados de Dios, que él os ha elegido y que, cuando se proclamó el Evangelio entre vosotros, no hubo sólo palabras, sino además fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda.

Palabra de Dios

Santo Evangelio según san Mateo (22,15-21):

En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta.

Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es licito pagar impuesto al César o no?» Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: «Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto.»

Le presentaron un denario. Él les preguntó: «¿De quién son esta cara y esta inscripción?» Le respondieron: «Del César.» Entonces les replicó: «Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Hoy, se nos presenta para nuestra consideración una "famosa" afirmación de Jesucristo: «Lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios» (Mt 22,21).

No entenderíamos bien esta frase sin tener en cuenta el contexto en el que Jesús la pronuncia: «los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra» (Mt 22,15), y Jesús advirtió su malicia (cf. v. 18). Así, pues, la respuesta de Jesús está calculada. Al escucharla, los fariseos quedaron sorprendidos, no se la esperaban. Si claramente hubiese ido en contra del César, le habrían podido denunciar; si hubiese ido claramente a favor de pagar el tributo al César, habrían marchado satisfechos de su astucia. Pero Jesucristo, sin hablar en contra del César, lo ha relativizado: hay que dar a Dios lo que es de Dios, y Dios es Señor incluso de los poderes de este mundo.

El César, como todo gobernante, no puede ejercer un poder arbitrario, porque su poder le es dado en "prenda" o garantía; como los siervos de la parábola de los talentos, que han de responder ante el Señor por el uso de los talentos. En el Evangelio de san Juan, Jesús dice a Pilatos: «No tendrías contra mí ningún poder, si no se te hubiera dado de arriba» (Jn 19,10). Jesús no quiere presentarse como un agitador político. Sencillamente, pone las cosas en su lugar.

La interpretación que se ha hecho a veces de Mt 22,21 es que la Iglesia no debería "inmiscuirse en política", sino solamente ocuparse del culto. Pero esta interpretación es totalmente falsa, porque ocuparse de Dios no es sólo ocuparse del culto, sino preocuparse por la justicia, y por los hombres, que son los hijos de Dios. Pretender que la Iglesia permanezca en las sacristías, que se haga la sorda, la ciega y la muda ante los problemas morales y humanos de nuestro tiempo, es quitar a Dios lo que es de Dios. «La tolerancia que sólo admite a Dios como opinión privada, pero que le niega el dominio público (…) no es tolerancia, sino hipocresía» (Benedicto XVI).mos:


Sábado de la 28ª semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (4,13.16-18):

No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el mundo. Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de la e de Abrahán, que es padre de todos nosotros. Así, dice la Escritura: «Te hago padre de muchos pueblos.» Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que no existe, Abrahán creyó. Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho: «Así será tu descendencia.»

Palabra de Dios

Salmo 104,R/. El Señor se acuerda de su alianza eternamente

 Santo Evangelio según san Lucas (12,8-12):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si uno se pone de mi parte ante los hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte ante los ángeles de Dios. Y si uno me reniega ante los hombres, lo renegarán a él ante los ángeles de Dios. Al que hable contra el Hijo del hombre se le podrá perdonar, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará. Cuando os conduzcan a la sinagoga, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de lo que vais a decir, o de cómo os vais a defender. Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir.»

Palabra del Señor

Compartirmos:

Hoy, el Señor despierta nuestra fe y esperanza en El. Jesús nos anticipa que tendremos que comparecer ante el ejército celestial para ser examinados. Y aquel que se haya pronunciado a favor de Jesús adhiriéndose a su misión «también el Hijo del hombre se declarará por él» (Lc 12,8). Dicha confesión pública se realiza en palabras, en actos y durante toda la vida.

Esta interpelación a la confesión es todavía más necesaria y urgente en nuestros tiempos, en los que hay gente que no quiere escuchar la voz de Dios ni seguir su camino de vida. Sin embargo, la confesión de nuestra fe tendrá un fuerte seguimiento. Por tanto, no seamos confesores ni por miedo de un castigo —que será más severo para los apóstatas— ni por la abundante recompensa reservada a los fieles. Nuestro testimonio es necesario y urgente para la vida del mundo, y Dios mismo nos lo pide, tal como dijo san Juan Crisóstomo: «Dios no se contenta con la fe interior; Él pide la confesión exterior y pública, y nos mueve así a una confianza y a un amor más grandes».

Nuestra confesión es sostenida por la fuerza y la garantía de su Espíritu que está activo dentro de nosotros y que nos defiende. El reconocimiento de Jesucristo ante sus ángeles es de vital importancia ya que este hecho nos permitirá verle cara a cara, vivir con Él y ser inundados de su luz. A la vez, lo contrario no será otra cosa que sufrir y perder la vida, quedar privado de la luz y desposeído de todos los bienes. Pidamos, pues, la gracia de evitar toda negación ni que sea por miedo al suplicio o por ignorancia; por las herejías, por la fe estéril y por la falta de responsabilidad; o porque queramos evitar el martirio. Seamos fuertes; ¡el Espíritu Santo está con nosotros! Y «con el Espíritu Santo está siempre María (…) y Ella ha hecho posible la explosión misionera producida en Pentecostés» (Papa Francisco).

viernes, 20 de octubre de 2023

¿Seré yo, Maestro,

quien afirme o quien niegue?
¿Seré quien te venda
por treinta monedas
o seguiré a tu lado
con las manos vacías?
¿Pasaré alegremente
del «hossannah»
al «crucifícalo»,
o mi voz cantará
tu evangelio?
¿Seré de los que tiran la piedra
o de los que tocan la herida?
¿Seré levita, indiferente
al herido del camino,
o samaritano conmovido
por su dolor?
¿Seré espectador o testigo?
¿Me lavaré las manos
para no implicarme,
o me las ensuciaré
en el contacto con el mundo?
¿Seré quien se rasga las vestiduras
y señala culpables,
o un buscador humilde de la verdad?
(José María R. Olaizola, sj)

Viernes de la 28ª semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (4,1-8):

Veamos el caso de Abrahán, nuestro progenitor según la carne. ¿Quedó Abrahán justificado por sus obras? Si es así, tiene de qué estar orgulloso; pero, de hecho, delante de Dios no tiene de qué. A ver, ¿qué dice la Escritura?: «Abrahán creyó a Dios, y esto le valió la justificación.» Pues bien, a uno que hace un trabajo el jornal no se le cuenta como un favor, sino como algo debido; en cambio, a éste que no hace ningún trabajo, pero tiene fe en que Dios hace justo al impío, esa fe se le cuenta en su haber. También David llama dichoso al hombre a quien Dios otorga la justificación, prescindiendo de sus obras: «Dichoso el hombre que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le cuenta el pecado.»

Palabra de Dios

Salmo 31,R/. Tú eres mi refugio,me rodeas de cantos de liberación

Santo evangelio según san Lucas (12,1-7):

En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros.

Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea. A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.»

Palabra del Señor

Compartimos:

“Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a saberse”. Luc 12, 2. Nada escapa al conocimiento de Dios. Como dice el salmista, “Tu me sondeas y me conoces”. Hace tiempo decíamos algo así como que Dios lo conoce y lo ve todo, lo pasado, lo presente y lo futuro y hasta los más ocultos pensamientos.

Así lo aceptábamos, sin más, aunque con alguna extrañeza, pensando, (con una idea demasiado antropomórfica y absurda) que Dios que está tan por encima, que es la suma trascendencia, tenía cosas mejores que hacer que observar el vuelo de los pájaros o la caída de nuestros cabellos.

No tengáis miedo. Lo único que hay que temer es a Aquel que tiene poder para arrojar al infierno dice Jesús. Temer al único que tiene poder, puede interpretarse como temor de Dios. Que más que temer a Dios significa temer alejarse de Él, separarse, huir de su presencia… O perder la esperanza cuando nos abruma la culpa.

En el mismo pasaje del texto lucano, Jesús nos explica que la mirada de Dios sobre nosotros, los humanos es una mirada que nos otorga valor: si  conoce cada pájaro en su vuelo, cada uno de nosotros vale mucho más que muchos pájaros. Tenemos su promesa de que nada podrá separarnos de su amor (Romanos 8:38-39). Tenemos su promesa de que nunca nos dejará o desamparará (Hebreos 13:5). Nada podrá separarnos del amor de Cristo.

El Salmo responsorial en la liturgia de la Palabra de hoy nos libera del miedo: Dichoso el que está absuelto de su culpa/a quien le han sepultado sus pecados/dichoso el hombre a quien el Señor/no le apuntó el deliro/y en cuyo espíritu no hay engaño. Había pecado, lo reconocido te encubrí mi delito;/propuse: “Confesaré al Señor mi culpa”/y tú perdonaste mi culpa y mi pecado./Alegraos, justos, y gozad con el Señor;/ aclamadlo los de corazón sincero.

jueves, 19 de octubre de 2023

Jueves de la 28 Semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (3,21-30a):

Ahora, la justicia de Dios, atestiguada por la Ley y los profetas, se ha manifestado independientemente de la Ley. Por la fe en Jesucristo viene la justicia de Dios a todos los que creen, sin distinción alguna. Pues todos pecaron y todos están privados de la gloria de Dios, y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención de Cristo Jesús, a quien Dios constituyó sacrificio de propiciación mediante la fe en su sangre. Así quería Dios demostrar que no fue injusto dejando impunes con su tolerancia los pecados del pasado; se proponía mostrar en nuestros días su justicia salvadora, demostrándose a sí mismo justo y justificando al que apela a la fe en Jesús. Y ahora, ¿dónde queda el orgullo? Queda eliminado. ¿En nombre de qué? ¿De las obras? No, en nombre de la fe. Sostenemos, pues, que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley. ¿Acaso es Dios sólo de los judíos? ¿No lo es también de los gentiles? Evidente que también de los gentiles, si es verdad que no hay más que un Dios.

Palabra de Dios

Salmo 129R/. Del Señor viene la misericordia,la redención copiosa

Santo Evangelio según san Lucas (11,47-54):

En aquel tiempo, dijo el Señor: «¡Ay de vosotros, que edificáis mausoleos a los profetas, después que vuestros padres los mataron! Así sois testigos de lo que hicieron vuestros padres, y lo aprobáis; porque ellos los mataron, y vosotros les edificáis sepulcros. Por algo dijo la sabiduría de Dios: "Les enviaré profetas y apóstoles; a algunos los perseguirán y matarán"; y así, a esta generación se le pedirá cuenta de la sangre de los profetas derramada desde la creación del mundo; desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, que pereció entre el altar y el santuario. Sí, os lo repito: se le pedirá cuenta a esta generación. ¡Ay de vosotros, maestros de la Ley, que os habéis quedado con la llave del saber; vosotros, que no habéis entrado y habéis cerrado el paso a los que intentaban entrar!»

Al salir de allí, los escribas y fariseos empezaron a acosarlo y a tirarle de la lengua con muchas preguntas capciosas, para cogerlo con sus propias palabras.

Palabra de Señor

Compartimos:

Creo que en este momento está muy extendida la idea de un Jesús todo dulzura, compasión, acogida, amabilidad, capacidad para el diálogo… Sin duda así se presentó, en muchos momentos, ante los que vivieron cerca y “lo tocaron” hace dos milenios. Así se presentó a los pobres y limpios de corazón, me parece. Por eso, pasajes de los Evangelios como el que escuchamos hoy nos sobresaltan con una dureza inusitada.

Una dureza dirigida, precisamente, a aquellos que se creen (o nos creemos) guardianes de la ley, poseedores de la verdad, del juicio y de la ciencia. El Dios “todo misericordia y ternura” rechaza contundentemente la doblez y la hipocresía. 

Hoy -y en las siguientes lecturas continuadas del Evangelio de Lucas- somos llamados a confrontar nuestra vida y a implorar el perdón y la ayuda de la gracia para no engañar ni engañarnos. Y es que no es fácil reconocer en uno mismo y discernir cuando las obras son el producto de una fe sincera o cuando son motivadas por razones que en nada proceden de la fe y el amor. Estamos tan tentados por la mentira que caemos en ella casi sin darnos cuenta.  Nos contamos en el número de los “buenos” mientras huímos de un examen sincero de nuestra pretendida bondad.

El final del texto evangélico de hoy dice: “Al salir de allí los escribas y fariseos empezaron a acosarlo implacablemente […] tendiéndole trampas para cazarlo con alguna palabra de su boca”.

La ceguera de escribas y fariseos los lleva a “tender trampas” a Jesús. No es posible tender trampas al que es Camino, Verdad y Vida. En el catecismo de mi infancia aprendí que “Dios no puede engañarse ni engañarnos”.  Pidámosle, con corazón sincero, vivir en la verdad.

miércoles, 18 de octubre de 2023

AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA FRANCISCO

 Plaza de San Pedro

Catequesis. La pasión por la evangelización:el celo apostólico del creyente. 23. San Carlos de Foucauld, corazón palpitante de caridad en la vida oculta.

Queridos hermanos y hermanas:

En esta catequesis sobre el celo apostólico compartimos el testimonio de san Carlos de Foucauld. Carlos vivió una juventud alejada de Dios, hasta que conoció a Jesús de Nazaret. Experimentando una conversión, pasó de ser atraído por Jesús al deseo de imitarlo, sintiéndose su “hermano pequeño”. Aconsejado por su confesor fue a Tierra Santa y, recorriendo los Santos Lugares, descubrió la llamada a vivir en el espíritu de Nazaret, pobre y oculto, manso y humilde de corazón.

Carlos dedicaba mucho tiempo a meditar el Evangelio, pero esto no lo hacía encerrarse en sí mismo, al contrario, lo impulsaba a anunciarlo a los demás. Para él, la vida eucarística era el punto de partida para la misión, por eso rezaba durante horas ante el sagrario, y encontraba la fuerza evangelizadora para ir al encuentro de las personas que no conocían a Jesús. Como “hermano universal” acogía a todos, estrechando lazos de amistad y reflejando la bondad de Jesús con gestos sencillos, gestos que transmitían paz y alegría a cuantos se encontraban con él.

SALUDOS

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. El próximo domingo celebraremos la Jornada Mundial de las Misiones. Pidamos al Señor que nos ayude a anunciar la Buena Nueva con alegría, con sencillez de corazón, al estilo de san Carlos de Foucauld. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa, Reina de las misiones, los cuide. Muchas gracias.

San Lucas, evangelista

Primera lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4,9-17a):

Dimas me ha dejado, enamorado de este mundo presente, y se ha marchado a Tesalónica; Crescente se ha ido a Galacia; Tito, a Dalmacia; sólo Lucas está conmigo. Coge a Marcos y tráetelo contigo, ayuda bien en la tarea. A Tíquico lo he mandado a Éfeso. El abrigo que me dejé en Troas, en casa de Carpo, tráetelo al venir, y los libros también, sobre todo los de pergamino. Alejandro, el metalúrgico, se ha portado muy mal conmigo; el Señor le pagará lo que ha hecho. Ten cuidado con él también tú, porque se opuso violentamente a mis palabras. La primera vez que me defendí, todos me abandonaron, y nadie me asistió. Que Dios los perdone. Pero el Señor me ayudó y me dio salud para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran los gentiles.

Palabra de Dios

Salmo 144,R/. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

Santo Evangelio según san Lucas (10,1-9):

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él.

Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios."»

Palabra del Señor

Compartimos

Mateo, en las bienventuranzas dice “Bienaventurados los pobres en el espíritu”. Lucas sin más “Bienaventurados los pobres”.  Nuestras preferencias hacia una u otra formulación, me parece que no tienen mucha importancia, pero lo de Mateo tal vez modere -como una escapatoria o coartada- la exigencia radical… y nos permita algún apego a la riqueza, con tal de que  mantengamos “en el espíritu” la pobreza. Nuestra capacidad para la hipocresía o para engañarnos a nosotros mismos es muy amplia… Pero Lucas y Mateo coinciden en recoger el mensaje tal como fue pronunciado por Jesús: el reino de los cielos pertenece a los pobres.

Sucede que la condición de la existencia de todos no es otra que la pobreza radical. Nadie se ha dado a sí mismo su existencia, sus talentos, sus posibilidades, ni y nada de lo que tenemos o creamos tener en el orden de la mera realidad física o en el ámbito del espíritu. Aferrarnos a los bienes de cualquier clase, poner en ellos la seguridad y la confianza nos aleja del reino de los cielos, nos aleja de Dios. Fácil de entender y dificilísimo de poner en práctica. Como difícil seguir al Maestro en sus amores y preferencias. Está muy bien dedicarse a las grandes causas sociales, a la acción de ayuda a los desfavorecidos, al servicio de los más necesitados. Pero ahí también podemos equivocarnos: volcados en la tarea pero llenos de vanidad por nuestras “buenas obras”, expertos en tal o cual especialidad para el desarrollo y el bienestar de las gentes pero sin amabilidad ni atención hacia los que tenemos al lado, en casa o en la puerta de al lado. ¡Cuántas formas tenemos de engañarnos!

Tendríamos que reconocer en el otro a un pobre semejante a uno mismo en su precariedad, reconocer que su pobreza más radical es la misma que la nuestra y aprender a verlo con la mirada de Jesús que encontramos en tantos pasajes del evangelio de Lucas. El relato en el que aparece la Madre del Señor con más delicadeza de matices. María la Bienaventurada que se alegra en Dios porque miró la humildad de su esclava.

martes, 17 de octubre de 2023

Martes de la 28ª semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (1,16-25):

Yo no me avergüenzo del Evangelio; es fuerza de salvación de Dios para todo el que cree, primero para el judío, pero también para el griego. Porque en él se revela la justicia salvadora de Dios para los que creen, en virtud de su fe, como dice la Escritura: «El justo vivirá por su fe.» Desde el cielo Dios revela su reprobación de toda impiedad e injusticia de los hombres que tienen la verdad prisionera de la injusticia. Porque, lo que puede conocerse de Dios lo tienen a la vista; Dios mismo se lo ha puesto delante. Desde la creación del mundo, sus perfecciones invisibles, su poder eterno y su divinidad, son visibles para la mente que penetra en sus obras. Realmente no tienen disculpa, porque, conociendo a Dios, no le han dado la gloria y las gracias que Dios se merecía, al contrario, su razonar acabó en vaciedades, y su mente insensata se sumergió en tinieblas. Alardeando de sabios, resultaron unos necios que cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes del hombre mortal, de pájaros, cuadrúpedos y reptiles. Por esa razón, abandonándolos a los deseos de su corazón, los ha entregado Dios a la inmoralidad, con la que degradan ellos mismos sus propios cuerpos; por haber cambiado al Dios verdadero por uno falso, adorando y dando culto a la criatura en vez de al Creador. ¡Bendito él por siempre! Amén.

Palabra de Dios

Salmo 18,R/. El cielo proclama la gloria de Dios

Santo Evangelio según san Lucas (11,37-41):

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa. Él entró y se puso a la mesa.

Como el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, el Señor le dijo: «Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades. ¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis limpio todo.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Hoy, el evangelista sitúa a Jesús en un banquete: «Un fariseo le rogó que fuera a comer con él» (Lc 11,37). ¡En buena hora tuvo tal ocurrencia! ¡Qué cara debió poner el anfitrión cuando el invitado se saltó la norma ritual de lavarse (que no era un precepto de la Ley, sino de la tradición de los antiguos rabinos) y además les censuró contundentemente a él y a su grupo social!. El fariseo no acertó en el día, y el comportamiento de Jesús, como diríamos hoy, no fue “políticamente correcto”.

Los evangelios nos muestran que al Señor le importaba poco el “qué dirán” y lo “políticamente correcto”; por eso, pese a quien pese, ambas cosas no deben ser norma de actuación de quien se considere cristiano. Jesús condena claramente la actuación propia de la doble moral, la hipocresía que busca la conveniencia o el engaño: «Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad» (Lc 11,39). Como siempre, la Palabra de Dios nos interpela sobre usos y costumbres de nuestra vida cotidiana, en la que acabamos convirtiendo en “valores” patrañas que intentan disimular los pecados de soberbia, egoísmo y orgullo, en un intento de “globalizar” la moral en lo políticamente correcto, para no desentonar y no quedar marginados, sin que importe el precio a pagar, ni como ennegrezcamos nuestra alma, pues, a fin de cuentas, todo el mundo lo hace.

Decía san Basilio que «de nada debe huir el hombre prudente tanto como de vivir según la opinión de los demás». Si somos testigos de Cristo, hemos de saber que la verdad siempre es y será verdad, aunque lluevan chuzos. Esta es nuestra misión en medio de los hombres con quienes compartimos la vida, procurando mantenernos limpios según el modelo de hombre que Dios nos revela en Cristo. La limpieza del espíritu pasa por encima de las formas sociales y, si en algún momento nos surge la duda, recordemos que los limpios de corazón verán a Dios. Que cada uno elija el objetivo de su mirada para toda la eternidad.

lunes, 16 de octubre de 2023

Lunes de la Semana 28 del Tiempo Ordinario

Comienzo de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (1,1-7):

Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, escogido para anunciar el Evangelio de Dios. Este Evangelio, prometido ya por sus profetas en las Escrituras santas, se refiere a su Hijo, nacido, según la carne, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo, nuestro Señor. Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Entre ellos estáis también vosotros, llamados por Cristo Jesús. A todos los de Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de los santos, os deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Palabra de Dios

Salmo 97R/. El Señor da a conocer su victoria

Santo Evangelio según san Lucas (11,29-32):

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: «Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Pedimos señales, creo, porque no sabemos ver. Seguramente porque no hemos llegado a lo que Chesterton llamó el “Asombro agradecido”. ¿Hay algo más asombroso, más milagroso, más portentoso que la Encarnación del Verbo? Pues no es posible imaginarlo. Y es de ese milagro del que brotan todos los demás milagros cotidianos. Me parece que cuando nos preguntamos el porqué de tantas cosas, en las que no atisbamos ninguna señal de Dios, olvidamos el fundamento de la fe. Olvidamos casi todo lo que repetimos cada semana en la Misa del Domingo: que por nosotros y por nuestra salvación bajó del cielo y por obra del Espíritu Santo, se encarnó en Santa María Virgen… Y que su pasión, muerte y resurrección nos alcanzó la redención. Y, lo más maravilloso, que ese sacrificio se renueva constantemente, desde que sale el sol hasta el ocaso, en la celebración de la Eucaristía.


Un ejercicio sencillo para cuando ni entendemos, ni nos aclaramos y no vemos señal alguna: entrar en la primera iglesia que encuentras a tu paso y reposar un poco el corazón frente al sagrario. Asombrarse y agradecer esa presencia milagrosa, esa señal, podría ser la consecuencia inmediata y tal vez nos lleve a ir acostumbrándonos a la hermosa sensación del asombro y el agradecimiento. Porque todo cuando existe remite al misterio. Los cielos cantan la gloria de Dios, dice el salmista. O también: todo cuanto alienta alabe al Señor. Y San Ireneo concluye: la gloria de Dios es el hombre viviente. Y nosotros, seres humanos perplejos y confusos, estamos en esa gloria, pese a todo. Pudiera ser que comenzáramos a ver señales por todas partes: en el ciclo de las estaciones, en un anochecer, en personas alegres y también en los tristes, en un gesto bondad, en un deseo de perdonar y de ser perdonado. Y siempre en vivir en la esperanza que se nos ha prometido.

 

domingo, 15 de octubre de 2023

Santa Teresa de Jesús, la monja perseguida que no se arredró

Fue tachada de «alumbrada y farsante» y hasta los carmelitas no veían con buenos ojos que una mujer cuestionara su forma de vida

De santa Teresa de Jesús todo el mundo sabe que fue una gran mística, pero no todos conocen el por qué. Y, lo que es más importante, muy pocos han descubierto su truco para llegar a la intimidad con Dios que tuvo en vida. Teresa de Cepeda y Ahumada nació en Ávila en 1515, en el seno de una familia de judíos conversos. Desde pequeña se interesó por alimentar su vida espiritual con libros y oraciones, hasta el punto de que su intuición infantil le hizo decir un día a su hermano: «Rodrigo, que hay vida para siempre, para siempre, para siempre».  


Estando en un internado resolvió entrar en el entonces bullicioso monasterio de la Encarnación, aunque por la oposición de su padre tuvo que escaparse de casa para lograr su objetivo. Tenía 20 años y quería la clausura, pero aún metida en las vanidades del mundo: con una personalidad arrolladora, estaba rodeada de monjas a cada rato y llevaba una ajetreada vida social por las muchas visitas que recibía.


Dos décadas después tuvo un encuentro con el Señor que le cambió la vida. Fue ante la imagen de «un Cristo muy llagado y que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros», recordaría más tarde. Ese fue el inicio de su conversión. Empezó a buscar a Jesús con más intensidad y lo hizo de la mano del Tercer abecedario espiritual de Francisco de Osuna y de la oración de recogimiento que practicaban los franciscanos. 


«Empezó un camino de oración en solitario dentro del monasterio, porque entonces las monjas solo compartían la oración litúrgica», afirma Catalina Sastre, madre de familia de cuatro hijos y carmelita descalza seglar. Experta en la oración según la santa y responsable de la Escuela de San José de Contemplación y Misión, Sastre destaca que Teresa «recibió el carisma de enseñar a otros a orar. Lo que vivía empezó a comunicarlo primero a su padre y luego a sus monjas más íntimas. Se dio cuenta de que esa forma de rezar entusiasmaba y que hacía crecer muy rápido en la intimidad con el Señor». 


Pronto tuvo a su alrededor en la Encarnación a 40 monjas que hacían oración como ella, y eso sentó las bases de la reforma que emprendería después dentro del Carmelo. Así, en 1562 se llevó a varias religiosas al monasterio de San José, también en Ávila, la primera de las 17 fundaciones que realizó en vida. «Ella quería pequeñas comunidades de muy pocas monjas dedicadas a la oración, que se ayudaran unas a otras en este camino, con mucho silencio que promoviera el recogimiento», afirma Catalina Sastre.


«A solas con quien nos ama»

No tardó en empezar a escribir títulos como Libro de la vida, Camino de perfección o Las moradas. Por aquel entonces no muchos se atrevían a escribir libros de oración y menos si eran mujeres, por lo que estuvo bajo la lupa de la Inquisición varias veces, de todas las cuales llegó a salir indemne. «Mientras que algunos maestros espirituales de su época enseñaban un camino equivocado, como intentar dejar la mente en blanco, Teresa se dio cuenta de que el único modo de profundizar en la oración es no apartarse nunca de la humanidad de Cristo», asegura la responsable de la Escuela de San José de Contemplación y Misión.   

¿Cómo nos enseñaría a rezar santa Teresa hoy a nosotros? «Ella no inventó un método, sino que dio simplemente unas pautas. Basta ponerse en la presencia de Jesús para “tratar a solas con quien sabemos nos ama”, como decía. Se trata de hablar con él con toda confianza, sin preparar muchas palabras. También contó los trucos que usaba para ayudar al recogimiento, como empezar con un libro o ponerse delante de una imagen, cosas muy sencillas y que en nuestra época, con tanta dispersión y tanta pantalla, nos resultan de gran ayuda», detalla Sastre. 

A Teresa la llaman la santa andariega porque recorrió España de arriba abajo fundando comunidades de religiosas orantes. En todas partes vivió persecución, pues la acusaban de «alumbrada y farsante». Los carmelitas también la perseguían, por no ver con buenos ojos que una mujer cuestionara su forma de vida. Y en las últimas semanas de su paso por este mundo llegó a ser expulsada de dos conventos que fundó ella misma años antes. Pero Teresa nunca se arredró y defendió ante unos y otros todo lo que pensaba y todo lo que vivía. Al final, murió en Alba de Tormes la noche del 4 de octubre de 1582. Así salió al encuentro de esa «vida para siempre» que ya empezó a anhelar de niña.

sábado, 14 de octubre de 2023

Domingo 28º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (25,6-10a):

Aquel día, el Señor de los ejércitos preparará para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares enjundiosos, vinos generosos. Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el paño que tapa a todas las naciones. Aniquilará la muerte para siempre. El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y el oprobio de su pueblo lo alejará de todo el país. Lo ha dicho el Señor. Aquel día se dirá: «Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara; celebremos y gocemos con su salvación. La mano del Señor se posará sobre este monte.»

Palabra de Dios

Salmo  22,R/. Habitaré en la casa del Señor por años sin término

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (4,12-14.19-20):

Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy entrenado para todo y en todo: la hartura y el hambre, la abundancia y la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo caso, hicisteis bien en compartir mi tribulación. En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su espléndida riqueza en Cristo Jesús. A Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios

 Santo Evangelio según san Mateo (22,1-14):

En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda." Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda." Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Hoy, Jesús nos muestra al rey (el Padre), invitando —por medio de sus “siervos” (los profetas)— al banquete de la alianza de su Hijo con la humanidad (la salvación). Primero lo hizo con Israel, «pero no quisieron venir» (Mt 22,3). Ante la negativa, el Padre no deja de insistir: «Mirad mi banquete está preparado, (...) y todo está a punto; venid a la boda» (Mt 22,4). Pero ese desaire, de escarnio y muerte de los siervos, suscita el envío de tropas, la muerte de aquellos homicidas y la quema de “su” ciudad (cf. Mt 22,6-7): Jerusalén.

Así es que, otros “siervos” (los apóstoles) —fueron enviados a ir por «los cruces de los caminos» (Mt 22,9): «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas...», dirá más tarde el Señor Jesús en Mt 28,19— y así fuimos invitados nosotros, el resto de la humanidad, es decir, «todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales» (Mt 22,10): la Iglesia.

Aun así, la cuestión no es sólo estar en la sala de bodas por la invitación, sino que tiene mucho que ver también con la dignidad con la que se está (el «traje de boda», cf. Mt 22,12). San Jerónimo comentó al respecto: «Los vestidos de fiesta son los preceptos del Señor y las obras cumplidas según la Ley y el Evangelio que son las vestiduras del hombre nuevo». Es decir, las obras de la caridad con las que se debe acompañar a la fe.

Conocemos que la Madre Teresa de Calcuta, salía todas las noches a las calles de Calcuta a recoger moribundos para darles, con amor, un buen morir: limpios, bien arropados y, si era posible, bautizados. Cierta vez comentó: «No tengo miedo de morir, porque cuando esté delante del Padre, habrá tantos pobres que le entregué con el traje de bodas que sabrán defenderme». ¡Bienaventurada ella! —Aprendamos la lección nosotros.