viernes, 27 de octubre de 2023

Viernes de la 29ª semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (7,18-25a):

Sé muy bien que no es bueno eso que habita en mí, es decir, en mi carne; porque el querer lo bueno lo tengo a mano, pero el hacerlo, no. El bien que quiero hacer no lo hago; el mal que no quiero hacer, eso es lo que hago. Entonces, si hago precisamente lo que no quiero, señal que no soy yo el que actúa, sino el pecado que habita en mí. Cuando quiero hacer lo bueno, me encuentro inevitablemente con lo malo en las manos. En mi interior me complazco en la ley de Dios, pero percibo en mi cuerpo un principio diferente que guerrea contra la ley que aprueba mi razón, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mi cuerpo. ¡Desgraciado de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo presa de la muerte? Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, y le doy gracias.

Palabra de Dios

Salmo 118,R/. Instrúyeme, Señor, en tus leyes

Santo Evangelio según san Lucas (12,54-59):

En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: «Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer? Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Interpretar los signos de los tiempos implica discernir lo que el Espíritu pide a la Iglesia hoy. En tiempos difíciles, tener la mirada clara, para poder dar una respuesta adecuada a lo que el mundo necesita hoy, en este momento concreto de la historia. Eso exige también la participación y la implicación en la vida eclesial. En lo que nos toca más de cerca, la Iglesia local, tu parroquia, tu diócesis… Y en el plano universal, en lo que se refiere a toda la Iglesia, lo que dice el Papa, lo que dicen las Conferencias de Obispos…

Deberíamos conseguir que nuestro estilo de vida, la forma de actuar y reaccionar ante los problemas, las celebraciones y el anuncio de la Buena Nueva de Cristo testimonie quiénes somos de verdad, seguidores del Señor resucitado. Que, mirándonos, nuestros hermanos vean nuestra comunión, el servicio, la Eucaristía y la comunidad misionera. Todo sobre lo que, durante este mes, en Roma, reflexionan y discuten en el Sínodo sobre la Sinodalidad. Sigamos rezando por los participantes, para que de sus trabajos salga una Iglesia más capaz de interpretar lo que pasa alrededor y reaccionar evangélicamente.

Al final, en el último día, tendré que rendir cuentas ante el Señor. Lo sé, y me esfuerzo por responder cada día en las cosas pequeñas. Ahí estoy. En la lucha. Ojalá tú también puedas decirle al Señor, cuando llegue tu hora, que has querido siempre seguir hacia delante. Ya sabes, con la ayuda de Dios, todo es posible. Hasta morir en paz, perdonando, en medio de la persecución. Que María, la Madre, que de sufrimiento entiende algo, nos enseñe a decir hágase en mí según tu Palabra.

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