La Fundación San Martín de Porres es una obra social de los Dominicos a favor de las personas sin hogar que nació en Madrid en el año 1962. La presencia de los frailes en el albergue desde el inicio hasta el día de hoy se sustenta en una opción clara por los pobres y desfavorecidos, a través de la acogida a las personas sin techo, conviviendo y compartiendo con ellos la vida, sus angustias y sus esperanzas. Su director, Antonio Rodríguez, aporta su testimonio para explicar cómo está viviendo la gente sin hogar y las instituciones que trabajan contra esta lacra, la crisis sanitaria provocada por el coronavirus.
Testimonio:
El pasado día 4 de marzo tuvimos una reunión de trabajo la Junta Directiva de Faciam (Federación de asociaciones que trabajan con personas sin-hogar). Entre las entidades que formamos parte de esta federación, además de nosotros, están los Hnos. de San Juan de Dios, Cáritas Madrid, Fundación Luz Casanova, Sercade, Hijas de Caridad… El responsable del Albergue de San Juan de Dios nos informó que venía de una reunión con otros directores y responsables sanitarios. Les informaron sobre la que se venía venir en relación a la pandemia y ese mismo día decidieron suspender todos los actos relativos con la festividad de San Juan de Dios, 8 de marzo, recluir en las comunidades a los frailes mayores, suspender el ingreso de nuevos usuarios en el albergue… Esta podría ser una evidencia más de cómo los responsables públicos sabían la situación que se avecinaba y, aun así, permitieron irresponsablemente las manifestaciones del 8 de marzo, partidos, mítines…
La realidad está superando los peores augirios
Nosotros, a partir de ese momento, y aunque nos parecía un poco alarmistas lo que nos trasmitieron los Hnos. de San Juan Dios, decidimos limitar al máximo nuevas incorporaciones, como medida de precaución, teniendo en cuenta que tenemos una lista de espera de más de 150 personas para poder alojarse en nuestro centro. Al final se ha demostrado que no exageraron nada, al contrario, la realidad está superando los peores augirios. La decisión fue difícil teniendo en cuenta la fuerte demanda y necesidad social que existe en Madrid. No sólo hay recursos limitados de alojamiento para nuestros sin-techo sino también para refugiados e inmigrantes, que también atendemos en nuestros recursos.
Una vez que se decretó la alarma, hemos confinado en las viviendas a todos los residentes, unas 80 personas, y en el albergue a cerca de 50 personas. Tenemos a cuatro trabajadores que contactan por teléfono con las personas que están en pisos, y todos los días salen de visita y reparten alimentos y comida preparada, ya que nuestros usuarios tienen muchas dificultades para comprar. Damos también apoyo psicológico. Por ahora, como no podría ser de otra manera, las personas en pisos tienen más problemas de convivencia por la estrechez de las viviendas, frente al albergue que dispone de amplios espacio como salas, talleres e incluso un pequeño jardín.
En el albergue, hemos sacado a todas las personas que tenían que trabajar y las hemos colocado en plazas de pisos, para que tuvieran más posibilidades de salir y entrar, y sobre todo, para no contaminar a los que nos quedamos aquí. Hemos organizado actividades ocupacionales en el albergue, y sobre todo, mantenemos un nivel de limpieza y desinfección máximo en todas las dependencias. Como gran dato positivo, el gran nivel de colaboración de mayoría de los residentes para desarrollar tareas. Lo peor, la gran cantidad de peticiones de ingreso que no podemos admitir, teniendo en cuenta la situación de caos que se han instalado en los hospitales y sobre todo en la atención con personas sin-hogar.
Nosotros no hemos podido hacer la cuarentena
En relación con la enfermedad hemos tenido a 5 trabajadores que están en casa con síntomas de la enfermedad sin diagnosticar. Nosotros no hemos podido hacer la cuarentena. Hemos lanzado una alerta sanitaria hace una semana, pero todavía nadie ha venido aquí. Al final todo el equipo de empleo (enfermos o no) están haciendo teletrabajo en casa y otros en cuarentena. Paradójicamente estamos recibiendo muchas ofertas para trabajar en servicios sanitarios o servicios sociales para cubrir bajas, en nuestro caso en ocupaciones relacionadas con mantenimiento.
El resto de los trabajadores asintomáticos está aquí organizando a los residentes y sobre todo a las personas que están en viviendas. Por ahora, tenemos a cinco residentes en observación porque tiene fiebre o algún síntoma, pero no somos profesionales sanitarios para valorar su situación. Preferimos que estén recluidos.
Lo peor un chico que tenemos en un piso que está diagnosticado como positivo, tiene una fuerte neumonía y nos han dicho que le llevemos nosotros al hospital, con el riesgo de contagio que hay ya que no disponemos de EPI (equipos de protección individual). Hemos llamado al Samur Social para hacer ese servicio y se niegan porque no disponen de equipo de protección. Ayer por la noche después de mucho insistir se acercó la ambulacia.
¿Cómo está la situación con las personas sin-hogar?
En términos generales, caótica y desesperada. A modo de resumen.
Estamos esperando que algún sanitario nos ayude a valorar a las personas enfermas. Por ahora nada. Con respecto a los test y los EPI, no han llegado al día de hoy. A un centro de salud del barrio les hemos intercambiado máscaras por guantes, ya que nos sobraban algunas máscaras y ellos que está en primera fila no tenía. No nos van a hacer por ahora prueba, ni nos van a suministrar EPI. De llegar, primero a los sanitarios y luego a la residencias de ancianos. A nuestro sector, no sabemos. ¡Pero todavía no ha llegado nada a nadie!
Si tenemos algún caso con síntomas, que les aislemos, y sólo vendrían en ambulancia cuando estuvieran graves. Por cierto, en el albergue tenemos algunas habitaciones con 6 personas que no cumplen con las normas de distanciamiento social. Eso sí, los protocolos de atención nos obligan a atenderles con EPI, que no tenemos ni podemos adquirir. En caso, de contagio es nuestra responsabilidad por no haber aplicado bien los protocolos. ¡Es increíble!
Parece ser que somos de los pocos que seguimos abiertos
El protocolo que ha sacado el Ministerio de Derechos Sociales o como se llame, dice que van a repartir comida y kits de limpieza. Pero no garantizan alojamiento. Les dicen que deben dirigirse a los servicios sociales para coordinar la respuesta a estas personas, sin darse cuenta que en este momento TODOS LOS SERVICIOS SOCIALES están cerrados. Muchos servicios de atención a personas sin-hogar, incluso algún comedor han cerrado. A pesar de nuestras restricciones que tenemos parece ser que somos de los pocos que seguimos abiertos.
Con respecto a los centros de acogida provisionales que están ofertando como IFEMA, hay problemas de convivencia. Han prometido abrir 600 plazas pero al día sólo han sido 150 y quizás el viernes otras 150 plazas. ¿Y el resto?
Por otra, ayer nos enteramos que la mayor parte de las pensiones en donde están alojados muchas personas, quizás más de 300, han cerrado y echado a la calle a los residentes. Estas personas se unen a las más 800 personas sin-techo y de un número inmenso de inmigrantes y demandantes de asilo sin vivienda. Es un caos absoluto.
Creemos que vamos a pasarlo mal
Finalmente las administraciones están cerradas, no se tramitan subvenciones, y lo más probable es que después de desastre económico se pierdan convocatorias y recursos económicos. ¿Cómo nos afectará económicamente? Pues creemos que vamos a pasarlo mal. Es seguro que como pasó en la anterior crisis desaparecerá parte del tejido asociativo ahora que más lo necesitamos.
En fin, la situación en este momento es bastante mala. Esperemos que se pueda controlar la epidemia y remontar. Lo mejor como siempre la respuesta de solidaridad de la gente, tanto de las llamadas de muchas personas solidarizándose con nosotros, o trayendo comida… y especialmente, las cerca de 140 personas que atendemos que en su gran mayoría están mostrando lo mejor de sí mismo.
Fr. Antonio Rodríguez, O.P.
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