Gracias, Señor, porque al romper la piedra de tu sepulcro
nos trajiste en las manos la vida verdadera,
no sólo un trozo más de esto que los hombres llamamos vida,
sino la inextinguible, la zarza ardiendo que no se consume,
la misma vida que vive Dios.
Gracias por este gozo, gracias por esta Gracia,
gracias por esta vida eterna que nos hace inmortales,
gracias porque al resucitar inauguraste la nueva humanidad
y nos pusiste en las manos esta vida multiplicada,
este milagro de ser hombres y mujeres y más,
esta alegría de sabernos partícipes de tu triunfo,
este sentirnos y ser hijos y miembros de tu cuerpo
de hombre y Dios resucitado.
Te queremos, Señor, Dios nuestro.
MM.Dominicas
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