El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, ha concedido una entrevista a La Nueva España en la que valora la situación en Cataluña y en el resto de España ante el referéndum ilegal de este domingo.
En ella afirma que romper el marco constitucional "de modo unilateral, cizañarlo con la insidia que enfrenta y divide, falsear con la mentira todas sus alternativas trucadas, engañar con vileza a un pueblo para hacerle cómplice de una inconfesada deriva, todo eso no sólo atenta contra el Estado de derecho, no sólo mina la convivencia a tantos niveles, desde el más elemental y doméstico, como son las familias, sino que es profundamente inmoral".
El prelado asturiano participó en la redacción del reciente comunicado de la comisión permanente del episcopado español sobre el referéndum de este domingo, y en cuanto a las críticas que ha suscitado por una supuesta tibieza, afirma que "cuando tienes que tener en cuenta tantos factores puede salirte una nota que, siendo correcta e incluyente, termina por no entenderse": "Cuando he escuchado y leído comentarios acerca de nuestra nota me parecían injustos, porque todos los temas están ahí. Pero se ha dicho de una manera tan quintaesenciada y tan neutral, que al final no ha convencido, no digo que a nadie, pero no ha ayudado a tantas personas. No es que esperaran de nosotros que organizáramos una barricada o que dijéramos '¡a las trincheras!', pero hemos hablado de una manera tan suave, tan respetuosa, que parece que estamos hablando de otra cosa distinta".
Sanz Montes apuesta por el diálogo, pero matiza: "Yo dialogo mal con los que mienten, con los que se corrompen, con los que malversan lo que es de todos para el beneficio propio, ya sea privado o de partido. Yo dialogo mal con aquéllos que hacen de la infancia y la juventud un proyecto a quince o veinte años, como se ha hecho, para transformar a una generación… Porque esto que está sucediendo ahora se empezó a trabajar hace años a través de una educación que tenía este cometido: utilizar la inocencia y vulnerabilidad, la maleabilidad, de niños y jóvenes para que ahora pudieran dar esa batalla. Cuando mientes, te corrompes, malmetes, insidias, engañas a un pueblo con alternativas trucadas, y eso está demostrado en tantas intervenciones y en tantos debates que se han puesto en marcha; si toda tu alternativa y tu legítima aspiración a la independencia está basada en este paquete de trufas, entiendo que aquí hay un delito tan grave que es inmoral; y esta inmoralidad es la que la Iglesia debe denunciar, cosa que no se deriva de modo directo de la nota de la comisión permanente de los obispos. Hay que interpretarla y, cuando practicas la exégesis con este texto, claro que llegas a estas conclusiones, pero haciendo tanto esfuerzo que casi ninguno ha llegado".
El mensaje cristiano no tiene fronteras, afirma luego el arzobispo de Oviedo, interrogado sobre si la Iglesia tiene patria. Pero "cuando hay una exclusión, cuando pones fronteras desde el púlpito y estableces un derecho de admisión, sencillamente eso termina siendo una praxis no cristiana, sino sectaria, de secta, o politiquera, de formación particular".
Por último, monseñor Sanz Montes afirma que es legítimo ser independentista, "pero no puedes aspirar a eso mintiendo, robando, insidiando, malversando, educando con ideología… porque entonces las reglas se han roto. Tú puedes decir: 'Yo quisiera una Cataluña sin España'. Perfecto, pero puesto que aspiras a eso tienes que aceptar que haya españoles que quieran una España con Cataluña. Incluso catalanes que, frente a lo que tú dices, se imaginan también una Cataluña no separada de España".
Y preguntado sobre si comete pecado un catalán que defiende el separatismo, responde así: "No, pecado no, porque es legítimo entenderte separado; eso no es ningún pecado. Tú te entiendes con una lengua y un territorio que a ti te gustaría, que incluso defenderías justamente… eso no es un pecado, es una opción política. Pero si eso lo defiendes con mentiras, con violencia, con insidia, con corrupción, con malversación, eso es lo inmoral, eso sí es pecado".
En un momento de la entrevista, el arzobispo de Oviedo invita a leer los puntos 70 a 76 de un documento de la Conferencia Episcopal Española de 2006, Orientaciones morales ante la situación actual de España, donde entre otras cosas se decía: "La unidad histórica y cultural de España puede ser manifestada y administrada de muy diferentes maneras... La Iglesia reconoce, en principio, la legitimidad de las posiciones nacionalistas que, sin recurrir a la violencia, por métodos democráticos, pretendan modificar la unidad política de España. Pero enseña también que, en este caso, como en cualquier otro, las propuestas nacionalistas deben ser justificadas con referencia al bien común de toda la población directa o indirectamente afectada. Todos tenemos que hacernos las siguientes preguntas. Si la coexistencia cultural y política, largamente prolongada, ha producido un entramado de múltiples relaciones familiares, profesionales, intelectuales, económicas, religiosas y políticas de todo género, ¿qué razones actuales hay que justifiquen la ruptura de estos vínculos? Es un bien importante poder ser simultáneamente ciudadano, en igualdad de derechos, en cualquier territorio o en cualquier ciudad del actual Estado español. ¿Sería justo reducir o suprimir estos bienes y derechos sin que pudiéramos opinar y expresarnos todos los afectados?
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