Este miembro de la familia Spencer que va camino a los altares es precisamente ancestro de dos de las personalidades más relevantes de Reino Unido en el siglo XX, aunque cada uno por motivos diferentes. Este religioso era el tío tatarabuelo de Diana Spencer, Lady Di, la que fuera esposa del príncipe Carlos y madre del príncipe Guillermo, heredero al trono, y del príncipe Harry. Justamente se cumplen ahora 40 años del anuncio de la boda de Diana y el príncipe de Gales, que se celebraría en el mes de julio de 1981.
Precisamente Guillermo, futuro rey de Inglaterra y cabeza de la Iglesia anglicana, tiene entre sus antepasados a un destacado converso al catolicismo que pronto podría ser santo para la Iglesia Católica.
Pero además, el padre Ignatius, nacido como George Spencer, fue el tío abuelo del gran héroe británico durante la II Guerra Mundial, sir Winston Churchill, primer ministro británico y uno de los grandes líderes de la historia del país.
Spencer se crio como miembro de la aristocracia inglesa, asistiendo al Eton College y al Trinity College de Cambridge, donde estudió teología antes de convertirse en sacerdote anglicano. Desde el principio, la piedad de Spencer fue evidente, y se cuenta que en su época como sacerdote en Brington visitaba atentamente a feligreses enfermos y moribundos, y distribuía comida, ropa y dinero a los pobres.
El todavía clérigo anglicano no había mostrado un particular interés hacia el catolicismo hasta que, asistiendo en París a una representación de la ópera Don Giovanni, de Mozart, le impactó la escena en la que el anti-héroe, Giovanni, seductor y blasfemo, es conducido al infierno por un grupo de demonios.
Mientras estaba volcado en el cuidado de los pobres, enfermos y moribundos se iba cuestionando sus convicciones. Empezó a estudiar todas las corrientes protestantes, desde la High Church anglicana hasta el evangelismo, y se encontró con que no lograba justificar teológica ni escriturísticamente los 39 artículos que fundamentan la confesión anglicana y, en general, los principios de la Reforma.
Fue entonces cuando se acercó a los Padres de la Iglesia: "Como muchos conversos actuales, Spencer encontró en los escritos de San Juan Crisóstomo y de San Gregorio Magno una explicación para las diferencias entre el pensamiento protestante y el pensamiento católico", afirma Kathy Schiffer en Patheos.
Contactó con sacerdotes que le animaron a seguir profundizando en la Patrística. Y conoció a Ambrose Phillips de Lisle, un recién converso al catolicismo que sin embargo acabaría teniendo problemas con la Santa Sede por el eclecticismo de sus actividades para promover la unidad de los cristianos. Pero en aquel momento fue un apoyo decisivo para Spencer, quien en 1830 dimitió de su cargo para ser recibido en el seno de la Iglesia.
Se trasladó a estudiar a Roma, donde fue publicando en un periódico la historia de su conversión. Ingresó en la congregación de los pasionistas (fundada en 1720 por San Pablo de la Cruz), donde vivió en una pobreza radical, él que provenía de la quinta familia más rica de Inglaterra.
El mismo Phillips de Lisle señala ese punto de la relevancia de su estirpe como un mérito más de su conversión: "Renunciar a los errores y prejuicios que se han absorbido desde la infancia es quizá el acto del deber más difícil que puede nunca realizar un ser humano... Rehusó a todos sus bienes y a sus perspectivas mundanas para seguir los dictados de su conciencia y alcanzar la mayor bendición: la comunión con la verdadera Iglesia de Cristo".
Se consagró a los inmigrantes irlandeses, de tanta pobreza que muchos vivían en cuevas, y expresó su deseo de morir "en una zanja, oculto y desconocido". Y lo consiguió. El hijo del Primer Lord del Almirantazgo, hermano de una institutriz de la Reina Victoria, primo del Lord Lucan que dio la célebre orden de carga a la Brigada de Caballería Ligera en la Guerra de Crimea, alumno de Eton y Cambridge, murió de un síncope en la cuneta de un perdido camino rural, cerca de Edimburgo, solo y sin nada en los bolsillos, salvo la cruz de la Pasión en el pecho, característica del hábito de su orden. Para él eso era suficiente.
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