Es una cuestión también de humildad: "Yo no puedo comprender todo", "y no tengo toda la verdad", "yo no puedo todo"...Hay una dosis de misterio en las personas, en los acontecimientos, en la historia, en mí mismo... que desborda mi inteligencia. Pero mi reacción no es el escepticismo, el cinismo o la resignación. Sino que brota la esperanza y confianza: ¡no bajaré los brazos, no porque confíe en mí, sino porque sé que estamos y estoy en buenas manos.
VIVE PARA SERVIR.
El evangelio nos recuerda que "hay más alegria en dar que en recibir". "haciendo eso poquito que está en mí", y procurando que aquellos con los que trabajamos y vivimos hagan lo mismo. Una vida así se contagia, irradia paz, alegría y sentido.
Siempre para avanzar en el camino no podemos dejar de ir creciendo:
"El amor nos hará apresurar los pasos; el
temor nos hará ir mirando adónde ponemos
los pies para no caer por el camino adonde
hay tanto en que tropezar como caminamos
todos los que vivimos". (Camino 40,1).
Nos recuerda que la energía que mueve al mundo (y a mí) es el amor. Y nos invita a la vigilancia, la sana sospecha y atención para identiicar aquellos obstáculos que me pueden paralizar o desviar.
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