martes, 30 de noviembre de 2021

Oración al Espíritu Santo

 ¡Ven, oh Santo Espíritu!: ilumina mi entendimiento, para conocer tus

mandatos: fortalece mi corazón contra las insidias del enemigo: inflama

mi voluntad… He oído tu voz, y no quiero endurecerme y resistir, diciendo:

después…, mañana. ¡Ahora!, no vaya a ser que el mañana me

falte.

¡Oh, Espíritu de verdad y sabiduría, Espíritu de entendimiento y de consejo,

Espíritu de gozo y paz!: quiero lo que quieras, quiero porque quieres, quiero

como quieras, quiero cuando quieras… 

Así sea siempre en nuestras vidas

Fiesta de San Andrés Apóstol

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (10,9-18):

Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.» Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.» Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo, si no creen en él?; ¿cómo van a creer, si no oyen hablar de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien que proclame?; y ¿cómo van a proclamar si no los envían? Lo dice la Escritura: «¡Qué hermosos los pies de los que anuncian el Evangelio!» Pero no todos han prestado oído al Evangelio; como dice Isaías: «Señor, ¿quién ha dado fe a nuestro mensaje?» Así pues, la fe nace del mensaje, y el mensaje consiste en hablar de Cristo. Pero yo pregunto: «¿Es que no lo han oído?» Todo lo contrario: «A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los límites del orbe su lenguaje.»

Palabra de Dios

Salmo 18,R/. A toda la tierra alcanza su pregón

 Evangelio según san Mateo (4,18-22):

En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: «Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Palabra del Señor

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Nosotros también hemos sido llamados por nuestro nombre para seguir al Maestro y para anunciar su Reino con total disponibilidad y dedicación; claro está, que cada uno desde su propia forma de vida cristiana, pero todos unidos por el misterio de una llamada personal que nos coloca delante del Maestro y de la urgencia de su Reino. La llamada que Jesús nos hace no es un hecho del pasado que debemos recordar con añoranza o melancolía, no, es una realidad viva y fiel, que se renueva en cada momento de nuestra vida. El Señor nos sigue diciendo hoy: “Vengan detrás de mí y os haré pescadores de hombres”.

Experimentar la gracia de ser llamados por Jesús de forma nueva nos tiene que llevar también a responder de forma nueva, es decir, dejar las redes al instante y seguirle. ¿Cuáles son las redes que debemos dejar? Las redes no son necesariamente un instrumento de trabajo que debemos abandonar, mucho menos en este contexto de crisis económica, social y sanitaria. Las redes pueden simbolizar, más bien, todos aquellos apegos que nos impiden vivir la radicalidad de nuestra vocación cristiana. A veces pueden ser cosas muy concretas: apegos, intereses, ambiciones, sueños, deseos que no coinciden con el evangelio del Señor. Otras veces pueden ser actitudes superficiales, egoístas y materialistas que nos van alejando del gozo de una llamada que nos abre las perspectivas de una vida más cristiana y apostólica.

Ojalá, que la fiesta del Apóstol Andrés, en medio del inicio de nuestra preparación para la Navidad, nos anime a todos a revalorar la dicha de haber sido llamados de forma personal por el Señor y nos atrevamos a volver a “dejarlo todo”, es decir, a recentrar toda nuestra existencia en Cristo y tomar las decisiones, que no debemos seguir postergando, para que el seguimiento de Jesús moldee toda nuestra vida y seamos portadores de un mensaje significativo e iluminador en el mundo de hoy.

lunes, 29 de noviembre de 2021

ACÉRCATE, SEÑOR

 Si algún día mi humano pensamiento

se olvida, mi Señor, de tu existencia;

si algún día se acalla en mi conciencia

la verdad de tu fiel conocimiento;


si algún día en el goce del momento

me alejo de tu mística vivencia;

si algún día razones de la ciencia

contradicen mi fe, mi sentimiento,

 

acerca tu palabra a mis oídos,

tu luz a la pupila de mis ojos,

escucha el eco virgen de mi entrega; 


acerca tu perdón a mis latidos,

tu fuego a mi maleza, a mis abrojos,

despierta a mi alma sorda, muda y ciega.

Lunes de la 1ª semana de Adviento

Lectura del libro de Isaías (2,1-5):

VISIÓN de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén. En los días futuros estará firme el monte de la casa del Señor, en la cumbre de las montañas, más elevado que las colinas. Hacia él confluirán todas las naciones, caminarán pueblos numerosos y dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob. Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, la palabra del Señor de Jerusalén». Juzgará entre las naciones, será árbitro de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, venid; caminemos a la luz del Señor.

Palabra de Dios

Salmo 121,R/. Vamos alegres a la casa del Señor.

Evangelio según san Mateo (8,5-11):

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho». Le contestó: «Voy yo a curarlo». Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace». Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».

Palabra del Señor

Compartimos:

¿Cómo hacer esto? El Evangelio de hoy nos da la clave: Jesús queda admirado de la fe “tan grande” de un centurión romano que le reconoce como Señor y se fía plenamente de su palabra. En contraste con esta actitud, Jesús lamenta la poca fe del Pueblo elegido; quizá, sus altas expectativas mesiánicas y sus muchos conocimientos teológicos se convirtieron en buenas excusas para no reconocer con sencillez a Jesús y no abrirse a la novedad del Evangelio. Jesús termina afirmando: “vendrán muchos de oriente y occidente a sentarse en el banquete del Reino de los cielos”.

El Adviento es tiempo para renovar nuestra fe. Un nuevo año litúrgico sólo podrá ser fecundo en nosotros si leemos la Palabra de Dios con una fe viva como la del Centurión, que sea capaz de despertarnos para reconocer la presencia del Señor en lo sencillo de cada día y creer en la fuerza curativa y transformadora de su amor. A veces teorizamos tanto nuestra fe en Jesús, que diluimos la fuerza real que ella tiene en la vida del que se abre a ella. Estamos llamados a vivir una fe solidaria, como la del Centurión, que nos saque del estrecho mundo de nuestras propias necesidades para comprometernos con los necesitados que tenesmo cerca. Una fe soñadora y comprometida, que crea de verdad eso que dice la primera lectura: “de las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor”. ¡Que tengamos un buen inicio del nuevo Año litúrgico!

domingo, 28 de noviembre de 2021

¿Qué nos hace decir el texto?

Mantenerse despiertos.Mantenerse de pie. Ante Ti, Señor, mantenerme despierto.

Despierto frente a las trampas del ego. Despierto frente a las justificaciones mezquinas.

Despierto frente a los miedos poco razonables. Despierto junto a los que cultivan el cuidado. Despierto junto a los que ofrecen misericordia. 

Despierto junto a los que siembran esperanza. Ante Ti, Señor, mantenerme en pie.

En pie con la dignidad humilde de los hijos de Dios. En pie con la fe de quien se sabe en buenas manos. En pie con la autenticidad de saberse habitado por tu amor.

En pie junto a los que ansían vida auténtica. En pie junto a los que no pueden más con su vida.

En pie junto a los que llaman a Dios, sea cual sea su lengua. Ante Ti, Señor, despierto, en pie.

Herido.

Pero no aniquilado en las batallas contra las estupideces de uno mismo.

No es fácil vivir y vivirse en los escombros hostiles de la cultura que vivimos. Sanado.

Pero con cicatrices que pudieran supurar amargura aún. No es fácil reconocer las sombras de la propia biografía.

Derribado. Pero con suficientes cimientos para seguir algo erguido.

No es fácil mantener las referencias, los mapas, las convicciones. Levantado. Pero tembloroso, minusválido, dolorido.

No es fácil la perseverancia entre abrojos y soledades.Rodeado de ruidos. Incansables, contumaces, abrasivos.

¿Dónde, dónde encontrar silencio, el necesario silencio de santidad?

Ante Ti, Señor, despierto, en pie.

Resistente. Esperanzado.

Porque creo saber que mereces la pena. Ante Ti, Señor, despierto, en pie.

Resistir anhelando vida en abundancia, crea la nueva cultura que tanto necesitamos.

Resistir cuidándose y cuidando la vida alimenta nueva cultura que tanto anhelamos.

Resistir creando momentos, situaciones y espacios de santidad, anuncia la nueva cultura que siempre, siempre, siempre

ha estado incipiente en los bienaventurados de toda lengua, cultura,situación.

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO

 Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de la Liturgia de hoy, primer domingo de Adviento, es decir, el primer domingo de preparación para Navidad, nos habla de la venida del Señor al final de los tiempos. Jesús anuncia acontecimientos desoladores y tribulaciones, pero precisamente en este punto nos invita a no tener miedo. ¿Por qué? ¿Porque todo irá bien? No, sino porque Él vendrá. Jesús regresará, Jesús vendrá, lo ha prometido. Dice así: “Tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación” (Lc 21,28). Es bueno escuchar esta palabra de aliento: animarse y alzar la cabeza, porque precisamente en los momentos en que todo parece acabado, el Señor viene a salvarnos; esperarlo con alegría incluso en medio de las tribulaciones, en las crisis de la vida y en los dramas de la historia. Esperar al Señor. Pero, ¿cómo levantar la cabeza, cómo no dejarse absorber por las dificultades, los sufrimientos y las derrotas? Jesús nos muestra el camino con una fuerte llamada: "Estén atentos para que sus corazones no se agobien [...]. Estén atentos orando en todo momento" (vv. 34, 36).

“Estén atentos”, la vigilancia. Detengámonos en este importante aspecto de la vida cristiana. De las palabras de Cristo observamos que la vigilancia está ligada a la atención: estén atentos, vigilen, no se distraigan, es decir, ¡estén despiertos! La vigilancia significa esto: no permitas que tu corazón se vuelva perezoso y que tu vida espiritual se ablande en la mediocridad. Ten cuidado porque se puede ser "cristiano adormecido" —y nosotros lo sabemos: hay tantos cristianos adormecidos, cristianos anestesiados por la mundanidad espiritual— cristianos sin ímpetu espiritual, sin ardor en la oración, que rezan como papagayos, sin entusiasmo por la misión, sin pasión por el Evangelio. Cristianos que miran siempre hacia adentro, incapaces de mirar el horizonte. Y esto nos lleva a "dormitar": a seguir con las cosas por inercia, a caer en la apatía, indiferentes a todo menos a lo que nos resulta cómodo. Y esta es una vida triste, andar así… no hay felicidad allí.

Necesitamos estar atentos para no arrastrar nuestros días a la costumbre, para no ser agobiados —dice Jesús— por las cargas de la vida (cf. v. 34). Los afanes de la vida nos pesan. Hoy, pues, es una buena oportunidad para preguntarnos: ¿qué pesa en mi corazón? ¿Qué es lo que pesa en mi espíritu? ¿Qué me hace sentarme en el sillón de la pereza? Es triste ver cristianos “en el sillón”. ¿Cuáles son las mediocridades que me paralizan, los vicios, cuáles son los vicios que me aplastan contra el suelo y me impiden levantar la cabeza? Y con respecto a las cargas que pesan sobre los hombros de los hermanos, ¿estoy atento o soy indiferente? Estas preguntas nos hacen bien, porque ayudan a guardar el corazón de la acedia. Pero, padre, ¿qué es la acedia? Es un gran enemigo de la vida espiritual, también de la vida cristiana. La acedia es esa pereza que nos sume, que nos hace resbalar, en la tristeza, que nos quita la alegría de vivir y las ganas de hacer. Es un espíritu negativo, es un espíritu maligno que ata al alma en el letargo, robándole la alegría. Se comienza con aquella tristeza, se resbala, se resbala, y nada de alegría. El Libro de los Proverbios dice: "Guarda tu corazón, porque de él mana la vida" (Pr 4,23). Guarda tu corazón: ¡eso significa estar atento, vigilar, estar atento! Estén atentos, guarda tu corazón.

Y añadamos un ingrediente esencial: el secreto para ser vigilantes es la oración. Porque Jesús dice: "Estén atentos orando en todo momento" (Lc 21,36). Es la oración la que mantiene encendida la lámpara del corazón. Especialmente cuando sentimos que nuestro entusiasmo se enfría, la oración lo reaviva, porque nos devuelve a Dios, al centro de las cosas. La oración despierta el alma del sueño y la centra en lo que importa, en el propósito de la existencia. Incluso en los días más ajetreados, no descuidemos la oración. Ahora estaba viendo, en el programa “A su imagen”, una bella reflexión sobre la oración: nos ayudará verla, nos hará bien. La oración del corazón puede ayudarnos, repitiendo a menudo breves invocaciones. En Adviento, acostumbrémonos a decir, por ejemplo: "Ven, Señor Jesús". Solo eso, pero decirle: “Ven, Señor Jesús”. Este tiempo de preparación para Navidad es hermoso: pensemos en el pesebre, pensemos en la Navidad, y digamos con el corazón: “Ven, Señor Jesús, ven”. Repitamos esta oración a lo largo del día y el ánimo permanecerá vigilante. “Ven, Señor Jesús”: es una oración que podemos repetirla tres veces, todos juntos. “Ven, Señor Jesús”, “Ven, Señor Jesús”, “Ven, Señor Jesús”.

Y ahora recemos a la Virgen: ella, que esperó al Señor con un corazón vigilante, nos acompañe en el camino del Adviento.

Queridos hermanos y hermanas:

Ayer me reuní con miembros de asociaciones y grupos de migrantes y de personas que, con espíritu de fraternidad, comparten su camino. ¡Están aquí en la plaza, con esa gran bandera! Bienvenidos. Pero cuántos migrantes —pensemos en esto—, cuántos migrantes están expuestos, incluso en estos días, a peligros muy graves, y cuántos pierden la vida en nuestras fronteras. Me duelen las noticias de la situación en la que se encuentran tantos de ellos: de los que murieron en el Canal de la Mancha; de los que están en las fronteras de Bielorrusia, muchos de los cuales son niños; de los que se ahogan en el Mediterráneo. Mucho dolor al pensar en ellos. De los que son repatriados al norte de África, capturados por los traficantes, que los convierten en esclavos: venden a las mujeres, torturan a los hombres... De los que, también esta semana, han intentado cruzar el Mediterráneo buscando una tierra de bienestar y encontraron allí, en cambio, una tumba; y de tantos otros. A los migrantes que se encuentran en estas situaciones de crisis les aseguro mi oración, y también mi corazón: sepan que estoy cerca de ustedes. Rezar y obrar. Doy las gracias a todas las instituciones, tanto de la Iglesia Católica como de otros lugares, especialmente a las agencias nacionales de Cáritas y a todos los que se comprometen a aliviar su sufrimiento. Renuevo mi más sincero llamamiento a quienes pueden contribuir a resolver estos problemas, especialmente a las autoridades civiles y militares, para que el entendimiento y el diálogo se impongan finalmente a cualquier tipo de instrumentalización y orienten sus voluntades y esfuerzos hacia soluciones que respeten la humanidad de estas personas. Pensemos en los migrantes, en su sufrimiento, y recemos en silencio... [momento de silencio].

Los saludo a todos ustedes, peregrinos que han venido de Italia y de diferentes países: hay muchas banderas de diferentes países. Saludo a las familias, a los grupos parroquiales, a las asociaciones. En particular, saludo a los fieles de Timor Oriental —veo la bandera allí—, de Polonia y de Lisboa; así como a los de Tivoli.

Y les deseo a todos un buen domingo y un buen camino de Adviento, un buen camino hacia la Navidad, hacia el Señor. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Un buen almuerzo y hasta pronto!

sábado, 27 de noviembre de 2021

Oración a María, nuestra madre

 ¡Oh María, Virgen Soberana, gloria de los justos,

 hija humildísima del Padre, madre purísima del hijo,

 esposa amadísima del Espíritu Santo!

Yo te amo y te ofrezco todo mi ser para

 que lo bendigas. María, llena de bondad y

 clemencia, me acerco a ti y te invoco en estas

 horas de amargura para implorar tus favores.

Madre admirable, madre de la divina gracia, verdadero 

consuelo del que llora, abogada dulcísima de los pecadores,

presencia de Dios constante.

Ten piedad de todos aquellos a quienes amo;

 y por tu inmaculado corazón, sagrario y templo de 

la Santísima Trinidad, asiento de tu poder.

Domingo 1º de Adviento - Ciclo C

Lectura del libro de Jeremías (33,14-16):

YA llegan días

—oráculo del Señor—

en que cumpliré la promesa

que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá.

En aquellos días y en aquella hora,

suscitaré a David un vástago legítimo

que hará justicia y derecho en la tierra.

En aquellos días se salvará Judá,

y en Jerusalén vivirán tranquilos,

y la llamarán así:

“Es Señor es nuestra justicia”.

Palabra de Dios

Salmo 24. R/. A ti, Señor, levanto mi alma

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (3,12–4,2)

Hermanos: Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos a vosotros; y que afiance así vuestros corazones, de modo que os presentéis ante Dios, nuestro Padre, santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos.

Por lo demás, hermanos os rogamos y os exhortamos en el Señor Jesús: ya habéis aprendido de nosotros cómo comportarse para agradar a Dios; pues comportaos así y seguir adelante. Pues ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.

Palabra de Dios

 Evangelio según san Lucas (21,25-28.34-36):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.

Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación. Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

Palabra del Señor

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 Además tengamos en cuenta la advertencia del Evangelio: Tened cuidado, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida. Tened cuidado de todo lo que nos «embote», anestesie, distraiga o evada de la realidad cotidiana: pueden ser las compras sin medida ni discernimiento, pueden ser las nuevas tecnologías, las redes sociales, pueden ser las evasiones de todo tipo (evadirse significa huir): cada cual ponga nombre a las suyas. Y por lo tanto, al revés: prestar atención a las personas. Dice el Papa Francisco: «Demasiadas personas cruzan nuestras existencias mientras están desesperadas (y enumera unos cuantos grupos de éstas). Son rostros e historias que nos interpelan: no podemos permanecer indiferentes, están crucificados y esperan la resurrección. Que la fantasía del Espíritu nos ayude a no dejar nada por hacer para que sus legítimas esperanzas se hagan realidad».    

 Y en este tiempo sinodal, la esperanza que está siempre en movimiento, pasa también por las comunidades cristianas, hijas de la resurrección, que salen, anuncian, comparten, soportan y luchan por construir el Reino de Dios. Necesitamos mirar con esperanza a nuestra Iglesia, a nuestras parroquias y comunidades cristianas: necesitamos una conversión profunda que nos haga más misioneros, más en comunión, más implicados, más participativos, más valientes, más corresponsables, más renovadores e innovadores. ¿Qué aporto yo y qué aportamos como comunidad a la necesaria transformación que nos piden los signos de los tiempos?

«Discernir» o valorar es palabra importante. Estar atentos es palabra importante. Buscar la serenidad entre tantas inquietudes es palabra importante.

viernes, 26 de noviembre de 2021

Oración de Santo Tomas de Aquino

 Dame, Señor y Dios mío,

que no decaiga, ni en la prosperidad ni en la adversidad;

que no me ensoberbezca en alguna cosa,

ni me deprima en otra;

de nada goce o me duela

sino en lo que me lleve a ti o me separe de ti.


A nadie desee agradar,

ni a nadie tema disgustar, sino a ti.

Sea para mí despreciable todo lo pasajero,

y sea para mí querido todo lo tuyo.


Que me hastíe el gozo de lo que sea sin ti,

que no desee nada que esté fuera de ti.

Que me deleite el trabajo hecho por ti,

que me sea penoso todo descanso que sea sin ti.


Concédeme, Señor, dirigir constantemente el corazón hacia ti,

y que en mis fallos sepa dolerme con el propósito de la enmienda.

Sábado de la 34ª semana del Tiempo Ordinario

Lectura de la profecía de Daniel (7,15-27):

Yo, Daniel, me sentía agitado por dentro, y me turbaban las visiones de mi fantasía. Me acerqué a uno de los que estaban allí en pie y le pedí que me explicase todo aquello.

Él me contestó, explicándome el sentido de la visión: «Esas cuatro fieras gigantescas representan cuatro reinos que surgirán en el mundo. Pero los santos del Altísimo recibirán el Reino y lo poseerán por los siglos de los siglos.»

Yo quise saber lo que significaba la cuarta fiera, diversa de las demás; la fiera terrible, con dientes de hierro y garras de bronce, que devoraba y trituraba y pateaba las sobras con las pezuñas; lo que significaban los diez cuernos de su cabeza, y el otro cuerno que le salía y eliminaba a otros tres, que tenía ojos y una boca que profería insolencias, y era más grande que los otros. Mientras yo seguía mirando, aquel cuerno luchó contra los santos y los derrotó. Hasta que llegó el anciano para hacer justicia a los santos del Altísimo, y empezó el imperio de los santos.

Después me dijo: «La cuarta bestia es un cuarto reino que habrá en la tierra, diverso de todos los demás; devorará toda la tierra, la trillará y triturará. Sus diez cuernos son diez reyes que habrá en aquel reino; después vendrá otro, diverso de los precedentes, que destronará a tres reyes; blasfemará contra el Altísimo e intentará aniquilar a los santos y cambiar el calendario y la ley. Dejarán en su poder a los santos durante un año y otro año y otro año y medio. Pero, cuando se siente el tribunal para juzgar, le quitará el poder, y será destruido y aniquilado totalmente. El poder real y el dominio sobre todos los reinos bajo el cielo serán entregados al pueblo de los santos del Altísimo. Será un reino eterno, al que temerán y se someterán todos los soberanos.

Palabra de Dios

Salmo Dn 3,82.R/. Ensalzadlo con himnos por los siglos

 Evangelio según san Lucas (21,34-36):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»

Palabra del Señor

Compartimos:

El texto evangélico de hoy nos pone en guardia para que no permitamos que las preocupaciones y otras cosas de este mundo entorpezcan nuestra mente. Lo que importa y lo que cuenta para Dios es el amor que mencionábamos antes. Aunque parezca algo aterrador tener que comparecer ante Dios (suena a juicio donde nosotros estamos en el banquillo de los acusados), en el fondo, no es más que presentar nuestra vida. No como una hoja llena de méritos o llena de tachones, sino como es en realidad, con sus estrellas y sus cruces. Todo ser humano (independientemente de si es religioso o no) tiene una inclinación natural al bien porque “somos imagen y semejanza de Dios”. De modo que no hay motivo para temer a “la hora de nuestra comparecencia”. 

Sin embargo, tampoco podemos dejar de lado que, al igual que somos capaces de mucho bien, también podemos serlo de mucho mal. Por ello nos advierte Jesús: “Estén alerta…”. 

En este ya inminente tiempo de Adviento, en el que recordaremos que Dios se hace como uno de nosotros, abrámosle las puertas de nuestra vida. Él puede “juzgarnos” como lo hacen un padre o una madre, y hacernos ver con claridad nuestro yo más profundo. Tengamos la certeza de que la verdad con amor sana.

“Al atardecer de la vida, nos examinarán en el amor” (S. Juan de la Cruz)

Viernes de la 34ª semana del Tiempo Ordinario

Lectura de la profecía de Daniel (7,2-14):

Yo, Daniel, tuve una visión nocturna: los cuatro vientos del cielo agitaban el océano. Cuatro fieras gigantescas salieron del mar, las cuatro distintas. La primera era como un león con alas de águila; mientras yo miraba, le arrancaron las alas, la alzaron del suelo, la pusieron de pie como un hombre y le dieron mente humana. La segunda era como un oso medio erguido, con tres costillas en la boca, entre los dientes.Le dijeron: «¡Arriba! Come carne en abundancia.»

Después vi otra fiera como un leopardo, con cuatro alas de ave en el lomo y cuatro cabezas. Y le dieron el poder. Después tuve otra visión nocturna: una cuarta fiera, terrible, espantosa, fortísima; tenía grandes dientes de hierro, con los que comía y descuartizaba, y las sobras las pateaba con las pezuñas. Era diversa de las fieras anteriores, porque tenía diez cuernos. Miré atentamente los cuernos y vi que entre ellos salía otro cuerno pequeño; para hacerle sitio, arrancaron tres de los cuernos precedentes. Aquel cuerno tenía ojos humanos y una boca que profería insolencias. Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Yo seguía mirando, atraído por las insolencias que profería aquel cuerno; hasta que mataron a la fiera, la descuartizaron y la echaron al fuego. A las otras fieras les quitaron el poder, dejándolas vivas una temporada. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.

Palabra de Dios

Salmo Dn 3,75.R/. Ensalzadlo con himnos por los siglos

 Evangelio según san Lucas (21,29-33):

En aquel tiempo, expuso Jesús una parábola a sus discípulos: «Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. Os aseguro que antes que pase esta generación todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Jesús empieza utilizando la palabra “fíjense”. Es curioso que la emplee, ya que podría haber hecho la comparación sin ella. Podría entonces intuirse que “fíjense” es parte clave de lo que quiere decir. Es una especie de invitación a que aprendamos a interpretar señales. El Reino ha llegado con Jesús, pero en plenitud estará el día final. No sabemos cómo será, pero seguramente no como lo imaginan algunos: con grandes catástrofes o la destrucción del mundo; Dios no eliminará la vida, sería como ir contra sí mismo. 

Mientras el Reino acontece, nos queda ir descubriéndolo y viviéndolo. En la vida del día a día debemos descubrir su presencia, aprender a descifrarla (¡porque no es muy evidente! ¡Tantas veces experimentamos la presencia del antirreino!). Esto nos exige permanecer atentos, abiertos a las diferentes realidades, también a las que son nuevas. En fin, la relación con los demás, con el mundo y con Dios, nos llevará a experimentar que se hacen realidad las palabras de Jesús.

jueves, 25 de noviembre de 2021

Oración de la alegría interior

 Oración de Ramón Llull para pedir la alegría

«Señor, ya que has puesto en mi corazón

tanta alegría sea de vuestro agrado

de llenar de ella todo mi cuerpo:

mi cara, mis ojos, mis manos.

¡Noble Señor!

Cuando recuerdo la vida eterna y la contemplo,

me lleno de una inmensa alegría.

Y tanto me llena,

que no se halla el más más lleno de agua.


¡Ah, Señor!

Es tan grande la alegría que Tú has puesto en mí, que

mi fuerza se siente más fuerte

y más grande que la de las montañas.

Ni el hierro ni el acero son más fuertes que yo.


¡Ah, Señor!

Más gozo de mi alegría y de mi fuerza,

cuanto menos me las atribuyo a mí,

y más pongo en Ti su causa:

de poco valdría si me la atribuyera

a mis merecimientos.

Por ello, os pido, Señor,

que todo bien lo entienda de Ti,

que eres mi Creador y mi Dios.»

Jueves de la 34ª semana del Tiempo Ordinario

Lectura de la profecía de Daniel (6,12-28):

En aquellos días, unos hombres espiaron a Daniel y lo sorprendieron orando y suplicando a su Dios.

Entonces fueron a decirle al rey: «Majestad, ¿no has firmado tú un decreto que prohíbe hacer oración, durante treinta días, a cualquier dios o cualquier hombre fuera de ti, bajo pena de ser arrojado al foso de los leones?»

El rey contestó: «El decreto está en vigor, como ley irrevocable de medos y persas.» Ellos le replicaron: «Pues Daniel, uno de los deportados de Judea, no te obedece a ti, majestad, ni al decreto que has firmado, sino que tres veces al día hace oración a su Dios.» Al oírlo, el rey, todo sofocado, se puso a pensar la manera de salvar a Daniel, y hasta la puesta del sol hizo lo imposible por librarlo.

Pero aquellos hombres le urgían, diciéndole: «Majestad, sabes que, según la ley de medos y persas, un decreto o edicto real es válido e irrevocable.» Entonces el rey mandó traer a Daniel y echarlo al foso de los leones. El rey dijo a Daniel: «¡Que te salve ese Dios a quien tú veneras tan fielmente!»

Trajeron una piedra, taparon con ella la boca del foso, y el rey la selló con su sello y con el de sus nobles, para que nadie pudiese modificar la sentencia dada contra Daniel. Luego el rey volvió a palacio, pasó la noche en ayunas, sin mujeres y sin poder dormir. Madrugó y fue corriendo al foso de los leones. Se acercó al foso y gritó afligido: «¡Daniel, siervo del Dios vivo! ¿Ha podido salvarte de los leones ese Dios a quien veneras tan fielmente?»Daniel le contestó: «¡Viva siempre el rey! Mi Dios envió su ángel a cerrar las fauces de los leones, y no me han hecho nada, porque ante él soy inocente, como tampoco he hecho nada contra ti.» El rey se alegró mucho y mandó que sacaran a Daniel del foso. Al sacarlo, no tenía ni un rasguño, porque había confiado en su Dios. Luego mandó el rey traer a los que habían calumniado a Daniel y arrojarlos al foso de los leones con sus hijos y esposas. No habían llegado al suelo, y ya los leones los habían atrapado y despedazado.

Entonces el rey Darlo escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas de la tierra: «¡Paz y bienestar! Ordeno y mando que en mi imperio todos respeten y teman al Dios de Daniel. Él es el Dios vivo que permanece siempre. Su reino no será destruido, su imperio dura hasta el fin. Él salva y libra, hace signos y prodigios en el cielo y en la tierra. Él salvó a Daniel de los leones.»

Palabra de Dios

Salmo, Dn 3,68.R/. Ensalzadlo con himnos por los siglos

Evangelio según san Lucas (21,20-28):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén encintas o criando en aquellos días! Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo. Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora. Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.»

Palabra del Señor

Compartimos:

El texto pertenece al género apocalíptico, con el que en estos días nos encontramos: no es género aterrador como a veces se piensa y como usamos nosotros la palabra “apocalíptico”, sino todo lo contrario; surgió como instrumento de consolación cuando el pueblo pasa por situaciones de gran apuro. Quizá por eso Jesús las utiliza con naturalidad; porque sabe que, quienes le escuchan, sabrán captar el mensaje. Pero, a nosotros ¿qué pueden decirnos esas palabras hoy? 

Dios liberador. Primero: ¿es para nosotros Dios liberador? Si es así ¿creemos necesitar liberación de su parte? ¿de qué cosas o situaciones haría falta que nos liberase?... Y más interrogantes que pueden venir a cada uno de nosotros…en la intimidad con Él, seguro tendrán respuesta. 

Dios de la Historia. Generalmente, debido a la idea de que Dios es omnipotente, omnipresente, omnisciente,…etc. (y no deja de serlo), tendemos a sentirle como un ser lejano. Sin embargo, -como ya nos ha manifestado Jesús- Dios se implica en la historia humana y en la de cada ser humano en particular. Los grandes acontecimientos ocurren a diario en el anonimato. “Cada vida nueva es señal de que Dios no se ha olvidado de los hombres”.

Agradezcamos al Señor su presencia y su acción en lo cotidiano de nuestra vida.

miércoles, 24 de noviembre de 2021

Oración de confianza y gratirud

                                     Gracias Señor, por la vida, por la familia,

                                     por la gente que te lleva en el corazón.

Gracias por la salud, por el aire que respiro y

 gracias por tu amor inmenso.

 Gracias por perdonar mi olvido, mi orgullo y mis caprichos. 

 Solo, enséñame el camino por el que debo andar. 

Guía mis pasos y encamina mi vida.

 Gracias Señor, por las noches que convertiste en mañanas, 

los amigos que te han encontrado en la familia y

 los sueños que hiciste realidad. 

Gracias todas las personas que saben hacer el bien,

Eres nuestra esperanza, en Tí confiamos. 

Miércoles de la 34ª semana del Tiempo Ordinario

Lectura de la profecía de Daniel (5,1-6.13-14.16-17.23-28):

En aquellos días, el rey Baltasar ofreció un banquete a mil nobles del reino, y se puso a beber delante de todos. Después de probar el vino, mandó traer los vasos de oro y plata que su padre, Nabucodonosor, había cogido en el templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey y los nobles, sus mujeres y concubinas. Cuando trajeron los vasos de oro que habían cogido en el templo de Jerusalén, brindaron con ellos el rey y sus nobles, sus mujeres y concubinas. Apurando el vino, alababan a los dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de piedra y madera. De repente, aparecieron unos dedos de mano humana escribiendo sobre el revoco del muro del palacio, frente al candelabro, y el rey veía cómo escribían los dedos. Entonces su rostro palideció, la mente se le turbó, le faltaron las fuerzas, las rodillas le entrechocaban.

Trajeron a Daniel ante el rey, y éste le preguntó: «¿Eres tú Daniel, uno de los judíos desterrados que trajo de Judea el rey, mi padre? Me han dicho que posees espíritu de profecía, inteligencia, prudencia y un saber extraordinario. Me han dicho que tú puedes interpretar sueños y resolver problemas; pues bien, si logras leer lo escrito y explicarme su sentido, te vestirás de púrpura, llevarás un collar de oro y ocuparás el tercer puesto en mi reino.»

Entonces Daniel habló así al rey: «Quédate con tus dones y da a otro tus regalos. Yo leeré al rey lo escrito y le explicaré su sentido. Te has rebelado contra el Señor del cielo, has hecho traer los vasos de su templo, para brindar con ellos en compañía de tus nobles, tus mujeres y concubinas. Habéis alabado a dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de piedra y madera, que ni ven, ni oyen, ni entienden; mientras que al Dios dueño de vuestra vida y vuestras empresas no lo has honrado. Por eso Dios ha enviado esa mano para escribir ese texto. Lo que está escrito es: "Contado, Pesado, Dividido." La interpretación es ésta: "Contado": Dios ha contado los días de tu reinado y les ha señalado el límite; "Pesado": te ha pesado en la balanza y te falta peso; "Dividido": tu reino se ha dividido y se lo entregan a medos y persas.»

Palabra de Dios

Salmo Dn 3,62.R/. Ensalzadlo con himnos por los siglos

Evangelio según san Lucas (21,12-19):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Mientras leía el texto evangélico de hoy, pensaba en lo que supone ser coherentes con nuestra fe y que nuestra vida esté marcada por ella y no sea el mero cumplimiento de unas normas establecidas a lo largo del tiempo (dicho sea de paso, que pueden cambiar). Entonces, recordé las palabras de mi antiguo párroco. Aquí se las quiero compartir (parafraseándole un poco)  porque me parecen una buena luz para confrontar nuestra vida con el evangelio de hoy. 

“Un buen termómetro para medir nuestra vida cristiana puede ser el que desentonemos, al menos en algo, con la norma. ¡Ojo! no me refiero a que haya que ser un rebelde sin causa o alguien que se crea por encima de los demás; todo lo contrario. En medio de la normalidad, es necesario que -sin proponérnoslo-  seamos blanco de alguna crítica, que no todos nos vean como siempre simpáticos y amigos de todo. El seguimiento coherente de Jesús encierra que a veces nos den la espalda, nos persigan, y recibamos ofensas…incluso de aquellas personas a quienes estamos más ligados. Todo ello porque no debemos nadar en favor de la corriente cuando ésta es opuesta al mensaje evangélico”. 

Que el Señor haga removerse  en nosotros aquello que más necesitamos poner en sintonía con Él.

martes, 23 de noviembre de 2021

Oración, Otra vez -te conozco- me has llamado

Otra vez -te conozco- me has llamado.

Y no es la hora, no; pero me avisas.

De nuevo traen tus celestiales brisas

claros mensajes al acantilado


del corazón, que, sordo a tu cuidado,

fortalezas de tierra eleva, en prisas

de la sangre se mueve, en indecisas

torres, arenas, se recrea, alzado.


Y tú llamas y llamas, y me hieres,

y te pregunto aún, Señor, qué quieres,

qué alto vienes a dar a mi jornada.


Perdóname, si no te tengo dentro,

si no sé amar nuestro mortal encuentro,

si no estoy preparado a tu llegada.

Martes de la 34ª semana del Tiempo Ordinario

Lectura de la profecía de Daniel (2,31-45):

En aquellos días, dijo Daniel a Nabucodonosor: «Tú, rey, viste una visión: una estatua majestuosa, una estatua gigantesca y de un brillo extraordinario; su aspecto era impresionante. Tenla la cabeza de oro fino, el pecho y los brazos de plata, el vientre y los muslos de bronce, las piernas de hierro y los pies de hierro mezclado con barro. En tu visión, una piedra se desprendió sin intervención humana, chocó con los pies de hierro y barro de la estatua y la hizo pedazos. Del golpe, se hicieron pedazos el hierro y el barro, el bronce, la plata y el oro, triturados como tamo de una era en verano, que el viento arrebata y desaparece sin dejar rastro. Y la piedra que deshizo la estatua creció hasta convertirse en una montaña enorme que ocupaba toda la tierra. Éste era el sueño; ahora explicaremos al rey su sentido: Tú, majestad, rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha concedido el reino y el poder, el dominio y la gloria, a quien ha dado poder sobre los hombres, dondequiera que vivan, sobre las bestias del campo y las aves del cielo, para que reines sobre ellos, tú eres la cabeza de oro. Te sucederá un reino de plata, menos poderoso. Después un tercer reino, de bronce, que dominará todo el orbe. Vendrá después un cuarto reino, fuerte como el hierro. Como el hierro destroza y machaca todo, así destrozará y triturará a todos. Los pies y los dedos que viste, de hierro mezclado con barro de alfarero, representan un reino dividido; conservará algo del vigor del hierro, porque viste hierro mezclado con arcilla. Los dedos de los pies, de hierro y barro, son un reino a la vez poderoso y débil. Como viste el hierro mezclado con la arcilla, así se mezclarán los linajes, pero no llegarán a fundirse, lo mismo que no se puede alear el hierro con el barro. Durante ese reinado, el Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido ni su dominio pasará a otro, sino que destruirá y acabará con todos los demás reinos, pero él durará por siempre; eso significa la piedra que viste desprendida del monte sin intervención humana y que destrozó el barro, el hierro, el bronce, la plata y el oro. Éste es el destino que el Dios poderoso comunica a su majestad. El sueño tiene sentido, la interpretación es cierta.»

Palabra de Dios

Salmo Dn 3,R/. Ensalzadlo con himnos por los siglos

Evangelio según san Lucas (21,5-11):

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.»Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?»Él contestó: «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.»Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.»

Palabra del Señor

Compartimos:

La idea del texto no es anunciarnos una serie de cataclismos que destruyan la vida. Porque la Biblia no es un libro “mágico”; ni tampoco un manual del orden del universo. Como bien me decía un amigo -al comentarle al respecto-, la intención del texto radica en los “cataclismos interiores” que a veces necesitamos experimentar. Ocasiones en las que nos encontramos al límite y tomamos mayor conciencia de las realidades de las cuales formamos parte o de aquellas que nos rodean. Es decir, reconocer en nosotros todo aquello que no es cristiano, hacerlo desaparecer, morir, y hacer espacio para que surja algo nuevo… Escribirlo resulta mucho más sencillo que vivirlo así como “desaprender” puede ser más complejo que “aprender”. No obstante, cuestionarnos y dejarnos interpelar por el mensaje de Jesús puede ser el primer paso del camino. En realidad, cuando acogemos su Palabra en profundidad desaparece nuestro “viejo mundo” personal y todo se hace nuevo.

Pidamos a Dios que nos conceda la gracia necesaria para buscarle y encontrarle en la vida diaria, aún en las situaciones que nos pueden resultar desagradables y dolorosas. Los dolores de este mundo –dijo un gran pensador- no son de muerte, sino de parto. 

lunes, 22 de noviembre de 2021

¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?

¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?

¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,

que a mi puerta cubierto de rocío

pasas las noches del invierno escuras?


¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras,

pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,

si de mi ingratitud el hielo frío

secó las llagas de tus plantas puras!


¡Cuántas veces el Ángel me decía:

«Alma, asómate agora a la ventana,

verás con cuánto amor llamar porfía»!


¡Y cuántas, hermosura soberana,

«Mañana le abriremos», respondía,

para lo mismo responder mañana!


Lope de Vega Carpio​,​ fue uno de los poetas y dramaturgos más importantes del Siglo de Oro español y, por la extensión de su obra, uno de los autores más prolíficos de la literatura universal. 

domingo, 21 de noviembre de 2021

Lunes de la 34ª semana del Tiempo Ordinario

Comienzo de la profecía de Daniel (1,1-6.8-20):

El año tercero del reinado de Joaquín, rey de Judá, llegó a Jerusalén Nabucodonosor, rey de Babilonia, y la asedió. El Señor entregó en su poder a Joaquín de Judá y todo el ajuar que quedaba en el templo; se los llevó a Senaar, y el ajuar del templo lo metió en el tesoro del templo de su dios. El rey ordenó a Aspenaz, jefe de eunucos, seleccionar algunos israelitas de sangre real y de la nobleza, jóvenes, perfectamente sanos, de buen tipo, bien formados en la sabiduría, cultos e inteligentes y aptos para servir en palacio, y ordenó que les enseñasen la lengua y literatura caldeas. Cada día el rey les pasaría una ración de comida y de vino de la mesa real. Su educación duraría tres años, al cabo de los cuales, pasarían a servir al rey. Entre ellos, había unos judíos: Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Daniel hizo propósito de no contaminarse con los manjares y el vino de la mesa real, y pidió al jefe de eunucos que lo dispensase de esa contaminación.

El jefe de eunucos, movido por Dios, se compadeció de Daniel y le dijo: «Tengo miedo al rey, mi señor, que os ha asignado la ración de comida y bebida; si os ve más flacos que vuestros compañeros, me juego la cabeza.»

Daniel dijo al guardia que el jefe de eunucos había designado para cuidarlo a él, a Ananías, a Misael y a Azarías: «Haz una prueba con nosotros durante diez días: que nos den legumbres para comer y agua para beber. Compara después nuestro aspecto con el de los jóvenes que comen de la mesa real y trátanos luego según el resultado.»

Aceptó la propuesta e hizo la prueba durante diez días. Al acabar, tenían mejor aspecto y estaban más gordos que los jóvenes que comían de la mesa real. Así que les retiró la ración de comida y de vino y les dio legumbres. Dios les concedió a los cuatro un conocimiento profundo de todos los libros del saber. Daniel sabía además interpretar visiones y sueños. Al cumplirse el plazo señalado por el rey, el jefe de eunucos se los presentó a Nabucodonosor. Después de conversar con ellos, el rey no encontró ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías, y los tomó a su servicio. Y en todas las cuestiones y problemas que el rey les proponía, lo hacían diez veces mejor que todos los magos y adivinos de todo el reino.

Palabra de Dios

Salmo:Dn 3,52 R/. A ti gloria y alabanza por los siglos 

Evangelio según san Lucas (21,1-4):

En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el arca de las ofrendas; vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo: «Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»

Palabra del Señor

Compartimos:

No parece muy sensato que sea necesario dar todo lo que se tiene para vivir,  por las consecuencias obvias que conllevaría. De todos modos, Jesús llama la atención sobre el ejemplo concreto; y enfatiza que la donación de la viuda tiene mayor mérito. Al fondo de estas palabras subyace la conexión entre intención y acción. Casi siempre solemos pensar que si la intención es positiva, también lo es la acción. Pero esto no tiene por qué cumplirse siempre (sería legítimo afirmar entonces que “el fin justifica los medios”).  

Esta comparación que hace Jesús entre la ofrenda de “la viuda” y la de “todos los demás” me hace pensar en lo siguiente: no es fácil desprenderse de todo lo que se tiene, especialmente en estos momentos de crisis (aunque no sólo económica) que vive el mundo. Desde la sensatez se imponen unos mínimos de previsión, especialmente a quienes tienen obligaciones para con otros; un padre de familia no debe “aventurar” el futuro de sus hijos.  Parece que la clave residiera en compartir, una buena manera de dar; así cada quien da según sus posibilidades: dar y/o darse. De modo que, quien tiene mucho puede dar mucho y el que tiene menos, da menos. Creo que lo importante es que el corazón y la mano no se nos paralicen cuando somos testigos de la necesidad ajena.

Que como María -hoy celebramos la fiesta de su Presentación en el templo- vivamos en generosidad para que sepamos ofrecer y ofrecernos, incluso antes de que se nos pida ayuda. 

Oración de búsqueda

 Señor Dios, enséñame dónde y cómo buscarte,

dónde y cómo encontrarte…


Tú eres mi Dios, Tú eres mi Señor, y yo nunca te he visto.

Tú me has modelado y me has remodelado,

y me has dado todas las cosas buenas que poseo,

y aún no te conozco…


Enséñame cómo buscarte…

porque yo no sé buscarte si Tú no me enseñas,

ni hallarte si Tú mismo no te presentas a mí.


Que te busque en mi deseo,

que te desee en mi búsqueda,

que te busque amándote

y que te ame cuando te encuentre.


Amén

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO

Plaza de San Pedro

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de la Liturgia de hoy, último domingo del Año Litúrgico, culmina en una afirmación de Jesús, que dice: «Sí, como dices, soy Rey» (Jn 18,37). Él pronunciaba estas palabras delante de Pilato, mientras que la multitud grita para que le condenen a muerte. Él dice: “Soy rey”, y la multitud grita para condenarlo a muerte: ¡gran contraste! Ha llegado la hora crucial. Antes, parece que Jesús no quisiera que la gente lo aclamase como rey: recordamos esa vez después de la multiplicación de los panes y de los peces, cuando se retiró solo a rezar (cf. Jn 6,14-15).

El hecho es que la realeza de Jesús es muy diferente de la mundana. «Mi reino —dice a Pilato— no es de este mundo» (Jn 18,36). Él no viene para dominar, sino para servir. No llega con los signos de poder, sino con el poder de los signos. No se ha revestido de insignias valiosas, sino que está desnudo en la cruz. Y es precisamente en la inscripción puesta en la cruz que Jesús es definido como “rey” (cf. Jn 19,19). ¡Su realeza está realmente más allá de los parámetros humanos! Podríamos decir que no es rey como los otros, sino que es Rey para los otros. Pensemos de nuevo en esto: Cristo, delante de Pilato, dice que es el rey en el momento en el que la multitud está en su contra, mientras que cuando le seguían y le aclamaban había tomado distancia de esta aclamación. Jesús se demuestra, así, soberanamente libre del deseo de la fama y de la gloria terrena. Y nosotros, preguntémonos, ¿sabemos imitarle en esto? ¿Sabemos cómo gobernar sobre nuestra tendencia a ser continuamente buscados y aprobados, o hacemos todo para ser estimados por parte de los otros? En lo que hacemos, en particular en nuestro compromiso cristiano, me pregunto, ¿qué cuenta? ¿Cuentan los aplausos o cuenta el servicio?

Jesús no solo evita toda búsqueda de grandeza terrenal, sino que también hace libre y soberano el corazón de quien le sigue. Él, queridos hermanos y hermanas, nos libera del sometimiento del mal. Su Reino es liberador, no tiene nada de opresivo. Él trata a cada discípulo como amigo, no como súbdito.  Cristo, aun estando por encima de todos los soberanos, no traza líneas de separación entre sí y los demás; desea más bien hermanos con los que compartir su alegría (cf. Jn 15,11). Siguiéndolo no se pierde, no se pierde nada, sino que se adquiere dignidad. Porque Cristo no quiere en torno a sí servilismo, sino gente libre. Y, preguntémonos ahora, ¿de dónde nace la libertad de Jesús? Lo descubrimos volviendo a su afirmación frente a Pilato: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad» (Jn 18,37).

La libertad de Jesús viene de la verdad. Es su verdad la que nos hace libres (cf. Jn 8,32). Pero la verdad de Jesús no es una idea, algo abstracto: la verdad de Jesús es una realidad, es Él mismo que hace la verdad dentro de nosotros, nos libera de las ficciones, de las falsedades que tenemos dentro, del doble lenguaje. Estando con Jesús, nos volvemos verdaderos. La vida del cristiano no es una actuación donde se puede llevar la máscara que más conviene. Porque cuando Jesús reina en el corazón, lo libera de la hipocresía, lo libera de las escapatorias, de las dobleces. La mejor prueba de que Cristo es nuestro rey es el desapego de lo que contamina la vida, haciéndola ambigua, opaca, triste. Cuando la vida es ambigua, un poco de aquí, un poco de allá, es triste, es muy triste. Cierto, debemos lidiar siempre con los límites y los defectos: todos somos pecadores. Pero cuando se vive bajo el señorío de Jesús, uno no se vuelve corrupto, no se vuelve falso, con la inclinación a cubrir la verdad. No se lleva doble vida. Recordad bien: pecadores sí, lo somos todos, corruptos, ¡nunca! Que la Virgen nos ayude a buscar cada día la verdad de Jesús, Rey del Universo, que nos libera de las esclavitudes terrenas y nos enseña a gobernar nuestros vicios.

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy, por primera vez en la solemnidad de Cristo Rey, en todas las Iglesias particulares se celebra la Jornada Mundial de la Juventud. Por esto junto a mí hay dos jóvenes de Roma, que representan a toda la juventud de Roma. Saludo de corazón a los chicos y las chicas de nuestra diócesis, y deseo que todos los jóvenes del mundo se sienta parte viva de la Iglesia, protagonistas de su misión. ¡Gracias por haber venido! Y no os olvidéis que reinar es servir. ¿Cómo era esto? Reinar es servir. Todos juntos: reinar es servir. Como nos enseña nuestro Rey. Ahora pediré a los jóvenes que os saluden.

Chica: ¡Buena Jornada Mundial de los Jóvenes a todos vosotros!

Chico: ¡Testimoniemos que creer en Jesús es muy bonito!

Papa: Pero mira: ¡es bonito esto! Gracias. Quedaos aquí.

Hoy se celebra también la Jornada Mundial de la Pesca. Saludo a todos los pescadores y rezo por los que viven condiciones difíciles o a veces, lamentablemente, de trabajo forzado. Animo a los capellanes y a los voluntarios de la Stella Maris a proseguir en el servicio pastoral a estas personas y a sus familias.

Y en este día recordamos también a todas las víctimas de la carretera: rezamos por ellos y comprometámonos con la prevención de los accidentes.

Deseo además animar las iniciativas emprendidas por las Naciones Unidas para que se llegue a un mayor control sobre el comercio de las armas.

Ayer, en Katowice, en Polonia, fue beatificado el sacerdote Juan Francisco Macha, asesinado por odio a la fe en 1942, en el contexto de la persecución del régimen nazi contra la Iglesia. En la oscuridad del cautiverio, él encontró en Dios la fuerza y la mansedumbre para afrontar ese calvario. Que su martirio sea semilla fecunda de esperanza y de paz. ¡Un aplauso para el nuevo beato!

Os saludo a todos vosotros, fieles de Roma y peregrinos de varios países, en particular a los procedentes de Polonia y de Estados Unidos de América. Saludo a los scouts de la archidiócesis de Braga, en Portugal. Un saludo especial a la comunidad ecuatoriana de Roma, que celebra la Virgen de El Quinche. Saludo a los fieles de San Antimo (Nápoles) y de Catania; a los jóvenes de la confirmación de Pattada; y a los voluntarios del Banco de Alimentos, que se preparan para la Jornada de la colecta de alimentos, el próximo sábado ¡Muchas gracias! Y también a los jóvenes de la Inmaculada.

Os deseo a todos feliz domingo. Y por favor no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

SANTA MISA, HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

 Basílica de San Pedro

Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo 

Dos imágenes, tomadas de la Palabra de Dios que hemos escuchado, nos ayudan a acercarnos a Jesús Rey del Universo. La primera, basada en el Apocalipsis de san Juan y anticipada por el profeta Daniel en la primera lectura, está descrita con estas palabras: “Viene entre las nubes” (cf. Ap 1,7; Dn 7,13). Se refiere a la venida gloriosa de Jesús como Señor y como el fin de la historia. La segunda imagen es del Evangelio, Cristo está ante Pilato y le dice: «Soy rey» (Jn 18,37). Nos hace bien, queridos jóvenes, detenernos a contemplar estas imágenes de Jesús, mientras iniciamos el camino hacia la Jornada Mundial del 2023 en Lisboa.

Detengámonos entonces en la primera: Jesús que viene entre las nubes. Es una imagen que habla de la venida de Cristo en la gloria al final de los tiempos. Nos hace comprender que la última palabra sobre nuestra existencia será de Jesús, no la nuestra. Él —dice la Escritura— es Aquel que “cabalga sobre las nubes” y manifiesta su poder en los cielos (cf. Sal 68,5.34-35), es el Señor que viene de lo alto y no conoce el ocaso, es Aquel que permanece frente a lo contingente, es nuestra eterna e inquebrantable confianza. Es el Señor. Esta profecía de esperanza ilumina nuestras noches. Nos dice que Dios viene, que Dios está presente, que Dios está obrando, y dirige la historia hacia Él, hacia el bien. Viene “entre las nubes” para tranquilizarnos, como diciendo: “No los dejo solos cuando sus vidas están envueltas por nubes oscuras. Yo estoy siempre con ustedes. Vengo para iluminar y hacer brillar la calma”.

El profeta Daniel, además, especifica que vio al Señor que venía entre las nubes, contemplándolo “en una visión nocturna” (cf. Dn 7,13), esto quiere decir que Dios viene durante la noche, entre las nubes a menudo tenebrosas que se ciernen sobre nuestra vida. Cada uno de nosotros conoce estos momentos. Es necesario que lo reconozcamos, que miremos más allá de la noche, que levantemos la mirada para verlo en medio de la oscuridad.

Queridos jóvenes, ¡profundicen en las visiones nocturnas! ¿Qué significa esto? Tengan ojos luminosos aun en medio de las tinieblas, no dejen de buscar la luz en medio de las oscuridades que tantas veces llevamos en el corazón y que vemos a nuestro alrededor. Elevemos la mirada desde la tierra hacia lo alto, no para escapar, sino para vencer la tentación de quedar tumbados en el piso de nuestros miedos. Este es el peligro, que nuestros miedos nos gobiernen. No permanezcamos encerrados en nuestros pensamientos, compadeciéndonos de nosotros mismos. Alza la mirada, ¡levántate! Esta es la invitación, ¡mira hacia arriba, levántate! Es la invitación que el Señor nos dirige, y de la que quise hacer eco en el Mensaje que les dediqué a ustedes jóvenes para acompañar este año de camino. Es la tarea más ardua, pero es la tarea fascinante que les he dado: quedarse de pie mientras parece que todo se derrumba, ser centinelas que saben distinguir la luz en las visiones nocturnas, ser constructores en medio de los escombros y hay muchos en este mundo, muchos, ser capaces de soñar. Y esta para mí es la clave: un joven que no puede soñar, pobrecito, ha envejecido antes de tiempo. Porque esto hace quien sueña: no se deja absorber por la noche, sino que enciende una llama, enciende una luz de esperanza que anuncia el mañana. Sueñen, sean rápidos y miren el futuro con valentía.

Quisiera decirles esto: nosotros, todos nosotros, les estamos agradecidos cuando ustedes sueñan. “¿Pero en serio? Cuando los jóvenes sueñan, a veces hacen ruido”. Hagan ruido, porque vuestro ruido es fruto de vuestros sueños. Esto significa que no quieren vivir en la noche, cuando hacen de Jesús el sueño de sus vidas y lo abrazan con alegría, con un entusiasmo contagioso que nos hace bien. Gracias, gracias por las veces que son capaces de seguir soñando con valentía, por las veces que no dejan de creer en la luz aun en medio de las noches de la vida, por las veces que se comprometen con pasión para hacer nuestro mundo más hermoso y humano. Gracias por las veces que cultivan el sueño de la fraternidad, por las veces que se preocupan de las heridas causadas a la creación, por las veces que luchan por la dignidad de los más débiles y difunden el espíritu de la solidaridad y el compartir. Y, sobre todo, gracias porque en un mundo que, reducido por el beneficio inmediato, tiende a sofocar los grandes ideales, ustedes no pierden la capacidad de soñar. No vivan dormidos o anestesiados. No, sueñen vivos. Esto nos ayuda a nosotros adultos y a la Iglesia. Sí, también como Iglesia necesitamos soñar, ¡necesitamos el entusiasmo y el ardor de los jóvenes para ser testigos de Dios que es siempre joven!

Y quisiera decirles otra cosa, muchos de sus sueños se corresponden con los del Evangelio. La fraternidad, la solidaridad, la justicia, la paz, son los mismos sueños de Jesús para la humanidad. No tengan miedo de abrirse al encuentro con Él, que ama sus sueños y los ayuda a cumplirlos. El Cardenal Martini decía que la Iglesia y la sociedad necesitan «soñadores que nos mantengan abiertos a las sorpresas del Espíritu Santo» (cf. Conversaciones nocturnas en Jerusalén. Sobre el riesgo de la fe). Soñadores que nos mantengan abiertos a las sorpresas del Espíritu Santo. Que hermoso. Me gustaría que ustedes se encuentren entre esos soñadores.

Y ahora vamos a la segunda imagen, a Jesús que dice a Pilato: “Soy rey”. Impacta su determinación, su valentía, su libertad suprema. Ha sido arrestado, llevado al pretorio, interrogado por quien puede condenarlo a muerte. En semejante circunstancia hubiera podido dejar que prevaleciera el derecho natural a defenderse, quizá buscando “arreglar las cosas”, pactando una solución de compromiso. En cambio, Jesús no escondió la propia identidad, no camufló sus intenciones, no se aprovechó de un resquicio que Pilato le dejaba abierto para salvarlo. No, no aprovechó. Con la valentía de la verdad respondió: “Soy rey”. Asumió la responsabilidad de su vida: he venido para una misión y llegaré hasta el final para dar testimonio del Reino del Padre. Dijo: «Para esto he nacido y he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad» (Jn 18,37). Jesús es así. Vino sin dobleces, para proclamar con la vida que su Reino es diferente de los del mundo, que Dios no reina para aumentar su poder y aplastar a los demás, que no reina con los ejércitos y con la fuerza. Su Reino es de amor, “yo soy rey”, pero de este reino de amor, “yo soy rey” de quien da la propia vida por la salvación de los demás.

Queridos jóvenes, la libertad de Jesús atrae. Dejemos que vibre dentro de nosotros, que nos sacuda, que suscite en nosotros la valentía de la verdad. Y nosotros podemos preguntarnos: si estuviera aquí, ahora, en el lugar de Pilato, delante de Jesús, mirándolo a los ojos, ¿de qué me avergonzaría? Ante la verdad de Jesús, ante la verdad que es Jesús, ¿cuáles son esas falsedades mías que no se sostienen, esas dobleces mías que a Él no le gustan? Cada uno de nosotros las tiene. Búscalas, búscalas. Todos tenemos estas duplicidades, estos compromisos, este "arreglar las cosas" para que la cruz se aleje. Necesitamos ponernos delante de Jesús para reconocer nuestra propia verdad. Necesitamos adorarlo para ser interiormente libres, para iluminar nuestra vida y no dejarnos engañar por las modas del momento, por los fuegos artificiales del consumismo que deslumbra y paraliza. Amigos, no estamos aquí para dejarnos encantar por las sirenas del mundo, sino para tomar las riendas de la propia vida, para “gastar la vida”, para vivirla plenamente.

De este modo, en la libertad de Jesús también encontramos la valentía de ir contracorriente. Esta es una palabra que deseo subrayar, ir contracorriente, tener coraje de ir contracorriente, no contra alguien, que es la tentación de todos los días, como hacen los victimistas y los complotistas, que siempre cargan la culpa sobre los demás; no, contra la corriente malsana de nuestro yo egoísta, cerrado y rígido, que tantas veces busca acuerdos para sobrevivir, no, no es esto. Ir contracorriente significa ir tras las huellas de Jesús. Él nos enseña a ir contra el mal con la única fuerza mansa y humilde del bien. Sin atajos, sin falsedad, sin doblez. Nuestro mundo, herido por tantos males, no necesita de más pactos ambiguos, de gente que va de aquí para allá como las olas del mar, donde los lleva el viento, donde los lleva el propio interés, de quienes están un poco a la derecha y un poco a la izquierda después de haber olfateado lo que les conviene. Los "equilibristas". Un cristiano que actúa así parece ser más un equilibrista que un cristiano. Los equilibristas que siempre buscan la forma de no ensuciarse las manos, para no comprometer su vida, para no jugar en serio. Por favor, tenga miedo de ser jóvenes equilibristas.

Sean libres, sean auténticos, sean la conciencia crítica de la sociedad. ¡No teman criticar! Necesitamos de vuestras críticas. Muchos de ustedes están criticando, por ejemplo, la contaminación ambiental. Necesitamos de esto. Sean libres criticar.

Tengan pasión por la verdad, para que con sus sueños puedan decir: mi vida no es esclava de las lógicas de este mundo, porque reino con Jesús por la justicia, el amor y la paz. Queridos Jóvenes, les deseo que cada uno de ustedes pueda sentir la alegría de decir: “También yo soy rey con Jesús”. Soy rey, soy un signo viviente del amor de Dios, de su compasión y ternura. Soy un soñador deslumbrado por la luz del Evangelio y profundizo con esperanza en las visiones nocturnas. Y cuando caigo, encuentro en Jesús la valentía de luchar y de esperar, el coraje de volver a soñar. En cualquier edad de la vida.

Domingo 34º del Tiempo Ordinario. Jesucristo, Rey del Universo - Ciclo B

Lectura de la profecía de Daniel (7,13-14):

Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.

Palabra de Dios

Salmo 92,R/. El Señor reina, vestido de majestad

Segunda lectura

Lectura del libro del Apocalipsis (1,5-8):

Jesucristo es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra. Aquel que nos ama, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Mirad: Él viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán por su causa. Sí. Amén. Dice el Señor Dios: «Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso.»

Palabra de Dios

 Evangelio según san Juan (18,33b-37):

En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?»

Jesús le contestó: «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?»

Pilato replicó: «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?»

Jesús le contestó: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.»

Pilato le dijo: «Conque, ¿tú eres rey?»

Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»

Palabra del Señor

Compartimos:

La verdad de Jesús, o Jesús como Verdad también inquietó y dejó en evidencia a las autoridades religiosas, que sólo se apacentaban a sí mismas, y realmente no conocían al Dios al que pretendían representar y defender. Jesús tachó de «hipócritas» a los que pretendían una religión de ritos y prácticas, sin misericordia ni justicia, excluyendo y culpabilizando en el nombre de Dios.  La verdad inquieta y puede resultar incómoda y peligrosa para los que no escuchan la voz de Jesús/Dios. 

           Hay mucha mentira que tenemos que poner en evidencia. Mucha hipocresía y falsedad. Empezando por nosotros mismos: no consintamos las mentiras y engaños. No difundamos bulos ni mensajes que nos construyan puentes, que no favorezcan el encuentro y la comunión. No nos dejemos manipular o llevar por bulos y rumores.

          Y como este mundo no es plenamente el Reino de Cristo, y mucho que le falta, mientras haya una sola persona que lo pase injustamente mal, habremos de arremangarnos y meternos en líos, y hasta jugarnos la vida, porque somos de los suyos, y en su nombre pediremos que venga el Reino, claro, pero colaborando con él. Difícil y arriesgado, sí, pero sabemos que la mentira, el sufrimiento, la injusticia, el mal...no tienen la última palabra. Que Jesucristo sea nuestro único Rey y Señor, y ningún otro. Y pongamos a todos los demás «reyes y señores» con minúsculas en su sitio.

sábado, 20 de noviembre de 2021

Sábado de la 33ª semana del Tiempo Ordinario

Lectura del primer libro de los Macabeos (6,1-13):

En aquellos días, el rey Antíoco recorría las provincias del norte, cuando se enteró de que en Persia había una ciudad llamada Elimaida, famosa por su riqueza en plata y oro, con un templo lleno de tesoros: escudos dorados, lorigas y armas dejadas allí por Alejandro, el de Filipo, rey de Macedonia, que había sido el primer rey de Grecia. Antíoco fue allá e intentó apoderarse de la ciudad y saquearla; pero no pudo, porque los de la ciudad, dándose cuenta de lo que pretendía, salieron a atacarle. Antíoco tuvo que huir, y emprendió el viaje de vuelta a Babilonia, apesadumbrado. Entonces llegó a Persia un mensajero, con la noticia de que la expedición militar contra Judá había fracasado: Lisias, que había ido como caudillo de un ejército poderoso, había huido ante el enemigo; los judíos, sintiéndose fuertes con las armas y pertrechos, y el enorme botín de los campamentos saqueados, habían derribado el arca sacrílega construida sobre el altar de Jerusalén, habían levantado en torno al santuario una muralla alta como la de antes, y lo mismo en Betsur, ciudad que pertenecía al rey. Al oír este informe, el rey se asustó y se impresionó de tal forma que cayó en cama con una gran depresión, porque no le habían salido las cosas como quería. Allí pasó muchos días, cada vez más deprimido.

Pensó que se moría, llamó a todos sus grandes y les dijo: «El sueño ha huído de mis ojos; me siento abrumado de pena y me digo: "¡A qué tribulación he llegado, en qué violento oleaje estoy metido, yo, feliz y querido cuando era poderoso!" Pero ahora me viene a la memoria el daño que hice en Jerusalén, robando el ajuar de plata y oro que había allí, y enviando gente que exterminase a los habitantes de Judá, sin motivo. Reconozco que por eso me han venido estas desgracias. Ya veis, muero de tristeza en tierra extranjera.»

Palabra de Dios

Salmo 9,R/. Gozaré, Señor, de tu salvación

 Evangelio según san Lucas (20,27-40):

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.»

Jesús les contestó: «En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.» Intervinieron unos escribas: «Bien dicho, Maestro.» Y no se atrevían a hacerle más preguntas.

Palabra del Señor

Compartimos:

En conjunto el pasaje deja claro que el matrimonio es una institución para este mundo, una mediación; y que no tendrá sentido o cometido en la futura gran fraternidad celestial. San Pablo, en una época en que aún se contaba con el fin del mundo muy próximo, exhortaba a no casarse, con el sencillo argumento de que “la apariencia de este mundo pasa” (1Cor 7,31). Hoy, naturalmente, vemos las cosas de otro modo; la historia se prolonga, la especie humana se perpetúa, y es preciso vivir en la normalidad de lo sanamente “mundano”, las instituciones del más acá. Incluso podríamos decir más: hay que tomar muy en serio la mediación eclesial y social del matrimonio; necesitamos de ese peculiar laboratorio de amor y entrega, que sirva de ejemplo y estimule al conjunto de la sociedad a sanear las relaciones humanas en sus múltiples manifestaciones.

La última indicación de Jesús puede constituir también una llamada –o quizá un reproche- a ciertos tipos, un tanto rudimentarios, de vida cristiana. ¿No es cierto que a veces convertimos a Dios en el “Dios de los muertos”? ¿No sigue habiendo creyentes (¿?) que se acercan a la iglesia o hacen algo de oración sólo cuando la muerte ronda o ha rondado su casa? Esto no es malo, pero es un uso reductivo de lo religioso; Jesús les recordaría aquello de que “conviene hacer esto, pero sin descuidar lo otro” (Mt 23,23).

Otros, quizá menos “creyentes”, ven en Dios al aguafiestas, que sólo sabe poner trabas y “desvitalizar”. Tampoco es este el Dios de Jesús, que “vino para que tengamos vida y la tengamos abundante” (Jn 10,10). Y Jesús no relega esa vida al mero más allá: él asiste a fiestas, invita a contemplar gozosamente las flores y las aves, participa en todos los banquetes a que le invitan; sencillamente, ama la vida; algunos oponentes hasta le llamarán “vividor” (=“comilón y borracho”).

Tal vez lo principal del evangelio de hoy sea el marco en que Jesús incluye su enseñanza: existen corazones endurecidos, muy satisfechos con una fe cómoda y chata, y propensos a “protegerse” frente a lo nuevo que Jesús pueda aportar o pedir. ¡Alerta!