¡Oh María, Virgen Soberana, gloria de los justos,
hija humildísima del Padre, madre purísima del hijo,
esposa amadísima del Espíritu Santo!
Yo te amo y te ofrezco todo mi ser para
que lo bendigas. María, llena de bondad y
clemencia, me acerco a ti y te invoco en estas
horas de amargura para implorar tus favores.
Madre admirable, madre de la divina gracia, verdadero
consuelo del que llora, abogada dulcísima de los pecadores,
presencia de Dios constante.
Ten piedad de todos aquellos a quienes amo;
y por tu inmaculado corazón, sagrario y templo de
la Santísima Trinidad, asiento de tu poder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.