Si algún día mi humano pensamiento
se olvida, mi Señor, de tu existencia;
si algún día se acalla en mi conciencia
la verdad de tu fiel conocimiento;
si algún día en el goce del momento
me alejo de tu mística vivencia;
si algún día razones de la ciencia
contradicen mi fe, mi sentimiento,
acerca tu palabra a mis oídos,
tu luz a la pupila de mis ojos,
escucha el eco virgen de mi entrega;
acerca tu perdón a mis latidos,
tu fuego a mi maleza, a mis abrojos,
despierta a mi alma sorda, muda y ciega.
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