miércoles, 15 de octubre de 2025

Miércoles de la XXVIII Semana del Tiempo Ordinario. Santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia

Primera Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (2,1-11):

Tú, el que seas, que te eriges en juez, no tienes disculpa; al dar sentencia contra el otro te condenas tú mismo, porque tú, el juez, te portas igual. Todos admitimos que Dios condena con derecho a los que obran mal, a los que obran de esa manera. Y tú, que juzgas a los que hacen eso, mientras tú haces lo mismo, ¿te figuras que vas a escapar de la sentencia de Dios? ¿O es que desprecias el tesoro de su bondad, tolerancia y paciencia, al no reconocer que esa bondad es para empujarte a la conversión? Con la dureza de tu corazón impenitente te estás almacenando castigos para el día del castigo, cuando se revelará el justo juicio de Dios, pagando a cada uno según sus obras. A los que han perseverado en hacer el bien, porque buscaban contemplar su gloria y superar la muerte, les dará vida eterna; a los porfiados que se rebelan contra la verdad y se rinden a la injusticia, les dará un castigo implacable. Pena y angustia tocarán a todo malhechor, primero al judío, pero también al griego; en cambio, gloria, honor y paz a todo el que obre. el bien, primero al judío, pero también al griego; porque Dios no tiene favoritismos

Palabra de Dios


Salmo 61,R/. Tú, Señor, pagas a cada uno según sus obras


Santo Evangelio según san Lucas (11,42-46):

En aquel tiempo, dijo el Señor: «¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que practicar, sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo!»

Un maestro de la Ley intervino y le dijo: «Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros.»

Jesús replicó: «¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!»

Palabra del Señor

Compartimos:

Hoy vemos cómo el Divino Maestro nos da algunas lecciones: entre ellas, nos habla de los diezmos y también de la coherencia que han de tener los educadores (padres, maestros y todo cristiano apóstol). En el Evangelio según san Lucas de la Misa de hoy, la enseñanza aparece de manera más sintética, pero en los pasajes paralelos de Mateo (23,1ss.) es bastante extensa y concreta. Todo el pensamiento del Señor concluye en que el alma de nuestra actividad han de ser la justicia, la caridad, la misericordia y la fidelidad (cf. Lc 11,42).


Los diezmos en el Antiguo Testamento y nuestra actual colaboración con la Iglesia, según las leyes y las costumbres, van en la misma línea. Pero dar valor de ley obligatoria a cosas pequeñas —como lo hacían los Maestros de la Ley— es exagerado y fatigoso: «¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!» (Lc 11,46).


Es verdad que las personas que afinan tienen delicadezas de generosidad. Hemos tenido vivencias recientes de personas que de la cosecha traen para la Iglesia —para el culto y para los pobres— el 10% (el diezmo); otros que reservan la primera flor (las primicias), el mejor fruto de su huerto; o bien vienen a ofrecer el mismo importe que han gastado en el viaje de descanso o de vacaciones; otros traen el producto preferido de su trabajo, todo ello con este mismo fin. Se adivina ahí asimilado el espíritu del Santo Evangelio. El amor es ingenioso; de las cosas pequeñas obtiene alegrías y méritos ante Dios.


El buen pastor pasa al frente del rebaño. Los buenos padres son modelo: el ejemplo arrastra. Los buenos educadores se esfuerzan en vivir las virtudes que enseñan. Esto es la coherencia. No solamente con un dedo, sino de lleno: Vida de Sagrario, devoción a la Virgen, pequeños servicios en el hogar, difundir buen humor cristiano.

martes, 14 de octubre de 2025

Martes de la XXVIII Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (1,16-25):

Yo no me avergüenzo del Evangelio; es fuerza de salvación de Dios para todo el que cree, primero para el judío, pero también para el griego. Porque en él se revela la justicia salvadora de Dios para los que creen, en virtud de su fe, como dice la Escritura: «El justo vivirá por su fe.» Desde el cielo Dios revela su reprobación de toda impiedad e injusticia de los hombres que tienen la verdad prisionera de la injusticia. Porque, lo que puede conocerse de Dios lo tienen a la vista; Dios mismo se lo ha puesto delante. Desde la creación del mundo, sus perfecciones invisibles, su poder eterno y su divinidad, son visibles para la mente que penetra en sus obras. Realmente no tienen disculpa, porque, conociendo a Dios, no le han dado la gloria y las gracias que Dios se merecía, al contrario, su razonar acabó en vaciedades, y su mente insensata se sumergió en tinieblas. Alardeando de sabios, resultaron unos necios que cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes del hombre mortal, de pájaros, cuadrúpedos y reptiles. Por esa razón, abandonándolos a los deseos de su corazón, los ha entregado Dios a la inmoralidad, con la que degradan ellos mismos sus propios cuerpos; por haber cambiado al Dios verdadero por uno falso, adorando y dando culto a la criatura en vez de al Creador. ¡Bendito él por siempre! Amén.

Palabra de Dios


Salmo 18,R/. El cielo proclama la gloria de Dios


Santo Evangelio según san Lucas (11,37-41):

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa. Él entró y se puso a la mesa.

Como el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, el Señor le dijo: «Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades. ¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis limpio todo.»

Palabra del Señor


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En el texto evangélico de hoy subrayaría dos cosas. La primera es la gran libertad con que vive y actúa Jesús. Está claro que no se casa con nadie y que no se deja llevar por respetos humanos ni falsas diplomacias. No era precisamente “prudente” cuando se trataba de hablar con la gente que le escuchaba. No era de los que querían ganar amigos a cualquier costa. Más bien, lo contrario. Está claro que por días como éste del texto de hoy terminó como terminó: en la cruz y más solo que la una. Pero Jesús no se arrugaba ante las dificultades. Ni le asustaban las consecuencias negativas que podían provocar su dar testimonio de la verdad. La libertad es el gran don que Dios nos ha regalado a cada uno de nosotros, un verdadero tesoro. En nuestras manos está el hacer de ella un pilar de nuestra personalidad o derrocharla y malgastarla por adaptarnos a los demás, por decir siempre lo que se espera que digamos, por intentar más ser apreciados por los demás que por ser testigos del reino.


Desde ahí, creo que se entiende muy bien lo segundo que quería subrayar. Nuestra relación con los demás, igual que nuestra relación con Dios, tiene que ir más allá de las formas, de cumplir apenas una serie de normas “sociales”, “establecidas”, “aceptadas por todos”. Tiene que ser una relación desde el corazón, desde el convencimiento personal de lo que debemos hacer. Jesús le critica al mundo fariseo que su relación con Dios se basa en el cumplimiento detallado y minucioso de unas normas formales, externas, pero que no llegan al corazón. Lavarse las manos antes de comer (para los fariseos), ir a misa los domingos (para los cristianos), no tiene mucho sentido si en nuestro corazón anida el odio, la venganza, la envidia. No tiene sentido si despreciamos a los hermanos que no piensan como nosotros, que no sienten como nosotros, que no hablan nuestra lengua o que son de otro equipo,  país, religión, partido político, etc.


Desde el corazón, sintiéndonos hijos e hijas de Dios, viviremos libres para anunciar la buena nueva del Reino, la de que tenemos que construir entre todos un mundo más fraterno y mejor. Un mundo como Dios quiere.

lunes, 13 de octubre de 2025

Rosario y misión: 7 pistas dominicanas para anunciar a Cristo hoy

Del coro al barrio, del estudio a las redes: cómo el Rosario inspira la predicación dominicana y convierte la contemplación en misión


El rosario no es una oración del pasado, sino una escuela de mirada. Nos enseña a ver el mundo como lo ve María: con atención, compasión y fe. En cada misterio, el creyente aprende a contemplar para predicar, a descubrir a Cristo en la vida cotidiana. Así, esta devoción tan dominicana se convierte en una forma de misión: un modo de llevar a Jesús a todos los espacios donde la vida sucede.


1. Contemplar para predicar

Cada cuenta del rosario es una pausa en medio del ruido. Los dominicos lo rezan no para evadirse, sino para llenarse de la Palabra, contemplar el misterio de Cristo y ofrecer al mundo el fruto de esa contemplación. Rezar el rosario dispone el corazón para la misión.


2. Orar con la Palabra

Los misterios son puro Evangelio: infancia, pasión, resurrección y vida pública de Jesús. En cada Avemaría resuena la historia de la salvación. El rosario es catequesis viva y compendio del Evangelio que forma y alimenta la fe del pueblo sencillo y del que estudia.


«Haced lo que él os diga» (cf. Jn 2,5). El rosario nos enseña a escuchar a María para mirar a Cristo y seguir sus pasos.


3. Vivir la compasión

María no se queda mirando desde lejos: acompaña. El rosario nos lleva a reconocer los rostros sufrientes de Cristo en quienes viven dolor, injusticia o soledad. Por eso, el rosario auténtico no se queda en los labios: se traduce en gestos de misericordia, servicio y cercanía.


4. Predicar en las periferias

La predicación dominicana no se limita al púlpito. Cada vez que un laico, fraile, monja o hermana ofrece consuelo, diálogo o presencia, está predicando con su vida. El rosario da impulso misionero para salir, acompañar y servir en barrios, cárceles, hospitales, universidades y redes.


5. Anunciar en la cultura y el estudio

El rosario no está reñido con la reflexión: desvela el rostro pensante de la fe, el Dios que se hace historia y sentido. Contemplar los misterios invita a estudiar, dialogar y crear desde la universidad, el arte y la comunicación, para que la fe ilumine la cultura.


6. Construir comunidad

Las cofradías del rosario nacieron en los conventos dominicos como escuelas de oración compartida. Hoy seguimos llamados a formar comunidades orantes y solidarias, fraternidades abiertas que sostienen la esperanza y hacen visible la Iglesia que camina.


7. Sembrar paz y diálogo

Mientras las cuentas pasan entre los dedos, el corazón se pacifica. Quien reza el rosario con sinceridad se vuelve artesano de paz y promotor del diálogo. María, que “guardaba todo en su corazón”, nos educa en un ritmo interior capaz de sanar palabras y tender puentes.


Pistas concretas para vivirlo esta semana

Un misterio al día: ofrece cada uno por una persona concreta (alegría, dolor, luz, gloria).

Palabra breve: inicia cada misterio con un versículo del Evangelio y una intención concreta.

Obra de misericordia: deja que el rosario te lleve a un gesto práctico (llamada, visita, ayuda).

En comunidad: reza una decena en familia, comunidad o grupo; la misión también se comparte.


Rezar el rosario es aprender a mirar el mundo con los ojos de María y hablar de Cristo con palabras y obras. Cada cuenta puede ser una semilla de predicación, una misión silenciosa en medio del mundo. Que la Virgen del Rosario nos enseñe a contemplar y dar lo contemplado.

Lunes de la XXVIII Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Comienzo de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (1,1-7):

Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, escogido para anunciar el Evangelio de Dios. Este Evangelio, prometido ya por sus profetas en las Escrituras santas, se refiere a su Hijo, nacido, según la carne, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo, nuestro Señor. Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Entre ellos estáis también vosotros, llamados por Cristo Jesús. A todos los de Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de los santos, os deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Palabra de Dios


Salmo 97 R/. El Señor da a conocer su victoria


Santo Evangelio según san Lucas (11,29-32):

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: «Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.»

Palabra del Señor


Compartimos:

Cuando nos hablan de signos solemos pensar en cosas maravillosas: una estrella atravesando el cielo, curaciones milagrosas, etc. Posiblemente era a ese tipo de signos a los que se referían los que rodeaban a Jesús. Y precisamente no era en ese tipo de signos en los que estaba pensando Jesús. Él mismo es el signo, el gran signo, el que habla de la presencia de Dios en nuestro mundo, el que marca el comienzo del reino. Ni estrellas cayendo del cielo ni cosas parecidas. El gran signo es un hombre, Jesús, que se acerca a los pobres, que camina con todos, que habla de Dios Padre, que hace de su vida un testimonio de la misericordia de del Padre para con todos, especialmente para con los más abandonados, marginados, oprimidos…


Pero lo malo de los signos es que siempre son ambiguos. Dependen de la interpretación, del punto de vista, del modo de mirarlos. Los milagros que hacía Jesús para unos eran signo de la presencia y acción de Dios. Otros pensaban que Jesús hacía esos milagro por el poder de Belzebú (cf. MT 12,24).


Hoy también hay muchos signos. Depende de los ojos que miran, del corazón que los acoge. Incluso hay signos negativos ¿No es un signo que las guerras sigan en nuestro mundo y que no consigan nunca arreglar nada sino, generalmente, empeorar las situaciones? ¿No sería lo más lógico e inteligente desechar la guerra como posible solución a nuestros problemas? Y, sin embargo, seguimos yendo a la guerra y armando ejércitos pensando que es necesario.


Hay muchos más signos positivos. Cercanos y lejanos. Dejo al lector que piense un poco en cuáles pueden ser esos signos. Claro que verlos y aceptarlos como signos dependerá, inevitablemente, de los ojos y las intenciones con que se miren. Tendríamos que pedir en nuestra oración que Dios nos regale unas gafas bien regladas para que podamos distinguir esos signos que nos confirmen en la fe y que nos ayuden a seguir trabajando en favor del reino, de la fraternidad y la justicia.

sábado, 11 de octubre de 2025

Domingo 28 (Ciclo C) del tiempo ordinario. 12 de Octubre Nuestra Señora del Pilar

 Primera Lectura

Lectura del segundo libro de los Reyes (5,14-17):

En aquellos días, el sirio Naamán bajó y se bañó en el Jordán siete veces, conforme a la palabra de Eliseo, el hombre de Dios, Y su carne volvió a ser como la de un niño pequeño: quedó limpio de su lepra.

Naamán y toda su comitiva regresaron al lugar donde se encontraba el hombre de Dios. Al llegar, se detuvo ante él exclamando:

«Ahora conozco que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel. Recibe, pues, un presente de tu siervo».

Pero Eliseo respondió:

«Vive el Señor ante quien sirvo, que no he de aceptar nada».

Y le insistió en que aceptase, pero él rehusó.

Naamán dijo entonces:

«Que al menos le den a tu siervo tierra del país, la carga de un par de mulos, porque tu servidor no ofrecerá ya holocausto ni sacrificio a otros dioses más que al Señor».

Palabra de Dios


Salmo 97,R/. El Señor revela a las naciones su salvación.


Segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2,8-13):

Querido hermano:

Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre ¡os muertos, nacido del linaje de David, según mi evangelio, por el que padezco hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada.

Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación y la gloria eterna en Cristo Jesús.

Es palabra digna de crédito:

Pues si morimos con él, también viviremos con él;

si perseveramos, también reinaremos con él;

si lo negamos, también él nos negará.

Si somos infieles, él permanece fiel,

porque no puede negarse a sí mismo.

Palabra de Dios


Santo Evangelio según san Lucas (17,11-19):

Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:

«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».

Al verlos, les dijo:

«Id a presentaros a los sacerdotes».

Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias.

Este era un samaritano.

Jesús, tomó la palabra y dijo:

«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?».

Y le dijo:

«Levántate, vete; tu fe te ha salvado».

Palabra del Señor

Compartimos:

Hoy podemos comprobar, ¡una vez más!, cómo nuestra actitud de fe puede remover el corazón de Jesucristo. El hecho es que unos leprosos, venciendo la reprobación social que sufrían los que tenían la lepra y con una buena dosis de audacia, se acercan a Jesús y —podríamos decir entre comillas— le obligan con su confiada petición: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» (Lc 17,13).


La respuesta es inmediata y fulminante: «Id y presentaos a los sacerdotes» (Lc 17,14). Él, que es el Señor, muestra su poder, ya que «mientras iban, quedaron limpios» (Lc 17,14).


Esto nos muestra que la medida de los milagros de Cristo es, justamente, la medida de nuestra fe y confianza en Dios. ¿Qué hemos de hacer nosotros —pobres criaturas— ante Dios, sino confiar en Él? Pero con una fe operativa, que nos mueve a obedecer las indicaciones de Dios. Basta un mínimo de sentido común para entender que «nada es demasiado difícil de creer tocando a Aquel para quien nada es demasiado difícil de hacer» (San J. H. Newman). Si no vemos más milagros es porque “obligamos” poco al Señor con nuestra falta de confianza y de obediencia a su voluntad. Como dijo san Juan Crisóstomo, «un poco de fe puede mucho».


Y, como coronación de la confianza en Dios, llega el desbordamiento de la alegría y del agradecimiento: en efecto, «uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias» (Lc 17,15-16).


Pero..., ¡qué lástima! De diez beneficiarios de aquel gran milagro, sólo regresó uno. ¡Qué ingratos somos cuando olvidamos con tanta facilidad que todo nos viene de Dios y que a él todo lo debemos! Hagamos el propósito de obligarle mostrándonos confiados en Dios y agradecidos a Él.

Sábado de la XXVII Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura del libro del profeta Joel (4,12-21):

«Que se levanten las naciones y acudan al valle de Josafat; allí me sentaré a juzgar a las naciones vecinas. Empuñen las hoces, porque ya la mies está madura, vengan a pisar las uvas, porque ya está lleno el lagar, ya las cubas están rebosantes de sus maldades. ¡Multitudes y multitudes se reúnen en el valle del Juicio, porque está cerca el día del Señor! El sol y la luna se oscurecen, las estrellas retiran su resplandor. El Señor ruge desde Sión, desde Jerusalén levanta su voz; tiemblan los cielos y la tierra. Pero el Señor protege a su pueblo, auxilia a los hijos de Israel. Entonces sabrán que yo soy el Señor, su Dios, que habito en Sión, mi monte santo. Jerusalén será santa, y ya no pasarán por ella los extranjeros. Aquel día los montes destilarán vino y de las colinas manará leche. Los ríos de Judá irán llenos de agua y brotará un manantial del templo del Señor que regará el valle de las Acacias. Egipto se volverá un desierto y Edom una árida llanura, porque oprimieron a los hijos de Judá y derramaron sangre inocente en su país. En cambio, Judá estará habitada para siempre, y Jerusalén por todos los siglos. Vengaré su sangre, no quedarán impunes los que la derramaron, y yo, el Señor, habitaré en Sión».

Palabra de Dios


Salmo 96 R/. Alegraos, justos, con el Señor


Santo Evangelio según san Lucas (11,27-28):

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la multitud, una mujer del pueblo gritando, le dijo: «¡Dichosa la mujer que te llevó en su seno y cuyos pechos te amamantaron!»

Pero Jesús le respondió: «Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica».

Palabra del Señor


Compartimos:

Es muy natural y muy humana la exclamación de aquella oyente de Jesús. Su palabra embelesadora pudo hacer surgir en algunas madres una santa envidia: “¡cómo me gustaría que mi hijo llegase a parecerse a este profeta!”.


Pero la relación de Jesús con sus parientes no fue idílica o libre de tensiones. Todo nos lleva a la convicción de que Jesús, llegado a la mayoría de edad, abandonó el hogar paterno y emprendió un género de vida extraño. No se buscó una buena esposa para llevarla a casa de sus padres, ni un empleo que le garantizase una vida digna. Por el contrario, emprendió un estilo de vida itinerante y lleno de riesgos, no con parientes sino con amigos, o potenciales colaboradores en su tarea profética de anunciar y visibilizar la llegada del Reino. Sin posesiones, ni familia de sangre, ni seguridad en su caminar cotidiano: “el hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza” (Lc 9,58).


Esto puede verse como un heroísmo, un acto de gran libertad, pero también como una vida sencillamente excéntrica. Es muy crudo el texto de Mc 3,21: “llegaron los suyos dispuestos a echarle mano, porque decían que no estaba en sus cabales”. Un cierto “pudor espiritual” llevó a Mateo y Lucas a omitir esta afirmación de Marcos; pero el texto de Jn 7,5, “sus parientes no creían en él”, nos cerciora respecto de esta realidad familiar.


En la tradición sinóptica, con diversos matices según cada evangelio, nos encontramos con María y los parientes de Jesús mandándole llamar “desde fuera”  (Mc 3,31 par). Y Jesús no se acerca a darles una respuesta personal o siquiera un saludo, sino que les envía un mensaje indirectamente, como por tercera persona; pareciera que él y ellos siguen caminos paralelos. Tal vez la historia de fondo sea la misma de Mc 3,21: no le ven muy “en sus cabales”, quizá desearían hacerle modificar la ruta, el estilo de vida…


Con este trasfondo, no es extraño que Jesús minusvalore el parentesco de la sangre, que de hecho no ha servido para hacer de su familia un grupo de creyentes entusiasmados por él. Jesús se aplicó, quizá más de una vez, el dicho de la incomprensión: un profeta carece de prestigio entre los suyos (Mc 6,4 par; Jn 4,44).


La pobre mujer que, en el evangelio de hoy, pretendió ensalzar a la madre de Jesús debió de quedarse a cuadros con la respuesta recibida. Pero también consolada por el nuevo “parentesco” de que el maestro le habló: ella podía tener una cercanía a Jesús superior a la de los familiares carnales. Fue la gran oferta para ella y lo sigue siendo para nosotros: si somos oyentes y acogedores de la Palabra, pertenecemos a la familia de Jesús más estrecha y dichosa. Y, por supuesto, el evangelista deja a María a buen recaudo, pues, capítulos atrás, la ha presentado ya como “la que guarda la Palabra y la medita en el corazón” (Lc 2,19).

viernes, 10 de octubre de 2025

Palencia rinde homenaje al Padre Gago con la inauguración de los jardines que llevan su nombre

El homenaje incluyó el descubrimiento de un busto de bronce del Padre Gago, obra de la escultora Carmen Palenzuela, que refleja su serenidad y espíritu de servicio


[COPE, Manuel Lobejón] La ciudad de Palencia vivió la mañana del 9 de octubre un emotivo acto de homenaje a uno de sus hijos más ilustres, el dominico y periodista Padre José Luis Gago del Val, con la inauguración oficial de los Jardines del Padre Gago, situados junto al convento de San Pablo, en el corazón del barrio donde nació. 


El acto, presidido por la alcaldesa Miriam Andrés, contó con la participación de la hermana del homenajeado, Margarita Gago; su hermano Alberto; el presidente de la Asociación Padre Gago, Rafael Ortega; el obispo de Palencia, Mikel Garciandía; representantes de la diócesis y miembros de la comunidades de frailes dominicos de Palencia y Valladolid.


El momento central fue el descubrimiento del busto de bronce creado por la escultora Carmen Palenzuela, inspirado en una obra previa de Mari Cruz Castuera. La escultura, que muestra al Padre Gago en actitud serena y cercana, lleva inscrita una frase del Evangelio de San Juan (8:32): «La verdad os hará libres», lema que acompañó toda su vida y resume su visión del periodismo como servicio a la verdad y a las personas.


La alcaldesa Miriam Andrés destacó durante su intervención que “Palencia debía este reconocimiento a un hombre que llevó el nombre de su ciudad por toda España, desde los micrófonos de la radio hasta los foros eclesiásticos, siempre con humildad y vocación de servicio”. Andrés subrayó la importancia de que “los valores del Padre Gago —la verdad, la fe, la palabra y la humanidad— sigan inspirando a las nuevas generaciones”.

Por su parte, Margarita Gago, visiblemente emocionada, pronunció unas palabras llenas de gratitud:


“El libro póstumo que escribió mi hermano se titula Gracias, la última palabra. Hoy quiero que mi primera palabra también sea esa: gracias. Gracias a la ciudad de Palencia y a su Ayuntamiento, a su diócesis y a los dominicos por promover este reconocimiento. Entre la colonia de gentes comerciales y la plaza de San Pablo, escenario de nuestros juegos de niñez, mi hermano creció soñando y amando esta tierra.”


La hermana del dominico recordó que, aunque la vida llevó a José Luis a muchos lugares, “siempre llevó prendido en su corazón a su Palencia natal y al Cristo del Otero”. Añadió que “la ciudad que lo vio nacer lo reconoce ahora como uno de sus hijos más ilustres”, y deseó que los viajeros que pasen por los jardines “sean recibidos por la sonrisa eterna que el Padre Gago llevaba tallada en su rostro”.


Agradeció también a las escultoras Mari Cruz Castuera y Carmen Palenzuela por haber sabido “plasmar la dulzura del espíritu de José Luis en este bronce que, gracias a sus manos, ya no es un frío metal”. Concluyó repitiendo la palabra que resumió la vida y la despedida de su hermano: “Gracias”.


El presidente de la Asociación Padre Gago, Rafael Ortega, quiso también expresar su gratitud al Ayuntamiento por su apoyo y aprovechó la ocasión para recordar a quienes han hecho posible que el dominico esté hoy en proceso de canonización.

“Quiero agradecer sinceramente al Ayuntamiento de Palencia este homenaje, pero también a los obispos que han impulsado su causa: el cardenal Ricardo Blázquez, que la abrió; Luis Argüello, que en unos días firmará el final del proceso diocesano; el obispo emérito Manuel Herrero, que acogió la propuesta con entusiasmo; y el actual prelado, Mons. D. Mikel Garcíandía”.


Ortega, en un tono cargado de emoción, relató una anécdota:

“En una ciudad italiana llamada Sotto il Monte, donde nació San Juan XXIII, hay una estatua suya que se ha ido descoloriendo porque los peregrinos apoyan su mano en su hombro al rezar. Ojalá —dijo— que dentro de unos años la imagen del Padre Gago esté también descolorida por las manos de los palentinos que se acerquen a pedirle ayuda o a darle las gracias. Estoy convencido de que pronto será santo”.


La jornada estuvo marcada por una profunda carga simbólica. Los jardines, situados junto al convento de San Pablo, fueron elegidos por ser el lugar donde el Padre Gago realizó su noviciado dominico y donde dio sus primeros pasos en la vida religiosa. 


Un legado de palabra, fe y comunicación  

Nacido en Palencia en 1934, José Luis Gago fue un hombre adelantado a su tiempo. Dominico, periodista y comunicador, fue el impulsor de la Cadena COPE tal y como hoy se conoce. Su visión de la comunicación lo llevó a transformar las emisoras diocesanas dispersas en una radio generalista, participativa y moderna, abierta a todos y guiada por el lema que él mismo acuñó: “la radio encendida”.


Creyente convencido, Gago entendió que la palabra era una herramienta de evangelización y diálogo, no de adoctrinamiento. Su misión, como él mismo decía, era “hablar para los no convencidos”, explicar el mensaje cristiano de manera sencilla y cercana.

Viernes de la XXVII Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Joel (1,13-15;2,1-2):

Vestíos de luto y haced duelo, sacerdotes; llorad, ministros del altar; venid a dormir en esteras, ministros de Dios, porque faltan en el templo del Señor ofrenda y libación. Proclamad el ayuno, congregad la asamblea, reunid a los ancianos, a todos los habitantes de la tierra, en el templo del Señor, nuestro Dios, y clamad al Señor. ¡Ay de este día! Que está cerca el día del Señor, vendrá como azote del Dios de las montañas. Tocad la trompeta en Sión, gritad en mi monte santo, tiemblen los habitantes del país, que viene, ya está cerca, el día del Señor. Día de oscuridad y tinieblas, día de nube y nubarrón; como negrura extendida sobre los montes, una horda numerosa y espesa; como ella no la hubo jamás, después de ella no se repetirá, por muchas generaciones.

Palabra de Dios


Salmo  9,R/. El Señor juzgará el orbe con justicia


Santo Evangelio según san Lucas (11,15-26):

En aquel tiempo, habiendo echado Jesús un demonio, algunos de entre la multitud dijeron:«Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios.»

Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo.

Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama. Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, da vueltas por el desierto, buscando un sitio para descansar; pero, como no lo encuentra, dice: «Volveré a la casa de donde salí.» Al volver, se la encuentra barrida y arreglada. Entonces va a coger otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí. Y el final de aquel hombre resulta peor que el principio.»

Palabra del Señor


Compartimos:

Un pasaje del Talmud, especie de enciclopedia judía quizá del siglo V, que recoge tradiciones mucho más antiguas, dice que Jesús “fue colgado por haber practicado la hechicería y haber seducido a Israel”. Es indudablemente la versión no creyente de lo que hoy nos ofrece el evangelio, donde una curación psíquica realizada por Jesús es interpretada como un acto de magia o de uso de poderes diabólicos. Aquellos críticos no parecen bienintencionados, sino personas endurecidas frente al mensaje novedoso de Jesús; para no enmendar sus vidas o modificar criterios recurren a la descalificación del maestro. Poco nos importa la naturaleza precisa del hecho; lo que cuenta es el reproche evangélico a la cerrazón, a la instalación de quien no quiere dejarse interpelar y prefiere interpretar lo que ve, lo que no puede negar, como obra del maligno


No vale la pena detenerse en las dificultades del pasaje evangélico, impregnado por el pensamiento mítico de la época. El mundo, y cada hombre, es considerado por entonces como un campo en disputa; pretenden ocuparlo Jesús y el maligno o los poderes diabólicos. En un lenguaje kerigmático muy discreto, Jesús se designa a sí mismo como uno “más fuerte”; es otra forma de habla del Reino de Dios que se implanta derrotando al simplemente “fuerte”; buena noticia. Pero sigue una enérgica llamada de atención: la casa ocupada por “el más fuerte” no está libre de caer de nuevo en manos del “fuerte”, del anterior dueño; sería una lamentable recaída espiritual.


Jesús habló en algún momento de seguidores que se arrepintieron de la decisión tomada; después de haber puesto la mano en el arado volvieron la vista (Lc 9,62); otros podrían estar pasando por la misma tentación. Y en la Iglesia lucana, ya alejada de los orígenes y que prevé una larga duración en el tiempo, sin parusía a la vista, puede enfriarse el entusiasmo por el “más fuerte” que había llegado y abrirse la puerta al ocupante anterior. Sería una apostasía, que Jesús equivale a caer bajo el poder de siete demonios.


Hace ahora un siglo, los desmitificadores del Nuevo Testamento suponían que, según aquella imagen del mundo, no había espacio para la responsabilidad del hombre, mero juguete de las potencias celestiales o infernales, sin libertad propia. Pero, según este pasaje evangélico, la mentalidad de Jesús no era esa. Él apelaba a la decisión de cada uno, a que considerase qué estaba haciendo con la propia vida. Lucas lo ha expresado bien introduciendo entre las dos extrañas parábolas el dicho sobre estar con Jesús o contra Jesús. Cada uno de nosotros somos cuestionados hoy: ¿a quién hemos abierto nuestra casa? ¿a Jesús, el “más fuerte”, o al primer seductor o engañador que se ha presentado, y que puede tener tantos nombres? Y somos invitados a la vigilancia, para evitar toda “recaída” en nuestro caminar en la fe.

jueves, 9 de octubre de 2025

Jueves de la XXVII Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Malaquías (3,13-20a):

«Vuestros discursos son arrogantes contra mí –oráculo del Señor–. Vosotros objetáis: «¿Cómo es que hablamos arrogantemente?» Porque decís: «No vale la pena servir al Señor; ¿qué sacamos con guardar sus mandamientos?; ¿para qué andamos enlutados en presencia del Señor de los ejércitos? Al contrario: nos parecen dichosos los malvados; a los impíos les va bien; tientan a Dios, y quedan impunes.» Entonces los hombres religiosos hablaron entre sí: «El Señor atendió y los escuchó.» Ante él se escribía un libro de memorias a favor de los hombres religiosos que honran su nombre. Me pertenecen –dice el Señor de los ejércitos– como bien propio, el día que yo preparo. Me compadeceré de ellos, como un padre se compadece del hijo que lo sirve. Entonces veréis la diferencia entre justos e impíos, entre los que sirven a Dios y los que no lo sirven. Porque mirad que llega el día, ardiente como un horno: malvados y perversos serán la paja, y los quemaré el día que ha de venir –dice el Señor de los ejércitos–, y no quedará de ellos ni rama ni raíz. Pero a los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas.»

Palabra de Dios


Salmo 1 R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor


 Santo Evangelio según san Lucas (11,5-13):

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos: «Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: «Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle.» Y, desde dentro, el otro le responde: «No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos.» Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?»

Palabra del Señor


Compartimos:

Los antiguos catecismos infantiles tenían un parrafito que parecía orientado a explicar el evangelio de hoy. Se preguntaba al niño si Dios oye siempre nuestras oraciones, y se le ofrecía una respuesta positiva pero con un matiz: Dios nos escucha siempre pero quizá no nos da exactamente lo que hemos pedido, sino que “nos concede lo que es más conveniente para nuestra salvación”.


El evangelista Lucas, después de presentar la oración enseñada por Jesús, parece salir al paso de quienes no estén muy seguros de que Dios los va a escuchar; y, para demostrarles que sí, les ofrece una parábola, la del vecino impertinente, y unas consideraciones sobre el modo de actuar de un padre cariñoso con sus hijos. En medio van las afirmaciones radicales sobre el actuar de Dios: unas frases en pasiva y sin sujeto explícito, con el característico respeto judío al nombre de Dios, que debemos entender como “Dios os dará, Dios os ayudará a encontrar, Dios os abrirá la puerta”.


El modo de hablar de Jesús era a veces sorprendente, de entrada casi escandaloso. Aquí comienza comparando a Dios con un hombre que, ante la petición de un amigo, se muestra remolón, y luego con otros “que son malos”; pero el uno y los otros acaban haciendo el bien. La aplicación se concentra en las palabras “cuánto más”. Dado que Dios no es malo ni remolón, su generosidad superará con creces los ejemplos presentados.


Pero el evangelista tiene una curiosa conclusión: de lo que el orante puede estar seguro es de que Dios desea darle el Espíritu Santo; este es el gran don que conviene pedir a Dios y que Dios, “vuestro Padre del cielo”, está siempre dispuesto a daros.


El catecismo tenía el rasgo de discreción que hemos mencionado: no decía que Dios conceda lo que se le pida, sino lo conveniente a nuestra salvación. La oración no puede ser nunca una manipulación de Dios, ni un intento de imponerle nuestro criterio; el buen orante expone ante Dios su inquietud y seguidamente le deja en libertad para que responda o reaccione como quiera; el buen orante es dócil, disponible y de buen conformar. Por ahí corre un whatsapp en el que se ofrecen unas supuestas respuestas de Dios al orante: “tengo para ti algo mejor”, “para eso que pides todavía no es el momento”… El salmista lo dice en términos certeros: “por la mañana te expongo mi causa y me quedo aguardando” (Salmo 5,4).


En especial sintonía con la discreción lucana en cuanto a lo que a Dios podamos pedir encontramos una sabrosa enseñanza de S. Pablo: “nosotros no sabemos orar como conviene; pero el Espíritu viene en nuestra ayuda…” (Rm 8,26). Orar es una actividad nuestra, la más sublime, pero quizá sea en mayor medida un escuchar, y dejarse conducir.

miércoles, 8 de octubre de 2025

Miércoles de la XXVII Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Jonás (4,1-11):

Jonás sintió un disgusto enorme y estaba irritado. Oró al Señor en estos términos: «Señor, ¿no es esto lo que me temía yo en mi tierra? Por eso me adelanté a huir a Tarsis, porque sé que eres compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad, que te arrepientes de las amenazas. Ahora, Señor, quítame la vida; más vale morir que vivir.»

Respondióle el Señor: «¿Y tienes tú derecho a irritarte?»

Jonás había salido de la ciudad, y estaba sentado al oriente. Allí se había hecho una choza y se sentaba a la sombra, esperando el destino de la ciudad. Entonces hizo crecer el Señor un ricino, alzándose por encima de Jonás para darle sombra y resguardarle del ardor del sol. Jonás se alegró mucho de aquel ricino. Pero el Señor envió un gusano, cuando el sol salía al día siguiente, el cual dañó al ricino, que se secó. Y, cuando el sol apretaba, envió el Señor un viento solano bochornoso; el sol hería la cabeza de Jonás, haciéndole desfallecer.

Deseó Jonás morir, y dijo: «Más me vale morir que vivir.»

Respondió el Señor a Jonás: «¿Crees que tienes derecho a irritarte por el ricino?»

Contestó él: «Con razón siento un disgusto mortal.»

Respondióle el Señor: «Tú te lamentas por el ricino, que no cultivaste con tu trabajo, y que brota una noche y perece la otra. Y yo, ¿no voy a sentir la suerte de Nínive, la gran ciudad, que habitan más de ciento veinte mil hombres, que no distinguen la derecha de la izquierda, y gran cantidad de ganado?»

Palabra de Dios


Salmo 85,R/. Tú, Señor, eres lento a la cólera, rico en piedad


Santo Evangelio según san Lucas (11,1-4):

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.»

Él les dijo: «Cuando oréis decid: «Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación.»»

Palabra del Señor


Compartimos:

Oración breve y densa. Jesús prohíbe a los suyos usar de palabrería (“poliloguia”) para orar; la considera propia de los paganos (Mt 6,7), que no conocen a Dios pero están dispuestos a manipularle si les resulta posible. El inteligentísimo S. Agustín nos dirá que la oración no es para informar a Dios acerca de nuestra menesterosidad, pues él ya la conoce, ni para conquistar su benevolencia hacia nosotros, pues la tiene de antemano.


Entonces, ¿para qué nos enseña Jesús a orar? Para que nos asemejemos a él, que se retiraba con frecuencia a hacerlo, a cultivar su relación cariñosa con el Padre. Y también para que comulguemos más profundamente con sus propias inquietudes. El anuncio de Jesús es la venida del Reino de Dios: “llega el Reino, creed en la Buena Noticia” (Mc 1,15); él es aquel bendito mensajero de que hablaba el deuteroisaías: “Qué hermosos sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que dice a Sion: tu Dios es Rey” Is 52,7). Y le gustaría que sus discípulos cooperasen a la rapidez de esa llegada: “buscad ante todo el Reino de Dios” (Mt 6,33).


Ese Reino es una realidad que Jesús nunca define; simplemente apunta hacia ella con metáforas, parábolas, acciones simbólicas. Quizá en el Padre Nuestro ofrezca algo cercano a una cierta definición; la petición va precedido por la “santificación del nombre” de Dios. Esta no consiste en decir piadosas jaculatorias cuando otros blasfemen, como quizá nos enseñaron de niños. El verbo está en pasiva, luego el agente es Dios mismo; y su trasfondo esta en Ez 36,23: “yo santificaré mi gran nombre, profanado por vosotros…”. Lo cual, en su contexto, es una acción equivalente a al rescate y reunificación del pueblo, disperso, a su purificación de adherencias de paganismo: “Yo voy a recoger a los israelitas por las naciones a donde marcharon” (Ez 37,21). Cuando esto suceda, Dios será realmente Rey y el pueblo lo gozará. El evangelista Mateo ha explicitado más esta realidad añadiendo una nueva petición que lo abarca todo: “hágase tu voluntad”.


Aparentemente otra petición, pero en realidad equivalente, es la del perdón de las ofensas y pecados: Yahvé prometía: “os purificaré de vuestras culpas” (Ez 36,33). Y en conexión con ello está el ser buen pastor que no dejará que su pueblo se extravíe: “no permitas que nos venza la tentación”, es decir, que tomemos por tu Reino lo que no lo es.


Hemos dejado para el final la petición del pan, la más oscura de todas, y de difícil traducción. En la redacción lucana hay una cierta tensión, pues junta el “mañana” con el “cada día”, una acción puntual con otra repetida. Creemos que se han sobrepuesto el pensamiento de Jesús y el del evangelista. Para este, que prevé una Iglesia duradera en el tiempo, se trata de una confianza en la providencia: Dios mirará por sus hijos. En cambio, en el lenguaje escatológico de Jesús, el “pan de mañana” debe de designar en otros términos la era mesiánica, pidiendo de nuevo que “venga ya tu reino”, pues este es dibujado en el AT como banquete, “de manjares suculentos y vinos de solera” (Is 25,6).


Cuando rezamos el Padre Nuestro debemos disponernos a entrar en una nueva era, la del Reino, la del perdón transformante y la plena fraternidad, y también la de la seguridad, bajo la guía de un Padre que nos guía y, en su amor providente, nos da cuanto necesitamos.

martes, 7 de octubre de 2025

Ntra. Sra. del Rosario

Según la tradición, la Virgen María se le apareció a santo Domingo de Guzmán en 1208 en una capilla del monasterio de Prouilhe (Francia) con un rosario en las manos, que le enseñó a rezarlo y se lo entregó para que lo promoviera. Con el tiempo se fue difundiendo el rezo del rosario para contemplar los misterios de Cristo bajo el amparo de María.

Fundamentación bíblica del Rosario

«Tened entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús (el rosario, para estar en comunión con Cristo).»


«El cual, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos (misterios gozosos).»


«Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó basta someterse incluso a la muerte, y una muerte en cruz (misterios dolorosos).»


«Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble (misterios gloriosos).»


Estos versículos de la carta de San Pablo a los filipenses constituye el fundamento bíblico del rosario en sus tres partes. Luego, cada misterio abunda en un aspecto concreto de la vida, muerte y resurrección del Señor, con María.


El Rosario y los dominicos

El pueblo cristiano ha cantado durante siglos:


Viva María,

Viva el Rosario

Viva Santo Domingo

que lo ha fundado.


Aunque no nos han llegado documentos fehacientes de que Domingo fundara el rosario, sí sabemos que recitaba repetidas veces la «salutación angélica» (avemaría), mientras contemplaba los misterios de la redención.


Pocos años después de la muerte de Domingo, Humberto de Romans, uno de sus primeros sucesores al frente de la orden dominicana, escribía para orientar la espiritualidad de los novicios que querían identificarse con el espíritu de la orden: «El novicio medite y considere con devoción los beneficios de Dios: la encarnación, el nacimiento, la pasión y otros misterios..., y después diga el Padrenuestro y el Avemaría...». Estamos en los orígenes del rosario, de los que también hay vestigios en ámbitos extra- dominicanos.


Está claro que los dominicos, llamados en los primeros siglos «frailes de María», seguían ese clima de oración a la Virgen, a la vez que meditaban los misterios de la redención. En el siglo XV, el dominico Alano de la Roche (1428-1478), le dio la forma que tiene hoy el rosario y propagó su devoción, especialmente por medio de las Cofradías del Rosario, para cuya institución en cualquier parte del mundo ha sido preceptiva la autorización expresa del maestro general de los dominicos.


El Rosario y su fiesta

El rosario se ha considerado patrimonio de la Orden de Predicadores, hasta que un papa dominico, San Pío V, lo extendió a toda la Iglesia con su estructura actual (1569). El mismo papa dominicano instituye la fiesta de Nuestra Señora de la Victoria (luego Fiesta de la Virgen del Rosario), para agradecer la intercesión de la Virgen en la victoria de Lepanto, el 7 de octubre de 1571: el rosario de la Iglesia había conseguido la victoria y la paz.


En los últimos siglos, ha sido la Orden de Predicadores, por mandato de los papas, la que más ha trabajado en la difusión: congresos, cofradías, participación en la extensión del «Rosario viviente», el «Rosario perpetuo», creación y difusión de los «Equipos del Rosario», revistas rosarianas, emisiones radiofónicas del rosario, edición de discos, casetes y audiovisuales para el rezo del rosario, etc.


La Santísima Virgen ha mirado con buenos ojos esta devoción y ha demostrado que es de su preferencia: en Lourdes y en Fátima ha aparecido con su rosario en las manos y ha comunicado al mundo los beneficios de santificación, de fraternidad y de paz que se derivan del rezo del rosario... que tanto ayuda a tener entre nosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús.

José A. Martínez Puche, O.P

Martes de la XXVII Semana del Tiempo Ordinario, Ntra. Sra. del Rosario

Primera Lectura

Lectura del libro de profeta Jonás (3,1-10):

En aquellos días, el Señor volvió a hablar a Jonás y le dijo: «Levántate y vete a Nínive, la gran capital, para anunciar allí el mensaje que te voy a indicar».

Se levantó Jonás y se fue a Nínive, como le había mandado el Señor. Nínive era una ciudad enorme: hacían falta tres días para recorrerla.

Jonás caminó por la ciudad durante un día, pregonando: «Dentro de cuarenta días Nínive será destruida».

Los ninivitas creyeron en Dios: ordenaron un ayuno y se vistieron de sayal, grandes y pequeños. Llegó la noticia al rey de Nínive, que se levantó del trono, se quitó el manto, se vistió de sayal, se sentó sobre ceniza y en nombre suyo y de sus ministros mandó proclamar en Nínive el siguiente decreto: «Que hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, que no pasten ni beban. Que todos se vistan de sayal e invoquen con fervor a Dios, y que cada uno se arrepienta de su mala vida y deje de cometer injusticias. Quizá Dios se arrepienta y nos perdone, aplaque el incendio de su ira y así no moriremos».

Cuando Dios vio sus obras y cómo se convertían de su mala vida, cambió de parecer y no les mandó el castigo que había determinado imponerles.

Palabra de Dios


Salmo 129 R/. Si llevas cuentas de los dleitos, Señor, ¿quién podrá resistir?


 Santo Evangelio según san Lucas (10,38-42):

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.

Y Marta, se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano».

Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor y no se la quitarán.»

Palabra del Señor


Compartimos:

Sobre la anécdota de Marta y María, un tanto gastada por el uso, y, por lo demás, muy sencilla de interpretar (en la Iglesia deben complementarse la vida activa y la contemplativa), se ha hecho recientemente algún comentario jocoso; Marta habría estado más acertada si, en vez de protestar, hubiese dicho a Jesús: “Maestro, ¿podrían hablar un poco más alto para que me entere yo también?”


Probablemente en la mente de Jesús y en la del evangelista revolotea justamente esta intención. Hay mucho que hacer en el mundo por mejorarlo, por que funcione según el proyecto de Dios y en él se vayan manifestando los valores del Reino. Pero también los constructores de esta nueva humanidad deben estar atentos a la Palabra de Jesús, que será la que los siga motivando y orientando. ¿Habrá en las palabras de Jesús a Marta un cierto reproche al activismo, a un afán temporal que pueda llegar a perder su sentido de edificación de un mundo mejor? ¿habrá tal vez una crítica a la sociedad de la producción, de la eficacia inmediata y palpable, que tal vez olvida su motivación última?


Como Marta, ignoramos el tema de conversación de su hermana María con Jesús. Pero su largo departir, probablemente en voz muy baja, en un rincón de la casa, nos habla de la importancia del silencio, la reflexión, algo de soledad para estar con el Señor. Y eso era entonces tan necesario como ahora, o quizá no tanto como ahora, pues no había llegado la sociedad del estrés y de las prisas. Ya siglos antes, había lamentado el profeta Jeremías: “la tierra está desolada, porque nadie se recoge a reflexionar” (Jr 12,11). ¿Será posible la reflexión en nuestra sociedad, llena de ruidos, estímulos permanentes en nuestros sentidos…? Algunos temen la llegada no sólo de una generación superficial, sino de una generación de sordos. ¿Qué podrán producir las atronadoras discotecas?


Todavía sigue habiendo en la Iglesia quienes cuestionan la forma de vida de los monasterios cartujos o trapenses, la de tantas monjas de clausura. En el peor de los casos consideran a esas personas como desencantadas de la vida, que acaban huyendo de todo. Esto a veces en abierta contradicción con la fascinación ejercida por prácticas oracionales extracristianas, venidas de las viejas religiones asiáticas.


Tal vez haya en ellas mucho aprovechable; pero es muy deseable saborear antes lo de Jesús, acostumbrarnos a beber en nuestro riquísimo propio pozo, saber “perder el tiempo”, como María de Betania.


Y antes de concluir nuestra reflexión, será bueno que dirijamos una mirada rápida a la leyenda de Jonás, que va a tener buena resonancia en la predicación de Jesús (“Aquí hay algo superior a Jonás”: Lc 11,32). Por medio de Jonás se recuperó Nínive para la salvación; y Jesús está dispuesto a recuperar a nuestro mundo, que a veces nos parece perdido. Y a él hay que prestarle más atención que a Jonás.

lunes, 6 de octubre de 2025

Lunes de la XXVII Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Comienzo de la profecía de Jonás (1,1–2,1.11):

Jonás, hijo de Amitai, recibió la palabra del Señor: «Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y proclama en ella: «Su maldad ha llegado hasta mí.»» Se levantó Jonás para huir a Tarsis, lejos del Señor; bajó a Jafa y encontró un barco que zarpaba para Tarsis; pagó el precio y embarcó para navegar con ellos a Tarsis, lejos del Señor. Pero el Señor envió un viento impetuoso sobre el mar, y se alzó una gran tormenta en el mar, y la nave estaba a punto de naufragar. Temieron los marineros, e invocaba cada cual a su dios. Arrojaron los pertrechos al mar, para aligerar la nave, mientras Jonás, que había bajado a lo hondo de la nave, dormía profundamente.

El capitán se le acercó y le dijo: «¿Por qué duermes? Levántate e invoca a tu Dios; quizá se compadezca ese Dios de nosotros, para que no perezcamos.»

Y decían unos a otros: «Echemos suertes para ver por culpa de quién nos viene esta calamidad.»

Echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás. Le interrogaron: «Dinos, ¿por qué nos sobreviene esta calamidad? ¿Cuál es tu oficio? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿De qué pueblo eres?»

Él les contestó: «Soy un hebreo; adoro al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra firme.»

Temieron grandemente aquellos hombres y le dijeron: «¿Qué has hecho?» Pues comprendieron que huía del Señor, por lo que él había declarado.

Entonces le preguntaron: «¿Qué haremos contigo para que se nos aplaque el mar?» Porque el mar seguía embraveciéndose.

Él contestó: «Levantadme y arrojadme al mar, y el mar se aplacará; pues sé que por mi culpa os sobrevino esta terrible tormenta.»

Pero ellos remaban para alcanzar tierra firme, y no podían, porque el mar seguía embraveciéndose. Entonces invocaron al Señor, diciendo: «¡Ah, Señor, que no perezcamos por culpa de este hombre, no nos hagas responsables de una sangre inocente! Tú eres el Señor que obras como quieres.»

Levantaron, pues, a Jonás y lo arrojaron al mar; y el mar calmó su cólera. Y temieron mucho al Señor aquellos hombres. Ofrecieron un sacrificio al Señor y le hicieron votos. El Señor envió un gran pez a que se comiera a Jonás, y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches seguidas. El Señor dio orden al pez, y vomitó a Jonás en tierra firme.

Palabra de Dios


Salmo Jon 2, R/. Sacaste mi vida de la fosa, Señor


Santo Evangelio según san Lucas (10,25-37):

En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»

Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?»

Él contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»

Él le dijo: «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.»

Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?»

Jesús dijo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: «Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta.» ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?»

Él contestó: «El que practicó la misericordia con él.»

Díjole Jesús: «Anda, haz 

tú lo mismo.»

Palabra del Señor


Compartimos:

Las parábolas de Jesús eran menos inocuas de lo que a primera vista percibimos. Los samaritanos eran considerados israelitas herejes, y los sacerdotes y levitas gozaban de prestigio religioso. Pero en la parábola del buen samaritano, es el hereje el que queda bien parado, elogiado por Jesús, mientras que el sacerdote y el levita son descalificados. Esto no pudo sentar bien a los oyentes. Por eso un célebre comentarista de las parábolas escribió hace un siglo: “nadie crucificaría a un maestro que cuenta historietas amenas para corroborar una moralidad prudente” (C.W. Smith). Sin duda lo de Jesús fue mucho más agresivo: relativizó el culto (el sacerdote y el levita, que de lejos no distinguen si el tendido al lado del camino es un enfermo, leproso o cadáver, dan un rodeo, para no contaminarse y poder seguir celebrando el culto) y enalteció la compasión, la ética, el buen corazón del hereje samaritano.


Lo cantábamos hace algunas décadas: “con vosotros está (¡Jesús!) y no le conocéis… y muchos que lo ven pasan de largo acaso por llegar temprano al templo”. El samaritano representa la compasión de Jesús y el apaleado es Jesús mismo, el que un día dirá “conmigo lo hicisteis… conmigo no lo hicisteis”.


En la redacción lucana, Jesús cuenta la parábola (quizá originariamente independiente) para responder a la pregunta “quién es mi prójimo”. El tema es sumamente actual; en Europa los partidos políticos se debaten en torno a las condiciones que debe reunir el emigrante para ser admitido en una de nuestras naciones. Indudablemente todos construyen discursos razonables: hace falta sensibilidad y no se debe caer en una ingenuidad que pueda volverse contra la seguridad de nuestros países. Pero no es seguro que todos establezcan, como criterio previo a toda otra premisa, que se trata de seres humanos necesitados, dolientes, a veces en el límite entre lo realmente humano y lo inhumano… Sin caer en simplificaciones: el buen samaritano no se preguntó por la procedencia del apaleado, no le pidió papeles; allí había sufrimiento y era preciso intervenir de inmediato. Más tarde volvería y arreglaría los asuntos con el hospedero.


Hacia el comienzo de su pontificado, el difunto papa Francisco dijo que “la Iglesia no es una ONG”; tal vez le faltó el adverbio “simplemente”, pues la comunidad de Jesús, aunque mira con luces más largas, asume de hecho muchas características de sana ONG. Por eso Francisco puntualizó enseguida que la Iglesia debe ser como un “hospital de campaña”. El buen samaritano, un desviado de la auténtica fe israelita, sirvió de ejemplo a los de creencia más correcta; tenían el mismo decálogo, sabían cuál era el principal mandamiento, pero algunos de ellos, quizá por llegar puros y pronto al templo, casi lo habían olvidado.


Ojalá los creyentes no olvidemos el núcleo del seguimiento de Jesús, y tengamos además la humildad de atender al reclamo de quien nos lo recuerde.

domingo, 5 de octubre de 2025

XXVII Domingo del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Habacuc (1,2-3;2,2-4):

¿Hasta cuándo, Señor,

pediré auxilio sin que me oigas,

te gritaré: ¡Violencia!,

sin que me salves?

¿Por qué me haces ver crímenes

y contemplar opresiones?

¿Por qué pones ante mí

destrucción y violencia,

y surgen disputas

y se alzan contiendas?

Me respondió el Señor:

Escribe la visión y grábala

en tablillas, que se lea de corrido;

pues la visión tiene un plazo,

pero llegará a su término sin defraudar.

Si se atrasa, espera en ella,

pues llegará y no tardará.

Mira, el altanero no triunfará;

pero el justo por su fe vivirá.

Palabra de Dios


Salmo 94,R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».


Segunda Lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (1,6-8.13-14):

Querido hermano:

Te recuerdo que reavives el don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos, pues Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y de templanza. Así pues, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor ni de mí, su prisionero; antes bien, toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios.

Ten por modelo las palabras sanas que has oído de mí en la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús. Vela por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.

Palabra de Dios


Santo Evangelio según san Lucas (17,5-10):

En aquel tiempo, los apóstoles le dijeron al Señor:

«Auméntanos la fe».

El Señor dijo:

«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:

“Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os obedecería.

¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida, ven y ponte a la mesa”?

¿No le diréis más bien: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?

¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid:

“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».

Palabra del Señor


Compartimos:

Hoy se nos presenta un Evangelio con dos partes que parecen inconexas. ¿Qué tiene que ver la fe con el servicio? Sin darnos cuenta, constantemente reducimos la fe a conceptos e ideas. Relegamos la Fe simplemente a creer en Dios. ¡Y nos olvidamos de la dimensión relacional!


No se puede simplemente creer en Dios, no se trata de una idea; se trata de una relación viva, personal, transformadora, y eso lo cambia todo. La fe también es vivir el Evangelio. Y vivir el Evangelio, relacionarse con el Señor, nos sitúa como siervos, como servidores del Reino, en palabras del Papa León XIV: «En primer lugar, pues, está la relación con el Señor, cultivar el diálogo con Él. Entonces Él nos convertirá en sus obreros y nos enviará al campo del mundo como testigos de su Reino».


Así comprendemos por qué el Señor termina de este modo su enseñanza. Cuando el corazón está inundado por el Amor del Señor y la fe se vuelve realidad vivida, darlo a conocer es lo mínimo que podemos hacer (cf. Lc 17,10). Vivir como Él nos ofrece no es una forma de pagar lo recibido, pues es de valor incalculable; vivir como Él nos ofrece es el dinamismo natural del corazón enamorado. «Él me acompaña con su Espíritu, me ilumina y me transforma en instrumento de su amor para los demás, para la sociedad y para el mundo» (Papa León XIV).


Y ésa es nuestra labor como cristianos: ser luz en el mundo, hacer brillar este don que hemos recibido. A través de las obras y de las palabras en todo momento y lugar (cf. 2Tim 4,2). Eso es posible no por acciones concretas, sino porque toda nuestra vida se convierte en testimonio vivo del Amor que ha redimido al mundo. —«Señor, auméntanos la fe» (Lc 17,5), y seremos tus siervos.