domingo, 30 de diciembre de 2018

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

Hoy celebramos la fiesta de la Sagrada Familia y la liturgia nos invita a reflexionar sobre la experiencia de María, José y Jesús, unidos por un inmenso amor y animados por una gran confianza en Dios. El pasaje del Evangelio de hoy (cf. Lc 2,41-52 ) narra el viaje de la familia de Nazaret a Jerusalén, para la fiesta de la Pascua. Pero, en el viaje de regreso, los padres se dan cuenta de que el hijo de doce años no está en la caravana. Después de tres días de búsqueda y temor, lo encuentran en el templo, sentados entre los médicos, intentando discutir con ellos. Al ver al Hijo, María y José "se asombraron" (versículo 48) y la Madre expresó su temor diciendo: "Tu padre y yo, angustiados, te buscamos" (ibid.).

El asombro , ellos "se asombraron", y la angustia , "tu padre y yo, angustiados", son los dos elementos sobre los que me gustaría llamar tu atención: asombro y angustia.

El asombro nunca cesó en la familia de Nazaret., ni siquiera en un momento dramático como la pérdida de Jesús: es la capacidad de sorprenderse ante la manifestación gradual del Hijo de Dios. Es el mismo asombro que también afecta a los doctores del templo, admirado "por su inteligencia y sus respuestas". (v. 47). Pero, ¿qué es el asombro, qué es sorprenderse? El asombro y la maravilla son lo contrario de dar todo por sentado, es lo contrario de interpretar la realidad que nos rodea y los acontecimientos de la historia solo de acuerdo con nuestros criterios. Y una persona que hace esto no sabe qué maravilla es, qué asombro es. Sorprenderse es abrirse a los demás, comprender las razones de los demás: esta actitud es importante para curar las relaciones comprometidas entre las personas y también es indispensable para curar heridas abiertas dentro de la familia. Cuando hay problemas en las familias, Suponemos que tenemos razón y cerramos la puerta a los demás. En su lugar, uno debe pensar: "¿Qué tiene esta persona?" Y maravillarse con este "bien". Y esto ayuda a la unidad de la familia. Si tiene problemas en la familia, piense en las cosas buenas que la familia con la que tiene problemas, y maravíllese con esto. Y esto ayudará a curar las heridas familiares.

El segundo elemento que me gustaría comprender del Evangelio es la angustia que experimentaron María y José cuando no pudieron encontrar a Jesús. Esta angustia manifiesta la centralidad de Jesús en la Sagrada Familia. La Virgen y su esposo habían acogido a ese Hijo, lo custodiaron y lo vieron crecer en edad, sabiduría y gracia en medio de ellos, pero sobre todo creció en sus corazones; Y, poco a poco, su afecto y comprensión por él aumentaron. Por eso la familia de Nazaret es santa: porque estaba centrada en Jesús , todas las atenciones y solicitudes de María y José estaban dirigidas a él.

Esa angustia que sintieron en los tres días de la pérdida de Jesús, también debe ser nuestra angustia cuando estamos lejos de él.cuando estamos lejos de Jesús, debemos sentir angustia cuando, por más de tres días, nos olvidamos de Jesús, sin orar, sin leer el Evangelio, sin sentir la necesidad de su presencia y su amistad consoladora. Y pasan muchos días sin que yo recuerde a Jesús. Pero esto es malo, esto es muy malo. Debemos sentir angustia cuando suceden estas cosas. María y José lo buscaron y lo encontraron en el templo mientras enseñaba: nosotros también, es sobre todo en la casa de Dios que podemos encontrarnos con el divino Maestro y darle la bienvenida a su mensaje de salvación. En la celebración eucarística hacemos una experiencia viva de Cristo; Él nos habla, nos ofrece su Palabra, nos ilumina, ilumina nuestro viaje, nos da su Cuerpo en la Eucaristía, del cual obtenemos fuerzas para enfrentar las dificultades de cada día.

Y hoy volvemos a casa con estas dos palabras: asombro y angustia. Sé cuán asombrado, cuando veo las cosas buenas de los demás, y así resuelvo los problemas familiares. ¿Me siento angustiado cuando me he apartado de Jesús?

Oramos por todas las familias del mundo, especialmente aquellas en las que, por diversas razones, hay una falta de paz y armonía. Y los confiamos a la protección de la Sagrada Familia de Nazaret.

Después del ángelus

Queridos hermanos y hermanas,

Oremos juntos por todos aquellos en la República Democrática del Congo que sufren violencia y ébola. Espero que todos estén comprometidos a mantener un clima pacífico que permita una conducción regular y pacífica de las elecciones. Oremos juntos: "Dios te salve, ...".

Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos; Grupos parroquiales, asociaciones y jóvenes. Hoy dirijo un saludo especial a las familias presentes aquí. Un aplauso para las familias que están aquí, todas ellas, y también para quienes participan desde el hogar con la televisión y la radio. La familia es un tesoro: siempre debemos guardarlo, defenderlo. La Sagrada Familia de Nazaret siempre protegerá e iluminará tu camino.

Saludo al religioso Mercedari que se reunió con los ministros de varias partes de Italia, así como a los fieles de Legnaro y Gragnano. Saludo a los scouts de Villabate; los niños de la Confirmación de la unidad pastoral de Codognè (diócesis de Vittorio Veneto) y los de algunas parroquias de la diócesis de Bérgamo: Curno, Palazzago, Gromlongo, Barzana, Almenno. Y saludo a estos dos grupos de monjas con la bandera española y la bandera polaca.

Les deseo a todos un buen domingo y un feliz fin de año. Termina el año con serenidad. Les agradezco nuevamente por sus deseos y sus oraciones. Y por favor continúa orando por mí. Buen almuerzo y adiós!

Las religiosas de Alcalá rezarán todo un año por las cartas que los fieles entreguen a los Reyes Magos

Los Reyes Magos se hospedarán en Alcalá de Henares del 3 al 5 de enero y recibirán las «peticiones, necesidades y esperanzas, especialmente aquellas que solo Dios puede cumplir», de los fieles de la diócesis. Posteriormente, las cartas se entregarán «en los conventos de la Diócesis, para que las religiosas, durante el año 2019, rueguen a Dios por los remitentes y sus legítimas intenciones»

Por noveno año consecutivo, los Reyes Magos se hospedarán los días 3, 4 y 5 de enero de 2019 en la Fortaleza-Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares. Sus majestades han sido invitadas por el obispo de la diócesis, monseñor Juan Antonio Reig Pla.

La idea es que todos los fieles, «niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos», y «también las instituciones», puedan presentar ante los magos de oriente «sus peticiones, necesidades y esperanzas, especialmente aquellas que solo Dios puede cumplir».

De esta forma, los Reyes Magos recogerán todas las cartas que les sean entregadas y las «pondrán a los pies del Niños Jesús», aseguran desde la diócesis complutense. Posteriormente, «al finalizar la Navidad, todas las cartas que reciban en la Fortaleza-Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares serán depositadas en los conventos de la Diócesis, para que las religiosas, durante el año 2019, rueguen a Dios por los remitentes y sus legítimas intenciones».

Adoración al Santísimo

Por otro lado, todo aquel que acuda ante la presencia de los magos podrá adorar al «Rey de reyes» en la capilla que monseñor Reig Pla ha ordenado preparar junto a la sala de audiencias de los Reyes Magos y en la que estará expuesto el Santísimo Sacramento.

La capilla estará al cuidado de las Siervas del Hogar de la Madre, que «harán oración de intercesión por los que allí vayan y les ayudarán a orar. Además, para los fieles que así lo deseen habrá un sacerdote disponible para poder recibir el Sacramento de la Reconciliación, pedir su bendición o hablar con él».

Por correo electrónico y postal

Quien no pueda acercarse a Alcalá de Henares estos tres días, también puede hacer llegar sus carta por correo electrónico a través de la dirección: reyesmagos@obispadoalcala.org.

sábado, 29 de diciembre de 2018

La Sagrada Familia (Ciclo C)

Evangelio (Lc 2,41-52): Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca. 

Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando». Él les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. 

Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.
PALABRA DE DIOS

Hoy contemplamos, como continuación del Misterio de la Encarnación, la inserción del Hijo de Dios en la comunidad humana por excelencia, la familia, y la progresiva educación de Jesús por parte de José y María. Como dice el Evangelio, «Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres» (Lc 2,52).

El libro del Siracida, nos recordaba que «el Señor glorifica al padre en los hijos, y afirma el derecho de la madre sobre su prole» (Si 3,2). Jesús tiene doce años y manifiesta la buena educación recibida en el hogar de Nazaret. La sabiduría que muestra evidencia, sin duda, la acción del Espíritu Santo, pero también el innegable buen saber educador de José y María. La zozobra de María y José pone de manifiesto su solicitud educadora y su compañía amorosa hacia Jesús.

No es necesario hacer grandes razonamientos para ver que hoy, más que nunca, es necesario que la familia asuma con fuerza la misión educadora que Dios le ha confiado. Educar es introducir en la realidad, y sólo lo puede hacer aquél que la vive con sentido. Los padres y madres cristianos han de educar desde Cristo, fuente de sentido y de sabiduría.

Difícilmente se puede poner remedio a los déficits de educación del hogar. Todo aquello que no se aprende en casa tampoco se aprende fuera, si no es con gran dificultad. Jesús vivía y aprendía con naturalidad en el hogar de Nazaret las virtudes que José y María ejercían constantemente: espíritu de servicio a Dios y a los hombres, piedad, amor al trabajo bien hecho, solicitud de unos por los otros, delicadeza, respeto, horror al pecado... Los niños, para crecer como cristianos, necesitan testimonios y, si éstos son los padres, esos niños serán afortunados.

Es necesario que todos vayamos hoy a buscar la sabiduría de Cristo para llevarla a nuestras familias. Un antiguo escritor, Orígenes, comentando el Evangelio de hoy, decía que es necesario que aquel que busca a Cristo, lo busque no de manera negligente y con dejadez, como lo hacen algunos que no llegan a encontrarlo. Hay que buscarlo con “inquietud”, con un gran afán, como lo buscaban José y María.

martes, 25 de diciembre de 2018

MENSAJE URBI ET ORBI DEL SANTO PADRE FRANCISCO

NAVIDAD 2018

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz Navidad!
A vosotros, fieles de Roma, a vosotros, peregrinos, y a todos los que estáis conectados desde todas las partes del mundo, renuevo el gozoso anuncio de Belén: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad» (Lc 2,14).

Como los pastores, que fueron los primeros en llegar a la gruta, contemplamos asombrados la señal que Dios nos ha dado: «Un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2,12). En silencio, nos arrodillamos y adoramos.

¿Y qué nos dice este Niño, que nos ha nacido de la Virgen María? ¿Cuál es el mensaje universal de la Navidad? Nos dice que Dios es Padre bueno y nosotros somos todos hermanos.

Esta verdad está en la base de la visión cristiana de la humanidad. Sin la fraternidad que Jesucristo nos ha dado, nuestros esfuerzos por un mundo más justo no llegarían muy lejos, e incluso los mejores proyectos corren el riesgo de convertirse en estructuras sin espíritu.

Por eso, mi deseo de feliz Navidad es un deseo de fraternidad.

Fraternidad entre personas de toda nación y cultura.

Fraternidad entre personas con ideas diferentes, pero capaces de respetarse y de escuchar al otro.

Fraternidad entre personas de diversas religiones. Jesús ha venido a revelar el rostro de Dios a todos aquellos que lo buscan.

Y el rostro de Dios se ha manifestado en un rostro humano concreto. No apareció como un ángel, sino como un hombre, nacido en un tiempo y un lugar. Así, con su encarnación, el Hijo de Dios nos indica que la salvación pasa a través del amor, la acogida y el respeto de nuestra pobre humanidad, que todos compartimos en una gran variedad de etnias, de lenguas, de culturas…, pero todos hermanos en humanidad.

Entonces, nuestras diferencias no son un daño o un peligro, son una riqueza. Como para un artista que quiere hacer un mosaico: es mejor tener a disposición teselas de muchos colores, antes que de pocos.

La experiencia de la familia nos lo enseña: siendo hermanos y hermanas, somos distintos unos de otros, y no siempre estamos de acuerdo, pero hay un vínculo indisoluble que nos une, y el amor de los padres nos ayuda a querernos. Lo mismo vale para la familia humana, pero aquí Dios es el “padre”, el fundamento y la fuerza de nuestra fraternidad.

Que en esta Navidad redescubramos los nexos de fraternidad que nos unen como seres humanos y vinculan a todos los pueblos. Que haga posible que israelíes y palestinos retomen el diálogo y emprendan un camino de paz que ponga fin a un conflicto que ―desde hace más de setenta años― lacera la Tierra elegida por el Señor para mostrar su rostro de amor.

Que el Niño Jesús permita a la amada y martirizada Siria que vuelva a encontrar la fraternidad después de largos años de guerra. Que la Comunidad internacional se esfuerce firmemente por hallar una solución política que deje de lado las divisiones y los intereses creados para que el pueblo sirio, especialmente quienes tuvieron que dejar las propias tierras y buscar refugio en otro lugar, pueda volver a vivir en paz en su patria.

Pienso en Yemen, con la esperanza de que la tregua alcanzada por mediación de la Comunidad internacional pueda aliviar finalmente a tantos niños y a las poblaciones, exhaustos por la guerra y el hambre.

Pienso también en África, donde millones de personas están refugiadas o desplazadas y necesitan asistencia humanitaria y seguridad alimentaria. Que el divino Niño, Rey de la paz, acalle las armas y haga surgir un nuevo amanecer de fraternidad en todo el continente, y bendiga los esfuerzos de quienes se comprometen por promover caminos de reconciliación a nivel político y social.

Que la Navidad fortalezca los vínculos fraternos que unen la Península coreana y permita que se continúe el camino de acercamiento puesto en marcha, y que se alcancen soluciones compartidas que aseguren a todos el desarrollo y el bienestar.

Que este tiempo de bendición le permita a Venezuela encontrar de nuevo la concordia y que todos los miembros de la sociedad trabajen fraternalmente por el desarrollo del país, ayudando a los sectores más débiles de la población.

Que el Señor que nace dé consuelo a la amada Ucrania, ansiosa por reconquistar una paz duradera que tarda en llegar. Solo con la paz, respetuosa de los derechos de toda nación, el país puede recuperarse de los sufrimientos padecidos y reestablecer condiciones dignas para los propios ciudadanos. Me siento cercano a las comunidades cristianas de esa región, y pido que se puedan tejer relaciones de fraternidad y amistad.

Que delante del Niño Jesús, los habitantes de la querida Nicaragua se redescubran hermanos, para que no prevalezcan las divisiones y las discordias, sino que todos se esfuercen por favorecer la reconciliación y por construir juntos el futuro del país.

Deseo recordar a los pueblos que sufren las colonizaciones ideológicas, culturales y económicas viendo lacerada su libertad y su identidad, y que sufren por el hambre y la falta de servicios educativos y sanitarios.

Dirijo un recuerdo particular a nuestros hermanos y hermanas que celebran la Natividad del Señor en contextos difíciles, por no decir hostiles, especialmente allí donde la comunidad cristiana es una minoría, a menudo vulnerable o no considerada. Que el Señor les conceda ―a ellos y a todas las comunidades minoritarias― vivir en paz y que vean reconocidos sus propios derechos, sobre todo a la libertad religiosa.

Que el Niño pequeño y con frío que contemplamos hoy en el pesebre proteja a todos los niños de la tierra y a toda persona frágil, indefensa y descartada. Que todos podamos recibir paz y consuelo por el nacimiento del Salvador y, sintiéndonos amados por el único Padre celestial, reencontrarnos y vivir como hermanos.

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO, SANTA MISA DE NOCHEBUENA

NATIVIDAD DEL SEÑOR
José, con María su esposa, subió «a la ciudad de David, que se llama Belén» (Lc 2,4). Esta noche, también nosotros subimos a Belén para descubrir el misterio de la Navidad.

1. Belén: el nombre significa casa del pan. En esta “casa” el Señor convoca hoy a la humanidad. Él sabe que necesitamos alimentarnos para vivir. Pero sabe también que los alimentos del mundo no sacian el corazón. En la Escritura, el pecado original de la humanidad está asociado precisamente con tomar alimento: «tomó de su fruto y comió», dice el libro del Génesis (3,6). Tomó y comió. El hombre se convierte en ávido y voraz. Parece que el tener, el acumular cosas es para muchos el sentido de la vida. Una insaciable codicia atraviesa la historia humana, hasta las paradojas de hoy, cuando unos pocos banquetean espléndidamente y muchos no tienen pan para vivir.

Belén es el punto de inflexión para cambiar el curso de la historia. Allí, Dios, en la casa del pan, nace en un pesebre. Como si nos dijera: Aquí estoy para vosotros, como vuestro alimento. No toma, sino que ofrece el alimento; no da algo, sino que se da él mismo. En Belén descubrimos que Dios no es alguien que toma la vida, sino aquel que da la vida. Al hombre, acostumbrado desde los orígenes a tomar y comer, Jesús le dice: «Tomad, comed: esto es mi cuerpo» (Mt 26,26). El cuerpecito del Niño de Belén propone un modelo de vida nuevo: no devorar y acaparar, sino compartir y dar. Dios se hace pequeño para ser nuestro alimento. Nutriéndonos de él, Pan de Vida, podemos renacer en el amor y romper la espiral de la avidez y la codicia. Desde la “casa del pan”, Jesús lleva de nuevo al hombre a casa, para que se convierta en un familiar de su Dios y en un hermano de su prójimo. Ante el pesebre, comprendemos que lo que alimenta la vida no son los bienes, sino el amor; no es la voracidad, sino la caridad; no es la abundancia ostentosa, sino la sencillez que se ha de preservar.

El Señor sabe que necesitamos alimentarnos todos los días. Por eso se ha ofrecido a nosotros todos los días de su vida, desde el pesebre de Belén al cenáculo de Jerusalén. Y todavía hoy, en el altar, se hace pan partido para nosotros: llama a nuestra puerta para entrar y cenar con nosotros (cf. Ap 3,20). En Navidad recibimos en la tierra a Jesús, Pan del cielo: es un alimento que no caduca nunca, sino que nos permite saborear ya desde ahora la vida eterna.

En Belén descubrimos que la vida de Dios corre por las venas de la humanidad. Si la acogemos, la historia cambia a partir de cada uno de nosotros. Porque cuando Jesús cambia el corazón, el centro de la vida ya no es mi yo hambriento y egoísta, sino él, que nace y vive por amor. Al estar llamados esta noche a subir a Belén, casa del pan, preguntémonos: ¿Cuál es el alimento de mi vida, del que no puedo prescindir?, ¿es el Señor o es otro? Después, entrando en la gruta, individuando en la tierna pobreza del Niño una nueva fragancia de vida, la de la sencillez, preguntémonos: ¿Necesito verdaderamente tantas cosas, tantas recetas complicadas para vivir? ¿Soy capaz de prescindir de tantos complementos superfluos, para elegir una vida más sencilla? En Belén, junto a Jesús, vemos gente que ha caminado, como María, José y los pastores. Jesús es el Pan del camino. No le gustan las digestiones pesadas, largas y sedentarias, sino que nos pide levantarnos rápidamente de la mesa para servir, como panes partidos por los demás. Preguntémonos: En Navidad, ¿parto mi pan con el que no lo tiene?

2. Después de Belén casa de pan, reflexionemos sobre Belén ciudad de David. Allí David, que era un joven pastor, fue elegido por Dios para ser pastor y guía de su pueblo. En Navidad, en la ciudad de David, los que acogen a Jesús son precisamente los pastores. En aquella noche —dice el Evangelio— «se llenaron de gran temor» (Lc 2,9), pero el ángel les dijo: «No temáis» (v. 10). Resuena muchas veces en el Evangelio este no temáis: parece el estribillo de Dios que busca al hombre. Porque el hombre, desde los orígenes, también a causa del pecado, tiene miedo de Dios: «me dio miedo […] y me escondí» (Gn 3,10), dice Adán después del pecado. Belén es el remedio al miedo, porque a pesar del “no” del hombre, allí Dios dice siempre “sí”: será para siempre Dios con nosotros. Y para que su presencia no inspire miedo, se hace un niño tierno. No temáis: no se lo dice a los santos, sino a los pastores, gente sencilla que en aquel tiempo no se distinguía precisamente por la finura y la devoción. El Hijo de David nace entre pastores para decirnos que nadie estará jamás solo; tenemos un Pastor que vence nuestros miedos y nos ama a todos, sin excepción.

Los pastores de Belén nos dicen también cómo ir al encuentro del Señor. Ellos velan por la noche: no duermen, sino que hacen lo que Jesús tantas veces nos pedirá: velar (cf. Mt 25,13; Mc 13,35; Lc 21,36). Permanecen vigilantes, esperan despiertos en la oscuridad, y Dios «los envolvió de claridad» (Lc 2,9). Esto vale también para nosotros. Nuestra vida puede ser una espera, que también en las noches de los problemas se confía al Señor y lo desea; entonces recibirá su luz. Pero también puede ser una pretensión, en la que cuentan solo las propias fuerzas y los propios medios; sin embargo, en este caso el corazón permanece cerrado a la luz de Dios. Al Señor le gusta que lo esperen y no es posible esperarlo en el sofá, durmiendo. De hecho, los pastores se mueven: «fueron corriendo», dice el texto (v. 16). No se quedan quietos como quien cree que ha llegado a la meta y no necesita nada, sino que van, dejan el rebaño sin custodia, se arriesgan por Dios. Y después de haber visto a Jesús, aunque no eran expertos en el hablar, salen a anunciarlo, tanto que «todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores» (v. 18).

Esperar despiertos, ir, arriesgar, comunicar la belleza: son gestos de amor. El buen Pastor, que en Navidad viene para dar la vida a las ovejas, en Pascua le preguntará a Pedro, y en él a todos nosotros, la cuestión final: «¿Me amas?» (Jn 21,15). De la respuesta dependerá el futuro del rebaño. Esta noche estamos llamados a responder, a decirle también nosotros: “Te amo”. La respuesta de cada uno es esencial para todo el rebaño.

«Vayamos, pues, a Belén» (Lc 2,15): así lo dijeron y lo hicieron los pastores. También nosotros, Señor, queremos ir a Belén. El camino, también hoy, es en subida: se debe superar la cima del egoísmo, es necesario no resbalar en los barrancos de la mundanidad y del consumismo. Quiero llegar a Belén, Señor, porque es allí donde me esperas. Y darme cuenta de que tú, recostado en un pesebre, eres el pan de mi vida. Necesito la fragancia tierna de tu amor para ser, yo también, pan partido para el mundo. Tómame sobre tus hombros, buen Pastor: si me amas, yo también podré amar y tomar de la mano a los hermanos. Entonces será Navidad, cuando podré decirte: “Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo” (cf. Jn 21,17).

domingo, 23 de diciembre de 2018

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

La liturgia de este cuarto domingo de Adviento se centra en la figura de María, la Virgen Madre, que espera dar a luz a Jesús, el Salvador del mundo. Fijemos nuestra mirada en ella, un modelo de fe y caridad ; y podemos preguntarnos: ¿cuáles fueron sus pensamientos durante los meses de espera? La respuesta proviene del pasaje del Evangelio de hoy, la historia de la visita de María a su pariente anciana, Elizabeth (cf. Lc 1, 39-45). El ángel Gabriel le había dicho que Elizabeth estaba esperando un hijo y que ya estaba en el sexto mes (cf. Lc 1, 26.36). Y luego la Virgen, que acababa de concebir a Jesús por la obra de Dios, partió apresuradamente de Nazaret, en Galilea, para llegar a las montañas de Judea y encontrar a su prima.

El Evangelio dice: "Entró en la casa de Zacarías, saludó a Isabel" (v.40). Seguramente ella estaba feliz con ella por su maternidad, ya su vez Elizabeth saludó a María diciendo: "¡Bendita seas entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿A qué tengo que pedirle a la madre de mi Señor? "(Vv. 42-43). E inmediatamente elogia su fe : "Bienaventurada la que creyó en el cumplimiento de lo que el Señor le había dicho" (v.45). Es evidente el contraste entre María, que tenía fe, y Zacarías, el esposo de Isabel, que había dudado y no había creído la promesa del ángel y, por lo tanto, permaneció en silencio hasta el nacimiento de Juan. Es un contraste.

Este episodio nos ayuda a leer con una luz muy especial el misterio del encuentro del hombre con Dios. Un encuentro que no está bajo el estandarte de prodigios asombrosos, sino en nombre de la fe y la caridad.. De hecho, María es bendecida porque creyó: el encuentro con Dios es el fruto de la fe. Zaccaria en cambio, quien dudó y no creyó, permaneció sorda y muda. Crecer en fe durante el largo silencio: sin fe, inevitablemente permanecemos sordos a la voz consoladora de Dios; y seguimos sin poder pronunciar palabras de consuelo y esperanza para nuestros hermanos. Y lo vemos todos los días: las personas que no tienen fe o que tienen una fe muy pequeña, cuando tienen que acercarse a una persona que sufre, les dicen palabras de circunstancia, pero no pueden llegar al corazón porque no tienen fuerzas. No tiene fortaleza porque no tiene fe, y si no tiene fe, las palabras que llegan al corazón de los demás no vienen. La fe, a su vez, se nutre de la caridad.. El evangelista nos dice que "María se levantó y se fue rápidamente" (v. 39) de Elizabeth: apresurada, no ansiosa, no ansiosa, sino apurada, en paz. "Se levantó": un gesto lleno de preocupación. Podría haberse quedado en casa para prepararse para el nacimiento de su hijo, en lugar de eso, se preocupa primero de los demás que de sí mismo, demostrando de hecho que ya es un discípulo de ese Señor que lleva en su vientre. El evento del nacimiento de Jesús comenzó así, con un simple gesto de caridad; además, la auténtica caridad es siempre el fruto del amor de Dios.

La visita del evangelio de María a Elizabeth, que escuchamos hoy en la misa, nos prepara para vivir bien la Navidad, comunicándonos el dinamismo de la fe y la caridad. Este dinamismo es obra del Espíritu Santo: el Espíritu de amor que fecundó el útero virginal de María y que la instó a acudir al servicio de su pariente anciano. Un dinamismo lleno de alegría, como vemos en el encuentro entre las dos madres, que es todo un himno de júbilo de alegría en el Señor, que hace grandes cosas con los pequeños que confían en él.

Que la Virgen María nos obtenga la gracia de vivir una Navidad extrovertida , pero no dispersa: extrovertida: en el centro no está nuestro "Yo", sino el Tú de Jesús y tú de los hermanos, especialmente aquellos que necesitan ayuda. . Entonces dejaremos espacio para el amor que, incluso hoy, quiere hacerse carne y venir a vivir entre nosotros.

Después del ángelus

Queridos hermanos y hermanas!

Mis pensamientos se dirigen ahora mismo a las poblaciones de Indonesia, afectadas por desastres naturales violentos, que han causado graves pérdidas en vidas humanas, numerosas personas desaparecidas y sin hogar y un gran daño material. Invito a todos a unirse a mí en oración por las víctimas y sus seres queridos. Están espiritualmente cerca de los desplazados y de todas las personas que lo intentaron, implorando a Dios que los alivie en su sufrimiento. Solicito a nuestros hermanos y hermanas que no falten nuestra solidaridad y el apoyo de la comunidad internacional.

Oremos juntos ... Ave, o Maria ...

Os saludo a todos vosotros, fieles de Roma y peregrinos de Italia y de diversos países. Pasado mañana será Navidad y mis pensamientos se dirigirán especialmente a las familias que se reúnen en estos días: aquellos que viven lejos de sus padres se van y regresan a sus hogares; Los hermanos tratan de encontrarse ... En Navidad es hermoso e importante estar juntos en la familia.

Pero muchas personas no tienen esta posibilidad, por diferentes motivos; y hoy me gustaría dirigirme de manera especial a todos aquellos que están lejos de su familia y su tierra. Queridos hermanos y hermanas, nuestro Padre celestial no te olvida y no te abandona. Si eres cristiano, deseo que encuentres en la Iglesia una verdadera familia, donde puedas experimentar la calidez del amor fraternal. Y a todos, lejos de su familia, cristianos y no cristianos, digo: las puertas de la comunidad cristiana están abiertas, Jesús nace para todos y les da a todos el amor de Dios. Les deseo un buen domingo. No te olvides de orar por mí. Buen almuerzo y adiós.

La Navidad y el Dios realista que entró en la historia

El calendario litúrgico establece que la Navidad empieza la víspera del 25 de diciembre (es decir, el 24 en la tarde-noche) y termina el día del bautismo del Señor (13 de enero). Así las cosas, de entre todo lo que podríamos reflexionar, decir o escribir sobre el nacimiento de Jesús en Belén, hay un punto en particular que vale la pena subrayar: Su entrada en la historia como un Dios realista. Y hablamos de realidad, porque el cristianismo, no se refiere a un ser superior en abstracto, desconectado de la historia, indiferente, mitológico o irracional, sino que se trata de un Dios que, en Jesús, se ha hecho visible, palpable; es decir, al que muchos vieron, escucharon y trataron. Él hace que nuestra fe sea algo concreto e incluso posible de rastrear desde el punto de vista arqueológico, científico, porque existen los lugares en los que él estuvo. La Navidad nos permite ver con qué naturalidad entró Dios en la historia, pues lo hizo a través de una familia inmersa en la realidad cultural de la época. Es decir, como nosotros.

Cristo pudo haber venido al mundo de una forma espectacular, pero optó por una vía tan sencilla como práctica y eso lo vuelve un ejemplo de realidad, porque Dios, si bien es cierto que da lugar a lo sobrenatural, en la mayoría de los casos, lo hace respetando las leyes de la naturaleza. Y de eso trata la Navidad. En medio de un mundo lastimado, llegó Dios para responder, generando una nueva etapa que, aunque no acabó con las diferentes manifestaciones del mal de forma inmediata, le puso fecha de caducidad a través de su entrega en la cruz. Un darse hasta las últimas consecuencias que precisamente comenzó en Navidad.

Ahora bien, Jesús nació, no solamente para restablecer el orden, sino para hacernos más responsables. Y todo esto tiene diferentes implicaciones que van desde el trabajo personal, interior, hasta cuestiones relacionadas con la administración de los recursos. Es decir, nuestra cuota de responsabilidad como creyentes y ciudadanos. Navidad es colaborar con lo que Jesús inició. Dejar de esperar que las cosas se resuelvan por arte de magia, sino poniendo de nuestra parte y, al mismo tiempo, confiando en Dios. Como podemos darnos cuenta, se trata de un mensaje realista que nos da esperanza, lanzándonos a descubrir a Jesús en las diferentes áreas y dimensiones de nuestra vida. 
                                                                                                                           Carlos J. Díaz Rodriguez

sábado, 22 de diciembre de 2018

Domingo IV de Adviento (Ciclo C)

Evangelio (Lc 1,39-45): En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

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Hoy es el último domingo de este tiempo de preparación para la llegada —el Adviento— de Dios a Belén. Por ser en todo igual a nosotros, quiso ser concebido —como cualquier hombre— en el seno de una mujer, la Virgen María, pero por obra y gracia del Espíritu Santo, ya que era Dios. Pronto, en el día de Navidad, celebraremos con gran alegría su nacimiento.

El Evangelio de hoy nos presenta a dos personajes, María y su prima Isabel, las cuales nos indican la actitud que ha de haber en nuestro espíritu para contemplar este acontecimiento. Tiene que ser una actitud de fe, y de fe dinámica.

Isabel, con sincera humildad, «quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: ‘(...) ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?’» (Lc 1,41-43). Nadie se lo había contado; sólo la fe, el Espíritu Santo, le había hecho ver que su prima era madre de su Señor, de Dios.

Conociendo ahora la actitud de fe total por parte de María, cuando el Ángel le anunció que Dios la había escogido para ser su madre terrenal, Isabel no se recató en proclamar la alegría que da la fe. Lo pone de relieve diciendo: «¡Feliz la que ha creído!» (Lc 1,45).

Es, pues, con actitud de fe que hemos de vivir la Navidad. Pero, a imitación de María e Isabel, con fe dinámica. En consecuencia, como Isabel, si es necesario, no nos hemos de contener al expresar el agradecimiento y el gozo de tener la fe. Y, como María, además la hemos de manifestar con obras. «Se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel» (Lc 1,39-40) para felicitarla y ayudarla, quedándose unos tres meses con ella (cf. Lc 1,56).

San Ambrosio nos recomienda que, en estas fiestas, «tengamos todos el alma de María para glorificar al Señor». Es seguro que no nos faltarán ocasiones para compartir alegrías y ayudar a los necesitados.

«Todos los que van a Tierra Santa vuelven transformados», dicen 30 años de experiencia de Pizzaballa

Monseñor Pizzaballa ha pasado en Tierra Santa la práctica totalidad de su sacerdocio, casi treinta años. Llegó a las dos semanas de su ordenación, y confiesa que no era su destino preferido. Él quería estudiar Sagrada Escritura en Roma, pero el provincial franciscano tenía otros planes, que hubo de aceptar por obediencia. 

Además, su aterrizaje no fue demasiado halagüeño: “Era antes de la Guerra del Golfo [1990], no había peregrinos, todo estaba vacío”. Pero encontró fruto a ese “silencio” en el que prácticamente lo único que había que hacer era “ir al Santo Sepulcro”: “Me obligó a encontrar las razones de mi vocación religiosa y sacerdotal, que es el Señor antes que nada”. Luego cambiaron las cosas y llegaron las relaciones, parte esencial de su misión en los Lugares Santos. Hoy es, desde 2016, administrador apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén, y antes fue durante doce años Custodio de Tierra Santa.

El "jardín sagrado"

La entrevista aborda cuestiones muy diversas. Conoce bien la situación política, y señala que se viven “dos realidades, Israel y Palestina, que viven dinámicas totalmente distintas”, pero se trata de un conflicto “que no influye en los peregrinos”.

Jerusalén es el lugar por excelencia donde se muestra esa disparidad: “Hay dos ciudades, la Jerusalén laica y la Jerusalén religiosa, en el este los palestinos, en el oeste los israelitas. Todos los lugares sagrados se concentran en el denominado ‘jardín sagrado’, donde cristianos, judíos y musulmanes se cruzan continuamente”.

“Lo simbólico de la ciudad es intocable”, asegura, con “un atractivo increíble pero también un dolor increíble”, y pide que cada comunidad “aprenda a ver que la visión de la ciudad del otro, aunque no sea la mía, no se experimente como una amenaza contra la mía”.

Respecto a las recientes dificultades con las autoridades municipales, lamenta que “la situación legal de la Iglesia en Jerusalén todavía no está aclarada y vivimos con un punto de vista ligado al imperio otomano. Desde entonces no hay una ley que aclare los derechos y deberes de la Iglesia, también desde el punto de vista financiero, de los impuestos”. En ese sentido, tiene clara cuál es la actitud de la Iglesia: “Estamos dispuestos a dialogar, pero no estamos dispuestos a sufrir chantajes”.

"El cristianismo no desaparecerá de Tierra Santa"

Pizzaballa agradece la presencia que históricamente siempre ha tenido la Iglesia universal en Tierra Santa, patrocinando infinidad de iniciativas y una “red de actividades que crean relaciones muy importantes con el territorio”. Pero “nunca es suficiente”, agrega.

¿Peligra la presencia cristiana en Tierra Santa? Monseñor Pizzaballa no oculta las dificultades, pero muestra su esperanza: “Siempre ha encontrado familias, personas, comunidades decididas, arraigadas en su fe, que me  dicen ‘Somos los hijos de la Resurrección, nosotros somos parte de esta tierra’. Esto me hace entender y me dice que el cristianismo no desaparecerá de la Tierra Santa”.

Pero es muy claro sobre la necesidad de ayuda externa y en qué consiste: “Es muy importante que los cristianos del mundo miren a Tierra Santa, la ayuden, la sostengan. Tierra Santa es el testigo de la historia de la Revelación, de la historia de la Salvación. No habría historia sin geografía de la Salvación. Sin el lugar, no habría historia, no habría acontecimiento, es historia concreta que todavía hoy se puede tocar justo porque está Tierra Santa. Necesitamos ese vínculo”.

Por eso “es necesario ir a Tierra Santa” para ayudar a los cristianos locales, porque “los cristianos en Tierra Santa mantienen viva la memoria de los lugares. Los lugares, sin los cristianos, son museos”.

Cómo ayudar a que Tierra Santa siga siendo cristiana

Hay tres formas de ayudar a Tierra Santa.

Primera, “la oración”.

Segunda, “las peregrinaciones, que es una ocasión de ayudar concretamente, porque crea trabajo, pero también es un abrazo, hace que la pequeña comunidad se siente parte de la Iglesia universal”. Para quienes teman sobre la seguridad de la zona, es tajante: “La peregrinación es segura, no hay ningún peligro para los peregrinos, son respetados por todos, y las zonas de peregrinación no están expuestas a ningún riesgo ni peligro”.

Tercera, “hablar de ella, darla a conocer”.

En ese sentido, Pizzaballa afirma desde su experiencia pastoral que “todos los que vienen a Tierra Santa vuelven transformados, diferentes”, tanto los que tienen menos fe o son más tibios, como los creyentes: “Tierra Santa cambia, y ha sido una experiencia maravillosa de estos casi treinta años ver cómo  todos los peregrinos que llegan allí encuentran al Señor o se interrogan sobre el Señor”.

Y eso es algo que “conmueve siempre”, que “nunca cansa”, porque en lugares que, reconoce, para él han llegado a ser habituales y rutinarios, “esos peregrinos vuelven a la fe, encuentran a Cristo, encuentran la reconciliación. Llegan con un bagaje pesado de pecados, traiciones, dificultades, y muchos vuelven después de haber encontrado al Señor, la misericordia, la reconciliación, el perdón”.

viernes, 21 de diciembre de 2018

¿Por qué deberíamos ayudar a los refugiados? ¿Qué motivación tiene usted?

Yo siempre comienzo por la perspectiva humana, la perspectiva moral. Ellos son nuestros hermanos y hermanas. Merecen los mismos derechos y oportunidades que nosotros tenemos. Yo no soy persona de fronteras abiertas. No digo que todo el mundo puede ir a donde quiera… Sin embargo, hay muchas más posibilidades, hay maneras de trabajar para que haya menos desigualdad entre los países.

Por otra parte, el que haya refugiados supone un enorme desperdicio de talento y de posibilidades. Por ejemplo, ahora en Siria hay familias que salieron de su país hace seis años. Si estos niños no han ido a la escuela durante todo este tiempo les espera una vida horrible. Sin educación, sin oportunidades, ¿cómo puede contribuir esta gente al futuro de Siria o del país donde llegue? Es mucho más difícil sin educación. Cuando hay una gran diferencia entre las posibilidades que tienen los ricos y los pobres siempre hay conflictos. Si queremos paz necesitamos justicia, y el dolor de la injusticia es muy importante en esta discusión. Hay que tener en cuenta las necesidades de las comunidades forzadas.

La educación de los niños refugiados, apoyando los sistemas educativos en los propios países, es clave, en opinión de Smolich. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo

Estamos ahora en un acto que habla de la Agenda 2030 (la entrevista se produjo en el marco del Congreso de Fe y Alegría sobre la «Agenda 2030: el reto de una educación que cambie el mundo») ¿Cómo cree que será la situación de los refugiados en 2030? Le propongo que piense dos escenarios: uno en positivo y otro en ­negativo.
Ojalá que no haya refugiados en 2030, pero si hay refugiados puedo imaginarme dos posibilidades. Ahora siento que hay mucho más interés en las posibilidades educativas para los refugiados porque creo que algunos líderes se dan cuenta de que el que haya refugiados sin educación viviendo en otros países durante mucho tiempo no es una receta que vaya a tener éxito. Eso nos llevaría a una visión de más tensión, más ­desigualdad y más guerra. Ahora, más o menos el 2 % de los ingresos y las inversiones para las personas desplazadas se dedican a la educación y hay esfuerzos por aumentar esta cantidad. En este momento, aproximadamente un 60 % de los niños de primaria tienen la posibilidad de ir a la escuela; el número se cae hasta el 22-23 % en secundaria; luego, la universidad es más o menos un 1 %. Esos números tienen que subir y creo que hay interés y posibilidades de hacerlo. Eso es lo que espero. Nosotros en el SJR, como organización de la compañía de Jesús dedicada al servicio a los refugiados, estamos muy metidos en la educación. Ojalá que tengamos la oportunidad, la posibilidad, de levantar esos números. Si no lo hacemos, si no hay paz, si la situación en Siria no se resuelve de una manera más o menos justa, si la situación en Colombia empeora en vez de mejorar, si la situación de la comunidad rohinyá continúa como está ahora, 2030 será igual o quizá peor. Yo veo interés en poner en práctica esta meta de la posibilidad de la educación para todos. Y pienso, espero, que podemos acercarnos a cumplir el objetivo.

¿Cuál es la situación en el Mediterráneo, en la frontera entre África y Europa?
Nosotros no trabajamos en la parte de África desde la que salen migrantes hacia Europa. No estamos en Libia, Egipto o Argelia, pero algunos jesuitas sí trabajan en Ceuta y Melilla. En ese aspecto tenemos algún contacto con las personas que quieren venir desde Marruecos. Estuve en Etiopía hace pocos meses, porque trabajamos en los campamentos en el norte con la comunidad eritrea. Ya sabe que los jóvenes salen de este país por la presión de las Fuerzas Armadas del Gobierno. Para mí fue muy interesante que nuestro equipo nos dijera que el movimiento de los jóvenes eritreos había disminuido por la información de que el viaje desde Libia a Italia y Europa era demasiado peligroso.

Una escuela de refugiados sursudaneses en el norte de Uganda. Entre los desplazados forzosos, solo uno de cada cuatro estudiantes de secundaria tiene acceso a la educación. Fotografía: Javier Sánchez Salcedo

De alguna manera, los pactos globales que se están formando en las Naciones Unidas, y que desde luego no son perfectos, suponen al menos una expresión de la responsabilidad de los países ricos que deben ayudar a los países más pobres o en desarrollo. Un 85 % de las personas desplazadas en el mundo están en África. No están en Europa, ni están en Estados Unidos como la gente piensa. Necesitan ayuda para tener un desarrollo y una economía que pueda servir a las personas. Nadie quiere salir de su propio país. Los familiares están allá, es más cómodo, etcétera. Pero tienen que hacerlo por la situación de la guerra, por la situación de explotación. Si ­podemos cambiar esas cosas desde la base, creo que podremos hacer diferencias. Nosotros trabajamos en Congo, en Kivu Norte, en el área de Goma, Masisi, Mweso, y estamos a punto de abrir otro centro en Butembo-Beni, más al norte. Es un desastre humanitario desde hace muchos años. La gente sigue escapando por la situación de las minas, de los guerrilleros, del Ejército… Es un desastre que nadie conoce. Una cosa muy importante para nosotros es que la gente sepa que hay situaciones humanitarias gravísimas. La semana pasada el Gobierno de Burundi anunció que quiere echar a todas las oenegés. Yo sé que es una cuestión política, de los impuestos…, pero crea una situación muy complicada. Si enfocamos, si podemos poner el foco en esas situaciones, eso nos ayudará a todos a mejorar la situación.

jueves, 20 de diciembre de 2018

Los jóvenes de Hakuna compartirán la Navidad con inmigrantes y refugiados

El movimiento juvenil eclesial ha lanzado un proyecto de acompañamiento a inmigrantes, refugiados y personas sin hogar durante la Navidad. El objetivo es «conseguir que se sientan acogidos, trasladar un mensaje claro de que los católicos son los primeros en preocuparse por el débil y el sufriente y disminuir los miedos o prejuicios»

El pasado 12 de octubre el Papa Francisco recibió en el Vaticano, en pleno Sínodo de la Juventud, al movimiento juvenil eclesial Hakuna. En aquel encuentro, el Pontífice les pidió que tuvieran «siempre muy presentes a los que sufren, pero no como para tenerles lástima como le puedes tener lástima a un perrito que se está muriendo porque lo arrollamos. Lástima no es cristiano; compasión, padecer con, meterte en la vida del otro. Acompañen a los que sufren».

Y, por su parte, los miembros de Hakuna le regalaron al Santo Padre el proyecto Hakuna Nativity Caravans, en el que los jóvenes se comprometieron a dar acompañamiento a refugiados e inmigrantes durante esta Navidad.

El objetivo es «conseguir que los inmigrantes se sientan acogidos, trasladar un mensaje claro de que los católicos son los primeros en preocuparse por el débil y el sufriente y disminuir los miedos o prejuicios sobre los inmigrantes», explican desde el movimiento.

Para lograrlo, la Hakuna Nativity Caravans echará a andar este viernes 21 de diciembre, en Barcelona, donde el movimiento juvenil ha organizado una Hora Santa a la que se ha invitado a personas sin hogar, inmigrantes y refugiados. El segundo evento programado –una jornada de acompañamiento– se celebrará el sábado 29 de diciembre de forma simultánea en Madrid, Barcelona, Bilbao, Málaga, Valencia, Sevilla y Cartagena. Concretamente, la que se celebrará en Madrid consistirá en una comida en Vallecas para 200 inmigrantes y refugiados que concluirá con un concierto impartido por el Hakuna Group Music.

El proyecto forma parte de lo que el movimiento eclesial llama compartiriados. Así es como Hakuna denomina a su estilo de voluntariado «porque queremos subrayar que son ratos que compartimos, cada uno lo que tiene. No queremos ir a dar: queremos compartir. Sobre todo, lo que queremos es que les llegue la misericordia de Dios a través de nosotros, y a nosotros a través de ellos», afirma José Pedro Manglano, fundador de Hakuna.

miércoles, 19 de diciembre de 2018

AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos:
Dentro de seis días celebraremos la Navidad, y podríamos preguntarnos: ¿Cómo es esa fiesta que a Dios le gustaría que celebráramos? El Evangelio nos habla de las sorpresas y cambios de vida que trajo consigo aquella primera Navidad de la historia. Cómo la llegada de Dios cambió de manera radical los planes de María y José. Y la sorpresa más grande llega en la noche de Navidad, cuando el Altísimo aparece como un niño pequeño, reconocido solo por unos sencillos pastores.

Navidad significa acoger en la tierra las sorpresas del Cielo y celebrar a un Dios que revoluciona nuestras lógicas humanas. Vivir la Navidad es entender que la vida no se programa sino que se da, que no podemos vivir para nosotros mismos sino para Dios, que descendió hasta nosotros para ayudarnos.

Procuremos no mundanizar la Navidad, ni convertirla en una bonita fiesta tradicional pero centrada en nosotros y no en Jesús. Celebraremos la Navidad si sabemos dedicar tiempo al silencio, como hizo José; si le decimos a Dios “aquí estoy”, como María; si salimos de nosotros mismos para ir al encuentro de Jesús, como los pastores; si no nos dejamos cegar por el brillo de luces artificiales, de regalos y comidas, y en cambio ayudamos a alguien que pasa necesidad, porque Dios se hizo pobre en Navidad.

Saludos:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española  provenientes de España y América Latina. Le pedimos a la Virgen María que nos ayude a contemplar en silencio el misterio del Nacimiento de su Hijo, para que hagamos realidad en nuestras vidas su ejemplo de humildad, pobreza y amor. Les deseo una feliz Navidad. Muchas gracias.

martes, 18 de diciembre de 2018

AVISO

EL MENSAJE DE LA PAZ DEL PAPA FRANCISCO DE ESTE AÑO, 2018, LO TIENEN EN LA PESTAÑA DE DOCUMENTOS.
LES INVITAMOS A LEERLA.

Saúl Craviotto, piragüista y embajador de Manos Unidas

Hace unas semanas, Saúl Craviotto (Lérida, 1984) estuvo en Mozambique de la mano de Manos Unidas. El cuádruple medallista olímpico en piragüismo subraya que una experiencia así «te abre a la realidad del mundo y te pone los pies en el suelo». Aunque ahora está centrado en los Juegos Olímpicos de Tokio, su familia y su trabajo como policía, confía en seguir colaborando con la ONGD de la Iglesia

Acaba de estar en Mozambique con Manos Unidas, ¿cómo ha sido la experiencia?

Ha sido una experiencia muy bonita, he vivido algo inolvidable. Es necesario de vez en cuando conocer países como Mozambique porque te abre a la realidad del mundo y te pone los pies en el suelo. Recuerdo a niños con patinetes hechos con cuatro palos o pelotas de fútbol hechas con plásticos, envueltas con cinta aislante. O cosas complicadas como a un niño con una infección en el oído, que estaba supurando pus, sin antibiótico ni nada para el dolor.

¿Le gustaría conocer otros proyectos de Manos Unidas de primera mano?

Me encantaría. He podido ver la experiencia con los responsables de Manos Unidas. Son gente maravillosa con un corazón brutal, que trabaja de forma altruista. He podido palpar cómo usan el dinero, cómo tratan a las personas, y me he enamorado de su labor. Estoy encantado de colaborar y me encantaría seguir vinculado a ellos.

Esa entrega se ve muy nítida en los misioneros…

Conocí al padre Germán, que estuvo 20 años en el Congo y lleva otros veintitantos en Mozambique. Es una persona que ha entregado su vida por y para los demás. Tienen el cielo ganado.

El proyecto que visitó une educación y deporte. Buen binomio, ¿no?

Fuimos a inaugurar un pabellón para que más de 1.200 niños pudieran jugar al fútbol sala, al baloncesto y al balonmano. Cualquier acción que hubiera podido hacer para mejorar la calidad de vida de la gente allí habría sido bonita, pero, siendo deportista, algo así me llena mucho más. El deporte me ha ayudado para todo, me ha forjado la personalidad, ha forjado mis valores. Es necesario invertir en deporte en España, en Mozambique y en cualquier parte del mundo. Mientras los niños estén haciendo deporte, no estarán haciendo otras cosas.

Muchos niños admiran a Saúl Craviotto…

Ser el espejo de muchos niños, sobre todo piragüistas que están empezando y me ven casi como un héroe, como veía yo a los del Equipo Nacional cuando era un crío, es una gran responsabilidad. Espero que vean a un chaval normal. Lo que hay que enseñarles es que las cosas, ya sea en los estudios, el trabajo, el deporte o cualquier ámbito, se tienen que vivir con mucha constancia, sin tirar la toalla. Cuando voy a dar charlas a los colegios, intento transmitir eso y no venderles humo al estilo de libros de «ponte en forma en cuatro días». Las cosas se consiguen con mucho esfuerzo.

Tras sus títulos, ¿ha aumentado el interés por el piragüismo?

Desconozco el número de fichas pero donde entreno, en Asturias, sí se ve movimiento… Supongo que, gracias a Carolina Marín, también habrá quien se interese por el bádminton. Si he podido aportar mi granito de arena para que haya más deporte o más piragüismo, bienvenido sea.

¿Cómo se compagina entrenar en Asturias con una gastronomía como la de allí?

[Se ríe] Complicado. La alimentación es un pilar básico para un deportista y en Asturias hay muy buen producto, se come en abundancia…

Me quedo con la experiencia, que al final es con lo que me voy a quedar de todo. Me quedo con los 
compañeros que hice, con haber conocido el mundo de la televisión por dentro, con las puertas que se han abierto… Antes no sabía hacer nada, pero ahora he perdido un poco el miedo a cocina. Aunque ya estoy otra vez más en la rueda del deporte y a mi mujer le encanta cocinar, los fines de semana intento hacer algo para no perder lo que aprendí.

En redes muestra orgulloso a su familia…

Es el apoyo principal. Sin mi mujer, mis hijas [de 10 meses y 4 años], mis padres y mis hermanos, no sería quien soy. Son la alegría de mi vida; son mi sustento, mi pilar.

La victoria suele saber bien, ¿tenerlos a su lado hace más llevadera la derrota?

Sí, los que suelen estar cuando fallas son tus familiares y tus amigos de verdad. La victoria o el éxito tienen muchos amigos, todo el mundo quiere ponerse en las fotos, recibes muchos mensajes; pero cuando fracasas o te va mal, la cosa cambia.

¿Qué retos tiene ahora por delante?

Sigo muy unido al tema deportivo y, por supuesto, con mi familia; la cocina la dejo algo más de lado, y sigo ejerciendo de policía… El reto deportivo que tengo ahora es ir a Tokio, a mis cuartos Juegos Olímpicos, e intentar una quinta medalla olímpica. Después ya veremos hay que tener algún reto.

Rodrigo Pinedo

domingo, 16 de diciembre de 2018

Abiy Ahmed, una bocanada de aire fresco

El pasado mes de octubre, el mundo aplaudía la elección de la primera presidenta de Etiopía y ríos de tinta se encargaban de recordar que se trataba de la única jefa de Estado en ejercicio en toda África. Sin quitar ni un solo mérito a la hábil diplomática Sahle-Work Zewde, ni a la importancia de este hito en el progreso de la representación de la mujer en el primer nivel de la esfera pública, vale la pena detenerse en el verdadero artífice de la revolución democrática que está viviendo este importante país africano, el primer ministro Abiy Ahmed.

En apenas ocho meses ha sido como una bocanada de aire fresco. No solo ha movido las fichas para que Zewde ocupe la Presidencia, sino que nombró un Gobierno paritario y promovió como presidenta del Supremo a la abogada feminista Meaza ­Ashenafi. Unos días después de su llegada al poder tras un complejo proceso de elección interna en el seno de su partido, el 2 de abril, Ahmed liberó a miles de presos políticos en la que fue su primera gran decisión. Posteriormente, dio por terminado el estado de emergencia que, de hecho, servía como excusa al Gobierno anterior para cometer violaciones de derechos humanos, firmó la paz con Eritrea tras dos décadas de guerra y desencuentros, y lanzó reformas en el sistema federal con base étnica y en un esclerotizado Ejército.

También en el terreno económico se anuncian curvas. La economía etíope, el país más poblado del continente tras Nigeria, sigue cerrada al mundo, con unas barreras aduaneras imposibles y grandes empresas públicas que lastran la actividad del Estado. Abiy ­Ahmed ya ha iniciado el proceso de privatización de estas compañías, entre ellas el gigante E­thiopian Airlines, un tótem empresarial bien posicionado en el sector de la aviación africana. Asimismo, ha iniciado un proceso de liberalización que ha generado enormes expectativas dentro y fuera del país.

La vida y el origen de Ahmed son tan fascinantes como sus actos. Su padre es musulmán de la castigada etnia oromo y su madre era cristiana ortodoxa de Amhara. Muy joven se unió a las filas del grupo revolucionario que forzó la caída de Mengistu y, tras la llegada del multipartidismo, entró en el Ejército, siempre vinculado a tareas de comunicación e inteligencia. Al mismo tiempo hizo carrera política en el Partido Democrático Oromo, uno de los que integran el Frente Revolucionario Democrático del Pueblo Etíope, la coalición gobernante, siendo diputado desde 2010.

Ahmed se ha propuesto llevar a Etiopía por el camino de la reconciliación, la unidad, la paz, la construcción de un nuevo Estado desde la ciudadanía y no por la pertenencia a una u otra etnia, una economía que genere oportunidades para todos y la igualdad entre hombres y mujeres como una de sus banderas. El empeño se presenta arriesgado, porque a muchos les beneficia el actual estado de cosas. El 23 de junio le lanzaron una granada que cayó a 17 metros de donde se encontraba. Recientes investigaciones apuntan a los servicios de seguridad del Estado, claramente involucionistas. En un continente aún poblado por viejos dinosaurios que se eternizan en el poder, ­Ahmed no puede ser sino una buenísima noticia. Veremos si no se tuerce la cosa.

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

En este tercer domingo de Adviento la liturgia nos invita a la alegría.. Sentirse bien: a la alegría. Con estas palabras, el profeta Sofonia se dirige a la pequeña porción del pueblo de Israel: "¡Alégrate, hija de Sión, clama de alegría, Israel, regocíjate y proclama con todo tu corazón, hija de Jerusalén!" (3:14). Grita de alegría, regocíjate, regocíjate: esta es la invitación de este domingo. Los habitantes de la ciudad santa están llamados a regocijarse porque el Señor ha revocado su condena (véase el versículo 15). Dios ha perdonado, no quiso castigar! Como consecuencia, ya no hay ninguna razón para la tristeza de la gente, ya no hay razón para el desaliento, sino que todo conduce a una gratitud gozosa a Dios, que siempre quiere redimir y salvar a quienes ama. Y el amor del Señor por su pueblo es incesante, comparable a la ternura del padre por los hijos, del novio por la novia, como dice Sofonia: "Él se regocijará por ti, te renovará con su amor, te alegrará con gritos de alegría "(v. 17). Esto es, como se llama, elDomingo de alegría : el tercer domingo de Adviento, antes de Navidad.

Este llamado del profeta es especialmente apropiado en el momento en que nos preparamos para la Navidad, porque se aplica a Jesús, Emmanuel, Dios con nosotros: su presencia es la fuente de alegría . De hecho, Sophonia proclama: "El rey de Israel es el Señor entre ustedes"; y un poco más tarde, repite: "El Señor tu Dios es un gran salvador entre vosotros" (versículos 15.17). Este mensaje encuentra su pleno significado en el momento de la Anunciación a María, narrado por el evangelista Lucas. Las palabras dirigidas por el ángel Gabriel a la Virgen son como un eco de las del profeta. ¿Qué dice el arcángel Gabriel? "Alégrate, lleno de gracia, el Señor está contigo" ( Lk1:28). "Alégrate", le dice a la Virgen. En un pueblo remoto de Galilea, en el corazón de una joven desconocida para el mundo, Dios enciende la chispa de felicidad para todo el mundo. Y hoy, la misma proclamación se dirige a la Iglesia, llamada a acoger el Evangelio para que se convierta en carne, vida concreta. Él le dice a la Iglesia, a todos nosotros: "Regocíjate, pequeña comunidad cristiana, pobre y humilde pero hermosa a mis ojos porque deseas ardientemente mi Reino, tienes hambre y sed de justicia, tejes pacientemente tramas de paz, no persigues a los poderosos de turno Pero mantente fielmente al lado de los pobres. Y entonces no tienes miedo de nada, pero tu corazón está en alegría ". Si vivimos así, en la presencia del Señor, nuestro corazón siempre estará en alegría. La alegría de "alto nivel", cuando está llena, y la alegría humilde de cada día, es la paz.

También hoy, San Pablo nos exhorta a no preocuparnos por eso, no a desesperarnos en absoluto, sino en todas las circunstancias a hacer que Dios presente nuestras peticiones, nuestras necesidades, nuestras preocupaciones "con oraciones y peticiones" ( Fil 4,6). La conciencia de que en las dificultades siempre podemos recurrir al Señor y que Él nunca rechaza nuestras invocaciones, es una gran razón para la alegría. No se preocupe, ningún temor nunca eliminará la serenidad que no proviene de las cosas humanas, de los consuelos humanos, no, la serenidad que proviene de Dios, de saber que Dios guía nuestras vidas con amor, y siempre lo hace. Incluso en medio de los problemas y sufrimientos, esta certeza nutre la esperanza y el coraje.

Pero para recibir la invitación del Señor a la alegría, necesitamos ser personas dispuestas a cuestionarnos a nosotros mismos. ¿Qué significa esto? Al igual que aquellos que, después de haber escuchado la predicación de Juan el Bautista, pregúntele: usted predica así, y nosotros, "¿qué debemos hacer?" ( Lc 3, 10) ¿Qué debo hacer? la conversión que estamos invitados a hacer en este tiempo de Adviento. A cada uno de nosotros se nos pregunta: ¿qué debo hacer? Una cosa pequeña, pero "¿qué debo hacer?" Y la Virgen María, que es nuestra madre, nos ayuda a abrir el nuestro corazón al Dios que viene, porque Él inunda toda nuestra vida de alegría.

Despues del angelus

Queridos hermanos y hermanas,

La semana pasada, el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordinaria y Regular fue aprobado en Marrakech, Marruecos, que pretende ser un marco para toda la comunidad internacional. Por lo tanto, espero que, gracias también a este instrumento, pueda funcionar con responsabilidad, solidaridad y compasión hacia quienes, por diversas razones, han abandonado su país y confío esta intención a sus oraciones.

Les saludo a todos ustedes, familias, grupos parroquiales y asociaciones, que han venido de Roma, Italia y muchas partes del mundo. En particular, saludo a los peregrinos de Sevilla, Hamburgo, Múnich y Chapelle, en Bélgica. Saludo a los fieles de Pescara, Potenza, Bucchianico, Fabriano y Blera; los laicos misioneros combonianos; y los scouts de jesolo y ca 'savio.

Y ahora me dirijo especialmente a ustedes, queridos hijos de Roma, que han venido para la bendición de los "niños pequeños", acompañados por el obispo auxiliar monseñor Ruzza. Agradezco al Centro Oratori Romano y a los voluntarios. Queridos hijos, cuando, en sus hogares, se reúnan en oración frente a la escena de la natividad, fijando su mirada en el Niño Jesús, sentirán el asombro ... Me preguntan: ¿qué significa "asombro"? Es un sentimiento más fuerte, es más que una emoción común. Es ver a Dios: la maravilla del gran misterio de Dios hecho hombre; y el Espíritu Santo te pondrá en el corazón la humildad, la ternura y la bondad de Jesús. Jesús es bueno, Jesús es tierno, Jesús es humilde. ¡Esta es la verdadera navidad! No te olvides. Eso es lo mismo para usted y los miembros de su familia. Bendigo a todos los "Bambinelli".

Les deseo a todos un buen domingo y una buena tercera semana de Adviento. Con alegría, tanta alegría y tanta paz cuando la alegría no es posible. Y por favor, no te olvides de orar por mí. Buen almuerzo y adiós.


sábado, 15 de diciembre de 2018

Domingo III de Adviento (Ciclo C)

Evangelio (Lc 3,10-18):En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: «Pues ¿qué debemos hacer?». Y él les respondía: «El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo». Vinieron también publicanos a bautizarse, y le dijeron: «Maestro, ¿qué debemos hacer?». Él les dijo: «No exijáis más de lo que os está fijado». Preguntáronle también unos soldados: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer?». Él les dijo: «No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas, y contentaos con vuestra soldada». 

Como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo; respondió Juan a todos, diciendo: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego. En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; pero la paja la quemará con fuego que no se apaga». Y, con otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Nueva.
PALABRA DE DIOS

COMPARTIMOS:

Hoy la Palabra de Dios nos presenta, en pleno Adviento, al Santo Precursor de Jesucristo: san Juan Bautista. Dios Padre dispuso preparar la venida, es decir, el Adviento, de su Hijo en nuestra carne, nacido de María Virgen, de muchos modos y de muchas maneras, como dice el principio de la Carta a los Hebreos (1,1). Los patriarcas, los profetas y los reyes prepararon la venida de Jesús.

Veamos sus dos genealogías, en los Evangelios de Mateo y Lucas. Él es hijo de Abraham y de David. Moisés, Isaías y Jeremías anunciaron su Adviento y describieron los rasgos de su misterio. Pero san Juan Bautista, como dice la liturgia (Prefacio de su fiesta), lo pudo indicar con el dedo, y le cupo —¡misteriosamente!— hacer el Bautismo del Señor. Fue el último testigo antes de la venida. Y lo fue con su vida, con su muerte y con su palabra. Su nacimiento es también anunciado, como el de Jesús, y es preparado, según el Evangelio de Lucas (caps. 1 y 2). Y su muerte de mártir, víctima de la debilidad de un rey y del odio de una mujer perversa, prepara también la de Jesús. Por eso, recibió él la extraordinaria alabanza del mismo Jesús que leemos en los Evangelios de Mateo y de Lucas (cf. Mt 11,11; Lc 7,28): «Entre los nacidos de mujer no hay nadie mayor que Juan Bautista». Él, frente a esto, que no pudo ignorar, es un modelo de humildad: «No soy digno de desatarle la correa de sus sandalias» (Lc 3,16), nos dice hoy. Y, según san Juan (3,30): «Conviene que Él crezca y yo disminuya». 

Oigamos hoy su palabra, que nos exhorta a compartir lo que tenemos y a respetar la justicia y la dignidad de todos. Preparémonos así a recibir a Aquel que viene ahora para salvarnos, y vendrá de nuevo a «juzgar a los vivos y a los muertos».