Aquí estamos, Señor Espíritu Santo.
Aquí estamos, frenados por la inercia del pecado,
pero reunidos especialmente en tu Nombre.
Ven a nosotros y permanece con nosotros.
Dígnate penetrar en nuestro interior.
Enséñanos lo que hemos de hacer,
por dónde debemos caminar,
y muéstranos lo que debemos practicar
para que, con Tu ayuda, sepamos agradarte en todo.
Sé Tú el único inspirador y realizador de nuestras decisiones,
Tú, el único que, con Dios Padre y su Hijo,
posees un nombre glorioso,
no permitas que quebrantemos la justicia,
Tú, que amas la suprema equidad:
que la ignorancia no nos arrastre al desacierto;
que el favoritismo no nos doblegue;
que no nos corrompa la acepción de personas o de cargos.
Por el contrario, únenos eficazmente a Ti,
sólo con el don de tu Gracia,
para que seamos UNO en Ti,
y en nada nos desviemos de la verdad.
Y, lo mismo que estamos reunidos en Tu Nombre, así también,
mantengamos en todo la justicia,
moderados por la piedad,
para que, hoy, nuestras opiniones en nada se aparten de Ti,
y, en el futuro, obrando rectamente,
consigamos los premios eternos.
Amén.
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