Omella por celebrar un funeral por el coronavirus
Quim Torra, presidente de la Generalitat de Cataluña, ha anunciado en la mañana de este lunes que ha ordenado a la conselleria de Salud abrir un expediente sancionador contra el arzobispado de Barcelona por haber celebrado este domingo un funeral por las víctimas del coronavirus en la basílica de la Sagrada Familia (con capacidad para unas 9.000 personas). La Generalitat estableció un límite de no más de 10 personas para el culto (si bien para las visitas turísticas sí permite grupos más grandes).
En el enorme templo diseñado por Gaudí, con capacidad para 9.000 personas, se congregaron unas 200 personas, convocadas por el cardenal Omella con muchas medidas de seguridad, pero no acudieron políticos del Gobierno autonómico (nacionalista-independentista) ni del Ayuntamiento barcelonés (socialista-izquierda populista).
Torra ha proclamado que "todo el mundo" debe respetar las medidas decretadas por la Generalitat "pensadas para la salud de las personas", ya sea "un ciudadano, una empresa o la Iglesia". "Lamento que se hiciera esa ceremonia ayer porque no estaba autorizada. Se ha incumplido la normativa y por eso se abrirá el expediente", ha apostillado.
En ocasiones anteriores Torra ha subrayado que él se considera católico, pero que sus referentes son teólogos de la liberación, como Ernesto Cardenal y Pere Casaldàliga. "Para mí la Iglesia es la que trabaja para los pobres, para los vulnerables y los que están presos", ha dicho en ocasiones, aunque por lo general para referirse sólo a los presos de su tendencia política, especialmente los condenados por el "procés" independentista.
De hecho, Torra ha hablado en las mismas declaraciones de este lunes acerca del papel del cardenal Omella respecto al "procés", y diciendo que lamenta que "se haya olvidado estos años de los derechos fundamentales de la Constitución y de las cartas de derechos humanos, que protegen la libertad de expresión y manifestación, y que no haya alzado ni una vez la voz para condenar la represión que vive Cataluña".
Torra ha anunciado multas para el arzobispado de Barcelona y se ha quejado de Omella (por no "alzar la voz contra la represión") en la misma mañana que avisaba de nuevas medidas contra el coronavirus
Torra ahondaba así en la crítica de los políticos independentistas contra el cardenal por razones políticas. Esa misma idea lanzó este domingo Carles Puigdemont, predecesor de Torra al frente de la Generalitat -y, según muchos, aún "jefe" de Torra- durante una entrevista en TV3, asegurando que en otoño de 2017, cuando el cardenal intentó mediar en la Generalitat y el Gobierno central no actuó "como un hombre de Iglesia", sino "como un hombre de Estado" (una forma de acusarlo de apoyar el 'status quo' del Estado español).
¿No a un funeral, pero sí a mil turistas diarios en la basílica?
El cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, difundió un comunicado contundente este domingo contra la "injusta y discriminatoria" limitación a 10 personas en los actos religiosos y por el hecho de no recibir ni siquiera un permiso especial para el funeral por las víctimas del COVID en el enorme templo de la Sagrada Familia.
Omella se adelantó a Torra en anunciar que el arzobispado emprenderá acciones legales contra "la arbitrariedad y la indefensión que sufren el derecho a la libertad religiosa y la libertad de culto".
Hay en la actualidad en toda España un fuerte debate sobre cuál es la capacidad real y legal de las autoridades autonómicas para limitar una libertad constitucional de primer orden como es la libertad de culto.
Torra salió al paso respondiendo que "no se trata ni mucho menos de limitar el derecho de culto". Añadió: "Nosotros no limitamos derechos, al contrario, queremos que se ejerzan todos. Pero esto va de asegurar la salud de todos los ciudadanos. Cuando se hace una resolución, mi deber es hacerla cumplir", ha aseverado el político.
La consellera de Salut, Alba Vergés (de Esquerra Republicana de Catalunya, partido socio de gobierno de Torra), firmó el viernes a última hora una resolución que prohibía la celebración en la Sagrada Familia, señalando la resolución de la Generalitat del 17 de julio que limita a diez personas la presencia en los actos religiosos.
Las autoridades del Govern de la Generalitat comunicaron que no acudirían a la ceremonia. El mismo domingo por la mañana, los representantes del Ayuntamiento de Barcelona decidieron no acudir basándose en esta resolución, según anunció el concejal Albert Batlle (católico que militó muchos años en el Partit dels Socialistes y desde 2019 en Units, heredera de la democristiana UDC). Sí acudió, sin embargo, el exconseller de Interior Ramon Espadaler, dirigente de Units y antiguo miembro de la democristiana UDC.
Juan José Omella, que no sólo es el cardenal arzobispo de Barcelona sino que en la actualidad preside la Conferencia Episcopal Española, ofició en la tarde del domingo un funeral por las víctimas del conoravirus.
El arzobispado añadió medidas extraordinarias de seguridad, como la toma de temperatura a las 200 personas que acudieron al templo (fueron invitadas unas 500).
En una nota, el arzobispado lamentó que el Govern pusiera trabas a la celebración de la eucaristía y que en cambio sí avale que los turistas visiten el templo. “Es una previsión que nos parece injusta y discriminatoria teniendo en cuenta que hemos sido muy cuidadosos y respetuosos para mantener las normas sanitarias exigidas para los espacios cerrados”. Así, recuerda la nota, en los restaurantes sí se permite un 50% del aforo.
"Las medidas de seguridad para el funeral son incluso más rígidas que las aplicadas desde ayer por la mañana a las visitas del turismo”, añadía la nota.
El sábado, por ejemplo, pasaron por la Sagrada Familia uno 1.200 turistas llegados de los más diversos lugares, mientras que Torra ahora amenaza con expedientar al arzobispado por juntar más de 10 personas en un acto perfectamente controlado.
La nota arzobispal ya avisaba de que “ante el poco previsible cambio de actitud” del Departament de Salut, se tomarán “las acciones legales oportunas contra la arbitrariedad e indefensión que sufren el derecho a la libertad religiosa y a la libertad de culto, constitucionalmente protegidos”. La resolución del Procicat llegó el viernes a última hora y, según los asesores legales del Arzobispado, no la podrán recurrir hasta mañana lunes.
Esta tarde solo podían acudir de forma presencial a la basílica las personas invitadas, que son familiares de los difuntos –la mayoría– así como representantes del sector de la alimentación, de las residencias de ancianos, personal médico, de los tanatorios, cementerios, periodistas y vendedores de prensa, hoteleros, entidades caritativas, las autoridades que lo deseen y feligreses que recibieron una invitación.
Dado el embrollo, en el comunicado se instaba a las personas invitadas al funeral y que quieran acudir de forma presencial “que consideren la conveniencia de asistir o participar a través de los medios”.
Un sermón que buscaba limar asperezas
En su sermón del funeral, el cardenal Omella trató de limitar asperezas con las autoridades políticas diciendo que “no son momentos para perder el tiempo en discusiones inútiles, para buscar culpables” o “para aumentar la división”. “Son tiempos para tender las manos, para acariciar, para perdonar, para acompañar, para caminar juntos y tratar de evitar más sufrimientos”, declaró el domingo por la tarde. Pero no bastó para evitar que Torra anunciara al día siguiente su voluntad de multar al arzobispado.
Por lo demás, la ceremonia tuvo lugar sin mayores dificultades y fue transmitida por 8TV, 13TV, Ràdio Estel e internet.
El cardenal oró por los difuntos y sus allegados y dio gracias a los que han luchado contra el virus. «Estamos con vosotros y queremos compartir el dolor, el sufrimiento de todos y rezar con esperanza a Dios de la misericordia», predicó Omella. Expresó que «a pesar de todas las dificultades de la pandemia y a pesar de otras dificultades que hemos tenido para celebrar esta eucaristía, con gozo, confianza y esperanza la celebramos hoy».
Añadió que «la Iglesia hace suyo el dolor, el sufrimiento de los familiares, de los difuntos y quiere pedir a Dios misericordia por todos los muertos, no solo por el coronavirus sino también por los que han muerto por otras causas y que durante el tiempo de confinamiento no han podido recibir la despedida merecida, hoy los recordamos a todos» ha querido recordar el cardenal. Así mismo se ha mostrado impresionado por el dolor que ha provocado, no solo la muerte de esta pandemia sino «también las condiciones de su partida, lejos de sus familiares y amigos, sin poder conversar, sin poder despedirse de ellos» ha asegurado.
Siendo el día de San Joaquín y Santa Ana, abuelos de Jesucristo, el cardenal recordó también «a muchos abuelos y abuelas que han muerto en las residencias y rezamos también por todos aquellos que todavía están en estos hogares de abuelos. Sois el gran regalo de una vida entregada para hacer una sociedad más desarrollada, más humana, más buena y más fraterna».