Quienes desconocen las verdades de nuestros pasados históricos son frágiles y vulnerables a las manipulaciones, bien por modas, bien por intereses de los tiempos. La verdad siempre prevalecerá, tarde o temprano, aunque el daño en ocasiones es irreparable
La gesta más grande jamás contada, sin lugar a dudas, es el descubrimiento y la evangelización de aquel inmenso y nuevo continente americano. Son tiempos más que nunca necesarios para conocer las verdades desnudas y dejar atrás mitos, leyendas negras, mentiras y populismos. Quienes desconocen las verdades de nuestro pasado histórico son frágiles y vulnerables a las manipulaciones, bien por modas, bien por intereses de los tiempos. La verdad siempre prevalecerá, tarde o temprano, aunque el daño originado en ocasiones es irreparable.
Decía Hernán Mathieu, rector de la Universidad Católica de La Plata, que «la evangelización de las tierras descubiertas por Isabel a través de Colón importa e incorpora culturalmente Occidente a los pueblos allí encontrados». Esta actitud del conquistador español revela el ser del hombre grecorromano, que como parte del pueblo agricultor basaba su economía y toda su organización social en la relación con la tierra, y sublimaba esta mentalidad agrícola en la fundación de ciudades como células esenciales del mundo organizado. Además, no eran un mero amontonamiento de viviendas, sino que estaban encaradas también desde un punto de vista espiritual.
Está claro que la providencia pone en manos de Isabel esta extraordinaria buena ventura. De su vocación misionera y apostólica nace su inmenso legado religioso, cultural y político. Y de la concepción de la libertad jurídica de la condición de súbditos viene la política isabelina del buen trato a los indios, libres y súbditos en igualdad de condiciones; aunque expuestos, por sus condiciones, a los desmanes –de difícil control–, de los personajes de la ocupación.
Este buen trato de Isabel tuvo un comentario del Papa Pío XI, que recuerda «aquella tierra del Nuevo Mundo hacia la que volvieran los ojos moribundos de la gran Isabel, cuyo espíritu singular querríamos evocar, no tanto de fortaleza de la visión política cuanto de las ansías maternales de paz, dictadas por un concepto profundamente cristiano de la vida que pedía, para los que llamaba sus hijos de América, un trato de dulzura y devoción». (Acta apostolicae sedis 1951, p.794).
En la Edad Moderna no existe un personaje real que haya dado tanta gloria a Dios y a su Iglesia, reflejada en el legado de santos y personas ejemplares, cada vez mayor en aquel continente. Me pregunto cómo es posible que Isabel no esté aún en los altares. Solo se podría entender esta pregunta en los conceptos espirituales y teológicos de la providencia: Dios entrega a sus santos en el momento en el que los necesita el mundo.
Un punto que debemos subrayar, como diamante de la más depurada documentación que poseemos, es la condición de preeminencia y principalidad que tiene, en el ánimo y en las instituciones de Isabel, la predicación de la fe cristiana y la implantación de la Iglesia en el Nuevo Mundo. Ella inaugura y da la norma del nuevo código español de las leyes de Indias, que continuaron sus sucesores dinásticos.
El virus de la mentira
Así fue el vuelco de aquel imperio español, para engrandecer aún más el mestizaje de ambas civilizaciones con un cristianismo que era lo más avanzado de ese tiempo. Luego llegarían las leyendas negras cargadas de envidias y mentiras. Si no se conoce la verdad, si no se acude a las fuentes correctas, y si no se analizan y estudian los hechos en los tiempos que ocurrieron, el resultado es la más grande injusticia histórica, con cierto barniz populista, y lo que es peor: que intenta, sin escrúpulos, reescribir la historia.
Aquellos que no tienen inquietud de conocimiento y de verdad son víctimas del virus de la mentira. Un virus tan extendido como el COVID-19, pero con una diferencia: que la vacuna del coronavirus aun no se ha descubierto y la vacuna del virus de la mentira existe desde hace muchos siglos. Esta vacuna se recibe consultando páginas fiables, libros de historiadores serios, archivos, diccionarios digitales fiables... La Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), por ejemplo, es una editorial pionera en coleccionar saberes de muy diferentes autores y géneros en la luz, y no en las sombras. Isabel la Católica y la evangelización de América es un libro académico de diferentes autores donde las verdades históricas resplandecen gracias a la colección de actas del simposio internacional sobre Isabel celebrado en la ciudad de Valladolid durante octubre de 2018. Las verdades puras y duras están servidas para engrandecer aún más la santidad de una reina que esperamos ver pronto en los altares como ejemplo de gran política y estadista, mujer avanzada a su tiempo y ejemplo de que se puede ser fiel a tu civilización y a la religión cristiana sin ideologías falsas y antinaturales.
José Luis Rubio Willen
Coordinador del volumen Isabel la Católica y la evangelización de América
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.