martes, 4 de febrero de 2025

Compartimos la Razón y la fe

Las relaciones entre  la razón y la fe han de quedar bien fijadas. Ambas son dos caminos para el acceso a la única verdad, que siempre será que el intelecto humano se adecúe  con la realidad de las cosas, sea la realidad mundana o la superior realidad divina. El camino de la razón es un camino ascendente, mediantes las fuerzas y facultades naturales del hombre.

El camino de la fe, en cambio, es un camino descendente, porque proviene de la revelación divina, que Santo Tomás entiende como irradiación de la ciencia divina hasta el ser humano por medio, generalmente, de mediadores (ángeles, los apóstoles, la jerarquía de la Iglesia, etc).

Santo Tomas representa, la síntesis más perfecta de las relaciones entre razón y fe, tal como las ha ido modelando la tradición de la Iglesia. Así lo reconocería más adelante el magisterio en numerosas ocasiones, destacando la eficacia de la teología tomista en el combate contra todo tipo de errores. Sin embargo, y aunque en momentos determinante de la historia de la Iglesia esta síntesis ha sido dominante en el panorama eclesial, la verdad es que el pensamiento del doctor Aquinate acabaría perdiendo la batalla.

 Contemporáneamente a Santo Tomas, la escuela franciscana estaba desarrollando una orientación, que terminaría triunfando, donde no se veía tan clara esta síntesis entre razón y fe. El asunto vendría por la defensa de estos de la primacía de la voluntad sobre el intelecto en Dios, entre otras cosas, lo que poco a poco conduciría hacia el nominalismo de Ockham, el luteranismo, el relativismo, la filosofía crítica, el idealismo.

La fe se ha visto sumida en una crisis sin parangón en la historia. Esta crisis se ha hecho notar en la teología de las últimas décadas, que ha dejado de ser, en la mayoría de los casos, una verdadera doctrina sagrada, para pasar a ser una colección de novedades y originalidades al servicio de las tendencias del momento. Las intervenciones del magisterio han intentado salir al paso, pero lo han hecho lento y con escasa eficacia.

La razón aportaría a la fe la dimensión universal, sustituida muchas veces por ideología globalista, pudiendo así retomarse el anuncio del Evangelio a todas la naciones. Permitiría respetar mejor eso que el Vaticano II llamaba "la justa autonomía de la realidad terrena", reconociendo, que las ciencias particulares tiene una competencia propia a la hora de investigar la realidad creada, descubriendo en ella las leyes puestas por el Creador.

La Iglesia tiene una competencia específica, como aquellas relacionadas con la moral pública: economía, política, defensa de la vida.

En su famoso discurso en Ratisbona, el papa Benedicto XVI, que no menciona explícitamente la figura de Santo Tomás, ponía como punto de partida de su reflexión sobre la razón y la fe la frase: "No actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios" es una expresión muy concreta de lo que deseo expresar entre razón y fe, fundamentada por los Padres, edificada sólidamente por Santo Tomas  y que todavía permanece, aunque gravemente dañada por la modernidad.  Es la síntesis armónica y ordenada que desde los últimos dos siglos de la Iglesia nos invita a reconstruir para bien suyo y del mundo.

MM. Dominicas

Sor María Pilar. O.P

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