Lectura del libro de la Sabiduría (18,14-16;19,6-9):
Un silencio sereno lo envolvía todo, y, al mediar la noche su carrera, tu palabra todopoderosa se abalanzó, como paladín inexorable, desde el trono real de los cielos al país condenado; llevaba la espada afilada de tu orden terminante; se detuvo y lo llenó todo de muerte; pisaba la tierra y tocaba el cielo. Porque la creación entera, cumpliendo tus órdenes, cambió radicalmente de naturaleza, para guardar incólumes a tus hijos. Se vio la nube dando sombra al campamento, la tierra firme emergiendo donde había antes agua, el mar Rojo convertido en camino practicable y el violento oleaje hecho una vega verde; por allí pasaron, en formación compacta, los que iban protegidos por tu mano, presenciando prodigios asombrosos. Retozaban como potros y triscaban como corderos, alabándote a ti, Señor, su libertador.
Palabra de Dios
Salmo 104,R/. Recordad las maravillas que hizo el Señor
Santo Evangelio según san Lucas (18,1-8):
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."»
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»
Palabra del Señor
Compartimos:
El tercer evangelista presenta ya al Jesús adolescente en la casa de su Padre (Lc 2,49), en el templo, lugar de oración; le presenta igualmente orante mientras es bautizado (3,21); agobiado por los que quieren oírle y ser curados, Jesús se retira a orar en soledad (5,16); antes de elegir a los Doce se pasa la noche en oración (6,12); antes de preguntar a los discípulos qué se piensa de él, se toma también un tiempo de oración a solas (9,18). La transfiguración acontece cuando se ha retirado al monte a orar (9,28); cuando los discípulos regresan de la misión encomendada, Jesús hace una oración de alabanza al Padre por lo que realiza en los pequeños y humildes (10,21). Interrumpiendo su larga oración, los discípulos le piden que los enseñe a ellos a orar (11,1), y él los atiende; de rodillas, en Getsemaní, hace oración de súplica y ofrecimiento al Padre, y con tal intensidad que llega a la somatización, a sudar sangre (22,43). Diríamos que Jesús no sabe dar un paso sin reflexionarlo ante el Padre y consultarlo confidencialmente con él.
El ejemplo de la parábola de hoy es de oración de petición; pero, hemos visto, no es la única que practica Jesús: sabe orar agradeciendo, mostrando disponibilidad… Sin duda oró mucho con los salmos (cita uno desde la cruz: Lc 23,46), el gran libro de oración de Israel, donde hay todo tipo de plegarias.
El tercer evangelista teme por su comunidad, cada vez más alejada de los orígenes y que puede ir perdiendo impulso y entusiasmo. La fe se puede hacer más mortecina y la oración puede parecer inútil para la marcha de la historia, que ya se prevé que tendrá una larga duración. Como pastor, insiste en la necesidad de la constancia, de la huida del aburrimiento o rutina, y se pregunta si cuando vuelva Jesús glorioso encontrará una comunidad de creyentes entusiastas o una caterva de gente tibia y desganada. La advertencia parece escrita expresamente para nuestro tiempo, con su pensamiento débil y su sensibilidad líquida.
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