viernes, 4 de agosto de 2023

SANTO DOMINGO DE GUZMÁN, PREDICADOR, MAESTRO DE ORACIÓN Y FUNDADOR

Domingo nació en el año 1.170 en la localidad burgalesa de Caleruega en el seno de una familia acomodada, de la que recibió una formación religiosa. Su historia, ya desde antes de su nacimiento, se encuentra envuelta en leyenda, puesto que se cuenta que su madre, Juana de Aza, antes de que Domingo naciera, soñó que llevaba en su vientre un cachorro con una antorcha encendida en la boca. Incapaz de comprender el significado de este sueño, decidió buscar la intersección de Santo Domingo de Silos, y postrada ante su tumba comprendió que el hijo que esperaba iba a encender el fuego de Cristo en el mundo por medio de la predicación.

Domingo se formó en Gumiel de Izán junto a su tío que era arcipreste en esta localidad, y posteriormente viajó a Palencia, donde estudió humanidades, filosofía y teología en las escuelas catedralicias. Fue precisamente conocer en profundidad la Palabra de Dios lo que más atrajo su atención, y cuenta la historia que todavía estando en Palencia, en torno al año 1.191, «en un rasgo de caridad heroica», decidió vender sus libros, para aliviar a los pobres del hambre que asolaba el país.

Tras ser ordenado sacerdote, pasó a la diócesis de Osma, siendo nombrado canónigo y vicario general de la misma. No pasó mucho tiempo cuando, en 1.205 acompañó por encargo del rey Alfonso VIII de Castilla al obispo de Osma, Diego de Acebedo a la corte danesa, para concertar las bodas del príncipe Fernando. Fue en estos viajes por Francia cuando vio de cerca las ideas heréticas, y un año después, tras informar al papa Inocencio III de la herejía que amenazaba el sur de Francia, se estableció en Languedoc con el objetivo de predicar la palabra de Dios.

En 1.215 establece en Tolosa la primera casa masculina de su Orden de Predicadores, hoy en día conocidos también como dominicos, y por la que un año después, en 1.216 recibió una bula del papa Honorio III que confirmaba esta Orden de Frailes, lo que le permitió abrirla al mundo. De vuelta en Francia, Domingo de Guzmán vio cómo su familia de frailes crecía y tras lograr la bula del papa, decidió enviar a sus frailes a diversas zonas, con el fin de predicar la fe cristiana, entre ellos España, París o Bolonia.

Santo Domingo de Guzmán quiso que la evangelización se realizara «por el convencimiento y no por la fuerza», y por ello invitó a todos sus frailes a formarse, enviándolos a las Universidades.

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