Lectura del libro de Isaías (56,1-3a.6-8):
ESTO dice el Señor «Observad el derecho, practicad la justicia,porque mi salvación está por llegar,y mi justicia se va a manifestar.Dichoso el hombre que obra así,el mortal que persevera en esto,que observa el sábado sin profanarloy preserva su mano de obrar el mal.El extranjero que se ha unido al Señor no diga:“El Señor me excluirá ciertamente de su pueblo”.A los extranjeros que se han unidos al Señor para servirlo,para amor el nombre del Señor y ser sus servidores,que observan el sábado sin profanarlo y mantienen mi alianza,los traeré a mi monte santo,los llenaré de júbilo en mi casa de oración;sus holocaustos y sacrificios serán aceptables sobre mi altar;porque mi casa es casa de oración y así la llamarán todos los pueblos».Oráculo del Señor, que reúne a los dispersos de Israel:«Todavía congregaré a otros, además de los ya reunidos».
Palabra de Dios
Salmo 66,R/. Oh, Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Santo Evangelio según san Juan (5,33-36):
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que yo hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado».
Palabra del Señor
Compartimos:
Hoy se nos pide aprender de san Juan. No es fácil. La renuncia, el sacrificio, el compromiso, la Verdad… no están de moda actualmente. ¿Cuántos hay que sólo se mueven por el dinero, por los placeres, por la comodidad, por la mentira…? Hay que mantener el corazón limpio y desalojado de cosas. Si no, ahí no pueden hallar espacio ni Jesús ni las otras personas.
Pero el Evangelio es camino de Vida y de felicidad. Sólo la Verdad nos puede hacer libres, aunque esto nos comporte la persecución o la muerte. Juan el Bautista ya lo había intuido, pero acepta porque ésta es su misión. Su bautismo era liberador y sus palabras —invitando a la conversión— el camino para llegar.
Jesús encuentra el camino allanado, preparado, sazonado por la penitencia del Bautista. Sus obras dan testimonio de que Él es el enviado. Encuentra ya los corazones arrepentidos y humillados gracias al testimonio de Juan. Para él, el Maestro no encuentra más que palabras de elogio.
Ojalá sean las mismas palabras para cada uno de nosotros. Sobre todo, si hemos sido capaces de señalar al Maestro, presentándolo y, a la vez, desapareciendo nosotros mismos.
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