Señor, tú conoces el corazón de tus hijos, y no te quedas indiferente ante el pobre que te suplica. Tú sabes lo que nos aflige el bienestar de nuestros niños, tú comprendes la preocupación de los papás ante la enfermedad de alguno de sus hijos.
Aún desde la preocupación que nos causa su enfermedad, desde el dolor y el desconcierto, si esta enfermedad está dentro de lo que tu permites, aceptamos este momento como ocasión de purificación, de abandono en tus manos, de ofrecimiento generoso de nuestras vidas.
Aceptamos este momento como una ocasión para unirnos desde el sufrimiento a los dolores de Cristo por la salvación del mundo. Ahora, Señor, a ti que quieres que tengamos vida en abundancia, te pedimos que por el poder del misterio de tu infancia y tu vida oculta en el hogar de Nazaret, sanes al niños en fermos a quien tú conoces y amas.
Pon tu mano sanadora sobre ellos para que sienta tu alivio, tus cuidados y se restablezca prontamente, según tu voluntad. Tú, que recibiste los amorosos cuidados de María y José, consuela y reanima a su papá y a su mamá, no dejes que caigan en la desesperación, en la duda, en la depresión, sino que desde su dolor y preocupación recurran a ti como fuente de verdadera, plena, y duradera sanación del cuerpo y del alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.