Oh María, dulce Madre de Amor y misericordia,
bálsamo que sana nuestras heridas y aflicciones
y abre las puertas que se cierran ante nosotros.
Oh María, llena de Luz clara que disipa las tinieblas que nos asustan,
nos otorgas suficientes fuerzas para enfrentarnos a las dificultades
y con maternal entrega nos acompañas cuando sufrimos.
Enseñamos a todos a respetar la vida
la vida desde su concepción hasta el final
de nuestros días en la tierra y
todos alabemos al Dios de la Vida.
Amén.
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