Gracias por todo lo que nos concedes vivir cada día,
de fidelidad, de historia de misioneros y misioneras dominicos,
de compromiso a reavivar el Carisma,
a responder con una mirada de compasión, misericordia
y solidaridad con los más pobres y vulnerables.
Ayúdanos, Señor a ser comunidades fieles, fecundas, realizadas,
con una identidad sólida,
con capacidad crítica y espíritu de discernimiento,
con coraje, apertura y sabiduría para releer los signos de los tiempos,
escuchar la voz de Dios, ser signo profético de humanización,
y a responder con fe, audacia, creatividad a las nuevas llamadas,
a las urgencias de cada día de la Orden.
María Madre del silencio y de la escucha,
haznos dóciles a la contemplación de la Palabra
a la escucha de la voz de Dios y su llamada a la reconciliación;
y haz que se abran nuestros ojos, mente, corazón, voluntad
para acoger la gracia de Dios y expresarla
en un nuevo estilo de vida, sencilla, humilde, alegre y fraterna.
felices sueños en la paz del Señor. Amén
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