Te confiamos a todos los que se han alejado de la Iglesia que puedan recuperar la luz de la fe, el consuelo de la esperanza y la alegría del amor que se nos da por Cristo nuestro Señor.
Haznos, padre, como tú: confiados en la Providencia, dóciles al Espíritu, constantes en contemplar, convincentes en predicar, prudentes al enseñar, generosos en servir, valientes en emprender; en la alegría agradecidos, en el dolor esperanzados, en el cansancio perseverantes, en el convivir sincero.
Santo Domingo, padre y fundador nuestro, hombre del Evangelio, de oración y apostolado. Mira a tu familia que es llamada a seguirte consagrada a Cristo, y a su Iglesia en pobreza y fraternidad.
Ta alabamos, DIOS NUESTRO.
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