sábado, 14 de mayo de 2022

San Matías, apóstol

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (1,15-17.20-26):

Uno de aquellos días, Pedro se puso en pie en medio de los hermanos y dijo (había reunidas unas ciento veinte personas): «Hermanos, tenía que cumplirse lo que el Espíritu Santo, por boca de David, había predicho en la Escritura acerca de Judas, que hizo de guía a los que arrestaron a Jesús. Era uno de nuestro grupo y compartía el mismo ministerio. En el libro de los Salmos está escrito: "Que su morada quede desierta, y que nadie habite en ella," y también: "Que su cargo lo ocupe otro." Hace falta, por tanto, que uno se asocie a nosotros como testigo de la resurrección de Jesús, uno de los que nos acompañaron mientras convivió con nosotros el Señor Jesús, desde que Juan bautizaba, hasta el día de su ascensión.» Propusieron dos nombres: José, apellidado Barsabá, de sobrenombre Justo, y Matías. Y rezaron así: «Señor, tú penetras el corazón de todos; muéstranos a cuál de los dos has elegido para que, en este ministerio apostólico, ocupe el puesto que dejó Judas para marcharse al suyo propio.» Echaron suertes, le tocó a Matías, y lo asociaron a los once apóstoles.

Palabra de Dios

Salmo 112,R/. El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo

Santo Evangelio según san Juan (15,9-17):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»

Palabra del Señor

Compartimos:

“Permanecer” es un verbo que parece difícil conjugar con el estilo de vida contemporáneo. ¿Se puede permanecer en un trabajo durante mucho tiempo? ¿Permanece contra viento y marea una relación de amistad? ¿Puede permanecer una promesa dada frente a las adversidades? ¿Permanecen los compromisos políticos con el electorado sobre los intereses partidistas? ¿Permanece el “si, te quiero” para siempre? ¿O todo depende?

Necesitamos “permanecer” en medio del viaje de nuestra existencia, porque la permanencia nos da estabilidad, seguridad y confianza. Tres veces nos dice hoy Jesús en el Evangelio: “permaneced en mi amor”. El evangelista utiliza la forma imperativa, por lo que no es un consejo, sino una orden. De alguna forma nos está diciendo no seáis desconfiados y hacedme caso, permaneced. La permanencia en el amor de Dios nos da “alegría, plenitud”, nos dice Jesús, “amistad” con Él. Es una invitación a dejarnos amar por Él, pues necesitamos permanecer en el amor de Dios para vivir. Es su amor el que nos hace amigos y no siervos.

Lo que ocurre es que al corazón humano le gusta jugar, ir y venir de vez en cuando, y le cuesta permanecer; ninguno de nosotros somos siempre fieles a nuestros compromisos y, cuando esto ocurre, nos damos cuenta de nuestro extravío y volvemos a buscar la estabilidad que nuestro corazón necesita porque no podemos sostenernos en el vacío. Jesús comprende muy bien nuestra debilidad y por ello insiste: “permaneced en mi amor”.

Cuando Judas sintió con tristeza que su corazón había traicionado a Aquel que lo amaba, no buscó la vuelta al Amor primero a través de la humildad y el perdón, como hizo Pedro; en lugar de permanecer, huyó a través de la falsa puerta del suicidio. Para cubrir este hueco, los discípulos eligen hoy a Matías, cuya fiesta celebramos en la liturgia de hoy. ¿Cómo hacen el discernimiento? En un ambiente de oración que busca permanecer en el amor de Dios.

Por qué no rezar hoy con esta petición a modo de jaculatoria: “que nada me separe de tu amor Señor; quiero permanecer en Ti.”

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