No se tienen documentos de su infancia, por ello se empiezan a conocer datos a partir de sus años de juventud comenzando por decir que, tras quedar huérfano, desempeñó varios trabajos, entre ellos el de pocero (oficio de su padre) al servicio de la familia Vera, y con tan buena mano que no abría pozo del que no manase abundante caudal, aun tratándose de tierras secas. En esta etapa ya nos encontramos con lo que podemos denominar su primer milagro. Se cuenta que una señora principal, llamada Da Nuña, mujer muy piadosa, le contrató para que le abriese uno en su alquería, tropezó con un terreno de roca viva que le puso en un gran aprieto, pero lo venció mediante la oración consiguiendo que se ablandase la piedra, punto en el que quedó impresa la huella su pie.
En Torrelaguna trabajó como labrador para la familia Vargas y zahorí. Sus compañeros se burlaban de él en muchas ocasiones diciendo que llegaba tarde por ir cada mañana antes del trabajo a rezar a la iglesia. Gracias a las quejas de sus compañeros se pudo comprobar uno de los milagros comunes más famosos de este santo: el milagro de los bueyes. El patrón escuchó las quejas de sus trabajadores y fue a comprobar qué pasaba. Al llegar vio que los bueyes estaban arando solo la parte de campo asignada a Isidro mientras este rezaba.
Con su patrón protagonizaría otro de los milagros: el milagro del agua. En una época de gran sequía, el señor Vargas veía como su campo estaba cada día más seco y no tenía forma de alimentar a su gente. En ese momento pidió ayuda a Isidro, quien sacó su vara de zahorí, la puso en el suelo y del lugar brotó agua.
La leyenda cuenta también que un día su hijo Illán se cayó al pozo de la casa construido en el lugar en el que San Isidro había puesto su vara. En ese momento su mujer le rogó a Isidro que hiciera algo para salvarle. Entonces el santo se puso a rezar y el agua del pozo subió elevando al niño hasta la superficie.
Por su amor a los animales, al Santo se le representa siempre con un perro labrado o con un par de bueyes y con algún apero de labranza que revelen su profesión. Por sus milagros con el agua, se cree que la fuente de San Isidro tiene propiedades milagrosas y curativas, pues está ubicada en el mismo sitio donde estaba el pozo del que salvó a su hijo.
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