Respira en mí, oh Espíritu Santo, para que mis
pensamientos puedan ser todos santos.
Actúa en mí, oh Espíritu Santo, para que mi trabajo
también pueda ser santo.
Atrae mi corazón, oh Espíritu Santo, para que
solo ame lo que es santo.
Fortaléceme, oh Espíritu Santo,
para que defienda todo lo que es santo.
Guárdame, pues, oh Espíritu Santo,
para que yo siempre pueda ser santo.
(San Agustín)
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