martes, 5 de abril de 2022

Martes de la 5ª semana de Cuaresma

Lectura del libro de los Números (21,4-9):

En aquellos días, desde el monte Hor se encaminaron los hebreos hacia el mar Rojo, rodeando el territorio de Edón. El pueblo se cansó de caminar y habló contra Dios y contra Moisés: «¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náuseas ese pan sin sustancia». El Señor envió contra el pueblo serpientes abrasadoras, que los mordían, y murieron muchos de Israel. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo: «Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes». Moisés rezó al Señor por el pueblo y el Señor le respondió: «Haz una serpiente abrasadora y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla». Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a alguien, este miraba a la serpiente de bronce y salvaba la vida.

Palabra de Dios

Salmo 101,R/. Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti

 Santo Evangelio según san Juan (8,21-30):

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros». Y los judíos comentaban: «¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”?». Y él les dijo: «Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis en vuestros pecados: pues, si no creéis que Yo soy, moriréis en vuestros pecados».Ellos le decían: «¿Quién eres tú?». Jesús les contestó: «Lo que os estoy diciendo desde el principio. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me ha enviado es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él». Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús:«Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada». Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

Palabra del Señor

Compartimos:

A Jesús lo acusaron de muchas cosas: de comilón, de borracho, de amigo de publicanos y prostitutas, quizá de eunuco, de transgresor de la ley. Hoy aparece un “título” nuevo, muy desconcertante: se sospecha que tiene inclinaciones al suicidio. Los comentarios no dejan lugar a dudas: ¿Será que va a suicidarse, y por eso dice “donde yo voy no podéis venir vosotros”? Esta acusación, como todas las anteriores, no refleja la verdad de Jesús, pero insinúa uno de sus flancos. Jesús no es un suicida, en el sentido que esta palabra tiene ordinariamente, pero sí es alguien que entrega su vida para manifestar el amor del Padre al mundo.

¿Cuándo comprenderemos lo que Jesús significa para nosotros? ¿Cuándo creeremos en el sentido de su entrega hasta la muerte? Para la teología que subyace al cuarto evangelio no hay ninguna duda: Cuando levantéis al Hijo del Hombre sabréis que yo soy. Este levantamiento se refiere a la cruz, pero a una cruz que es, al mismo tiempo, el trono de la manifestación plena del misterio de Cristo (sabréis que Yo Soy), una cruz, por tanto, que es también fuente de salud. Por eso, la liturgia de este día pone en relación el texto del evangelio de Juan con el del libro de los Números, que parece estar en el trasfondo: Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte; cuando una serpiente mordía a uno, miraba la serpiente de bronce y quedaba curado. Por tanto, Jesús no es un depresivo abocado al suicidio sino el Hijo que se entrega, que deja que lo cuelguen para manifestar un amor total.

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