Primera lectura
Lectura de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (6,1-10):
Secundando su obra, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios, porque él dice: «En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»; pues mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación. Para no poner en ridículo nuestro ministerio, nunca damos a nadie motivo de escándalo; al contrario, continuamente damos prueba de que somos ministros de Dios con lo mucho que pasamos: luchas, infortunios, apuros, golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza, saber, paciencia y amabilidad, con dones del Espíritu y amor sincero, llevando la palabra de la verdad y la fuerza de Dios. Con la derecha y con la izquierda empuñamos las armas de la justicia, a través de honra y afrenta, de mala y buena fama. Somos los impostores que dicen la verdad, los desconocidos conocidos de sobra, los moribundos que están bien vivos, los penados nunca ajusticiados, los afligidos siempre alegres, los pobretones que enriquecen a muchos, los necesitados que todo lo poseen. Palabra de Dios
Salmo 97 El Señor da a conocer su victoria
Evangelio según san Mateo (5,38-42):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente". Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas.»
Palabra del Señor.
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Por eso es tan difícil ser cristiano de verdad y cumplir las enseñanzas de nuestro Señor Jesús. Pero no es imposible. El saber perdonar es una gracia muy grande que hay que pedir a Dios nuestro Padre.
No se me borran de la memoria las palabras de un pobre, ya anciano, que vivía sólo en una especie de cueva en las laderas de un castillo aquí en España. Me avisaron de que estaba muy enfermo y que se iba a morir. Yo le fui a visitar y hablando con él me dijo: “Padre, si alguien me hace un mal, yo le haré un bien”. Comprendí que su pobreza era muy grande, pero tenía un corazón de oro. Y como al pobre Lázaro del evangelio, los ángeles lo llevaron al cielo.
Estos corazones generosos no tienen fronteras y se dan en muchas personas que practican con sinceridad su fe. El 6 de mayo de 2015 el padre de una víctima de homicidio perdonó al asesino de su hijo y logró salvarle la vida pocos minutos antes de la ejecución. La víctima era un oficial de la seguridad, que fue asesinado en 2010.
En 2014 dio la vuelta al mundo un caso semejante, en el que dos madres, conmovidas, se abrazaron y consolaron recíprocamente: una era la madre del asesino, la otra era la madre de la víctima, que había concedido el perdón.
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