Tú, Señor, eres mi fuerza, la respiración de mi alma, mi fuente de energía, mi inspiración y mi descanso. ¿Por qué me olvido de ti? ¿Por qué te busco sólo cuando estoy rodeado de sombras y con las esperanzas rotas? No me dejes, Dios mío, háblame, tócame, despiértame. No permitas que me aleje de ti y naufrague en el mar del desespero.
Sé luz en mi mente, paz en mi corazón, sabiduría en mis decisiones, amor en mis relaciones. Te necesito, Señor. Tu calmas mi desasosiego y alejas los duendes del mal; contigo es fácil aceptar las asperezas y soportar el dolor. Contigo puedo ser comprensivo con los que me ofenden, fuerte ante el dolor y amoroso con todos. Dame paciencia conmigo mismo y con los demás, una paciencia que me aleje de la ira y el desaliento. Eres mi esperanza y mi fortaleza, mi baluarte y mi descanso. En ti todo lo puedo, y con tu amor los fardos son llevaderos. Tú me libras de las aguas turbulentas, apaciguas mis males y conjuras mis temores. Te amo, Señor, te adoro, te bendigo y te doy gracias.
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