domingo, 11 de octubre de 2020

Sed maestros de humanidad

La virtud es un hábito que se constituye a través de la repetición de actos del mismo tipo: actos de ternura. La ternura es una respuesta adecuada al ser del otro, del tú. El  tú siempre pide se tratado como quien es y, por tanto, de manera única. Todo acto de ternura solo tiene puestos  lo ojos  sobre el tú, sobre quién es y sobre quién debe ser. La ternura de centra en la cura y el cuidado del otro. Es un acto de reconocimiento, de respeto. La ternura brota del ser conmovido por el otro, y la conmoción es resultado de la percepción del valor único del otro que acontece en mi vida y que la remueve de tal forma que la transforma en vocación a dar mi vida por él, a transformarme en don para el don recibido. Por eso los actos de ternura solo brotan del amor. Solo quien quiere, te puede tratar con ternura y solo quien hace del amor la disposición fundamental de su vida hace de la ternura virtud, apertura a la atención del otro.

Amor

Solo puede ser tierno, delicado quien ama. Quien ha hecho del amor la disposición fundamental de su vida encuentra a Dios. Tendemos a confundir el amor con un sentimiento. Y aunque no lo excluye, el amor es más, mucho más.

Donación sería la palabra que mejor podría ayudarnos a intentar entender qué sea el amor. El acto de donación amorosa lo es toda la persona y, por ello, implica a toda ella. La perla preciosa que es el tú que invoca el amor, en tiempo eterno. No hay lenguaje humano lo suficientemente rico como para poder expresar de infinitas formas el aprecio, la gratitud, la belleza que brota de un corazón que ama.

 MM. Dominicas de Torredonjimneno

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