viernes, 18 de septiembre de 2020

Domingo XXV del Tiempo Ordinario

Evangelio según san Mateo 20,1-6

¿Vas a tener tú envidia porque soy bueno?

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido." Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?" Le respondieron: "Nadie nos ha contratado." Él les dijo: "Id también vosotros a mi viña." Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros." Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: "Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno." Él replicó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia por que yo soy bueno?" Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos."

PALABRA DE DIOS

COMPARTIMOS:

Jesús propone una historia enmarcada en dos sentencias iguales: » muchos primeros serán últimos, y últimos, primeros» (19,30 y 20,16). Esa es pues la enseñanza.

La historia compara el reino de Dios a unos jornaleros contratados a distintas horas del día para trabajar en una viña.

El dueño, que reflejaría algo del proceder de Dios, ajusta con los primeros un salario de un denario -la moneda romana básica-, con los segundos «lo que sea justo», mientras que con los posteriores no concreta.

El lector, y los trabajadores, pensarán que «lo justo» para los segundo -que es lo acordado-, sería lo proporcional según el tiempo trabajado al denario ajustado con los que trabajan todo el día. Para los demás trabajadores debemos pensar la misma «justicia».

Pero el dueño de la viña no procede con esa justicia, sino con una «igualitaria», que provoca las quejas de los primeros contratados.  El dueño les responder que ellos han recibido lo estipulado, con lo cual no se les hace ningún daño, y a los demás les ha entregado «lo justo» según el entender de quien se considera «bueno».

En la historia precedente, la que conocemos por la del «joven rico», Jesús declara que el «bueno» es Dios: «¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios» (19,17).

La justicia del que es el Bueno es diferente de la nuestra.

El dueños de la viña a su vez hace ver la actitud que se esconde tras la reacción de los primeros: su envida (literalmente «tu ojo malo», 20,15 b).


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