Mi ofrenda es muy pequeña y quebradiza.
Se astilla siempre cuando se pierde
por los caminos del yo y la autocomplacencia.
Sé que mi ofrenda no es siempre
de tu agrado y te profana cuando espera
recibir más que dar, desde un yo herido e irreconciliado.
Y aún así, ¿por qué sales fielmente a buscarme
y me acoges eternamente a pesar de mi indignidad?
¿Qué tengo yo ahora para ofrecerte
que no sea mi arrepentido y tímido sí,
que, día tras día, se esfuerza para
convertirse en un sí de eternidad?
El celo de tu amor me abrasa,
y me impulsa a continuar amando,
más allá de mis infidelidades.
Mar Galceran
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.