viernes, 3 de mayo de 2019

Devoción mariana y dignidad de la mujer

“Venid y vamos todos con flores a porfía, con flores a María, que madre nuestra es”. Muchas personas recuerdan esta canción con la que iniciábamos los actos típicos del mes de María.

Como sabemos, el papa san Pablo VI publicó una interesante exhortación sobre el culto debido a la Madre de Jesús y Madre de la Iglesia.

En aquel documento señala que algunos encuentran difícil “encuadrar la imagen de la Virgen, tal como es presentada por cierta literatura devocional, en las condiciones de vida de la sociedad contemporánea y en particular de las condiciones de la mujer”.

• En el ambiente doméstico, se reconoce a la mujer la igual responsabilidad con el hombre en la dirección de la vida familiar.

• En el campo político, la mujer ha conquistado en muchos países un poder de intervención en la sociedad igual al varón.

• En el campo social, la mujer desarrolla su actividad en distintos sectores, dejando cada día más el ambiente del hogar.

• En el campo cultural, se le ofrecen nuevas posibilidades de investigación científica y de éxito intelectual.

Por todo ello, algunas personas no saben tomar a María como modelo. Pero, ante estas nuevas situaciones, Pablo VI ofrecía ya algunas interesantes observaciones.

1. Ante todo, la Virgen María ha sido propuesta a la imitación de los fieles no por el tipo de vida que ella llevó o por el ambiente socio-cultural en que se desarrolló, hoy día superado casi en todas partes.

La fe cristiana la presenta como modelo porque en sus condiciones concretas de vida ella se adhirió total y responsablemente a la voluntad de Dios; porque acogió la palabra y la puso en práctica; porque su acción estuvo animada por la caridad y por el espíritu de servicio: porque fue la primera y la más perfecta discípula de Cristo. Estas actitudes de María tienen un valor universal y permanente.

2. En segundo lugar las dificultades mencionadas están muy unidas con la imagen popular y literaria de María, no con su imagen evangélica ni con los datos que nos ofrecen los evangelios.

La Iglesia, no se vincula a los esquemas representativos de las varias épocas culturales y comprende que algunas expresiones de culto, válidas en sí mismas, son menos aptas para las personas de épocas y civilizaciones distintas.

3. Además, la lectura de las Sagradas Escrituras nos llevará a descubrir que la figura de la Virgen no defrauda las esperanzas profundas de las personas de nuestro tiempo y les ofrece el modelo perfecto del discípulo del Señor.

Como María, el cristiano de hoy ha de ser promotor de la justicia que libera al oprimido y de la caridad que socorre al necesitado, pero sobre todo testigo activo del amor que edifica a Cristo en los corazones. Como es evidente, esa misión espera también a la mujer cristiana de hoy.

José-Román Flecha Andrés

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