¿Qué es verdaderamente el matrimonio? ¿Es un contrato, un acuerdo de voluntades? ¿Es la expresión de un sentimiento? ¿Qué papel desempeña en él el amor? Responde la abogada especialista en nulidades canónicas y Derecho de Familia Clara Arranz
Medio mundo celebra hoy la fiesta de San Valentín, un canto al amor, pero tú dices que el amor es algo más, que tiene también efectos jurídicos…
Sí, el matrimonio es una relación humana muy rica en sentimientos y experiencias, pero también es una relación jurídica. Hoy la gente se centra mucho en las emociones que genera, que son muy necesarias, pero el matrimonio va más allá, porque goza del soporte de la relación que le da el Derecho, que le otorga una cierta protección. El amor entre dos personas en un matrimonio debe tener un reconocimiento jurídico porque no es solo algo privado, un asunto solo de ellos.
¿No es solo cosa de dos?
En un matrimonio canónico no es cosa solo de dos porque en él se deja entrar a Dios, ya que es un sacramento. Pero en un matrimonio civil tampoco es cosa solo de dos, porque el matrimonio tiene una función social muy grande, un papel que cumplir en la sociedad y que lamentablemente se está olvidando. Y precisamente por tener esta función social, la sociedad debe cuidar también de esta institución.
¿De qué función estás hablando?
El matrimonio es una entrega, es darse al otro y recibirle como es. Esto en la sociedad de hoy supone un testimonio: no vivir aislados y mirar cada uno por lo suyo, sino ser felices en la medida en la que nos damos al otro, porque hay un más allá del yo.
También tiene una función social en la medida en que está abierto a la vida, ejerciendo una función de cuidado del mas débil, de amar al otro como es. Eso por no entrar en el tema de las pensiones… En general, el matrimonio pone en cuestión la vida consumista e individualista, centrada en el placer y en lo inmediato, que triunfa ahora en la sociedad.
¿Qué papel juegan entonces los sentimientos?
Los sentimientos son una realidad riquísima del ser humano, y en una pareja son muy importantes y enriquecen mucho la relación. El peligro es considerarlos como lo único necesario, valorar una relación solo en base a si me siento bien y a gusto. Tienen un papel importante pero deben estar gobernados por la voluntad y por la razón.
¿Qué pasa cuando aun así fracasa una relación?
Hay que diferenciar entre un fracaso matrimonial y una posible nulidad matrimonial. Cuando alguien te dice que se le acabó el amor hay que hilar muy fino. Hay formas imperfectas de amar que pueden causar una separación, y que también han podido conformar un matrimonio nulo. En cualquier caso, hay que acercarse a estas personas que han resultado heridas, mostrar nuestra cercanía como amigos o como familiares, teniendo en cuenta que estamos ante un proyecto familiar y matrimonial que por cualquier causa ha fallado.
¿El matrimonio hay que salvarlo a toda?
Lo más importante es dejarse aconsejar por gente cercana que sepa y que te quiera. No se puede hablar en términos absolutos, hay que ver la circunstancia personal de cada uno. En términos generales, la Iglesia dice que el matrimonio es un bien grandísimo que hay que salvar, pero también advierte de que hay situaciones que son insostenibles: malos tratos, adicciones que dificultan la vida común y hacen la convivencia imposible… Aunque también hay que precisar que estos escenarios no abundan. Son más corrientes las situaciones en las que los miembros de la pareja han dejado de sentirse bien el uno con el otro y salen cada uno por su lado. Por eso hay que luchar por la relación, y tener claro que siempre va a haber crisis de maduración. El matrimonio está llamado a crecer superando juntos las dificultades.
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