Esta es la historia de cómo el traslado a Madrid de una madre jienense por cuestiones laborales ha servido para promover una nueva advocación mariana, la Reina de la Infancia Espiritual, que –sin ser todavía oficial– ya cuenta con cientos de miles de devotos en los cinco continentes. La protagonista –después, obviamente, de la propia Virgen– es Carmen Margarito, que hace dos años desembarcó en la capital de España junto a sus cinco hijos para reunificar su familia. «Mi marido llevaba un año trabajando en Madrid. Yo no quería venir, pero lo mejor familiar y laboralmente era trasladarnos todos aquí», explica.
Así, el 27 de enero de 2017 completó la distancia entre Jaén y Madrid. «Nos trajimos en una furgoneta todo lo que considerábamos importante, nuestros cinco hijos y poco más». En la nueva ciudad, tocó empezar de cero salvo en la elección de colegio. «Poco tiempo antes había conocido Tajamar por una amiga y tenía claro que allí mis hijos estarían a gusto», cuenta Margarito a Alfa y Omega.
Los niños entraron en el colegio (del Opus Dei y situado en el barrio de Vallecas) al día siguiente de la mudanza. Pero más allá del tema escolar, los primeros meses de la familia en su nuevo lugar de residencia «los preveíamos llenos de dificultades». Sin embargo, «esos momentos de apuros se vieron amortiguados por el cariño que nos demostraron desde ese cachito de Iglesia que hay en Vallecas: el colegio Tajamar, el templo de san Alberto Magno…», asegura Carmen Margarito. «Incluso se preocupaban de si nos faltaba algún mueble».
Se sintieron tan acogidos por su nueva comunidad que quisieron devolver de alguna forma todo el cariño que habían recibido. «El problema es que no teníamos nada que darles así que se nos ocurrió devolvérselo en forma de piropo a la Virgen», asegura esta abogada reconvertida en profesora de Religión. Pero la inspiración no llegaba a pesar de estar toda la familia implicada en la misión. «No encontrábamos las palabras adecuadas».
La suerte cambió el 25 de febrero durante la primera Confesión de uno de los hijos. «Estábamos dentro de la Iglesia, el resto de mis hijos pequeños no paraban de pelearse, los adolescentes me decían: “Mamá, qué rollo, yo me quiero largar ya de aquí”. En ese momento, solté: “No, María es la Reina de la Infancia Espiritual”». Ese fue el primer momento en el que nombró a la Virgen de esa forma.
A partir de entonces, «le empecé a pedir que me ayudara en mi relación con Dios como hija pequeña y potencié mi trato con mi Madre del cielo con la confianza, incluso con el descaro, de los niños pequeños». La sorpresa de Carmen Margarito fue mayúscula cuando se sintió escuchada al rezar de esta forma. El siguiente paso fue compartirlo, de forma natural, con sus amigas. «Les decía que la Virgen me ayudaba a querer a Dios con corazón de hijo pequeño».
«Carmen, no digas tonterías»
Con el paso de los meses, se empezó a preguntar si la vida de infancia espiritual tenía el patrocinio de alguna advocación mariana. Ante su más absoluto desconocimiento, decidió preguntar a diferentes expertos mariólogos. La respuesta, unánime: «Carmen, no digas tonterías». Lejos de desanimarse, empezó a buscar «una imagen que reflejara la ternura de la Virgen con los niños». Cuando la encontró, Margarito hizo 500 estampas y las repartió entre sus amigas. Estas, a su vez, las difundieron entre sus contactos y la devoción a la Reina de la Infancia Espiritual se expandió por los cinco continentes: Francia, Croacia, Venezuela… «Fuera de España el país donde más ha cuajado el mensaje es en Estados Unidos. Nos piden estampas constantemente. Sospecho que allí están tan cansados de todo que cala muy bien el mensaje de infancia, sencillez y humildad», conjetura Carmen.
En la actualidad, se han impreso y distribuido más de 87.500 estampas –gracias a un extenso grupo de colaboradores– y, próximamente, la iniciativa se convertirá en asociación. «No somos de ningún movimiento eclesial, ni pretendemos fundar ninguna institución. Tan solo queremos ser hijos pequeños de la Virgen y esto es compatible con todos los carismas de la Iglesia», advierte.
A vueltas con la licencia eclesiástica
Antes de llegar a esa cifra, cuando ya habían repartido 60.000 estampas, Carmen se fue a ver a monseñor Ángel Pérez Pueyo, obispo de Barbastro. «En una homilía le había escuchado hablar de los juegos reunidos y pensé que me entendería. Fui a pedirle licencia eclesiástica, porque había gente que dudaba. Él me dijo: “Si en seis meses has repartido 60.000 estampas sin licencia eclesiástica, ¿para qué quieres la licencia? ¿Tú quieres que te baje abajo donde tengo un montón de estampas con licencia eclesiástica que nadie quiere?”. “Es que hay gente que duda”, le respondí. “Pues la gente que duda porque sabe que la estampa no tiene licencia eclesiástica es porque ya están cerca de la Iglesia, ese no es tu público, tu público es el resto”».
¿Hechos milagrosos?
Y lo cierto es que ese resto se termina a veces acercando a la Iglesia. «Detrás de la estampa hay un email y nos escriben muchos correos electrónicos contándonos conversiones después de rezar con la estampa», asegura.
También hay hechos milagrosos en el ámbito físico. «La primera que nos escribió fue una señora que nos decía que a su hermana le habían operado de cáncer pero no le cicatrizaba la herida. Llevaban tres meses en esta situación hasta que alguien le dio una estampa de la Reina de la Infancia Espiritual. Tras rezarla, la herida se cerró en menos de 24 horas», concluye Carmen Margarito, al tiempo que advierte de que su intención no es crear una nueva advocación mariana: «Ni siquiera sé qué pasos hay que dar para ello. Pero si eso es lo que quiere la Virgen, ella me irá indicando el camino».
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