domingo, 9 de diciembre de 2018

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

El domingo pasado, la liturgia nos invitó a vivir el tiempo de Adviento y la espera del Señor con la actitud de vigilancia y también de la oración: " vigilar " y " besugo ". Hoy, el segundo domingo de Adviento, se nos muestra cómo dar sustancia a esta expectativa : al emprender un viaje de conversión , cómo concretar esta expectativa. Como guía para este viaje, el Evangelio nos presenta la figura de Juan el Bautista, quien "viajó por toda la región del Jordán, predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados" ( Lc.3.3). Para describir la misión del Bautista, el evangelista Lucas recoge la antigua profecía de Isaías, que dice: "Voz de uno que clama en el desierto: ¡Prepare el camino del Señor, alinee sus caminos! Cada barranco será llenado, cada montaña y cada colina serán bajadas "(versículos 4-5).

Para preparar el camino para el Señor que viene, es necesario tener en cuenta las demandas de conversión a las que el Bautista invita. ¿Cuáles son estas necesidades para una conversión? En primer lugar, estamos llamados a reclamar las depresiones producidas por la frialdad y la indiferencia, abriéndonos a otros con los mismos sentimientos de Jesús, es decir, con esa cordialidad y atención fraterna que asume la responsabilidad de las necesidades de nuestro prójimo. Reclamar las depresiones producidas por el frío. No puedes tener una relación de amor, de caridad, de fraternidad con otros si hay "agujeros", ya que no puedes ir por un camino con muchos agujeros. Esto requiere cambiar la actitud. Y todo esto, hazlo incluso con especial cuidado para los más necesitados. Entonces necesitamos reducir tanta dureza causada por el orgullo y el orgullo. Cuanta gente, Quizás sin darse cuenta, es excelente, es duro, no tiene esa relación de cordialidad. Necesitamos superar esto haciendo gestos concretos de reconciliación con nuestros hermanos, pidiendo el perdón de nuestras faltas. No es fácil de reconciliar. Siempre pensamos: "¿Quién da el primer paso?". El Señor nos ayuda en esto, si tenemos buena voluntad. De hecho, la conversión está completa si lleva a reconocer con humildad nuestros errores, nuestras infidelidades y nuestros incumplimientos.

El creyente es el que, al estar cerca de su hermano, como Juan el Bautista abre caminos en el desierto, es decir, indica perspectivas de esperanza incluso en esos contextos existenciales impermeables, marcados por el fracaso y la derrota. No podemos ceder ante situaciones negativas de cierre y rechazo; No debemos permitirnos ser sometidos a la mentalidad del mundo, porque el centro de nuestra vida es Jesús y su palabra de luz, de amor, de consuelo. Es el El Bautista invitó a la gente de su tiempo a la conversión con fuerza, vigor y severidad. Sin embargo, sabía cómo escuchar, sabía cómo realizar gestos de ternura, gestos de perdón hacia la multitud de hombres y mujeres que acudían a él para confesar sus pecados y ser bautizados con el bautismo de penitencia.

El testimonio de Juan el Bautista nos ayuda a avanzar en nuestro testimonio de vida. La pureza de su proclamación, su coraje para proclamar la verdad, logró despertar las expectativas y esperanzas del Mesías que había estado inactivo durante mucho tiempo. Incluso hoy, los discípulos de Jesús están llamados a ser sus testigos humildes pero valientes para reavivar la esperanza, para hacer entender que, a pesar de todo, el reino de Dios continúa siendo construido día a día con el poder del Espíritu Santo. Pensamos, cada uno de nosotros: ¿cómo puedo cambiar algo de mi actitud, para preparar el camino para el Señor?

Que la Virgen María nos ayude a preparar el camino del Señor día tras día, comenzando con nosotros mismos; y difundirse a nuestro alrededor, con tenaz paciencia, semillas de paz, justicia y fraternidad.

Despues del angelus

Queridos hermanos y hermanas,

Les saludo con afecto a todos ustedes, peregrinos de Roma, de Italia y de varias partes del mundo.

En particular, saludo a los muchos jóvenes de la diócesis de Orvieto-Todi. ¡Gracias y buen viaje de Adviento!

Saludo a los fieles de Trapani, Caltagirone y Bronte, y al cresimandi del oratorio de Almè (Bergamo).

Un cordial saludo de buen domingo a todos. Y por favor no olvides orar por mí. Buen almuerzo y adiós!

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