«Hace unas semanas, un hermano de otra congregación definía ‘hermano’ a un desconocedor del tema, diciéndole: ‘Es como una monja, pero en masculino’. ¿Cómo lo podemos explicar para adultos?». Así me preguntaron el pasado mes de mayo en una entrevista. Respondí lo mejor que pude y supe, pero, como me ha ocurrido otras veces, me quedé con la insatisfacción de no haber hecho justicia a la identidad del religioso hermano.
Sin embargo, tuve una sensación muy distinta cuando pude contemplar, por primera vez, un libro titulado “Hermanos”, de solo fotografías (379, para ser exactos), agrupadas en tres secciones, siguiendo los grandes capítulos del documento vaticano sobre la identidad del religioso hermano: Misterio, Comunión, Misión. De vez en cuando, aparecen algunas frases breves, muy bien seleccionadas, que ayudan a reflexionar, en conexión con las imágenes que se ven, pero el libro es sobre todo visual.
Debo confesar que me emocioné varias veces a medida que iba pasando las páginas, y no solo porque conociera a la mayoría de los protagonistas, sino gracias al gran poder comunicativo de las imágenes. Creo que ese libro de fotos consigue transmitir mejor la identidad del religioso hermano que gran-des tratados intelectuales, que frecuentemente aburren o frustran.
Ese libro recoge el trabajo de un joven fotógrafo profesional australiano, Conor Ashleigh, respondiendo al encargo del Instituto Marista con motivo de su bicentenario. Conor, que se define a sí mismo como “visual storyteller” (“narrador de historias visualmente”), deja constancia de la vida normal y cotidiana de hermanos de los cinco continentes.
Con gran habilidad sugiere, sin explicar, invitando implícitamente a la persona que contempla las fotos a entrar en la historia narrada. Así, “el Misterio” se intuye a través de luces, penumbras, colores y gestos. La fraternidad la encontramos en centenares de sonrisas, abrazos, miradas de complicidad. Y la misión quizás la podríamos resumir en una foto en la que yo mismo, como superior general, estoy lavando los pies a un joven asiático: nacimos para estar a los pies de los niños y jóvenes, acompañando su camino con respeto y amor, siempre a su servicio… “Venid y veréis” tiene más fuerza que todos los silogismos. ¿No será que estamos todos llamados a ser “visual storytellers”?
(Emili Turú,).
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