Creo que aquí puedo responder mejor a la llamada de Dios; una llamada que exige dignidad humanizadora. Mi nombre es Esteban Nko Sipi, 22 años, natural de Guinea Ecuatorial. Actualmente resido en Sevilla. Estoy haciendo el año del Noviciado dominicano en el Convento Santo Tomás de Aquino. Me llena de alegría poder compartir hoy con vosotros la historia de mi vocación.
Tengo la gracia de pertenecer a una familia eminentemente católica, la cual siempre vio la necesidad de educarme en los valores del evangelio, en la fe de la Iglesia.
Siendo todavía niño, recuerdo el empeño de mis padres en que mis hermanos y yo nos aprendiéramos de memoria las oraciones «básicas» del cristiano. ¿Qué decir de lo de ir a misa todos los domingos? Pues, para mi familia, pasar un domingo sin ir a misa, sin que estuviera uno enfermo, no estaba bien visto. Era la costumbre ir siempre que se pudiera… yo, en ocasiones, hacía trampas, para ir por ahí con los amigos. Nos reuníamos para jugar al fútbol y, como me sabía la hora en que terminaba la eucaristía, entonces dejaba de jugar y me marchaba a casa fingiendo que había estado en la misa. Pero mis padres se daban cuenta, porque llegaba a casa sudando. Cuando preguntaban a mi hermanita, ella lo corroboraba… ¡cosas de la infancia! ¿Verdad?
Poco a poco fui adquiriendo el hábito de ir a misa, disfrutar de su riqueza, los cantos, las alabanzas y experimentar la cercanía de la gracia de Dios desplegada en mí, en mi familia. Viendo todo ese recorrido de maduración y crecimiento en la fe, me hace darme cuenta cuán grande es el amor de una madre. ¡cuánta paciencia, cuanta delicadeza! Estoy convencido de que el señor, a través de mi madre y de mi familia en general, fue fraguando mi corazón y acercándome cada vez más él. Todo esto guarda relación con guarda relación con mi vocación de fraile dominico. Proceso en el cual estoy inmerso. Una vocación a mi modo de ver, coherente con lo que ha sido mi vida de cristiana.
Una vez establecido el hábito, fruto no de presiones ni de imposiciones, sino de un convencimiento sincero y personal, ya no era necesario que me notificaran que tenía que ir a misa, por ejemplo, desde el sábado hacia todos mis deberes para que el domingo pudiera estar libre. Libre para el Él(señor). ¡No hay nada mejor Como hacer algo desde la convicción personal! La cual, me ayudaba a seguir creyendo en Dios y experimentar su presencia en todos los ámbitos de mi vida.
Dos años, después de recibir la primera comunión dije a mi familia que quería ser sacerdote, hasta entonces eran los únicos que estaban al corriente. Pero ellos lo tomaron de |broma”, pero como yo tampoco estaba tan seguro de lo que decía…porque en mi interior acaecían voces que me decían, “siga adelante” otros me decían “todavía eres joven no has cumplido ni los 16 años te quieres meter a sacerdote, ¿no te estarás montando una quimera?” yo, aun dentro de esta inseguridad seguía adelante sabiendo que algún día el señor me ayudaría e iluminaria para que pudiera encontrar mi camino. porque Él no se olvida de ningún modo de nuestros proyectos, otra cosa es como y que medios ponemos para conseguir para construir el proyecto, pero e incluso si es necesario Él mismo nos ofrece los medios. Pero, tenía fe.
El 27 de julio del año 2008, una fecha inolvidable para mí, porque fue el día en que conocí a fray Roberto Okón Pocó, celebraba su primera misa en mi pueblo, Rebola… Después de la celebración mantuvimos una conversación muy larga, pero hubo unos segundos de silencio en los que le vi muy pensativo, todo era porque estaba pensado hacerme una pregunta que después cambiaria mi vida, y me pregunto: ¿qué te gustaría ser de mayor? Parece que el señor le susurró al oído para que me hiciera esa pregunta, pues, yo, estuve muy deseoso de responderle, y le dije sin vacilar: Me gustaría ser como usted. Me dijo que estaba contento con la respuesta que le di, que pocos jóvenes se atrevían a pensar de ese modo. Me fue ayudando en lo que podía en lo que podía para no perdiera la ilusión de cara al establecimiento definitivo de la Orden en Guinea Ecuatorial.
En el año 2012, nos volvimos a encontrar, esta vez fue un encuentro más formal, para comprobar cómo iba de ánimos con la llamada, también este encuentro me sirvió. Me habló de algunos semblantes de la Orden de los predicadores, porque hasta entonces no me había hablado de la Orden. De la misma manera, tuvo la oportunidad de presentarme al grupo de aspirantes. Pero, hasta entonces, no podía formar parte del grupo, porque no había finalizado la ESO; aun así, ya me sentía un miembro más del grupo de aspirantes. colaboraba con ellos en las diversas actividades de la parroquia y de la comunidad.
Una vez finalizado, este ciclo y la entrada al siguiente(Bachillerato), empecé a formaba parte del grupo de aspirantes y seguía ayudando en la parroquia y pasado un tiempo empecé a llevar el grupo de los monaguillos. Desde entonces, mi relación con los dominicos ya iba a más. Empecé a conocer más sobre la sobre la historia de Nuestro Padre Santo Domingo y la Orden de predicadores. Desde entonces empecé a enamorarme del proyecto de ese gran castellano, hombre que, lleno de Dios, humildad, de celo apostólico y una asidua oración pudo “hablar a Dios de los hombres y los hombres a Dios”. Todo para la salvación de las almas.
En este momento, puedo decir que el Señor se sirve hasta de los más improbable para tocar nuestro corazoncito. Muchas veces nos llama por medio de acontecimientos históricos, de personas queridas e incluso de personas no muy querida por nosotros, pero que el Señor nos puede tocar el corazón por medio de ellos. Si hacemos el esfuerzo o intento discernir su llamada y escuchar lo que nos pide, y le seguiremos. Pero, sabiendo que nos podemos responder esta llamada solos, siempre necesitaremos de los otros, para que nos estimulen, nos ofrezcan su apoyo incondicional y que nos interroguen: ¿Por qué este camino y no otro? No fueron pocas las voces que me interrogaron cuando tome esta decisión ¿por qué has tomado esta decisión tan joven, si todavía no has disfrutado la vida? yo, respondiendo siempre con una sonrisa les decía: no quiero regalarle canas al Señor, también, necesita de los jóvenes en su viña.
Saber decir GRACIAS, siempre nos hace crecer, porque es una forma de valorar, considerar el interés que los otros tienen por ti. Pues, quiero expresar mis sinceros agradecimientos a todos los que me han ayudado discernir esa llamada y lo siguen haciendo por medio de sus oraciones y consejos.
Hoy, como fraile dominico, estoy contento de formar parte del proyecto de Nuestro Padre Santo Domingo. Creo que aquí puedo responder mejor a la llamada de Dios; una llamada que exige dignidad humanizadora. Una llamada a vivir auténticamente, a ser persona; lo cual exige paciencia, entrega, oración, una apertura a la alteridad y la trascendencia. Pero, siempre con la mediación de los otros.
Fr. Esteban Nko Sipi
Convento de Santo Tomás de Aquino, Sevilla
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